ELENA CONOCE LA DISCIPLINA EN CASA Capitulo 2

Elena vive unas semanas de sexo y dolor. Cuando ya estaba recuperada, sale de compras con su amiga Charo, olvidando avisar a Jose, su marido. Lo que le supondrá un severo castigo, y una noche alocada de sexo por sus dos orificios. RELATO DE SPANKING DISCIPLINA DOMESTICA

ELENA CONOCE LA DISCIPLINA EN CASA Capitulo 2

Elena se había levantado como de costumbre para salir hacia el trabajo, durante la semana que había pasado en el apartamento de la madre de José, no pudo ir ningún día a la playa como le hubiera gustado, pero al igual que sus cuñadas Lorena y Sofía, teniendo que quedarse en el apartamento o salir a pasear con sus cuñadas o con su marido. Pero ella había preferido quedarse en el apartamento, pues al caminar le dolía el trasero y si se sentaban en una terraza a tomar algo, no podía estar mucho tiempo en la misma posición debido al dolor. Uno de esos días que salieron de paseo lo hicieron los cinco, mamá, José, Lorena, Sofía y Elena. Sus cuñadas al ver unas prendas en un escaparate, se empeñaron en entrar a preguntar, acabando en el probador de mujeres las tres dentro del probador, desnudándose al mismo tiempo y probándose unos vestidos, la simpática dependienta que les atendía, descorrió las cortinas para pasarles otro vestido, estando en ese momento Elena desnuda y solo en bragas con el trasero hacia las cortinas, la dependienta le vio claramente como llevaba el culo de colorado, y cerro rápido las cortinas pero ya le había visto el culo a Elena, avergonzada se vistió saliendo de la tienda lo más rápido que pudo. Si la dependienta hubiera corrido las cortinas unos minutos antes, les habría visto el culo colorado a las tres. Por la vergüenza que paso Elena, durante esos días no volvió a pasar por esa calle, a pesar de ser la calle comercial de la población costera.

A Elena le gustaban los vestidos con la falda acampanada, bien si era tableada o ondulada, esa mañana se vistió con un vestido azul con la falda ondulada, pero al ponérselo se dio cuenta que se la había quedado pequeño o se había encogido al lavarlo, pues le quedaba muy corta la falda, pero como a toda mujer le gusta verse atractiva y guapa, con ese corto vestido estaba de lo más preciosa, así que aunque la falda era más corta de lo habitual en ella, se dejó puesto el vestido e iba salir de casa. José su marido la miro de reojo viéndola muy atractiva, con esa falda y no dudo un instante en ir hacia ella cuando ya estaba abriendo la puerta, en la misma entrada la abrazo dándole un beso que la dejo mirándole llena de deseo, no hizo falta más, la levanto pasándole las manos pos sus muslos cogiéndola entre sus brazos, en las que ella apoyaba su trasero, se la llevo a la habitación dejándola en pie al lado de la cama, le soltó la cremallera de la espalda, y el vestido cayo a sus pies formando una corona en torno a ellos, le saco las bragas en un momento, echándola sobre la cama boca arriba contemplando como él se sacaba el pantalón y slip al mismo tiempo, arrojándose sobre ella penetrándola al instante, gozando ambos como poseídos en un solo cuerpo, no tardando en llegar al clímax al tiempo. Nada mejor que un buen polvo rápido antes de ir a trabajar.

Elena se tuvo que volver dar de nuevo una ducha rápida, en compañía de su marido que aprovechaba para sobarle el culo aun amoratado, con los gemidos de dolor de Elena, pero aun así obsequio a su marido poniéndose de rodillas y metiéndose su miembro en la boca, limpiándosela bien de los restos de ella y de él, acabando excitado de nuevo y levantándola con sus brazos la volvió a penetrar de pie en la ducha y cayendo sobre ellos el agua, mientras se fundían en un apasionado beso con el cruce de sus lenguas, mientras Elena era bombeada de manera lenta y apasionada, quedándose quietos al acabar al tiempo ambos.

