Ella, Claudia (11. Tras Amas para Un Esclavo)
En este capítulo en que el protagonista tiene un dulce despertar había un cameo y una presentación...
Capítulo 11. Tres Amas para Un Esclavo
Me desperté con una gran sensación de cansancio y durante un momento, todavía más dormido que otra cosa, me costó recordar donde estaba…Sentí el calor de una manta que me cubría hasta casi el pecho y el de unos brazos que me rodeaban y unas piernas que parecían querer enredarse entre las mías…Todo en una estancia sumergida en la oscuridad, donde apenas se percibía algo de luz entrando por las pocas rendijas abiertas de una persiana…
Pero no tardé en situarme cuando, tras mi tercer bostezo, pareció llegar oxigeno a mi cerebro. Me recordé mentalmente que estaba en casa de Sabrina y que me había acostado a dormir con ella en su cama a la una de la noche…Cuando vi que el cercano reloj digital señalaba las seis y media de la mañana entendí porque me sentía como si acabara de meterme en la cama…
Sabrina, a mi espalda, seguía durmiendo, o eso al menos me parecía. Me llegaba el sonido de su pausada respiración. Yo quise darme la vuelta para acomodarme de cara a ella y volver a dormirme, intentando ser cuidadoso para no molestarla, ya que sus piernas rozaban las mías y una de sus manos había estado sobre mi cadera. Me moví lentamente pero, a pesar de todo, ella dio muestras de que iba a despertarse también. Para cuando terminé de colocarme me encontré con que ella me miraba, con sus bellos ojos azules bien abiertos.
-Perdona-me disculpé antes de que dijera nada-No quería despertarte.
-¿Y qué haces tú ya despierto?-me preguntó ella, bostezando, y con iguales muestras de sueño en su rostro que suponía tenía yo en el mío.
-Me acabo de despertar y precisamente estaba acomodándome para volver a dormirme…-volví al reloj y, recordando lo que me dijo mi Ama ayer, calculé-Aún faltan dos horas y media para que vengan a recogerme.
-¿Vas a irte tan pronto?-logró preguntarme ella entre dos bostezos.
-Sí. Lo siento-me disculpé, verdaderamente lamentándolo y no sólo por la pena que me dio su decepción-Pero este sábado voy a tener que hacer algunas tareas en casa-le expliqué, para que no pensará que era porque no estaba a gusto con ella.
-¿Disfrutaste esta noche?-me preguntó y me sorprendió, no sólo la inesperada pregunta, sino que parecía realmente preocupada por lo que pudiera responderle, como si temiera una negativa.
-Mucho-asentí-Estuvo fantástico.
-Me alegro de que disfrutaras-asintió ella, sonriendo, con una expresión de felicidad que realmente me llegaba al alma.
-Aunque la próxima vez…-deje las palabras en al aire-Me gustaría que tuviéramos algo de intimidad para disfrutar mejor el uno del otro.
-Estoy de acuerdo-asintió ella-La verdad es que esa era mi idea original, pero mi madre…Quiso unirse a la diversión. Y no se le puede negar nada a una madre, ¿no crees?
-¿Es eso normal?-le pregunté, con curiosidad-Lo de compartir tus novios con tu madre.
-Es una de las pruebas que les pone para darles el visto bueno-contestó con sencillez, sorprendiéndome con la naturalidad con la que lo explicaba-Pero tú no te preocupes. Sé que has recibido su aprobación.
-Y vi que tu madre y tú…
-¿Qué?
-¿Es normal lo de…?-realmente no me atrevía a preguntar.
-¿Qué hagamos cositas?-terminó la pregunta de una forma curiosa. No eran las palabras que yo hubiera elegido, pero asentí-Pues sí.
-¿Con tu madre?
-Es mi madre y la quiero, claro que lo hacemos. Aunque sé que a muchos les parecería raro, pero ellos se lo pierden-hizo una pausa y me miró, como extrañada-¿Es que tú y la tuya…?
-No.
-¿Ni lo has imaginado nunca?
-La verdad es que en los últimos días…Pero, no deja de hacerme sentir raro el pensar en eso…Además de que no me parece posible. Mi madre no es tan…Como la tuya…Bueno…No me explico bien, perdona.
-No, tranquilo-me dijo ella-Entiendo lo que dices. Yo tenía esas ideas una vez, pero digamos que con cierta ayuda aprendí.
-¿Qué aprendiste?
-A ser una buena hija para mi madre… ¿Tú eres un buen hijo?
-Lo intento-contesté, sin saber muy bien a qué se refería.
-¿Obedeces a tu madre siempre, eres sumiso y cumplidor, le demuestras tu amor?-me bombardeó de repente con preguntas…Preguntas que, salvo la última, encajaban más de cara a mi Ama que a mi madre.
-La verdad es que no sabría qué decir-admití tras darle vueltas a la cabeza.
-Pues es básico que busques poder responder sí a esas preguntas-me dijo ella, sin más-Te aseguro que harás feliz a tu madre y a ti también.
-Lo recordaré.
-La verdad es que Susana, tu madre, es muy guapa.
-Sí.
-Y como mujer tiene sus necesidades.
-Ya lo sé-le dije, no sabía si pensando que le hecho de que últimamente todas las mujeres de mi vida sacaban el tema de esas “necesidades” era algo pesado o morboso.
-Como mi padre viaja mucho yo ayudo a mi madre con las suyas. Nos ha sentido para estar más unidas y además así ella no tiene que serle infiel a mi padre con otros hombres.
-Ese problema no lo tendría mi madre, ya que está divorciada.
-Vaya. Lo siento.
-Bueno. Tampoco es algo que haya que lamentar. Hace ya mucho tiempo.
-Ya. ¿Y tu madre desde entonces…?
-¿Qué?
-¿Ha llevado hombres a casa?
-Yo no he visto ninguno. Eso es todo lo que puedo decir.
-Entiendo…-sus palabras quedaron ahogas con un bostezo, tras el que, como una gata, se estiró, elevando los brazos sobre su cabeza y recordándome así ante mis ojos en que estaba desnuda…Como yo…Repasando en mi cabeza los últimos hechos de anoche vi mentalmente que su ropa, como la mía, aún debía estar esparcida por el salón-¿Sabes?-su suave voz hizo que mi cerebro volviera a la cama y a ese momento-Me alegro mucho que nuestras madres concertaran nuestra cita del domingo. Me gustas mucho.
-Tú también me gustas mucho-asentí. Realmente me había dado un vuelco el corazón cuando la había escuchado. Nunca había sentido nada así…-Tan agradable, simpática, buena, dulce…Y atractiva…Como te dije, me pareces perfecta.
-Y yo te corregí diciéndote que tengo muchos fallos-me replicó.
-Pero no pudiste encontrar ninguno para decírmelo y probarlo-le dije, queriendo ser ingenioso-Y es que la modestia es parte de sus virtudes.
-¡Qué tierno!-exclamó, sonriendo-Creo que eres el tipo de chico que he estado buscando desde que tengo uso de razón-me dijo y, sin más, tendió su mano izquierda y me acarició la mejilla.
