Elena y la sobrina de mi socia capítulo 6

Mañana de sexo en la finca de Jaime. Sonia recibe un regalo de cumpleaños muy especial y doloroso a la vez. Elena e Irina follan.

Recomiendo la lectura de los capítulos anteriores de la historia para poder entenderla bien.


Me iba a levantar de mi trono para ir con Irina a dar una vuelta por la finca de Jaime cuando oí su voz y con cierto tono de cabreo me preguntó que a dónde iba y me explicó que aún faltaban Sonia y Silvia por actuar, así que no me iba a poder escaquear del salón hasta que ellas dos también tuvieran su turno para follar.

El plan de Jaime con Sonia era que ella fuera follada por Silvia de manera anal y por Vanessa de manera vaginal pero a la vez así que Vanessa agarró dos bragas cada una de ellas con un strap-on enorme, le pasó una de las bragas a Silvia y ella misma se colocó la otra mientras Sonia comenzó a desnudarse con ayuda de #36 y #49 y una vez que Sonia ya estaba desnuda por completo salvo por las medias y las botas, Jaime le tapó los ojos a Sonia colocándole un parche ocular en cada ojo y un antifaz del mismo modelo que llevaba Beatriz por encima de los parches, de esta forma Sonia no iba a ser capaz de ver nada de lo que se le venía encima.

Antes de comenzar a follar, Vanessa preparó 4 rayas de cocaína, de esas 4, ella misma se esnifó 2 y Silvia y Sonia, forzadas por Jaime, se metieron 1 cada una, para ellas era la primera vez que la consumían.

#36 empezó lamiendo el culo de Sonia mientras #49 lamía su coño, con la idea de empezar a calentar a Sonia para que cuando ya hubiera suficiente lubricación en el coño de Sonia, los strap-ons de enormes dimensiones pudieran entrar a la primera y causando el menor dolor y el mayor placer que fuera posible a Sonia.

Sonia empezaba a experimentar el subidón de la cocaína por lo que en pocos segundos estaba ya excitada así que, de manera acompasada, Silvia y Vanessa le introdujeron los dos penes de plástico, provocando un grito de placer de Sonia, que no se esperaba que fuera a pasarlo tan bien y a disfrutarlo.

Noté a Sonia relajada, que se dejaba llevar, mientras su tía y la amiga choni de Jaime se la follaban, Irina que se había colocado a mi lado en el asiento de Vanessa, me dijo que en cuanto acabara el espectáculo, me llevaría primero a conocer a alguien que me iba a gustar y después, iríamos en quad a dar una vuelta por la finca de Jaime.

Sonia no tardó demasiado en llegar a un orgasmo y en correrse, pero pidió poder repetir porque lo que le estaba sucediendo le estaba encantando; Jaime se lo concedió, al fin y al cabo, era su celebración de cumpleaños, pero, para la segunda parte, Vanessa y Silvia se intercambiaron las posiciones entre el coño y el culo de Sonia.

El segundo orgasmo seguido de Sonia no tardó demasiado en llegar, al acabar, las dos esclavas de José, acudieron a limpiar a Sonia con su lengua, la limpieza casi provocó un tercer orgasmo para Sonia, en especial cuando #36 le pasó su lengua por su coño para limpiar los restos de la corrida.

Jaime tenía una sorpresa más para Sonia, le preguntó casi afirmando a Sonia si le gustaban los latigazos, a lo que Sonia le respondió que sí, aunque solo los había recibido el día anterior y de parte de Silvia, como parte de un castigo dirigido hacia la propia Silvia por correrse sin permiso.

Entonces Jaime le propuso a Sonia probar en su cuerpo un látigo nuevo que le había llegado, dándole 50 latigazos y delante de todos los presentes.

Sonia no lo dudó ni un segundo y aceptó, pensando en que iba a disfrutar mucho.

Vanessa desapareció un par de minutos y al regresar ya con el látigo y unas ataduras, empezó a atar los brazos de Sonia a unos enganches del techo con la ayuda de las ataduras y ya con Sonia atada y además seguía sin poder ver nada de nada, agarró el látigo y comenzó a dar golpes a Sonia; Vanessa antes de darle el primero, solo le pidió, casi ordenándolo, a Sonia, que contara en voz alta cada uno de los golpes que iba a recibir.