Luego tuvieron que arreglarse corriendo, pues se le hacía tarde para llegar al trabajo, Elena y José estaban en el ascensor para bajar al vestíbulo, y Elena tuvo que volver al no haberse puesto las bragas, momento que José aprovecho sonriendo para darle un buen azote bajo su acampanada falda en el culo desnudo. Al poco Elena volvía a salir con las prisas, acabando de subirse y ponerse bien las bragas dentro del ascensor, con José su marido, a la cual la inclino y le dio unos azotes cariñosos por olvidarse de ponerse las bragas, bajando el ascensor con la pareja dándose un beso de película, que tuvieron que parar y arreglarse la ropa al abrirse las puertas y entrar un vecino. Ella se veía radiante con su vestido y la falda acampanada que dejaba ver sus esplendidos muslos, y que el vecino no perdió detalle alguno mirándola.

Aunque le gustaba usar zapatos con tacón de aguja, ese día salía con zapatos con poco tacón. Durante los días que permaneció en el apartamento, había descubierto que con zapatos de tacón de aguja, se le agitaban las nalgas al andar, y aunque le gustaba ser coqueta, le dolía demasiado el culo al andar con aquellos tacones altos y finos, por lo que iba a pasarlo muy mal al andar hacia el autobús si se los ponía. Al subirse al bús como cada día para ir al trabajo, casi estuvo a punto de levantársele la falda con el aire. Así que coloco su bolso colgándoselo del brazo derecho, así los que iban sentados no podrían mirar bajo su corta falda, al subirse Charo cinco paradas más adelante, se saludaron como de costumbre. Charo le preguntaba cómo le había ido esa semana de vacaciones con la suegra, y Elena trataba continuamente de cambiar de tema, pero Charo persistía en saber todo. Al bajarse del autobús, iban andando hacia el edificio de oficinas, y Charo no dejaba de preguntarle una y otra vez como le había ido y cuantos tíos buenos había visto en la playa, cosas de mujeres cuando están ellas sin compañía masculina.

(Charo) -. Que te pasa hoy, chica? Parece que te hayas tragado el palo de la escoba, andando tan recta que te ocurre, te la metido José esta mañana por el culo? Porque yo cuando Pedro me lo hace, luego al caminar duele un poco.

Elena ya no sabía que decirle para que no le preguntase más cosas, al mencionar Charo ese comentario sobre que Pedro se la metía por el culo, y luego le dolía un poco al caminar, encontró la excusa perfecta para hacer callar a su amiga de una vez.

(Elena) -. Eres incorregible todo lo quieres saber, hay cosas que son privadas…leñe!

Llevaba rato deseando poder sobarse el culo, y esa era una excusa perfecta para hacerlo sin que Charo le hiciera preguntas indiscretas como siempre. Esa mañana en la oficina no lo iba a pasar muy bien teniendo que permanecer horas sentada, al entrar al ascensor aprovecho que iban solas para sobarse el culo con las dos manos, pasándolas por encima de la falda, sonriendo a Charo cuando esta la veía sobarse.

(Charo) -. Tan gorda la tiene para dolerte tanto el culo? Pedro, con él también me duele cuando me la mete, no comprendo como a los hombres les gusta tanto darnos por el culo, tendrían que darles a ellos a ver si les gusta…

Riéndose del comentario de Charo salieron del ascensor, yendo cada una a su puesto. Charo miro con una sonrisa cómplice y picara a Elena cuando al sentarse en su silla, se sentó con delicadeza, acampanando su falda sentándose sobre las bragas, para así sentir mejor el frio del asiento en el culo, y refrescar sus nalgas doloridas. Una hora después Elena deseaba poder levantarse de la silla, ya no aguantaba más estando sentada, se levantó yendo hacia el fondo donde estaban los servicios, cuando fue a entrar al servicio…

(Luisa) -. Espera Elena que te acompaño…

Elena acelero el paso haciendo que no la había escuchado y se metió en uno de los retretes, cerrando la puerta, bajándose las bragas sentándose en el inodoro, escucho como Luisa entraba al de al lado. Elena pensó para sus adentros que ya ni al baño podía ir sola, a ella no le apetecía hacer pis, solo deseaba poder bajarse las bragas de una vez, pues le molestaba el llevarlas puestas, si hubiera llevado falda más larga, se las hubiera quitado. Pero entonces pensó, que de hacerlo habría mojado la falda, pues aunque le parecía extraño, pero desde que recibió la azotaina que le dio José, iba mojada a todas horas sin explicarse el porqué de ello. Quizás seria por el sexo que tuvieron después, que fue el mejor que habían tenido desde la noche de bodas. Aunque luego pensó que no podía ser, porque a pesar del dolor del culo, tuvieron sexo todas las noches en el apartamento y al llegar a casa, se desfogaron haciéndolo cada poco durante el fin de semana. Estaba la mar de relajada en el inodoro sentada y con el trasero fresco aunque solo fuera por un poco de tiempo, pues…

