Elena versus David (6)
Una mujer puta en la cama y señora en el salón
ELENA VERSUS DAVID 6.
Al salir del departamento de David iba en una nube, había cogido como una gata en celo, una y otra vez me había ido, pletórica, como un torrente, ratones que una siempre ha tenido, fantasías que me excitan, las había realizado.
Los azotes en las nalgas tumbada en los muslos de un hombre al que notaba crecer su arma contra mi vientre. Ser sodomizada como si fuera la primera vez. Las delicias de coger en un baño en el que te entra la verga y el agua como si un torpedo rompiera tu propio cuerpo. Y tras el almuerzo ser más puta, verte como la protagonista de 9 semanas y media, en fin una jornada en la que la lujuria había imperado en mi vida.
Junto al edificio vi un estanco, entré compré un paquete de Lucky y un encendedor, necesitaba fumar. La primera calada me volvió a la realidad. La historia con David estaba plagada de mentiras, él me veía como una mujer dulce , inocente a la que había que enseñar, y yo no era así.
En la segunda pitada me entró la risa, me sentí no como la Bassinger, sino como Jack Lemon en "Una eva y dos adanes" ( Con faldas y a lo loco para los lectores españoles) de Wilder. Tenía un hijo, que estaba de vacaciones con mis suegros en Alicante ( no una hija) , me llevaba muy bien con mi marido a todos los niveles ( cama incluida), mis gustos culinarios son más sencillos que no más baratos, me encantan los mariscos, los pescados a la plancha, en fin no soy fanática de las salsas que enmascaran los sabores, acepto la sofisticación pero en muy pocos sitios, entre ellos Tomo I, y encima fumo, sólo me diferenciaba del divino Jack en el sexo, pero no era la persona que David quería.
Llamé a Ana, me esperaba en la confitería de la esquina, la había citado cerca de casa de mi amante, cuando vi que no podíamos estar en el hotel.
Estaba espectacular con un vestido negro con mangas, ceñido al cuerpo, que marcaba sus curvas como un guante. Era corto y dejaba ver sus piernas , hasta medio muslo, enfundadas en unas medias negras, que acababan en unos botines de taco alto. Su rostro enmarcado en la melena rubia, los labios amorrados pintados de rojo intenso eran el complemento de una belleza explosiva. Llevaba una cartera grande, negra a juego.
" Nos tomamos un café y subimos a por él"- le dije tras darle un piquito.
Me di cuenta que quería preguntarme lo que habíamos hecho, con una mezcla de celos y curiosidad.
Acabé la bebida y pagué, la agarré de la mano y fuimos hacia la casa de David.
" Cariño, estate tranquila, va a ser todo tuyo, aunque te lo voy a dar un poco cansado"
Me miró con picardía y en voz baja me confesó que había puesto unos polvos en una botella de champagne que traía , que a un perrito le convertía en león. No quise saber qué era el afrodisíaco que pensaba darle.
En el ascensor, donde había gozado con David, Ana me musitó avergonzada: " Sólo he estado con otra mujer, una vez"
" Yo te ayudaré, disfruta y quítate la vergüenza, eso es lo único que hace falta. Vive el placer"
Llegamos a la puerta y llamé. David apareció ante nosotras hermoso. Desnudo bajo un batín de seda azul grisáceo. No se había dado cuenta que dejaba ver su miembro, grande, gordo, pero blando, colgante entre los muslos.
" Soy tuya, te pertenezco, y te debo dar gusto para que realices todas tus fantasías. Te he traído a Ana para que nos goces, y nos enseñes a ser tuyas"
Le besé sin darle tiempo a reaccionar, tenía miedo que nos sacara de allí, al ser algo no previsto por su mente controladora. Apretada a él, me fui moviendo hasta que comprobé que Ana cerraba la puerta tras los tres.
" Ahora , vos"- dejé que Ana le besara, sus dos brazos alrededor del cuello y la boca succionadora de los labios, lo tenían dulcemente inmovilizado y mudo. Fui a su espalda y apoyé mi cuerpo contra el suyo, para que me sintiera en su espalda. Mis manos buscaron espacio entre los vientres pegados para encontrar su verga. La acaricié , al tiempo que el dorso de mi mano jugaba con el monte de Venus de Ana.
El sándwich duró una eternidad, la mente de David se ablandó mientras su pene se endurecía.
Le fuimos llevando al sillón de una plaza, le sentamos, poniéndonos una a cada lado. Le besamos, nuestros labios se juntaban y nuestras lenguas se encontraron en el ataque a la boca masculina.
