Elisa, Mi Amor (5)

Se como Elisa conoció el sexo de manera inadecuada y luego encontró la felicidad junto a su hermano Guillermo (parte final)

Elisa, Mi Amor (5)

Se como Elisa aprendió de la vida y del sexo de la manera mas infortunada, para luego tornarse en algo maravilloso junto a su hermano

"La felicidad llegó para quedarse"

Por fin habia llegado la hora del parto, la comadrona vino a la casa y sacó a Guillermo de la habitación, pues estaba tan nervioso que no podría ayudar en nada. Yo sudaba y apretaba la mandíbula, cada vez que venia una contracción y Doña Ester, que era la partera, me daba las indicaciones. Duré casi un día con aquellos dolores hasta que por in, llegada la noche, mi hijo vino al mundo.

Era un bebe grande y gordito, de tez rosada y cabello negro. Cuando por fin, se lo pasó a Guillermo, que habia entrado al cuarto, este lo vio entre maravillado y triste. Se dio cuenta que no se parecía en nada a él, por supuesto mi hijo era del maldito de Luís. Guillermo me miró y me pasó al pequeño, al que vi, con ternura y revisé, para asegurarme que estaba bien, cosa que constató Doña Ester. Ella se dirigió a mí y destapándome, apretó uno de mis pezones, observando que no salía leche, pero eso me dolió muchísimo, podría decir que más que el parto y así se lo hice saber:

Eli… tienes los pezones cerrados, hija mía… así no podrás amamantar al pequeño… Don Guillermo, debe usted conseguirle un tiraleche.

Y eso que es, Doña Ester?

Pues es un aparatito con el que se saca la leche y la pueden poner en un tetero, para dársela al bebé, hay que estimularlos para que empiecen a producir la leche que necesitará el bebé. Si tuviera esposo no habría problema

Y eso? Como así Doña Ester?

Pues porque el esposo habría el trabajo y en una semana mas o menos ya los pezones estarían bien… pero como eli no tiene, pues le tocará usar el tiraleche.

Me sentí muy triste por el mal comienzo, aunque el parto no habia sido tan duro como decían. Si habia dolido, pero el dolor no era constante, iba y venia y si respiraba pues este era menos fuerte, ya después se olvidaba una de eso, cuando le ponían al hijo entre los brazos y una lo miraba por primera vez.

Guillermo acompañó a Doña Ester a la puerta, le pagó y luego, regresó a mi lado. Me levantó y cambió la cama, acercó la cuna del pequeño y luego acostándome de nuevo, se tendió junto a mí:

No te preocupes, pequeña… yo me encargaré de tus pezones y veras como podrás alimentar al bebé.

Guillermo, no es tuyo

Ya lo se, Eli, no se parece en nada a nosotros

Yo guardaba la esperanza..

También yo, pero no importa. El no tiene la culpa y lo querré igual, Elisa, como si fuera mío.

Yo quiero tener tus hijos, Memo

Y yo que los tengas, Eli, ya será luego, cuando este pequeñín este mas grandecito.

Si, mi amor – respondí sonriéndole.

Guillermo fue a la farmacia del pueblo y compro algunas cosas, entre ellas una lata de leche materna, teteros, chupones y un aparato esterilizador, pañales desechables para recién nacido y otras cositas para el bebé. Pasó por casa de Doña Ester y le dijo que cuando podía ir, ella le preguntó si yo ya daba leche y Guillermo le contó que tenía las teticas a reventar, pero nada. Doña Ester busco otras hierbas y se las dio y le dijo que la mandara a avisar si con eso, la leche no salía, pues sería necesario entonces destapar los pezones. Guillermo la miró y no quiso ni preguntar, le agradeció y regreso a casa. Leyó las instrucciones de la preparación de la leche e hizo un poco para alimentar al bebe que lloraba desesperado, con aquello se tranquilizó aunque la carita la arrugaba por el disgusto de haber pasado hambre; yo lloraba de escucharlo y me desesperaba, así que continuaba con los masajes, sobre todo apretando mis pezones, tratando de hacer que la leche saliera.

