¿Elección? - día 0
El diablo te quiere hacer creer que no existe.
Ya está el local listo. He realizado la selección de camareros y camareras, los que darán vueltas por la sala, ahora solo falta que ellos acepten las condiciones. He llamado a los quince para que vengan al local y se conozcan ya que serán futuros compañeros. Decidí cinco chicos y diez chicas de momento, espero tener que ampliarla, pienso que al local vendrán más hombres que mujeres. Una vez ya están todos y han dejado de observar el suelo de espejo, la pena es que ninguna ha venido con falda.
–¡Hola! Soy Pablo vuestro jefe, seguro que llegasteis a ese razonamiento cuando os entrevisté. Aparte de ser los más agraciados, sois los que habéis contestado con mayor gracia el test y eso que algunas de las preguntas eran embarazosas, yo hubiera dejado la gran mayoría en blanco.
Pablo dibujo una sonrisa levantando solo la comisura siniestra del labio. La apariencia que muestra es la de un hombre de unos treinta y cinco, con una mirada azul capaz de helar el propio infierno, en una cara que solo tiene los pelos de las cejas y un corte elegante de su cabellera rubia. Un físico bien contorneado tapado por un traje negro y acompañado de una camisa blanca con los dos botones superiores desabrochados.
–Vamos a la parte económica ya que es la interesante –a los 15 diseñan una expresión alegre en su rostro–. Sueldo sobre 2.500£ brutas –algunos abren la boca, ya fuera por sorpresa o ignorancia, Pablo decide aclararles la situación–, en euros un poco más. El tipo de clientes que espero es de los que reparten propinas, iremos a un 50-50. También puede ser que os pidan cosas fuera de carta, si queréis dárselas un 75-25. Si no os gustan las condiciones podéis marchar –nadie realizó ningún movimiento en dirección a la puerta–, recordad estáis por elección no por obligación, en cualquier instante posees el dominio de iros. En el trabajo tendréis que utilizar uniforme, cada semana variará. He estado pensando y os dejaré un auricular o un smartwatch , tengo 24 horas para decidirme, para poder llamaros sin necesidad de causar un revuelo en la sala. Si queréis alguno ir al vestuario, chicos primera puerta, chicas segunda de las que hay en el pasillo de detrás de la barra. Os dejo 10 minutos por si queréis probarlo.
Se dirigen cada uno hacia su puerta. En el espacio de los chicos.
–Mi nombre es Juan.
–Javier –añade otro mientras se quita la camiseta y deja a la vista un torso de gimnasio.
–¡Vaya tableta¡ Me llaman Jorge –comenta mientras se quita los zapatos.
–Él está bueno, pero las chicas… Aitor.
–Alberto, ya habéis oído, estamos los quince por nuestra apariencia –expresa mientras se quita los pantalones y se queda en slips blancos y mira a Javier que aún no se ha sacado los pantalones– ¿Qué te pasa tío?
–No suelo llevar calzoncillos y con esta falda larga que es el uniforme, considero que se necesitan, siempre y cuando no queráis ver mi bestia. Creo que me despedirá antes de empezar.
–Me caes bien –concreta Juan– a mí tampoco me gusta utilizarlos, hoy ha sido una cosa rara.
–¿Podríamos todos ir sin? Buscar a otros cinco con nuestras cualidades le sería difícil– pregunta y argumenta Aitor.
–Con un suelo de espejo será divertido ver la cara del jefe y de las chicas –dice Juan mientras se saca los boxers–. El espejo nos dirá quién la tiene más grande en reposo.
–Esperemos que los uniformes de las chicas no provoquen que nuestras faldas se levanten –añade Alberto.
–Y si sucede que sean ellas las que la bajen –finaliza Javier.
Cuando salen del vestidor observan como el uniforme de las chicas les causará problemas. Un jersey de manga corta blanco y pegado al cuerpo, que deja transparentar el sujetador, todas lo llevan de diferente forma y distinto color. Respecto el calzado son variados, eso sí dejan ver pierna hasta llegar a una falda de vuelo negra.
Los chicos tienen dificultades en dejar de observar el suelo, no desean mirarlas, no quieren que delante del jefe les empiece una erección.
–¿Os gusten o no los uniformes son los que van con el trabajo?, si no os agrada ya sabéis donde está la puerta. Cada uno tendrá una placa con un número, orden alfabético, para que los clientes puedan realizar la llamada, por ejemplo Aitor 1, Alba 2, Alberto 3… y cerrara Susana con el 15. Tengo que felicitar a los chicos, han hecho algo que las chicas no saben hacer, utilizan el mismo tipo de ropa interior que yo –los chicos se alegran por las palabras de Pablo–. A las chicas no las debo obligar a que gasten un modelo determinado de ropa interior, pero recomendarles que pregunten, a Javier por ejemplo –el aludido saca pecho–. Respecto el calzado me gusta lo igualitario, id a la zapatería que hay enfrente y coger el que he seleccionado. ¿Alguna duda?
