Elisa y Carol

Aquel verano era como tantos otros, al menos así empezó, no acabó como todos, y me alegro por ello

ELISA Y CAROL

Mi nombre es Elisa, tengo 21 años y me considero una chica normal, 1’70 de estatura, ni delgada ni gruesa, soy morena de cabello y piel, ojos oscuros y eso sí, con poco pecho pero al menos bonitos, en forma de pera, ancho en la base y estrecho hacia la punta, como si faltara acabar de desarrollarse, de niña, con aureola y pezón bastante oscuro, mi trasero es pequeño, duro y respingón.

Vivo en un pueblo del interior de la península, de pocos habitantes, unos 900, y aquí la vida transcurre de forma tranquila, sin estrés, sin prisas.

Esta historia me sucedió con mi mejor amiga, aún lo somos, cuando teníamos 17 años. Ella, Carol, es casi lo contrario a mí, de estatura un poquitín más baja que yo, rubia con media melena, ojos claros, piel blanquecina y con pecas, pechos, grandes, yo diría que el doble que los míos, bien redondos, anchos en la base y anchos hacia el pezón, que tiene color rosado como su pequeña aureola, tiene las caderas más anchas lo que le hace tener más culo, más ancho y de nalgas algo más blandas.

Somos amigas desde siempre, desde la infancia, en la pandilla, siempre estamos juntas. Pasábamos los veranos en el pueblo, no nos íbamos de vacaciones con nuestros padres a ningún lado, así que sólo tocaba mañanas a descansar, algunos recados de nuestras madres, a la frutería, a la panadería, etc. y por la tarde a la piscina, hasta que cerraban. Algunas noches de marcha y otras, pues nada.

Aquel verano era como tantos otros, al menos así empezó, no acabó como todos, y me alegro por ello. Era un día caluroso, Carol estaba algo agobiada los últimos días, esa mañana me propuso dejar la piscina e irnos las dos solas a un río cercano que hay del pueblo y que tiene bastantes lugares para bañarse. Yo acepté de inmediato, era un plan como tantos otros que ideábamos. Estaría bien cambiar la rutina.

Llegamos sobre las 4, fuimos con la moto de Carol, ella dijo que conocía un sitio tranquilo, donde estaríamos bien. Yo no lo conocía, nunca había estado allí, era una zona del río escondido por la vegetación, con una pequeña playita de piedra, en la que a duras penas nos cabían las dos toallas extendidas, había una roca, lisa que se adentraba en el agua y se veía una zona donde el agua era más oscura, debía ser una zona algo profunda.

Pusimos las toallas en el suelo, nos quitamos las chanclas, los pantaloncitos y las camisetas, nos quedamos en bikini, el mío era morado, sin dibujo, sujetador algo pequeño, aunque para cubrir mis senos no hacía falta más, las braguitas se ataban a los lados de mis piernas, el de Carol era rojo con bordados blancos en el sujetador y las braguitas, parecía casi lencería.

Yo me tumbé boca arriba, ella boca abajo, se desabrochó el sostén para tomar el sol por la espalda.

Estábamos tranquilas, relajadas, hablando de nuestras cosas, nimiedades realmente. Un buen rato tostándonos al sol. Hacía calor, ella dijo:

-Me voy al agua, ¿te vienes?

-Si ahora iré.

Se levantó, quedándose el sujetador en la toalla, yo la miré, mis ojos instintivamente fueron a sus pechos, ya los había visto antes pero no tan de cerca, tan redondos, de un tamaño diría que perfecto. Se fue hacia el agua, metió los pies y se paró, yo la miraba, la espalda le brillaba por el sudor. Se agachó y empezó a bajarse las braguitas del bikini, las lanzó a su toalla.

Yo no dejé de mirar, allí estaba, de espaldas a mi, desnuda, con sus dos grandes nalgas que formaban una larga raya en el culo, no apartaba la mirada de su trasero, de piel más blanquecina aún que el resto, por no tomar el sol, con pecas. Algo recorrió mi interior, no dejaba de mirarla, nunca la había visto completamente desnuda y eso me cautivó en ese momento, no entendía porque. Era mi amiga, mi amiga de siempre, que era aquello que me sucedía. Sólo esperaba que no se girara, sino me pillaría mirándola absorta, sin distracción, captando su figura, su culo, toda mi atención.