Mas tarde, cuando ya el bebé se quedó dormido, cansado de tanto llorar y protestar a su manera, Guillermo se inclinó sobre mí y tomo una de mis teticas con su mano, la sopesó y luego comenzó a succionar el pezón suavemente. El dolor era insoportable y la leche no salía, succionó más fuerte y sin querer grité. El se detuvo y me miró, preguntándome:

Tanto te duele?

Si, Memo. Me duele mucho.

Pero ya escuchaste a Doña Ester, hay que hacerlo, para que puedas darle de comer a "nuestro" hijo.

Cuando escuché aquello, me estremecí y mirándolo, asentí, dispuesta a soportar lo que fuera, pues el gesto de mi hermano bien merecía cualquier sacrificio. Me ayudó a acostarme de lado y el también lo hizo, quedando de frente a mi; un poco mas abajo para quedar a la altura de mis teticas y comenzó a mamar de nuevo. Yo lo miraba y aguantaba, mordiéndome los labios mientras le acariciaba el cabello. El seguía succionando y de tanto en tanto, lamía mi pezón para relajarlo. Comenzaron a hincharse y las teticas crecían mucho, pues estaban llenas de leche que no tenía por donde salir.

Guillermo, me miraba preocupado, pues yo ya parecía una vaca de lo tetona que estaba y nada… Él fue a buscar a Doña Ester y le dijo que el tiraleche no servía, la señora meneo la cabeza en forma negativa y busco unas hierbas, que le dio a Guillermo y le dio las indicaciones que me hiciese unos fomentos con ellas; el asintió y regresó a casa. Preparó el agua y puso las hierbas y luego se fue al cuarto, en donde me encontró llorando, con las teticas tan hinchadas que tenia que sostenerlas sobre mis brazos doblados, pues pesaban demasiado. Me recostó de nuevo y con un pañito me puso el te de hierbas sobre cada tetica, alternando cada vez los pezones. Las amasaba con cuidado, haciendo que la leche se dirigiera hacia el pezón y lo pellizcaba suavemente unas veces y las otras los estiraba, buscando destapar el conducto.

Toda aquella maniobra me estaba desesperando, pues el dolor continuaba y no veía resultados. Cuando el agua se enfrió, Memo, comenzó otra vez a succionar pacientemente uno de mis pezones mientras seguía tocando y masajeando el otro. Al verlo de esa manera, dedicado a mis teticas, me comencé a calentar. Sentía como mi conchita latía adolorida y el palpitar de relejaba en mi culito que comenzaba a cerrarse y abrirse, pues si bien la leche no salía, Guillermo me mamaba las tetas de una manera maravillosa. Sin poder evitarlo, me recosté y llevé mi mano a mi entrepierna y comencé a tocarme el clítoris, tenía los ojos cerrados y gemía bajito. Guillermo se detuvo y me miro masturbarme y me dijo:

Eli… que haces?

Ay Memo, es que me pones caliente… verte y sentirte como me agarras las teticas, me excita hermanito

Pero, Elisa

Déjame… tu sigue si? Pero espera un momento, por favor.

Me giré un poco y saque el consolador, mostrándoselo y el rió, moviendo su cabeza, para decir:

-Estas loca y eras una calentoncita

  • La culpa es tuya que me lo haces tan rico, sigue Memo, si?

  • Si mi pequeña, claro que si

Guillermo volvió a concentrarse en mis teticas y en mis pezones, a sabiendas que yo me masturbaba deliciosamente sintiendo sus caricias, con ello –irremediablemente- su polla se fue levantando hasta no caberle dentro del pantalón, mientras yo me acariciaba el clítoris, pellizcándolo y tirando de él, excitándome y metiéndome el consolador, para satisfacerme… Mi hermano se detuvo, cuando vio que yo me encontraba concentrada dándome placer y se sentó a observarme, sin dejar de acariciar mis tetas que cada vez se ponían mas hinchadas y duras. Se colocó entre mis piernas y observó como me metía y sacaba el consolador, recorriendo mi cuquita y llevándolo hasta la entrada de mi culito, que ya palpitaba como si lo llamara… Mi hermano observaba todo, mientras se acariciaba la polla, había olvidado el trabajo sobre mis pezones y eso que no hacia ni siquiera 24 horas que yo había dado a luz al bebe. Se pegó de mi clítoris y comenzó a succionarlo, mientras se masturbaba, yo gemía y seguía metiéndome el consolador que cada vez entraba y salía más rápido. Guillermo me lo quitó de las manos y, separando mis labios vaginales, comenzó a pasarme la lengua a todo lo largo, suavizándola y acariciándola, pues estaba enrojecida por el parto.

