Elba: Sexo en Madrid

Un vuelo comercial Mexico-Madrid se torna en una aventura sexual caliente y delicioso, que despues terminaria en matrimonio y divorcio, pero el sexo de auqella noche fue.....

Era fácil conversar con ellos, los pilotos y compañeros en el avión ejerciendo su labor como sobrecargo, y añadirle a aquellos clientes que, osadamente flirteaban para ver si la sobrecargo que les atendía, podría llegar a hacerlo en privado en la habitación de algún hotel de lujo donde llegaban a coincidir al termino del vuelo.

Las largas piernas de Elba, su cabellera rubia, ojos azules, senos poderosos, breve cintura y caderas afiladas eran una tentación para la vista, y en aquel uniforme de falda, blusa de seda, mascada del mismo material, medias y tacones, el paquete era casi imposible de dejarse de ver para cualquier varón.

A sus 30 años, con un par de fracasos matrimoniales a cuestas, y dos hijos que mantener, un rato de solaz y esparcimiento era siempre bienvenido, no hacía mucho que había iniciado su participación en vuelos transcontinentales donde ganaba más dinero, pero igualmente tenía que soportar jornadas laborales mucho más largas e intensas, en esta ocasión por ejemplo, salía de México a las 4 de la mañana para llegar a España 10 horas después,  situación que quedaba plenamente pagada para ella con la oportunidad de conocer, Madrid, Roma, Paris, Moscú, entre otras grandes capitales del mundo que su labor profesional le ponían enfrente.

Los vuelos eran complicados, pero al final de la jornada, las recompensas eran grandes y divertidas, ese día el vuelo era rumbo a España, del aeropuerto internacional de la ciudad de México, al aeropuerto de Barajas, en la capital española, donde en viajes anteriores Elba ya había tenido extraordinarias retribuciones en el aspecto turística conociendo la ciudad del oso y el madroño y sus habitantes, y su vida nocturna, misma que le agradaba mucho, y que planeaba disfrutar esa misma noche a su llegada a pesar de los estragos del famoso jet lag.

El vuelo transcurrió sin incidentes, salvo un par de niños con mareos, tres borrachos que aprovecharon los tragos de cortesía en el vuelo transatlántico para ponerse como una cuba, y un par de señoras quisquillosas tratando de encontrar el mínimo pretexto para molestar a los empleados, que si la comida estaba fría y mala, que si no tenía una cobija más o una almohada, que le trajera servilletas, que les llenara el vaso cuando apenas se lo habían servido, y niñerías  por el estilo, aquel día Elba había metido en la maleta grandes dosis de paciencia, pensando en que su noche en Madrid pagaba cualquier cosa.

EL capitán Héctor González era un tipo afable, de mediana edad, 42 años, de tez morena, físico atlético, fácil de palabra, seductor, y que siempre que tenía a Elba incluida en su tripulación trataba de metérsele en las pantaletas a como diera lugar, tras varios viajes, y en medio de las borracheras y desveladas, a lo más que había llegado era a robarle un par de besos, bailes en la pista, y un par de invitaciones para seguirla en la habitación que ella había logrado evadir dejando al oficial de vuelo con las ganas de gozarse a la rubia.

Elba termino de hacer las labores de introducción a los pasajeros a las medidas de seguridad para el viaje, realizo el ritual de mostrar las salidas de emergencia, y el uso de la mascarilla de oxígeno en caso de una perdida de presión en la cabina, la mirada de muchos de los pasajeros hombres se fijaban en la mirada felina, y las medidas tentadoras de la sobrecargo, cada movimiento estudiado y coqueto, era natural en ella, y ser el centro de atención era para ella algo normal que disfrutaba enormemente.

Al terminar el procedimiento rutinario, finalizar el Cross check, y todas las demás minucias técnicas, se enfilo a su asiento en la parte frontal del aeroplano, ese pequeño compartimiento a espaldas de la cabina de mando y cruzo sus hermosas piernas esperando el despegue, mismo que fue llevado al cabo en forma rápida y eficiente por el capitán y su tripulación.

