Elena y la sobrina de mi socia capítulo 4

Elena y Alexandra follan por primera vez y Silvia y Sonia (Tía y sobrina) tienen la primera sesión BDSM como Ama y sumisa.

Recomiendo la lectura de las tres primeras partes del relato para poder entender bien la historia


Entramos en la casa de Alexandra y pasamos al salón, Alexandra me pidió el abrigo de visón para

guardarlo,

aunque antes se quitó el suyo y se lo probó porque tenía curiosidad, le quedaba genial.

La casa de Alexandra, en realidad, era también propiedad de Jaime, se trataba de un piso enorme con una terraza con vistas espectaculares a todo El Retiro, en el salón había hasta un piano con apariencia de ser caro.

Alexandra me preguntó por lo que quería beber, ella se sirvió un vaso de whisky de una botella que sacó de un armario que tenía cerrado con llave, así que le pedí otro vaso de whisky para mí y ella me lo sirvió.

Durante el trayecto en el taxi hasta la casa de Alexandra no podía dejar de pensar en la definición que Alexandra había hecho de Jaime, de su padre y la palabra con la que lo había definido, sádico; así que le pedí a Alexandra que me diera ejemplos de conductas sádicas de su padre.

Alexandra se sintió un poco incómoda, pero accedió a responderme, me contó varias que le habían pasado a ella directamente y otras a pacientes de la clínica que ella misma había conocido.

En cuanto a lo que le había pasado a ella, mencionó el corte de pelo que llevaba, pues era Jaime quien decidía siempre su peinado y el corte, en alguna ocasión lo había tenido que llevar afeitado por completo, teniendo que afeitarse la cabeza diariamente, aunque curiosamente era algo que le excitaba a Alexandra especialmente y que le parecía incluso cómodo y fresco contra el calor del verano.

Alexandra también mencionó la carga de trabajo en la clínica, con jornadas de hasta 10 días seguidos sin apenas parar para dormir y teniendo que consumir múltiples rayas de cocaína para sobrevivir a la

difícil,

aunque apasionante aventura.

Tuve que interrumpir el relato de Alexandra para preguntarle si se metía cocaína y para mi sorpresa, la respuesta de Alexandra fue que sí, pero solo cuando Jaime se la daba, de algún modo me dio a entender, como ya me había contado Beatriz cuando nos vimos unos días atrás, que Jaime estaba metido en negocios de narcotráfico.

Alexandra me comentó que también su madre, la ginecóloga, se metía cocaína por lo que siempre tenían en la casa por si quería meterme ahí mismo, en ese mismo instante una raya, aunque yo la rechacé.

Y en cuanto a las cirugías hechas a pacientes, quizás las más duras, las más sádicas, fueron

amputaciones,

pero por deseo expreso de los pacientes o de sus Amos, pues la mayoría estaban relacionadas con temas de BDSM extremo, con Amos que pagaban mucho dinero a Jaime para que les practicaran amputaciones de algún miembro al

sumis

@ de turno.

Estaba Alexandra hablando cuando me sonó el móvil, era una llamada de Sonia, que estaba con su tía Silvia en su casa y la tenía atada y lista para follársela y quería que yo viera por videollamada cómo se la follaba.

Hicimos videollamada con Sonia y lo primero que vimos fue a Silvia enmascarada, con los agujeros de la nariz de la máscara precintados con cinta adhesiva de color gris, es decir, sin que Silvia pudiera respirar de ningún modo, y también desnuda por completo salvo por las botas de bastante tacón que llevaba, Silvia estaba esposada de pies y manos, con las manos por delante.

Sonia, por su parte, parecía toda una dominatrix, iba enfundada en uno de los vestidos de látex que habíamos comprado en el sex-shop y también llevaba unas medias de red y las botas con más tacón y más atrevidas que habíamos comprado cuando fuimos las 3 juntas de compras días atrás.

Además, en la mano Sonia llevaba un látigo con la idea de usarlo en la piel de Silvia, aunque me quería pedir que fuera dirigiendo yo los golpes, pues era la primera que Sonia iba a usar un látigo y tenía algo de miedo a pasarse y hacer realmente daño a Silvia.