Tomó el consolador y lo puso en la entrada de mi hoyito y lo metió un poquito, haciéndome gemir mas duro, mientras jadeaba como una perrita. Las últimas semanas del embarazo, no habíamos tenido sexo, limitándonos a acariciarnos lo que nos calentaba mas, nos dábamos placer con nuestras bocas, pero Memo no me penetraba, le daba miedo lastimar al niño, pero ahora ya no estaba el niño y el y yo, nos estábamos consumiendo por las ganas que teníamos de cogernos. Guillermo apartó el consolador y bajándose el pantalón se lo quitó, para luego quitarse la camiseta y quedar desnudo metido entre mis piernas, con la lengua tocándome el clítoris, metiéndose en mi cuevita húmeda y acariciándome el culito, tratando de entrar un poquito en el, pero sin hacerlo… me volvía loca. Se sentó en el sillón y me llevó con él, sentándome en sus piernas, mientras me abrazaba y yo sentí su polla en la entrada de mi conchita, que estaba ya llena de jugos y palpitando. Trate de sentarme sobre ella, pero Guillermo no me dejó:

No Eli, si cogemos ahora quedaras embarazada de nuevo y dentro de 9 meses estarás teniendo otro hijo.

Es verdad, pero es que te deseo tanto… Memo… ya no aguanto mas

Ni yo, princesa… necesito hacerte mía, necesito hundirme en ti y meterte toda mi polla que se siente a gusto rodeada de tu calor y tus juguitos

A mi me encanta que me la metas, Memo… te necesito tanto

Si, Eli… te voy a coger, preciosa, veras que rico sentirás

Me vas a coger por mi culito, Memo?

Si, pequeña… por allí no habrá peligro

Entonces hazlo… hazlo Memo, cógeme rico… hazme tuya

Si, Eli… mi Eli… claro que si

Me hizo levantar un poco y puso la cabeza gorda e hinchada de su pollota en la entrada de mi agujerito y yo me fui sentando sobre aquella verga gorda y dura poco a poco. El tiempo sin hacer nada, hizo que mi hoyito se estrechara, así que costó para que entrara, produciéndome dolor, como la primera vez que me lo habia hecho. El dolor se convirtió en placer y terminé clavándome contra aquella maravilla de polla que me estaba partiendo. Memo me sujetaba por la cintura y mamaba mis teticas, mordiendo los pezones mas fuerte, con lo que me hacia gemir. El dolor se mezclaba con las ganas que tenía de estar con Guillermo, y así se lo hacía saber, moviendo mi cadera de adelante a atrás, con lo que me frotaba fuerte contra su verga que ya tenia incrustada en mi culito. Cada vez que hacia aquello, Guillermo me mordía los pezones, haciéndome gritar, pidiéndole mas

Muérdeme, Memo… si, así… que rico… me encanta lo que me haces sentir

Estas rica, como siempre Eli… me encantan tus teticas… están grandes y duras… me fascinan

Son tuyas, hermanito… hazme lo que quieras, pero cogeme bien rico… dame duro… rómpeme el culito, gózalo

Si… esta apretado y caliente, siento como me la succionas con tu agujerito y eso me encanta

Se clavaba dentro de mi anito impulsando mi cadera hacia abajo, mi clítoris rozaba contra su vello púbico y eso me enloquecía mas. Subp. Mis piernas, agarrándolo con ellas, que pasé por su cintura para unir los pies a su espalda. Me apreté mas a él y sentí sus huevos duros y cargados, rozándome la conchita y eso me encantó. Memo seguía chupándome las teticas, concentrado en mis pezones que succionaba con mucha fuerza, casi parecía que me los quería arrancar, los retorcía con sus dientes y los estiraba, repitiendo aquello siempre, excitándome cada vez mas y moviéndose en mi culito, con lo que me había llevado casi a que me corriera. Se lo hice saber y empecé a moverme sobre aquella verga que parecía apunto de explotar como una poseída, solo quería sentirlo dentro de mi y quería que me llenara con su leche caliente, tenerla dentro de mi, llenándome:

