ELENA CONOCE LA DISCIPLINA EN CASA Capitulo 1

Elena una mujer romántica y amante de su marido, descubre la disciplina en casa por su marido Jose, y por la suegra de ella RELATO DE SPANKING DISCIPLINA DOMESTICA

ELENA CONOCE LA DISCIPLINA EN CASA Capitulo 1

Elena como todos los días laborales de la semana, salía de casa a las siete de la mañana para acudir a su trabajo, tenía que caminar durante unos diez minutos para llegar a la parada del autobús de la línea D-15, con el cual se quedaba a dos manzanas de las oficinas en las que trabajaba como secretaria, desde hacía cinco años que había pasado las pruebas de acceso. Iba en el autobús de pie aunque habían asientos libres, esa mañana se había despertado animada por que tenía cita con José, su novio con el que se iban a casar en tres meses. Por ello Elena se había vestido de manera apropiada para acudir a su cita, al ser rubia de cabello largo a media espalda, atractiva de ojos azules, con un conjunto de una blusa azul cielo, falda ondulada que le llegaba a las rodillas, de color blanca con grabados finamente bordados de hojas de un arbusto en tono verde claro, con una chaquetilla de punto color beige, con las piernas enfundadas en unas medias color carne, zapatos de tacón de aguja de unos diez centímetros tipo sandalia, en color azul.

El autobús había hecho cinco paradas cuando subió una compañera de trabajo, como todos los días se saludaron con un beso en la mejilla, y agarrándose del asa lateral de unos de los respaldos de uno de los asientos, viajando las dos en pie.

(Elena) -. Buenos días Charo que buena cara llevas, vaya has vuelto a tener rollo antes de salir de casa, verdad? Desde que volviste de la luna de miel, siempre se te ve igual de radiante, tu marido debe darte candela fina.

Charo la amiga había subido muy feliz al autobús, como siempre en ella al ser más joven que Elena a sus veintidós años, entre ellas se llevaban tres años, vestía de manera muy coqueta, con una minifalda tejana, y un suéter azul a juego con la falda, y una chaquetilla tejana abierta, llevaba medias negras con unos zapatos sin apenas tacón cerrados, vestida muy acorde a su cabello corto rizado.

(Charo) -. Hola… que mala es la envidia! Aunque ya no te falta tanto para dejar de ser soltera, chica! Pero ya te puedes ir preparando para tu despedida, va a ser la bomba…

(Elena) -. Mas os vale que no vayáis hacer alguna locura en mi despedida, que os conozco a María, Isabel y Luisa lo locas que sois cuando estáis juntas, ya sabes que luego pago yo las consecuencias, José es muy bueno conmigo, pero no me deja pasar ni una y lo sabes tu bien…

(Charo) -. No entiendo que has podido ver en José para casarte con él, es más aburrido que una ostra en el fondo del mar, siempre con esa cara de amargado que tiene. Aunque sea un buen partido al ser un alto ejecutivo en la empresa, al menos no te faltaran caprichos con él. Te tiene muy consentida y mimada.

(Elena) -. Consentida? Puede que me consienta pero también me regaña como el otro día, por tu culpa, mira que te lo dije que no me entretuvieras el sábado, pero tu como siempre vas a la tuya, y luego pago yo las consecuencias. Luego esta varios días enfadado y no me habla.

(Charo) -. Consecuencias? Si se enfada un poco tampoco es para tanto, siempre tan estirado…

Hablando de sus cosas llegaron a las oficinas, subiendo en ascensor hasta la planta que se encontraban las oficinas del buffet de abogados, su puesto de trabajo. la mañana paso sin novedades como siempre, Charo ocupándose de los archivos y redactando documentos para los clientes. En cambio Elena se encargaba de las demandas de su jefe, teniendo que entrar a su despacho a menudo a consultar o atender nuevos trabajos. En una de esas ocasiones entro como de costumbre al despacho de su jefe, viéndolo sentado en su despacho atendiendo al teléfono. Por lo que Elena tuvo que esperar a que acabase su conversación, aprovechando para coger unos papeles de la repisa de documentos para archivar. Al ver que colgaba el teléfono, camino hacia el que había retirado su sillón de la mesa, Elena coqueta con quien iba a ser su marido en breves días, se sentó en su regazo abrazándolo poniendo sus manos alrededor del cuello mimosa.

(Elena) -. Aun sigues enfadado conmigo? No fue para tanto, solo llegamos unos minutos más tarde de la hora que habíamos quedado, ya sabes cómo es Charo cuando se pone pesada.

(José) -. Estas segura de querer casarte conmigo? Porque una vez casados no te voy a consentir estas cosas, te voy a llevar más derecha que a una vela. Y si, aún estoy enfadado contigo y tu amiga. Quedamos que me llamarías cuando llegaras a casa, y eran las cuatro de la mañana sin llamarme, estaba preocupado por ti, y te estuve llamando varias veces a casa. Habíamos quedado que muy tarde llegarías a las tres de la madrugada, y que me llamarías nada más llegar para que me quedase tranquilo, me tuviste toda la noche despierto esperando tu llamada, y para colmo tuve que ir a ver que te había ocurrido, te vi llegar a las seis de la madrugada y con alguna copa de más. De estar casados no te habrías sentado en una semana al menos.

