Elisa y carol -- 2

Después de nuestra primera experiencia sexual, después de aquella tórrida tarde en el río (tórrida tanto por el calor que hacía como por lo calientes que acabamos)....

ELISA Y CAROL  --  2

Después de nuestra primera experiencia sexual, después de aquella tórrida tarde en el río (tórrida tanto por el calor que hacía como por lo calientes que acabamos), seguíamos como siempre, amigas y sólo amigas ante los demás y amantes cuando podíamos hacer alguna escapada o teníamos la oportunidad de quedarnos solas en casa.

Era el mes de agosto y como típico en la mayoría de los pueblos se celebraban las fiestas patronales. Aquella semana Carol me dijo que quería que el sábado por la noche lo pasáramos juntas:

-Me encantaría que pasáramos una noche juntas, a solas.

-Sí a mi también, pero ¿dónde?

-Yo miraré si puede ser en la casa de mis abuelos. Esta vacía y no la usa nadie, le diré a mi madre      si podemos ir allí el sábado.

-¿No dirá nada?

-Espero que no venga con el rollo de que mejor en casa, le diré que allí descansaremos más   después de la fiesta.

Y lo consiguió. Su madre no puso impedimento.

El sábado por la mañana fuimos a la casa. Era antigua, los abuelos de Carol fallecieron hacia años y no vivía nadie, su madre la iba manteniendo, limpiándola de vez en cuando para que no se deteriorara. Nosotras fuimos directas a la habitación de matrimonio, entramos, nos miramos y sonreímos, no pudimos resistir a besarnos.

Carol llevaba una bolsa, sacó unas sábanas e hicimos la cama. Nos volvimos a besar con pasión, me dijo:

-Ya me estoy mojando pensando que tendremos toda la noche para nosotras.

-Pues como sigas besándome así, no llegamos a esta noche-

Le puse las manos en los pechos.

-Ufff.... para, para, que tenemos recados que hacer, sino mi madre se mosqueará y no nos dejará la    casa.

-Si es que me pones..... Pero venga sí, vamonos que nos calentamos y a las 12 hemos quedado.

Así siguió el sábado. Después de comer un rato de descanso y luego a la piscina. Por la tarde a tomar algo, a cenar en el bar del pueblo con la pandilla y a la verbena. Allí estuvimos como todas las fiestas, hablando, riendo, bailando, bebiendo y de vez en cuando nos cruzábamos una mirada de complicidad, de deseo, pero sin que nadie llegara a sospechar.

Sobre las 3 de la madrugada decidimos irnos a dormir, al menos eso dijimos a los amigos, pero en nuestras cabezas iban otros pensamientos. Nos íbamos contentillas por el alcohol, aunque no borrachas, no teníamos demasiado dinero para beber en exceso ni tampoco nos gustaba pasarnos, luego se pagaba al día siguiente con una dura resaca.

Llegamos a la casa, entramos a la habitación, le dije:

-Al fin solas.

-Al fin solas y libres para disfrutar.

Nos besamos, nos morreamos, nuestras lenguas se entrecruzaban, chocaban, se pasaban la saliva de una a otra. Eran besos con pasión, casi con desesperación. Que ganas teníamos de saborear nuestras bocas mutuamente.

Yo empecé a desabrocharle la blusa, ella mientras se bajaba la cremallera de la falda y lanzaba sus zapatos. Se quedó en ropa interior, un conjunto negro, de encaje, que con el tamaño desus pechos, esa lencería hacía que pareciese más mayor, más mujer.

Ella me desabrochó los botones del pantalón vaquero y lo fue empujando hacia abajo, acariciándome los muslos en el recorrido. Yo me quité la camiseta. Mi ropa interior era más sencilla, de color granate que destacaba sobre mi piel morena.

Nos quitamos los sujetadores a la vez, sus pechos bajaron por el peso y al no tener donde sostenerse. Tenía los pezones aplastados, se liberaron de la presión de la ropa interior, pronto volvieron en sí, pronto se le endurecieron.

Me acariciaba el cuello, desprendía tanto amor en sus caricias.