–¿En el vestuario la puerta que hay da al de las chicas? –pregunta Aitor.
–Sí –contesta Pablo–. Hay una puerta doble, son los dos lados quienes deciden. Empezáis mañana a las siete, lunes y martes serán vuestros días de descanso. Habéis de firmar un contrato de confidencialidad, podéis ver cosas diferentes. Si os piden participar ponéis vosotros el precio y la conformidad.
Uno marcha hacia el despacho, los otros hacia los vestuarios.
–¿Qué os parece si abrimos la puerta? –cuestiona Alberto a las chicas.
–Si lo hacen podrán ver mi pollón, soy Jorge.
–Yo se la he visto y tengo que decir –comenta Javi– que me han entrado ganas de chupársela y eso que no soy marica.
–Si mide más de veinte centímetros te la chupo delante de los otros, soy Cris. Siempre que Javi me lo permita.
–Que quede claro –dice Javi–. He dicho que es mona, mucho dinero tendría que haber para que se la chupara a un tío. El antes ha comentado que poseo unos abdominales trabajados y nadie a empezado a comentar que me los chupara.
–Son diferentes las chicas de nosotros –remarca Jorge.
–Pues si no llega a veinte dejo que la pongas por delante, soy Alba.
–Te mida lo que te mida la quiero por detrás, soy Rosa.
–¿Un reto haría que le chuparas a un tío? Soy Blanca –Javi traga saliva.
–Considero que tiene los huevos de corbata –observa Cris.
–Entro en mi vestuario y abro la puerta, soy Juan.
–¿Te puedo acompañar? Soy Laura.
–Pues yo iré al otro, mis amigos me llaman Su.
Se separan y van hacia el interior de los espacios.
–Soy Maite, ¿Qué ropa interior gastos? El jefe ha dicho que usa la misma.
–Mirad el suelo y vosotras mismas os responderéis –dice Javi.
–No lleváis. Soy Cate.
–Entonces él tampoco lleva, soy Nuri –comenta justo antes de salir por la puerta.
–Chicas, tengo una idea –comenta Alba–. ¿Qué os parece que Javi tenga que hacerle a Jorge lo mismo que nos hacemos entre dos de nosotras?
–Entre vosotras solo os podréis poner un dedito en el culo, soy Aitor.
–Pardillo –comenta Laura–. Las chicas tenemos paciencia para colocar muchas cosas dentro de la otra.
–A mí nunca me han puesto nada por detrás. Soy María.
–¡La virgen!, yo soy Alberto. Vamos a mejorar la idea. Si lográis que Javi se la chupe a Jorge, si Jorge se corre y le llena la boca de lefa sería la ostia, propongo que hagamos un trenecito. Yo detrás, Javi en medio y se encarga de abrirle el culo a la virgen.
–Tendría que cambiar una respuesta del test –comenta María como afirmación.
–Por decir que tiene la polla bonita, no tanto como la mía, ¿tengo que chupársela y dejar que alguno de los otros salidos me parta el culo?
–Como hay probabilidades de que pierda una polla me ofrezco a formar parte del reto –comenta Cris.
–Yo quería que me diera por el coño, ahora no podrá ser –dice Alba– me apunto –se dirige a darle un beso con lengua a Cris mientras le acaricia el culo por debajo de la falda.
–Yo quiero ver a un tío con el culo reventado, si lo hacen de forma bestia hace daño, sino da placer. Me junto con vosotras dos –dice Rosa mientras se acerca al culo de Alba y se lo empieza a morder.
–Te veo asustada – le dice Alberto a María.
–Es que soy más clásica, sexo en posición de misionero y solo con tíos, con un tío cada vez. Y ahora…
–Somos compañeros de trabajo, explica.
–Estoy notando como se me moja el tanga al ver a esas tres.
–A ti se te moja el tanga, a mí se me está poniendo dura. Tócala si quieres.
Mientras tanto en el despacho del director la puerta empieza a sonar.
–¿Quién es?
–Soy Nuri, ¿puedo pasar?
–Adelante –cuando cruza la puerta observa que se ha quitado el sujetador y sus pezones se marcan, provocando que su miembro se empiece a endurecer.
–¿Aceptaría está variación de uniforme?
