Ella cambio mi vida [Profesora y alumna] Parte 11

Conociendo Londres.

HOLA A TOD@S!!! LO SIENTO POR LA ESPERA, PERO HE TENIDO EXÁMENES Y ME HA SIDO IMPOSIBLE SACAR UN POCO DE TIEMPO PARA PODER ESCRIBIR. ESPERO QUE OS GUSTE EL CAPITULO E INTENTARE SACAR EL PRÓXIMO LO ANTES POSIBLE. COMENTAR A VER QUE OS PARECE LA HISTORIA Y EL CAMINO QUE VA COGIENDO. MUCHAS GRACIAS A TODOS POR LEERLA Y ESPERO QUE OS GUSTE :)

Mi corazón está latiendo con fuerza. Corro por las anchas calles de Kensington, cierro mis ojos y cojo una profunda y purificante respiración tratando de recuperar lo que me queda de equilibrio.

Ninguna chica me ha afectado, que digo ningún hombre me ha afectado de la manera en que Alicia lo ha hecho y no puedo entender por qué.  ¿Es su aspecto? ¿Su forma de ver la vida? ¿Su riqueza? ¿Su libertad? No entiendo mi reacción irracional. Exhalo un gran suspiro de alivio. ¿Qué, en nombre de los cielos fue todo eso? Apoyada en uno de los pilares de acero del edificio, intento valientemente calmarme y ordenar mis pensamientos. Sacudo mi cabeza. Santa mierda, ¿qué fue eso? Mi corazón se estabiliza a ritmo regular y puedo respirar normalmente de nuevo.

Mientras dejo los límites de las calles atrás, me empiezo a sentir estúpida y avergonzada al reproducir el beso. Un escalofrío involuntario corre por mi columna. Bien, así que es guapa, segura, carismática, a gusto consigo misma…pero por otro lado, es, es mi alumna y eso me aterrorizaba.

Maldita sea! Lo suplicaba, estaba paralizada por una extraña y desconocida necesidad de besarla, completamente cautivada por ella. La adrenalina se disparo a través de mi cuerpo, y la besé. O NO! La bese. Grita mi mente dejándome desamparada. Y en lo único en lo que puede pensar es que volvería hacerlo, volvería hacerlo una y mil veces más, porque me gusto, porque en sus brazos me siento a gusto, porque con su aroma pierdo todos mis sentidos, pierdo la razón. Maldita sea, porque Cupido, porque me has puesto a esa chica en el lugar y momento equivocado. ¿Qué te he hecho yo, eh? Ahhhh…-De repente Isabella empieza a gritar como una loca. –Ahhhh! Venga, tú el de las flechas, dame una señal, ehh listo…tu que todo lo sabes…¿Qué hago? –Decía mirando al cielo y chillando. Me estoy volviendo loca, esa chica me está volviendo loca. Estoy hablando sola, ohh dios, estoy chillando sola…

-Eh, tú, ¿has acabado? –Un tipo está asomado a la terraza de enfrente.

Isabella se oculta de inmediato detrás de unos arbustos.

-Bueno, ¿has acabado o no? Tú, guapita de cara; te estoy viendo, te he pillado! Mira, yo mañana madrugo, así que, si te agobias, ve a chillar a otro sitio…Que el llorar sirve de poco; y el gritar, para quedarte afónica. El reír para arrugarte; y el arrugarte, para nada. El comer para engordar, y el beber para olvidar. Las fotos están para borrarlas, y los recuerdos para hacer daño. Las canciones para cantar, y el cantar para que llueva. La lluvia para encerrarte, y para encerrarte mucha paciencia. La paciencia para el estudio, y el estudio para llegar a lo más alto. ¿Y de allí? a lo más bajo. Jamás y te digo ya, que jamás· tendrás lo que quieres, porque si lo quieres es porque no lo tienes, y si no lo tienes es porque ya lo has tenido. Porque si lo has tenido te importaba y si te importaba lo has perdido. Y que hoy el mundo está loco. Y que el tren del amor pasa muchas veces en la vida, y si no lo coges no sabrás si es la correcta, arriesgate, si ganas serás feliz y si pierdes serás más sabio.

El tipo vuelve a meterse en casa y corre de golpe una gran puerta de vidrio después bajas las persianas. De nuevo el silencio. Isabella sale corriendo del arbusto y cruza la calle para entrar en casa.

En casa de Alicia la fiesta enloquece. Dentro la música es ensordecedora. Luces blancas, rojas, violetas, azules, rosas. Unas bailarinas bailan sobre una barra americana, completamente desnudas. Un culturista encadenado con un capuchón en la cabeza, cubierto sólo con un tanga grecorromano, gruñe y finge que arranca las cadenas de la pared para intentar cogerlas. Las chicas gritan divertidas. En un sofá, relajados, chicos y chicas beben, ríen, se besan parapetados en la penumbra, iluminados a ratos por neones que atraviesan el porche a  ritmo de la música. Camareros con impecables chaqueta blanca pasan con bandejas fluorescentes sirviendo las mejores bebidas. Alicia coge dos al vuelo y se los bebe. Después baila levantando los brazos al cielo. Suena la canción de David Guetta - baby when the light

Alicia: Un momento, un momento, esperad. Y Alicia recorre la pasarela que hay hasta llegar a la piscina como una autentica modelo. Sus amigas silban, se ríen, la aplauden. Se me da bien, ¿eh? – Sonríe Alicia.

Carol: Deberías dedicarte en serio a lo de ser modelo.