¡Estaban volando! Las luces de instrucción indicaron que ya era seguro levantarse y Elba lo hizo, fue y tomo una bandeja en el área de servicio puso tres vasos de foam y sirvió un caliente y aromático café con las dosis de leche y azúcar que ella sabía cada uno de sus compañeros ordenaba regularmente, y las llevo a cabina.

Al entrar, la sonrisa de González y sus compañeros la recibió cálidamente: Hola Elba, que gusto volar contigo una vez más, espero podamos volar también en Madrid.

El oficial de vuelo no perdía el tiempo, ella sonrió y le dijo, claro que si capitán ¿A dónde volaremos esta noche si usted no llega muy cansado? El respondió con agrado ante la afirmativa de su compañera de trabajo – Hay un sitio nuevo en Madrid que me recomendó un amigo, yo Jiménez y Fernández iremos allá esta noche, ¿quieres acompañarnos? Ya le dijimos también a Catalina y a Fernanda, queremos pasarla bien ya que volveremos a México hasta dentro de dos días.

Elba sonrió mostrando sus perlados dientes, y guiño un ojo con una coquetería infinita el capitán pensó: te la voy a retacar toda hoy cabrona. Ella giro sobre su eje y camino hacia la puerta con un bamboleo delicioso, se sabía deseada y solo hacía que ese deseo se acentuara con cada movimiento, con cada gesto: Este me quiere coger – pensó – ya veremos si se la gana, y sonrió para sí abiertamente.

Llegaron a Madrid, el ajetreo de recoger su equipaje, y el traslado al hotel, en el camino, la tripulación charlo animadamente sobre la noche de juerga que tomarían y todos se mostraban entusiasmados a pesar del largo trayecto y las incidencias del viaje, era casi la medianoche y seguir de frente a la fiesta parecería una locura, sin embargo todos coincidieron en que se verían una hora después de dejar sus cosas en el hotel y arreglarse un poco para salir de antro inmediatamente.

Elba hizo las cosas normales al registrarse en la recepción del hotel, tras finalizar el trámite se dirigió a su habitación que tenía una hermosa vista de la ciudad desde el balcón, acomodo su equipaje en el armario de la habitación, y se despojó de su uniforme para darse una baño rápido que le permitiera revitalizarse para lo que esperaba fuera una larga noche de música electrónica, baile, alcohol, y tal vez, de sexo sin preocupación alguna de por medio.

Salió de la regadera después de relajarse durante algunos minutos sintiendo el agua tibia mojar cada rincón de su esbelta figura, sus senos pletóricos, las caderas afiladas, la breve cintura, y esa línea de pelo púbico que semejaba a una I desde la zona de su clítoris hasta la parte alta que delimitaba la zona del bikini, sus manos tallaron la delicada piel de su labia, y enjabono minuciosamente su tesorito, ese que ella estaba al tanto, el capitán y los oficiales codiciaban y que seguramente tratarían de tocar y comerse en la primera oportunidad que se diera esa noche, Elba estaba receptiva, no podría afirmar que caliente, pero sin duda totalmente consiente de que seguramente había acción al terminar la larga desvelada.

