ELIGIENDO UNA CORBATA II (Las confesiones)

¿Quién iba a decir, siquiera a sospechar, que esos detalles saldrían a la luz?

Muchas gracias por tan cálida acogida como autor, la verdad fue muy grato ver que en el primer día, ya tuvo mi relato más de 2mil lecturas, mis más sinceras gratitudes de verdad, espero les haya complacido tanto como a mi recordar esos momentos.

Anteriormente…

Papá Eduardo se retorcía de dolor y placer, y me dio una orden directa que acaté al segundo que la emitió: ¡MÉTELO DE UNA VEZ! Así hice, le metí hasta donde no pude más, y le bombeaba durísimo, hasta que dijo: Mau, hijo, ¿quieres leche? Mauricio abrió sus ojos verdes y  asintió, en eso papá dijo: Ahí vaaaaaaaa…. Uuuuuuuuuffff… aaaaaaahhh… sentirlo acabar en la boca de mi hermano, y sus contracciones, me hicieron explotar dentro de él, como nunca había acabado. Fue demasiado especial esta primera vez con papá Eduardo…

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Salimos de la ducha, cansados, fatigados a más no poder, y con la mente obnubilada de tanto sexo y morbo desenfrenado, morbo puramente instintivo, cual animales en celo que necesitaban aparearse, como si dejáramos de razonar para convertirnos en nuestras formas más primitivas de ser, como cavernícolas, pero debo admitir que fue demasiado excitante esa ducha con Madizio y papá Eduardo.

Al acostarnos los tres en la cama, desnudos, con papá Eduardo en el centro, y sus “dos retoños” a sus flancos, comenzamos a ver lo que había sucedido…

Mauricio se incorporó apoyado sobre su brazo izquierdo quedando de cara a nosotros y dijo: Nosotros si que nos volvimos locos, definitivamente… ¿Quién va a creer que esto pasó realmente? Estas cosas no pasan entre padres e hijos, salvo en la imaginación de alguien.

A lo que le respondí sin dejar de mirar el techo, mientras acariciaba la pierna desnuda de papá Eduardo y rozaba tímidamente su pubis, donde se veía de refilón que su sexo comenzaba a llenarse de vida y ganas de ser atendido nuevamente: Si se le ocurre a alguien, a Juan de Los Palotes, Pedro Pérez, etc… ¿Por qué no pudo ocurrirnos a nosotros? Lo cumbre del caso es que no se planificó, sino que se nos dio la oportunidad y la aprovechamos, dije ya apoyado sobre mi costado derecho observando de frente a Mau y a papá.

En eso papá Eduardo dice: Hijos, yo no sé quien está loco aquí, si eso es malo o no, no me importa en lo absoluto, lo que sé es que tuve un rato demasiado sabroso de sexo con dos machos que hace muchos años eran motivo de pajas casi que a diario, imaginando situaciones, viéndolos crecer, desarrollarse, lo mucho que se quieren, y si, yo sabía de sus juegos eventuales de “exploración” cuando pedían que les colocáramos la tienda de campaña en el patio trasero porque se iban de “excursión fuera del mundo”, lo que ustedes no sabían era que la tela de la tienda con la luz de las linternas encendidas, casi que es un cine de sombras, y más de una vez vi como uno y otro se “daban cariño”.

¿Foncho, recuerdas el día que escapaste de tu casa porque Ricardo no te dejaba en paz con que tenías que estudiar más, y todo eso y te viniste a acampar en mi patio con Josué porque decías que el mundo se había acabado allá para ti?

Josué era el hijo mayor de Eduardo y Alicia, a quien mi papá tiene muchísimo cariño, tanto que es su padrino de bautismo, él y mi madre.

Si, lo recuerdo, pero… ¿Qué tiene que ver esa ocasión en esto? Pregunté, a lo que papá Eduardo siguió diciendo: ¿Recuerdas que él te ayudó a armar la tienda y se quedó leyéndote cuentos de terror toda la noche?