Se fue metiendo en el agua, cada vez le cubría más hasta que desapareció, salió sacando tan sólo la cabeza: -Venga!!, Métete, está superbuena. -Ahora iré -Va, venga entra.

Me levanté me acerqué al agua, estaba fresca, metí los pies, ella al verme me dijo:

-¿Pero te vas a meter así?

-¿Cómo que así? ¿Cómo quieres que me meta?

-Pues como yo, quítatelo todo, verás que bien se está en el agua

-¿Y si viene alguien? -Aquí nunca viene nadie, por eso me he desnudado yo.

-¿Tu ya has venido aquí más veces, no? -Si algunas, por eso sé que nunca viene nadie, y siempre me baño igual. Es el único sitio donde se puede hacer.

En ese momento no sabía que hacer, me daba cierto reparo desnudarme delante de ella, éramos muy amigas, pero nunca nos habíamos visto así, los pechos alguna vez y nada más. Ella insistió:

-Va, quítate el bañador, no vamos a ver nada nuevo las dos tenemos lo mismo.

Y me vino la imagen de su culo, lo mismo lo mismo no teníamos, su culo me gustó más verlo que cuando me miraba yo el mío al espejo. Tampoco quería que pareciera que era un cortada, ella estaba desnuda, así que porque yo no.

Ella empezó a salir un poco del agua, yo la miraba, parecía que venía a por mí, pero se paró cuando el agua le llegaba al ombligo. El agua le resbalaba por el cuerpo, por los pechos, cuya aureola y pezones había pasado a un color morado, los pezones los tenía erectos, por la temperatura del agua. Sentí un cosquilleo en mi interior, en mi vientre.

Me desabroché el sujetador, lo dejé caer hacia la toalla, liberé mis senos, mis pezones se erizaron al sentir el aire, ella me miraba. Quería que pasara ese momento, me sentía algo observada, era mi mejor amiga, pero no le había visto mirarme así nunca. Fui entrando en el agua, hasta que me cubrió, luego aparecí sacando sólo la cabeza. Me sentí como salvada, noté como Carol me había clavado la mirada.

-Esta buena, eh!

-Un poco fresca

-Hasta que te acostumbres. ¿A que es una pasada notar el agua así?

Ella se metió en el agua, se acercó a mí, ella notó que me había dado cuenta de su intensa mirada, pero no dijo nada.

Estuvimos nadando un buen rato, la verdad es que sentir el agua del río sobre mis pechos era excitante, era una sensación de liberación, como se deslizaba el agua por mi piel, como endurecía mis pezones.

Carol salió y se sentó en la roca, con las manos apoyadas hacia atrás y las piernas flexionadas, yo la tenía de frente y no pude más que mirarla, ella al darse cuenta, separó las piernas ofreciéndome una visión completa de su sexo, clavé la mirada sin poder reaccionar, era la primera vez que lo veía. Lo tenía completamente depilado, tenía los labios muy salidos, o por lo menos más salidos hacia afuera que los míos, rosado-morados como sus pezones, destacando el color por la blanqueza de su piel, mojados, imaginé que por el agua, con algunas pecas salpicándolo. Me quedé como embelesada y no sabía porqué.

Me miró y me sonrió, no dijo nada, pareció disfrutar de cómo yo las miraba, tan fijamente, tan descaradamente, pero no supe o no pude reaccionar de otra manera. De nuevo sentí una punzada en mi vientre que me llegó hasta mi vagina, noté humedad ahí abajo y no era del agua a pesar de estar dentro.

Ella entró de nuevo en el agua justo cuando yo me iba a salir, estaba ya en la orilla y noté que se acercaba por detrás de mí, me paré, sentí su respiración en mi nuca, me dio un beso. En ese momento pensé en salir corriendo pero algo en mi interior me lo impidió, no me quería ir, quería saber que me pasaba y que pasaría.

Me besó en el cuello. Me estremecí.

Puso sus manos sobre mis hombros, fue acariciándome con la yema de sus dedos, despacio, bajó por mis brazos, agarró mis manos, y me volvió a besar. Me agarraba fuerte, a pesar de que yo no iba a huir. Volvió acariciarme la espalda, se me puso la piel de gallina. Fue descendiendo hasta llegar a las braguitas de mi bikini, con delicadeza deshizo los nudos de los laterales y la dejó caer al agua.