(Luisa) -. Que te ocurre Elena, te has caído por el agujero del wáter? Llevas mucho rato…

Elena asqueada de tener amigas para molestarla cuando mejor estaba, se puso en pie y se subió las bragas maldiciendo al parar por sus nalgas las malditas bragas, que volvían aprisionarle el dolorido trasero. Arreglándose la falda salió del retrete, en el momento que Luisa tenía la falda arremangada y se arreglaba las braguitas, viendo a Elena tras ella por el espejo.

(Luisa) -. Te gusta mi nuevo modelito? Estas braguitas me las compre el sábado, son una monada, a ver si me ligo al jefe abriendo las piernas cuando pase por delante de mi mesa…

(Elena) -. Como te vea enseñándole las bragas a mi José te arranco los pelos. .- Elena aprovechando que tenía la falda arremangada, le dio a Luisa una fuerte palmada en el culo. -. que no te vea coquetear con mi marido, o no respondo…!!!

(Luisa) -. Es broma chica! Te has pasado, me has hecho daño en el culo.

(Elena) -. Como te pille seduciendo a mi José, te pongo el culo como un tomate de la zurra que te doy.

(Luisa) -. Con vaya humos que vienes, no se supone que después de unos días de vacaciones, se ha de volver relajada? Tú estás súper tensa…

Durante esa semana Elena tuvo que estar en el trabajo muy pendiente, para que ninguna de sus amigas le pudiera ver el culo como lo llevaba, pero a la semana siguiente ya apenas tenía marcas y las que le quedaban sus bragas las cubrían, por lo que solo tenía que tener cuidado con Charo, al final de esa segunda semana ya tenía su trasero como siempre, en tres semanas había permanecido con las marcas de las dos azotainas que recibió su primera vez, no le quedaron ganas de volver a cometer un nuevo error, que pudiera hacer que su marido la tuviera que castigar. Y mucho menos, provocar a su suegra cometiendo algún error, aunque cuando la visitaba era casi extraño, no ver cómo le calentaba el culo a una de sus cuñadas con la zapatilla.

Una nueva semana daba comienzo y al levantarse de la cama, volvía a ser ella misma comportándose como era habitual en ella, entrando a la ducha a pesar de estar José duchándose. Primero se quedó en la puerta observándole, viendo que aunque no la tenia empinada, no le faltaba mucho para ello, seguramente el tenía que estar pensando en ella, y el polvo en la cama antes de levantarse. El tenerla tan cerca de él, acabaron como siempre. Ella juguetona dejo caer la pastilla de jabón arrodillándose, fingiendo estar buscando la pastilla de jabón, estando de rodillas en la ducha cayendo el agua, levanto la cabeza estando ante José de rodillas, ante ella tenía casi con una erección, así que Elena se lo introdujo en su boca jugando con él, en apenas unas buenas caricias con la lengua, ya lo sentía en el interior de su boca muy duro, lamiendo desde el prepucio a la base y jugar con sus testículos mordiendo bajo ellos, y metiéndose uno en el interior de sus labios, sabía que a José le volvía loco que lo hiciera. Recorriendo su miembro e introduciendo en su boca, empezó a sacárselo y metérselo con rapidez succionando con sus labios, en poco tiempo sintió como José se agitaba y descargaba en su interior todo su semen, que Elena no desperdicio ni una gota tragándoselo todo con verdadera ansias, siguiendo metiéndose el miembro, que había reducido su erección, pero Elena deseaba sentirlo en su interior entre sus piernas, pero por más que lo intento no tuvo el éxito esperado, decepcionada se puso en pie y salió de la ducha sonriendo a José. Aunque por dentro iba decepcionada. Elena secándose en la alfombra del baño, al inclinarse para secarse las piernas, dejo su blanco trasero a la vista de José, el cual salió al verla acariciándose su miembro, recobrando una erección al verle el culo en aquella posición mostrándole su sexo, la sujeto de las caderas y apoyo su erecto miembro entre sus labios del sexo, Elena al sentir la caricia de José se enderezo en el momento que el pretendía penetrarla, fue un error por culpa de Elena, pero acabo sintiendo un fuerte dolor en el culo, pues el tener aun algo de jabón, facilito la lubricación, y al enderezarse la propia Elena, se la metió en el culo. Aulló del dolor al sentirla dentro hasta el fondo de una sola estocada, pero José se dio cuenta y se quedó parado para que se le pasase el dolor, al parecer el propio José había tenido en mente varias veces el metérsela por el culo, pero no había encontrado la situación para planteárselo a Elena.

