Eligiendo una corbata vi
(Cosas de las que uno se entera) Verdades crudas e inimaginables
Anteriormente:
Mi padre pellizcaba mis tetillas, retorcía mis pezones, como si quisiera arrancármelos, yo, en otras circunstancias, habría propinado un golpe en la quijada a quien me hiciera eso, pero con mi padre, sobre todo con él, no podía hacerlo, sólo lo disfrutaba, y mucho. Estar de esa manera, sumando lo visual, para mí era la gloria, me sentía unido a mi padre por una nueva especie de cordón umbilical, de donde no era yo, sino el, quien iba a recibir alimento, uno que llevo mucho tiempo cocinando para su disfrute y por fin va a comerlo, a mi mente viene el recuerdo de cuando cumplí diez y seis años y ya me iba a la universidad, me dijo: Hijo, ya eres todo un hombre, aunque en edad sigues siendo un niño, y de estatura eres un pequeñajo, me encanta que ya te vayas a abrirte paso en el mundo de los hombres. Pero antes quiero darte un regalo… bajó mis pantalones, mis bóxers pasó sus manos por mi abdomen, descendió hasta agarrar mi tronco que empezaba a ponerse erguido, jugó con mis canicas, como si las quisiera hacer sonar, como esas esferas de meditación, esto hizo que un líquido viscoso y trasparente manara de mí, el lo lamió, y poco a poco introdujo de donde había brotado en su boca, hasta su garganta, como buscando más y más de eso que le había gustado.
En eso pensaba cuando de pronto sentí un sacudón que me venía desde los pies, como si me hubieran proporcionado una descarga eléctrica que casi me achicharraba, y agarré la cabeza de mi padre y la halé hacia mí…. Una, otra, y otra vez fui vaciando todo lo que sentía por él en su garganta… Dios, que sensación tan placentera, la verdad, si en este momento llegara a morir, moriría feliz… sentía mi cuerpo entero contraerse, convulsionar, como si fuera a salir disparado a la luna… que delicia…
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Al terminar de vaciar mi atol en la boca golosa de mi padre, papá Eduardo se dirigió por la parte de fuera de la piscina a donde estaba yo, sin vacilar colocó en mis labios ese caramelo exquisito que ansiaba desde hace rato degustar…. Por cuestiones de altura dobló sus rodillas hasta quedar bien nivelado respecto de mi boca, la punta caliente entraba y salía lentamente de mis labios que estaban fríos, el quiso ponerse más cómodo y me fue llevando lentamente hasta quedar acostado sobre mi espalda.
La posición en cuclillas de papá Eduardo no era la más estable, por lo que tuvo que apoyar sus manos en el césped, a la altura de mis hombros, aproximadamente, quedando con las caderas un poco levantadas y bastante expuesto, como presa que espera un depredador… el roce de los vellos de sus muslos contra mi pecho me encantaba, y sentir su escroto golpeando mi quijada estaba a punto de hacer que perdiera lo poquísimo que quedaba en mi de cordura. Mis ojos estaban cerrados, pero no el resto de mis sentidos, escuchaba los gemidos alrededor nuestro, como si salieran de dentro de mi cabeza, sentía el calor de cada cuerpo, el roce de cada piel, las emociones que se entremezclaban, si algún productor de cine porno se hubiera ubicado estratégicamente, habría podido vender la cinta sin problemas y con mucho éxito… yo deslizaba mis dedos por el pecho de papá Eduardo, cuando siento que se sientan sobre mi abdomen, no apoyándose del todo, reconozco esas nalgas, esos vellos, abro los ojos, era mi papá, Ricardo, que también jugaba con el pecho de su amigo, su hermano, su compadre, su cómplice.
