¿Elección? - día 7

El diablo se va despertando y la lujuria invade el espacio. Las puertas se empiezan a abrir.

El nombre del local Perséfone, no lo descubrieron los trabajadores hasta el momento de la apertura.

Los quince camareros han tenido que ir diez minutos antes de lo normal porque tienen charla con el jefe.

–Ya casi hemos pasado la primera semana y estoy contento con vosotros. En especial con Nuri que ha aprendido a tragársela toda –sus compañeros se ponen a reír ya que recuerdan los hilillos de las primeras veces–. Veo que no soy el único que le han venido a la cabeza las chapuzas que cometía. Tengo que felicitaros, la tentación que os rodea aún no os ha hecho caer –los chicos han descubierto que las leyes morales no existen entre las cuatro paredes del local, se pierden una vez se cruza la puerta–. Os he dejado en el vestuario los uniformes nuevos, las chicas tienen otro calzado y los chicos pueden utilizar el mismo que la semana pasada. Ya queda menos para abrir las puertas de nuevo. En esta semana me sorprende gratamente que ninguno se haya derrumbado y que no os haya pasado por la cabeza abandonar. A parte, me encanta lo bien que os sienta no llevar ropa interior y me han dicho que os estáis acostumbrado a dejarla las 24 horas del día –mira el suelo ya que hay varias chicas que van con falda y sonríe.

Los grupos se separan, esta vez nos adentramos en el vestuario de las chicas.

–Son trajes de hawaianas –observa Laura.

–Son mini trajes –rectifica Su.

–Me he olvidado de preguntar si hemos de llevar ropa interior –dice Nuri.

–¿Ya quieres ir a chuparla? –pregunta Maite y Nuri afirma con la cabeza–. Un día tienes que hacer que nos la enseñe, creemos que la tiene muy grande.

–Enorme, me ha comentado que le hubiera gustado desvirgar a una, no esperaba que fuera tan viciosa.

–¿Gracias? Es muy fácil de que te lo quiten –dice María mientras estira una cuerda y la falda le cae dejando que sus compañeras vean su coño con poco pelo.

–La ex–virgen se ha despertado –añade Alba–. Incluso ha decidido ir sin ropa interior.

–Se ve, creo y al jefe no le gusta –comenta mientras vuelve a colocarse la falda.

–Algún día tienes que dejar que alguna de nosotras te arreglemos –comenta Cris– todo y que ese sobón que tienes de "pareja" te ha dejado una matita que hace la pinta de ser deliciosa.

–Yo quiero tomar sus jugos mientras jadea por tener mi mano bien guardada –menciona Su antes de introducir su lengua en la boca de Maite.

–Las chicas aún no me van –después de decir estas palabras abre la puerta y besa en la boca a Javier que está en el otro lado–. Este no es "mi pareja". No soy elitista. Quiero que me produzca placer, aún no lo he probado

–Tengo pendiente esta preciosidad –responde mientras le masajea el culo por debajo de la falda–. En breve te retorcerás por mí. Cuando quieras me la puedes chupar.

–Antes me lo habrás tenido que lamer.

–Se sabe defender sola, recuerda que tú no pudiste meter ni un dedo –añade Alberto.

–Gastaré la misma delicadeza que tuviste conmigo –Alberto al escuchar las palabras de Javier hace el gesto de sacarse un puñal de la espalda.

–Pues –jadea María–, hoy ha logrado meterme un dedito y lo mueve casi tan bien como tú, ¿Vamos a por más?.

–Chicos parad –observa Nuri–. Hemos de ir a enseñar los trajes nuevos y los vestuarios están prohibidos, para relaciones sexuales entre más de dos.

Salen los quince y se dirigen al despacho de Pablo. Una mano de Alberto está en el culo de Nuri y la otra en el de María. Ella tiene la mano en el paquete de Javier.

–Ves como no somos pareja –expone Alberto a Nuri– me está ignorando –da una suave palmada a las dos.

