Ella callaba
Cuando abrí la puerta ella ya estaba allí; encadenada al radiador miraba el suelo sin prestarme las mínima atención. Mi cerebro tardó en dar como verdad, la imagen que presentaba la mujer desnuda frente a mí.
Cuando abrí la puerta ella ya estaba allí; encadenada al radiador miraba el suelo sin prestarme las mínima atención. Mi cerebro tardó en dar como verdad, la imagen que presentaba la mujer desnuda atada frente a mí.
Era bella sin ser hermosa, con cuerpo proporcionado y por lo evidente, depilado. Su larga melena negra había sido recogida en una intricada trenza que caía entre sus pechos. Su única vestimenta era un grueso collar de cuero curtido del que pendía la cadena que la retenía.
-¿Estás bien? ¿te han atacado? -titubeé en mi estupor acercándome a ella-. ¿Me oyes?
No hizo signo alguno de sentirse aludida, continuó mirando al mismo punto del suelo. Me arrodillé junto a ella y le toqué el hombro. El ligero contacto pareció electrizar su piel y su rostro se giro hacia el mío. Su mirada limpia no transmitía más que una innegable resignación, abrió su boca y sobre su brillante lengua relució la pequeña llave.
-¿Es la llave de la cadena? -pregunté extrañado-. ¿Por qué no te has liberado entonces?-
Ignoró nuevamente mis palabras, ante mi desespero alargué la mano hasta sentir el tacto de su cálido aliento, la retiré al tocar sus labios; poco a poco gané valor y repetí mi movimiento, esta vez tomé la pequeña llave entre mis dedos, que quedaron húmedos por su saliva.
Me agaché y liberé la cadena intentando sin éxito no tocar su cuerpo desnudo. Cuando tuve la cadena en mi mano se levantó, casi caí al suelo de la impresión, ella quedó así mirándome casi sin pestañear. Logré levantarme y le indiqué la cadena.
-Ya eres libre ¿quieres que llame a la policía? -pregunté-, ¿a tu familia? -ella continuaba allí parada ante mí-. Entra y tómate algo, quizás te ayude -le ofrecí como ultima solución, pues su presencia frente a mi puerta no sería mi mejor publicidad ante el vecindario-
A estas alturas la idea de que sufriera un shock estaba afianzada en mi mente. Me siguió dócil al interior y tras sentarla en el largo tresillo fui corriendo a buscar una fina manta con la que cubrí sus curvas.
-Ahora estarás mejor -le aseguré, aunque no hizo gesto alguno por cubrirse.
Su silencio me desesperaba. Pasé el resto de la tarde intentando convencerla. Al poco tiempo fue evidente que no estaba bajo el efecto de ningún shock; entendía mis palabras perfectamente, sencillamente se negaba a contestarme. Incluso había rechazado mi ayuda cuando intenté quitarle el collar.
Finalmente tomé mis cosas y me marché al trabajo. Cuando regresé confiaba en que se hubiera ido ya, pero seguía allí, en el mismo lugar en que la había dejado.
Le grité, le supliqué, pero seguía ignorando mis palabras. Finalmente, movido por la inconciencia de la desesperación la arrojé sobre el somier y la despojé de la manta. Sentía bajo mis manos la suavidad de su carne y su aroma me golpeó como una bala.
Reaccionó me miró, y en su mirada el deseo y el miedo se entrecruzaban. ¿Quién era esta mujer? me aparté un paso de su cuerpo y me maldije a mí mismo. Pero entonces la expresión de su rostro cambió, se cubrió de decepción y desdén
El sentimiento que me había nublado segundos antes volvió a mí, amplificado por el despreció que en sus ojos comtemplaba, y tomó control de mi ser. La besé, la besé con más ansia que la que jamás había creído capaz en mí, mordí su carne, palpé su alma, llevando mis dedos a su flor, asaltándole inmisericorde.
Ella se dejaba hacer como una enorme muñeca sin alma. Sólo se le escapó un gemido cuando tras tumbarla sobre el somier arrojé los pantalones a un lado y de un solo y lento movimiento embestí sus carnes, mi endurecido mienbro se abrió paso a traves de sus prietos labios, hasta que nuestros vientres fueron uno.
Su práctica falta de respuesta me envaró y la alcé desde la cintura para ver sus ojos claramente mientras mi cinturá con vida propia penetraba su cuerpo.
-¿Es que no soy lo suficiente bueno? ¿Es que quierés mas? -le grité entrecortado mientras la penetraba con furia-. No voy a parar hasta oírte gritar -le anuncié llevando mis dedos a la profundidad de su flor negra, abriendo sus nalgas solo para mí. .
Cuando mis músculos, no acostumbrados a la posición, me exigieron un cambio, la alcé y la deposité contra la pared de espaldas a mí. Mis manos agarraron sus pechos y tomé entre mis dedos las pepitas de sus pezones para retorcerlos al baimben mientras desesperado la penetraba sin compasión por la flor de su baja espalda, flor que se abrio ante la corona de mi pubis y deboró mi mienbro en su interior.
Finalmente, como si fuera el final de una maratón, dondé arrancamos las ultimas energías para atravesar la meta,culminé en un tembloroso orgasmo, las sobrecargadas piernas me fallaron y caí sobre ella rendido, destrozado tanto en el alma como en el cuerpo me sentía incapaz de pensar, de razonar no era nada. Mi rostro quedó entre sus pechos y mi ser volvió a llenarse de su esencia mientras el cansancio tomaba control sobre lo que quedaba mí.
Casi no me sorprendí cuando alzó las manos, tomó la manta y nos cubrió a ambos antes de alzar mi rostro y besarme con una sonrisa.
No recuerdo nada más, aunque haya pasado desde aquel día infinidad de noches tratando de recordar cada detalle, cada caricia, cada aroma de esa noche. Cuando desperté ya se había ido, comprendí con claridad que jamás volvería a verla, habíamos jugado nuestros papeles y la función ya habia el telón
He dejado de preguntarme qué pudo traerla a mi puerta ese día esa hora ¿por qué ella? ¿por qué yo? no hay respuestas en mis recuerdos, sólo su rostro y el aroma de su piel
P.D.¡Comenten que es gratis y a mi me hace mucha ilusión!.