Paula: Con esas caderas imposible, no daría la talla. Además pasa el tiempo, una engorda…

Alicia: Eres una envidiosa. Te fastidia que desfile tan bien, ¿o qué?

Paula: Eh, aquí todos somos profesionales! Mira, mírame a mí. –Y Paula se planta en el otro lado apoya la mano en la cadera, dobla un poco la pierna y se detiene, mirando fijamente al frente. Después da media vuelta, se echa la melena hacia atrás con un rápido movimiento de cabeza y regresa.

Alicia: Modelo número 2: Paula Woldarfo. Dickens la supera por goleada recibiendo el primer puesto. ¡Valentino, Armani, Gucci, el desfile ha terminado! ¡Aquí estaré por si me queréis contratar! –Y Alicia hace una reverencia a las demás chicas.

Justin aparece no se sabe ni por donde tirando a las chicas al agua.

Justin: ¡Este lugar es estupendo! Es el infierno sólo para ricos, o sea, que es sólo para nosotros…. ¡Grande! ¡Grande!

Alicia: Chicas…¿Sabéis qué? Necesito amor.

Paula: Necesitas un polvo, querrás decir.

Carol: No seas borde, ha dicho amor. Y yo sé quien se lo puede dar. –Guiñándola un ojo

Alicia: Sí, amor. -`Vuelve a decir Alicia. Y lo siento amor mío pero tú no me lo puedes dar. –Pasando el brazo por el cuello de Carol para hacerla una aguadilla.

Carol: Umm…pues tú te lo pierdes…porque lo nuestro sería pura pasión. –Salpicándola con agua.


Dos rayos de sol atraviesan la habitación. Suben por los bordes de la cama, por el edredón, por su pelo dorado, por sus brazos destapados. Al sentir el cálido toque del nuevo día, Alicia abre los ojos. El despertador todavía no ha sonado. Tira del edredón y se tapa por debajo de la barbilla. Permanece con los ojos todavía entornados, con las manos sobre la tripa, con las piernas estiradas.

Repentinamente suena el despertador. Molesto e insistente, pero hoy más que nunca le parece el sonido más bonito del mundo. Se levanta de un golpe y lo apaga con un solo click. Coge el mando que está en la mesilla y aprieta el botón de PLAY, controla el volumen y lo sube. Alicia empieza a cantar dulcemente. Entra en el baño. Se cruza con su cara en el espejo. Y da un grito en el aire. Mierda. ¿Pero y esta cara de muerta? Abre el grifo de agua fría y se mete en la ducha. Inclina su cabeza hacia atrás dejando que el chorro de agua fría fluya por su cuerpo.

Entra en el vestidor y coge los vaqueros, esos vaqueros que están ahora de moda, descoloridos y con unos cuantos rotos. Pero que a ella le sientan genial marcando su perfecto culo prieto y respingón. Se sienta en el sofá, y se pone los calcetines. Después los cubre con las All Star, altas hasta los tobillos, rosa pálido, del mismo color que su suéter. Se peina tirándose del pelo hacía detrás, llegándole unos cuantos centímetros por debajo del sujetador. Se coloca los dos pendientes de perla, coge su reloj dorado y se lo ajusta a su mano derecha. Añade unas cuantas pulseras. La música a todo volumen. Una línea negra la alarga los ojos y la difumina intentando embellecerlos aún más. Se echa rímel y un poco de colorete en sus mejillas. Los dientes blancos saben a menta. Un delicado brillo cubre sus labios carnosos haciendo que resulten aún más deseables. Coge su bolso y se lo cruza haciendo que se le marquen sus grandes pechos. Sale de la casa dando pequeños saltitos de alegría por las escaleras.

Mientras tanto unos cuantas calles más abajo Isabella espera sentada en las escaleras de entrada de su casa. Mira el reloj por cuarta vez: las 9.10 pm. Solo ha pasado dos minutos desde la última vez que lo miro. ¿Se habrá quedado dormida? Suspira y coge aire, cada segundo que pasa está más nerviosa, más emocionada. Se ríe para sí misma, parece una chiquilla esperando a su amor prohibido. Por otro lado se siente avergonzada, ¿cómo puede estar haciendo esto? Pero aquella maldita frase no la dejo de dar vueltas durante aquella larga noche: el tren del amor pasa muchas veces en la vida, y si no lo coges no sabrás si es la correcta, arriésgate, si ganas serás feliz y si pierdes serás más sabio. Se habría repetido una y mil veces todo lo que se jugaba, pero aún así anoche la besó. Y no podía luchar contra aquello. Por lo tanto allí seguía sentada en el último peldaño de la escalera, con sus mejores vaqueros y el último suéter que se había comprado hace apenas dos días. Estaba guapísima. Un ruido fuerte de motor la saco de sus pensamientos, a lo lejos se veía una moto negra que veloz como un trueno cruza toda la calle hasta detenerse en la acera enfrente de Isabella. El motorista posa el pie en el suelo atrayendo las miradas de todo el vecindario, giro la cabeza mirando directamente a Isabella que se quedo quieta sin decir una palabra, sin hacer ni un solo movimiento. Fue entonces cuando una melena dorada, rubia como el oro cobraba vitalidad al despegarse de ese casco negro. Era ella, subida encima de la MV Agusta negra de su hermano, con esa sonrisa contagiosa llena de vitalidad y con sus enormes ojos azules que hipnotizan tanto a cierta morena. Isabella estaba aluciando, suplicando que si esto era un sueño no la despertaran, quería disfrutar de esa rubia, hacerla el amor mil veces hasta acabar sudorosas y sin aliento, sin habla, sin fuerzas y sin energías. Los hombres miraban atónitos a esa chiquilla, imaginándose dios sabe qué cosa, desnudándola con la mirada, con los ojos llenos de deseo, entonces unos silbidos hicieron despertar a Isabella que dándose cuenta de la situación que estaba provocando cierta rubia se acerco a ella.