Maite y Cate se están masajeando el culo la una a la otra. Cris en medio con Alba a la d derecha y Rosa a la izquierda. Las otras cuatro chicas y tres chicos se van dando picos entre ellos.

Cuando están a punto de llamar la puerta se abre y sale una mujer rubia con un traje pantalón negro y unos tacones de infarto. Se queda mirando a Nuri.

–Sé que cada vez que se la chupas a Pablo, él piensa en mí –al finalizar de decir las palabras marcha dando un beso en la mejilla a Alberto.

–¿Le has dado alguna vez a esa belleza? –pregunta Jorge.

–No. Delante de esa me postro de rodillas y que haga lo que desee en mi cuerpo.

–Creo que es la única mujer que besaría –las palabras de María hace que la mente de los chicos empiece a trabajar.

–Cuando dejéis de babear por mi mujer entrad. Yo la puedo catar, vosotros no y vosotras si os deja y puedo mirar.

–Estás buena –comenta Juan a Nuri–, pero no llegas a su nivel.

–Si ella me lo mandaste dejaría de chupar pollas.

–Poneros uno al lado del otro, sin tocaros, todo y que hoy os sea más difícil –ordena Pablo–. Daros la vuelta –los mira un breve instante–. De cara a mí. Estoy mirando y os faltan complementos, a las chicas un chupetón entre las tetas les quedaría de fábula, a los chicos el chupetón en el culo para mañana.

–Yo lo puedo hacer –dice Aitor.

–Con nuestra ayuda –añaden Juan y Jorge.

–Solo irán con el chupetón si quieren –aclara Pablo–. Aparte sería precioso que se lo realizarán las unas a las otras. Nuri, ya que eres la que posee las peras más grandes túmbate en mi mesa. María ven, mira y muerde.

–Yo por este sueldo no le chupo la delantera a otra –explica María con voz enfadada, haciendo que Nuri pare.

–Primer ataque de dignidad que hay en el local, creía que no existirían –remarca Pablo–. Ya que dejas a una sin, yo tendré que realizar el de Nuri –puede ver como las otras ocho se han agrupado por parejas y lo van realizando– y no podrás dar ejemplo a tus compañeras. Tú te llevarás dos, por empleada modelo. Si no los quieres sabes dónde está la puerta, no te obligo a permanecer en este sitio de lujuria y perversión, que sé que te encanta.

–Mientras no sean chicas las que muerdan... –comenta María bajando la cabeza.

–Recuerda "si aceptas": Dos de tus compañeros, chicos por supuesto, te subirán al escenario, cuando yo ordene, te sacarán todo el uniforme o lo moverán para que no te tape, uno se pondrá entre tus pechos y el otro en tu culo. Llevarás dos marcas, las quiero grandes y bien visibles, si los chicos no lo saben hacer serás atada en cruz y te lo hará Cris delante de todos –la aludida empieza a lubricar imaginándose la escena, ya que quería probar a Maríaa desde el primer día–. Nuri sentada encima la mesa –María se queda congelada y mira a sus compañeras que están cambiando, por su cabeza pasa que podría ser mejor unirse.

–¿Las propinas que haya en ese momento las tendré que repartir con mis compañeros? Yo seré el centro de las miradas. ¿Puedo elegir a los dos chicos?

–No y sí. Elige bien, quiero unas marcas perfectas.

–Alberto y Javier. Alberto en el pecho y Javier por detrás. ¿Alberto posee la libertad de masturbarme delante de todos mientras lo hacen?

A los dos mencionados se les levantan un poco las faldas.

–Lo decidirá él, si uno tiene libertad lo más justo es que el otro también la tenga. Acabas de decir que haga lo que desee con tu retaguardia.

–Por fín me ha ofrecido el culo –observa Javier.

–Soy yo quien decide si te lo ofrece recuerda –recalca Alberto enseñándole dos dedos.

–Ahora que ya está todo aclarado podéis marchar, que yo tengo que dedicar un rato de mi valioso tiempo a la delantera de Nuri y luego me correré en su boca, esperemos que se lo trague todo.

María y los otros dos se alejan del grupo.

