Elena y Fernando

Dos compañeros de trabajo se sienten atraidos pero lo que no esperan que el sea al final el amo de ella.

ELENA Y FERNANDO, DOS PROFESORES

Elena y Fernando eran dos profesores de un instituto, se llevaban bien de hecho a veces en los descansos solían ir a tomar algo y a charlar. Entre los dos siempre había habido una tensión sexual no resuelta. Pero ese día iba a pasar algo que cambiaría el día. Elena le dijo a su compañero que antes de salir a tomar el café tenía que grabar en un disquete el siguiente examen de historia y dejárselo al bedel para que lo fotocopiase.

Fueron a su seminario y ella se sentó al ordenador mientras él esperaba mirando por la ventana. Su amiga, parecía que tenía problemas con el ordenador, le dijo a su amigo:

Mientras voy al baño porque no me le echas un vistazo que cada vez que entro a internet últimamente va lento y además el servicio de mensajeria instantánea no me funciona bien.

Ella se levantó, salió por la puerta dirección al baño. El se sentó en el ordenador, enredó en él, entró en la configuración, varió alguna cosa y por fin pudo resolver todo pero cual fue su sorpresa que en el servicio de mensajeria ella tenía en el recuadro un icono que era el símbolo del Bdsm. El alucinaba, la que era su compañera, la cual deseaba sexualmente resultaba que tenía sus mismos gustos y aficiones sexuales, ahora solo tenía que ver si era como sumisa o como Ama.

Entro en su historial de Internet y observó a los grupos a los que estaba suscrita eran de Amos y sumisas por lo que ella era sumisa. Apagó el ordenador y se colocó a un lado de la puerta para sorprender a su amiga cuando ella llegara. Ella traspasa el umbral de la puerta del despacho y él la cierra a su espalda. Ella sorprendida y asustada por el ruido del portazo le mira con sorpresa y él la ordena arrodillarse como una perra. Ella comprende y obedece.

Ahora que estás a tu verdadera altura zorrita hablaremos.

¿Desde hace cuanto tiempo que eres toda una zorra sumisa? La dice obscenamente él.

Desde siempre soy sumisa pero que me atrajera todo los temas de la sumisión y bdsm desde hace un par de años pero nunca encontré a alguien que me tentara ni del que confiase como Amo.

El la miró, levantó su cara sujetándola del mentón y la respondió:

Esta es tu oportunidad, si quieres entregarte y obedecerme como sumisa besarás mis zapatos y los adorarás y si no, saldrás del despacho y no te tentaré más con éste tema.

Ella hace mención de salir, levanta la rodilla pero seguidamente se humilla y besa el zapato derecho de su compañero, luego lo lame, se entrega como una perra. El a partir de ese momento Amo la coge del pelo y la lleva a gatas hasta cerca de la mesa. La sumisa le pide si puede hablar y él la dice que si que puede.

Amo, en esa bolsa de deportes guardo los objetos de sadomasoquismo que tengo ya que como cuando los he comprado vivía con mi madre no quería que me los descubriera. Pensaba llevármelos a casa el mes que viene cuando me vaya a vivir sola.

El va a la bolsa y lo primero que ve dentro es un collar de perra. Lo coge y se lo pone a ella para luego colocarle la correa y hacerla caminar a gatas por la habitación. El tiempo de descanso esta tocando a su fin pero no ha acabado de usarla como su sumisa. Así que la hace levantarse y la coloca boca abajo sobre la mesa y la hace levantarse la falda y la arranca las bragas y sacándose la polla la penetra vaginalmente follandola fuertemente hasta que sintiendo que se va a correr se la saca y se la hace mamar para después correrse en su cara.

Se vuelven a vestir y se adecentan para terminar la jornada.

Cuando termina la jornada, él la va a buscar a su despacho. Ella cuando le ve llegar se levanta y se arrodilla ante él besando sus zapatos. Pero él la indica que a partir de ese momento le debe saludar de pies agachando la cabeza y diciéndole:

Mi Señor, aquí esta su perra para ser usada por usted.

Te levantarás la falda y bajaras un poco las bragas para que pueda comprobar tu coño. Ahora coge la bolsa con todos esos objetos y vas a pasar el día en mi casa.

Ella cogió la bolsa y caminaba detrás de su Amo con la cabeza gacha y llevando la bolsa, previamente el Amo la había colocado el collar de perra. Ahora salieron y se montaron en el coche del Amo que la hizo que se bajara las bragas y se sentase sobre la piel desnuda del culo. El condujo hasta su casa, metió el coche en el garaje subterráneo y montaron en el ascensor, la hizo que se pusiera las bragas por las rodillas que no se vieran pero que él pudiera jugar con ella.

Ella obedeció, puñetera casualidad en la planta baja montó un vecino que pulsó el piso 15, subieron en el ascensor, delante iban ella y el vecino, detrás de ella su Amo que introdujo su mano por debajo de la falda y comenzó a acariciarla el coño de tal forma que el vecino no se diera cuenta. Ella empezó a ponerse muy cachonda y excitada, eso hizo que su Amo siguiera. Ella se mordía los labios para no jadear.

Por fin llegaron a la planta donde se bajó el vecino. Ella estaba completamente colorada por la excitación pero pasó el trago sin descubrirse. Llegaron al piso de Fernando y según llegaron la hizo desnudarse para que ella preparase la comida perola dijo que no pusiera la mesa que ya la indicaría que hacer en ese momento. Cuando llegó el momento en que la comida estaba lista. El se acercó y la dijo que acercara la comida en una bandeja a la mesa y que acercara un cuenco.

Puso algo de arroz en el cuenco. A ella le puso la correa al collar y la hizo ponerse a gatas como una perra a un lado de la mesa, como premio él esperó a que comiera pero debía de darse prisa, si para cuando él tendría que comer la comida no estaba a la temperatura adecuada sería castigada. Ella comió muy rápidamente, casi se le indigesta. El estaba orgulloso de su sumisión. Ahora la soltó la correa y la hizo tumbarse boca arriba. Iba a usar el cuerpo de ella como plato.

De esa forma podía observar a la sumisa, ver su cuerpo. Ella era de pelo castaño algo largo y liso, ojos mezcla de marrones y verdes, pechos medianos pero firmes con los pezones rosados. Culo redondo y pubis rasurado. El se desnudó como regalo a su obediencia. Comió sobre el cuerpo de la sumisa y cuando por fin hubo terminado la hizo recoger todo y traer a gatas el látigo de siete colas que ella tenía en la bolsa. Lo cogió y la hizo ponerse de rodillas con las manos en la nuca y empezó a azotarla en las nalgas hasta que las puso rojas. Seguidamente Fernando se sentó en la silla y la hizo que se sentara sobre su polla de espaldas a él para penetrarla y comenzar a follarla. La guiaba en el ritmo pellizcando sus pezones y apretándolos según quería que aumentara la velocidad o la redujera. Cogió un vibrador de los objetos de ella y se lo introdujo en el ano de la chica. Este empezó a vibrar la chica no jadeaba por miedo a importunar a su Amo hasta que éste la dio permiso y ella jadeó y gritó en el momento de correrse.

Ella se levantó y se acurrucó a los pies del Amo para recibir la eyaculación de él. Como recompensa a su obediencia y a la entrega ciega de Elena la llevó a la ducha y fue él el que la lavó. Luego la dio libertad para que se fuera a casa y que preparara las cosas porque el fin de semana siguiente lo iba a pasar en su casa.

Este es un relato imaginario que va dedicado a una amiga mía sumisa, si queréis podéis escribirme sobre todo mujeres a:

Picante100@hotmail.com