-Y tú eres una chica más fantástica que la que mis ensoñaciones más ideales hubieran podido inventar-le dije, correspondiéndole e, igualmente, tendí mi mano a su suave mejilla, que recorrí con mi índice, casi jugando y, animado, baje después y acaricié sus rosados labios. Ella sonrió, dejándome hacer, pero a los pocos segundos los abrió y noté su lengua contra mi dedo. Yo, tras quedarme cortado un momento, lo introduje en su boca y sentí como ésta se cerraba en torno a él y lo chupaba lenta y suavemente…Sus azuladas pupilas no se despegaron de las mías en ningún momento.
Ella entonces posó suavemente su mano en mi brazo y, tras recorrerlo hasta mi muñeca, me cogió la mano y guió otros dedos hasta su boquita, que empezó a saborear también. Al tiempo, su mano derecha, que hasta entonces estaba inactiva, salió de debajo de su cuerpo y se acercó a mi rostro. Sus dedos alcanzaron pronto mis labios y, tras un momento de rozarlos suave y dulcemente, les deje entrar en mi boquita y pronto correspondí a sus juegos…Así estuvimos los dos durante unos calientes momentos, lamiéndonos mutua y deliciosamente los dedos…Ella parecía excitada y yo desde luego, ya lo estaba, aunque tampoco teníamos prisa por ir a más, supe que ella, y lo cierto es que yo también, quería disfrutar del momento…Mi poco a poco más endurecido miembro anhelaba su cuerpo, pero no me imaginaba en ese momento abalanzándome sobre ella en plan salvaje…No era precisamente eso lo que quería.
Finalmente retiramos nuestros dedos y, pausadamente, nos fuimos acercando. Mientras nuestras cabezas se iban aproximando acaricie su cabello y, tras mirar por última vez sus azuladas pupilas, cerré como ella los ojos en el momento en que nuestros labios se unieron. Nuestras bocas se abrieron mutuamente y se cruzaron nuestras lenguas, entregándose mutua y sumisamente la una a la otra. Sentí su mano acariciarme el pelo y la nuca mientras profundizábamos en nuestra unión.
Ella cogió el borde de la manta y la arrojó lejos, haciendo que cayera al suelo, lo que aproveché para acomodarme junto a ella. Nuestros cuerpos estaban uno contra otro y sentí su piel rozarse contra la mía. Sin dejar de besarme me abrazó y me estrechó contra sí y yo hice otra tanto…Quería sentirla cerca, lo más cerca posible. Acaricié su espalda, sus nalgas, sus caderas…Disfrutaba de cada centímetro de su cuerpo. Me sentía en ese momento más excitado de lo que lo había estado nunca…Deseaba hacerlo más que nunca antes pero de una forma especial…Entregándome a ella y sintiendo como me correspondía.
-La verdad es que-me empezó a decir entre beso y beso, mientras seguíamos acariciándonos-Desde la primera vez que te vi-se interrumpió a sí misma para lamerme los labios-Tuve la seguridad de que eras mi hombre. Quizá sea por mi intuición femenina…O puede que sea uno de esos flechazos instantáneos, aunque nunca había creído en ellos-yo fui a decirle también algo, pero ella entonces me silenció con un dedo sobre mi boca-No añadamos más palabras…Sólo reclámame como tuya igual que yo a ti como mío.
Durante un breve segundo, como un rayo iluminando la oscuridad de una fría noche sin estrellas, pensé en mi Ama y en qué pensaría de eso…Lo cierto es que me dije que era algo que no podía ocultar a Sabrina…Pero ese tampoco era el momento. Cuando nuestros labios volvieron a unirse olvidé a mi Ama, a mi madre y para mí el mundo se redujo a aquella cama.
Estuvimos un largo rato, aunque para ninguno de los dos parecían avanzar las aguas del reloj, recorriendo y acariciando nuestros cuerpos. No me cansaba del roce de su sedosa piel y disfrutaba sobremanera de aquella sensación…No habría sabido describirla…El estar con ella, sencillamente abrazados y recorriendo nuestros cuerpos, unidos en un profundo beso como si quisiéramos ser uno sólo…No era como las experiencias morbosas que ya había conocido en una cama a lo largo de los últimos días, no hacíamos nada especialmente erótico…Pero a pesar de ello era lo mejor que había sentido estando con una mujer.
Finalmente ella me reivindicó totalmente. Sus manos sujetaron con firmeza mis antebrazos y sentí como tiraron con fuerza hacia sí…Yo me dejé y al poco me encontré sobre ella, que, boca arriba en la cama, me indicaba perfectamente con su mirada cual era su deseo…Y desde luego yo sentía a mi amigo en disposición de atenderla.
Antes de todo terminé de acomodarme…Sentí sus piernas abriéndose para mí, para recibirme en su interior y noté su mano sumergirse entre nuestros cuerpos y tras deslizarse bajo mi vientre sujetar y acariciar suavemente mi miembro, conduciéndolo hasta su carnosa entradita. Su otra mano buscó mi nuca y, mientras jugueteaba con mi cabello, también me guió de nuevo hacia su boca y nuestras lenguas se volvieron a encontrar en los preámbulos de la consumación.
-Te estoy esperando, mi vida-me dijo finalmente, haciendo temblar mi corazón con sus palabras.
-Voy, mi cielo-dije terminado de posicionarme…Sentía su cuerpo bajo el mío y podía rozar su suave puerta con la cima de mi amigo. Nuestros rostros estaban a poca distancia per reprimí el deseo de volver a por su boquita…Quería ver sus ojos cuando entrara…E intuía que ella quería ver los míos. Finalmente, con ayuda de su mano derecha, mi pollita se posó en su rajita…No era la primera que iba a penetrarla…Pero sentía algo especial en aquella ocasión…Algo mágico. Y ella terminó de conjurar aquel encanto con unas palabras que me sorprendieron:
-Te quiero.
Sentí mi pecho ardiendo…Algo en mí me decía que era pronto para tales palabras, pero no tenía tiempo de escuchar a mi fría parte racional. En cualquier caso, no le respondí con palabras sino que, lenta, muy lentamente, fui introduciéndome en ella…Su coñito se fue abriendo fácilmente para mí como una fortaleza ante su conquistador y sentí como su vagina se expandía adaptándose a mi torre de asedio…Sus ojos permanecieron fijos en mí mientras fui penetrándola, pero su boca se abrió en un amago de gemido que no se llegó a escuchar…Se acogedora caverna estaba caliente y húmeda y pronto me hube metido por completo en ella…Me deleitaba pensando que al abrirse para mí se había entregado…Y que entrando en ella, yo también lo había hecho…
Estuvimos unos segundos totalmente quietos. Sólo se podía oír, en el profundo silencio de la habitación, el sonido de nuestras respiraciones. Su pecho se alzaba pausadamente y en su sereno rostro reinaba una tranquilidad que en ese momento me resultaba excitante. Podía percibir el calor que se acumulaba entre nuestros cuerpos mientras sentía como su interior me rodeaba en una especie de genital abrazo. ¡Oh! Yo no me movía, gozando de un delicioso placer que me envolvía y ella también daba muestras de disfrutar de la situación. Era como si estar con el otro nos bastará para sentir una satisfactoria y gozosa plenitud, unidos, entremezclados, casi convertidos en uno a través del caluroso enlace del sexo.