Ricardo y Eduardo se criaron en un barrio de estrato bajo, realmente, sus padres llegaron como invasores a unos terrenos sin dueño, hicieron unas viviendas improvisadas con cartón y láminas de zinc, ahí fueron creciendo como más que amigos, como hermanos, y viendo cómo las barracas se iban convirtiendo en casas, el barrio pobre se iba volviendo un urbanismo de más nivel, poco a poco; durante su infancia y adolescencia jugaban mucho baloncesto, futbol, en canchas improvisadas, las canchas de fútbol eran “portátiles” cualquier calle servía, siempre y cuando se colocaran dos ladrillos en cada extremo, a manera de portería, las de baloncesto eran los postes del tendido eléctrico, donde amarraban con alambre alguna cesta desfondada que servía perfectamente para el propósito designado y se iban a nadar a una piscina cerca del barrio, tuvieron muchísimas conquistas, algunas de las cuales dejaron gratos recuerdos, otras cicatrices, pero el cariño de ellos siempre se mantuvo como algo especial. Entre esas conquistas llegaron para quedarse Gloria y Alicia. De Ricardo y Gloria, mis padres, nacimos: Ernesto Roberto (Neto Eto), Alfonso José (Fonzo cornetas, por las orejas, según…), y Fabiano Miguel (Faguel), de los hijos de Eduardo y Alicia ya conocen a Chué y Madizio, pero hay uno menor, Salomón… Hace muchos años no sé de él… “casualmente” cada parto fue como gemelo el uno con el otro, ambas madres se embarazaron al mismo tiempo, ambas tuvieron su primer hijo por cesárea, ambas parieron a los otros dos naturalmente, y con el ultimo ambas “cerraron fábrica”. Dato curioso, ellas se intercambiaban los hijos para amamantarlos, si Alicia terminaba de amamantar a Chué, se lo pasaba a Gloria y ella le pasaba a Neto. En realidad siempre fuimos una sola familia y muy unida.
Ricardo entonces empieza a deslizar sus dedos entre la raja de su mejor amigo, le susurra algo al oído, este se acomoda quedando a cuatro patas, bueno, realmente cinco, porque la otra entraba y salía de mi boca como un pistón, y escucho un quejido… mis papás se estaban dando amor uno al otro y yo estaba que recibía los jugos de uno de ellos, que rico se sentía. Escucho unos pasos acercarse y veo a Lalo que se pone como a caballo, sin sentarse, sobre papá Eduardo de frente a mi papá, mi papá toma la carne de Lalo y empieza a lamer, cuando estuvo dura empezó a comer como si su vida dependiera de ello, Chué viendo eso le dice a Madizio: Vamos… Madizio se ubica tras Lalo, acaricia su pecho, besa su cuello, se estruja contra las nalgas de Lalo con delicadeza, muy sutilmente, haciendo que este abra las piernas más para facilitar el acceso Mau agarra saliva y la coloca en su glande, mientras, en el otro lado de la ecuación, Chué iba urgando en las cavidades de mi progenitor… Que situación tan deliciosa, el alternaba entre mi padre, y yo, me daba chupetones exquisitos cuando dejaba de lamer a mi papá. Cuando Chué vio que ya esa entrada relucía de saliva, entró suavemente en mi padre, haciendo que se quejara un poco, con la boca llena del salami de Lalo, el cual sintió un cosquilleo que lo hizo retroceder y engullir el palo de Mauricio por completo. Mauricio suspiró y empezó a darle suavemente al principio. Chué se había acomodado de manera que mi glande tocaba su puerta, en una de esas “acomodándome” ingresé en él, exquisito es poco, el hombre que amas, con quien perdiste tu virginidad, que sabes que te ama y que hace poco fuiste el primero que lo penetró en su vida, eso no tiene definición en el diccionario de ningún idioma.
Luego de un rato, exactamente no sé cuánto, porque para mí han sido años enteros los que hemos pasado todos juntos, escucho a Eduardo decir: Ahí te va el jugo de papi hijito, prepárate… y sentí su simiente llenar mi boca y deslizar por mi garganta gota a gota, seguidamente oigo a Lalo decir: Bebe papaíto, bebe mi leche… y Mauricio responde, y tu recibe la mia dentro… Chué sólo llegó a rugir: Aaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrghhhhhh cuando explotó dentro de mi padre, y al sentir sus contracciones me vacié dentro de él, otra vez… No sé qué nos pasó, pero como piedras de dominó fuimos cayendo… uno junto al otro, nos quedamos un rato en silencio, viendo el cielo en eso estábamos cuando escuchamos un teléfono sonar era el de mi padre, Eduardo le dice: Anda, atiende, puede ser importante…
Mi padre coge el móvil, lo mira y me dice: Príncipe, ¿cómo es que se llama el amigo de ustedes que se casa? ¿Jacobo? Y yo le dije: Si… ¿Por qué? A lo que él me respondió: Ven a ver… Leí el mensaje y decía: Hola Señor, soy Jacobo, un amigo de sus hijos, ¿será que están con Ud.? He tratado de contactarlos, desde ayer, pero ha sido complicado, ¿pueden venir a mi despedida de soltero? Sería grata su compañía. Yo le dije a mi padre: ¿Me permites responder? El sonrió y me dijo: Adelante, lo mío es todo tuyo, así como lo tuyo es todo mío.