Los latigazos comenzaron y Sonia fue contando cada uno de ellos en voz alta, algunos eran especialmente fuertes, se notaba que Vanessa tenía bastante experiencia en el tema.

Al llegar al latigazo número 25 Jaime le preguntó a Sonia si quería parar aquello o si deseaba continuar hasta el 50, Sonia simplemente asintió a lo segundo, por lo que Vanessa continuó dándole latigazos.

Al llegar al que hacía 50, Sonia le pidió a Jaime seguir recibiendo más latigazos, a pesar de que su culo y su espalda estaban ya bastante rojos, marcados e incluso con algún hilillo de sangre de las heridas que provocaron los golpes con el látigo de Vanessa.

Jaime le propuso recibir otros 50 pero de él mismo, Sonia lo aceptó con celeridad e inmediatamente Vanessa se sentó en el trono de Irina y se encendió un cigarrillo, tras cederle a Jaime el látigo.

Los primeros 25 latigazos de esta segunda serie, los realizó Jaime, pero en torno al 75, Paloma se levantó y con una sonrisa un poco maléfica, le pidió a su padre que le pasara el látigo y que ella misma se encargaría de los 25 restantes.

Jaime le cedió el látigo y se sentó en su trono y Paloma comenzó con la segunda parte de la segunda serie, hasta llegar al latigazo que hacía el número 100.

El cuerpo de Sonia comenzaba a mostrar las heridas de los latigazos, Sonia estaba algo dolorida, pero pidió seguir, a pesar de que Jaime le dijo que eso supondría recibir 100 latigazos más y que sería José quien se los daría.

Creo que saber eso hizo que Sonia deseara más que nunca recibir 100 latigazos más, así que José se levantó, de un manotazo le quitó a Paloma el látigo de sus manos y le dio un empujón para sentarla en su sofá, y acto seguido, empezó a propinar a Sonia los primeros latigazos.

Se notaba la excelente forma física y la gran fuerza de José con su cuerpo de musculitos de gimnasio, Sonia gritaba mucho más que antes con cada golpe, me pareció normal teniendo en cuenta que ya llevaba en su culo y en su espalda 100 latigazos.

Solo hubo una breve parada en el latigazo número 50 de esta tercera serie, por si Sonia quería dejarlo ya, pero ella negó con la cabeza y solo suplicó seguir con los golpes.

50 latigazos después, el cuerpo de Sonia ya parecía que no iba a poder soportar ninguno más, la sangre ya corría con mayor libertad por su cuerpo, había varias heridas y muchas marcas del látigo, sin duda José había hecho un buen trabajo.

Yo pensaba que ya se había acabado porque Sonia no iba a querer ni a aceptar más latigazos, pero lo que pasó a continuación, me sorprendió, aunque también me ilusionó y me hizo sentirme admirada.

Sonia me pidió que fuera yo la que siguiera dándole los latigazos, Jaime le advirtió de que iban a ser otros 200 en esta ocasión, pero Sonia ni se inmutó y me suplicó casi, que comenzara cuanto antes.

José me cedió el látigo y yo me incorporé y fui hasta donde estaba Sonia, le di un beso en la boca, y me puse a la tarea.

Los primeros latigazos los di un poco suaves, pero al ver que Sonia no parecía estar sufriendo ni tampoco disfrutando en exceso, fui subiendo en intensidad los golpes.

Cuando llegamos al latigazo que hacía el número 300 (La mitad de la serie que me correspondía a mí), Sonia empezaba a dar síntomas de agotamiento, pero, aun así, pidió que continuara y yo seguí otros 100 latigazos más, a pesar de que cada vez Sonia estaba más dolorida y destrozada.

Para los últimos 100 latigazos, Irina me recomendó que le metiera un vibrador de los de tipo micrófono en el coño a Sonia, para conseguir darle placer mientras recibía los golpes, así que Sonia tuvo unos minutos de descanso mientras entre Irina y yo le colocábamos el vibrador y lo poníamos en marcha.

Nada más acabar mi serie de latigazos, Sonia me agradeció los golpes y me suplicó permiso para correrse, yo se lo di, porque después de todo lo que había pasado, se lo merecía.

Sonia se corrió enseguida y al acabar, las dos esclavas de José le ayudaron a limpiarse los restos, le limpiaron con su lengua todo su cuerpo e incluso se bebieron la sangre que salía de sus heridas.