" Maestro, mira como te preparo a tu otra alumna"
Nos paramos ante él, y abrí la cremallera que el vestido de Ana tenía en la espalda. Puse un CD de música sensual, y al ritmo de Summertime, Ana como una serpiente que se despoja de su piel fue quitándose el vestido.
Llevaba un corpiño negro que dejaba al aire sus senos turgentes en los que los pezones duros, parecían picachos sonrosados. Sin bombachas, dos ligas sujetaban las medias que dejaban los muslos al descubierto, los botines con tacos muy altos la perfilaban aún más las paradas nalgas redondas.
Tenía una pequeña raya de vello en su pubis que como una flecha llegaba al sexo.
Se movía despacio y la carne elástica seguía sensualmente de la cadencia.
Yo estaba caliente, pero sabía que no debía lanzarme sobre ella como me apetecía, tenía que controlar la situación y eso pasaba porque David se relajase y sólo pensase en gozar.
" Maestro"- había decidido llamarle así, sabía que le gustaba sentirse un iniciador del placer- " ¿ Querés que yo también me quite la ropa?"
Su sí indicó que estaba entrando en la situación del morbo que habíamos creado.
" Ana , desnúdame"
La muchacha se acercó y sin dejar de moverse fue desabrochando los botones de mi vestido que cayó al suelo. Quedé con el corpiño y el tanga que él me había mandado poner.
Las manos de Ana me habían ido acariciando a medida que me desnudaba.
Paradas ante él, de la mano, nos arrodillamos y nos acercamos a su sillón. La bata se había abierto y la polla estaba endurecida, pero lejos de la gloria que yo había disfrutado. Apoyamos nuestras cabezas en sus muslos y una a cada lado dimos varios lengüetazos al miembro.
Sus manos acariciaban nuestras cabezas, como si fuéramos perritas ante su amo.
" ¿ Querés tomar algo, maestro nuestro?"
" Yo, pensando en mi amo, he traído una botella de champagne"
"Puta, seguro que no es el que me gusta"
"Déjame mostrártelo mi amo, si lo desapruebas pagaré por ello"
La cosa se ponía interesante, Anita jugaba sus cartas con estilo. Fue a la cartera y ZASSS sacó una botella de Dom Perignon en una hielera. Me quedé atontada, eso era calidad.
" Niña, tengo que reconocer que has elegido un buen champagne. Trae una copa ese armario y ábrelo"
Yo quedé ante ella con la copa en la mano, Ana quitó la fina alambrada y el papel dorado de la cabeza y con los dos pulgares presionó. El tampón me dio en la lola izquierda , con dolor por mi parte compensado con el sentir la fría bebida en mi carne. El chorro inicial me había mojado.
"Perdóname que te haya hecho daño y mojado, mi señora. Merezco un castigo"- y me lamió el líquido que goteaba por mi piel, regodeándose en mi seno.
" Sirve el champagne para nuestro maestro. ¿Tus alumnas podemos beber también."
"Ponme en mi copa , y vosotras beberéis a morro , como si fuera el semen de mi verga"
Ana le sirvió una copa que bebió de un trago, después volvió a escanciar y fue cuando tras tomar un poco nos ordeno que bebiéramos nosotras .
Mi compañera acercó la botella, yo me la metí en la boca y bebí. Estaba buenísimo, si le había puesto algo, lo había mejorado.
Después fui yo la que le di a tomar.
"Elena, dame más champagne, luego dejas la botella en esta mesita y la debes castigar por haber dado con el tapón"
Hice lo que me había ordenado, al ponerme a su lado, con la mirada baja , pidiendo permiso, le pedí que me dejara el cinturón de su bata. Me lo dio, me di cuenta que el afrodisíaco había comenzado a hacer efecto.
Utilicé la seda para atar las manos de Ana a la espalda, frente a mí, como una esclava prisionera, esperaba que yo actuara.
La besé, cuando mi lengua disfrutó de la suya, la mordisqueé los labios, con un final en que gimió de dolor.
Nuestro amante se acariciaba la verga mirándonos. Tomé los erectos pezones de Ana entre mis dedos , y apreté hasta que de su boca salió una súplica: " Me haces daño, por favor , para".
Los solté y pasé a chuparlos, como un bebe succiona la leche de la madre, los mordí para que sintiera mis dientes en su carne excitada.
Su respiración se entrecortaba, la llevé hasta la mesa y la mandé que apoyara su torso en ella.
" Abre las piernas"- le ordené cuando comencé a darle nalgadas con la mano. Los globos gemelos se fueron tornando rosados por los golpes.
Paré e introduje mis dedos entre los labios de su sexo. Estaba empapada, los saqué totalmente mojados, metiéndolos en la boca, saboreé sus flujos.