Empapada abandono el cubo de la regadera, seco el exceso del vital líquido se envolvió una toalla en la larga melena rubia, y así desnuda camino hacia el espacio entre la cama y el  tocador que estaba coronado por un bello espejo enmarcado en dorado, atisbo hacia la superficie que reflejaba su cuerpo y se sintió satisfecha de lo que veía, froto la loción para cuerpo de marca francesa y cubrió todos los espacios de su cuerpo, las largas y torneadas piernas, el torso desnudo, los dos masivos senos rematados con aureolas discretamente rosadas, y los pezones suavemente en punta, paso sus manos por el redondo trasero, y extendió la crema en la parte posterior de sus muslos, se irguió y abriendo uno de los cajones donde había puesto su ropa interior extrajo una pequeña tanga en color azul marino, paso la prenda por una de sus piernas, alterno el movimiento para introducir la otra extremidad inferior y halo de la pequeña prenda que estaba confeccionada en una delgadísima micro malla y adornada con delicados diseños florales, la acomodo sobre su sexo, guardando la labia a buen resguardo dentro de la prenda, y acomodo los delgados hilos sobre los huesos pronunciados de su cadera, giro sobre su eje y verifico que el hilo encajara perfectamente entre sus nalgas, el diminuto triangulo de tela en donde terminaban, y como se acentuaban las curvas de su trasero, sonrió una vez más, y dándose la vuelta se inclinó para sacar el sujetador del mismo cajón de donde había sacado las minúsculas pantaletas, la prenda era en juego con el breve calzoncito, cubrió sus pechos plenos, los puso en orden, y el canalillo en el escote quedo exactamente como le gustaba, provocador y lleno, se enfilo al armario, y saco el pequeño vestido negro de marca italiana de tela delgadísima,  con una abertura notable en la espalda, y una breve minifalda, además de un escote coqueto y nada vulgar que denotaría sus apretados senos pero que no exponía de mas, se lo puso, giro a la derecha, giro a la izquierda, la falda no tenía mucho vuelo, podría bailar sin preocuparse de dar un show por anticipado en la pista, regreso al armario satisfecha, y tomo el par de zapatos negros de correas que se anudaban en los tobillos y que, con sus tacones hacían que su estatura se elevara de  su uno setenta de estatura  a cuando menos uno setenta y seis, haciéndola destacar aún más, se sentó en el borde de la cama y se puso el calzado, se levantó y procedió a maquillarse discretamente, sus hermosos ojos azules eran el mejor marco para sus facciones y casi nunca abusaba del maquillaje, esto hacia que pudiera salir rápidamente y casi siempre antes que sus compañeras en noche como esa, donde habría fiesta.

Finalmente tomo el bolso pequeño para salir que tenía reservado para las incursiones nocturnas, puso el lápiz labial, sombras, un monedero, y el clip donde tenía algunos billetes de diferentes denominaciones, y camino rumbo a la puerta, se sentía bien a pesar del viaje, y quería divertirse.

Llego al lobby donde ya estaban los tres hombres de la tripulación ataviados con ropa elegante e ideal para la noche veraniega, González se levantó de la silla y lo mismo hicieron los compañeros, reviso a Elba de pies a cabeza: Dios mío que mujer tan hermosa – ella sonrió abiertamente. ¡Gracias Héctor, tu siempre tan galante! Se acercó a ella y la beso en la mejilla, tomo su mano derecha y la hizo girar sobre sí misma como si estuviera bailando, la pequeña minifalda se levantó un poco en el giro, y sus largos muslos blancos se ofrecieron cual promesa de lo que esperaba fuera una noche deliciosa.

Los cuatro se sentaron en el mueble del recibidor del hotel y esperaron a que las dos compañeras sobrecargos terminaran su ritual de preparación, no era la primera vez en que esto pasaba, Elba siempre llegaba antes que las otras mujeres, Catalina tenía veinticinco años, morena, chaparrita, de senos grandes y caderas anchas, situación que a veces la hacían lucir algo regordeta cuando elegía la ropa inadecuada, mientras que Fernanda era mayor, treinta y cuatro años, de un metro sesenta de estatura, muy delgada, senos pequeños, y de cuerpo muy parejo, entre sus compañeros corría la broma de mal gusto de que la mujer era campeona de natación, nada por delante, nada por detrás, sin mucha cintura y tampoco con una cadera que marcara algún tipo de curva, entre las tres Elba parecía Miss universo, y las otras se tenían que conformar con ser las comparsas en cuanto a las atenciones y deseos de los hombres que siempre trataban de estar con la rubia y no con ellas.

Las mujeres aparecieron finalmente después de quince minutos más de espera, sin reparar mucho en cortesías, los hombres las saludaron y algo apresurados le pidieron al botones que llamara una taxi de los que están aparcados en las afueras del hotel, el vehículo apareció rápidamente en la entrada y los integrantes  de la tripulación mexicana subieron al transporte que se dirigió presuroso rumbo a las calles de Madrid.