Con ayuda de Irina, quitamos las ataduras de Sonia y le bajamos los brazos de los ganchos donde los tenía colocados, y llevamos a Sonia a una sala de la casa que me indicó Irina, que parecía un consultorio médico, para proceder a curar las heridas de Sonia provocadas por los 400 latigazos que ella había recibido.

Mientras íbamos hasta la sala de curas, Irina me dijo que ella era médico en la vida real, por lo que sabía curar las heridas, así que tanto Sonia como yo podríamos estar tranquilas, porque estábamos en buenas manos.

Irina se puso una bata de médico y guantes, tras lavarse bien las manos y prepararse adecuadamente y comenzó a limpiar y a desinfectar las heridas del cuerpo de Sonia.

Sonia solo le pidió que no le destapara los ojos, porque, aunque era la primera vez que se los tapaban, se sentía muy cómoda y relajada así, sin poder ver y quería probarse a sí misma cuanto tiempo aguantaba sin poder ver nada.

Irina fue colocando vendajes y apósitos en las heridas más duras, y finalmente comprobó que no hubiera ningún hueso roto en el cuerpo de Sonia.

Finalmente, regresamos las 3 al salón, Sonia estaba muy contenta, aunque algo dolorida, así que se tumbó un rato en un sofá más grande que había en el salón y ya sí, Irina y yo empezamos a llevar al cabo el plan que teníamos previsto; Jaime nos dio solo 1 hora, porque a las 14:00 empezaba la comida e íbamos a comer todos juntos.


Irina me tomó de la mano, que yo noté algo fría, como era ella, la sensación fue un poco extraña, y me llevó hasta una puerta que solo se abría con un código que Irina introdujo y que permitió que se abriera la puerta y ambas pudiéramos acceder a la sala.

La sala era un poco oscura, olía un poco a cerrado y también a una mezcla entre porros y caca, no demasiado agradable.

Esa sala estaba llena de ordenadores de tipo gaming y había también una cama; solo había una mujer, llamada #77 que sinceramente, me sorprendió, pero me excitó también conocerla, todo hay que reconocerlo.

#77 era morena, de unos 27 años, iba desnuda, pero llevaba pañal que estaba sucio, tenía amputadas las dos piernas y llevaba prótesis en las piernas y órtesis en ambas manos que seguramente le dificultaban a la hora de maniobrar con el ordenador, además, llevaba un parche negro de pirata en el ojo derecho (Porque Paloma se lo había reventado de un puñetazo y había provocado que lo perdiera), y varios tatuajes y piercings por todo el cuerpo; al igual que #49 llevaba aparato dental pero mucho más duro y apenas sí se le entendía al hablar.

Irina me explicó que #77 vivía literalmente en esa habitación, ni siquiera salía de ella para ir al baño porque lo tenía dentro de la habitación, la comida se la traían en bandeja para que se pudiera dedicar casi de manera incansable (Ayudada por sustancias para mantenerla despierta), a llevar toda la parte de Informática de la finca, desde la seguridad y las cámaras, hasta la edición de los videos que se grababan con sesiones de BDSM realmente duras.

Dejamos a Irina trabajando en su sala, porque en realidad, no estaba demasiado acostumbrada a recibir visitas, podía pasarse meses sin ver a nadie salvo a alguna de las asistentas que le llevaba la comida y la droga para no dormir, para aguantar despierta.

Antes de irnos, Irina le dijo algo al oído a #77, que se limitó a asentir con la cabeza.


Volvimos a pasar por el salón, donde Paloma le estaba haciendo una mamada a Jaime, a su padre, mientras José le estaba rompiendo el culo, aunque el espectáculo era agradable, tenía pendiente un paseo en quad por la finca con Irina, así que allá que fuimos Irina y yo.

Salimos de la casa principal y caminamos durante unos minutos por la finca, Irina y yo fuimos hablando de #77, y de las cirugías en las que ella misma había colaborado para conseguir su estado actual, le habían seccionado el esfínter de manera que ya no podía evitar mearse y cagarse encima, y le habían cortado las dos piernas, aunque, según me explicó, esa cirugía la había pedido #77 por sí misma, desesperada porno encontrar a ningún cirujano que al menos la escuchara en sus súplicas de poder ser amputada.