Isabella: Menos mal! ¿Cómo que siempre llegas tarde?

Alicia: He llegado a punto, a puntisimo.

Isabella: Pero serás mentirosa, si son casi y 20.

Alicia: ¿Lo ves? Hablas y hablas, pero no puedes vivir sin mí.

Isabella la sonríe. En realidad, estaba preocupada. Sólo faltaría que la hubiera pasado algo.

Isabella: Sí, no lo resisto, es verdad. Por cierto, te has dado cuenta que con el numerito de la moto has montado todo un espectáculo ¿de dónde la has sacado? Mejor dicho ¿A quién se la has robado?

Alicia: Oye, me infravaloras, es mía.

Isabella: Sí, y yo soy Julia Roberts.

Alicia: Depende de la película. Imagino que Pretty Woman.

Isabella: Bahhh

Alicia: Oye, que a mí me encanta Pretty Woman. En el sentido en el que persigue un sueño.

Isabella: ¿Y?

Alicia: Pues que has encontrado tu sueño…

Isabella: ¿Montar en moto?

Alicia: No, yo.

Isabella: Más que un sueño, esto parece una pesadilla. Vamos, di la verdad, ¿a quién se la has cogido?

Alicia: A mi hermano.

Isabella: Eso, así me gusta, por lo menos es más creíble. Anda, ve tú delante, que yo te sigo.

Alicia: Ok. Gracias por darme escolta.

Isabella: Un placer.

Isabella se gira para ir en busca de su coche, pero de improviso Alicia la sujeta del brazo tirándola hacia ella.

Isabella: ¿Todo bien?

Alicia: Sí. Y lo he pensado mejor y creo que no me hace falta escolta. -Alicia saca un casco que tenía guardado en el asiento y se lo pasa a Isabella-.

Isabella: A nooo, no, ni hablar.

Alicia ladea la cabeza un poco y abre los ojos, intentando por todos los medios parecer más mona.

Isabella: Que no, que no. Tema franjado. No piensa cambiar de idea sobre montarme en ese trasto que va a toda velocidad. Ni de locos vamos… ¡Y no hagas eso!

Alicia: Venga, ¿No seas pelma…pero si solo es una moto? Además si cogemos un coche tardaríamos mucho más, en lo que aparcamos y todo…

Isabella: No, no. –Negaba con la cabeza-. Te recuerdo que mi sueño eres tú, no montar en ese trasto. Además desde que te conocí te has salido todas las veces con la tuya…

Alicia: Pues por eso. Para que romper la tradición.

Unos minutos más tarde.

Alicia: Pero si vas a subir con esos morros, ¿Qué sentido tiene entonces que me salga siempre con la mía?

Isabella: En ninguna parte está escrito que además tenga también que sonreír.

Alicia: No, pero sería más agradable.

Isabella esboza una sonrisa forzada.

Isabella: ¿Está bien así?

Alicia: No, así no vale, no es natural. En ese caso me pongo de morros yo también.

Alicia se vuelve hacia el otro lado. Isabella la mira.

Isabella: No me lo puedo creer, parecemos dos niñas.

Alicia se vuelve hacía ella.

Alicia: ¡Lo malo es que tú te crees de verdad que yo soy una niña!

Isabella sonrié.

Isabella: Bueno, haber mujer adulta ¿Vamos a conocer Londres, o seguimos discutiendo como crías?

Alicia: Creo que seguimos discutiendo…últimamente me pone mucho…

Isabella abre los ojos como platos acercándose a Alicia.

Alicia: Vale, vale! De verdad que como te pones.

Alicia se pone el casco e Isabella sonríe.

La moto arranca, veloz, con rabia, dando un salto hacia delante. Isabella, instintivamente abraza a Ali. La moto se ladea, ella la abraza con más fuerza y cierra los ojos. El corazón empieza a latirle enloquecido. Se pregunta si será solo a causa del miedo. Siente el ruido de algunos coches. Nota como el viento la golpea con fuerza, gira la cara y apoya la mejilla sobre su espalda, siempre sin mirar, dejándose mecer por aquellas subidas y bajadas, por aquel ruido potente siempre debajo de ella. Sus manos acaban sin querer bajo el suéter de Alicia. Su cuerpo está caliente a pesar del viento que las golpea con fuerza. Isabella siente como sus dedos se deslizan sobre las caderas hacia delante, abrazándola completamente.