(Elena) -. Me gusta cuando te pones tan serio, estás muy guapo así, no me vas a dar un beso…

(José) -. Mi madre estuvo a punto de acompañarme, la pude convencer de que no viniera, pero ella estaba convencida de en cuanto te viera quitarse la zapatilla, y darte una buena azotaina.

(Elena) -. Tu madre? Pero si es un encanto de mujer, sabes que me cae muy bien, a pesar de que siempre bromea con quitarse la zapatilla, pero es una mujer encantadora, como su hijo que es un encanto, y cuando te pones así de serio, estas muy gracioso.

(José) -. Te he advertido varias veces que no juegues con mi madre, no la hagas enfadar, lo de quitarse la zapatilla no es una amenaza nada más. Mis hermanas le tienen respeto y es por algo ese respeto. Sabes que ellas no bromean con ella como haces tú, conocen muy bien la zapatilla de mi madre. Te lo tomas como un juego, pero te aseguro que no lo es.

(Elena) -. Venga deja de estar enfadado va… y no hables así de tu madre, ella seria incapaz de hacer daño a nadie, es un trozo de pan de lo buena que es, y es divertido cuando se enfada y amenaza con la zapatilla.

(José) -. Tu misma… si deseas retarla probaras su zapatilla, te lo tengo dicho que no juegues con ella, el día que la hagas enfadar de verdad vas a ver cómo te calienta el culo.

(Elena) -. Bah! Que va hacer ese encanto de mujer, si es súper amable siempre conmigo, igual que su hijo que es un sol! Venga dame un besito y no te enfurruñes más conmigo…

Elena mientras le hablaba le había metido su mano derecha entre la camisa, desabrochándole un par de botones, y le acariciaba el pecho, mientras con sus labios le besaba en la barbilla, subiendo a sus labios esperando ser correspondida con un profundo beso. Coqueta con la mano izquierda, le había cogido la mano derecha de él, poniéndosela a sí misma en su trasero para que se lo acariciara como a él le gustaba hacerlo. Pero José seguía mostrándole que estaba enfadado con ella, así que ella con una sonrisa picarona, extrajo su mano del pecho y agarrando la mano izquierda de José, se la coloco entre sus muslos subiéndose ella misma la falda, para que la mano de él subiera a su entrepierna, ella separo sus rodillas para facilitarle el acceso a sus bragas. Pero José enfadado la hizo levantarse de su muslo derecho y dándole una palmada en el culo, le dejo las cosas claras que no estaba de buen humor esa mañana.

(Elena) -. Bruto! Me has hecho daño. Estas imposible esta mañana, empieza bien el lunes, jo!

(José) -. Tienes suerte de poder sentarte, si estuviéramos casados no te podrías sentar después de tu hazaña del sábado, si fueras sensata no deberías casarte conmigo, pues no hablo en broma cuando digo que te calentare el culo si haces estas cosas, sabes que no me gustan y hare que me respetes, luego no protestes cuando no te puedas sentar…

(Elena) -. Cuando nos casemos entiendo que deberé obedecer a mi marido, y tendré que aceptar ese mal genio que tienes y que tanto me gusta de ti, te pones guapísimo cuando te enfurruñas conmigo, aunque se que me quieres mucho y se te pasara ese enfado pronto como siempre.

Elena salió del despacho enfurruñada por no haber logrado que la besara, y la tocase como le gustaba que José hiciera con ella, salió del despacho mirando a su novio, y pícaramente se sobaba el culo tras la palmada que el había dado, a José le encantaba darle palmadas en su trasero, y ella picarona siempre solía pasar cerca de él para que le diese una, y si no lo hacía, sacaba el culo de manera graciosa para que se la diera. A Elena en cierta manera le gustaba que su novio le diera alguna que otra palmada, aunque no hacia nunca caso de sus amenazas, siempre se las tomaba a broma, o que trataba de asustarla, pero no creía que fuera capaz de cumplir esas amenazas, aunque cuando estaba sola en casa, había fantaseado con estar sobre sus rodillas y luego tener sexo del bueno con su novio. esa era otra de las razones que le encantaba de José, pues decía que hasta que no estuvieran casados no tendría sexo con ella, que la respetaría hasta ese día, así que llegaría siendo virgen a la noche de bodas.

Los días pasaron hasta que llego el día de su boda, todo estuvo genial con los invitados la comida en el restaurante y después el baile con sus amigas e amigos, mostrándose extrovertida con ellos, José le llamo la atención un par de veces, porque se comportaba muy descarada subiéndose el vestido, mostrando sus muslos al bailar y hacerlo sin pisarlo. La noche de bodas después de bailar, al entrar en su casa por primera vez, entrándola en brazos como dicta la costumbre de que el novio traspase el umbral con la novia en brazos. Al entrar al dormitorio José tuvo que desabrocharle bajándole la cremallera del vestido por detrás, cayendo el vestido al suelo quedando Elena solamente en bragas, pues el mismo vestido mantenía sus pechos al ser escotado. José le brillaban los ojos de deseo al verla desnuda por primera vez, lo que demostraba que había valido la pena la espera.

