Elena y el taxista
Elena metió un dedo entre sus piernas y sacándolo muy despacio lo chupó mirando al retrovisor.
Elena esperó que llegase el taxi. Estaba sentada en la acera y deshecha. La habían reventado bien reventada. El taxi llegó y ella se montó en el asiento de atrás, tenía un rato hasta su casa y pensaba dormir. Al levantar la vista, vio que era el mismo taxista del otro día. ¿Casualidad, destino?
Ella sabía que hoy no llevaba bragas, habían quedado destrozadas y las dejó tiradas en el suelo. Notaba como el taxista la miraba. Elena abría sus piernas enseñándole su coño, ella sabía que miraría. Tenía los pezones muy, muy duros y estaba muy, muy excitada. Las mascarillas tapaban sus caras, pero Elena sabía que él la estaba mirando.
Elena metió un dedo entre sus piernas y sacándolo muy despacio lo chupó mirando al retrovisor.
- ¿Coño, putita, si eres tú?
¿Qué tal lo pasaste en la finca, te quedaste con ganas?
Elena no decía nada, permanecía con las piernas abiertas enseñando su coño.
El taxista desvió el coche y lo aparco en un paraje solitario.
- Ven cerda, pasa aquí y chúpame la polla como tú sabes.
-Elena pasó al asiento del copiloto, mientras el taxista se iba bajando la bragueta y sacaba la polla fuera. Elena se amorró a la polla y empezó a chupar.
- Así puta, así, abre bien la boca.
Elena media con sus labios esa preciosa polla y la llevaba hasta su garganta, la dejaba pasar por debajo de la campanilla, lo que la hacía salivar mucho y dar alguna arcada que otra. Cuando tenía una arcada el taxista la agarraba de la cabeza metiendo aún más su polla, lo que hacía que el coño de Elena se llena de jugos. El taxista bajó una mano hasta su culo y chupándose un dedo lo metió en él. Elena retiró su cabeza y le dijo.
No, por ahí no.
Tú chupa y calla pedazo de guarra.
Y apretando su cabeza le metió la polla hasta la campanilla
.
Elena sentía como ese dedo entraba rozando las paredes de su culito, la caricia no la desagradaba y hacía que el tener la polla en la boca y el dedo en el culo, la estuviesen turbando. Una especie de rayo, paso de su culo a su cerebro y de su cerebro a su coño y abriendo mucho la boca se corrió con la polla del taxista en la boca y ese dedito en su culo.
- Mírala qué puta, que corrida se ha pegado.
El taxista la subió las piernas a sus hombros y postrándose en el asiento con su culo contra la puerta, bajo a comerla el coño.
- Está como a mí me gusta, hummm bien mojadito y lleno de sabor. Ven aquí putita que te voy a hacer temblar sobre mi lengua.
El taxista succionó el clítoris de Elena mientras con su lengua daba rápidos giros arriba y abajo. Elena le echó las manos en la nuca y lo atrajo hacia su coño, para correrse en su cara. Pero el taxista no contento con ese orgasmo siguió acariciando su clítoris con sus labios y su lengua a la vez que le volvía a meter un dedo y luego dos dedos en ese precioso culito. El gusto que sentía Elena era total, nunca antes había estado así, en la gloria. Encadenaba un orgasmo tras otro hasta que no pudo más y empezó a temblar sobre la boca del taxista. Ya no podía más, tenía que salir de ahí o se desmayaría otra vez. Retirando su coño consiguió salir de su beso y separarse de sus dedos. El taxista abrió la puerta y rodeo el coche, abrió la puerta de Elena y dándola la vuelta apunto su polla a su coño. Pero esta vez en vez de metérsela, subió una pierna a su hombro y con la punta de su polla empezó a frotar con fuerza su clítoris hasta que Elena se convirtió en una fuente que lo baño entero.
- Joder tío, para, para que me vas a matar.
Pero él no paro. Puso la cabeza de Elena contra el asiento y sacó su otro medio cuerpo fuera del coche. Le metió la polla en el culito ahora bien lubricado y no hace mucho bien abierto. Y sujetándola por las manos, la dio tan fuerte que no tardó mucho en llenarla el culo de semen.
- Jodeeeer que culazo tienes, que bien me aprieta la polla.
Pero Elena había quedado inconsciente. La cogió en sus brazos y la tumbó en el asiento de atrás.
Poco antes de llegar a su casa, Elena se despertó.
Joder tío casi me matas. Ya estamos llegando. Dame tu número de teléfono así cuando quiera un taxi te llamaré.
Ya sabía yo que eras buena zorra.
Paró cerca de la casa de Elena y antes de bajarse la atrajo hacia sí y la dio un impresionante beso en los morros mientras dos de sus dedos entraban en su coño.
- Esto es para el camino.
Y con cara de cerdo se metió los dedos en la boca.