Lo que José no sospechaba era que Elena desde hacía dos semanas que Charo, le había contado que Pedro se la metía por el culo, ella misma había deseado probar que se la metiera, pero el miedo a la vergüenza de que iba a pensar, la hacía olvidarse del tema, y mira por donde, las circunstancias había hecho que ahora la tuviera clavada en su culo. Lejos de protestar, Elena no dijo nada y José al no tener ninguna protesta por su parte, empezó a moverse con suavidad sacándola y metiendo lentamente. Para José era la primera vez que se la metía por el culo a una mujer, pero había leído sobre el tema y visto videos porno en la oficina y en casa a solas.

Después de tener sexo anal en el baño, fueron juntos a la cama volviendo a tener sexo convencional, así como aprovechando la circunstancia de esa mañana, la puso de rodillas sobre la cama a estilo perrita, y con suavidad se la volvió a meter en el culo, quejándose Elena del dolor al sentirla de nuevo por su retaguardia, pero mordiéndose los labios aguanto la estocada en su culo. Esa mañana llegaron tarde al trabajo los dos, pero ser el jefe y la esposa del jefe, tiene sus beneficios a mas había tenido un excelente despertar sexual para ser lunes y primer día de la semana.

(Charo) -. Chica quítate esa cara de felicidad de la cara, llegando tarde al trabajo, una mañanita movida. Eh!! Te he visto lo guiños al sentarte Elena, otra vez te la ha clavado en el culo?

(Elena) -. Calla, a ver si te van a oír! Es que tienes envidia!

(Charo) -. Niña! Que no eres la única que se la meten por el culo, esta mañana también Pedro me ha dado buena caña. Por cierto salimos esta tarde de compras, hoy comienzan las rebajas y Pedro me ha dado su tarjeta de crédito, la voy a fundir hasta que eche humo…

(Elena) -. Vale! Luego se lo comentare a José que llegare más tarde a casa.

Charo y Elena al salir de la oficina se fueron a un importante centro comercial, pasaron todo el resto de la tarde de compras, gastando dinero más de lo que deberían, pero cuando se ponían las dos a mirar vestidos, se volvían locas comprando ropa, tanto para salir, como ropa interior. Luego habían subido a la terraza del centro a tomar unas cervezas, hablando de lo que habían comprado y cuando se lo iban aponer, conversación de mujeres alocadas una tarde de compras. Al coger Elena su bolso para pagar, vio que su teléfono móvil se iluminaba, en ese momento recordó que no había avisado a José, al mirarlo vio que tenía veinte llamadas y más de cuarenta mensajes en su WhatsApp. Elena se quedó blanca al verlos.

(Charo) -. Que te pasa? Te has quedado blanca.

(Elena) -. La que me va a dar José, se me ha olvidado decirle que salíamos de compras esta tarde, no veas la que me espera al llegar a casa! Vamos…vamos… pagamos y cogemos un taxi, cuando llegue a casa me va a matar!!!

(Charo) -. Chica no es para tanto, porque te va hacer algo, hemos salido de compras y ya está! No pasa nada por eso, Pedro a mí no me dice nada si no le aviso, se enfada un poco, pero cuatro mimos y lo tengo comiendo de mi mano!