Elena espero la reacción de José, pues estaba aún deslumbrado al ver el cuerpo de Elena, mientras le observaba con deseo de abrazarlo, aproximándose a ella la beso apasionadamente, mientras él se iba desnudando, y Elena le ayudaba a quitársela, mientras con sus bocas unidas seguían besándose. Así como al soltarse sus labios, la besaba en el cuello descendiendo a sus hombros, y sobre sus pechos erguidos con sus pezones erectos al sentir los besos de su amante y su lengua juagando con ellos dentro de su boca. Retrocediendo sin dejar de acariciar y besar sus cuerpos cayeron sobre la cama ya en ropa interior ambos, buscando él de nuevo sus labios entreabiertos esperando ella que se unieran sus lenguas siendo solo una. Echados sobre la cama el fue colmándola a besos, por su cuello, descendiendo a sus pechos, así como besando su barriguita hasta llegar al ombligo, jugando con el besando con dulzura, levantando un momento su mirada miro su entrepierna, cubierta por unas braguitas blancas de encaje, y besando la braguita jugueteo con la cinturilla y mordiéndola tiro de ella hacia abajo, para milésimas de segundo después ayudarse con sus manos a bajarle la braguita, poniéndose de rodillas en la cama, se las bajo y ella flexiono sus rodillas lo justo para que se las pudiera sacar por sus pies, arrojándolas al suelo sin mirar a donde. Jose quedo admirado al verle el sexo expuesto para él, así como su pubis depilado en la entrepierna, habiéndose dejado una delgada línea de vello, que exponía aún más belleza a su sexo.

El cual se apresuró a besar en sus labios exteriores, y según se iba mojando más, y como Elena suspiraba de placer al sentir su lengua como penetraba en sus labios, para penetrar más profundamente con su lengua. Mientras Elena con sus manos las mantenía sobre sus pechos acariciándose sus pezones, suspirando de placer, así como convulsionar sus piernas al placer que recibía con la lengua de José entre sus muslos. José tras absorber sus jugos fue subiendo de nuevo, por el cuerpo de Elena por sus pechos, hasta unir de nuevo sus labios, Elena respondiendo como una tigresa, se lo quitó de encima rodando sobre la cama, siendo ella la que quedara encima de él, y mirando con deseo a los ojos, sus manos jugaban con el vello de su pecho, bajando lentamente por su tórax fibroso marcando pectorales, sentada sobre sus muslos, sentía en su entrepierna el abultado sexo aun metido en sus calzoncillos, sintiéndolo duro y listo para ella. Echándose hacia un lado, le bajo el slip tirándolo. Mirándole a los ojos sus manos se apoderaron de su miembro, y con la lengua pasándosela por sus labios, fue bajando su cabeza hasta que sus labios besaron el prepucio con pasión, pasándole la legua trazando círculos y pasar lentamente por el miembro de tamaño respetable, bajando la lengua a la base y besándole los testículos introduciéndose uno en su boca, luego lentamente subía la lengua para poco después sentir el miembro dentro de su boca, e introduciéndoselo hasta el fondo de su garganta sin poder abarcar todo al tiempo que su lengua jugaba teniendo su miembro en su interior succionando, no tardo demasiado José en agarrar a Elena y atrayéndola hacia el, rodaron de nuevo colocándose el sobre ella, sin apenas presión al estar sus sexos próximos, el erecto miembro de José penetro a Elena con suavidad, hasta sentir el freno que evitaba penetrarla más, empujando suavemente poco a poco fue desgarrando el himen, que acabo por romperse con un leve quejido por parte de Elena, que rápidamente se olvidó del dolor al sentir todo el miembro de José en su interior, sintiendo como la llenaba, José se había quedado parado unos segundos, para poco después iniciar un lento movimiento de cadera, llevando a Elena al séptimo cielo sintiendo como el miembro de su reciente marido salía y volvía a penetrar suavemente, hasta que el frenesí de ambos les llevo a un paroxismo tal que se José paso a moverse más rápido, mientras Elena colmada de placer movía sus caderas para sentir el miembro más profundamente y un placer indescriptible en su primera vez. Terminando en un profundo orgasmo llegando primeramente Elena y poco después era José el que suspiraba de placer, quedándose aun dentro de ella relajado y ambos besándose apasionadamente tras su primer encuentro sexual. Quedándose poco después profundamente dormidos, el día había resultado ajetreado y el colofón final los había dejado extenuados.

Por la mañana Elena había madrugado para preparar un suculento desayuno, se había puesto unas coquetas braguitas rosas, y la camisa de José pues deseaba llevar puesto algo suyo, después de la fantástica noche que habían pasado. Elena en la cocina había puesto la radio, y sonaba una canción que le gustaba mucho, al tiempo que preparaba el desayuno bailoteaba moviendo sus piernas. En ese instante entro José por la puerta sigilosamente, viendo como meneaba sus caderas y como el fondillo de sus braguitas se le veían, con el baile meneando el culo a ritmo de la música.