Jajajajajaja… Si, y luego no quería que se fuera de la tienda por nada del mundo, estaba aterrado.

Si, recuerdo lo aterrado que estabas que el andaba en bóxers de denim, sin camiseta, y tú te acurrucaste frente a él, quedaste a la altura de su pezón derecho, el cual lamías como buscando sacar leche de el y metías la mano por la pretina del bóxer… Creo que tenías en ese entonces unos diez u once años, si mal no recuerdo, y Josué tendría unos catorce ó quince.

En ese momento Mauricio sale de una especie de trance y dice: ¿Tuviste sexo con Josué? ¿Tuvieron sexo antes de que lo tuvieras conmigo? A lo que le respondí con la más absoluta sinceridad, casi rayando en el descaro: Si, no iba a esperar que te decidieras, y Josué siempre me ha puesto a millón, incluso antes de eso, ya yo me hacía pajas imaginando su cuerpo desnudo, sudando, como se ponía de sudado cuando salía a podar el césped en las tardes de verano, sin franela, sólo con un bóxer que casi no dejaba nada a la imaginación, donde por lo ajustado casi podías contar los vellos de su pubis, los de sus nalgas, y saborear de lejos las venas que forman ese relieve tan espectacular en el cuerpo de ese falo tan delicioso. Al decir eso yo me fui empalmando y al caer en cuenta, tenía la boca de Mau degustándolo completico, seguí hablando de lo que me ponía a mil con Josué… También imaginaba el olor que tendría en sus axilas, a lo que debía oler al dejar de trabajar al sol, sudado, ya sin efecto de desodorante, a lo que olería su escroto, a lo que sabrían los pliegues que formarían esas bolsas que parecían sacos de papas a mis ojos, a lo que debía oler y saber lo que escondía entre esas peñas perfectamente redondeadas, hermosamente esculpidas y cubiertas de vellos negros, gruesos, y abundantes, imaginaba cómo sería un abrazo de ese macho, ese oso, ese… uuuuuufffff que rico Mau, me encanta como me lames el glande… que delicia…

Papá Eduardo se había puesto a rodillas detrás de Mauricio que tenía las nalgas al aire completamente, esperando que alguien se apiadara de ellas y las llenara, desde donde estaba vi como papá se escupía la mano, y lubricaba con su saliva su miembro, para luego colocarlo en la puerta del placer de su hijo, su hijo amado, su hijo más consentido, el que más se le parecía. Poco a poco fue entrando, y Mauricio iba disfrutando esa invasión deseada desde hace años, Mau abrió con sus dos manos sus nalgas para que su papá entrara completo en su ser, quería que lo poseyera, que lo llenara, que lo hiciera suyo, que bien se sentía…

Poco a poco fue ganando terreno, no era fácil, por el grosor y la cabeza en forma de champignon que tampoco era fácil de introducir pero que una vez dentro, aseguraba un placer extremo, por la cara de mi hermano bello, se veía feliz de estar siendo sodomizado por su progenitor, y su padre le daba ese regalo que tanto deseaba darle hace años, su amor desde la forma más pura, viendo todo eso le dije a Mauricio: Hermanito, casi voy a acabar, ¿vas a tomarte mi leche? El sólo asintió con la cabeza y no pude más sino explotar… Uno, dos, tres, cuatro disparos en su boca, buscando su garganta… demasiado rico. Al mismo tiempo papá Eduardo le decía: Hijo, voy a llenarte ahora el culo con mi simiente, ¿quieres sentirlo? Mauricio gimió, pero lo hizo de tal manera, aún teniendo su boca llena conmigo, que me hizo volver a acabar con la vibración, y a su padre lo hizo explotar y rugir de placer, al igual que a mi me hizo rugir, pero fuera de la habitación se oyó un tercer rugido…

Espero les haya gustado para seguir publicando. Cualquier comentario, pueden escribirme, o agregarme a los medios que salen en mi perfil. Saludos.