Se agachó ante mi, me fue bajando las bragas y me las quitó, se dirigió a mi sexo, me besó la vagina. Yo me la había preparado bien, estaba recién rasurada, con un repaso de crema hidratante para que fuese lo más suave del mundo, aunque la verdad es que ahora empezaba a estar más que hidratada por mis jugos. Carol se puso de rodillas, se metió una mano por debajo de la telas de sus bragas y se acariciaba el coño mientras lamía el mio con delicadeza, como una gata lame a sus cachorros.

Yo separé las piernas para que ella me lo chupara con más facilidad. Con su manera de besármelo, de chupármelo mi clítoris empezó a hincharse. Yo me acariciaba los pechos, mientras miraba a Carol ahí abajo. Me estiraba los pezones con fuerza. Con cada lamida que me daba me excitaba más.

Empecé a moverme como si fuese yo la que le pasaba el coño por la boca y no al revés. Carol me había puesto calentísima, levanté una pierna y la apoyé sobre la cama, me abrí todo lo que pude, mi coño quedó bien expuesto para que ella no tuviese  ningún obstáculo para comérmelo.

Debió ser por las ganas que tenía, por el tiempo que llevábamos esperando que llegase este momento y por lo bien que Carol me estaba chupando mi sexo, por que enseguida sentí un escalofrío en mi interior. Le agarré la cabeza, la apreté contra mi coño, sentía su lengua moverse con rapidez y noté mi primer orgasmo. Ella también lo notó, abrió la boca y succionaba con fuerza para no perderse ni una gota de la cantidad de flujos que empezaron a manar de mi coño.

Me temblaban las piernas, me tumbé en la cama:

-Ha sido genial, que ganas tenía.

-Joder Elisa, estabas cachondísima. Que noche nos espera.

-Es que tiene una lengua que me hace maravillas.

Se tumbó a mi lado, seguía con las bragas puestas.

Me puse sobre ella, mis manos cogían su cabeza, la besaba en la frente, en las mejillas, en la nariz, en los labios, en la boca. Ella me acariciaba la espalda, el culo.

Descendí hasta sus pechos, se los agarraba con fuerza, uno en cada mano. Los lamía, los estiraba, mordía los pezones con los dientes, ella suspiraba. Me había encendido, estaba caliente, muy caliente. Ardiendo.

Le masajeé las tetas un buen rato para calentarla un poco más. Las mias descansaban sobre su vientre. Ella alargaba las manos para acariciármelas.

Llegué a su sexo, sus braguitas estaban húmedas, por su coño y por que había tenido el mio apoyado mientras me deleitaba con sus tetas.

Mordí la tela de las braguitas y empecé a quitárselas ayudándome con las manos por la parte de sus piernas. Al pasar por encima de su raja me llegó un aroma que me estremeció, exquisito.

Se las quité, me las puse en la cara, las olía. Ella me miraba. Me encantaba el olor a hembra caliente de mi amiga Carol.

Mi mirada iba a sus ojos, mi boca a su coño. Empecé a besarlo, a morrearme con sus labios vaginales, a lamer y a empaparme con sus jugos, a chupar y saborear a mi amiga. Que coño más bonito. Que color rosado tan precioso. Que húmedo. Que mojado. Que empapado. Que delicia.

Lamí y chupé su coño con fuerza, con ganas, pero con tranquilidad. Teníamos toda la noche y toda la noche podría estar disfrutando de comérselo.

La punta de su clítoris sobresalía, blanquecina. Me embadurné dos dedos con sus flujos y se lo acariciaba sin dejar de chuparle el coño. Ella gemía, intentando apagar la voz para no despertar a los vecinos. Se movía hacia los lados, se movía elevando el culo, se apretaba las tetas, apretaba y agarraba con fuerza el colchón. De pronto noté sus espasmos, su desenfreno humedeciéndose. Se corria y yo quería beber de su coño.

Le besé con amor su vagina.