Me incliné para besarla y, mientras lamía suavemente sus labios, comencé a moverme. Ella me rodeó con sus piernas y las note cruzarse por encima de mí, como temerosas de que me saliera del todo…Pero no era esa mi intención. Lo hacía despacio, disfrutando cada centímetro de su interior que acariciaba mi miembro al salir y al retornar a lo que ya pensé que casi podía considerar su “hogar”. Ella me acariciaba los brazos mientras su mirada parecía animarme, pidiéndome más…
La habitación comenzó a caldearse cuando ella empezó suavemente a gemir. Sus murmullos de placer me llenaban los oídos y me llegaban como una dulce música. Cerró los ojos y su cabeza cayó hacia atrás, mostrándome un cuello que no dudé en recorrer con mis besos. Pero sus manos me condujeron más abajo y me cobijé entre sus pechos, que lamí al compás de la penetración. Estuvimos un largo rato gozando de ese suave ritmo.
Casi me parecía escuchar el morboso sonido de sus juguitos envolviendo mi duro miembro. Su calentito interior se había mostrado acogedor desde el primer momento y el placer fue aumentando conforme lo recorría una y otra vez. Llevado por el placer que me iba embargando unos pocos jadeos acompañaron a los de ella…
Pero, cuando pensaba seguir así ya hasta el final, ella decidió asumir el mando. Su cabeza se alzó de pronto y nos volvimos a fundir en un profundo beso en que sentí como su lengua parecía querer llegar a mi garganta. Sus manos se aferraron firmes a mis caderas y pronto intuí que quería algo, pero en un primer momento no entendí el qué. Pero al poco noté como parecía balancearse y yo, aunque en principio desconcertado, me deje llevar, desplazándome hacia mi izquierda, quedando de lado frente a ella y sin sacarla en ningún momento. Ella completó aquel movimiento impulsando otro giro que concluyó con ella encima de mí.
Desde arriba me sonrió, pícara y, apoyándose en mi pecho con sus dos manos, comenzó suavemente a cabalgarme. Ahora era ella la que controlaba el ritmo, pero continuó con una lenta marcha como la que había usado yo, haciéndonos sentir el más pequeño movimiento…Sentía su cuerpo elevarse y su coñito parecía succionar mi pene, como queriendo aferrarse a él o llevárselo consigo. Y al volver, caía su cuerpo sobre mí y mi polla era engullida por su interior con rapidez.
-¡Oh, Sabrina!-suspiré.
Ella sólo sonrió…Su labio inferior desaparecía bajo el superior y cerraba los ojos, toda su rostro parecía irradiar el placer que la estaba, poco a poco más, haciendo estremecerse…Sentía como su caliente cuerpo se movía sobre mí, lenta pero deseosa, suave pero a su modo, apasionadamente. Al poco, de hecho, no pudo apenas contenerse y sus gemidos de placer volvieron, aún más a llenar la estancia…Y yo también me encontré en dificultades para mantenerme en silencio…El placer me embargaba por completo y veía que pronto podía alcanzar el culmen…Unos calambres repentinos de placer me anunciaron que le quedaba poco.
-Mi vida, Sabrina-pude pronunciar-Pronto acabaré.
-¡Sí!-asintió ella-Yo también… ¡Acabemos a la vez! Sería tan bonito…
Tras mis palabras y su respuesta, de hecho, aceleró y, aunque ella alcanzó el cénit del orgasmo antes que yo, aún estaban sus contracciones en pleno auge cuando me empecé a venir y mi semen salió con fuerza hacia su interior…Esta era una experiencia nueva y mi mente la detectó tan peligrosa como excitante…Mi polla se vació en su coñito, inundándolo con una leche que se unía a sus propios jugos mientras su rostro, y suponía que el mío, estaba marcado por el placer más completo…Y era algo más que lo físico y que el “riesgo”…Como si al haberme hecho terminar en su intimidad hubiera sido el colofón de nuestra mutua entrega.
Seguimos unidos después de nuestro mutuo orgasmo. Ella encima, con una respiración más agitada, tanto como la mía, y cubierta en sudor…Contemple como su piel brillaba bajo las gotas de éste…Su blanca frente sobre sus dulces ojos y sus bellos pechos…Como cuando se la había introducido, no nos cansábamos de esa nueva posición…Lo importante era estar los dos y sentir nuestros cuerpos unidos…Y en aquel mar de jugos en que mi miembro iba quedando más enflaquecido y bañados en sudor como estábamos nos sentíamos mejor que bien.
Y lo cierto es que había sido fantástico. Sin posturas ni complicaciones. Quizá no había sido el polvo más imaginativo o creativo, que podría decir mi madre, pero sin duda era lo mejor que había probado con una mujer en la cama, por tradicional que hubiera sido…Había algo de lo que habían carecido mis otros encuentros. Ella, parece que absorta en los mismos pensamientos y tal vez en una situación similar a la mía, a pesar de que sus experiencias amatorias debían ser sin duda más numerosas, me fue a ilustrar:
-Ha sido maravilloso, Federico-me dijo, sonriendo dulcemente y, finalmente, como rendida de cansancio, acostándose a mi lado, casi sobre mí…Su cabeza reposo en mi pecho y yo acaricie su sedoso cabello…-¿Sabes? He follado con muchos chicos, pero ésta es la primera vez que he hecho el amor.
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Con la puntualidad que se esperaría de un reloj suizo se detuvo durante unos instantes el coche de mi Ama frente a la casa de Sabrina. Yo, menos cansado en los últimos minutos por la fresca brisa que corría por la mañana, que me había despejado cuando salí de la casa, había aprovechado y exprimido hasta el último segundo sin levantarme de la cama de mi novia, donde, aún desnuditos habíamos desayunado antes de compartir una refrescante ducha. Lo cierto es que estaba muy contento y de buen humor y mi Ama no tardó en percibirlo cuando subí al coche y puso rumbo a nuestro edificio.
-Buenos días, mi Ama-le saludé, aunque dado que íbamos en el coche no pude cumplir el protocolo de besarle los píes.
-Hola, esclavito-me respondió-Creo que alguien ha pasado una buena noche.
-Así es, mi Ama-asentí-Y una buena mañana también-le dije.
-¿De verdad? Me alegra oírlo.
-Gracias, mi Ama.
-Tengo curiosidad. Cuéntame qué tal lo has pasado con tu novia.
-Bueno, mi Ama…-empecé, pensando en cómo contárselo, pero desde luego no corrigiendo el que la llamara “mi novia”-La verdad es que cuando llegué me encontré con una sorpresa.
-¿Ah, sí? ¿Qué pasó?
-Que no íbamos a estar solos, como pensaba, sino que estaba su madre, Lucía.
-Oh. La suegra, ¿eh?
-Sí. Yo había esperado un encuentro más íntimo con Sabrina…Aunque la verdad es que la cena fue agradable, y luego estuvimos un buen rato jugando a las cartas.
-Suena bien-asintió mi Ama-Pero supongo que tú querías jugar a otra cosa y que la madre…Sobraba… ¿Verdad?
-Algo así, mi Ama.
-¿Y qué pasó?
-Bueno…Algo que me pareció en un principio sorprendente.
-¿Qué?
-Sabrina, en una ausencia puntual de su madre, puso una peli porno y bueno, casi se arrojó sobre mí-le conté, tal como lo recordaba en ese momento-En el mismo salón.
-¿Y cuando llegó la madre?