Estaba completamente desnuda, con ella detrás, también desnuda, no me movía. Ella continuó acariciándome, recorría mi piel con tanta suavidad, tan sensual, que no me atreví a moverme ni un milímetro. Llegó con sus manos a mis axilas y despacio empezó a pasarlas manos a mi parte delantera, noté como sus dedos rozaban la base de mis pechos.

Me besó de nuevo, acercó su cuerpo al mío, noté como apoyó sus tetas en mi espalda, las tenía calientes. Mi culo lo encajó en su pelvis. Con las manos sobre mis pechos, fue acariciándomelos y dos dedos llegaron a mis pezones, me los estiró, sentí algo de dolor. Me los puso durísimos. Los apretaba, los estiraba, los acariciaba y empezó a masajearme las tetas. Me pasaba toda la mano como si estuviese ordeñándome, me las magreaba. Lo hacía con una soltura, con una suavidad, que me daba tanto gusto, tanto placer. Con el movimiento sus pechos golpeaban mi espalda y mi culo su sexo.

Como iba a imaginar yo nunca que llegaría a esta situación con mi mejor amiga, con Carol, mi amiga de siempre. Nunca pensé que algún día tendríamos sexo entre nosotras. Pero en ese momento no pensaba ya en nada, ni prejuicios, ni si éramos lesbianas, en nada, sólo estaba disfrutando.

Estuvo un rato ordeñándome, acariciando con dulzura mis pechos mientras me besaba el cuello, la espalda, los hombros. Era tan delicioso. Fue bajando sus manos hacia mis caderas e hizo que me girase. Tenía una gran sonrisa en su cara y los ojos brillantes de felicidad, se acercó a mi cara y me besó en los labios, se separó y me miró de nuevo:

-Me gustas, y mucho.

Me miraba mientras pasaba su lengua por los labios, tenía una mirada lasciva.

Yo no supe que decir le dejé hacer. Se acercó de nuevo y me besó, esta vez nuestras lenguas se entrelazaron, jugaban, buscando los rincones de nuestras bocas, fue un beso largo, excitante, lujurioso.

Llevó su mano a mi sexo, me lo acarició, yo también me lo depilaba aunque no tenía demasiado vello. Empezó a mover el dedo corazón, buscando la entrada a mi interior, yo estaba mojada, húmeda de excitación, así que su dedo resbaló y se deslizó al interior de mi coño, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Carol, mi mejor amiga acababa de meterme un dedo en el coño. Yo estaba que me derretía. Nos besábamos mientras ella me metía y sacaba el dedo, yo gimoteaba. Yo acariciaba su cuerpo, su espalda, llegué a sus nalgas de piel suave, se las apretaba, magreaba, sobaba con ganas. Con cada movimiento de su dedo yo me calentaba más, me humedecía más.

Se detuvo, me cogió de la mano y me llevó a la toalla, me hizo que me tumbase boca arriba y ella se puso sobre mi. Me besaba de forma apasionada, desenfrenada, caliente. Sentí sobre mi sexo la humedad y calentura del suyo.

Sentí sus pechos chocar con los míos, como los apretaba. Sus labios recorrían los míos, su lengua jugueteaba con la mía. Fue bajando mientras me besaba el cuello, se deslizó hasta el canalillo de mis pechos, acercó la boca al derecho y empezó a lamerme el pezón, mientras con su mano me los apretaba. Yo no podía más que morderme los labios. Me lamía, me chupaba una teta y luego la otra. Me embadurnaba de saliva cada pecho y jugueteaba con los dedos sobre mis pezones. Ya no podían crecer más, estaban erectos, duros, excitados.

Continuó su camino de descenso, yo con sólo imaginar lo que iba a hacer sentí como gran cantidad de jugos lubricaron mi vagina. Ella fue bajando lentamente, para alargar el momento, lamiendo mi cuerpo, acariciándolo, besándolo. Metió la lengua en mi ombligo, una ligera risa salió de mi boca. Apoyó sus manos en mis muslos y llegó con su lengua recorriendo mis ingles. Se quedó parada observando mi coño, estaba cerrado, como de niña en proceso de desarrollo, los labios no sobresalían como los suyos, era moreno pero con el interior rosado como el suyo. Noté un lametón de abajo a arriba. Un gemido escapó de mi interior, me miró y sonrió. Empezó a besarlo, a lamerlo, a chuparlo, metiendo la lengua por la rajeta, separando los labios. Lamía despacio, saboreando con la lengua los jugos que mi sexo le ofrecía por su pasión. Me lo chupaba con seguridad, sabiendo que me producía el mayor de los placeres, empezó a hacerlo con frenesí, llegó a mi botoncito, mi clítoris ya había empezado a hincharse y se dedicó a acariciarlo con la punta de su mojada lengua. Yo empecé a gemir y ya no podía parar. Cada vez que sentía su lengua en mi vagina, me estremecía, y gemía.