Mientras tanto, Alicia no dejaba de dar vueltas a su cabeza de por dónde empezar con la visita, que raro, ha pensado en todo menos en eso ¿por dónde empieza? Eso era algo en lo que tenía que haber pensado. Aunque claro cuando sales con alguien y organizas la velada, es ahí donde la cagas. ¡Y la cagas a lo grande, eh! No puede ser. Hace falta desenvoltura, improvisación, que pase lo que tenga que pasar. En más de una ocasión había pillado a Isabella susurrando alguna que otra canción de los Beatles como: “Let It Be, Get Back o All You Nedd I Love” Después repentinamente se la ocurre algo. Sonríe, la gusta la idea, entonces decidió cambiar el rumbo y acercarse a Abbey Road y visitar el estudio de los Beatles y el famoso paso de cebra. Luego decidieron entrar a desayunar a aquel agradable y coqueto tugurio el Beatles Coffee Shop, donde sirven una amplia variedad de cafés, tés y sándwich. No es que a Alicia le gustara especialmente la música de los Beatles, pero ella estaba feliz viendo como Isabella bailaba y cantaba todas las canciones con ponían en el local de Lennon, Star, McCartey y Harrison, eso era lo que a ella realmente la importaba. Luego decidió llevarla al 3 de Saville Row para revivir el famoso momento de la azotea donde  tocaron los Beatles. También se acercaron al 7 de la misma calle donde vivió Phileas Fogg el hombre que dio la vuelta al mundo en 80 días. Y de ahí a ver la habitación de Sherlock Homes, luego a Smithfield Market donde ardían las hogueras de las brujas, más tarde a Central Criminal Court donde se celebran los procesos penales más famosos del mundo. Luego decidieron tomarse un respiro y acercándose a Little Venice un pequeño paraíso dentro de Londres, un rincón muy especial que no es frecuente visitar pero que durante un momento da la impresión de encontrarte en Ámsterdam o Venecia. Las chicas paseaban por la orilla de los canales disfrutando de la tranquilidad que dan los jardines, robándose besos, miradas, caricias y fotografiando cada recuerdo en una instantánea. Continuaron subiendo hasta el final de parque Primrose Hill donde pudieron ver todo Londres desde allí arriba.

Y así estuvieron durante toda la mañana de un lado para otro, recorriendo infinidad de lugares misteriosos rodeados de historia. Isabella está tan sumergida en sus pensamientos que no se ha dado cuenta de que la moto se ha detenido; ella sigue con los ojos cerrados apoyada sobre la espalda de Alicia. Agarrándose fuertemente a su cintura.

Alicia: Bueno, yo me quedaría así todo el día, es más, tal vez iría más allá, profundizaría, qué sé yo, probaría otras posiciones.

Isabella abre los ojos y mira a su alrededor asustada, no sabe donde está pero el sitio es sin duda de lo más extravagante. Baja de la moto. Alicia respira profundamente.

Alicia: Menos mal, ¡me estabas machacando!

Isabella: Perdona, ¡tenía miedo! ¡Nunca he ido detrás en una moto! Además tampoco te agarraba tan fuerte.

Alicia: No que va, poco más y se me salen las tripas por la boca.

Isabella: Ohh por favor, si es que eres una exagerada. Bueno, ¿se puede saber dónde estamos?

Alicia: Bienvenida al mercadillo de Camden Town.

Y es que Isabella tenía razón ese mercadillo era sin duda de lo más extravagante, una mezcla de todo tipo de gustos y un teatro de gente y cosas que fotografiar. Cada paso que daba era algo distinto, veías a gente de todo tipo desde señoras de elegancia típicamente inglesa que hacen la compra o se sientan en las cafeterías, hasta punk con crestas de colores. Isabella iba corriendo de un lado para otro, tirando de la mano de Alicia topándose con paradas y tiendecitas de todo tipo y para todos los bolsillos, que si se llenaba el brazo con montón de pulseras cada una diferente, que si se probaban los vestidos más estrafalarios unos llenos de luces que parecía un árbol de navidad, otro todo fluorescente que fijo que se la veía desde el espacio, trajes de sevillanas, algunos vestidos que luce en sus espectáculos lady gaga; allí te podías encontrar desde ropa de jóvenes diseñadores hasta artículos hechos a mano, objetos de culto de infinidad de artistas para todos los fans, discos, muebles del mundo o ropa histórica o extraña. Las chicas se compraron de todo, iban cargaditas de cosas que si una camiseta de los ramones, que si otra con la foto de las 2 que te la hacían al instante…pero había una cosa sin duda alguna que era lo más especial, ambas se compraron un colgante que tenía una pequeña estrella de plata, así a simple vista parecía un colgante normal, pero la chica del establecimiento las informó del poder que tenía este colgante. La chica las dijo que tenía el poder de conceder deseos cada vez que una de las dos se sintiera perdida, solo tenían que hacer dos cosas: la primera era permanecer con él puesto durante todo el día de hoy y luego mañana intercambiárselo entre ambas para que el colgante funcionara ya que tenía que mantener la esencia de la otra y la segunda era cada vez que se pidiera un deseo tenías que agarrarlo con fuerza. A Isabella en un principio le pareció una tontería pero veía a Alicia tan ilusionada como una niña con un juguete nuevo que acepto.

Alicia: ¿En qué piensas?

Isabella: En que tengo hambre…

Alicia: ¡Ven!.-Y la llevo consigo, cogiéndola de la mano.

Isabella: Ali…más despacio…Oye, pero ¿qué pretendes hacer? –Alicia se paró en seco girándose enfrente de Isabella.

Alicia: Pero, ¡no querías comer!

Isabella: Sí, pero no me parece el lugar más adecuado.

Alicia: Madre mía, eres peor que la Juani.

Isabella: ¿Quién es ésa?

Alicia: Mi profesora de Alemán. Me rayas tanto como ella. Dime, ¿Cómo puedes decir que no es el lugar más adecuado si ni siquiera has comido nada de aquí?