Me voy a correr, Guillermo… dame más duro… mas… métemela toda… méteme tus huevos, mi amor y rómpeme el culito

Si… me corro Elisa… estas divina, tienes un culo apretado y delicioso, te lo voy a llenar con mi leche… toda para ti

Si, mi amor… llénamelo todo… dame tu verga Guillermo, rómpemelo, mi cielo… así… que rico

Me la metió hasta el fondo y sentí un chorro… dos chorros… tres y me llenó con su leche, yo exploté, llenado sus piernas con mis jugos que salían en grandes cantidades de mi cuquita, mojándole las piernas. Guillermo mordió mis pezones succionando duro después y su boca se llenó de una leche algo espesa y un poco amarilla, que le corrió por la barbilla. Se separó y miró, mientras yo tenia los ojos cerrados, disfrutando las sensaciones de la corrida fenomenal que estaba sintiendo, con el culito lleno de leche y la cuquita palpitándome, estremeciéndose con los orgasmos que se sucedían uno tras otro. Abrí los ojos y vi a Guillermo sonriendo y los chorros de leche saliendo de mis pezones que estaba hinchados y enrojecidos, él los lamía, pasaba su lengua sobre ellos, recogiendo la leche que manaba, empapándole el pecho. Apretaba mis teticas con sus manos, ordeñándome y recogía la leche con su boca, tragándola feliz.

Si polla estaba incrustada en mi culito, disminuyendo en tamaño, pero aun dentro de mi, yo me sostenía de él, mientras lo acariciaba y lo pegaba a mis teticas para que mamara… Suspiré y lo abracé, mientras le buscaba la boca y besándolo, sentí el sabor de mi propia leche que era algo dulzona.

Te gusta, mi amor?

Me encanta, quiero pegarme de tus teticas y dejártelas secas, mi Eli

Ah Guillermo lo harás, siempre que quieras, mi amor, pero luego de darle de comer al bebé.

Es deliciosa, me encanta

Y a mi me encanta verte pegado de ellas.

Clavó su polla semidormida en mi culito y yo lo abracé, oprimiendo mis teticas contra su pecho, lo que hizo que saliera mas leche y nos bañara a los dos. Me levantó despacio y con sus dedos masajéo mi hoyito, que estaba abierto y del cual brotaba su leche. Lo acarició y luego nos fuimos a bañar. En el baño se prendió de mis teticas de nuevo, mamando hasta cansarse, pero no disminuían en tamaño y mientras más mamaba mas leche parecía haber, eso lo alegró y me lo dijo, mientras me besaba la boca y su polla comenzaba a levantarse de nuevo.

Nos secamos y nos fuimos a la cama, allí nos acostamos y yo me metí su polla en la boca, mamándosela, pues también quería su leche… pero el sueño nos venció y nos quedamos dormidos, él con uno de mis pezones entre sus dedos y yo con su polla dentro de mi boca, como si fuera mi chupete

No respetamos la cuarentena, pues Guillermo no quería que mi leche se acabara, así que cuando le dije que estaba embarazada, se puso feliz. Nos cambiamos a otro pueblo, dejando al abuelo Sebastián encargado de las tierras y nosotros nos casamos. Ya tenemos 8 años viviendo como marido y mujer, tenemos 5 hijos, el último tiene 2 años. Todas las noches Guillermo llega de trabajar, juega con todos sus hijos y luego, ya en nuestra habitación, lo alimento con mi leche que desde hace ocho años, no ha dejado de salir de mis teticas. Mis hijos son grandísimos y fuertes, igual que su padre y durante el día se turnan para que su mamá los alimente… dicen que el calcio es imprescindible para el crecimiento de los niños. Por supuesto que yo me tomo mi lechita todas las noches y es deliciosa.

Hace poco nos cambiamos a la capital, por el futuro de los niños

  • Fin -