–Está bien que me lo preguntes, pero necesitas la aprobación de tus compañeros. Date prisa en ir a preguntárselo, no sea el caso que marchen.
–Pienso que aún estarán un par de horas más en el cuarto. La duda que tengo es respecto al tanga. ¿Sí o no?
–Ya he dicho –Nuri se levanta la falda– que yo no os quiero imponer nada de ropa, solo el uniforme –Pablo traga saliva al ver que Nuri empieza a bajarse el tanga de hilo dental negro que utiliza.
Nuri va y se sienta encima de la mesa delante de Pablo, separando las piernas.
–Lo tengo sin pelos y decorado con este pendiente encima del clítoris. Cuando se refleja en el suelo brilla. ¿Le molesta?
–Lo que ahora me molesta es la erección que me estás produciendo. Cuando salgas del despacho zorra tendré que masturbarme –Nuri lo empuja para separarlo de la mesa y se coloca encima de las piernas de él.
De las piernas logra llegar al suelo y se instala de rodillas entre las piernas de él.
Le abre la cremallera del pantalón y ve cómo la luz se refleja un mástil grueso y largo adornado por unas venas que lo recorren.
–¿Te molesta que ponga las manos sobre tu cabecita para marcar el ritmo? –Nuri niega–. Pues empecemos, no quiero ver una gota fuera y no quiero que me muerdas –al momento de finalizar sus palabras le pone las manos en la cabeza y hace que los labios de Nuri toquen la base de la polla de un solo golpe, produciéndole arcadas.
Mientras tanto en la otra habitación.
María sonríe al tocar el paquete a Alberto.
–¿Puedo realizarte unas preguntas mientras te beso y lo que surja?
–Sí –contesta María mientras le suben los colores.
–¿Has tenido sexo oral? –pregunta entre besos en el cuello.
–A mi ex no le gustaba como chupaba y solo me dejó una vez, a él le producía asco meterse entre mis piernas –al oír estas palabras a Alberto le entra la curiosidad.
–Yo te veo muy cariñosa y con unos labios muy seductores, ¿Podrías besármela? –ante la propuesta María se pone aún más roja.
Alberto se quita la falda y María se queda mirándola antes de bajar la cabeza y empezar a besarla y recorrerla con la lengua.
–Lo estás haciendo muy bien. ¿Te gustaría que te lamiese ese coñito que tienes escondido mientras tú chupas mi polla?
–¿Me estás proponiendo un 69 y si nos ven?
–Nuestros compañeros están ocupados viendo las caras de asco de Javier y a esas tres comiéndose los coños. Los dos tíos se han desnudado y de las 5 que quedan dos están de rodillas chupando y las otras tres besando, no nos prestan atención. Quiero que te tumbes encima mío y te vayas tragando lo que puedas, mientras que yo tendré tu coño en mi cara e iré haciendo cosas, por cierto tendrías que quitarte el tanga –ante estas palabras María para y se separa de la polla de Alberto.
María observa como Alberto se tumba. Ella se sitúa de pie y sin levantar la falda va bajando el tanga blanco que utiliza, va siguiendo sigue las instrucciones y se coloca encima de él. Al ver esa enormidad se la introduce en la boca y poco a poco realizando presión para llega hasta el fondo.
–Chica eres buena, lo más normal es que tenga que ayudarlos. No es necesario que pares, lo he dicho bien, me la han chupando tanto chicas como chicos –al escuchar estas palabras María aumenta la presión y el ritmo– unos lo realizan de forma diferente a los otros, las chicas sois más delicadas. Levanta la mano derecha para decir sí y la izquierda para decir no –empieza a recorrer los labios mayores y menores de la chica con sumo cuidado mientras él jadea–. ¿Te han puesto más de un dedo en tu coñito? –María levanta la mano izquierda– ¿Te han puesto algún dedo? –Ella vuelve a levantar la mano izquierda–. ¡Qué sexo más aburrido has tenido! ¿Dejas que descubra tus límites, respecto el placer? –María levanta la mano derecha, Alberto piensa que respecto el dolor será en breve–. Por cierto, no grites cuando te corras, entonces mirarían.
Alberto le introduce un dedo y empieza a realizar círculos que cada vez son más grandes.
–Mi dedo quiere un amigo.
Al introducir el segundo dedo nota como el ritmo de chupar de María disminuye y que las paredes de la vagina empiezan a contraerse. Se moja dos dedos de la mano que tiene libre y acaricia el clítoris. Esto provoca que el cuerpo de María se contraiga y pare de chupar.