–Virgen hay un problema –comenta Javier, a ella no le gusta el mote que le ha quedado–. Se me está levantando, ponte de rodillas –María le hace caso y vuelve a mira hacia el suelo.

–¿Mientras te la chupa le doy por el coño? –pregunta Alberto–. Quedaría precioso, evitaría que gritase. Dolor o placer, ella eligiría.

–No, ya que nos ha elegido que el brillo de sus piernas no pare de crecer. Si quería un ángel que no me hubiera seleccionado a mí –le pone la polla en la boca y con las manos le marca un ritmo rápido–. ¿Te apuntas? Hay espacio para dos. Que se ahogue es secundario.

–Me gusta la idea de que tenga que estar toda la noche mojada y que si alguien mira el suelo vea su coño chorreando, pero la de compartir agujero contigo... –arruga el morro–, en plural te lo acepto.

–En breve te la paso entonces –aumenta más la velocidad–, no pierdas ninguna gota. Has pasado de ser una virgen a una viciosa. Sé que quiere que te haga llorar, imagino que quieres que te den por detrás sin tantos mimitos como hace Alberto.

Con el grupo de chicas que está en el vestuario finalizando su maquillaje. Arreglando las unas a las otras las zonas que tapa la ropa.

–Creo que la decisión de María ha sido muy mala –dice Cate.

–Ella tiene claro que no quiere que la toquemos –añade Su.

–Hasta que Alberto quiera un trío –finaliza Alba y todas se ponen a reír–, él la controla. No deja que ningún tío se le acerque. Suerte que las miradas no matan.

–Parece que cada instante que pasa, Alberto pierde terreno y lo gana el otro –puntualiza Cris.

Javier ya se ha corrido en la boca de María y marcha. Tan buen punto abandona el lugar Alberto le da la mano, la ayuda a levantarse y le planta un morreo de los que hacen que le crezca más la erección a uno y la excitación a la otra.

–Estoy enfadado contigo. Tu boca sabe a él. No hubiera tenido, no tendría que darte tanto placer –María levanta las cejas con cara de confusión–. Hace una semana te me entregaste “Mi cuerpo es tuyo” y hoy has bajado dos veces la cabeza a parte de la promesa que me realizaste. Te has olvidado de pedirme permiso a mí para satisfacer tus calenturas. Haré bien en no vivir por ti.

–Del dinero que saque te daré la mitad.

–No me muevo por dinero, lo tendrías que saber ya. Conociéndote serías capaz de correrte sin tocarte mientras la chupas, desperté a la bestia que hay entre tus piernas. Buscaré a alguien que me haga un favor –al mirar al espejo observa como la excitación de María crece–. ¿Mis palabras te excitan? Pues está noche ya te veré en el escenario, antes no es necesario. Recuerda que Javi no quiere que te corras.

Alberto marcha y deja a María sola en medio de la sala. Los primeros clientes ya han entrado y ella se dirige hacia ellos. Alberto entra en el vestuario femenino.

–¿Alguna me puede ayudar a bajarla?

–Yo misma –responde Blanca arrodillándose delante de él.

–Por la cara que llevas has discutido con tu amorcito –comenta Laura.

–La virgen prefiere que todo el local vea como le muerden el culo y los pechos. Al no aceptar que una de nosotras la toque –comenta Cris mientras observa como Alberto no tiene ningún miramientos con la boca de Blanca.

–Parece como si un demonio controlara su cuerpo –observa Cate.

–Un demonio no lo sé –dice Maite–, pero con esa polla un ángel no puede ser. Blanca ha de tener arcadas –justo decirlo un hilo de semen sale de la boca de Blanca y Alba se dirige a limpiarla.

–Gracias, lo necesitaba –utiliza Alberto como despedida.

–Casi me ahoga, pero es un caballero, ha dejado que me limpien.

En la sala María está sirviendo las bebidas a un grupo, los miembros son tanto chicos como chicas. Al alejarse nota como un chico le da un cachete en la nalga.