Me puse a su lado. Nos besamos, nos morreamos. Una lengua quería atrapar a la otra. Nos mirábamos embelesadas. Reíamos. Sonreíamos. Nos quedamos relajadas, pero sin sueño.

Nos abrazábamos, nos acariciábamos. Nos quedamos hablando. Después de un rato me dijo:

-No tengo sueño Elisa, y me entran unas ganas de comerte entera de nuevo. De saborear otra vez  tu intimidad.

-Mi intimidad es tuya Carol, es para ti, para que la disfrutes cuando quieras, y más hoy que tenemos mucho tiempo.

Alargó su mano, acariciaba mi vientre, mis muslos, mis ingles y llegó a mi sexo. Me pasaba la yema de los dedos, como si estuviese haciendo un masaje. Eso era, me hacía un masaje vaginal. Yo me quedé relajada, disfrutando de sus caricias, tumbada, con los brazos abiertos.

Me introdujo un dedo y acercó su boca a mis pechos que apuntaban hacia el techo. Duros los pechos, duros los pezones. Me los chupaba al ritmo que metía y sacaba su dedo. Yo estaba empapada desde antes, así que su dedo se deslizaba. Me dio un beso y me dijo mientras se levantaba.

-Tengo una sorpresa.

Fue hacia el armario, sacó una bolsa y de ella un consolador. Era una polla, de unos 18 cm, gruesa, rosa, y con un  arnés.

-Pero ¿de dónde has sacado eso?

-Lo pedí por internet. No veas lo que me ha costado, y no de pasta. Creía que no me llegaría, miraba todos los días el correo.

-Joder Carol, que fuerte. ¿Y si te llegan a pillar tus padres?

-Yaaa, al pedirlo les dije que lo mandaran bien tapado, que no se viese nada fuera del paquete, que era para regalar. Pero tenía un miedo.

-Que caña. Que cachonda eres.

-Pues prepárate que lo vas a estrenar.

Mientras decía eso se lo fue poniendo.

Cuando ya lo tenía bien colocado, cogió el pene con una mano. Que imagen, Carol, mi amiga, con sus buenas tetas y con una polla enorme. Estaba para una foto.

Se acercó a la cama, de pie y me dijo de forma burlona:

-Chúpamela, haber como me la chupas, a ti que tanto te gusta mi coño.

-No se como te lo haré. Con esta novedad que vienes.

Me acerque a la orilla de la cama, tumbada de lado levanté la cabeza justo para quedarme a la altura de aquella polla de plástico. Abrí la boca y empecé a metérmela. Tenía que abrir mucho la boca, era muy gorda. Al principio sólo me metí la punta. Sabía a plástico y a nuevo. La mojé bien con saliva y empecé a mamarla como  había visto hacer en alguna película porno.

-Me la chupas bien, pero yo no siento nada. Ahora que para un tio verte como la chupas tiene que ser la hostia, y encima si notan placer... Con lo bien que la chupas, no me vayas a dejar por un tío.

-No se si la chupo bien y no se si chuparía una de verdad. A mi lo que me gusta chupar es tu coño. Sólo tu coño. A ti.

-Pues mójala bien porque ahora la vas a notar dentro. Y eso seguro que es como una de verdad ¿No...? Bueno aunque seguro que esta será mejor, que es nuestra.

La llené de saliva, aunque de todos modos mi coño estaba bien mojado y no había dejado de lubricarse. No le costaría entrar, aunque por el grosor no se como sería.

-Ten cuidado, eh!! A ver si la manejas bien.

-Túmbate y prepárate. Tu amiga te va a desvirgar.

Me tumbé boca arriba, ella se puso de rodillas entre mis piernas, me hizo flexionarlas, así tenía mi coño más expuesto, más abierto. Cogió esa polla del tronco y la apuntó a mi raja. Se movió hacia adelante, enseguida noté como hacía presión, como se abrían mis labios y empezaba a penetrarme.

Resbalaba despacio hacia mi interior, noté como me abrió y entro la punta:

-Ahhhh!!!!

-¿Te hace daño?

-Un poco, no es daño, es que es muy gorda.