(Elena) -. A José si le aviso tampoco me dice nada, pero se me ha pasado decírselo y debe estar muy preocupado, no veas la que me espera al llegar a casa! Me va dar una que no la voy a olvidar en una semana!

(Charo) -. No me digas que te pega el muy cabron? .- Elena no respondió a esa pregunta, con lo que resulto casi una respuesta afirmativa y así la entendió Charo. -. Te pega! Y tú se lo permites que lo haga, eres tonta o qué?

Charo era la mejor amiga de Elena, con ella no tenía secretos. Y a ella le había contado todo siempre excepto el acuerdo conyugal que habían llegado ella y José, en cuanto a la disciplina en el hogar.

(Elena) -. No es tan sencillo, Charo siempre has escuchado las amenazas de José cuando éramos novios, verdad? Decía que cuando nos casáramos me iba a enterar, y que no me sentaría en tiempo…

(Charo) -. Pero eso son solo tonterías de hombre, Pedro también me amenazaba con darme unos azotes, pero jamás lo ha hecho y no se lo permitiría yo, pobre de él si se le ocurre ponerme la mano encima.

(Elena) -. No es tanto, José y yo llegamos a un acuerdo, si no me comportaba como es debido, pues eso…

(Charo) -. Tu eres tonta, perdona que te lo diga!

(Elena) -. Solo lo ha hecho una vez, pero hoy no me libro de una buena…

(Charo) -. Ya te ha pegado una vez, y le dejaste hacerlo… yo mato a Pedro si lo hace…

Elena viendo cómo se había puesto y reaccionado su amiga Charo, le conto con pelos y señales como y porque fue la primera azotaina que le dio José, así como la azotaina que le había dado su suegra en el apartamento, y como había castigado también a sus hijas, así como por qué las últimas semanas había estado tan rara ella en la oficina.

(Charo) -. Eres lo que no hay Elena! Aunque me cueste entenderlo, la verdad es que te la tenías bien merecida esa azotaina, mira que olvidar la medicina de la Sra. Josefa, con lo buena que es tu suegra, y luego quemar la olla, podías haber hecho arder todo el apartamento, hasta yo creo que te habría puesto el culo como un tomate.

Ya en el taxi llegaron al edificio donde vivía Elena, se bajaron juntas del taxi sacando las bolsas del maletero con las compras, y Charo llamo por teléfono a Pedro para que pasara a recogerla con el coche, y ayudo a Elena a llevar sus compras hasta la puerta.

(Charo) -. Si quieres puedo subir contigo, y le hablo a José que ha sido culpa mía, que no lo habíamos pensado y que solo me habías acompañado para no ir sola, seguro que no será tan severo como dices y no te dará una azotaina estando yo presente, Pedro aun tardara una hora en venir a recogerme.

Elena acepto la proposición de Charo, no sabía cómo reaccionaría José al verlas entrar a las dos, total solo la había castigado una sola vez, y no habían hablado de que situaciones serian motivo o no de castigo, teniendo la esperanza que al subir con ella Charo y hacerse la culpable ella de lo sucedido, no sabía Elena si merecería un castigo o quizás no. Pero tenía la esperanza que se podía librar de ser castigada, los mensajes del móvil eran claros, “ya te puedes preparar cuando llegues, y traerme el cepillo de la ducha” al leer ese mensaje no pudo evitar pasarse la mano por el trasero, aun estando Charo con ella a su lado en el portal, y se le acerco a ver que decía el mensaje. Subieron en el ascensor hasta el ático donde Vivian, toda la planta del ático era su piso, un piso enorme de cuatrocientos metros cuadrados, contando con una terraza de ciento cincuenta metros, desde la cual se contemplaba toda la ciudad desde el piso decimo con una vista inimaginable. Al llegar al rellano llamaron al timbre abriendo la puerta José, encontrándose a Charo ante la puerta y Elena detrás de ella, las dos iban cargadas de bolsas.

(José) -. Buenas noches Charo, esto sí que es una sorpresa no te esperaba que vinieras, como Elena últimamente no cuenta conmigo para hacer las cosas… Pero deja que te ayude con esas bolsas, y Pedro? No le veo que venga también. Sabes Charo! Me ha estado llamando Pedro toda la tarde, al parecer no sabe dónde estabas y teníais entradas para ir a un concierto, estaba muy enfadado contigo… No me extrañaría que te esperase con el cinturón en la mano.