José desnudo como se había levantado, fue hacia Elena abrazándola desde atrás, pasando sus brazos bajo sus axilas y abrazándola por debajo de sus pechos, ella en su culo sentía como el miembro erecto de José se había introducido entre sus muslos, acariciándole el fondillo de sus braguitas sobando sobre su sexo, que no tardo en humedecer sus braguitas, pudiendo José notar aquella humedad en su viril miembro, levantándola la hizo girar sobre sí mismo ponerse apoyada sobre la mesa que estaba detrás de él, y José excitado la hizo inclinar sobre ella colocándola echada sobre la mesa, apoyando sus pechos. Levantándole el faldón de la camisa, dejo a la vista de su mirada las braguitas rosas de Elena, las cuales se las bajo de un tirón, y su miembro erecto acabo sumergiéndose entre sus piernas haciendo suspirar de placer a Elena, con una buena arremetida de buena mañana.

Durante esa mañana tuvieron sexo en la ducha, en la habitación, en el salón, en la cocina de nuevo mientras ella intentaba lavar los utensilios del desayuno, en la mesa de la cocina, así hasta la hora que debían salir de casa y coger un taxi hasta el puerto, donde tenían que embarcar en un lujoso crucero para la luna de miel. En el cual durante los días del viaje solo salían de la habitación para desayunar, comer y cenar, de la suite apenas salieron durante todo el viaje. Aunque el barco hacia las correspondientes escalas, solamente desembarcaron en Venecia, porque ella se puso pesada con salir a visitarla, y de mala gana José acepto pues solo deseaba estar con ella.

Pasaron los días y tuvieron que volver a la rutina de cada día, acudiendo al trabajo juntos los primeros días, luego Elena se encapricho de ir en autobús como siempre y así pasar más tiempo con su amiga, Charo. A José no le gustó mucho la idea que el fuese solo en su coche al trabajo, y su esposa fuera andando en autobús, pero la tenía muy consentida y mimada, siendo incapaz de no acceder a sus caprichos, por otro lado el conocía que le gustaba viajar en autobús y estar con su mejor amiga. Todo fue muy bien los primeros meses hasta que un día organizaron un viaje al apartamento de la madre de José que tenía en la costa, sería la primera vez que iba a pernoctar unos días con la familia de José, iban a estar ellos y sus hermanas aun solteras de dieciocho y veinte años, Lorena y Sofía.

Los dos primeros días pasaron sin novedades que reseñar, la madre como siempre en su manía persecutoria con sus hijas, amenazándolas con calentarles el culo con la zapatilla, pero como siempre desde que Elena conocía a su suegra, nunca sucedía nada. Incluso a Elena la amenazo dos veces con calentarle el culo, una por olvidarse de comprarle la medicina, teniendo que salir José a comprarla a una farmacia de guardia haciendo cien kilómetros, porque José no deseaba que su madre la diera la azotaina sentenciada, porque su madre ya se estaba sacando la zapatilla, y se libró porque José la llevo con él, para que no se la diera. Cuando llegaron de la farmacia, su madre se estaba calzando la zapatilla, y Lorena la hermana de José de dieciocho años, se retiraba llorando hacia su habitación sobándose el culo. La segunda vez fue por quedarse dormida en el sofá del salón, la madre de José le había pedido que estuviera atenta a la olla que tenía al fuego, y que en treinta minutos apagase el fuego, al llegar la suegra con su hijo del médico, la casa olía a quemado y al entrar en la cocina aún estaba la olla al fuego, se había quemado la comida. Se libró que la madre le enseñara a estar más atenta cuando se le había mandado que cuidara del fuego y no a quedarse dormida. Esa vez fue la que Elena se asustó de verdad, pues ya la había agarrado de la mano y la llevaba su suegra hacia el salón, para calentarle el culo. José yendo detrás de su madre, consiguió convencerla de que el mismo se encargaría de ella. Su madre no se quedó muy convencida, y estuvo de muy mal genio toda la mañana. Fue Sofía la que esta vez recibió una azotaina, por sentarse mal en el sofá. Ese mismo día José le dijo a Elena que volvían a casa, aunque antes hablo con su madre para decirle que se iban.

Al llegar a casa José no le dijo nada en toda la tarde a su esposa, Elena intento por todos los medios a su alcance el intentar que José le prestara su atención, pero este no respondía a sus ruegos, después de la cena Elena se sentó a su lado en el sofá, intentando llamar su atención utilizando todas sus artimañas como mujer, pero nada lograba que José le prestara atención.