Puso sus manos sobre mis rodillas. Empezó de nuevo a moverse adelante. Yo iba notando como me entraba cada centímetro. No le costó entrar, pues noté que Carol se detuvo. Sus piernas tocaban mis muslos, mis nalgas.

-Joder, ya te ha entrado ¿Qué sientes?

-No se. Es raro. Una cosa dentro, gorda. Que me tiene abierta.

Empezó a moverse adelante y atrás, primero despacio, con delicadeza, mirándome. Poco a poco empezó a coger ritmo. Un ritmo constante. Al principio le costó, cuestión de práctica, pero cuando cogió el tranquillo, se movía de maravilla. Yo empecé a notar como entraba y salía mientras un cosquilleo me recorría mi interior. Me gustaba, gemía. Me daba placer. Me gustaba como me follaba Carol.

Ella miraba como entraba y salía, miraba como sorprendida. Me miraba a mi, me veía cara de satisfacción, de placer. Aquello me gustaba, sobretodo ver como me lo hacía.

No paró, con ese ritmo a los 10 minutos sentí de nuevo un orgasmo. Y ahora fui yo la que la miró sorprendida. Ella se dio cuenta y fue parando poco a poco pero sin sacarla del todo.

-¿Qué tal?

-Uff..guau.. no se pero he tenido un orgasmo, no lo esperaba. Pero me follas bien.  Esta noche me vas a matar.

-A matar de gusto. ¿Me la quieres chupar otra vez?

Me la sacó, me la acercó a la boca. Yo la cogí y la chupé. Ese sabor a plástico había desaparecido. Ahora tenía el sabor de mi coño, el sabor dulzón de mi interior, de mi sexo.

Se lo quitó y se lo llevó a la boca, ella también quería disfrutar del sabor.

Me lo dio y me lo puse. Hice lo mismo que ella me había hecho a mi. Le entró igual de bien en ese coño delicado.

A mitad de estar follándola, me dijo:

-¿Me la metes por el culo?

-¿Queeee? Esto tan gordo.

-No te gusta tanto mi culo, tú mójamelo bien y métela despacio

-¿Estás segura?

-Sí, muy segura, quiero que seas tú también la que me desvirgue el culo. La que me lo folle.

Se puso a cuatro patas, yo me coloque tras ella. Allí tenía ante mi su culo, su enorme culo que tanto me gustaba. Que tanto me gustaba ver, acariciar, lamer, besar, chupar. Me tenía loca.

Le separé las nalgas, apareció su ano, rosado, apretado, mojado por los jugos que habían resbalado desde su coño. Acerqué mi cara, mi boca y empecé a besar su ano, a lamerlo, a chuparlo. Metía todo lo que podía mi lengua dentro, lo saboreaba. Me gustaba tanto el sabor de su culo.

Carol me dijo:

-Que pasada Elisa. Que gusto da. Un día te lo voy a chupar yo a ti. Verás que placer da una lengua ahí.

No dije nada. Me encantaría. Pero ahora no quería perder un segundo en deleitarme degustando su culo.

Lo llené bien de saliva, también puse sobre la polla de plástico, y le dije:

-¿Estás preparada?

-Sí, cuando quieras.

-Peroooo...que esto es supergordo, igual te duele.

-No te preocupes, que entrará. Tu házmelo poco a poco, pero métemela por el culo. Lo quiero probar y quiero que me lo hagas tú.

-Vale, pues empiezo.

Carol puso la cabeza apoyada en la almohada, ladeó la cara,  las tetas le rozaban en la cama, expuso su culo a mi, se cogió las nalgas, las separó para facilitarme el trabajo, para tener el culo a mi disposición. Yo cogí la polla la dirigí a su ano y empecé a presionar, a empujar hacia delante, con lentitud, mucha lentitud. Notaba como su orificio cedía y la polla entraba poco a poco.

Yo no dejaba de mirar como iba penetrándola, como se abría su culo para que entrara todo el grosor de aquella polla-consolador.

La miraba a ella, tenía una cara de dolor y resoplaba. De verla me dolía a mi.

-Ufff...ufff....uff...