–Preciosidad, voy a dar de comer a ese culillo, como no le han dado nunca –el chico nota que su mano es sujetada.

–Es una camarera –aclara Alberto–. Las putas están en el fondo de la sala –María lo mira agradeciendo la acción–. Por cierto, lo más normal es que le dé yo de comer.

–Con ese físico de horas en el gimnasio yo también diría. Si quieres que te dé a ti, solo lo has de pedir –añade el cliente en un tono enfadado.

–A mi despacho –oyen al mismo tiempo Alberto y María por el auricular.

Una vez llegan al despacho se encuentran la puerta ajustada y pasan.

–Cerrad la puerta. Hoy es tu día preciosa. Antes de que te tocaran uno de ese grupo ha pedido a la 12 para chupitos de ombligo –María hace cara rara a las palabras de Pablo–. En lugar de gastar vaso utilizarán tu ombligo. Son los primeros que lo han pedido, los de tequila van a parte; sal en una teta, alcohol en el ombligo y limón en la otra. Yo me quedaré 5 por bebida. Tú decides si aceptas.

–¿Estaré sola con esos sobones? –comenta angustiada.

–Os he llamado a los dos porque tu caballero andante estará vigilando a los otros, deseo que no les pegue.

–¿Me está imponiendo lo que debo de hacer? –Pablo responde negando con la cabeza–. Que vaya otro –al escuchar estas palabras de Alberto a María se le humedecen los ojos. Es demasiado abierta para que yo pueda protegerla.

–Sí, realizaré incluso los de tequila. Los normales 10 y los especiales 15 –con estas palabras se dirige corriendo a la puerta, sale y dando un portazo.

–Le ha sentado mal que la dejarás. Mi esposa dice: "Una mujer tiene razonamientos a los cuales el diablo no llega".

–Ira, lujuria, avaricia tres de siete y la noche no ha terminado. No es lo que esperaba de ella.

–Te has dejado dos tristeza y orgullo, yo codicia no logro verlo.

–Gula se lo dejamos a Nuri –Pablo ríe al escucharlo–.

–Yo me quedo con pereza. El diablo tiene que estar orgulloso de mí, en una semana he logrado los siete. Puedes irte.

Alberto se alegra de que no sea Javier el vigilante de María. De repente puede observar como se desabrocha el sujetador y Juan le pone sal debajo de un pezón y el limón encima del otro.

–Tendría que ser yo el que se lo tomase –dice Alberto en voz alta–. Necesito lamerle los pechos.

–Si quieres lo puedes beber conmigo y lamer los míos –comenta una voz femenina en su espalda.

Una vez se gira observa como en esta ocasión la mujer del jefe lleva un vestido negro de tiras, con un escote que pasa entre sus pechos y llega hasta debajo del ombligo dejando a la vista un poco de las aureolas de sus pezones, a parte tiene unos cortes laterales que suben más de las caderas. Una sonrisa hace que se fije en sus dientes blancos y sus hojas verdes.

–Me costaría mi trabajo.

–Dejarías de tener celos –Alberto la mira con cara de sorpresa–. Le hiciste el amor en lugar de follártela cuando la conociste. Evitaste que Javier le diera.

Alberto levanta la vista y observa como María está jadeando con los lametones de la clienta y Juan solo mira.

–Te estás enfadado, recuerda la ira lleva al lado oscuro –la mujer se pone a reír–. Ve, sácalo de encima de tu amada, rescátala del placer. ¿Ella te lo agradecerá?

Alberto no la mira y evita escucharla, va hacia el despacho de Pablo y entra sin llamar. Ve que Nuri está de rodillas entre sus piernas y él le aguanta la cabeza.

–Lo siento –expresa Alberto más rojo que un tomate maduro–. Pensaba que era antes y después del turno, no durante.

–Hoy tiene más gula que otros días. ¿Qué quieres? Ignorarla, es sólo una boca.

–Hoy en este local suceden cosas más raras que el resto de los días, ayer comparado con hoy parece normal. ¿Qué le parece si hacemos ahora los chupetones a la 12?