Llegamos a los dos quads, nos pusimos los cascos e Irina me pidió que la siguiera, pues ella se conocía la finca de Jaime como si fuera la suya propia y me iba a llevar a un lugar que para ella era muy especial.

Yo acepté y fui siguiendo su quad, atravesamos varios caminos, vimos vacas y toros bravos, y también diversos animales que había a lo largo de la finca; pasados unos 10 minutos, llegamos a lo que parecía ser un granero, Irina detuvo el quad y me hizo una señal para que yo también me detuviera a su lado.

Irina me ayudó a bajar del quad y me quitó con delicadeza el casco que llevaba, me tomó de la mano, introdujo un código para abrir la puerta del granero y pasamos al interior, detrás de nosotros y de manera automática, la puerta se cerró, entonces Irina, me tomó abrazándome, y me dijo:

-” Te he salvado del humo de tabaco de la choni de Vanessa, ahora me debes tú algo a cambio”.

Y diciendo eso, Irina comenzó a besarme apasionadamente, yo no me sorprendí, pues me esperaba que tanta mirada y tantas ganas de pasear, iban a desembocar en algo de este estilo, Irina quería que follásemos, y yo no tenía nada que perder, así que, me dejé llevar y también dejé que fuera la propia Irina la que dirigiera la operación, por así decir, e hiciera conmigo lo que le apeteciera.

Irina ya había preparado la situación, había un strap-on bastante potente y una máscara de cuero preparados para mi llegada, así que, al ver lo que había, me empecé a desnudar sin necesidad de que Irina me lo ordenase, y dejé que Irina me colocara la máscara de cuero, que apenas tenía un agujero en la boca para poder respirar, así es que, se apagó la luz con la máscara puesta.

Noté también como Irina me esposaba las manos a la espalda y después empecé a notar sus caricias, sus dedos que acariciaban mi coño y me los iba introduciendo en él, provocando un gemido de placer, algo aplacado por la máscara, pero estaba disfrutando de la situación.

Poco a poco fui notando en mi culo como Irina me iba metiendo el strap-on, con suavidad, previamente había untado mi culo con algo para que la polla de plástico hiciera mejor su trabajo.

No sé cuánto tiempo tardé en correrme porque al llevar la máscara no podía ser consciente del tiempo que pasaba, algo que me parecía realmente excitante, pero al final, me corrí y tuve un gran orgasmo.

Irina debió de mirar su reloj, me quitó la máscara, me dio unos segundos apenas para que pudiera volver a la normalidad y volver a ver y me sugirió que me apurase porque eran las 13:55 y ya íbamos a llegar tarde a la comida con Jaime en la casa principal de la finca.

Me vestí como pude, se abrió la puerta del granero y salimos, los quads nos estaban esperando donde los habíamos dejado aparcados y fuimos en ellos hasta la puerta de la casa principal, llegamos a las 14:10, con el consiguiente cabreo de Jaime, que estaba ya sentado a la mesa, degustando una cerveza mientras esperaba nuestro regreso del paseo.

En la mesa, había sillas para 7 personas (Jaime, mi hermana Beatriz, Paloma, Sonia, Irina, José y yo misma), las sumisas, estaban de rodillas, la idea era alimentarlas (Las que comían, porque una de las esclavas, al llevar sonda, solo comía lo que se le metía por la sonda, una comida especial), con los restos de la comida que nosotr@s, los Am@s les fuéramos dando.

La comida en sí, fue bastante abundante, había entrantes variados y el plato principal fue carne de la ganadería de la finca de Jaime, de bastante buena calidad.

Beatriz no pudo comer nada porque al llevar la sonda, ya comía la comida de la sonda, pero se pilló una buena cogorza de whisky del malo y sí que tomó un café ya en los postres.

Yo me encargué de dar de comer a Tamara y a Silvia, que tenían que ir tomando del suelo o de mi mano lo que yo les iba dando, y me lo iban agradeciendo, lamiendo mi cuerpo, por ejemplo.

Sonia estaba muy dolorida y seguía con el antifaz puesto, por lo que se manchaba un poco con la comida al no poder ver nada de donde se encontraba, pero yo notaba que estaba muy excitada, quizás por los efectos de la cocaína pues Sonia se estaba metiendo otra raya justo cuando Irina y yo llegamos al comedor.