(Charo) -. Yo también me alegro de verte, José! Siempre con ese sarcasmo tuyo, pensaba que Elena te había hecho cambiar.

Elena empezó a pensar que no había sido buena idea que Charo la acompañara, ella y José siempre se disparaba la una al otro, frases poco agradables, y la cosa no había cambiado nada entre ellos, Elena veía que solo iba a lograr empeorar su situación. Dejando las bolsas de Charo en el recibidor, pasaron al salón y como hacia una buena noche salieron a la terraza, mientras Elena había llevado sus compras a su habitación, dejándolas en el vestidor para luego guardarlas en su lugar. Reuniéndose con Charo y José en la terraza…

(José) -. Veo que habéis pasado una tarde de compras, y que habéis encontrado lo que buscabais. Yo en cambio, esperaba que Elena llegase pronto a casa, porque teníamos un compromiso con un socio, debíamos haber ido a su casa a cenar, pero ya he cancelado la cita, porque no tenía ni idea de donde estaba mi esposa. Se te ha olvidado verdad Elena? Sobre todo teniendo en cuenta que esa cita la concertaste tu misma, no sé cómo se lo habrán tomado el señor Gutiérrez y señora, hacía meses que deseaban cerrar su caso de divorcio, y hoy debíamos concretar la separación de bienes en la cena. Y que te cuentas tú, Charo?

(Charo) -. No debes culpar a Elena. Ha sido culpa mía, la he engatusado para que me acompañara, y luego se me ha ido el santo al cielo, ella me había comentado lo de esa cena, pero se me olvido al liarme a comprar cosas, ya sabes cosas de mujeres…

(José) -. Sabes Charo, no me importa que mi mujer salga de compras contigo, eres su mejor amiga y eso lo respeto. Aunque sabemos que tú y yo nunca nos hemos caído muy bien, solo espero de Elena que me diga lo que va hacer, para así no preocuparme, no le pido nada más ella es una mujer adulta, y como tal puede hacer lo que quiera, pero está casada y debe decir a su pareja que se va a retrasar. Pero una amiga no debería mentir, no sé por qué vienes a decirme que ha sido culpa tuya, lo de la cena solo era un pretexto, no hay tal cena concertada. Así que solo tratas de encubrir a Elena y no comprendo el porqué, luego una vez te hayas marchado, ella y yo tenemos que hablar pero no entiendo por qué tratas de encubrir su error, ha sido ella y no tú la que no me ha comentado nada.

La situación se estaba poniendo muy tensa, cuando en ese momento sonó el timbre del telefonillo de la calle, Elena se levantó para ver quien llamaba, podría ser que fuese Pedro que ya había llegado, y así fue. Elena volvió hacia la terraza y se lo dijo a su amiga.

(Elena) -. Charo! Es Pedro que ya ha llegado a por ti. Le he dicho que subiera, pero dice que es muy tarde y que tenéis el tiempo justo para llegar a un concierto, te espera abajo…

Las dos se dirigieron hacia la entrada y recogiendo sus bolsas Charo se despidió de Elena, con un beso en la mejilla…

(Charo) -. Me voy, mañana me cuentas como te ha ido con José, siento no haberte ayudado más, creo que lo he empeorado en vez de solucionarlo, chao cariño…

Elena permaneció en silencio diciéndole adiós con la mano, cerrando la puerta y apoyando la espalda en ella preocupada, había llegado el momento de afrontar lo que resultaba inevitable, estaba muerta de miedo de cómo José se lo iba a tomar, hacer que Charo la acompañase no había sido muy buena idea. Al entrar al salón, Elena se tallo el trasero de su corta falda, como siempre vestía un vestido color rosa muy suave, con la falda acampanada ondulada, le gustaban esas faldas, y como llevaba días con su trasero en perfecto estado, la falda era algo más corta de lo habitual en ella, apenas le cubría la mitad de sus muslos. Al traspasar la puerta vio que José cerraba la puerta corredera de la terraza y se sentaba en una silla en el centro del salón. Elena se quedó parada al verle sentarse en aquella silla, pues no era ese su lugar, lo que significaba que José la había puesto el ahí. José la vio parada a la entrada del salón mirando hacia él.