(Elena) -. Por favor José, cuéntame que te ocurre, porque no me prestas atención desde que hemos llegado a casa? Así no puedo estar sin saber que he hecho para merecer este trato, llevas todo el día ignorándome…

(José) -. Aun te lo preguntas? Nos hemos tenido que marchar del apartamento de mi madre, por tu culpa, porque no paras de meter en problemas a mis hermanas, todo porque te has comportado como una adolescente de catorce años, sin afrontar sus consecuencias… Primero el otro día se te olvida comprar la medicación de mi madre, sabes que es diabética y necesita ponerse la insulina dos veces al día, porque te habías entretenido mirando escaparates de tiendas y al llegar a la farmacia estaba cerrada. Elena habías salido expresamente a por esa medicina, no ha mirar tiendas para comprarte vestidos. Para librarte de la azotaina que te iba a dar mi madre, te lleve conmigo a comprarla para no dejarte a solas con ella. por tu culpa castigo a mi hermana pequeña Lorena, por ponerse a picar antes de la cena y hoy a castigado a Sofía por sentarse mal en el sofá, nunca ha castigado mi madre a mis hermanas por esas tonterías, pero ella estaba enfadada contigo, y ellas han pagado los platos rotos. Te mereces que te coloque sobre mis rodillas y te ponga el culo como un tomate maduro, por tus tropelías de estos días. Pero no estamos en el siglo diecinueve para castigarte como te mereces…

(Elena) -. No lo sabía José, de verdad las ha castigado a tus hermanas por mi culpa? Como siempre me decías que al casarnos tú decidías, qué hacer con mis travesuras, pues daba por sentado que sería así. No es que me guste la idea, pero eres mi marido, y aceptare lo que tú decidas que es mejor.

(José) -. No se trata que te guste la idea, un castigo no es para disfrutar con él, es para enmendar los errores causados. Si te decía que al casarnos te iba a llevar más recta que una vela, era solo para que te comportaras de forma adecuada, igual que cuando te amenazaba con que no te ibas a poder sentar en una semana. Pero sí, soy partidario que un castigo a tiempo hace que las cosas se hagan de forma más responsable. El tener un recuerdo muy presente como el llevar el trasero bien caliente y tener molestias al sentarte, ello te hará recordar que sucede si no te comportas como es debido. Hablas siendo sincera de verdad? Estas dispuesta a tolerar la disciplina en esta casa, siempre que crea que es oportuno y necesario para tu conducta? Te espero en nuestra habitación, ves al baño y tráeme el cepillo de la ducha, el de madera. Si vienes significara que aceptas la disciplina, y así será a partir de ahora en adelante.

Elena se quedó sentada en el sofá, mientras José su marido se iba hacia la habitación, a esperarla que ella tomase una decisión. Elena pensaba una y otra vez lo que habían hablado, era cierto que ella había dado por sentado que una vez casados, su trasero sufriría las consecuencias cuando hiciera algo que no le gustase a José. Incluso cuando estaba sola en casa siendo novios, en algunas ocasiones se había visto echada sobre sus rodillas, recibiendo una azotaina. Era su novio y le quería como nunca hubiera podido imaginar querer a alguien, por lo que sería capaz de cualquier cosa, si él lo consideraba necesario, incluso el ser castigada si así creía que era lo mejor para ella. Pero el tener que ir ella misma al baño y llevarle el cepillo de la ducha, para que se lo pedía? Que iba hacer con él? Pero si se lo había pedido por algo seria desde luego, así que nerviosa se levantó del sofá y fue al cuarto de baño a buscar el cepillo de la ducha. Poco después entraba en la habitación, llevando el cepillo en sus manos, y al llegar donde José su marido la aguardaba sentado, se lo ofreció. Él lo cogió y lo puso sobre la cama a su derecha, acto seguido la agarro de la mano y tiro de ella hacia él, haciéndola echarse boca abajo sobre sus rodillas. Esa tarde al llegar se había puesto un vestido muy cómodo amarillo con la falda acampanada y ondulada hasta la rodilla, sintiendo Elena como levantaba la falda del vestido, luego agarraba la cinturilla de sus bragas blancas de algodón, con dibujos de multicolores de hojas de árboles, y sintió como se las bajaba hasta las rodillas, luego José le agarro el brazo derecho de ella y se lo cruzo con suavidad sobre su espalda, lo siguiente que sintió, era para que servía el cepillo de la ducha, pues al instante sintió como la azotaba en el culo con fuerza con el cepillo, y no tardo demasiado en ponerse a llorar como una adolescente de catorce años, meneando sus caderas y pataleando con sus piernas, la azotaina apenas duro unos cinco minutos, pero Elena sentía que el culo le abrasaba muy intensamente, cuando le soltó la mano, José le subió sus braguitas ajustándoselas a su cintura, y la ayudo a incorporarse poniéndose en pie. Nada más verse en pie, sus manos volaron a su trasero para frotárselo con vigor pues le ardía el culo y le dolía de lo lindo. José mantenía el cepillo de la ducha en sus manos, ahora Elena ya sabía para que lo quería José, y se sobaba el culo una y otra vez sollozando, había sido su primera azotaina y le había dolido muchísimo, nunca había recibido ni un solo azote, pero algo le decía que no iba a ser la última vez.