Le fui indicando a Sonia dónde y cómo tenía que golpear a Silvia, Sonia se fiaba de mí y fue dando primero pequeños golpes, pasando previamente el látigo por la piel, por el cuerpo de Silvia, para que ella sintiera primero lo que le iba a golpear y le causara cierto miedo a la par que cierta excitación, para después proceder a dar el golpe, el latigazo con el consiguiente gemido de dolor y de placer de Silvia, que en realidad estaba apaciguado porno decir que casi silenciado por la mordaza que Silvia llevaba debajo de la máscara y que no era visible.

Pasados un par de minutos, las respiraciones de Silvia se fueron volviendo más intensas así que Sonia le retiró la cinta adhesiva de los agujeros de la nariz para que pudiera tomar aire y respirar bien durante unos segundos, pero cuando Silvia había recuperado un poco el aliento, se la volvió a colocar y Silvia ya volvía a no poder disfrutar de entrada de aire por ninguna parte de su cuerpo.

En esas estaba la cosa cuando me llamó Tamara, que estaba en su casa, con Bibiana, hablando de cómo iba a ser su vida a partir de ahora, una vez que empezara la dieta y con suerte perdiera algo de peso y mejorase su figura.

Mientras incluía a Tamara en la videollamada para que junto con su madre pudieran disfrutar de la escena lésbica entre Silvia y Sonia, les comenté a Tamara y a Bibiana lo que había pasado con los análisis médicos, el tema del colesterol, por suerte se lo tomaron bien y quedamos en que el lunes acompañaría a Tamara a la farmacia para adquirir las medicinas y que yo misma me encargaría de supervisar que se cumpliera tanto la dieta como la toma de las medicinas y la actividad física.

Volviendo a la sesión entre tía y sobrina, Silvia cada vez aguantaba menos sin respirar, es decir, los intervalos con la cinta aislante puesta sobre los agujeros de la máscara eran de menor duración,

y,

además, su coño estaba ya chorreando porque Sonia cada vez golpeaba con más fuerza en cada latigazo, y llegó un momento en el que Sonia levantó un brazo, la señal que habían acordado que iba a significar “Me quiero correr y te pido permiso, Ama Sonia”.

Sonia se dio cuenta de la señal y me pidió consejo sobre qué hacer, de algún modo me pidió permiso para que dejara que Silvia se corriese, pero yo le dije que no, que esperase un poco más, sin embargo y a pesar de que Sonia no dio la respuesta esperada/pactada, una caricia en la pierna derecha por parte de Sonia hacia Silvia, Silvia se corrió sin permiso porque ya no podía aguantar más.

Alexandra estaba algo excitada, de hecho, la pillé masturbándose, se había subido el vestido y se había quitado el tanga negro que llevaba y se estaba tocando todo el coño, al ver la escena.

Le pedí a Alexandra que pensara en un castigo para Silvia por haberse corrido sin permiso, y a ella se le ocurrió el castigo de inmediato, que Silvia le diera a Sonia 10 latigazos en el culo, serviría de castigo porque a Silvia le costaría mucho hacerlo y lo tendría en cuenta para la siguiente vez, evitando así correrse sin permiso de sus Amas.

Sonia no estaba demasiado cómoda con la idea, pero no le quedó más remedio que aceptarla, así que le quitó la máscara a Silvia para que pudiera ver y se colocó ella misma la mordaza en la boca una vez que le explicó a Silvia lo que tenía que hacer.

Silvia estaba algo nerviosa pero excitada a la vez, tenía sus dudas sobre darle latigazos a Sonia, pero empezó a hacerlo cuanto antes, los latigazos iban a ser en el culo de Sonia, así que ella misma se tuvo que subir un poco el vestido para recibir los golpes con el látigo.

Cada vez que Silvia daba un latigazo en el culo a Sonia, tenía que decir en voz alta:

-” Gracias Ama Elena y Ama Sonia por corregirme” (Acompañado del número de latigazo que iba dando a Sonia).