–¿Ya has llegado? –Levanta el brazo derecho– ¿Quieres parar de chupármela? –Brazo derecho– ¿Quieres que pare? –Brazo izquierdo y una mueca picara recorre su cara–. Ponte a mi lado mirando el techo. ¿Te fías de mí?
–Sí, con mi ex no había tenido ninguno de este nivel. Tus dedos están haciendo un trabajo fantástico, tendré que acostumbrarme a ir con falda y sin ropa interior. ¿A ti te han dado por detrás?
–La curiosidad mata al gato –le introduce un tercer dedo y los sigue moviendo–. Si te digo que sí pensarás que soy gay, en estos momentos bi –con la mano libre le presiona y le estira un pezón, haciendo que ella se retuerza–. Si te digo que no pensarás que la meto en cualquier agujero –para de estirar el pezón y coloca otro dedo en la vagina haciendo que se agrande y puedan entrar los nudillos–. Una foto de tu coño ahora sería preciosa.
–Desconozco lo que me estás haciendo, el segundo se me acerca.
Saca el dedo de la mano izquierda y lo sube hasta un pezón, mientras que el otro lo muerde con sus dientes y nota como la presión aumenta en su mano derecha. El dedo que le ha introducido se lo pone en los labios.
–¿Alguna vez has tenido dos orgasmos casi seguidos? –Niega con la cabeza–. Si hago que llegues al tercero ¿Dejarás que estrene tu culo?
–Mi cuerpo es tuyo después de estas dos montañas de placer.
–Es peligroso que me des ese permiso –empieza a mover los cinco dedos que hay en su interior, cuando observa que Su pasa por el lado–. Ella acepta toda la mano y al mover los dedos se está aproximando al tercero.
–A mí ningún tío ha pasado de los nudillos.
–¿María aceptarías que le hiciese lo mismo a Su y que tú estuvieras sujeta en una silla mirándonos? –al no parar de mover los dedos María no tiene energía para contestar–. Te voy a sacar la mano de golpe. Adiós Su.
Al sacar la mano María nota como el placer vuelve a poseerla.
Observando la cara de Jorge se podría decir que ya está cerca del orgasmo. Javier nota como está cada vez más duro el miembro que tiene entre los labios. A Jorge se le escapa un chorrito de semen, provocando que Javier se lo trague y se aparte de él.
–Que le chupara aún se lo acepto, viendo como han actuado esas tres –haciendo referencia a Cris, Alba y Rosa– el sacrificio ha valido la pena. Pero tragarlo… –ve como Jorge se la está cascando y el chorro le impacta sobre su pecho.
–Estás preciosa –comenta Jorge–, mi corrida casi llega a tu erecto pene.
–Mi polla no está erecta por ti, miraba de reojo a las chicas y gozaba de los lametazos que se daban, como se lamían... –al recordarlo se muerde el labio.
–Chicas –dice Cris–, yo quería tomar el semen de Jorge. ¿Queréis ayudarme a limpiárselo? –pregunta mirando a Alba y a Rosa.
Las tres se ponen a limpiar el pecho de Javier y con cada lametazo parece que la erección le crezca.
–¿Dónde está esa virgen María? Tengo ganas de descargar, no tendré ningún problema en encular a una virgen.
–Me parece que la virgen está a punto de dejarlo de ser –dice Su–. Se te está adelantando Alberto.
–Ves a buscarlos, yo ahora estoy disfrutando lo que no ha sabido hacerme Jorge.
–Pues yo no he pensado en ti. Tenía celos de Juan y Aitor a ellos sí que les chupaban bien –la cara de Maite se sonroja–. Mi erección no ha disminuido gracias a los besos de Blanca y que me dejaba jugar con sus peras.
–El mal rato que acabo de pasar ya está casi olvidado.
–¿Recuerdas el tren que harás? –pregunta Juan mientras Javier traga saliva.
Pueden observar que la puerta que comunica con el otro vestuario es cruzada por Alberto y María, él con el miembro tieso y ella con cara de felicidad.
–El culo se lo estreno yo –dice Javier.
–Trranqui, no he tenido tiempo de llegar a ese agujero. Por cierto, los otros dos son míos, he sido yo quien le ha descubierto el placer, el vicio, la lujuria –le da un cachete a una nalga y ella solo sonríe–. Lo has de hacer bien, no quiero que le quites las ganas. Si le haces daño te aviso que gritarás como una niñita pequeña.
–Parece que Alberto tiene pareja –dice Maite– yo que quería chupársela.
–Me sorprende ver que haya “amor” –añade Cate.
