Electra

Carol es una mujer normal. Hasta que se transforma en electra y se vuelve una depredadora sexual. Hoy sale por el centro en busca de una nueva victima...

Mi nombre es Carol. Si me preguntas te diré que tengo 29 años, aunque probablemente si me preguntas el próximo año te volveré a decir lo mismo. Llámalo coqueteo si quieres, pero con este cuerpo, jugar con mi edad es un privilegio que puedo cometer.

Te sorprenderá saber que soy como tú, como cualquier otra persona anónima de esta sociedad. Podría ser la dependienta de un MacDonal con una de esas batas que probablemente perteneció a una empleada antigua mucho mas gorda. O podría ser la camarera de un lujoso restaurante que usa un elegante pero sugerente uniforme para alegrar la vista de los acaudalados comensales. Podría ser una maestra, una simple secretaria, o una ejecutiva de éxito. Podría estar casada, o ser pareja, de algún importante y rico personaje, o ser una sencilla ama de casa. No hay historias fantásticas, solo soy una gota en un océano, y me gusta. Mi vida es plena y feliz. Tengo un relativo éxito laboral y estoy completa en el plano sentimental. Soy, una más.

Pero no hoy, hoy no. Hoy soy Electra. ¿Quién es Electra? Algunos intelectuales dirían que Electra es mi personalidad, reprimida por la condescendencia e insatisfacción de mi vida diaria, y probablemente quisieran cobrar un dineral por afirmar tal propuesta. Se equivocarían. Recalco que tengo una vida que no me gustaría cambiar por la de Electra, soy feliz. Yo veo a Electra como una ventana. Todos necesitamos unas vacaciones que nos permita mantener nuestro ritmo de trabajo diario, por mucho que nos guste nuestro trabajo. Electra es mi ventana, mi escape, mi burbuja de aire que me permite seguir feliz con mi vida. Es mi propio espacio, al que de vez en cuando acudo, el que de vez en cuando me posee.

Es viernes por la tarde, y las calles estás llenas. Estudiantes que comienzan a celebrar un largo fin de semana donde cambiaran los libros por las botellas. Gente que toman un permiso temporal de fin de semana de la cárcel que supone su rutina. Matrimonios cuya vida gira en torno al satélite de salir un rato a pasear. Y hoy es uno de esos días que no soy Carol, no soy la nuera que toda madre querría tener, este es el rato de Electra, mi tiempo.

Paseo con un ceñido vestido negro con sendas franjas azules a los costados. Confieso que uso al menos una talla mas pequeña de la que debiese, resulta incomodo y me tira, Carol no lo aguantaría, pero hoy es la indumentaria perfecta para Electra. El vestido excesivamente corto deja ver unos preciosos muslos bien contorneados, soy la clase de mujer de curvas peligrosas, no me gusta los cuerpos excesivamente delgados. Y el vestido deja muy poco a la imaginación. Un sujetador apropiado, completa la figura realzando mis generosos senos y apretando el sufrido vestido, que se pega a mi cuerpo dibujando su sensual figura. El toque final lo ponen unos zapatos de tacón de aguja, incomodos, prefiero las sandalias de baja plataforma, pero es innegable la obsesión fetiche de muchas personas por los zapatos, y estos, completan una imagen echa para provocar. No es el atuendo mas normal para pasear, mas bien parece que salga a una fiesta chic nocturna de alta sociedad.

Paseo por el centro y me siento observada. Los jóvenes miran sin pudor y vuelven sus cuellos para complacerse con la señal de mi tanga que se marca en mi culo. Algunos fantasearan con el día que acaben sus carreras y sean hombres de cargos importantes y aspirar a una belleza como yo. Otros, ilusos, aun tendrán la esperanza de encontrar una mujer así en la próxima fiesta universitaria. No es que me guste sentirme tan observada y deseada, lo que realmente me pone cachonda es el control que tengo de ellos, cualquiera se tiraría como un fiel perrito por mis caricias si me lo propusiera. Me encantan las miradas robadas que los hombres que pasean con sus parejas me echan. Yo se las devuelvo, les sonrío y hasta les dedico un sutil gesto con mi lengua lamiéndome los labios. Algunos de ellos, inocentes, pensarán que de no estar con sus mujeres, ese día, abrían ligado conmigo. Ilusos. Pero lo mas probable es que del mismo calentón esta noche, o en su próxima vez, me tengan en mente, mi cuerpo, mi boca, mientras yacen con sus mujeres, las verán a ellas, pero pensaran en mi, les habré dejado mi marca, y eso me excita. ¿Quién sabe? Puede que también provoque deseos en algunas mujeres, no tengo tendencias lésbicas, pero saber el poder que ejerzo también en mujeres me pone cachonda.

