ELIGIENDO UNA CORBATA VII (La vida sigue)
Desenlace...
Anteriormente:
¡Eso mismo haré! Dijo Jacobo. La voy a llamar y le digo que no me caso, que te amo, y que no la quiero ni poquito… Y nos vamos para Aruba o París.
¡Quítenle el móvil! dijo mi padre, que en ese estado no razona… está demasiado sincero. Lo llevamos dentro, le dimos café comió, mucha agua, y cuando estuvo mejor dijo: ¿Estará bien que cancele la boda? En lo que él dice eso, suena un teléfono, era el de Jacobo. Es ella… dice.
¡Hola Bettina! ¿Cómo estás mi reina? ¿Cómo está mi futura esposa? Mauricio se levanta molesto de la silla, y le hace señas a Lalo de que lo siga, los veo y Lalo le da un cigarrillo. Ya va, dijo Jacobo, poniendo el móvil en alta voz ¿cómo dices? Y escuchamos cuando ella dijo: Jacobo, ya son seis años maravillosos, pero no quiero casarme, no dejo de amarte, te amo más de lo que mi corazón puede soportar, tanto que me duele, tal vez luego quedemos como amigos, pero no puedo seguir con lo del matrimonio cuando no me siento lista, si voy a estar casada, debo sentirme en capacidad de asumir ese compromiso, yo quiero conservarte, pero no te quiero como pareja, porque sé que no sabría cómo hacerte feliz, cuando estás conmigo lo pasas bien, el sexo es maravilloso siento que me amas como a nadie, pero cuando sales con Mauricio o el va con nosotros a cualquier paseo, eres el hombre más dichoso del mundo, tus ojos brillan, sonríes, y no quiero opacar ese brillo, espero sepas perdonarme. Podemos vernos, salir, de pronto tener sexo, viajar, sexualmente de pronto probar otras variantes, yo antes que tu llegaras a mi vida era virgen, recuerda, y no he estado con nadie más, como esposa no me sentiría capaz de probar hacer tríos ni nada de eso, pero como una amiga si, y quiero, sin tabúes, sin pena, sin prejuicios absurdos. Ya estoy hablando mucho, nos vemos la semana que viene. Besos. Está bien, besos, fue lo que alcanzó a decir Jacobo. Se sentó en una silla, las rodillas y las manos le temblaban, mi padre fue al cuarto, sacó una botella de ron añejo y le dijo: Unos tres dedos de un solo jalón, no borrará tus penas, pero mitigará el dolor, está aliñado con absento. Y Jacobo comenzó a reir… Jajajajajaja ¿en serio? ¡SAQUEN LA CHAMPAÑA! Esto hay que celebrarlo…
----o----
Empezamos a beber como si no hubiera mañana, como si el mundo no importara, mis papás se animaron nuevamente y dijeron: Bueno muchachos, ya pasó el drama, a quitarse la ropa y meterse en la piscina nuevamente, todos empezamos a desvestirnos menos Jacobo y Mauricio, este último le tomó la mano y le dijo: Quiero conversar contigo de algo, al ver la cara de perplejidad de Jacobo, que aún con el licor estaba un poco consciente y le dijo: ¿Qué es esto? ¿Todos se bañan desnudos? ¿Completamente desnudos?
Mientras entramos en la piscina, Mau le decía: Si, no hay por qué avergonzarse, sólo somos familia, un amigo muy cercano y tu, que eres mi novio.
¿Te refieres a Lalo? ¿El mismo Lalo que era novio de mi hermana Abril y que ahora le come la boca a tu papá?
Exactamente, no te asustes, que tu hasta hace unas horas te casabas…
Mauricio, debo confesarte algo, esto de verdad me pone muchísimo, pero me da pena, yo nunca he tenido sexo en grupo, no sé cómo hacer…
Tranquilo, deja que las cosas fluyan y ya verás… si te sientes incómodo cierras los ojos, respiras y deja que eso salga…
Pero… es que… estoy muy empalmado, demasiado, y siento que el más ínfimo roce me hará acabar, siento que va a estallar dentro de mis pantalones…
Jacobo no había terminado de decir eso cuando ya Mauricio estaba de rodillas saboreando su hermoso trozo de carne, circunciso, venoso y bastante grueso… dejó salir un gemido bastante profundo que a Mauricio le indicó que lo estaba llevando casi a punto de acabar, él sabía de cada uno de los gemidos y movimientos de su novio en cuanto al sexo se refiere… seguidamente Jaco tomó con ambas manos la cabeza de Mau y ahí supo que era inminente la corrida, sentía como si dentro de su boca hubiera un resorte que se contraía y estiraba, como queriendo lanzar más lejos cada disparo contó nueve en total, bebió cada gota con desenfreno, luego de tragar, le dio un beso en la boca y Jacobo lo sentó en la mesa, le abrió el pantalón, sacó eso que el tanto disfrutaba y empezó a comer como nunca antes, Mauricio gemía en cada movimiento de Jacobo, tanto que llamó nuestra atención, salimos todos de la piscina y entramos a la cocina, donde estaban.
