Ella

Nunca dejes a un amigo al cuidado de tu novia.

Como todas las mañanas de esa semana le esperé en el sitio de siempre para ir a estudiar el último examen de nuestras respectivas carreras que por aquel entonces estudiábamos cada uno. Y como siempre llegó a la hora en punto. Así es que nos fuimos a la biblioteca de su facultad. Nos llevábamos muy bien los dos. Era el mejor amigo de mi novio, que estaba fuera por trabajo en esos días. Quizás fuera eso, que no viera a mi novio desde hacía tiempo, pero el hecho es que mi amigo me estaba atrayendo demasiado. Hasta casi la obsesión, si bien tenía la certeza que no sucedería nada entre los dos, pues él es muy correcto en estas cosas y después de nuestros exámenes ya nos veríamos menos y se me pasaría todo respecto a él. Durante toda esa semana intensa de estudio, en que incluso comíamos en los jardines de la universidad para no perder tiempo, tonteamos pero sin llegar a nada. Lo más seguro es que fuera sin intención alguna por su parte, pero a mi me estaba poniendo loca. Incluso alguna que otra vez me pilló mirándole. Pues bien, con todo esto que nos encontramos con que era ya mediodía. Apenas estudiamos esa mañana, pues ya estábamos bastante cansados de toda la semana. - Oye, y por qué no nos vamos a mi casa esta tarde a estudiar – me encontré de pronto diciéndole –. - Pero están tus padres y hermano. - No, ellos se han ido a la playa este fin de semana. Además, así estudiamos más tranquilos. Nos fuimos a su casa. Sus padres no estaban, nos comeríamos los bocadillos y estudiaríamos sin el jaleo que es hacerlo en una biblioteca. A mi ella me atraía aunque fuera la novia de mi amigo, para que mentir. De 1´60 más o menos pero muy bien proporcionada y dotada en sus curvas, tiene una cara muy atractiva. Nada más entrar en su casa, ella se fue a su dormitorio a ponerse más cómoda mientras que yo me senté en el sofá a ver la tele. Pero tenía una sed muy grande y, tras preguntarle si tenía agua fresca, me encaminé a la cocina. Abro el frigorífico. Cojo el agua. Y cual fue mi sorpresa cuando veo que la puerta de su dormitorio está un poquito abierta. Me quedo sin reacción. Y allí estaba, de espaldas a mí. Ya se había quitado la camisa y ahora iba a por el sujetador. No puedo hacer otra cosa que mirar el espectáculo. Intentando que no me escuche, vuelvo a mi asiento todavía con la imagen de su espalda, de sus pechos y de un culo que adivinaba tras las braguitas blancas que se puso esa mañana. Estaba muy nervioso por cómo iba a reaccionar ante lo que vi. Apareció con una camiseta grande que tenía para la casa, según supe luego. Sin embargo, lo que nunca podría esperar es lo que pasó después. - Pero, por qué no has puesto la tele No supe qué responder. Imagínate que plan. Así es que me encogí de hombros y me dispuse a encenderla. Pero lo que sí que jamás esperé fue el "tengo una tortícolis que no veas. ¿Me puedes dar uno de esos masajes aquí que tú sabes dar?" No sabía que hacer, pues mi erección era casi visible debajo de mis pantalones cortos. Y cuando me quise dar cuenta la tenía sentada en mis muslos. Tenía mi polla que iba a estallar de un momento a otro, pero no podía hacer nada. "Es la novia de tu amigo", me decía. Sin embargo, estaba notando que a ella le gustaba porque iba relajándose cada vez más y pude ver por el reflejo del cristal de una de las puertas del mueble del salón que tenía cerrados los ojos y se mordía el labio inferior. Tenía una cara de lujuria que me puso aún más. De pronto sentí en mi cuello sus labios que me besaban. Umm, como me estaba gustando. Mientras sus manos se posaron en mis rodillas y poco a poco fueron subiendo en una suave caricia a mis braguitas. De ahí a mi abdomen, y a mis pechos., cuyos pezones estaban muy duros. Como dos garbancitos. Jugó con ellos un instante, hasta que se decidió a seguir hacia arriba empujando la camiseta al fin último de ese movimiento. Dejarme prácticamente desnuda. Entonces me levanté de sus piernas y me puse de cara a él, volviéndome a sentar en ellas. Nos miramos un instante y nos fundimos en un beso, echándole hacia atrás en el sofá. Estaba casi tumbado. Fui bajando hacia su cuello dándole besitos. Le quité su camiseta y continué por su pecho y su abdomen. Me encontré arrodillada entre sus piernas, con la boca en el gran busto que tenía esa zona el pantalón. Lo desabroché y se lo quité, junto con el bóxer que llevaba, siempre mirándonos con gran deseo de lo que estaba pasando allí. Y su polla se liberó. Me