Yo sólo podía mantener los ojos entreabiertos, el placer que notaba no me dejaba abrirlos más y de vez en cuando ella me miraba, sin dejar de pasar la lengua por mi sexo.

Me llevé las manos a mis tetas, me las apretaba, acariciaba, estiraba los pezones con fuerza y ya no me dolían. La excitación no me dejaba sentir dolor. Ella volvió a mi clítoris, hinchado al máximo, a la vez que empecé a notar como uno de sus dedos se abría camino a mi interior, lo movía adelante y atrás, como si fuese un pequeño pene. Luego noté como introducía otro, ahora el pene era más grueso, de nuevo el movimiento adelante y atrás, me estaba follando son sus dedos mientras absorbía parte de mis jugos. Me masturbaba. Me miraba con lujuria, sabiendo que me estaba haciendo disfrutar como nunca.

Estuvo un buen rato entretenida en mi coño, no quería dejar de chuparlo, lamerlo ni besarlo, yo tampoco quería que dejara de hacerme todo lo que me hacía, pero ya no pude más, cosquilleos y electricidad recorrieron mi interior, y note el mejor orgasmo de mi vida, empecé a dar espasmos, a arquear la espalda, a levantar el culo. Ella lo notó, sacó sus dedos, pero no dejó de chupar, quería la descarga de jugos para ella. Noté como una abundante cantidad de líquido acuoso se deslizaba por mi vagina, mientras ella absorbía parte. Notaba como el líquido descendía por mis muslos hacia mi trasero y a la toalla. Dejó de chupar, ahora sólo me besaba el coño, me miraba. Yo le sonreí.

Mi amiga, la de toda la vida, había hecho que disfrutara como nunca, que me corriera como nunca. Este verano ya no era como los anteriores.

Vino hacia mí y me besó, tenía la cara empapada por mi corrida, noté el sabor de mi coño en su boca, en su lengua. No me aparté de besarla. Me encantó sentir el gusto de mi sexo en su boca, la bese con dulzura, agradeciéndole lo que me había hecho disfrutar.

No pude más que mirarla y decirle:

-Una pasada, eres estupenda, caliente y cachonda. Vente, que ahora te toca a ti disfrutar.

-Ya te he dicho que me gustabas, y ahora además te lo digo conociendo lo bien que sabes.

Se levantó, se puso de cuclillas sobre mi cara, tenía su coño ante mí, ante mi boca.

Su coño de labios rosados, separados, abiertos, ¿habría follado con alguno? ¿cuantas veces para tenerlo así?. No me lo habría contado, seguro que eso me lo habría dicho. Igual el mío acabaría siendo así. Su coño estaba mojado, brillante, y no por el agua. Me llegó el aroma de su sexo y me sedujo. Estuve observándolo, deleitándome, me gustaba, me gustaba su coño. Que curioso, me gustaba.

Carol al ver que me quedé quieta mirándolo se bajó un poco más y mis labios rozaron los de su vagina. Puse mis manos por la parte exterior de sus muslos, levanté un poco la cabeza y empecé a lamer su coño, imitaba lo que ella me había hecho a mí. Lo besaba, lo chupaba. Pronto noté ese sabor dulzón de sus jugos, también empecé a succionar parte de estos y a tragarlos, me gustó el sabor. Ella estaba muy caliente, lubricaba mucho, al pasar la lengua arrastraba un hilillo de su líquido sexual. Intentaba meterle la lengua, pero sólo alcanzaba a meter la punta.

No estuvimos mucho rato así, la posición le cansaba. Se levantó, se tumbó en la toalla, flexionó las rodillas y separó las piernas, ofreciéndome de nuevo su sexo.

-Es para ti.