Sigo paseando. No busco un polvo, no lo necesito, como decía Carol es una mujer bien satisfecha. Y el sexo es demasiado simple para electra. El centro está plagado de peces que caerían a mis pies si me lo propusiera, pero no es lo que busco. Electra es como una araña, que tiende sus redes, esperando a una despistada mosca que quede atrapada en su juego. Una mosca a la que podría marcar para toda su vida si quisiera. Ese poder de dominación es lo que busca. Solo sus mieles ya hacen que me palpite mi interior y que un ardor se apodere de mi vagina.

Entro en una pequeña boutique. Y entonces lo veo. Ël debe de tener mi edad. Es mono, pero no es la clase de hombre con el que sueñan las adolescentes. Tampoco destacaría en una discoteca ni en un gimnasio. Pero a su modo es guapo, de buen seguro que en su mas estrecho circulo de amistades es popular. Pero es la clase de hombre cuya aspiración mas elevada es ronronear una mujer durante semanas para conseguir algunas miajas. No sabe lo que le espera, me esta poniendo muy cachonda.

Me acerco a él, de cerca es guapo. No es un hombre arrebatador, pero es guapo, es como ese hermano pequeño, que por muy bien que este, siempre es visto como un niño. Está pulcramente vestido con la camisa celeste del establecimiento. Luce una perilla perfectamente recortada y unos profundos ojos azules tras sus gafas. Un corte de pelo muy corto y bien peinado, acompañado de la cantidad justa de colonia cara, casi recién salido de la ducha. Sin duda el empleado perfecto. Le dedico una de mis sonrisas mas pícaras, relamiendo mis dientes y me doy cuenta como le cuesta tragar saliva. El pobre diablo ni siquiera me vio entrar, se dirige a mi por pura inercia, y ahora se ve enfrente de una despampanante mujer salida de sus mas intimas fantasías. Ya está la mosca atrapada en la red.

  • Bu-buenas tardes….señorita…. pue…..

Lo noto dudar, lo noto sufrir. Mantiene la compostura, un cachorrito bien educado, pero sufre porque desea mirarme de arriba abajo. Le cuesta sudor no bajar su mirada a mi provocativo escote, normal, todos me miran disimuladamente mis buenos pechos, pero él trata de atenderme con cortesía. Creo que casi se resbala al verme. Apostaría porque tiene una erección ¿la tendrá? Si no la tiene, la va a tener, porque ahora él es mi mosca, y yo su reina araña. La vagina me palpita, y el ardor se apodera ya de todo mi cuerpo.

  • Claro que puedes ayudarme, para eso he entrado. Sígueme.

Tomo la primera prenda a mano y me dirijo al cubículo de probador que posee la tienda. El pobre infeliz no me hace ninguna pregunta, no se molesta por lo tajante de mi corte. Me sigue, ahora puede deleitarse en mis largas piernas. ¿estará embobado en mis infinitos tacones? ¿O quizás como un colegial esté hipnotizado en mi culo? Muy prieto, sugerente, aclamando el ser poseído. Pero el poseído es él, aunque aun no lo sabe.

Entro al probador y tiro al suelo la prenda con desprecio. El muy bobalicón la mira estupefacto sin protestar. Perfecto, toda su seguridad y su buen hacer en su trabajo han sido derribados, este no me va a dar problemas. Lo agarro de su corbata y jalo su cuerpo hacia mí. No opone resistencia, no esperaba que la pusiera en este estado, aunque está siendo mas facil de lo que pensaba. Mis pechos se pegan a él, estoy segura de que nota como se aprietan, y eso debe de bastar para que tenga una buena erección, si no la tuviera ya. Dios como me quema mi coño.

Es rápido, la inercia me ayuda, y en un instante lo arrojo al pequeño asiento del probador mientras cierro las cortinillas. El golpe parece hacerlo despertar. Va a reaccionar y dejo que se lo crea, que el orgullo de macho herido salga a la luz, que se enfade. En ese momento me siento sobre él, bien abierta de piernas. Dios si que tiene una erección como un caballo. Noto su bulto contra mi tanga. Quizás el no lo note, pero un volcán estalla en mi interior. Mis pechos quedan a la altura de su cara, el traje forzado está a punto de ceder a centímetros de sus ojos, y eso basta para que su arrebato se pierda en retirada, para que vuelva a ser mi marioneta.

  • Bien muchacho, estoy muy cachonda, y ahora es cuando tú me vas a ayudar. No digas nada.