-Se unió a nosotros y formamos un trío-le respondí sencillamente, antes de pasar a los detalles más concretos, que escuchó con suma atención.
-Vaya…Menuda noche-afirmó cuando terminé-Con la madre y con la hija, no te quedarías con ganas-rió-Pero sigue, ¿qué ha sido lo de esta mañana?
-Mi Ama, digamos que Sabrina y yo nos despertamos temprano y no quisimos salir pronto de la cama…
-¡Oh! Puedo imaginarlo.
-La verdad, mi Ama, es que ha sido algo diferente de lo que había probado hasta ahora-le comenté, antes de volver a dar detalles.
-Vaya…Ha sido algo realmente bonito, ¿eh?-pareció reflexiva sobre algo-Realmente Susana y Lucía han sabido emparejar a sus hijos. Estarás contento con el celo de tu madre por buscarte pareja.
-La verdad es que sí, mi Ama.
-Bueno-dijo en torno de cerrar la charla, justo en el momento en que las calles empezaban a resultarme conocidas-Ahora, esclavito, te voy a dejar en tu casa y necesitó que te pongas a fondo con la limpieza. Van a venir dos amigas mías muy especiales y quiero que queden impresionadas por tu labor, ¿entendido?
-Sí, mi Ama.
-Te adelanto que es una prueba muy importante a la que te voy a someter hoy.
-Me esforzaré, mi Ama-me limité a decir cuando entendí que no iba a añadir nada más.
-Eso espero. Si la superas mañana será un día decisivo en tu vida. Un día que cambiara cosas en tu forma de vida y en tu casa.
No supe en principio que decir a eso y no me atrevía a imaginar que había querido decir, aunque intuí que no estaba exagerando con sus palabras. Finalmente sólo dije:
-No le decepcionaré, mi Ama.
-Lo sé-asintió ella, sonriendo y, mirando por encima de mi hombro, detuvo el coche-Hemos llegado-miré por la ventanilla y, en efecto, vi el portal de nuestro edificio-Pero antes de bajar-la miré y al notar cómo se inclinaba hacia mí también me acerque a ella-Un beso-eso me sorprendió pero cuando ella me sujetó las mejillas y sentí sus labios sobre los míos me sometí y dejé paso a su lengua, que pronto dominó mi boca, en un húmedo beso francés…Un hilillo de saliva quedó un momento entre nuestras bocas cuando nos separamos, que ella soltó y noté caer sobre mi barbilla, donde lo sorbí mientras ella me miraba con aprobación-Ahora, baja-me ordenó finalmente-Que tienes trabajo pendiente en casa.
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Lo cierto es que había pensado, mientras subía en el ascensor, que no tendría tampoco tanto trabajo. La casa no me parecía que estuviera tan necesitada de limpieza como para que me llevara mucho tiempo. Pero cuando finalmente había llegado y abierto la puerta, me había acabado encontrando con una larga nota de mi Ama pegada en el espejo del baño en que me daba una serie de numerosas tareas que quería que cumpliera y cómo debía hacerlo...Tras tomar pausadamente aire en tres ocasiones me había puesto a ello.
Fue una pesada tarea ya que los requerimientos que mi Ama había fijado con detalle me hicieron trabajar incluso más que en las anteriores ocasiones, como si quisiera probar cuanto era capaz de resistir mandándome cosas cada vez más pesadas y agotadoras. Pero tras más de dos largas horas por fin concluí y la verdad es que me sentí satisfecho, contemplando el resultado y pensando en lo satisfecha que estaría mi Ama cuando contemplase mi labor. Tras terminar, agotado, me había dado una ducha, siguiendo en esto también las indicaciones de mi Ama, y me había preparado la comida.
Estuve pensando en un primer momento en quienes serían las dos amigas de mi Ama y en la razón por la que el “trabajo” del que me había hablado tendría tanta importancia. Pero realmente no me entretuve mucho en ello, ya que pensé que era inútil e improductivo pensar en ello y que seguramente mis especulaciones no se acercaran en nada a la realidad. Finalmente había acabado pensando todo el tiempo en Sabrina, en que estaría haciendo, en cómo estaría…Su madre no se había levantado todavía cuando me había ido,…, ¿qué le diría sobre eso y sobre lo que habíamos hecho esa mañana?
Mi Ama finalmente llegó media hora después de que comiera y recogiera las cosas. Nada más llegar había inspeccionada rápida pero completamente cada una de las habitaciones, comprobando que había cumplido sus órdenes conformé me las había dejado por escrito. Yo esperé de pie, nervioso, mientras ella iba cuarto por cuarto, esperando su dictamen como el acusado la sentencia del tribunal…Al principio me había quedado satisfecho con mi trabajo, pero en ese momento no me sentía tan seguro y temía que ella consideraré nefasto mi trabajo. Pero, finalmente, cuando la vi acercarse sonriente supuse que había recibido el visto bueno.
-Has sabido hacerlo bien, esclavito-sentenció-Lo cierto es que no esperaba unos resultados tan excelentes, has aprendido rápido a limpiar.
-Gracias, mi Ama.
-Lo cual te es conveniente. A partir de hoy serás el encargado de las tareas del hogar en tu casa y no quiero encontrarme un día en que hayas desatendido estas obligaciones, ¿entendido?
-Sí, mi Ama.
-Eso incluye, por supuesto, prepararle el desayuno, la comida y la cena a tu madre. Ella es la señora de esta casa y tú le debes sumisión.
-Sí, mi Ama-asentí, recordándome lo que me estaba diciendo a lo que me había dicho Sabrina aquella misma mañana.
-Pero ya hablaremos mañana de esa importante lección que te falta. Ahora, dentro de poco, llegaran mis amigas y debes mostrarte servicial y educado para con ellas. Nos prepararas un té y estarás a nuestra disposición por si queremos algo. Cumplirás al punto y siempre con una sonrisa y un “Sí, Señora”. ¿Ha quedado claro?
-Sí, mi Ama.
-Bien. No olvides lo que te dije esta mañana al respecto-el sonido de alguien llamando a la puerta la interrumpió-Vaya. Han venido pronto. Ve a abrir la puerta.
-Sí, mi Ama-asentí, obedeciendo, mientras ella se dirigía a sentarse en el salón.
A pesar de mi rapidez aún llamaron otra vez antes de que alcanzara la puerta. Cuando abrí me encontré con dos mujeres en la puerta, las dos amigas e invitadas de mi Ama. A una ya la conocía y no necesitaba ninguna presentación: se trataba de Rocío, quien días antes me había dado una clase sobre como limpiar y que era ante mis ojos una atractiva y sensual madura, aunque no respondiera a los cánones de belleza. En esta ocasión, sin embargo, le acompañaba una jovencita. Ésta era una veinteañera, quizá tuviera un o dos años menos que yo, que ciertamente parecía una modelo…De arriba abajo su cabeza estaba coronada con una cabellera caoba que le caía hasta casi por la cintura, un bello rostro de verdes ojos, con una respingona y juguetona nariz y dos sensuales labios…Una piel de suaves tonos canela…Llevaba un ligero top y unos descuidados vaqueros que, con su sensual postura, le hacían parecer estar en una pasarela…Aunque no era mi “tipo” de belleza no podía negar que era como una diosa del Caribe. En cualquier caso no me detuve más que unos vistazos en contemplarla y, recordando mis obligaciones, les di paso de la forma más educada que pude:
-Señoras, por favor-hice una ligera reverencia-Mi Ama les espera.