(José) -. Te quiero cariño. Pero ahora prepara las cosas, esta noche volvemos al apartamento de mi madre, llegaremos solo para meternos en la cama, y… por cierto, a partir de hoy a mi madre la llamaras mamá!!! Y estarás bajo sus normas como una hija más, así cuando hagas alguna de las tuyas, pagaras tú las consecuencias en vez de mis hermanas. He llamado a mamá que llegamos esta noche, reza para que este cansada, porque aún estaba muy enfadada contigo, porque has hecho que nos tengamos que marchar para evitarte que recibieras tu merecido. Y no le ha sentado muy bien. Vamos para el coche!

Elena obedeció y salió por la puerta delante de José, la vio cómo se sobaba el culo sobre la falda, y sonrió al ver lo graciosa que estaba sobándose. Elena le vio como sonreía al verla, y sus mejillas se enrojecieron de la vergüenza.

(Elena) -. Te hace gracia verme como me sobo el culo? Que quieres que haga, me duele!

(José) -. No. Estaba riéndome de lo guapa que estas, y si, me reía de lo graciosa que estas sobándote el trasero, aunque me apetecería estar dentro de ti ahora mismo… verte con el culo colorado me ha puesto a cien… entramos?

Elena tenía el culo ardiéndole como brasas al rojo vivo, pero no se lo hizo repetir dos veces, salto sobre José colgándosele del cuello, teniendo como respuesta que José la sujeto por debajo de su trasero con sus manos, u ella le rodeo con las piernas, así abrazados cerraron la puerta y fueron hacia la habitación, José la deposito con suavidad sobre la cama y le subió la falda acampanada con ondulaciones y le bajo las bragas hasta sacárselas, echándose sobre ella se la introdujo con solo posar su cuerpo sobre el de ella, fue un polvo rápido pues ambos estaban muy excitados sexualmente, y no fue el primero. La excitación era tal que cambiando de posición, la coloco de rodillas sobre la cama como una perrita, y colocándose detrás de ella, viéndole el culo rojo como un tomate la volvió a poseer con fuerza, después de cuarenta minutos volvían a salir por la puerta, pero esta vez Elena se paró a su lado inclinándose y poniendo el culo en pompa, José no se lo hizo rogar dos veces, y levantándole la falda le dio tres buenos azotes sobre las bragas rosas que se acababa de poner limpias, las que llevaba las había dejado chorreando después de recibir la azotaina, y mucho más cuando entraron por la puerta abrazados, sabiendo que iba a tener sexo, se mojó como nunca lo había hecho.

Durante el trayecto Elena no hacía más que moverse sobre el asiento, no sabía como apoyar el culo sin que le doliera más, aunque también sentía cierto picor, y no era precisamente en el culo donde lo tenía. Disimuladamente creyendo que José no la veía, paso su mano bajo el asiento simulando que lo hacía por el dolor del culo, para poco después pasar su mano bajo su falda y meterla por el interior de sus bragas, tocándose disimuladamente pero no tanto como creía, porque José la descubrió.

(José) -. Que haces cariño… parece que no solo te pica el culo, eh? Te estas volviendo una cochina! Habrá que hacer algo al respecto y castigarte como te mereces cuando lleguemos…

(Elena) -. Por esto también me vas a castigar?

Elena lo pregunto muy seria, mirando a su marido…

(José) -. Si cariño, pero no con azotes en el culo, si no, con otro instrumento, viéndote tocarte me has vuelto a poner a cien. .- Hablándole con dulzura le respondió. -. Castigarte solamente lo hare cuando sea necesario, por tener instintos sexuales no lo voy hacer mi pequeña, pero sí que vamos a divertirnos, y nos revolcaremos en la cama… Pero por tu bien, nunca lo hagas delante de mamá, ella no lo vera con buenos ojos si te descubre haciéndolo, o si te encuentra con las bragas como las llevas ahora mismo, es anticuada y te aviso, será mayor pero zurra como nadie, si no pregúntale a tus cuñadas.

Pocos minutos después llegaban al apartamento, metiendo el coche en el parking con la puerta automática, y entraron desde el garaje dando al vestíbulo de la entrada, se disponían a subir las escaleras, cuando la madre apareció entre las sombras dándoles un susto de muerte, sobre todo a Elena le temblaba todo su cuerpo, si mamá estaba despierta a esas horas no era por esperarles a ellos, sus peores temores no tardaron en confirmarse.

(José) -. Buenas noches mamá, ya estamos aquí, aunque hemos tardado un poco más…

(Mamá) -. Podemos hablar nosotros un momento, tu Elena y tu José tenemos que hablar, ya que nos afecta a todos…

(Elena) -. Como tú digas… mamá!

José y su madre esperaron al pie de las escaleras, viendo como las subía Elena, al verla desaparecer por el pasillo que conducía a las habitaciones, fueron al salón hablar ellos.

(Mamá) -. Veo que has hablado con tu esposa, al menos has logrado que deje de llamarme señora, eso ya es un paso adelante. Ya sabes que no estoy dispuesta a que tu mujer siga haciendo lo que quiera en esta casa, y dejarle las cosas claras, que cuando venga a visitarnos no deseo que haga nada, que se esté en la habitación o en el salón cuando estemos todos reunidos, sola no te quiero que estés en la casa a menos que hayamos un miembro de la familia presente, así no causara más desastres en esta casa pagando los platos rotos otras por ella.