Si pensaba argumentar algo, ya me encargo de que no lo haga, acerco mis pechos hasta su cara, la hundo entre mis tetas, aun cubiertas por el traje. Soy rápida, yo tengo el control que este pobre diablo ha perdido, y mis manos comienzan a desabrochar su cremallera del pantalón. Ahora siento sus manos sobre mis nalgas. El muy cabrón está reaccionando, no es algo extraño, pero lo creía ya dominado. Es listo, a metido sus manos, habilidosas, subiéndome el traje y ahora pugna por deshacerse del hilo que es mi tanga. Tiene que estar a tope para ir tan rápido, genial, pero sus movimientos no hacen si no descargar un torrente de fluidos por mis entrañas. Me concentro y le saco por fin el cinturón. Busco sus manos, las aprieto contra msi nalgas, que se confíe, y en ese momento las levanto con un gesto veloz y las amarro con el cinturón. Miro a sus ojos y encuentro una mezcla de sorpresa y terror. No me extraña, ahora a quedado completamente a mi merced. Podría hacer cualquier cosa que me plazca. Quizás hasta se le pase por la cabeza que todo es una treta para robar. Me encanta su miedo es un latigazo de placer. Se que en breve va a chillar, a revolverse como un animal. Por eso le planto mi dedo índice en sus labios, y le susurro al oído

“ahora es cuando vas a saber lo que es una mujer de verdad”

Me levanto y con rapidez me deshago de mi tanga, esta empapado. Lo miro con cara maliciosa volviendo a acomodarme encima de él y le introduzco mi tanga en su boca.

“ssshhhh… se bueno…. No me hagas enfadar….”

Introduzco mi mano en sus pantalones y libero su polla, si pensaba presentar batalla ya esta rendido. El muy cabrón me deja sorprendida, tras la fachada de mosquito hay una polla enorme, gruesa y larga. Que material con tanto potencial desperdiciado. Seguro que cualquier otro estaría viviendo de su herramienta en vez de estar tras un asqueroso mostrador. Es indignante. La agarro clavándole las uñas y él gime de un dolor inesperado. Vuelvo a inclinarme metiéndole su cara entre mis tetas, esta vez el traje no aguanta más y cae dejando libre mis pechos. Le hundo la cara y comienzo a frotarle la polla con fuerza y velocidad. ¿Cuánto durará a este ritmo? ¿un minuto? ¿dos? Durará lo que a mi me plazca, porque podría parar e irme, dejarlo con el mayor calentón de su vida, lloraría y me suplicaría que volviese para acabar. Ya lo creo. Y eso me pone cachonda. Mis pezones están duros y se clavan en mi sujetador. Chorreo por mi vagina como una loca. Me lo podría follar, la idea, tras ver ese pollón, se me viene a la cabeza. lO disfrutaría, sin duda. Pero no lo necesito. Tengo cuanto sexo necesito, eso es fácil. Pero dominar a este perro..eso no tiene precio. No le doy tregua, mi mano recorre su larga polla, con avidez. En ocasiones le clavo intencionadamente las uñas, lo oigo gemir, amortiguado por mi pecho y mi tanga sudado que saborea en su boca. Debe andar medio asfixiado, por lo tanto seré buena y acabare con eso. Froto mas y mas deprisa, y le aprieto con mis pernas, que sienta mi calor, como mi cuerpo arde. El muy iluso aun creerá que me lo voy a follar, pero no aguanta mas. Noto como se acelera y comienza a jadear. Yo también siento un climax dentro de mí, no es un orgasmo, pero es igualmente satisfactorio. Me aparto sin dejar de frotar su pene y presencio una gran corrida que mancha las cortinas del probador. El pobre diablo ahí está, con sus gafas caídas, mi tanga saliendo de su boca, su gran polla aun erecta echando semen y su cuerpo sudado y colorado. Me coloco el traje y me peino. Me giro sin volverme, sin dedicarle ni una sola mirada.

“Quédate mi tanga, será tu premio, el mejor recuerdo de tu vida”

Salgo del probador dejándolo maniatado y desnudo. Varias señoras están en el mostrador, indignadas ante la falta de atención. Les indico que el dependiente está en el probador limpiando no se que y salgo de la tienda.

Hoy electra a gozado, su instinto devorador está saciado durante algún tiempo. ¿y yo? Estoy en mi cama. Mis dedos mojados sobre mi vagina, mi cuerpo en tensión, el sudor aun cae por mi espalda. A mi lado alguien duerme. No se a enterado del fantástico orgasmo que acabo de tener, que me he proporcionado recordando mi ventana.