–Estáis confundidas –comenta Alberto–. Yo solo le he dado unos orgasmos que le costará de olvidar –al decir esto María se le empega más–. Soy libre quien quiera puede hacer un favor al pequeño Alberto –María lo mira con cara extrañada–. Los que tocarán al pequeño Alberto hoy han sido María y en breve gritará y llorará por él Javi.
–Recuerda tú me das a mí y yo le daré a tu complemento.
–Le estoy cogiendo cariño, por lo tanto tú le das a María y luego yo te doy a ti.
–He dejado que me la chupara un tío para ver un trenecito.
–El día que te vaya bien lo hacemos, tú en medio y Javi de máquina.
–¿Por qué no lo realizáis los cinco? –dice María mientras recibe el aplauso de las otras chicas.
–Te estoy defendiendo, quiero que en tu primera vez por detrás disfrutes.
–Tengo una idea, en lugar de cinco que seamos todos, que las chicas se compren consoladores y nos ponemos todos.
–Eso otro día, ahora quiero ver como Javi le introduce un dedo. María ponte en el banco tumbada boca abajo y con una pierna a cada lado.
Javier se pone detrás de ella y le escupe en el ano, ve que no sufre ninguna alteración. Se chupa un dedo he intenta introducírselo, tampoco puede.
–Sí yo no puedo te libras de que te haga llorar –Alberto se acerca a la cabeza de María y le susurra unas palabras–. Si puedo decido tus ataduras.
Mira el culo y observa como lo ha destensado, le da una suave palmada en una nalga. Escupe en su entrada y no tiene dificultades para introducir un dedo.
–¿Quieres que siga preciosa? –María levanta el brazo derecho–. Si me dices para lo haré al momento –le introduce dos dedos más y mueve los tres, los saca he introduce la punta del glande–. Que alguien saque los cordones de dos pares de deportivas.
Jorge se coloca enfrente de María y le empieza a repartir besos por la cara, Alberto lo mira y entonces Jorge introduce la lengua en la boca de ella. Alberto al ver la situación se la pone toda y al instante van Juan y Aitor a acariciarle los pezones. Con el suave movimiento que está realizando nota como María llega a otro orgasmo y la saca. Al sacarla los otros tres paran.
–Javier gracias a María será corto y duro.
–Yo también quiero que me bese alguien del sexo opuesto –las chicas se miran entre ellas.
–¿Dónde está Nuri? –Pregunta Cate–. Si fueras mi tipo lo haría yo.
–Debe estar sacándole brillo al palo del jefe –comenta Maite y los demás se ponen a reír.
–No hay voluntarias. Atadlo –dice Alberto.
Mientras tanto en el despacho del jefe, estando Nuri evitando ser ahogar empieza a sonar el teléfono, Nuri escucha las palabras que puede.
–Sí… Hola cariño… Estoy liado ahora… –con la mano que sigue en la cabeza de Nuri hace que el ritmo aumente–. ¿Cómo te lo has imaginado?... Sí… Sí… En breve nos vemos –cuelga el teléfono al mismo tiempo que se corre, la corrida ha sido grande y ve como Nuri no ha podido tragársela entera y un hilillo cae por sus labios.
–¡Ah!– escuchan un grito de niña que se ha producido en el cuarto del lado.
Pablo mueve la silla para ponerse de pie y subirse la cremallera. Una vez llega al vestuario observa a seis personas desnudas mirando como un chico le está abriendo el culo a otro y una chica recostada boca abajo en un banco.
–Por mí no pares –expone Pablo–. Yo de ti le daría más fuerte –todos se giran a ver al jefe y pueden observar como Nuri aparece detrás con el carmín corrido–. La amonestación que os pongo por el mal uso del vestuario, hay una zona para follar en el fondo de la sala, es que os queda prohibido el uso de ropa interior hasta nuevo aviso. Al veros a todos desnudos, no pares Alberto, no me molestas y Javier empieza a disfrutar, realizaré un día sin ropa, opcional para los clientes obligatorio para los camareros y camareras. Por cierto, podéis marchar cuando queráis. Mañana firmaréis el contrato de confidencialidad, lo que pasa en el club, se queda en él. Somos las únicas personas que podemos saber que Alberto está a punto de correrse dentro de Javier o que la que se ha puesto de rodillas y me la ha chupado es vuestra superior con su respectivo aumento, cada día me reuniré con ella, antes de empezar y al terminar.
–¡Aahh! –exclama Alberto.
–Ya se la puedes sacar y desatarlo. Ducharos todos e iros para casa. Supongo que María querrá volver a realizar el cuestionario. Buenas noches.
Es parte de una trilogía, al escribir el segundo capítulo he decidido que tiene que ir en esta categoría, para que los tres estén juntos.