(José) -. Mamá! No debes ser tan negativa siempre, has hablado tu sola sin dejarme hablar de lo que hemos estado hablando en casa, Elena y yo. Ella se ha quedado sorprendida cuando le he dicho que Lorena el otro día y Sofía hoy, las has castigado por estar enfadada con ella, se ha quedado aterrada al saberlo. Si no hemos marchado esta tarde, es porque he visto que solamente iba a causarles problemas a Lorena y Sofía, que tenía que aclararlo con ella. En parte la culpa ha sido mía por protegerla demasiado, cuando realmente se merecía ser castigada ella, pero es mi esposa si no lo has olvidado, y soy yo como su marido quien debe dejar las cosas bien claras. Y encargarme si es necesario de ella personalmente, pero Elena es quien debe decidir si es un miembro más de la familia o no.

(Elena) -. Mamá… te pido disculpas por cómo me comporte el otro día, al mirar más por mí, que por lo que realmente Salí de casa, a comprar a la farmacia, y también te pido perdón por lo que ha sucedido hoy en la cocina, no encuentro escusa posible a mi comportamiento, y lamento mucho que castigases a Lorena y Sofía que siempre se han portado muy conmigo, y al hacerte enfadar las he puesto en una situación complicada, sin deseárselo. Y como José me ha dicho esta tarde, si soy miembro de esta familia, debo aceptar normas de la familia y acatar las consecuencias como una hija más que me gustaría ser para ti, mamá! Pero eres tu quien debe decidirlo por mí, yo solo soy una más en la familia.

(Mamá) -. Ven aquí pequeña y siéntate a mi lado. Desde que mi hijo te trajo a esta casa, siempre me gustaste, y siempre te he considerado como una hija más para mí. Y el día de la Farmacia si te libraste de recibir una azotaina, que bien te la merecías, es porque José te llevo con él para que no lo hiciera. A Lorena la castigue dándole una buena azotaina, porque al picar embutido de la nevera y verse sorprendida, tiro un bote de salsa manchando toda la nevera, me costó una hora y media limpiarla, y luego le di su merecido a Lorena, acabando de calentarle el culo cuando llegabais, por eso iba llorando. A Sofía hoy, la he castigado por poner los pies sobre el sofá y cuando la he gritado… fuera los pies del sofá! … Ha vertido su vaso de refresco sobre el sofá, por eso tiene puesto unas toallas, y por ello le he calentado el culo con la zapatilla, igual que te lo hubiera calentado a ti por quemarse la comida hoy. Pero mi hijo ha vuelto a protegerte de nuevo, y ha sido él quien ha hecho que te hayas librado de la azotaina que te iba a dar. Algo que más que molestarme, me halaga que mi hijo te quiera tanto y que tú lo quieras a él, eso es lo que desea cualquier madre para su hijo. Veo que mi hijo te ha hablado y habéis resuelto vuestras diferencias como debe hacer un matrimonio, y eso me enorgullece de vosotros dos. Bien, aclarado todo. Quieres que te trate como a mi propia hija verdad? -. Elena asintió con la cabeza con una dulce sonrisa en sus labios. -. Me parece muy bien, así será a partir de hoy… Aunque sigo estando enfadada contigo, no solo por quemarse la comida, si no, también porque mi mejor olla la he tenido que tirar, pues no tiene arreglo posible… Y aunque parezca cansina, sigo creyendo que necesitas una buena azotaina, si eres mi hija… sube a tu habitación que ahora subiré a encargarme de ti, como mi hija que eres!!! Algo que objetar, José?

Elena se levantó del sofá y sobándose el culo porque aún le dolía por la azotaina que le había dado José, su marido. Se retiró escuchando desde el salón como sonaban los escalones al subir Elena por ellos, yendo a su habitación…

(José) -. Mamá! Elena te acaba de responder subiendo a su habitación a esperarte que subas a por ella. Debes entender que no podía permitir que la castigaras, sin explicarle antes la importancia de la disciplina en el hogar, ahora ya está bien informada y sabe lo que la espera a partir de ahora en adelante, siempre que se comporte de manera indebida en casa, y que tú eres como su madre para ella, y que tienes plena autoridad sobre ella.

(Mamá) -. Veo que tu padre te hablo, como se debe tratar a las mujeres en el hogar, era un grandísimo cascarrabias… y con la mano muy larga… por tus palabras la has castigado antes de salir de casa, es buena chica y se la ve arrepentida, pero se ira bien caliente a la cama.

Elena en la habitación no sabía qué hacer, si debía sentarse sobre la cama a esperar a mamá o mantenerse en pie esperándola que subiera. Ante la duda se colocó a los pies de la cama, mirando hacia la pared donde estaba la cabecera con las almohadas, con las manos a sus costados, aunque sentía la necesidad se sobarse el culo. Pero no tenía ni idea que pensaría de ella la madre de José, aun le costaba referirse a ella como si fuera su propia madre, al ser la esposa de su hijo. A los pocos minutos escucho que alguien subía las escaleras, su cuerpo parecía ser de gelatina por sus temblores, esa tarde la había castigado José por primera vez, y cuando se dirigió al baño y poco después ir hacia la habitación donde la estaba esperando su marido, solo se sentía como aletargada y algo de miedo a recibir una azotaina, pero en cambio ahora sentía verdadero pánico, al conocer lo mucho que podía dolerle una azotaina en el culo, y se sentía angustiada según los pasos que escuchaba estaban más cerca cada vez. Pero al verla entrar por la puerta casi se mea en las bragas del miedo.