Llegaron al sitio, un antro subterráneo muy animado, la marcha española a todo lo que da, los anfitriones del lugar ubicaron el grupo mexicano cerca de la pista, y la música sonaba atronadora en un ambiente muy liberal, Elba noto que en las mesas de al lado corría el licor, y los besos entre mujeres y hombres estaban a la orden del día, al igual que el contacto entre parejas del mismo sexo, hombre con hombre y mujer con mujer, y en algunos casos, hasta dos contra uno y más, ¡vaya que este tipo de vistas hacían que la caliente mexicana sintiera ese cosquilleo tan particular que iniciaba en la punta de sus blancos senos adornados con pecas y terminara en su bajo vientre!

Las bebidas se sirvieron y comenzó la fiesta, las dos mujeres que estaban en el grupo fueron llevadas a la pista por los ritmos musicales y bailaban solas junto a la mesa, los tres oficiales de vuelo compartían con Elba en la mesa, ella, sentada en el banco con las piernas cruzadas mostrando sus largos muslos atraía la atención de varios en los alrededores que brindaban con ella sonriéndole abiertamente, ella se levantó a bailar en su mismo sitio, y su estilizada figura hizo que dos chicos y una chica se acercaran para bailar con ella, el piloto y sus oficiales también se incorporaron para sumarse al baile que, ahora, era multitudinario.

Durante el baile, la chica que se había acercado, se aproximó aún más y tomo a Elba de las manos,  las dos se parecían mucho, de cuerpos largos y esbeltos, con senos grandes y largas melenas lacias, una de blonda cabellera y la local con pelo negro y brillante, las dos mujeres sonreían al danzar, y los hombres presenciaban ese duelo de bellezas entrelazadas de las manos, Elba vio como la chica le dio la espalda e inclinándose hacia adelante, poso sus nalgas contra ella, el movimiento del perreo tan natural al reggaetón y ella siendo quien perreaba a la atractiva jovencita española.

El contoneo rítmico de las caderas de la joven desconocida le regalaba a Elba una sensación desconocida, la firmeza del culo  de la joven, y la vibración que transmitía mientras se ceñía a Elba, se encajaba directamente en su vientre, las dos con enormes sonrisas parecían no enseñar el mínimo nerviosismo, sin embargo, Elba que jamás había tenido ningún tipo de inclinación bisexual estaba realmente sorprendida de estar en medio de esa situación cuando eran apenas unos cuantos minutos en el lugar, sin estar tomada, ni drogada, y para su propia sorpresa vibrando al unísono de su improvisada pareja de su mismo sexo.

La música siguió, más fuerte esta vez, y la españolita se dio la vuelta abrazando a Elba por la cintura y sin pedir permiso plantándole un beso con la boca abierta, la lengua de la chica busco la de Elba, quien sin tener control de la situación no hizo más que responder al ósculo indagante que se sumergía en su interior despertando sensaciones que nunca pensó podría llegar a tener, la mano de la chica bajo para acariciar las firmes nalgas de Elba, los dedos de ella encontraron el borde del minúsculo triangulo en el nacimiento de las nalgas de la mexicana, podía sentir como la chica pellizcaba tratando de levantar la pequeña ropa interior por encima de su delicado vestido, no había volteado a ver a sus compañeros de viaje, parecía que todo alrededor se había desvanecido dejándose llevar por la situación sexual que estaba viviendo, y que aunque no quisiera reconocerlo, la estaba excitando en demasía como las gotas de humedad demostraban perlando su sexo de deseo.