Isabella: Sí, bueno, depende de lo que quieras comer, solo veo saladitos, bollería y un montón de chucherías…¿Sabes lo que engorda eso? Claro tú no te tienes que preocupar de la comida, con ese cuerpo, no me extraña…

Alicia: Vale, no eres como la Juani.

Isabella: Ah, eso mismo quería oír.

Alicia: ¡Eres peor!

Isabella: ¿Qué? Oh venga ya, es que contigo no hay manera ehh…

Alicia: Oye…pero no te preocupes…que la Juani, es mucha Juani.

Isabella: Madre mía, pero si es que no hacemos otra cosa que discutir….

Alicia: No has oído eso de que los polos opuestos se atraen, o los que más se pelean se desean….

Isabella: Si, ¿y?

Alicia: Venga, que se entendía perfectamente lo que se quería decir…¿no?

Isabella: Sí…bueno no. Depende de lo que quieras decir, todo es cuestión de matiz… ¿que querías decir?

Alicia: Oh, venga ya. De verdad que no te conozco. Además de insoportable, ahora tengo una novia corta, lo que me faltaba…

Isabella ríe cogiendo a Alicia de la cintura mirándola fijamente a los ojos a escasos centímetros de sus labios.

Isabella: ¿A qué ahora somos novias? …. ¿Y desde cuándo si puede saberse?

Alicia: Tú y yo desde nunca…la única novia que tengo es a esa chica que la doy placer todas las noches…

Isabella: Ahh…claro…ahora entiendo todo…-Atrayéndola hacia ella y plantándola sus labios sobre los suyos y en eso el beso se empieza a volver más adictivo. Pues menos mal que no está aquí para ver esto.

Alicia: No pasa nada, no es celosa…

Isabella: A bueno…entonces puedo hacerlo todas las veces que quiera. –Y volviendo a atraerla hacia ella juntan los labios, pero esta vez el beso es con mucha más pasión, con tanto deseo que sin darse cuenta Isabella ha introducido las manos por debajo del suéter de Alicia. Están tan juntas que Isabella empieza a notar el vibra del móvil de Alicia-. Demonios. ¿Y ahora qué pasa?

Alicia: Nada, mi móvil. –Alicia lo saca del bolsillo de sus téjanos.- Había puesto el vibra.

Isabella: No me digas. Yo pensaba que era una erección. Ya me estabas asustando ehh…

Alicia: ¡Qué mierda! –Mira el número que aparece en la pantalla.

Isabella: O no…¿no me digas que es la que las placer por las noches? A lo mejor sólo quiere saludarme…

Alicia: Lo dudo.

Isabella: Oye quien sabe, a lo mejor me hago hasta amiga suya. Eso sí dila que hoy eres  solo mía ehh….-Alicia se ríe mientras acepta la llamada.

Tía de Alicia: Hola, Ali.

Alicia: ¡Eres tú, tía, qué sorpresa!

Tía de Alicia: ¿Dónde estás?

Alicia: Dando una vuelta por el mercadillo.

Tía de Alicia: ¿Y con quién estás?

Alicia: Sigo con Paula. –Mira a Isabella y se encoge de hombros como diciendo: Qué mierda, me toca seguir mintiendo.

Tía de Alicia: ¿Ali?

Alicia: ¿Qué pasa tía?

Tía de Alicia: Paula acaba de llamar hace un momento. Dice que no la coges el móvil.

Alicia levanta los ojos al cielo. La articulación de sus labios no deja lugar a dudas. Mierda, mierda, mierda. Isabella la mira sin comprender absolutamente nada de lo que está sucediendo. Alicia da unas patadas al suelo.

Alicia: No me he explicado bien, tía. Hasta hace poco he estado con Paula, luego ella no quería venir por aquí y nos hemos despedido.

Tía de Alicia: Imposible. Sí Paula me ha dicho que no ha salido de casa.

Mierda, mierda, mierda. La misma escena de antes con Isabella, que cada vez entiende menos de lo que está pasando.

Alicia: Pero tía, ¿no lo entiendes? La deje en su casa porque no quería venir al mercadillo.

Tía de Alicia: ¿Sí? Y entonces, ¿Cuándo piensas volver?

Alicia: Me he encontrado con un amigo.

Tía de Alicia: ¿Tú novio? Dani!

Alicia: No, tía. Él es ya un ex…Ya te he dicho que lo hemos dejado. Se trata de otro amigo.

Silencio.

Tía de Alicia: ¿Lo conozco?

Alicia: No, no lo conoces.

Tía de Alicia: ¿Y por qué no lo conozco?

Alicia: Y yo qué sé, tía, a lo mejor un día lo conoces, qué sé yo…

Tía de Alicia: Yo lo único que sé es que me estás contando mentiras. ¿No nos habíamos prometido que cuando estuviera a tu cargo nos íbamos a contar todo?

Alicia: Tía.-Alicia baja un poco la voz y se vuelve un poco.- Ahora mismo estoy con él. ¿No podríamos suspender este interrogatorio?

Tía de Alicia: Ok, ¿Cuándo vas a volver?

Alicia: A la noche

Tía de Alicia: ¿A la noche?  A las 10 te quiero en casa, que luego tengo una cena y no dormiré aquí. Y señorita no te vas a librar de contarme quien es ese chico.

Alicia: Ok tía. Luego nos vemos. –Y cuelga-.Jo, cuando quiere mi tía puede ser muy pesada.

Isabella: ¿Peor que la Juani?

Alicia sonríe.

Alicia: No sabría decírtelo.