Aunque Vanessa no se encontraba con nosotros en el comedor, me atreví a preguntar por ella a Jaime, que me respondió que estaba en los establos, castigando a una sumisa pony que se había comportado mal.

Movida por la curiosidad, le pregunté a Jaime si era posible visitar los establos, Irina me respondió, cortando a Jaime, que sí, y que ella misma se encargaría de llevarme allí en un todoterreno de la finca en cuanto que acabáramos de comer y descansáramos un rato.

Tras tomar un tiramisú de postre y un café irlandés, Irina me propuso que fuéramos a su habitación, a echarnos la siesta, yo acepté, aunque deseaba dormir de verdad porque estaba ya algo cansada tras la noche en vela con Alexandra, así que subimos por las escaleras y llegamos a una de las suites de la casa, equipada con una cama enorme y nos tumbamos las dos, Irina y yo sobre la cama.

Silvia y Sonia, por su parte, también subieron con nosotras pero se quedaron en otra de las habitaciones, ya no volví a verlas hasta unas horas después en la fiesta, pero según me contaron en el viaje de vuelta a Madrid, se lo pasaron muy bien follando entre ellas, aunque fue Silvia quien llevó la batuta, por las heridas de Sonia, que estaba algo dolorida aún por los 400 latigazos, unido a que seguía sin ver nada de nada.

Irina comenzó a desnudarse y me sugirió que yo hiciera lo mismo, me pareció justo, así que me fui quitando la ropa.

Estaba disfrutando del cuerpo desnudo de Irina, cuando me sonó el móvil, era una videollamada de Alexandra, que estaba haciendo un descanso en la clínica entre cirugías y visitar pacientes, y mientras se tomaba un café, ya no podía aguantar más sin saber de mí y se había decidido a llamarme.

Alexandra no se sorprendió al verme desnuda ni tampoco a que estuviera al lado de Irina, pues se habían visto varias veces en la finca y se llevaban bastante bien, además, Alexandra le había enseñado a Irina bastantes cosas sobre Medicina.

Estuvimos las 3 hablando un rato, Alexandra me reconoció que, aunque nunca había llegado a follar con Irina en este tiempo, en más de una ocasión sí que había estado tentada, pero por diversas situaciones, nunca se había atrevido a dar el paso.

Alexandra se despidió de mí, pero antes de irse me invitó a que viera una de sus cirugías, que iba a ser un poco especial, y que estaba programada para el lunes siguiente por la tarde, con la idea de que, al acabar, pudiéramos tener algún plan las dos solas y juntas.

Yo acepté sin dudar la propuesta de Alexandra; cuando colgamos la videollamada, Irina se dio cuenta de que Alexandra iba a ser una gran rival por conquistarme, y así mismo me lo dijo, pero dejó claro que iba a intentar que ganara la mejor, no iba a permitir una lucha ni una guerra, era yo misma la que tenía que decidir con quien follaba.

Irina me dio un morreo en toda la boca y esta vez fui yo la que respondí, y comencé a besar no solo sus labios, fui poco a poco bajando por su cuerpo, prestando especial atención a su cuello, mordisqueé sus pezones con fuerza, provocando incluso algo de dolor, porque Irina pegó un pequeño grito, y finalmente, me detuve en su coño, que lamí con muchas ganas, como si fuera una gatita hambrienta devorando un cuenco con comida.

Irina no tardó demasiado en alcanzar un orgasmo y en correrse, estaba disfrutando gracias a mí y yo también me lo estaba pasando bien, pero en ese momento, Jaime llamó a la puerta, estaba hablando con Vanessa por teléfono y nos confirmó que ya nos esperaba en los establos, con las ponies preparadas para nuestra visita.

Irina y yo decidimos darnos una breve ducha en la que aparte de mear y ducharnos en sí mismo, no hicimos nada en especial, y nos pusimos ropa de dominatrix que me prestó Irina.

Un catsuit negro de látex (No es una prenda que me guste especialmente porque tapa mi problema dermatológico de la pierna y a mí me gusta que se me vea), con una máscara con agujeros para los ojos, la nariz y la boca y un corsé del mismo color y del mismo material, y unas botas de muchísimo tacón y plataforma; un cinturón con 3 penes (1 anal, otro vaginal y el tercero en forma de strap-on enorme), completaba el outfit.

