Ella

Pequeña historia lésbica.

¡Ñññññeeeeeeeeeeeeeeeee! El sonido del telefonillo me devolvió a la realidad en un segundo.

– ¿Si?  –

– Soy yo. –

Abrí la puerta y me quedé esperando, escuchando sus pasos.

– Hola. ¿Qué haces? –

– Estudiar un poquillo. –

– ¿Puedo desconcentrarte un poco? – Me preguntó mientras ponía una sonrisa picarona.

– ¿Más? – continúe siguiéndole la broma. – Déjame acabar este tema – continué mientras avanzaba por el pasillo. – ¿Quieres algo? – dije acercándome a la nevera, la abrí – aunque la verdad es que te puedo ofrecer poca cosa… ¿agua del grifo, unas lentejas que me han sobrado…? –

– No te preocupes. – Me dice sonriendo.

Vuelvo a la habitación, me siento de nuevo y retomo mi tarea. Levanto la vista y allí está ella. Apoyada en marco de la puerta, mirándome con una sonrisa.

– Siéntate – dirigiendo mi mirada hacia la cama. – Enseguida acabo. –

Ella avanza lentamente y se coloca justo detrás de mí. Me besa en el cuello lentamente y me rodea con sus brazos.

– Voy a suspender por tu culpa. –

– No entiendo cómo puedes concentrarte con esa música. –

– ¡Pero si es un temazo! Espera… que te pongo algo más tranquilo. – Me levanto de la silla y pongo un disco de Aerosmith . – ¿Esto te gusta más? – le pregunto mientras estoy frente a ella y me acerco para besarla suavemente. Siento sus labios cálidos y húmedos, y el roce de su lengua con la mía. La dirijo hacia la cama. Ella me coloca un mechón de mi pelo detrás de la oreja. La beso echando mi cuerpo sobre el suyo y quedo tumbada sobre ella.

– ¿No tenías que estudiar? –

Le acaricio suavemente un lado de cara con los dedos tapando su boca con mi pulgar mientras termina la frase. Paso mi dedo por sus labios mientras me coloco tumbada a su lado. Me acerco a su boca, pero me quedo a 1 centímetro. Mientras ella espera que la bese, la miro fijamente a los ojos mientras su boca desea a la mía y la mía a la suya. Y después de lo que parece el infinito, la beso. Mis labios sobre los suyos y nuestras lenguas juegan en un baile perverso y delicioso. Noto su brazo rodeándome el cuerpo, con su mano en mi culo por encima del vaquero.

Entonces me centro en su pequeña oreja, chupo cada uno de sus pliegues, aunque no aprieto hago que sienta mis dientes. Noto el calor de su oreja en mis labios. Rozo con mis labios su oreja. La beso en el cuello, deslizo mi lengua por su cuello de arriba abajo. La rozo con mis labios, llego a la clavícula y la muerdo un poco. Ella roza suavemente mi cuerpo con sus dedos haciéndome cosquillas.

Meto mi mano por dentro de su camiseta y acaricio su suave piel. Subo mi mano despacio por su vientre hasta que me encuentro con su sujetador. Ya está desabrochado y me lo tomo como una invitación. Vuelvo a ponerme encima de ella y subo besándola desde su ombligo hasta su pecho, levantándola la camiseta y el sujetador. Ella se desprende de su ropa y sus tetas quedan a mi merced. Chupo uno de sus pezones, y lo rozo con mis labios. En ese momento siento su mano dentro de mi pantalón, me lo desabrocho y lo bajo un poco. Continúo con mi labor mientras ella acaricia mi espalda y mi culo, arqueo un poco mi espalda para que llegue a mi sexo. Por su mirada intuyo que ha pillado la indirecta, y sus juguetones dedos me lo confirman.

Desabrocho su pantalón que deja al descubierto un tanga azul clarito, mis dedos comienzan a jugar con la tira de su ropa interior, rozándola suavemente. Mis labios bajan hasta su ombligo besando, saboreando su piel.

Bajo su ropa interior y coloco mi cabeza entre sus piernas. Con la punta de mi lengua chupo sus ingles. Paso mi lengua lentamente por sus labios y su clítoris, y escucho un suave gemido. Noto el sabor de su excitación en mi boca. Ella enreda sus dedos en mi pelo.

Ella comienza a girar su cuerpo, dejándome sitio en la cama para tumbarme a su lado boca abajo, apoyando la cabeza en su muslo la excitación aumenta por segundos. Mi cuerpo protegido por su carne y por el calor de su sangre. Mi lengua, mis labios no pueden parar de saborearla y su boca no me da tregua. Mi mente se queda en blanco. Nuestras lenguas se mueven eléctricamente, bailando un baile del que desconocen los pasos. Y su sudor es el mío y el mío el suyo. Siento como se estremecen nuestros cuerpos, como si de uno solo se tratara. Y su orgasmo es el mío, y el mío el suyo.

Me despierta el sol del amanecer que entra por la ventana directamente a mi cara. Siento el olor de su cuerpo aún en mi piel. Alargo la mano para acariciar su cálido cuerpo y la frialdad de las sábanas me da una bofetada de realidad.