Me puse junto a ella, quería saborear sus pechos, sus grandes pechos. Lamía un pezón mientras con la mano le acariciaba el otro, ella estiró una mano y acariciaba los míos. Quería tragarme aquellas tetas, las succionaba como un bebé. Que placer da chupar unas tetas que no son las tuyas, da tanto gusto mientras las acaricias, las aprietas.

Pero ella estaba muy caliente y quería que le comiera el coño, así que me bajé hasta su sexo, volví a observarlo de nuevo, volví a enamorarme de su coño. Bajé con lentitud la cabeza entre sus piernas y empecé a lamer su clítoris, le metí un dedo gordo en el coño y ella levantó el culo, rocé con el dedo índice su ano, estaba mojado por sus propios jugos, lubricado, así que empecé a acariciarlo como podía. Le lamía el coño, le acariciaba el culo, ella puso su mano sobre mi cabeza, apretándome la boca contra su vagina, me dijo:

-Méteme el dedo también en el culo, métemelo por detrás.

Yo enseguida le hice caso, con el dedo con el que le acariciaba el culo, empecé a hacer presión sobre su ano, estaba tan mojado que pronto cedió, dejándose penetrar. Volví como una loca a lamerle el clítoris mientras seguía follándole el coño y el culo con los dedos. Notaba como los dos dedos se encontraban en el interior, separados por un poco tira de carne. Estuve poco tiempo, ella empezó a gemir con fuertes alaridos, si había alguien cerca la oiría seguro. Apretó las piernas contra mi cabeza y sentí su corrida, una inmensa cantidad de fluidos salían de su coño, yo tenía la boca apretada contra su vagina, lamía lo que podía, no me dejaba que me moviese. Notaba como su ano me apretaba el dedo con los espasmos.

Se relajó, abrió las piernas y me liberó, yo fui sacando los dedos sin dejar de mirarla, tenía una gran sonrisa, estaba feliz, se le notaba satisfecha.

Le saque los dedos, ella me dijo:

-Chúpatelos, los dos. -¿Los dos?

Yo tenía algo de reparo por chupar el que había tenido metido en su culo, pero ella insistió:

-Por favor, hazlo por mí. Esto sellará nuestro amor.

Al final accedí, aun estaba caliente y además esperaba que se repitiese pronto.

Me lleve primero el dedo que había tenido en su coño, el sabor ya lo conocía, luego el de su culo, ella me miraba feliz, con alegría, el sabor era distinto, pero me gustó.

La besé, me sentía tan llena de haberle hecho disfrutar.

Nos quedamos un rato descansando, desnudas, totalmente relajadas y satisfechas. Tumbadas de lado, ella me acariciaba un pecho, yo tenía mi nao sobre su cadera, acariciando su nalga.

Ella dijo:

-Me gustas desde hace un tiempo, y en cuanto se ha presentado la oportunidad, no he podido contenerme

-¿Qué no lo tenias planeado?

-Lo había pensado alguna vez, pero siempre pensé como hacerlo y tenía miedo de que me rechazaras.

-Me has dejado sin saber reaccionar, hasta yo me he sorprendido de cómo me he quedado. Pero no sé... algo me ha hecho despertar la curiosidad al verte desnuda, y al final ha sido genial.

-Yo es que cuando te veo las tetas en la piscina, y eso que llevas sujetador, pero es que me encantan, son tan preciosas, con una forma tan bonita. Y a ti ¿qué es lo que más te gusta de mi cuerpo?

-Pues esto que estoy acariciando

Y le apreté el culo dándole un pellizco, ella se sorprendió de mi respuesta

-¿Mi culo?, pero si es enorme

-Para mí es como tu dices, precioso. Me encanta acariciarlo y eso que es la primera vez que lo hago. Estaría horas así.

-Pues nada, siempre que quieras, por mi me lo puedes acariciar y hacer algo más, lo que tu quieras.

-Ya habrá algún día.

Hablamos de que nadie se podía enteraren el pueblo, la suerte es que como siempre íbamos juntas nadie sospecharía nada, pero teníamos que seguir como siempre.

El pueblo era pequeño y la gente no muy moderna. Tendríamos que tener nuestros encuentros sexuales a escondidas.

Luego nos volvimos a bañar y nos fuimos. Por la noche teníamos cena con el resto de la pandilla.