Elba vio a su alrededor sin dejar de responder al cachondo beso, con los ojos muy abiertos vio como sus compañeros de viaje no perdían detalle de lo que ella y la españolita estaban haciendo, Fernández tenía la mano sobre su paquete frotándose abiertamente, mientras que los otros dos solo alentaban con gritos y aspavientos el morreo que ambas mujeres protagonizaban, ¿y sus dos compañeras de vuelo? Fernanda y Catalina no estaban en el área de la mesa, seguramente estarían todavía en la pista, inmersas en ese mar de gente que brincaba y seguía el frenético ritmo musical, con la mano de la chica jugando con su tanga por encima de la ropa, despego el beso y le pregunto ¿Cómo te llamas? Ella le dijo que Magali, Elba sonrió y le dijo, mucho gusto Magali, cumpliendo con la etiqueta, ¿sabes?, no soy bisexual ni lesbiana, aseveración que corono con una sonrisa, Magali le dijo: ¡Joder tía!, que por la forma en que me has besado supuse que te daba igual macho que hembra, Elba asevero con denuedo ¡nooo! ¿Cómo crees? Magali se carcajeo sin soltar a la mexicana del pequeño triangulo de su tanga ¡pues yo te follaba en este mismo instante si así lo deseas! Elba sonrió y le dijo, Magali, no creo que eso pase.

El contacto se rompió, y Elba dio la vuelta a la pequeña mesa circular para acercarse al piloto y sus oficiales, se colocó a un lado de Héctor quien le susurró al oído: La españolita te quiere coger amiga, frase dicha con una sonrisa burlona y caliente, ella le respondió: Si me dejo, y eso no va a pasar, el aviador la tomo del brazo y viéndola a los ojos le inquirió el porqué de su negativa, Elba asevero, no soy bisexual, y mucho menos lesbiana, me encantan los hombres y sentirlos dentro de mí, a lo que él, ni tardo ni perezoso volvió a contestar sin soltar la extremidad de ella: la verdad me calenté mucho viéndote besarte con ella, y si no te gusta andar de tortilla, y quieres un amante hombre, ya sabes que siempre te he deseado y me encantaría coger contigo esta noche.

Así, sin cortesías de por medio, sin ningún tipo de recato el capitán Héctor González le acababa de pedir las nalgas a la rubia, quien le sostuvo valientemente la mirada, y con una media sonrisa, le dijo, el que quiera azul celeste, que le cuesta, vamos a ver si te la ganas.

Ante la desafiante frase, el experimentado cuarentón sujeto a la aeromoza del otro brazo y la beso, seria tal vez porque Elba ya había sentido cierto cosquilleo sexual ante el ataque de la joven ibérica, y no se frenó, y contesto a la caricia con pasión, sus lenguas jugueteando, el abrazo apretado, sus enormes senos oprimidos contra el pecho del piloto, y el adelantándose un poco en el banco alto en el que estaba sentado le arrimo su erección al vientre de la delgada auxiliar de vuelo, no había demasiado alcohol de por medio, no había ningún tipo de droga, solo una enorme excitación y deseo, las manos de Héctor se posaron en las redondas nalgas de Elba, quien arremetió mas fuerte con su lengua dentro de la boca abierta del hombre, el, apretó las carnes de ella, y uno de sus dedos se clavó por encima de la tela hasta con la punta, apretar por dentro de las carnes de ella, tocando el ano, y haciendo que un suspiro ahogado escapara de su boca obligada a desprenderse del beso, gimiendo sensualmente Elba con los ojos vidriosos y entreabiertos, espeto en la cara del piloto: Héctor, cógeme, ando caliente, vámonos quiero que me cojas.

¡Vaya, no lo puedo creer, deveras que te calentó la españolita! Elba no asintió, pero era verdad, su humedad era notable, sentía totalmente mojada la tanga entre los besos de la mujer, y ahora del capitán de su tripulación, los ojos de sus compañeros, Fernández y Jiménez la devoraban con lujuria, y con un tinte de envidia porque sabían que el capitán dormiría calientito esa noche ¿dormiría?

Fernanda y Catalina regresaron a la mesa, ambas sudando y agitadas después del baile y del tremendo magreo involuntario al que aunque no quisieran muchas del as mujeres que estaban danzando eran sometidas, manos de hombre o mujer pasaban de un cuerpo a otro frotando, pellizcando, acariciando, y no solo a ellas, sino a todos los que participaban del “rave”.

Fernanda dijo sentirse cansada, y quería regresar a hotel, Elba al escuchar eso, encontró la oportunidad perfecta para decirle a Héctor, ¿Qué te parece si llevamos a Fer, y aprovechamos para tu y yo tener nuestra propia fiesta privada en la habitación del hotel? El hombre no la pensó dos veces, pidió la cuenta, que le fue proporcionada por el mesero ahí mismo en la mesa y extendió un billete agradeciendo las atenciones del joven camarero.