Cuando acabaron los 10 latigazos, le ordené a Silvia que empezara a lamer el coño chorreante de Silvia, como compensación por el daño físico que le había causado, pues el culo de Sonia empezaba ya a enrojecerse y parecía que al día siguiente el viaje en coche hasta la finca de Jaime en Extremadura iba a ser un poco doloroso para Sonia, a la hora de posar su culo en el asiento del coche durante largas horas. (Las 3-4 horas de viaje entre Madrid y la finca).

Alexandra por su parte, estaba también a punto de correrse, pues se estaba masturbando y yo notaba que estaba disfrutando mucho de la escena, así que me decidí a besar sus labios, para ver

cuál

era su reacción.

Ella se dejó besar y fue la que me siguió besando cuando yo acabé ese primer beso de prueba por así decir, así es que comenzamos a besarnos de manera apasionada, romántica, fui yo la que iba marcando el ritmo cuando Alexandra me pidió que la follase porque estaba muy caliente y no le importaba las consecuencias que pudiera tener lo que pasara entre nosotras, le quité el vestido y pude verla por fin casi desnuda, porque ya solo le quedaba el sujetador, que salió también con facilidad dando entrada a unas tetas magníficas con algunas pecas no muy marcadas en la zona del escote que complementaban las que llevaba también en la nariz a pesar de que esas tampoco se le notaban demasiado y con grandes pezones, duros como piedras por la excitación y que me dispuse a chupar, a morder y a lamer como si no hubiera un mañana.

Fui recorriendo con mi lengua el resto de su cuerpo, al llegar a su coño pude ver que en el pubis llevaba un llamativo tatuaje, lo que me hizo tener que parar y pedirle explicaciones.

Alexandra, muy excitada, se levantó, se dio la espalda y me enseñó otro tatuaje, de la cara de un famoso médico alemán del siglo pasado, que hacía ciertos experimentos médicos quizás no demasiado éticos; Alexandra me explicó que ambos tatuajes, eran por orden de Jaime, así que no le quedó más remedio que llevarlos, a pesar de que su ideología era bastante contraria a lo que expresaban los tatuajes.

Alexandra volvió a tumbarse sobre el sofá del salón y yo seguí con lo mío, lamiendo con fuerza e incluso mordiendo el coño de Alexandra, que estaba a punto ya de alcanzar el orgasmo, cosa que sucedió apenas un par de minutos después, casi a la par con el orgasmo de Sonia cuando Silvia le estaba lamiendo a su sobrina el coño.

Tardamos un par de minutos en volver a la normalidad y en que Alexandra pudiera decir algo, cuando por fin pudo articular palabra, Alexandra casi me suplicó que fuéramos a su habitación a seguir la noche, a seguir follando, yo no lo dudé, así que nos despedimos de las chicas, en especial de Tamara, a la que quedamos en pasar a recoger por su casa de Boadilla a las 06:15, para ir desde allí a la finca de Jaime, y que se había estado masturbando con ayuda de su madre mientras era la espectadora de las dos escenas simultáneas de sexo lésbico, por una parte tía y sobrina (Silvia y Sonia) y por otra, la de una pareja lésbica, Alexandra y yo misma.

Yo estaba aún vestida porque no me había quitado ninguna prenda de

ropa,

pero Alexandra estaba casi desnuda salvo por las botas y las medias que no le había dejado quitarse, así como íbamos, pasamos a la habitación de Alexandra, aprovechando para hacer un pequeño tour por la casa, que estaba algo antigua y era un poco oscura, pero me gustó de todas formas.

Al llegar a la habitación de Alexandra, de buen tamaño y con baño incorporado, así como un vestidor en el que la mitad de la ropa era de médico y de la otra mitad, una buena parte eran diversas prendas de cuero y de pieles de animales, empujé a Alexandra a la cama, ella se dejó sin oponer ninguna clase de resistencia y me empezó a quitar el vestido, dejándome en lencería, ella misma me dejó con el coño al aire y fue su turno para darme placer con su lengua en mi coño.