Ambas chicas se miran y sonríe.

Isabella: Volviendo al tema, ¿en verdad te pondrías de novia con alguien que no conoces?

Alicia: Bueno, no puede ser peor que con alguien que ya conozco.

Isabella: Me parece perfecto. Por cierto, yo no te conozco, si mal no recuerdo lo dijiste antes. Entonces,  ¿adónde vamos a comer?

Alicia: Es una sorpresa.

Isabella: Era lo que esperaba que dijeras. –La sonríe e inclina hacia un lado la cabeza, se suelta el pelo echándoselo hacía la espalda. Y en ese momento entiende que la verdadera sorpresa es ella-.

Y se la lleva consigo, cogiéndola de la mano. Primero un aperitivo en Holder’s, una Guinness para las dos, es una cerveza de barril, servida en pintas. Aquí es algo muy tradicional y hay toda una cultura dedicada a la cerveza. Además con el estómago vació sienta de maravilla. Isabella se ríe y cuanta cosas. Historias del pasado, de sus amigos y de Ricardo, de cómo se conocieron y las discusiones y los celos. Alicia la coje de la mano, saluda a un tipo con pendiente que parece conocerla y después la lleva a la cocina.

Isabella: Oye, pero ¿Qué pretendes hacer aquí?

Alicia: Mira…

Pasan por delante de un grupito de chicos y chicas que las miran más o menos divertidos, avergonzados estos primeros, soñadores estas últimas. Eso es lo que parece leer en sus expresiones. Abre la puerta del fondo y desaparecen. Parece que detrás de la puerta hubiera otro mundo, un alemán, un japonés, un chino, un americano, un español, un inglés, un marroquí….cada uno metido en una caseta de madera con la correspondiente bandera de su país.

Se acercan a la primera caseta y le piden a un tipo francés con un delantal blanco: un queso de cabra fuerte y seco y dos copas de Traminer. Todo esto en Francés, Isabella la mira sorprendida. El tipo asiente y Alicia, en su incertidumbre, espera que lo haya entendido a la perfección.

Isabella: ¿Dónde has leído eso del Traminer y el queso de cabra?

Alicia: De aquí… -Y levanta el dedo índice y señala su corazón.

Isabella: ¿Y se puede saber desde cuando sabes Francés?

Alicia: Viví en Francia durante dos años. Y cuando vine a Londres con 5 años mis padres nos pusieron profesores particulares, no solo de Francés, sino también de Español y Alemán.

Isabella: Madre mía. ¿Alguna sorpresa más?

Alicia: Ahora nos está introduciendo el Chino y el Japonés. –Dice riéndose.

Isabella: Vale, ¿me estas tomando el pelo?

Alicia: Que va, mis padres siempre nos ha querido introducir la lengua y la cultura que hay por el mundo.

El tipo francés deja una tabla de madera sobre la mesita y, voilá, ha acertado: queso de cabra y Traminer frío.

Isabella: Increible.

Y la cosa no acaba ahí, ha traído también miel natural y mermelada…

Alicia: Gracias.

Es fantástico cuando a uno le gusta su trabajo piensa Isabella. Pero no hay nada más bonito que una chica que come con gusto. Como Ali. Sonríe y unta la mermelada sobre el pan aún caliente, recién tostado, perfectamente dorado, no quemado. Pone encima un trozo de queso y da un gran mordisco, decidido pero lento, mientras con la otra mano se protege de la caída libre de migas enloquecidas. Después se toca con la punta de los dedos la palma y, como interpretando un extraño musical, las deja caer en el plato, cerca del pan que ha quedado, mientras con la otra mano coge el Traminer y lo acompaña todo con un pequeño sorbo.

Es perfecta, coño, es perfecta, lo sé. Se repite una y otra vez Isabella. Pequeños cosquilleos…No sabe qué sentido tienen…, pero en realidad…si lo sabe. El Traminer baja de prisa, frio con su regusto. Helado.

Alicia espera que Isabella se acabe el último bocado, deja el dinero sobre la mesa y la rapta.

Alicia: Anda, vamos.

Isabella: Pero ¿adónde? Si esto esta buenísimo. Debo darles la enhorabuena a tus padres, te han enseñado bien.

Alicia: Gracias. Pero aún te queda mucho por probar. Vamos, un sitio por cada especialidad.

Y se marchan de prisa, así, un poco de vino, algunas risas. Entre miradas indiscretas, personas en las otras mesas, cabezas que asoman para mirar, espiar, observar a esas dos desconocidas…Ellas dos, metidos en un día cualquiera, en un lugar cualquiera, en un momento más que cualquiera, pero solamente suyo. Como este comida-tour.

Isabella: Oye, Ali…

Alicia: ¿Si?

Isabella: ¿A cuántas casetas acudiremos?

Alicia: ¿Qué quieres decir?

Isabella: Hemos recorrido ya unas cuantas, y como vamos a comer una cosa en cada sitio, para saber cuántos serán, es que tengo miedo de explotar. ¿Cuántas paradas más?

Alicia: Hasta que no puedas más…

El camarero deja en una pizarra el caviar con blinis y descorcha una botella de vino blanco con facilidad.

Alicia: Espera, brindemos.

Isabella: A ver –sonríe- ¿por qué brindamos?

Alicia: Por lo que tú quieras. Cada una decide y luego brindamos juntas.

Se concentran durante un instante. Isabella la mira a los ojos y después acerca su copa a la suya y la choca.