-¿Quieres que pare? ¿te duele mucho?

-Si me duele pero no pares. La quiero dentro, quiero notarla dentro.

Yo continué, ya entro la punta, el grosor a partir de ahora sería todo el tiempo el mismo. Ya se le había abierto el culo.

Ella fruncía el ceño, abría la boca, resoplaba. Le dolía y bastante, por la expresión que ponía en su cara.

Continué presionando y la polla se iba deslizando, manteniendo su ano bien abierto. Llevaba ya más de la mitad.

-Uf. Joder, duele, pero que gusto da notar como va entrando. No me lo imaginaba.

-Tienes el culo super abierto. Veo como entra y con lo gorda que es te lo abre mogollón.

-Si, ya la voy notando, como entra apretada. Pero sigue, la quiero toda

Continué penetrándola. Hasta que mis piernas rozaban sus muslos y sus nalgas. Ya la tenía toda dentro, ya no entraba más.

Ella me miraba, tenía cara de dolor, los ojos brillantes con alguna lágrima, pero sonreía:

-Ahora sácala despacio, pero no del todo.

Empecé a sacarla, gritó:

-Ahhhh, joder que dolor. Duele más que al meterla.

Yo paré enseguida.

-Despacio, despacio

-Joder Carol, que no quiero hacerte daño.

-No me haces daño, de verdad que me gusta.

Empecé de nuevo a sacarla, despacio, cuando ya la tenía casi fuera, de nuevo a meterla, poco a poco. Su culo se fue acostumbrando al grosor, al tenerla dentro, a que abriese su culo. Ya no ponía cara de dolor, sonreía y empezaba a gemir tímidamente. Yo empece a aumentar el ritmo, adelante y atrás,  un ritmo constante, delicado.

-Así, así... que gusto. Ahora si mola... Ahhh, Ahhh.....  Sigue, sigue así, que pasada. Me encanta.

Llevó una mano a su coño, empezó a acariciárselo mientras yo le daba por el culo con el consolador.

Yo le sujetaba de las caderas, deslizaba mis manos por sus nalgas, se las acariciaba, mientras miraba como la penetraba. Me estaba excitando mucho verlo. Ver como enculaba a mi amiga Carol.

Me encantaba su culo y darle placer ahí.

Estuve mucho rato, seguro al día siguiente tendría agujetas de tanto movimiento adelante y atrás.

Ella gemía, cada vez más, cada vez más fuerte.

-Que pasada, que gusto da por el culo.

-¿Ya no te duele? ¿nada?

-Nada, nada, es genial.

Continué hasta que sus gemidos ya eran encadenados, su respiración más fuerte. Se movía ella también adelante y atrás, y emitió un gemido fuerte, largo, mientras yo notaba como se estremecía. Había tenido un orgasmo, se lo había provocado yo con el arnés con polla, metido en su culo. Me parecía increíble que pudiese llegar a tener uno follándola por el culo.

Se la saqué, le miré el culo, lo tenía muy abierto, se le iba cerrando pero no del todo.

Instintivamente acerque mí boca y se lo besé, le lamí el ano, como si fuese una herida que debía sanar.

Ella se recostó.

-Genial, ha sido genial. Que placer. Tienes que probarlo un día.

-No se, a ti al principio te ha dolido mucho.

-Sí, al principio, pero luego es brutal.

-Tienes el culo muy abierto.

-Si lo noto, abierto, y que me palpita. Pero de gusto.

Me quité el arnés, me lo acerqué a la boca y empecé a mamar la polla. Tenía el sabor de su culo. El sabor que me excitaba. Se lo pasé y ella también lo chupó.

Nos tumbamos, nos besamos. Estábamos felices. Ella tenía una sonrisa que no podía borrar de su cara. Había disfrutado mucho. Yo también.

Nos acariciábamos.

Oímos un ruido pero no hicimos caso, estábamos muy relajadas.

Apagamos la luz, nos abrazamos y nos dispusimos a dormir. Al despertar seguro que aún seguiríamos calientes y continuaríamos con más placer.