Ni corto ni perezoso tomé el móvil y le escribí: Jaco, tengo el móvil descargado, vente con quienes estés a casa de mi padre, aquí estamos un grupo pequeño, pero ameno. Él me respondió: Está bien, Pedro, mi padrino, me trajo a un bar de streepers, pero no es la despedida que yo quería. Dame la dirección y llego. Le di la dirección, luego le dije a todos: Señores, viene Jacobo… Quiere tener su despedida de soltero con nosotros.
Mauricio hizo una sonrisa que se convirtió en mueca, y dijo: Espera, su boda es mañana… ¿No se supone que debería estar en su despedida? Y a todas estas, ¿le dijiste que yo estoy aquí?
No, le dije que había un grupo pequeño, pero ameno. Y está en un bar de streepers, pero no le agrada, ¿qué mejor despedida que con sus amigos de toda la vida?
¿Y con su ex? Agregó Mauricio. Creo que los ojos de todos parecían huevos fritos ante las palabras de Mauricio, no sólo éramos amigos, éramos hermanos, nos criamos juntos, somos familia, ¿y Mauricio nunca habló del tema?
Papá Eduardo rompe el silencio diciendo: Bueno, a ducharse y vestirse que hay que recibir a mi yerno que nunca conocí como tal… Todos reímos y fuimos a asearnos y vestirnos, bueno, todos reíamos menos Mauricio. Cuando nos vestíamos lo vi algo cabizbajo, lo abracé y le dije: Tontuelo, me hubieras dicho, ni aceptaba la invitación. A lo que él me preguntó: ¿Recuerdas cuando nos vimos en casa? Ese día nos íbamos de viaje a Aruba, yo había ahorrado todo un año, había comprado los pasajes, él había hecho la reservación, ya teníamos todo listo, y fue cuando me dijo: Me caso el domingo y no quiero que sigas rondando en mi mente como un recuerdo de mi doble vida. Yo puedo pagarte los pasajes si quieres, pero prefiero usarlos de luna de miel con mi esposa, que seguir prolongando esta agonía, algún día lo que inicia termina Mauricio, y ya seis años maravillosos llegaron a su final, pero quiero casarme, no dejo de amarte, te amo más de lo que mi corazón desea soportar, tanto que me duele, sigue en pie lo de ser compadres, pero no puedo seguir permitiendo que seas mi novio, si voy a estar casado, ni tu ni ella se merecen eso, yo no me lo merezco.
Casi lloro al escuchar a mi hermano, Eduardo lo abrazó y le dijo a mi padre: ¿Historias que se repiten? Mi padre levantó las cejas, suspiró y abrazó a esos dos hombres que tanto amaba. Luego nos sumamos Chué, Lalo y yo… En eso estábamos cuando llegó un mensaje al móvil de mi padre: Creo que estoy en su calle, ¿puede Alfonso salir para saber cuál es la casa? Mi padre me dijo: Coge las llaves y ve a buscarle, yo miré a Mau y le dije: Lávate la cara, tranquilo. Salí con emociones revueltas, vi su carro acercarse y le hice señas. El muy guarro tocó la bocina estruendosamente, se apeó con unas bolsas llenas de cajetillas de cigarrillos, vodka, whiskey del barato, ron, y aguardiente, dejó las bolsas en la acera y me abrazó eufórico: ¡Hermano! Me dijo. Venga un abrazo… lo abracé y para mis adentros dije: Está tan borracho que ama hasta las piedras del camino. Le di la bienvenida y entramos a la casa.
El primero en cruzarse en nuestro camino fue Lalo que había salido al jardín a fumar: ¡Jacobo Samuel Fuentes Arrentia! ¿Estás un poquito alegre?
