Elixir

El último cigarillo agonizaba en mis labios cuando sonó el timbre, me estremecí, sabía lo que me esperaba tras esa puerta..

Cinco. Exactamente cinco los cigarrillos muertos en mi boca antes de que sonara el timbre de la puerta, cinco, uno tras otro, cinco en un desfile obsesivo de nervios y excitación, cinco a cinco minutos de su llegada.

El vestido azul de tirantes, el cabello recogido, los labios del más rojo carmesí, descalza y sin ropa interior. Esa era su única condición susurrada antes de colgar el teléfono veinte minutos antes de su llegada, los suficientes para hermetizar mi mundo tras las paredes y convertir mi cuerpo en su templo.

El último cigarillo agonizaba en mis labios cuando sonó el timbre, me estremecí, sabía lo que me esperaba tras esa puerta, aquellos malditos ojos verdes enviados desde el más remoto infierno para enloquecerme, los únicos ojos capaces de paralizar mi pulso en un grito de inconsciencia antes de un orgasmo, los únicos ojos capaces de someter mi alma a un solo deseo: ser suya.

Aparecía lentamente tras la puerta mirándome sin pronunciar palabra, cerraba la puerta mientras me empujaba tras ella en el recibidor y hacía que me comiera su aliento, su respiración, no me besaba...acercaba sus labios a los míos para morderlos suavemente mientras sus manos apretaban mis muslos e iniciaban un peregrinaje por mi culo, más allá, buscando restos de humedad limpia en mi coño, el mensaje de mi cuerpo gritándole que le esperaba, la llave del diablo..

Jamás recuerdo el camino desde el recibidor hasta la cama, solo breves fracciones de tiempo en el que mi cuerpo yace boca arriba mientras mi vestido se arremolina en mi cuello. Soy suya. Siento su lengua rozando mis pechos segundos antes de sentir el punzante dolor de sus dientes en mis pezones mordiéndome al mismo tiempo que introduce dos dedos en mi culo y me obliga a saltar de dolor. Soy suya. El techo desaparece ante mi vista, siento el sudor frío resbalando por mi cuello y reprimo las nauseas, el dolor cesa brevemente, los dedos se retiran de mi culo, me los enseña mientras sonríe y me mira fijo, están manchados de sangre, apenas los veo antes de que vuelva a introducirlos de nuevo, esta vez con más fuerza, con un ritmo rápido que me hace gritar mientras su lengua recorre mi cuello y siento los pezones tan duros como su mirada.

Luego me gira y me obliga a ponerme a cuatro patas ante él, me mira, le obedezco sin protestar y siento las lagrimas involuntarias rozando mi cara y el liquido suave y tibio de la sangre resbalando sobre los labios de mi coño y el interior de mis muslos. Soy suya. Abre mis piernas desde atrás, suya...., abre mi culo mientras su polla juega con mi clítoris, siento el placer de su roce suave, luego me coge del cuello y aplasta mi cara contra el colchón segundos antes de clavarme su polla en el culo en una embestida tan fuerte que me obliga a gritar, se mueve rápido, fuerte, oigo sus gemidos y sus gritos de lobo mientras me enloquece de dolor y placer, luego salta sobre mi y sin darme tiempo a reaccionar penetra mi boca con su polla en una única e intensa embestida, noto el sabor de sangre y semen inundando mi garganta.

Sangre y semen...

Sonrío de felicidad mientras me clava su mirada verde y me trago hasta la última gota. Soy suya, ese es mi placer, ese es su mensaje infernal.

Sangre y semen...

El elixir del diablo.