(José) -. Elena!!! Ya sabes que debes traerme, verdad? O quieres que te lo recuerde…

Elena se quedó de piedra, ni tan siquiera la iba a dejarse explicar, pero como había dicho su marido, sabía lo que debía traerle. Preocupada y presa del pánico se dirigió hacia el baño a buscar el cepillo de la ducha. La primera vez que tuvo que ir a buscarlo, no tenía nada claro para que se lo hubiera pedido José, como tampoco el uso que iba a darle al cepillo, su inocencia en aquella primera vez, ni se planteó que lo fuera a utilizar para darle una azotaina con él. Pero en esta ocasión si lo sabía, como también lo mucho que le dolió la azotaina que le dio con él. Por ello ahora se dirigía hacia el baño aterrorizada, temblándole todo su cuerpo del miedo que tenía, así como temblándole las manos lo recogió de la repisa de la ducha y volviendo sobre sus pasos, salió del baño al pasillo, el cual se le hizo interminable de lo largo que le resulto ser, mientras caminaba hacia la puerta del salón, viendo a José su marido sentado, fue hacia donde él estaba y con las manos temblorosas se lo entrego a su marido.

(José) -. Bien Elena. Sabes porque te he pedido que me traigas el cepillo? .- Elena asintió con la cabeza. -. Si verdad! Te parece justo que hayas ido de compras sin avisarme. .- Ella negó con la cabeza. -. Entonces el traer contigo a Charo a excusarse por ti, te parece que has hecho bien. .- Negó con la cabeza. -. Sabía que me iba a enfadar y preocupar si no me avisabas. .- Se encogió de hombros. -. Puedo aceptar que se te haya olvidado avisarme, y que te mereces una azotaina por ese motivo, tal y como llegamos a nuestro acuerdo, que yo re haría saber y te diría los motivos porque te la merecías. Ya estaba molesto por ese motivo, pero ahora estoy enfadado contigo, al parecer has aireado nuestro acuerdo, eso es decisión tuya, si se lo deseas decir a tu mejor amiga, pero el montarme esa escena no te lo voy a consentir, más te vale que no se vuelva a repetir, y si traes a tu amiga de nuevo para excusarse por ti, avísala de que corre el mismo riesgo que tú? Que no proteste luego que no la has avisado…

Sin más rodeos la coloco sobre sus rodillas, le levanto la falda del vestido y seguidamente le bajo las bragas blancas de encaje que llevaba puestas, José sujetándola bien con su mano izquierda comenzó a azotarle el culo desnudo con el cepillo de baño, Elena cogía y soltaba aire con rapidez por el dolor que estaba causando la superficie plana del cepillo, el cual José le estaba dando azotes rápidos centrándose en el centro de sus nalgas, y luego poco a poco iba progresando la azotaina repartiendo los azotes, de tal forma que ni un centímetro de sus redondas nalgas, quedase sin calentarle el culo bien. Elena sabía que se la tenía bien merecida esa azotaina, y que su marido la castigaba por no haberle avisado que iba a salir de compras, y también por haberle acompañado su amiga, que resultaba tan grave como el haber salido de compras, pues con esa conducta reafirmaba que sabía que había cometido un grave error, por lo que la azotaina se prolongó varios minutos, no tardando Elena en ponerse a llorar, pues el culo le dolía hasta la desesperación sin poder hacer más que patalear con sus piernas, así como abrir y cerrar sus piernas hasta que la traba de sus bragas se lo impedían abrir más, se retorció sobre las rodillas de su marido, dado el intenso fuego que sentía como le abrasaban sus nalgas, no tenía nada comparado a la primera azotaina que recibiera semanas atrás, esta vez le estaba doliendo mucho más, porque también estaba recibiendo mucho más fuerte, y por más tiempo que la primera vez, no estaba siendo una simple azotaina, le estaba administrando el castigo que su marido creía conveniente para ella y la importancia de la disciplina en el matrimonio. Cuando por fin José paro de darle la azotaina con el cepillo de ducha, Elena lloraba desconsolada sobre sus rodillas, y a pesar de que su marido la había dado por acabada la zurra, y le había subido las bragas, así como bajarle la falda, Elena seguía echada sobre sus rodillas llorando, a pesar de la incomodidad de estar boca abajo. Pero sentía un fuego muy intenso en su culo, que nada tenía que ver con el dolor que sintió la primera vez.