Mi padre dijo: ¿Y estos tórtolos no piensan compartir con los demás? Entre él y Chué terminaron de desvestirlos, al ver el culo grande y peludo de Jacobo empezó a lamerlo, este contacto hizo que Jacobo cayera en cuenta de la situación, pero lejos de incomodarse, abrió las piernas, mientras seguía con la boca ocupada. Papá Eduardo se ubicó debajo de Jacobo y Chué, y vio que estaba empalmadísimo, el dijo: Este yerno mío como que no le sacaron bien la leche… A lo que Mau respondió: Sácasela pues… En ese mismo instante Jaco sintió una boca que se tragaba su verga completa… de una sola vez, lanzó un gemido y un resoplido por la nariz que hizo gemir a Mauricio. Papá Eduardo chupaba, lamía y disfrutaba muchísimo lo que hacía, y todos nos dimos cuenta porque estaba extremadamente erecto a lo que Lalo no desperdició segundo y se puso a “seguir el ejemplo de papá Eduardo, Lalo quedó a cuatro patas y vio su oportunidad, sin pensarlo dejó de jugar con la cueva peluda de Jaco y de una empaló a Lalo, que lanzó un grito de dolor… pero no demoró en convertirse en placer, cuando mi padre vio la cueva de Jacobo desprotegida y bien ensalivada dijo: Gracias hijo bello… y se sumergió en esa profundidad… Mau vio cómo su novio abrió los ojos a más no poder luego los cerró y dejó salir el aire… Estaba siguiendo su consejo al pie de la letra. Yo; por mi parte, me ubiqué tras de mi progenitor, y empecé a entrar en él… Me dijo: Hazlo de una vez, que estoy que le lleno el culo de leche… le clavé hasta donde no pude más y empecé a bombear, le apretaba los pezones, y él a Jaco… Lalo le metía cuatro dedos a papá Eduardo mientras se comía ese rabazo, esto era una locura… en eso mi papá escucha unos pasos, y al voltear dice: ¡Netico! ¡Faguelito! Pasen mis niños, y únanse a la fiesta… Neto se desnudó primero y comenzó a darle lamidas en el culo a Chué diciendo: ¡Que rico está esto! ¡Prueba Faguel! Faguel ya estaba desnudo y se puso en acción, demasiado rico, dijo, pero esto no hay que dejarlo en lamidas. Lo próximo que sintió Chué fue cómo se abría paso mi hermanito menor en sus entrañas, Chué se meneaba como nunca, su cuñado lo estaba llenando de carne… Cuando me percato, tengo a Neto detrás de mí y me dice: Empezaron sin mí, muérgano… y de un solo empujón entra, y sigue diciendo: Que rico culo, has llevado caña, me encanta… así seguimos todos hasta que fuimos acabando uno en las cavidad que ocupaba del otro...
Después de esa sesión ya eran las cuatro de la mañana, mi padre dijo: Bueno señores, todo ha estado excelente, pero ya necesito dormir… quien quiera dormir conmigo, que venga, quien no, que duerma con quien quiera…
Josué y yo nos acostamos en mi cuarto, uno que papá construyó para mi, de donde yo lo veía todas las noches cuando se acostaba, veía televisión hasta tarde, se masturbaba, acababa, se comía su lefa, y luego se acomodaba para dormir, ningún cuarto tenía puertas, lo de la privacidad estaba sobrevalorado en esa casa, y la regla siempre ha sido, si eres familia, amigo muy cercano o alguien especial para alguno de nosotros, puedes andar como te dé la gana, preferiblemente desnudo.