-Muy bien-se limitó a comentar Rocío, entrando, seguida de la jovencita, tras la cual cerré la puerta y las seguí-Buenas tardes, Claudia-saludó a mi Ama, que se levantó para acercarse a ella, tras lo que se unieron en un abrazo que me hizo recordar la “cariñosa” actitud en que las había visto a las dos antes de irme de casa de mi Ama aquel día-Te veo bien.
-No tanto como tú-le halagó mi Ama, observándola-Rocío. ¿Qué tal te van las cosas?
-Como siempre-le hizo un gesto a su joven acompañante-Aquí está mi joven sobrina, de la que te he hablado. Se llama Patricia.
-Buenas, Patricia-le saludó mi Ama.
-Encantada de conocerte, Claudia-respondió aquella, con un tono suave pero firme. Desde luego no estaba nada intimidada, como yo lo habría estado en su situación.
-Sentémonos-les sugirió mi Ama-Mi esclavo, Federico, estaba a punto de ir a hacer té para nosotras.
-Excelente-asintió Rocío-Lo quiero con leche y tres de azúcar.
-Yo preferiría una taza de café-comentó Patricia.
-Ya has oído-me dijo mi Ama-Prepara dos tés y un café.
-Sí, mi Ama-asentí, marchando a la cocina. Temí perderme lo que dijeran pues lo cierto es que tenía curiosidad, además de que presentía que tendría que hacer para sus invitadas algo más que servirles de camarero, pero sus voces me siguieron llegando a la cocina mientras me encargaba de sus pedidos.
-Parece un buen esclavito-oí a Rocío hablando con mi Ama-Un nuevo éxito para ti, Claudia, amiga mía.
-Todavía no he terminado mi tarea…Aún queda el último paso-le respondía aquélla-Es posible que mañana le dé la última y gran clase.
-¿Cuál es ese paso?-escuché que preguntaba Patricia y entonces no pude evitar detenerme un momento en mis quehaceres, queriendo que ningún ruido me impidiese oír la respuesta.
-No es algo que nos incumba-intervino, sin embargo, Rocío, y yo volví a mis cosas, queriendo terminar cuanto antes-Tú y yo tenemos métodos y fines distintos de Claudia, ya te lo he dicho.
-¿De forma que le has dado un par de consejos a tu sobrina?-le preguntó Claudia-Es algo que no me esperaba de ti, Rocío…Eres buena educando esclavitas, pero… ¿A una futura Ama? Realmente me has sorprendido.
-Mi querida Patricia…-empezó Rocío, deteniéndose, como buscando las palabras más apropiadas-Digamos que desde que se vino a vivir aquí conmigo he visto que tenía un interesante potencial y tras enseñarle mi casa y conocer a mi corte…Bueno, ella misma ha querido algún día seguir mis pasos. Es algo halagador y no me he podido resistir. Ella ha debido heredar de mí mis actitudes, que no de la humilde mojigata de mi hermana. Tiene en su sangre el dominar a hombres y mujeres…Yo sólo le he moldeado un poco.
-¿Así que quieres ser un Ama dominante?-le preguntó mi Ama, suponía claramente que a la joven.
-Voy a serlo, Claudia-respondió ella, con un tono de clara seguridad en su voz-Hace poco que he empezado a ir a la universidad y ya he visto a mi potencial primera esclavita.
-¿Esclavita?-repitió mi Ama justo en el momento en que, finalmente y cargado con una bandeja, había vuelto al salón y me disponía a servir, empezando por tender su taza de té a mi Ama:-Dime, ¿te has fijado en una compañera o es que tú también quieres, como diría tu tía, cultivar la feminidad de los hombres?
-Lo segundo, Claudia-le respondió ella mientras yo le tendía su té a Rocío, que lo cogió mientras me regalaba una sonrisa-Así su sumisión es mucho más completa y-se interrumpió mientras le tendía su café, examinándome un momento mientras cogía la taza-Y es mucho más morboso cuando les forjas una nueva personalidad.
-Sí, puede ser cierto-asintió mi Ama, tomando un sorbo de su taza. Yo, no teniendo más órdenes, me quedé de pie, junto a ellas, en una posición que me parecía formal y adecuada, en espera de que me encargaran algo más-Y veo que tu Ama te ha convencido plenamente, por lo que no voy a intentar decir nada en contra. Esto es cosa de gustos, cada una de nosotras tiene sus preferencias.
-Sí, eso es cierto-le dio la razón Rocío-Aquí yo tengo mis gustos y tú los tuyos, y Patricia también pronto tendrá los suyos, cuando vaya cogiendo práctica y desarrollé sus propios métodos.
-Me gustan los tuyos, tía-le dijo ella.
-Es porque todavía son lo único que conoces-le replicó ésta-Y a través de lo que te he contado. Cuando estés tanteando a tus propias esclavitas y tengas que dirigirlas con mano, a veces dulce, a veces dura, al redil, desarrollarás tu propio estilo y lo considerarás mejor que el mío. Ya lo verás. Así será-dio finalmente un largo sorbo a su taza, que quedó medio vacía-¡Um! Un té delicioso.
-Y dime, tengo curiosidad-se inclinó mi Ama hacia Patricia-Aunque no tengas todavía tus propias esclavitas, supongo que habrás practicado con las sumisas doncellas de tu tía, ¿verdad?
-Puede…-se limitó a responder ella, con un tono que indicaba que estaba dispuesta a hablar y que llamaba a la morbosa curiosidad. Entonces se terminó de tomar su café y yo, servicial, fui a recoger la vacía taza, que deje en la bandeja-Que sí-concluyó al ver que nadie más había dicho nada.
-Mi sobrina sabe manejarse-le dijo Rocío a mi Ama-Su única carencia es la falta de experiencia, pero sé que pronto desaparecerá.
-Te lo puedo asegurar, tía-dijo aquella.
-No te faltara porque a tu tía le falten siervas, ¿eh?-comentó mi Ama, antes de terminarse el té, ante lo cual recogí igualmente su taza, como la de Rocío cuando terminó antes de contestarle.
-Me refiero a una experiencia que sólo podrá obtener cuando tenga sus propias esclavitas. No es lo mismo someter a una esclava a la que tú has atraído, has ido seduciendo, transformando y ver como se somete gustosa e incluso satisfecha a tus deseos, que gozar de la sumisión de la sierva de otra. Puede que a ti la diferencia no te parezca mucha, dado tu negocio, pero lo es.
Cuando terminó de hablar yo, como indiferente a su conversación aunque estaba muy atento, marché a la cocina para fregar las tazas que había retirado, una vez que todas se habían tomado sus respectivas bebidas. La verdad es que todo estaba resultado más fácil de lo que suponía…Más allá de lo curioso de la conversación no parecía que fuera a pasar nada y no entendía el grado de “gran prueba” que antes mi Ama le había dado a aquel trabajo. Pero, como si mi Ama pudiera leerme la mente, cuando volví iba a descubrir mi verdadera función.
-Mira, Patricia-le dijo Claudia cuando regresé, llamándome a su lado con un gesto de la mano-Este es un buen ejemplar de esclavo.