Elba camino por delante, Fernanda detrás, y Héctor se quedó rezagado unos pasos más, cuando Elba doblo rumbo a la salida, fue interceptada por la joven española que había encendido la mecha, Magali le extendió una servilleta y le dijo al oído: Maja, creo que tú y yo tenemos algo pendiente, me encantaría demostrarte que una hembra puede hacerte gozar tanto o más que un macho ¿me llamas? Y la beso tiernamente en los labios.

Elba sintió un estremecimiento extraño, los dulces labios de Magali la volvieron a inquietar tomo la servilleta que la ibérica le extendía en su mano, y la guardo en su pequeña bolsa de mano, Fernanda oteaba a su compañera con una sonrisa extraña, entre sorprendida y excitada, Fernanda sabia de lo extremadamente sexual que era su compañera, y el gusto que tenía por estar con hombres distinto, la sobrecargo había sido testigo de muchas de las escapadas de placer de Elba durante sus viajes juntas, pero jamás pensó que su compañera pudiera tener escarceos lésbicos con alguna otra hembra.

Héctor apuro los pasos para emparejarse a sus compañeras rumbo a la salida del antro, el vio a Magali alejarse con una sonrisa tras besar a Elba, ¿algún contratiempo? Pregunto, Elba sonrió y dijo: Nada que esa jovencita quiere cogerme a como dé lugar y no entiende que a mí me gustan los hombres y no las mujeres, el piloto le respondió la sonrisa en complicidad y tomo la mano de la espigada mujer para dirigirla hacia la salida, Fernanda también sonrió y pensó: por lo que vi, un día de estos terminaras abriéndole las piernas a una mujer….

Llegaron a la salida, ahí solicitaron un vehículo para que los trasladara al hotel, Fernanda subió al taxi en la parte delantera, Héctor y Elba atrás, no bien el taxista arranco rumbo a la noche madrileña y de vuelta la hotel, Fernanda vio como sus compañeros de vuelo ya estaban bastante ocupados, Elba y Héctor se besaban apasionadamente haciendo mucho ruido en el intercambio de caricias, la respiración entrecortada de ella y los jadeos de él hacían evidente que el tiempo de viaje al hotel les parecía eterno, Fernanda trato de hacer conversación con el conductor que, también oteaba por el retrovisor para intentar apreciar algo del tremendo magreo que los amantes se prodigaban con intensidad.

EL minúsculo vestido negro de Elba estaba levantado hasta más allá de la mitad de sus muslos, la mano del piloto tocaba intensamente la entrepierna de la mujer que abría sus extremidades inferiores denotando su excitación, ella regresaba la caricia acariciando el protuberante bulto del piloto

El taxista parecía circular más lento de lo habitual, al parecer estaba disfrutando también del mayúsculo  faje que los dos amantes se dispensaban con furor en el asiento trasero, Elba ya se había volteado casi completamente sobre el asiento dando la espalda hacia el asiento delantero, con el minúsculo vestido casi sobre la cintura con la tanga movida hacia un costado de sus blancas y redondas nalgas donde Héctor tenía ya un par de dedos clavados en su encharcada vagina, los gemidos de Elba eran sensuales y quedos, Fernanda estaba excitada por la situación, y apretó los muslos fuertemente para sentir igualmente una cálida sensación de humedad en su sexo.

El taxista doblo a la izquierda, avanzo un par de calles y accedió al estacionamiento del, hotel de los mexicanos que sin mediar en su presencia seguían dándose gustos sexuales besando, apretando, penetrando y gimiendo con las caricias, volteo a ver a la mujer que estaba en el asiento a su lado y percibió como ella al igual que él, esta turbada e inquieta por el descaro y audacia de la pareja, muy a su pesar se detuvo y dijo: Llegamos tortolos, ya están en su hotel donde podrán terminar de hacer lo que empezaron aquí. Sonrió y se dirigió a la mujer a su lado: ¡joder tía! Que de ver dan ganas y estos dos van a follar toda la noche y tú y yo nos tendremos que conformar con una paja. Lo dijo casi con tristeza y abandono, la sobrecargo mexicana le extendió un billete y se solidarizó interiormente con las palabras del transportista que tenía toda la razón del mundo.