Papá Eduardo Neto y Faguel se fueron con mi padre, papá Eduardo le dijo a mi padre: Que bellos sobrinos tengo carajo… Uuuuuuffff…. Y siguen con hambre por lo que veo… aaaaahhhh mientras Neto le comía completa la polla a papá Eduardo, Faguel, a nuestro padre y éste a Neto. Josué me acariciaba el cabello y me dijo: Sentí celos en algunos momentos, sé que somos hermanos, pero celo a mi novio… yo me reí, y le dije: Yo también. En eso empezamos a besarnos y a acariciarnos, cuando sentimos a Lalo que estaba viéndonos desde el marco donde sería la puerta, y dijo: ¿Puedo estar con ustedes? Yo miré a Chué y dijo: Si. Se metió entre nosotros y dijo: Quiero probar algo que nunca he conseguido hacer… Chué le preguntó: ¿Meterte la torre Eiffel por el culo? Los tres reimos… No, no es eso, dijo Edgardo, quiero que me hagan una doble penetración… y que sean ustedes… nos miramos y dije: Bueno, si eso quieres, luego no te quejes… Yo me acomodé sentado en la cama, con la espalda recostada en las almohadas, y él se fue sentando en mi palo, cuando estuvo dentro todo empezó Chué a meterle el suyo, Lalo sentía dolor, le salieron lágrimas, pero no protestó… él mismo se movía de arriba hacia abajo, sin parar, nuestras pollas se rozaban dentro suyo, no parábamos de gemir y disfrutar… era lo máximo…llegó un momento en que Lalo dijo: Voy a acaaaaaaaaaaaaa….. y lanzó disparos que llegaron a mi cara, los lamí, los tragué, y lo besé, luego Josué lo besó también y acabó dentro de Lalo, en seguida acabé yo al sentir el lefero de mi hermano dentro de ese culo
Los tórtolos, por su parte, estaban teniendo su luna de miel.
Todos caímos profundamente dormidos, al despertar, cada quien retomó su vida… trabajo, estudios, etcétera… acordamos vernos el próximo fin de semana, y así sucedió, un fin de semana tras otro. De vez en cuando íbamos Chué y yo a casa de mi padre, pasábamos la tarde y algunas noches con él entre semana.
Un día llegamos y no estaba, vimos una nota en el refrigerador que decía: Mis amores, fui al hospital, tengo cita con el Dr. Urrieta, siéntanse en casa, besos… Ricardo. 9:40 a.m. vi el reloj de mi móvil y eran las 5:35 p.m. le dije a Chué: Creo que algo no está bien… Y… ¿Qué podemos hacer? ¿Quieres ir a buscarlo? ¿Le digo a los demás?, me preguntó. Sí, llámalos y mientras, vamos en camino. Tomé las llaves del auto y conduje hacia el hospital, llegamos a la recepción, preguntamos cuál era el consultorio del Dr. Urrieta; la enfermera nos indicó que debíamos tomar el ascensor del ala este, quinto piso, cuarto consultorio a la izquierda, en el área de oncología. Yo miré a Chué y él me dijo: Ve, yo espero a los demás.
Llegué al consultorio y pregunté a la secretaria si el Dr. Urrieta estaba atendiendo algún paciente, me dijo que sí, que un señor que tiene un cáncer terminal, que tomara asiento, ya debía salir. Yo rezaba para que no fuera cierto, para que todo fuera un mal sueño, cuando veo que sale un señor de unos setenta y algo de años y dice: Marina, por favor, dale de alta, ya está fuera de peligro, afortunadamente el tratamiento fue exitoso.
Terminando el Dr. de hablar con su secretaria, veo salir a mi papá, ya yo tenía los ojos llenos de lágrimas, lo abracé y le dije: Viejo necio, me pegaste un susto. Mi padre me abrazó y me dijo: No quería que supieras, pero ya lo sabes, al salir del consultorio estaba toda la tropa esperando. Papá Eduardo le dijo: ¿Entonces? ¿Te nos mueres? ¿O seguimos haciendo que el cielo espere sentado por ti? Mi padre se rió y dijo: Que el cielo espere sentado. Todos reíamos, más relajados. Fuimos a un restaurante a comer paella, papá Eduardo dijo: ¿Ves esa foto de unos críos en uniforme de futbol? Yo asentí. Somos, prosiguió, tu padre y yo, teníamos unos nueve años, máximo diez… jajajajaja ¿vas a seguir quitándote edad? Rió mi padre… tú tenías catorce, yo once, así la conversación giró en torno a sus aventuras de muchachos, cuando los agarró una vecina y les dio una zurra por robarle los huevos de sus gallinas, cuando le echaron azúcar en el tanque de gasolina de un camión de un viejo porque no los quiso llevar al río, etcétera… fue un rato muy agradable en realidad. De pronto dijo mi padre: Ojalá Gloria y Alicia estuvieran aquí, sería un momento perfecto. Su mirada se opacó y de sus ojos brotaron sendas lágrimas. Le dimos un abrazo de grupo y el viejo terco dijo: ¡YA! ¡Sin mariconadas! Todos nos echamos a reir.