Notaba los lametones de Alexandra, se notaba que no tenía experiencia con mujeres, pero hacía el esfuerzo, yo me dejé llevar, y respondí a su intento de hacerme gozar sujetando sus manos con las mías.

No calculé el tiempo que tardé en correrme, pero aguanté bastante, al acabar, Alexandra me limpió muy bien los restos y nos quedamos tumbadas en la cama, abrazadas, con sus manos en mis tetas.

Alexandra me confesó que había sido uno de las mejores experiencias sexuales que había tenido, totalmente distinta a lo que sentía cuando follaba con hombres.

Me surgió la duda de cuando había sido la última vez que había follado con alguien y su respuesta me dejó un poco fría, pues esa misma mañana, Jaime se la había follado en la clínica, cuando se vieron en su despacho para llevarle los cafés que había adquirido en la cafetería.

Acto seguido le pregunté a Alexandra por pura curiosidad si habitualmente iba a esa cafetería a tomar/conseguir cafés, y ella me lo negó, fue su primera vez, por orden expresa de Jaime; a ambas nos sorprendió que eso hubiera

sucedido,

pero nos echamos a reír.

De repente escuchamos unas voces de mujer procedentes del salón de la casa; Alexandra reconoció las voces, eran Úrsula, su madre y Susana, la nutricionista de la clínica, que estaban hablando en el salón.

Rápidamente nos levantamos de la cama de la habitación de Alexandra, y tal y como estábamos, fuimos tomadas de la mano hasta el salón donde saludamos a Úrsula y a Susana, que se sorprendieron un poco al verme allí, pero ambas sonrieron y me saludaron con educación.

Ellas dos se estaban tomando unas copas, pero Úrsula tenía la botella de whisky de marca blanca al lado y se notaba que iba bastante pasada de copas, además, había cocaína sobre la mesa y Úrsula se metió una raya de cocaína delante de nosotras, tras preguntarnos si nosotras dos también queríamos probar, lo que ambas rechazamos.

Tuve que tomar una copa de ese whisky, que sabía a rayos, porno quedar mal delante de la que aspiraba a ser mi futura suegra (Al menos, si conseguía convencer a Alexandra de seguir follando y lo que había pasado era algo más que una simple noche de sexo entre mujeres provocado por ir un poco pasadas de copas), y pasados unos minutos, miré el reloj y con la excusa de que se hacía tarde y tenía que pasar por mi casa antes de irme de viaje a la finca de Jaime, fui con Alexandra a recuperar mi ropa a su habitación con la intención de irme a mi casa, a dormir un poco y a prepararme para el viaje a Extremadura.

De nuevo en la habitación de Alexandra, agarré mi ropa, me vestí con cierta rapidez y cuando ya íbamos a salir porque me estaba poniendo ya el abrigo de visón, Alexandra me pilló desprevenida y me dio un morreo en toda la boca que provocó que de nuevo tuviera que desvestirme a toda prisa y volver a empezar una espiral de follar, aunque era Alexandra la que dirigía en esta ocasión, con más ganas y pasión que lo sucedido minutos atrás, sentía sus labios besando todo mi cuerpo y yo disfrutaba un montón, tardé menos en correrme, y en esta ocasión, nos corrimos las dos a la vez, alcanzando sendos orgasmos sin necesidad de recurrir a ningún aparato, nuestros cuerpos nos sirvieron para ello, acompañado todo ello de la pasión y de la excitación que ambas teníamos.

Aunque Alexandra quería que me quedara toda la noche con ella, comprendió que tenía que viajar y que el viaje empezaba en mi casa, ella no nos iba a poder acompañar porque tenía turno en la clínica todo el finde, y le quedaban por delante 48 horas seguidas de trabajo que iban a empezar a las 8 de la mañana del sábado.

De nuevo me vestí, me despedí de Alexandra con mucha rapidez para que no volviera a pasar lo que acababa de pasar, a pesar de que, si por mí hubiera sido, no me hubiera ido de la casa de Alexandra hasta que hubiera llegado la hora en la que ella hubiera tenido que salir de camino a la clínica, y bajé a la calle a pillar un taxi que me llevara a mi casa.