Alicia: Quizá sea el mismo deseo. Y quizás algún día nos lo contemos…

Isabella: Ya veremos. –Mira a Ali sonriendo.- Ya se verá… -Y se lo bebe de un trago con la certeza de que antes o después su deseo, si se verá.

Isabella mira a su alrededor. Se distrae. Se fija en las demás personas que hay en la caseta, que distintas parecen, quien sabe por qué, pero siempre creemos ser los mejores. Isabella observa a un matrimonio que está enfrente de ella, comen en silencio. Sin dirigirse la palabra. Como si fueran auténticos desconocidos. ¿Qué sentido tiene eso? De vez en cuando, entre bocado y bocado, miran hacia afuera, hacia afuera de su vida, de sus pensamientos. En busca de otra cosa. Aburridos de lo que tienen al lado. De esa misma vida que precisamente ellos han elegido. Miran de reojo a las otras mesas, a las otras personas, y siguen masticando en busca de curiosidad. Gira la cabeza y mira a Ali que sonriente sigue comiendo sin dejar de hablar, madre mía parece un loro, piensa Isabella que se ríe para ella misma. Espero que lo nuestro nunca cambie, que se quede así como ahora, porque así es fantástico.

Y siguen así, comiendo, riendo, contándose hechos insignificantes pero que parecen ser muy importantes. Haces de la vida, de la de una y de la otra, en las cuales no habían participado hasta ahora. Momentos eufóricos y distintos, del pasado, que hoy, bien mirados, no parecen gran cosa. Y así siguió la cosa, compartiendo confidencias y comiendo, como dijo Ali: hasta que no pudieran más. Y una vez montadas en la moto, fueron a recorrer más sitios, a conocer más Londres, un Londres que a Isabella le parecía más maravilloso que nunca.

Unas horas más tarde

Isabella: ¿Cuál es tu sitio favorito? De todos los que me has enseñado, ¿cuál te gusta más? ¿Con cuál te quedarías?

Alicia: ¿Quieres ver mi rincón favorito de todo Londres?

Isabella: Claro

Alicia: Ven…sígueme, está a la vuelta de la esquina.

Agarradas de la mano iban paseando junto al lago Serpentine, ese peculiar lago que cruza del Hyde Park a los Kesington Gardens, allí Alicia giro adentrándose en la oscuridad de la noche únicamente alumbrada por la luz de la luna. Isabella miraba a Alicia aterrorizada, parecía que estaban dentro de una película de terror de esas en las que un hombre te persigue y te encuentras rodeada de árboles y caminos de tierra que parecen no tener salida. Volvió a mirar a Ali, que esta parecía muy segura de saber por dónde iba. Entonces Isabella se tranquilizo. Se pararon enfrente de una estatua de bronce con Peter Pan encaramado a un árbol y rodeado de hadas, ratones y otras criaturas; como si hubiera salido de la nada, un regalo digno de soñadores.

Isabella: Peter Pan…. el niño que no quería crecer.

Alicia: Veo que conoces el cuento.

Isabella: ¿No queréis crecer señorita Dickens?

Alicia: ¿A caso puedo elegir?

Isabella: Podrías volar al país de nunca jamás….solo tienes que girar por la segunda estrella a la derecha y después volando todo recto hasta el amanecer.

Alicia: ¿Vendrías conmigo?

Isabella: Solo si no tuviera que ser Wendy…yo no barro tras los niños perdidos.

Isabella sigue rodeando la estatua, admirando cada detalle de ella.

Isabella: A sí que es esto lo que se esconde detrás de esa faceta de chica dura.

Alicia: Lo confieso: tengo la película, he leído el libro y he visto la obra. Dos veces.

Isabella: Peter Pan, Pretty Woman….me temo que eres una soñadora señorita Dickens. Sin dejar al margen el toque de locura que te caracteriza.

Alicia: Me temo que sí, me he vuelto loca, demente, chiflada, pero te diré un secreto, las mejores personas lo están…

Isabella la miró sin entender muy bien el significado de su última frase.

Alicia: Oh por dios ¿no me digas que no has visto Alicia en el país de las maravillas?

Isabella: Noo...-La miró de nuevo sorprendida-.

Alicia: Pues la tienes que ver. A lo mejor conseguirás un día entender mi locura. –La guiño un ojo e Isabella no pudo evitar sonreír-.

Isabella: Además de loca eres una friki. Eres una caja de sorpresa Alicia Dickens.

Isabella se tumba en el césped junto a Alicia. Disfrutando de ese momento mágico que la vida la ha regalado.

Alicia: Yo vengo aquí a veces, cuando quiero pensar, cuando estoy triste, cuando estoy feliz o simplemente cuando estoy perdida. Sabes una cosa…Eres la primera persona que traigo a esta lugar. Es como mi sitio secreto. Donde vengo a esconderme cuando me quiero alejar del mundo, aquí me desahogo le cuento mis secretos y tengo la impresión de que él me ayuda. Como si me diera polvitos mágicos solo que en vez de para volar son para seguir adelante.

Isabella se acerca a Alicia dándole un tierno beso en los labios.

Isabella: Gracias. Gracias por lo que me has enseñado hoy, por haberme regalado un poco de tu tiempo, por abrirte y dejar que te conozca. Porque aunque a veces tienes un punto de pasota que lo parte te supera lo dulce que puedes ser por momentos.