Yo, con las tres observándome detenidamente como si fuera un perro en un concurso, me sentí un poco incómodo de repente, pero no tenía nada que hacer.
-Quizá para tu primera búsqueda podrías buscar algo como esto…-se levantó y, poniendo las manos en mi cintura, me hizo girar dando una vuelta completa, como exponiéndome en un mostrador-Un chico que no sea de los más atractivos, sino normalito-no sabía cómo debía tomarme eso-Y que sea tímido…Eso te facilitará la tarea. Será más fácil ponerlo a tus pies y entrar en su mente si no tiene mucha vida social. Con un pequeño sedal le pescarás y estará dispuesto a ponerse a tus pies para cualquier cosa que le ordenes. Y, aunque no sea el más dotado de la clase-la mano de mi Ama se posó en mi entrepierna, rodeando visiblemente mi miembro, que se endureció ligeramente a pesar de mis nervios-Lo importante no es el tamaño, y menos para tus intereses, sino que le enseñes a contentarte.
-Escucha atentamente a Claudia-le dijo Rocío a su sobrina-Y recuerda lo que te ha dicho, que es muy certero.
-Hay muchos chicos tímidos-siguió diciendo mi Ama, sin apartar su mano de mi miembro, que al poco estaba erecto entre sus dedos, que lo rodeaban por encima de la tela-Que, deseosos de poder conocer la intimidad con una chica, se someterían a cualquier cosa por ello…También hay muchas putitas escondidas, una en cada tío si se lo preguntases a Rocío…Y la verdad es que si tienes maneras, con tu atractivo físico, podrías poner a muchos a tus pies.
-Algo así es lo que estaba pensando-asintió Patricia, pensativa, mientras se levantaba y acercaba a donde estábamos…-Espero tener esclavitas tan diligentes en lo que se les manda y en atenderme como éste que tienes aquí.
-¿Te gusta, eh?-le preguntó mi Ama, apartando un poco la mano para que pudieran percibir mi erección-Seguro que podrás tenerlos. No requieren realmente mucho esfuerzo…Si conoces la jardinería ellos mismos hacen casi todo el trabajo, como las plantas que sólo con ver el sol crecen solas y te dan su fruto con poco esfuerzo.
-Dime, esclavito-Patricia se dirigió a mí, acercándose tanto que su aliento rozaba mis labios-¿Te gusta ser el sumiso siervo de Claudia?
-Sí, Señora-respondí al instante, con voz suave, baja.
-¿Disfrutas estando a su completa disposición y servicio-sus ojos verdes se clavaron en los míos mientras su mano se posó sobre mi entrepierna y sus dedos cogieron con firmeza mi verga-y gozas con la mera idea de cumplir con sus caprichos?
-Sí, Señora-repetí.
Entonces noté las manos de mi Ama en torno a mi pantalón, cuya goma estiró hacia delante, así como mi calzoncillo. Patricia, sin dudarlo, aceptó esa invitación e introdujo su mano en el interior…Sus dedos, ahora directamente, agarrón mi verga, ya completamente dura, y la masajearon suavemente…La vi sonreír y me pregunté cuales serían exactamente los planes que para mí tenían m i Ama y sus dos colegas.
Rocío se levantó en ese momento y se acercó, dando un rodeo, a mi Ama por mi espalda. Su sobrina aún me acariciaba suavemente mi miembro cuando, habiendo llegado al lado de mi Ama, ambas se acercaron y, como la última vez que les vi en la anterior ocasión, se unieron ambas en un beso. Girando la cabeza pude ver como sacaban sus lenguas e iniciaban un particular combate en que parecían querer relamer los labios de la otra pero ninguna quería dejárselo hacer sumisamente…
Y mientras mi Ama y Rocío jugueteaban así, yo tuve que estar pendiente de otra cosa. Tras colocarse a mi espalda, cada una hacia un lado, ambas habían puesto sus manos en mis hombros y presionaban para hacerme agacharme, de forma que terminé arrodillándome ante Patricia…Vi como los ojos de ésta brillaban como esmeraldas y como sonreía, picara, al verme agachar ante ella.
Patricia, una vez que estuve de rodillas ante ella no tardó en demostrar lo que quería. Sus manos fueron directas a su cinturón, que desabrocharon, para a continuación sacárselo con una mano mientras con la otra se desabrochaba los tejanos…Al poco se los estaba bajando, dejándome visibles y casi frente a mi cara sus blanquitas braguitas. Yo esperaba que las bajase, pero descubrí que ella quería empezar ya cuando noté una de sus manos sujetar mi cabeza desde arriba y acercarla a su entrepierna.
-Besa, esclavo-me ordenó. Su voz era dulce y no la había elevado, pero sonó con mucha firmeza. Desde luego no pensé más que en obedecerla.
Posé mis labios en la suave y blanca tela y, a través de la misma, sentí la humedad y el perfume de su rajita, que casi podía percibirse a través de la fina prenda. Eso hubiera bastado para terminar de ponerme firme si para ese momento no lo hubiera estado ya.
Cumpliendo sus órdenes, comencé besando la tela de sus braguitas, notando como cedía bajo la presión de mis labios y como se perfilaban las formas de su intimidad…Su colina de Afrodita y sus carnosos labios…Sus dedos en mi cabeza presionaron más, casi como una garra, pero sin buscar apartarme, por lo que deduje que era una señal de que le gustaba como lo estaba haciendo.
Finalmente su mano derecha bajó hasta su cintura para concedernos lo que suponía que a esas alturas deseábamos los dos…Con mi ayuda se fue deslizándose sus braguitas, que yo llevé, ansioso ya, con sus pantalones hasta los tobillos. Así por fin quedó ante mis ojos su conejito, totalmente expuesto ante mi boquita, que no tardó en ir a por él.
Cuando pasó por primera vez mi lengua, recorriendo su rajita, cruzando entre sus carnosos labios, noté claramente sus primeros juguitos, que ya tenían completamente bañada su intimidad, arrancándole un pequeño gemido de placer. Su sabor me recordaba ligeramente al de Sabrina y supuse que era por la afinidad de las edades de ambas.
Empecé a recorrer su surco, regándolo bien con mi saliva, aunque no era necesario dados lo mojada que estaba. Su clítoris estaba hinchadito y lo note durito cuando lo rodeé con mis labios y comencé a succionarlo…Sus muslos temblaron ligeramente un momento cuando tiré de él, sujetándolo suavemente entre mis dientes, como si quisiera comérmelo de verdad. Pero al poco volví a centrar mi boca en sus labios, usando como ayuda la mano izquierda para ayudarme, abriendo su carnosa puerta para poder relamer todo lo hacia dentro que pudiera de su coñito…Mis dedos abrían sus labios y pude introducir mi lengua entre sus estrechos pliegues… ¡Um!
Mi otra mano, mientras tanto, dedicó su atención a su colina de Afrodita, que rozó y con la que jugó como si fuera el sintonizador de una radia y estuviera cambiando de canal. A estas alturas me llegaba pequeños gemidos de placer…Como si intentará controlarse y no pudiera evitarlo…Supuse que no le habían hecho buenas pasadas por su almejita y me sentí un poco orgulloso de que no pudiera lograr reprimir el placer que le estaba embargando con mi comida de coño.