Elba regreso a la posición original, sentada tras ajustar el hilo de su tanga en medio de su hermoso trasero, bajo el vestido, se acomodó los turgentes y firmes senos, abrió la puerta y le agradeció al taxista por sus servicios con una sonrisa de esas que Elba sabia ofrecer y que hacían que muchos varones cayeran prendados de la rubia, se apeó del vehículo y el taxista de la devoro con la mirada, sus largas piernas, su expresión caliente y esos ojos azules fríos como el hielo pero expresivos y ardientes como brasas, el piloto descendió también del vehículo portando una erección evidente abultando su pantalón en la parte de enfrente, el taxista regreso el cambio, saco la cabeza por la ventana y dirigiéndose a la azafata mexicana de largas piernas y mini vestido negro le dijo: guarra, ¡que follada te van a pegar!, si necesitan ayuda yo coopero, al tiempo de acelerar y dirigirse  a la salida del estacionamiento.

La ocurrencia caliente del taxista hizo reír a Elba sonoramente, Fernanda meneo la cabeza en desaprobación, y Héctor secundo a Elba en las risotadas sonoramente, los dos caminaron al lobby, tomaron sus llaves y enfilaron hacia el elevador que los transportaría al piso donde estaban situadas sus habitaciones.

Elba y Héctor no pararon de besarse y tocarse abiertamente en el elevador, parecía que la pasión se había desbordado y que Fernanda no estaba ahí, pero ¡si estaba! Una mano de Héctor agarro las nalgas de Elba por encima del vestido y con los dedos en medio de ella apretó fuertemente al tiempo que su lengua serpenteaba dentro de la boca de la ardiente fémina que ripostaba a sus caricias con avidez, tres pisos más arriba el ascensor detuvo su marcha, salieron al pasillo y entre risas y jadeos llegaron a la habitación que, curiosamente estaba ubicada a un costado de la de Fernanda que, a pesar de querer huir de los apasionados arrumacos de la pareja, seguramente escucharía al otro lado de la pared la conclusión de la sesión amatoria de Elba y Héctor, quienes al llegar a la puerta se despidieron amablemente de Fernanda, Elba le beso en la mejilla, y Héctor hizo lo propio diciendo buenas noches amiga.

La puerta se abrió, y entraron cerrando detrás de sí, sin esperar siquiera un segundo Héctor se abalanzo sobre Elba, quien le abrazo pasando las manos alrededor del cuello del recio capitán de aviación, el la volvió a besar y uso sus manos para sujetarla por las nalgas que no se cansaba de estrujar y acariciar, subió las manos hasta el broche de la prenda y la retiro hábilmente, sin dejar de acariciar y besar saco la prenda hacia abajo, y esta cayo a los pies de la mujer que ahora en una breve tanga, sujetador y tacones parecía lista para darle sus encantos tremendamente excitada y deseosa de ser poseída.

Cógeme Héctor, cógeme, hazme tuya, métemela toda, él estaba sumamente excitado, soltó a la mujer y dio un paso atrás para contemplarla en su diminuta ropa interior y gozar de la visión deliciosa que se presentaba ante él y que le urgía para poseerla, Elba giro sobre su costado, proyecto su cadera y mostro sus nalgas y el breve hilo de tela inmerso entre sus glúteos, el camino hacia adelante y sujeto los lados de la fina ropa interior bajándolos hasta las rodillas, y, al mismo tiempo sumergió su cara en medio de las nalgas de Elba quien suspiro profundamente, su nariz a la altura del blanco ano de la sobrecargo, y su lengua estirándose para hacer contacto con el hoyo húmedo de ella, la lengua entro y salió del reducto, su sabor era delicioso, su aroma de excitación neutro y agradable, la excitación de ella era contagiosa, las sensaciones la rebasaban, él era diestro en el manejo de la lengua en su sexo, y sus gemidos eran un indicativo perfecto de que el capitán estaba logrando hacerla despegar rumbo a alturas sexuales insospechadas.

