ELIGIENDO UNA CORBATA III (La bienvenida)

Mauricio gimió, pero lo hizo de tal manera, aún teniendo su boca llena conmigo, que me hizo volver a acabar con la vibración, y a su padre lo hizo explotar y rugir de placer, al igual que a mí me hizo rugir, pero fuera de la habitación se oyó un tercer rugido

Anteriormente…

Papá Eduardo se había puesto a rodillas detrás de Mauricio que tenía las nalgas al aire completamente, esperando que alguien se apiadara de ellas y las llenara, desde donde estaba vi como papá se escupía la mano, y lubricaba con su saliva su miembro, para luego colocarlo en la puerta del placer de su hijo, su hijo amado, su hijo más consentido, el que más se le parecía. Poco a poco fue entrando, y Mauricio iba disfrutando esa invasión deseada desde hace años, Mau abrió con sus dos manos sus nalgas para que su papá entrara completo en su ser, quería que lo poseyera, que lo llenara, que lo hiciera suyo, que bien se sentía…

Poco a poco fue ganando terreno, no era fácil, por el grosor y la cabeza en forma de champiñón que tampoco era fácil de introducir pero que una vez dentro, aseguraba un placer extremo, por la cara de mi hermano bello, se veía feliz de estar siendo sodomizado por su progenitor, y su padre le daba ese regalo que tanto deseaba darle hace años, su amor desde la forma más pura, viendo todo eso le dije a Mauricio: Hermanito, casi voy a acabar, ¿vas a tomarte mi leche? El sólo asintió con la cabeza y no pude más sino explotar… Uno, dos, tres, cuatro disparos en su boca, buscando su garganta… demasiado rico. Al mismo tiempo papá Eduardo le decía: Hijo, voy a llenarte ahora el culo con mi simiente, ¿quieres sentirlo? Mauricio gimió, pero lo hizo de tal manera, aún teniendo su boca llena conmigo, que me hizo volver a acabar con la vibración, y a su padre lo hizo explotar y rugir de placer, al igual que a mí me hizo rugir, pero fuera de la habitación se oyó un tercer rugido…

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...Papá Eduardo me vio a los ojos, como buscando saber si yo había oído por casualidad lo mismo que él, Mau aún estaba en el nirvana donde lo habíamos catapultado su padre y yo, no quisimos perturbar su éxtasis, y mientras él seguía tragando mis últimos disparos que estaban en su boca aún, yo me acomodaba para devolverle el favor y papá Eduardo sigilosamente salía de su nené, de la cama, y hasta del cuarto…

Mauricio pareció no percatarse, estaba recibiendo placer muy rico, no es porque sea yo, pero eso de comer chorizos se me da muy bien… Y mejor si son de carne de macho. Se escuchó un ruido como un sobresalto fuera de la habitación, en ese preciso momento, degustaba yo la miel que manaba de Mauricio, dulce y caliente, espesa, como la de papá Eduardo, que ricura… Recuerdo cuando una noche me escabullí en su cama en un viaje de playa que hicimos cuando yo tenía unos siete años, quedamos todos en la misma habitación, y yo me metí en su cama, el me dejó acomodar, me fui a su barriga, y seguí buscando acomodo, hasta encontrarme con su entrepierna, y aquello que para mi parecía un biberón de carne, me mantuvo entretenido un buen rato, mientras el dormía plácidamente, o eso creía yo.

El sobresalto se convirtió en un saludo caluroso y hasta alegre, y ¿cuál fue nuestra sorpresa? cuando entra papá Eduardo con Josué, su hijo mayor… ya de  veintiocho años, todo un hombretón, muy guapo, del tipo de hombre que no es que se cuida en un gimnasio y se obsesiona por las pesas, pero tampoco es que se descuida y se pone a engordar como cerdo para diciembre. No sé si he sido lo suficientemente claro, lo que sí, es que el pelero que le salía del pecho me hizo volver a excitarme, que rico debe oler, y más si está sudado como lo veo. Se le notaba un bulto interesante bajo el cierre del pantalón, un bulto que yo conozco muy bien de cuando hice aquella acampada con él en el patio, recuerdo el olor de su escroto, el de sus vellos que rozaban mi nariz, el olor que emanaba de entre sus nalgas, cuando introduje si lengua en ese lugar tan maravilloso que desde aquella vez no ha dejado de volverme loco de remate tan sólo de pensarlo…