–Así mis clientes habrán visto carne –acelera el ritmo para explotar en la boca de Nuri– y tendrán màs hambre. Es la primera vez que la mencionas como un objeto.

–Que le vaya bien. Nuri lávate la cara –Pablo se pone a reír ya que parece que se haya corrido fuera la boca–. Por cierto, su mujer está dando vueltas por el pub –Pablo sonríe y Alberto marcha del despacho para dirigirse hacia el escenario.

Alberto espera al lado de la plataforma a María y es Javier el segundo en llegar.

–Las última vez que estuvimos los tres me partiste el culo y aún me hace daño. Me prometiste un trenecito que no ha llegado.

–¿Puedes sentarte? –Javier afirma con la cabeza–. Entonces lo hice muy mal, quiero invadir más veces tu cabeza. Me estoy pensando lo del tren, cariño quiero volver a darte.

–Yo lo haré mejor, la que me desea llorará. No gritará porque estará amordazada.

–Sabes que si me amordazas –comenta la recién llegada sin mirar a Alberto–, me será imposible chupártela.

–Me la lames cuando considero que lo necesito –María empieza a tocar el paquete de Javier por encima la ropa–. ¿Sexo por despacho? Me gusta –comenta mirando a Alberto–. Tú amorcito ahora es mío.

–Voy a arriba que nos han llamado y así os dejaré algo de intimidad, todo y que no la necesitáis.

Los tres suben al escenario y María se coloca entre los dos chicos. Javier empieza con la yema de los dedos a recorrerle la espalda, de vez en cuando se aproxima y le da un beso, aprovecha y con los dientes deshace los lazos. Primero el del cuello y luego la espalda. Mientras tanto Alberto le va girando la falda.

Alberto pone los labios en el canalillo y empieza a morder para dejar la marca, muerde como si no hubiera un mañana. Al mismo tiempo Jesús se agacha y muerde un glúteo sin ningún miramiento. Alberto levanta la mirada y ve a María llorar. Cuando se cruzan las miradas.

–Tenías razón, es un error, no hubiera tenido que subir. El que una chica me lama las tetas no me gusta, pero es horrible haber regalado el cuerpo por orgullo.

Alberto no se atreve a parar, no pone suficiente coraje para detenerse. Coloca las manos en los hombros como señal de apoyo. Cuando de repente un grito sale de la boca de María.

–Para, animal me haces daño.

Alberto ve que Javier se la ha introducido y con las manos en las caderas tiene un ritmo elevado de mete–saca, ella solo solloza. Alberto se incorpora y le da un puñetazo con tal fuerza que lo deja sentado en el suelo. Coge el sujetador del suelo y a la chica, que no puede parar de llorar, en brazos y se va al cambiador donde se encierra con ella.

–Soy una idiota.

–Tápate –le pasa el sujetador.

–Te ha fallado –María alarga la mano hasta el paquete de Alberto–. Besaré a una tía cuando me lo mandes. La polla de Javier me ha sorprendido –busca la erección en Alberto masajeándola y besándolo– y disfruté, pero no quería que escuchará nadie que no fueras tú mis gemidos –todos y masajear el paquete de Alberto no crece–. El único sexo que quiero tener es contigo o quien tú digas. Deseo tu perdón. Cumpliré las demandas del jefe y la de los clientes a precios elevados, si alguno quiere beber en mi ombligo le resultará caro –Alberto sonríe sin que María se percate–. Ya veo que no me quieres. Pues estaré sin sexo hasta que me lo mandes. Volverás a amarme –se levanta y sale del vestuario.

–Acaba de traducir el silencio por amor –se pone a reír–, ya no tendré que pedir permiso en futuras ocasiones, se me ha entregado.

Alberto sale del vestuario y es Laura la primera que se encuentra.

–Has visto como he hecho que Blanca me la chupara o me follase su boca. ¿Quieres que te dé por el coño?

–A quien le has dado és a Javier. Hoy la virgen no te consuela, veo –dice observando el paquete–. En el escenario a cuatro patas sí, si alguien se apunta será bienvenido.