Esa noche fuimos todos a casa de mi padre… Estuvimos compartiendo más recuerdos, historias, y en medio de todo eso me dijo: Príncipe, estoy cansado, ¿me acompañas al cuarto? Sin responder me levanté de la silla, al ver que nos retirábamos todos dijeron entre risas: ¿Quieren compañía o se bastan ustedes solos? Mi padre, sonreído dijo: Déjennos un rato a solas… y guiñó un ojo, las risas se seguían escuchando de fondo mientras caminábamos hacia la recámara. Papá me tomó de la mano muy fuerte, lo sentí desvanecerse por un instante. Lo atajé, y cuando iba a pedir ayuda me dijo: Shhhh… Déjalos reir y disfrutar, vamos, entremos al cuarto. Lo ayudé a acostarse en la cama, lo sentía débil, cansado, ese oso imponente era un viejecito sesentón en ese momento, me vio a los ojos, y me dijo: Príncipe, desde hace más de quince años he luchado contra un cáncer, tuvo sus etapas, hizo metástasis, se retrajo, empezó en un riñón, no se tenía noticias desde la última vez que retrajo, pero hace un mes está en el cerebro, el Dr. Urrieta me dio los resultados y ya lo que me queda es escasos días de vida. Yo le dije que si había manera de ahorrarme sufrimiento y me dijo que si, pero que necesitaba mi firma, me dio un medicamento que poco a poco irá durmiendo mi cuerpo, ya no tengo sensaciones, pero sí emociones. Sólo quiero una cosa… Un abrazo de mi príncipe… Para ir en paz.
Yo ya estaba vuelto un mar de lágrimas, ¿cómo decirle no? Lo abracé tan fuerte como pude, y en ese momento me dijo: Hijo bello, mi príncipe, mi tesoro… Siempre te amáré…
…
…
…
¡Nooooooooooooooooooooooooooooooo! Fue lo único que salió de mi pecho en ese momento… No te vayas papito, no te vayas…. Lloraba como un crío indefenso… Todos llegaron al cuarto papá Eduardo me abrazó y me dijo: Tranquilo nené… Tranquilo, no estás solo, nos tienes a nosotros. Vi a mis hermanos, desconcertados, abrazando a nuestro padre, queriendo hacerlo despertar, pero ya no era posible. Dormía, profundamente, eternamente…
Pasaron los días del funeral, poco a poco fuimos llevando la carga de la pérdida hasta encontrar resignación y paz…
Pasaron los años, ocho, para ser exactos, yo estaba en casa, con mi esposa, y mis gemelos: Ricardo Eduardo y Eduardo Ricardo, cuando me llama Mauricio, desconsolado… ¿Fonzo chicletas? Dime Madizio cornetas, ¿qué pasó? Fonzo… papá… y rompió en llanto… yo también al oírlo llorar, ya vamos para allá, fue lo que le pude decir. Llegamos a casa de papá Eduardo, Ninfa, mi esposa, le dijo a Josué y a Mauricio: Lo siento mucho cuñados… Saludé a Jacobo y su esposa, Rita, y vi a Adrián Mauricio, en el cochecito, lo levanté, y al tenerlo en mis brazos me tocó la nariz, casi lloro de la emoción uno de mis sobrinos bellos. Al rato llegaron Neto Eto, Faguel y Lalo. Cada uno con su esposa y sus hijos, cuando estábamos conversando y ya Chué y Madizio estaban más calmados se abrió la puerta y vimos como si de papá Eduardo hubieran hecho un clon, era Salomón, el hermano menor de Josué y Mauricio, también destrozado en llanto. Conversamos, llegamos a conversar de los embarazos, que cada uno debía tener tres críos, Ninfa dijo: Pues, yo les tengo una noticia… y sacó una foto de un ecosonograma de la cartera, y mejor todavía, siguió… ¡Es niño! Todos la abrazaron, Mercedes y Carlota las esposas de Neto Eto y Faguel dijeron: Pues nosotras ya estamos en eso… miren… Mercedes esperaba trillizos y Carlota mellizos, Eugenia, la esposa de Lalo dijo: Pues queridos, aquí están mis tres tesoros… Rita dijo: Pues di de noticias y tesoros vamos, digamos que… bueno… ¡tengo dos panes en el horno! Jacobo la levantó lleno de felicidad. Las horas transcurrieron lentamente, entre copas, comida, recuerdos, historias, algunas de las que nuestras esposas no sabrán, pero que esperamos con ansias que nuestros hijos crezcan, para contarles, las historias de lo que sucedió durante años en compañía de nuestros padres, la casa de mi padre la conservo, todos los fines de semana, se convierte en “la cueva de los osos”, donde todos vamos y nos reunimos, ya es una tradición de los hombres de la familia reunirse en la cueva de los osos mínimo una vez a la semana, sólo nosotros, como aquel fin de semana.
Pasamos la noche entera en esa casa, en la de papá Ricardo, ahora de Mauricio, que de niños fue nuestro patio de juegos, y donde un viernes, por la tarde, inició una historia, eligiendo una corbata.