Chué, así le decimos a Josué porque según, de pequeño, no pronunciaba bien su nombre y eso era lo que medio balbuceaba, vio la escena y dijo: ¡Que rico lo pasan mis hermanitos! ¿Será que puedo unirme a ustedes? Mauricio, aún con restos de mi jugo en la boca le dice que si, y lo saluda poniéndose de rodillas en la cama, abrazándolo, y besándole en la boca, eché un vistazo papá Eduardo estaba más empalmado que nunca, yo me le acerqué y fui a abrazarlo, el me agarró de la cara y me estampó un beso, pero un beso casi como si fuera una fiera en celo, como si quisiera devorarme, y me tiró de espaldas a la cama, lo siguiente que sentí fue el hongo de su cabezota tratando de abrirse paso en mi interior, ufffffffffff… dale papá, dame ese hongo grandote, dámelo… pensaba yo, pero mi cuerpo acompañaba a la perfección ese mensaje, y yo sólo guardaba silencio y lo observaba con complicidad.

Estando dentro de mí se volteó a ver a sus hijos, Mau le lamía las tetillas a Chué, a medida que le quitaba camisa, cinturón, dejaba caer el pantalón, hasta los tobillos y Chué se quitaba los zapatos y ayudaba que bajaran sus calzoncillos, siempre los usaba muy holgados, nunca ha podido utilizar de los que se pegan al cuerpo, porque dice que le cortan la circulación.

En un decir amén estábamos los cuatro en la cama, desnudos, demostrándonos cariño, papá Eduardo veía a sus hijos jugar y se inspiraba más y más, estando dentro de mí empezó a acelerar a un ritmo casi enloquecedor, yo sentía como apenas entraba salía completo y todo el champiñón entraba y salía completo de mi, sin bajar, por el contrario, incrementando casi que exponencialmente el ritmo de sus embestidas.

Cuando Josué comenzó a chupar el glande de su hermano, y a jugar con su escroto, con su pulgar, mientras, ensalivaba su dedo medio e índice y los metía en su ano poco  a poco, hasta que los tuvo dentro por completo, yo estuve a punto de vaciarme sin tocarme, con el gran champiñón dentro, que ahora se movía más pausadamente, como queriendo disfrutar mucho más. De pronto sentí como se ensanchaba dentro de mí y papá Eduardo me dijo: Foncho, voy a llenarte el culo de leche,,, y así sentí como se contraía y disparaba como a presión una y otra vez, conté unos cinco chorros que me llenaron bastante de leche.

Al mismo tiempo yo acababa sintiendo eso que, para ser sincero, me hacía alucinar. Mientras, Chué ya ocupaba el interior de su hermanito, quien lo recibía gustoso, y se movía acompasado, estaba ya lubricado por el padre, los restos del amor del padre que quedaron atrapados bien dentro de Mau, y Chué pareció notarlo… Viejo, le dijo a su papá, ¿te has corrido dentro de Mau? A lo que el padre dijo: Si, así como acabo de hacerlo con Fonchito. ¿Por qué? ¿Te desagrada la sensación? Jajajajajaja… para nada papá, respondió Josué quien prosiguió, sabes lo mucho que me gusta que me ayudes con las tareas, y se siente demasiado lleno y caliente, ufffffff creo que me voy a vaciar, ufffffff ahí te va Madizio chicletas, toda la leche que te he tenido reservada… ufffffffff---

Después nos quedamos los cuatro como si el mundo se hubiera detenido, como si nada pasara fuera de la habitación, vi el reloj y ya pasaba media noche, papá Eduardo propuso una ducha con sus nenés para luego irnos a dormir, fuimos los cuatro a darnos ese duchazo, Josué me enjabonaba la espalda, mientras yo le enjabonaba el pecho y barriga a su padre, y su hermanito jugaba con sus dedos en el camino a la cueva del placer del padre… y luego de tanto juego, vi que papá Eduardo abría las piernas, arqueaba la espalda, todo indicaba… si, efectivamente, Mauricio estaba retribuyéndole amor a papá Eduardo, a lo que Josué se incorporó dándole un beso a su viejo conmigo en medio, dejándome como carne de pincho, ufffff que delicia de empalamiento, no puedo quejarme.

Así nos mantuvimos unos cuarenta minutos más, hasta que tanto uno como ptro hermano, liberaron sus simientes, uno dentro de su progenitor, otro, dentro de su hermano de crianza, a quien muchos años fue el primero en penetrarlo, nos volvimos a enjuagar, sacamos bien el jabón, y nos fuiemos a dormir, todos en la cama de papá Eduardo, el sábado iríamos a ver a Ricardo, mi padre, seguro se alegrará muchísimo al ver a Josué. Espero les haya gustado para seguir publicando. Cualquier comentario, pueden escribirme, o agregarme a los medios que salen en mi perfil. Saludos.