Ambas íbamos vestidas de la misma forma, casi parecíamos hermanas.

Ya vestidas, salimos a la puerta de la casa principal de la finca de Jaime, donde nos esperaban dos Land Rover Defender, el TT puro puro por excelencia, nos subimos Irina y yo a uno de ellos, que iba conducido por uno de los trabajadores de la finca, que nos saludó con mucha educación y se dirigió a nosotras como Amas en todo momento.

En el otro TT iba Jaime, conduciéndolo él mismo.

El viaje en TT duró unos 15 minutos, llegamos hasta un edificio algo más pequeño que la casa principal, nos bajamos del TT y entramos en el edificio, la puerta estaba abierta.

Al llegar vimos a Vanessa, fumando como siempre y a su lado a una mujer que era Ama Esther, la hermana de Irina, de unos 36 años, y con un físico que me recordó al de Alexandra.

Colocadas en fila, habría unas 20 sumisas, de los más variados tipos, pero todas marcadas con su número en la cara, con lo que parecía un tatuaje, y la marca de fuego de la ganadería de Jaime además de piercings en los pezones y en sus coños.

Las sumisas se fueron presentando, había desde una pelirroja con pecas muy parecida a #49 hasta una muy obesa (Yo creo que de más de 150 kg), con unas tetas naturales enormes pero muy caídas, pasando por alguna que parecía ser de República Dominicana, por el color de su piel y su acento al hablar.

En cuanto a las edades, la más joven tendría 18 años y la mayor, calculé que unos 60.

Vanessa nos dijo a Irina y a mí, que podíamos elegir cada una a dos de las sumisas, para hacer con ellas lo que quisiéramos; Irina ya estaba escogiendo cuando yo me decidí a preguntar a Vanessa por la que había sido castigada durante nuestra comida y que había supuesto que Vanessa no hubiera podido estar presente en ella (Siendo sincera, la quería felicitar por haberme librado de la presencia de Vanessa).

Vanessa me hizo una seña para pedirme que la acompañara, y mientras se encendía otro cigarrillo y se lo iba fumando, recorrimos casi todo el edificio hasta llegar a una especie de establo en el que, de nuevo con una clave, pasamos la puerta y vimos un espectáculo de dudoso gusto.

Una mujer muy obesa comiendo con las manos mientras era grabada en video por varias cámaras profesionales estratégicamente colocadas.

Vanessa se dirigió a mí y me dijo:

Vanessa: -” Ama Elena, te presento a la joya de la corona, a #cerda, la esclava más obesa que tenemos actualmente, más de 250 kg de pura grasa, que vive solo para comer, con una dieta hipercalórica y grasienta diseñada por Susana, con el objetivo de duplicar su peso en 2 años, si todo va como esperamos”.

#cerda estaba tumbada sobre una cama, rodeada de comida, y se estaba comiendo con las manos una ración de una tarta enorme de chocolate.

Calculé que tendría menos de 25 años, el peso, sí que debía de estar por los 250 kg, quizás algo cerca incluso de los 300 kg ya, algo que vi normal teniendo en cuenta el estilo de vida tan sedentario y autodestructivo que llevaba.

Sus tetas eran enormes, más grandes incluso que las de #36 y muy caídas, pero con grandes pezones anillados, así como su coño; había empezado a desarrollar un linfedema por el peso excesivo, y olía fatal, según Vanessa, porque no permitían que se duchara, ya que era una simple cerda, además llevaba varios apósitos en el culo y tenía muchas marcas de golpes así como un ojo morado.

Le pregunté a Vanessa por el motivo del castigo a #cerda y Vanessa me respondió que porno haber llegado a tiempo al baño para cagar, debido al exceso de peso, de ahí que el castigo fuera darle en el culo con una pala.

Cuando iba a intentar tocar las tetas de #cerda, Vanessa me lo impidió y me dijo que #cerda solo podía obtener placer sexual de la comida, no follaba con nadie, aparte de porque ya no podía físicamente porque se podría asfixiar por el peso excesivo, eran órdenes de Jaime y, además, #cerda lo había firmado en su contrato de esclavitud antes de llegar a la finca de Jaime.