–Excepto María.

Los dos suben al escenario, Alberto con un suave movimiento le desata un lado de la falda, haciendo que caiga al suelo y los clientes puedan ver el coño rasurado de Laura. Se le acerca y le pasa dos dedos por los labios vaginales mojándolos. Saca la mano y va hacia una mujer del público, y se los pone en la boca y empieza a lamerlos. María ve la situación y con la humedad que le empieza a bajar por las piernas se enfrasca en el trabajo. Jorge sube también al escenario, los chicos se comunican con las miradas.

–El escenario central ha sido tomado por nuestros camareros. Si tenéis curiosidad para saber cómo termina mirad, yo lo voy a hacer –narra Pablo.

Jorge hace bajar la cabeza de Laura hasta que se pone de rodillas. Recibe un cachete en la nalga derecha proveniente de Alberto que está a su espalda. Jorge se saca la falda y el público puede ver lo dotado que está, Laura empieza a llenar su mástil de besos, cuando empieza a notar como el glande de Alberto empieza a invadirla, ella decide ponerse la polla de Jorge en la boca.

Los dos embisten y retiran al mismo instante.

–Parece como si los chicos –dice Pablo– llevasen practicando varios días. Quedaría muy bien que una camarera subiera a lamerle las tetas y lo que se le ocurra. Una o varias.

Cris y Alba se dirigen arriba del escenario. Mientras que la esposa de Pablo se dirige a María.

–Veo que te han castigado, el chico que te gusta aprende rápido a ser cruel.

–Tengo faena –dice esto y marcha.

–La piel entre tus piernas es muy brillante.

Cris está tumbada debajo de Laura y le estira o retuerce los pezones cada vez que los chicos envisten.

–Cuando el bote de las propinas –dice Paco por los altavoces– llegue a un millón. Montaré un día sin ropa, obligatorio para los camareros, opcional para los clientes.

Los chicos se miran y las sacan.

–De pie Laurita –a las palabras de Jorge ella se levanta.

Laura está de pie delante de los dos chicos que se la están cascando. Cris se coloca al lado de Jorge y Alba al de Alberto. Casi en el mismo instante los dos se corren encima de Laura. Cris y Alba en primer momento limpian los sables y luego se ponen a lamer a su compañera.

A la hora de cerrar cuando están cambiandose en los vestuarios, entra Pablo en el de chicos.

–Una vez estéis todos os diré fuera os pasaré mi opinión del día –justo lo acaba de decir abandona el vestuario.

–Siento lo del puñetazo. Te has adelantado, aún no la había masturbado.

–Yo no siento lo de tu chica, tiene un culo bonito.

–Empezarán otra vez –comenta Juan.

–Y tenemos los mejores asientos –añade Aitor.

–No es mi novia la que tiene un culo bonito. ¿Te he hecho daño?

–Me hiciste más daño hace una semana.

–Un día le damos juntos tú por el culo y yo por el coño. A parte hoy he recordado el trenecito.

Los cinco chicos salen del vestuario y en la sala ven como María está allí con los ojos rojos. Ninguno se le acerca y esperan con paciencia a que salgan las chicas, una vez han salido todas llega Pablo.

–¿Os ha molestado la propuesta de uniforme que he realizado? –los chicos niegan con la cabeza y todas las chicas menos María también lo hacen–. La que no quiere que una tía la toque, pero que acepta que le partan el culo en público ¿Qué opina?

María no logra sacar la mirada de Alberto, no escucha y casi no tiene fuerzas para estar en pie.

–Ya que no tenemos su respuesta, su caballero andante… –Alberto afirma con la cabeza–. Habéis logrado sacar beneficios de la lujuria que hoy se ha apoderado del local. La follada encima del escenario ha sido fantástica, casi no le ha dado tiempo a Nuri de venir a comunicarlo, hoy ha entrado muchas veces. Os quiero ver en otras ocasiones tanto o más calientes que hoy. ¡Buenas noches!

Las puertas ya han quedado abiertas.