" Maestro, la niña está muy caliente. ¿ Querés probar su placer?"
" Sí"- metí de nuevo la mano y chorreante la acerqué a David, él la lamió, hasta el final.
" Maestro ¿ puedo usar mi boca para volverla una muñeca entregada?"
" Quiero ver como la comes"- me ordenó.
Volví hacia Ana, solté su atadura, y la puse encima de la mesa con la espalda apoyada.
Levantó las piernas para dejar a mi alcance su concha. Me lancé sobre ella, mi lengua exploró y conquistó lo más profundo de su jugosa feminidad. Mis dientes atacaron sus íntimos labios, la oía gemir, susurrar sigue por favor, el índice buscó su punto G , estaba inflamado, lo acaricié mientras su clítoris se convertía en el centro de mis caricias bucales.
Chilló al venirse, y en un grito prolongado siguió yéndose . Se levantó tambaleando del orgasmo experimentado.
" Maestro, ¿ consideras suficiente el castigo?"
" Quiero que esta puta te de placer. Obedeceréis lo que os mande"
Nos quedamos paradas ante él.
" Acaba de desnudarla"
Ana me quitó el corpiño y la tanga.
" En el suelo, haced una tijera y acariciaros"
Nos tumbamos, dirigí la búsqueda de la postura de modo que nuestras conchas quedaran rozándose. La besé, nuestras manos recorrieron las pieles ardientes, nos movíamos despacio sintiéndonos. Los clítoris endurecidos jugaban al más maravilloso de los juegos, resbalando uno contra otro. Marchamos hacia el final. Nuestras bocas se fundieron en la angustia al alcanzar la meta del placer.
Miré a David. Su miembro estaba duro, grande, jugoso, ahora no lo acariciaba , se contenía para no derramarse antes de tiempo.
" Come a Elena"
Decía que no había estado más que con una mujer, pero debía tener habilidades especiales para el aprendizaje, porque usó la boca por todo mi cuerpo hasta llegar a mi sexo con tal maestría que me fui en el camino.
Al lamerme los labios y después mi botón rosado me dejé llevar a la nirvana. Exploté con un grito.
" Maestro, ¿puedes hacernos gozar?, somos tus alumnas que queremos darte placer"
" Venid acá"
Nos paramos frente a él, la bata abierta dejaba ver su vientre plano, su torso de atleta, su espada enorme esperando la funda.
Tomé a Ana de las manos, y la llevé a sentarse sobre el hombre. La verga iba entrando `poco a poco en su vagina, deslizándose con facilidad, lubricada por los fluidos femeninos.
David la agarró por la cintura y la marcó el ritmo de la cabalgada, muy lento, muy profundo. Yo aproveché para chupar los pezones de mi compañera.
" Maestro, ¿ querés entrarle en la puerta oscura?"
" Niña, has aprendido los caminos del poder"
Ana se fue levantando hasta que el arma salió entera.
"Date la vuelta"- la ordené.
Usé su propia humedad para untar el orificio trasero, lo embadurné bien, metí el pulgar, entraba con suavidad.
La puse mirándome, y agarré la polla del hombre , la fui dirigiendo hasta su objetivo, al entrar en contacto, Ana me miró agradecida.
Fue bajando muy despacio, hasta llenarse del hombre. La cara de los dos era un poema de pasión.
Se movían paladeando la estrechez del camino.
David , con los ojos cerrados, sudaba controlando la situación.
Di un beso a Ana, apenas un piquito. Me puse el vestido sobre mi desnudez y sin hacer ruido, salí del departamento.
El taxista se dio cuenta que no llevaba nada debajo, sus ojos no paraban de mirar por el retrovisor. Me sentía generosa. Crucé las piernas como la Stone para que tuviera algo que recordar. Me quedé a media cuadra de casa, pagué, al hacerlo e inclinarme mis senos quedaron ante sus ojos.
Cuando se marchó, entré en mi edificio. Subí.
Me desnudé y me duché tranquila. Mojada , salí de la bañera, agarré el celular, y lo metí en el lavabo, abrí el agua. Lo dejé a remojo mientras me secaba y me daba crema tranquilamente por mi cuerpo.
Diría a mi marido que se me había caído al lavarme. David no pod´ría volver a localizarme.
Fui al dormitorio, saqué unas medias rojas y el liguero del mismo color, me calcé unas sandalias de taco alto a juego. Me miré en el espejo. Me di cuenta que me faltaba algo. Con el lápiz rojo de labios me los pinté, después los pezones . Me volví a mirar en el espejo.
Esa era yo, una gata golfa, viciosa, lujuriosa, gozadora, una mujer feliz de ser una puta en la cama y una señora en el salón.