De hecho, el placer que experimentaba llegó a tal que al poco sus jadeos, ya totalmente claros, y el temblor renovado de sus muslos, me evidenciaron que estaba al borde del orgasmo. En ese momento y, pensando en que serviría para rematar su placer, introduje a la vez y sin demasiada espera tres dedos en su rajita, que estaba lo bastante lubricada como para prácticamente no oponer resistencia. Los hundí los tres hasta los nudillos en pocos segundos mientras mis dientes volvían a rozar suavemente su monte de Venus y, al poco y tal y como esperaba, no pudo aguantar y, con unos fuertes gemidos, llegó al orgasmo, acabando y duchando mi rostro con sus jugos…
-¿Qué?-escuché a mi espalda y desde arriba la voz de mi Ama-¿Has disfrutado de la habilidad de mi esclavito?
-Ha sido fantástico-admitió ella, con un toque de impresión en su voz que realmente me hizo sentirme íntimamente orgulloso.
Entonces noté como unas firmes manos me agarraban de improviso por los hombros y me elevaban. Al girarme ligeramente, ya de pie, vi que era Rocío, y pude sentir, apretado contra mi culito, como llevaba un firme y duro consolador con un cinturón…Y sólo ese consolador y el cinturón, estando desnuda por lo demás. Como mi Ama, que cruzó delante de mí para abrazar a Patricia, llevando otro consolador igual que el de Rocío…No necesité más para adivinar qué era lo siguiente.
Ambas nos condujeron entonces, casi como marionetas, al dormitorio de mi madre y nos hicieron quedar de rodillas, ella a mi izquierda, sobre la cama, posicionándose ambas en posición para penetrarnos. A mi lado mi Ama no espero mucho y al poco me fije en cómo le introducía totalmente su larga verga a Patricia por su coñito…Claro que ella estaba lubricada de antemano.
Rocío, sin embargo, aunque temía que fuera brusca y decidiese no quedarse atrás, empezó suavemente, tras bajarme la ropa hasta las rodillas, con sus dedos, abriéndome mi culito…Sentí como progresivamente me introducía uno, dos, tres y hasta cuatro…Hasta que finalmente decidió que ya era bastante y se colocó en posición…Tomé aire, aunque lo cierto es que en ese momento estaba ya totalmente caliente y deseoso de sentir como me sodomizaba…Incluso la misma idea, la misma palabra: sodomizar, me hacía sentirla dura…Además, me parecía morboso la jerarquía que estaba viendo, al contemplar a mi lado a una futura “Ama”, que suponía sometería a otros jóvenes como hacían Rocío y mi Ama, siendo cogida con fuerza por mi dueña…Había cogido ya gran velocidad y Patricia gemía como una auténtica putita mientras sus pechos, bajo su top, se balanceaban con una lujuriosa danza…Y pude sentir, al poco, con su grito, como mi Ama había salido de su coñito y había entrado directa en su culito.
Pero tampoco me fijaba mucho en mi compañera, pues Rocío al poco me hizo estremecerme cuando la gran punta de su consolador empezó a empujar en mi entradita. Apreté los dientes para resistir pero me costó no dar un pequeño grito de dolor cuando noté como, con fuerza, como una espada ardiente recién salida de la fragua me entró aquel gran taladro, devastador, sin detenerse ni aminorar en un gran empujón y al poco como se hacía notar en lo más profundo de mis entrañas al tiempo que sus falsos testículos golpeando mis nalgas.
¡Oh! Sentí mi propia polla palpitar al sentir como, sin miramientos, Rocío me la había clavado de golpe y sin espera, había comenzado en breve a cogerme con fuerza. Sentí como el placer empezaba a cohabitar con el dolor en aquellas duras embestidas y poco después mis jadeos corearon en la habitación junto a los más agudos gemidos de Patricia…La cama había empezado ya a temblar, golpeando la pared al compás del ritmo de nuestras dos poseedoras, que parecían haberse coordinado para follarnos al mismo tiempo.
-Hay que ver como gozan estos dos-oí a Rocío-La putita de mi sobrina y tu esclavito…Él gime como una auténtica zorrita.
-Y su sobrinita-comentó a su vez mi Ama-Veo que también sabe ser sumisa cuando le toca…Conoces ese placer es el verdadero comienzo para poder hacérselo sentir a otros, ¿no?
No pude escuchar que más se decían, sino que me limité a gozar de las cada vez más rápidas embestidas de Rocío, más duras y brutales para mi culito de lo que habían sido las de mi Ama, que ahora me parecía maternal en comparación….Estaba convencido de que apenas me tocase, me correría, y sentía mi polla, en efecto, no lejos de querer estallar aún sin haberme masturbado…Pero Patricia, pese a todo y a su anterior orgasmo, me ganó en aquella especie de carrera y se estremeció nuevamente al haber alcanzando el culmen, quedando rendida, respirando agitada y pesadamente sobre la cama.
Yo pensé que Rocío seguiría hasta hacerme a mí también acabar, pero, cuando mi Ama se retiró de su sobrina, ella también hizo otro tanto, dejando mi culito abandonado. Yo no sabía muy bien qué hacer y me quede ahí mismo, esperando instrucciones, y mi Ama no tardó en dármelas…Poniéndose a mi lado, de pie junto a la cama, colocó su pierna por delante de mí y al poco sentí su entrepierna justo delante de mi cara. No necesitaba más para saber que deseaba…
Me moví ligeramente para poder alcanzarla con facilidad y, como un perrito sumiso, me introduje con la lengua por delante entre sus muslos. Su almejita, que ella se abría con los dedos para darme paso, estaba muy caliente cuando empecé a pasarle la lengua, con su monte de Venus hinchado y excitado.
-Mete la lengua todo lo que puedas-me dijo mi Ama-Que no aguantaré mucho más.
A mí me sorprendió que, apenas habiendo empezado, fuera a hacerla correrse, pero pronto vería que ella no se refería a eso. En cualquier caso no era cosa mía cuestionar sus órdenes y, en efecto, sentí el tacto de sus carnosos pliegues cuando mi lengua pugnó por entrar en su conchita…Sus paredes cedían con dificultad a mi inspección pero apreté todo lo que pude mientras abría la boca todo lo posible, estando mis labios sobre los suyos…Hasta que, en efecto, no aguantó más.
-Hoy, esclavito-me dijo bajando la pierna y quedando nuevamente de pie-Ha llegado el día con el que habrás fantaseado alguna vez antes de aceptar la sumisión-no terminaba lo que quería decir-¿Quieres satisfacer a tu Ama?
-Claro que quiero, mi Ama-fue mi lógica e inmediata respuesta.
Ella se inclinó entonces hacia mí y, acariciándome las mejillas, me volvió a besar como nos habíamos besado en el coche, introduciéndome su lengua y saboreando por mi boca sus propios jugos…Tomando mi saliva como si bebiera agua de una fuente…Al apartarse cerró los ojos, como queriendo concentrarse en saborear lo que se había llevado…
Ando entonces, rodeando la cama, que me di cuenta de que estaba vacía y de que Rocío y su sobrina se habían ido a otra habitación… ¿Estarían en el sofá del salón, en mi cama? Pero no tenía tiempo para pensar en ellas. Mi Ama se tendió en la cama a mi lado y, como Sabrina por la mañana, me atrajo sobre sí… Y entonces entendí lo que había querido decir, pero a esas alturas nunca hubiera imaginado que me fuera a conceder…
-Dime, esclavito… ¿Anhelas entrar en tu Ama?-me preguntó mientras su mano, entre nuestros cuerpos, agarraba mi miembro…
-Anhelo satisfacer a mi Ama-respondí.