pareció muy grande y gorda, o al menos más de la que tenía su amigo y novio mío. Me gustó lo que vi. Le comí el capullo y reaccionó moviéndose con violencia dentro de mi boca. Y seguí hacia abajo hasta donde pude, pues parte se quedó fuera. Le agarré la cabeza con mis manos, subiéndola y bajándola lentamente, al ritmo que a mi me gustaba que me la chupara. En una ocasión le empujé demasiado hacia abajo y se atragantó, echando saliva en abundancia. Me gustó eso y la llevé al límite en cada uno de los movimientos. Y a ella parece que le gustó también, pues no se resistió en ningún momento. Jugó con mi capullo con su lengua antes cada vez que se la metía casi entera. Y entonces me corrí en su boca, la cual con mi polla dentro y echando semen no pudo contenerlo todo. Se la saqué y aún tenía algo dentro. Tenía las mejillas y los labios llenos de mi leche. Entonces, la puse de pie. La besé. Y la cogí en brazos. Ella enrolló sus piernas por mi cintura. Me dirigí a la cama de sus padres. "No, por favor, allí no". Pero no le presté atención, y ella no me insistió más. Tiré de la colcha que tenía hacia mí y quedaron a la luz las sábanas blancas. La tumbé. No podía creer lo que estaba haciendo. Estaba allí, tumbada en la cama de mis padres y con el mejor amigo de mi novio desnudo quitándome las bragas para dejarme desnuda a mí también. Pero me estaba gustando mucho y me excitaba aquella situación. El dedo gordo desapareció en su boca. Umm, como me estaba gustando. Un suspiro. Lo chupa y lo lame con la puntita de su lengua. Ufff, estaba a mil. Sólo puedo cerrar los ojos y disfrutar. Me separa las piernas muy despacio. Sube hasta la rodilla. Se para. Me da besitos, que muy poco a poco se encaminan por el muslo a mi sexo ya muy mojado. No noto nada, sólo mi respiración muy alterada y mis suspiros y gemidos. Y ahora su lengua dentro de mi sexo. Saboreándolo de arriba abajo. Siento que tengo un orgasmo, pero no quiero explotar ahora. No, ahora no. Cojo su cabeza con las dos manos. Pero se la levanto en el último momento antes de estallar en un gran orgasmo. Mas no para. Con la punta de la lengua lame mi abdomen, dando de cuando en cuando besitos pequeñitos. Estoy muy relajada. Tanto que no me parece que lo que hago y siento sea real. Todo esto es un sueño del que no quiero despertar. Sus pezones están muy duros. Ufff, me encanta como huele. Tanto como olía su sexo. Es increíble lo que estoy haciendo con mi amiga. Me encamino hacia una teta. La beso. La lamo. Y muerdo el pezón. Aggg, escucho. Es ella. Le gusta. Su espalda se arquea. Juego con él un ratito, mordiéndolo, besándolo, lamiéndolo… Luego sigo hacia su cuello con besitos. Pero ella parece que se ha hartado y me acerca a su boca. Me besa con unas ganas que jamás experimenté. Su lengua se introduce en mi boca y juega con la mía. Entonces, cojo mi pene completamente erecto y duro y se lo pongo sólo para penetrarla. Ella suspira y se estremece. Le introduzco la puntita de la polla. Arquea la espalda. Un gemido. Y poco a poco le penetro. ¡Dios mío, era virgen aún! Mis movimientos son muy suaves y lentos. Ella sigue con la espalda arqueada y gime. Su expresión, de dolor y de placer a la vez. Tiene los ojos cerrados. Mi cadera se mueve muy despacio para que sienta cada uno de mis movimientos. Sus dedos se agarran fuertes a mi culo. Acerco mi cara a la suya y rodamos. Ella está arriba. Le cojo las caderas y le indico el movimiento a seguir. Se incorpora. Me mira con cara desencajada por el placer y me sonríe. Está disfrutando. El culo se mueve arriba y abajo despacio y gime con cada movimiento hacia abajo. No para de suspirar, gemir. Le cojo los pechos y juego con ellos. Están duros, muy duros. Y me coge las manos. También quiere participar. Entonces, cada vez que noto que mi polla entra entera, doy un pequeño empujoncito. Me incoporo yo como puedo. No nos movemos, pero hago que mi pene sí. Pequeños suspiros de ellas. Nos besamos. Y la vuelvo a poner debajo mío. Y veo que está a punto de tener un orgasmo. Me muevo muy despacio para que el efecto sea mayor. Su cadera se mueve al compás de la mía. Hasta que deja de moverse. Su respiración está muy agitada. Me pongo a su lado y veo que está muy húmeda. Mis dedos están empapados de su flujo. Nos abrazamos y nos besamos. Permanecemos acostados un buen rato sin movernos. Pero queríamos más. Nos había gustado y deseábamos más. No hubo una segunda vez, ni se habló de qué pasó esa tarde. Aunque los dos deseamos que sucediera de nuevo.