Alicia sin poder dejar de sonreír miró fijamente a Isabella que seguía tumbada en el césped, se subió encima de ella, entrelazando sus piernas, apretando su cuerpo contra el suyo. Dejándose llevar por el momento se acerco a sus labios que parecían pedir a gritos ser besados y Alicia sin pensárselo dos veces se arrebato de ellos. Isabella sin nombrar ni una sola palabra la dejo actuar, mirándola como la besaba de una manera que nunca antes lo habían hecho. Abandono sus labios para posarlos en su cuello besando cada rincón, lamiendo su oreja dando pequeños mordisquitos que a Isabella parecían volverla loca. Alicia noto como Isabella reaccionaba pasando sus manos sobre sus caderas y siguió subiendo para arriba hasta llegar a su sujetador el cual notaba a través de su suéter rosa. Cogió a Alicia de la cabeza entrelazando sus dedos en cada mechón de su pelo rubio y la beso jugando con sus lenguas. El beso se iba haciendo cada vez más adictivo y sus cuerpos transmitían un calor ardiente. Isabella al ver como Alicia perdía sus fuerzas aprovecho el momento y girándose se colocó encima de ella, notar el cuerpo de Alicia sobre el suyo la enloquecía y no puedo evitar lanzarse de nuevo a besar esa boca que no había podido de dejar de mirar durante todo el día. Mordió su cuello, araño su espalda y miró excitada como los ojos de Alicia la pedían más. Sus cuerpos llegaron a vibrar tanto que hasta pasados unos segundos no se dieron cuenta de que el móvil de Alicia volvía a vibrar de nuevo.

Isabella: Venga ya, ¿es una broma no? –Brr…Brr…- No me lo puedo creer.

Alicia: Uppsss –Alicia aparta un poco a Isabella de encima para sacar el móvil de su bolsillo-. Mi móvil.

Isabella: No me digas. ¡Habías puesto el vibra!

Alicia: ¡Que mierda! –Mira el número que aparece en la pantalla-.

Isabella: O no ¿Es la que te calienta por las noches?

Alicia: No, es mucho peor. –Alicia se ríe mientras acepta la llamada-.

Tía de Alicia: Hola, Ali.

Alicia: ¡Eres tú, tía! ¡Otra vez! ¡Qué sorpresa!

Tía de Alicia: ¿Se puede saber donde estas? ¿No habíamos quedado tú y yo en vernos esta noche?

Alicia coge el brazo de Isabella y mira la hora. Luego levanta los ojos al cielo. La articulación de sus labios no deja lugar a dudas. Mierda, mierda, mierda. Isabella la mira sin poder aguantar la risa.

Alicia: Si, tía. Si no recuerdo mal quedamos antes de las 10.

Tía de Alicia: Recuerdas bien sobrina. ¿Y se puede saber donde estas?

Alicia: Pues dando una vuelta tía. Ahora justo iba para ya. –Alicia la da un codazo a Isabella que no deja de reírse-.

Tía de Alicia: Pues ya puedes correr porque son y 55. ¿Entendido?

Alicia: Entendido tía. Ya voy para ya. –Y cuelga-. Definitivamente es peor que la Juani. –Y vuelve a besar a Isabella con la intención de continuar por donde iban -.

Isabella: Oye, no es por alarmarte ni nada. Me podía pasar así horas, pero siento decirte que tenemos 5 minutos para llegar a tu casa.

Alicia: Entendido. –Y vuelve a besar a Alicia como si el tiempo no existiera-.

Isabella: No…tu estate tranquila. Entiendo que no quieras cansarte. –Isabella se levanta en un segundo y coge a Alicia cargándosela el hombro-.

Alicia: Pero ¿Qué haces? –Se ríe divertida e intenta pegarla, pero lo hace sin maldad-.

Isabella: Yo te llevo…Basta con que lleguemos a tu casa a tiempo.

Alicia: ¡Vamos, déjame en el suelo!

Isabella: No no y no, a tu paso no llegamos nunca. Y te recuerdo que tú tía es mi jefa.

Alicia: Pero, ¿Dónde vas? ¡Que por aquí no es! ¡Que es por allí! –Dice señalando con la mano la otra dirección.- Oye, que ya llegamos suficientemente tarde como que para encima perdernos. –Decía riéndose sin poder parar-. Por cierto, ¿tu mano en mi culo bien no?

Isabella: Oye, que es para que no te caigas. Que con tu peso pluma y con que no paras quieta te me escurres por todos los lados.

Alicia: Sí, sí. Excusas. Que me querías tocar el culo y has visto la oportunidad.

Isabella: Vale, me has pillado.

Alicia: Pues bajame. Porque la que nos va a pillar va a ser mi tía. Ya me la veo, como un soldado esperando en lo alto de las escaleras, allí quieta, furiosa, saliendo humo de sus orejas. Madre mía. La que nos espera es buena.

Isabella: ¿Cómo que la que nos espera? No, no, la que te espera a ti. Yo te espero en la puerta.

Alicia: Ahh no, ¿y me dejas con el marrón?  No, no, ni hablar. Aquí nos lo comemos las dos.

Isabella se frena en seco. Y baja a Alicia de sus hombros.

Alicia: Ahhh….que cara se te ha puesto. Ves, si esto nunca falla. –Alicia se baja el suéter, que le ha dejado al descubierto la barriga-. ¿Qué haces? ¿Estás mirando..? Mi barriguita no es lo más.

Isabella: ¿Quieres decir que hay algo más? –Alicia resopla.- Sí, sí, de acuerdo. He entendido el concepto.