(Mamá) -. Elena que haces ahí parada? No me has visto entrar!!! Ven aquí y siéntate en mi regazo. .- Elena se acercó temblorosa y se sentó en sus piernas dejándose abrazar por la madre de José. .- bien mi niña, sabes no es algo que me guste tener que darte una azotaina, pero como te habrá comentado José, la disciplina es necesaria y sabes? Una se siente mucho mejor cuando sabe que su error, ha quedado olvidado, por eso es necesario la disciplina, debes aprender que las cosas tienen un valor, y el que se haya quemado la comida no tiene importancia alguna, la importancia reside en el saber que tenemos una responsabilidad, y que esa responsabilidad es lo que esperamos de ti, que seas responsable de tus actos, pero cuando estas no son respetadas, es cuando otros debemos encargarnos de que aprendáis esa lección, me comprendes? Ahora ponte sobre mis rodillas desvergonzada!!! Que te voy a enseñar que ocurre cuando no eres responsable de tus actos, te voy a calentar el culo a base de bien, sinvergüenza!!!

Elena se quedó paralizada del miedo que sentía, con José no tenía idea clara de lo que le iba a doler la azotaina, pero ahora si lo sabía pues aún tenía el culo dolorido del cepillo, y ello la atemorizaba dejándola paralizada, sobre todo al tener aún dolorido su trasero, como para afrontar otra azotaina. Como a una muchacha, su mamá la jalo del brazo y tirando de ella la puso a su costado derecho, para luego acomodarla sobre sus rodillas, recogiéndole la falda se la levanto descubriendo su trasero, revestido con unas bonitas bragas de algodón rosas, y se las bajo a continuación hasta las rodillas, dejándola con el culo al aire desnudo.

(Mamá) -. Vaya me sorprende que los hombres, no hayan cambiado en sus costumbres, siempre utilizando ese maldito cepillo de baño para castigarle el culo a sus esposas, si supieran lo que duele, no lo usarían con tanta frecuencia. Pero para ti pequeña irresponsable, vas a comprobar que las zapatillas de las mamás, no se queda atrás al calentar un trasero de una chica traviesa y desobediente.

Elena estaba muy nerviosa y muy avergonzada, cuando su marido la había colocado sobre sus rodillas, no había sentido vergüenza por ser quien era. Pero ahora no solamente estaba sobre las rodillas de mamá, como iba a tener que llamarla a partir de ese día, se sentía avergonzada de estar boca abajo sobre sus rodillas, a sus veinticinco años de edad, y sentía vergüenza de sí misma por no haber sido capaz de controlar un maldito fuego, en el cual se estaba haciendo la comida y lo habían dejado bajo su responsabilidad, y por ese motivo iba a recibir una azotaina, y sabía que se la tenía bien merecida, pero al mismo tiempo estaba relajada de culpa de que sus cuñadas hubieran sido castigadas, y no fuera por culpa de ella, si no, por faltas que ellas mismas habían cometido y eso la tranquilizaba de alguna manera, aunque por ello no se le iba el miedo a ser castigada por Mamá!

No pudo ver como mamá se quitaba la zapatilla del pie derecho, o como por arte de magia la zapatilla con suela de goma, y de paño descubierta del talón protegiendo el pie, estaba ya en su mano derecha, pero si sintió cuando la azotaina dio comienzo sobre su culo desnudo, así como le calentaba todo su trasero sin hacer pausa alguna. Elena teniendo el culo dolorido del cepillo, al sentir la zapatilla no aguanto a penas una veintena de buenos azotes, que resonaban por toda la habitación, por lo que sintiendo como su trasero le quemaba por los rápidos y continuos zapatillazos rompía a llorar como una chiquilla, a partir de ese instante perdió la noción de cuantos azotes había recibido, o por cuanto tiempo llevaba recibiendo aquella dolorosa azotaina en su trasero desnudo. Durante la azotaina no pataleo o no removió sus caderas, se sabía culpable y sabía que había defraudado a mamá, algo que jamás hubiera deseado hacer, pues siempre se había portado muy bien con ella, a pesar de sus muchas amenazas de calentarle el culo con la zapatilla, pero esta azotaina se la tenía bien merecida.

Si saber cómo había sucedido, a la madrugada se despertó viéndose metida en la cama y arropada, con su marido durmiendo a su lado, por lo que pensó que había sido solo un sueño, pero al intentar darse la vuelta en la cama, un dolor intenso en su culo la hizo ver la cruda realidad, había sido castigada con dos severas azotainas en su primer día de disciplina en el hogar.

(Continuará…)