Jajajajaja… Rió Jacobo. ¿Y cómo no estarlo Lalito? Si mañana me caso con la mujer que amo, la que será la madre de mis hijos y con la que seré… guardó silencio, ya todos, menos Mauricio, estaban en el jardín, ¿serás…? Le dijo Chué… Si, seré… continuó Jacobo, seré el hombre más dichoso del mundo, el más feliz, el más amante de su mujer, el mejor padre, el más comprensivo, fiel y sincero… ante ella, la familia y la sociedad… Sólo ante ellos… Pero Dios sabe… ¡Dios SABE! Y rompiendo a llorar dijo: Que me caso sin amor, que no la amo de verdad, que mi corazón tiene nombre y apellido, que ella no figura por ningún lado, que yo amé desesperadamente cada uno de los defectos y virtudes de alguien, que ese alguien… ese alguien… me hizo tanto bien, y yo le di una patada de burro, porque como un burro actué, porque decidí sacarle de mi vida, siendo que yo quería pasarla al lado suyo… pero soy un estúpido, no supe ser sincero, cedí ante las presiones: Tienes que casarte, tener hijos, para que seas un hombre completo… Cuando esa persona me hacía sentir pleno, amado, comprendido, y le dije adiós, yo lo quiero, lo amo, y quiero que esté conmigo a cada instante de mi vida pero tomé malas decisiones… Y entonces… mañana me caso con la mujer con la que seré inmensamente infeliz…
Las caras de perplejidad no eran normales en absoluto, en eso habló Mauricio que estaba detrás de mi padre y Chué, tras salir de su escondite, le tomó el rostro con ambas manos y le dijo: Yo sabía que no era amor por ella lo que sentías, pero me pediste que me apartara y lo hice, no he dejado de amarte, seis años no se borran así de fácil, estoy dispuesto a seguir a tu lado, pero debes sincerar tus sentimientos, sólo así evitarás lágrimas futuras.
¡Eso mismo haré! Dijo Jacobo. La voy a llamar y le digo que no me caso, que te amo, y que no la quiero ni poquito… Y nos vamos para Aruba o París.
¡Quítenle el móvil! dijo mi padre, que en ese estado no razona… está demasiado sincero. Lo llevamos dentro, le dimos café comió, mucha agua, y cuando estuvo mejor dijo: ¿Estará bien que cancele la boda? En lo que él dice eso, suena un teléfono, era el de Jacobo. Es ella… dice.
¡Hola Bettina! ¿Cómo estás mi reina? ¿Cómo está mi futura esposa? Mauricio se levanta molesto de la silla, y le hace señas a Lalo de que lo siga, los veo y Lalo le da un cigarrillo. Ya va, dijo Jacobo, poniendo el móvil en alta voz ¿cómo dices? Y escuchamos cuando ella dijo: Jacobo, ya son seis años maravillosos, pero no quiero casarme, no dejo de amarte, te amo más de lo que mi corazón puede soportar, tanto que me duele, tal vez luego quedemos como amigos, pero no puedo seguir con lo del matrimonio cuando no me siento lista, si voy a estar casada, debo sentirme en capacidad de asumir ese compromiso, yo quiero conservarte, pero no te quiero como pareja, porque sé que no sabría cómo hacerte feliz, cuando estás conmigo lo pasas bien, el sexo es maravilloso siento que me amas como a nadie, pero cuando sales con Mauricio o el va con nosotros a cualquier paseo, eres el hombre más dichoso del mundo, tus ojos brillan, sonríes, y no quiero opacar ese brillo, espero sepas perdonarme. Podemos vernos, salir, de pronto tener sexo, viajar, sexualmente de pronto probar otras variantes, yo antes que tu llegaras a mi vida era virgen, recuerda, y no he estado con nadie más, como esposa no me sentiría capaz de probar hacer tríos ni nada de eso, pero como una amiga si, y quiero, sin tabúes, sin pena, sin prejuicios absurdos. Ya estoy hablando mucho, nos vemos la semana que viene. Besos. Está bien, besos, fue lo que alcanzó a decir Jacobo. Se sentó en una silla, las rodillas y las manos le temblaban, mi padre fue al cuarto, sacó una botella de ron añejo y le dijo: Unos tres dedos de un solo jalón, no borrará tus penas, pero mitigará el dolor, está aliñado con absento. Y Jacobo comenzó a reir… Jajajajajaja ¿en serio? ¡SAQUEN LA CHAMPAÑA! Esto hay que celebrarlo…