Minutos después José la ayudo a reincorporarse, dejándola de pie a su costado, Elena se sobaba el culo a dos manos y aun sollozaba del intenso fuego en su culo, el cual no menguaba nada la intensidad del ardor en sus nalgas.

(José) -. Siento mucho el haber sido tan severo contigo Elena, la primera vez solo te merecías una azotaina por los errores cometidos, y por ello fuiste castigada con un castigo acorde a tu falta, bastaron cinco minutos para hacerte comprender tu error. En esta ocasión me has obligado a darte una castigo ejemplar, por lo que he empleado quince minutos en darte tu merecida azotaina, por eso te duele mucho más el culo. Espero por tu bien no verme en la necesidad de demostrarte que te quiero demasiado, como para permitirte este tipo de conductas, por tu bien y el de tu trasero espero que hayas aprendido la lección. Ahora mi pequeña, puedes irte a la cama, estarás mas cómoda echada en ella, luego antes de acostarme te pondré una crema, aunque ello no te aliviara el dolor en varios días.

Sobre las doce de la noche José fue a reunirse con Elena en la cama, ella estaba echada boca abajo aun vestida, pues no se había desnudado por el intenso dolor en el culo. Así que José cariñosamente la recogió en brazos levantándola de la cama, y depositándola con cuidado en pie, le desabrocho la cremallera del vestido en su espalda, dejando caer el vestido al suelo quedando solo en bragas y sujetador, le soltó los broches del sujetador sacándoselo, y le bajo las bragas hasta quitárselas completamente, sin pasar desapercibido para José como de mojadas llevaba Elena las bragas. Se sentó en la cama, colocando a Elena estirada boca abajo a su lado, abriendo el tapón de la crema hidratante, poniendo directamente una pequeña cantidad en cada nalga, con suavidad la fue esparciendo por el culo muy enrojecido de Elena, que cinco horas después de haber sido castigada, ya se le estaba poniendo morado con una gran aureola en el centro de cada nalga, donde había recibido más azotes. Elena suspiraba y gemía entre dolor y placer al sentir como las manos de José esparcían la crema por su trasero, así como cuando sus dedos se centraban en su media luna entre sus nalgas, tocando con las yemas de sus dedos tanto el orificio trasero, como entreteniéndose en los labios de su sexo, así como entraban en él, acariciándole el botón mágico mojando los dedos abundantemente de José. Elena estaba muy excitada a pesar del dolor del culo, durante unos minutos no sintió a José a su lado, el tiempo que tardo en desnudarse por completo, y abriéndole las piernas estando boca abajo, paso sus manos bajo su barriga haciéndola levantar el culo, y colocándose entre sus piernas se la introdujo entre sus nalgas, metiéndosela en el culo a Elena. La cual entre gemidos de dolor de sus nalgas, lanzaba suspiros de placer a cada embate que el miembro erecto de José, le bombeaba en el culo de manera suave para no causarle más dolor en el trasero, aunque claramente resultaba difícil lograrlo, por la severa azotaina recibida. Aun así, Elena disfruto cuando José se la estaba introduciendo en su agujero trasero, corriéndose en su interior sintiendo Elena el calor en su recto. José ante la visión del coloradísimo trasero de Elena, al acabar de correrse en el interior del culo, aun sentía la lujuria en él, y en la misma posición, arremetió con fuerza la entrada en el sexo muy mojado de Elena, el cual entro con una facilidad inimaginable hasta el fondo, al sentir Elena los testículo de José golpear en su sexo, y como entraba y salía sin pausa ni descanso una y otra vez. Esa noche se quedaron dormidos a las tres de la madrugada, cuando José invadió el culo de Elena por tercera vez, al igual que las tres veces que arremetió contra su sexo, fue una noche inolvidable para ambos, aunque quien más la recordaría seria Elena pues además de escocida en sus orificios, el culo le abrasaba y dolía como no habría podido imaginar, pero vaya nochecita…

(Continuará…)