-Entra entonces-fue su tan esperada orden.
Aún dirigida por su mano, mi verga acarició la entrada de su coñito mientras yo me acomodaba sobre ella…La verdad es que no terminaba de creerlo…Iba a penetrar, a cogerme a mi Ama…Me sentía un poco raro por ello pero al tiempo hacía que tuviera la polla dura como una roca…Sentí como se endurecía en los dedos de mi dueña mientras ésta me miraba, calmada, esperando que entrase en su interior…
Finalmente me atreví y sentí como mi mástil entraba en su estrecha rajita, que a poco a poco fue cediendo, muy lentamente, a mi entrada. Mi Ama se relamió los labios al sentirme dentro de sí y, llevando sus manos a mis nalgas, me impulsó hacia dentro… ¡Oh! Sentí su calentita almejita cerrarse sobre mi polla, como una boca que se hubiera echado sobre ella para devorarla…Su chochito me la apretaba y sentí sus movimientos como si me la estuviera succionando, deseosa de sacar mi leche…
-Así, así, mi esclavito-me susurró mi Ama-Fóllame, fóllame duro-me ordenó-Complace a tu Ama.
-Sí, mi Ama-asentí, más que nunca dispuesto a obedecer.
Una vez que la hube metido por completo en su rajita y que sentí sus carnosos labios acariciar mis testículos, me quedé un momento quiero, gozando de ese momento que sólo un rato antes ni me habría atrevido imaginar pero que ahora era una morbosa realidad. Pero al poco, fui empezando a moverme, primero lentamente, sobre todo al salir, como si una vez que me había atrevido a entrar ya no quisiera abandonarla, para luego volver con una dura embestida…
Mientras iba penetrándola más y más rápidamente mi Ama tendió sus brazos y me abrazó, estrechándome contra su pecho mientras yo seguía follándola… Su coñito se había ido abriendo para mí y ahora entraba y salía con facilidad, lubricada su cañería por sus propios y cada vez más abundantes jugos…
-¡Ah!-gimió-Mi esclavito… ¿Sabes qué?
-¿Qué, mi Ama?
-Me imagino cuántas veces habrá estado en esta posición tu madre…Aquí mismo, siendo follada por sus amantes…
No pude evitar que las escenas de mi madre con Jaime volvieran a mi cabeza…Sus pechos botando contra el cristal mientras aquel se la cogía…Mi Ama volvía de nuevo a introducir en mi mente a mi madre…No me costó imaginarla, en el mismo lugar en que estaba mi Ama, en su misma situación, abriéndose de piernas como ella para que algún…Se la metiese hasta el fondo…En los jadeos de m i Ama casi escuchaba los suyos…
-Tú también te la imaginas, ¿verdad, esclavito?
-Sí, mi Ama.
-¿Y sabes qué más?
-¿Qué, mi Ama?-le pregunté, algo temeroso de escuchar la respuesta.
-Que… ¡Ah!-gimió de placer por una embestida especialmente fuerte…-Que la imagino ante todo contigo…Mírame y ve en mí a tu madre un momento…Con los ojos de la imaginación obsérvala debajo de ti, gimiendo, disfrutando de tu cogida…
El morbo y mi deber para con mi Ama me hicieron hacerlo…Pude ver a mi madre debajo de mí…No me costó imaginarla, con sus ojos mirándome mientras la penetraba…Gemía suavemente y sus pechos botaban como en aquel encuentro, brillantes por el sudor en que estaba bañado su cuerpo…Me llamaban para ser de nuevo su lactante…Y con todo, ella me sonreía, maternal, mientras me acariciaba una mejilla…Como si me protestara suave y amorosamente por todo el tiempo que la había hecho esperar.
Los gemidos cada vez mayores de mi Ama me volvieron repentinamente a la realidad y ella me atrajo hacia su boca para un nuevo beso en que ahora me atreví a explorar su boca con mi lengua mientras ella, como pronto vería, sentía llegar y alcanzaba el canto de cisne de un tremendo orgasmo…Durante un breve pero intenso momento nuestras lenguas jugaron en su boca mientras ella se convulsionaba…Mi polla sintió las contracciones de su coñito y yo mismo sentí mi propio culmen…Pero no pude hacer nada ni por avisarla y, exprimido por el coñito de mi Ama me corrí en su interior…
Ella, al sentir como mi semen inundaba sus entrañas me separó de su boca y se mostró sorprendida durante un breve segundo, pero en seguida se recobró y, con una sonrisa y una mirada llena de lujuria, me mostró que no estaba para nada descontenta…Durante unos segundos más seguí cogiéndola mientras sentía mi pene vaciarse en su agitada conchita, pero poco a poco las cosas se fueron pausando, aquietándose, y al poco sólo estaba sobre mi Ama, quieto, jadeando suavemente y satisfecho de haber alcanzado un placentero y morboso orgasmo en el coñito de mi Ama.
-Mi Ama…-supuse que debía disculparme o algo, aunque técnicamente no era del todo culpa mía, pero ella, con un dedo sobre mis labios, me silenció.
-Lo has hecho muy bien, mi bebito. Estás complaciendo a tu Ama.
-Gracias, mi Ama-le agradecí sus palabras.
-Vaya, vaya-la voz de Rocío, que apareció de pronto en la puerta, llenó la habitación-Veo que tú también has acabado, ¿eh, Claudia? Yo y mi sobrina también estamos satisfechas…-añadió entrando, seguida de Patricia-Creo que ya estamos por irnos.
-Es una lástima cómo pasa el tiempo cuando gozas-dijo mi Ama, levantándose-Pero antes de terminar, quizás queráis la última prenda-añadió, acariciándose la rajita.
-Sí…-asintió Rocío-¿Quieres, Patricia? ¿Tienes ganas?
-Sí, tía-asintió ella.
-Vamos, mi nenito-me dijo mi Ama, poniéndose junto a ellas-Aquí-me señaló un punto en el suelo-De rodillas.
Yo, ignorando para qué quería eso, me limité a obedecer lo más rápidamente que pude. Cuando me coloqué, arrodillado en el suelo y mirando hacia mi Ama, las tres se situaron a mí alrededor, rodeándome. Aún no sabía para qué, pero no tardaría en saberlo.
Apoyándose unas a otras elevaron un poco una de sus piernas, cada una, y quedaron con sus coñitos apuntándome y, a un gesto de mi Ama, de repente brotó el liquido de las tres…Dorada y caliente brotó la orina de sus tres almejitas y sus tres riegos cayeron sobre mi cuerpo, bañándome completamente…Sentí como el líquido caliente caía, impactando como el agua de una ducha, contra mi cara, mi hombro izquierdo y mi espalda, y como caía, fluyendo y cayendo por mi cuerpo… Yo me quedé quieto, disfrutando sumiso de ese inesperado baño. Para cuando acabaron las tres me sentía completamente empapado…Y para acabar Patricia me atrajo hacia su conchita para que lamiera sus últimas gotas…
-Sí que es un buen esclavito-oí comentar a Rocío.
-Sí-asintió Claudia-Lo es.