Vanessa y yo dejamos a #cerda comiendo su comida basura llena de grasa, y regresamos a donde se encontraba Irina, que ya había elegido a 4 sumisas, que se habían quedado con Irina esperándonos y las 16 sumisas restantes, habían vuelto a sus respectivas celdas en el mismo edificio.

No podía negar que tanto Irina como Ama Esther habían tenido buen ojo para elegir, había dos muy parecidas, que resultó que eran madre e hija (La más joven de todas las esclavas, con apenas 18 años cumplidos un par de meses atrás y una de las de edad media, pero joven también, pues calculé que debía de tener mi edad o poco más, es decir en torno a los 36 años), y también eligió a una de las negras, la que llevaba el pelo rapado al 0 y ya no tenía ningún diente en la boca, y a otra que parecía hindú y tenía la cara desfigurada por el ácido, realmente brutal, porque casi parecía que no tenía cara, literalmente, apenas un par de agujeros a la altura de la nariz y lo que antes fue una boca, sin rastro de ojos ni de cuencas vacías, ya digo, brutal.

Las dos esclavas que iba a usar yo, llevaban ya sendos antifaces en los ojos, con la idea de que no pudieran prever nada de lo que les iba a pasar. (Irina se había dado cuenta de que la privación sensorial es uno de mis mayores fetiches/gustos a nivel BDSM).

Irina les ordenó a las dos esclavas extranjeras que se empezaran a follar entre ellas y yo agarré de los brazos a la madre y a la hija y pedí a Vanessa que me indicara algún lugar en el que pudiéramos estar las 3 más tranquilas y que estuviera bien equipado con elementos de castigo.

Vanessa se encendió otro cigarrillo, pensó unos instantes, y me pidió que la siguiera, salimos del edificio con las dos esclavas tomadas de los brazos, y subimos al TT con el chofer que nos estaba esperando y al vernos, apagó el cigarrillo y nos ayudó a subir al coche, Vanessa se montó en el coche con nosotras mientras seguía fumando y le indicó a Jacinto, que así se llamaba el chofer, que nos llevara a la sala de juegos del edificio BDSM y así fue, apenas 3 minutos después, nos plantamos delante de lo que parecía un anodino y amorfo edificio pero que, en su interior, escondía una sala de juegos BDSM totalmente equipada.

Irina y Ama Esther se quedaron en el edificio y ya no volví a verlas hasta que regresé al edificio principal de la finca de Jaime para cambiarme para la fiesta de Sonia.

Jacinto nos ayudó a bajar del TT y entramos en la sala, protegida por doble puerta de seguridad con códigos distintos en ambas puertas, y pude ver lo que había allí, justo lo que yo quería, elementos para poder castigar a las dos sumisas y hacer que sufrieran un poquito.

Agarré dos pinzas con cadenas, y coloqué cada uno de los extremos en una de las tetas de las esclavas, de manera que quedaron cruzadas y un movimiento de una de las sumisas supondría dolor para la otra, y, por otro lado, también agarré dos máscaras de cuero, dos mordazas de bola y cinta de precintar.

Coloqué a las sumisas las mordazas, con ayuda de Vanessa, que, con un cigarrillo en la boca, insistía en colaborar pese a que yo le dije que no hacía falta, y una buena cantidad de cinta americana para precintar las bocas de las sumisas y después, les puse las máscaras, que solo tenían un discreto agujero para respirar.

Por último, agarré dos látigos, le entregué uno a Vanessa y le pedí que se encargara de golpear con todas sus fuerzas a la madre, mientras yo me encargaba de castigar a la hija.

Durante unos 30 minutos estuvimos dando latigazos a las dos sumisas, se oían sus gritos y sus gemidos, hasta que la madre se corrió porque ya no pudo aguantar más, entonces, Vanessa y yo nos intercambiamos las sumisas, y de nuevo estuvimos dando latigazos hasta que logré que la madre se corriera de nuevo al no poder volver a resistir la excitación.

Le pedí a Vanessa que trajera a Jacinto y cuando ellos dos llegaron, le ofrecí a Jacinto que se follase a las dos sumisas a su gusto como premio a su educación y le pregunté a Vanessa si me podía llevar ya de vuelta a la casa principal de la finca porque miré en el reloj que eran casi las 20:00 y tenía que regresar a la casa principal para poder cambiarme y arreglarme adecuadamente para comenzar la segunda fiesta de cumpleaños de Sonia...