Muchas veces soñé en tenerte así, dijo Héctor, ella sonrió divertida, dos dedos del aviador se abrieron paso en su vagina, y la lengua seguía trabajando por atrás sobre su ano inundando de sensaciones las miles de terminales nerviosas dela mujer, quien deslizo sus manos sobre su respingado trasero abriéndose las nalgas de par en par para permitir que el piloto incrustara su lengua en el recto de la fémina quien ahora era estimulada con la lengua y los dedos en sus dos agujeros haciéndola gozar deliciosamente.

¡Mi vida, que rico me lo haces! Las palabras de Elba y su tono de voz era música para los oídos del varón que seguía humedeciendo el ano de la mujer penetrándola con movimientos cortos y certeros, dejaba la lengua dentro de su recto y dedeaba insistentemente su vagina, los fluidos de ella perlaban la cresta del órgano sexual, y su clítoris erecto e hinchado era cada vez más sensible a las maniobras de él, las piernas de ella lucían espectaculares parada de puntillas todavía con los espectaculares tacones de aguja, y recargada en la pared del cuarto de hotel de cinco estrellas, de frente a ellos un espejo de cuerpo completo permitía que los dos otearan furtivamente para mirarse siendo protagonistas de su propia película porno.

El lengüeteo y el trabajo digital sobre las cavidades de la rubia siguieron un buen rato, la posición para ella era algo incomoda, sus largas piernas temblaban en parte por la postura, y en parte por el gozo que la lengua y los dedos le proporcionaban en su zona genital, sus gemidos pasaron de ser quedos y ronroneantes a ser mucho más expresivos llegando casi a tornarse en un grito, estaba al borde del orgasmo, ¡y apenas estaban comenzando!

Héctor alejo su lengua del ano de Elba, extrajo sus dedos del coño de la mujer,  quien relajo los músculos de sus pantorrillas y elimino de golpe la tensión en sus torneados muslos, y piso finalmente con la planta del pie completamente sobre la alfombra del suntuoso cuarto de hotel, dio la vuelta y el piloto ya la esperaba para darle un beso largo y profundo, el sabor de sus jugos de mujer llenaba la boca del hombre que ahora posaba sus manos sobre los grandes pechos de la azafata todavía cubiertos por el bonito sujetador de diseño italiano, la suavidad de la piel y la tela del sostén eran amasados con deleite por el hombre, quien continuo besándola, al tiempo que retiraba el broche que aprisionaba las deseadas tetas de su compañera de vuelo, el cierre hizo click, y la prenda se abrió de par en par dejando libres las gemelas espectaculares de Elba, sus pechos blancos adornados con pecas, y los pezones delicados y en punta, en aureolas de marrón claro eran una deliciosa promesa que se antojaba meterse en la boca, y así lo hizo, beso cada pecho con fogosidad, se metió a la boca un pezón, y después el otro, lamio, chupo, mordió con delicadeza, mientras ella era inundada por un torrente de sensaciones, una vez más la voz de la mujer rompió el silencio de la noche y se elevó fuerte como muestra de aprobación ante las incursiones del macho en esa zona tan deseada, los arrumacos y caricias de él continuaron, del pecho hacia el cuello, mientras que una mano jugaba con sus glúteos por atrás y la otra frotaba la vulva de la sobrecargo que sentía como sus fluidos resbalaban ya incontrolablemente por la cara interior de sus muslos, y su deseo se hacía cada vez más grande, quería ser penetrada de inmediato y rompiendo el beso insto a su amante a hacerlo: ¡ya cógeme Héctor! Quiero que me la metas toda pero ya, ya quiero que me cojas.

La hembra comenzó a arrancarle desesperadamente la camisa de vestir y a desabrochar el cinturón que holgaba el pantalón en la cintura del piloto, con habilidad, la sobrecargo termino de desabotonar la camisa y jalo la prenda fuera del pantalón del hombre, retiro la camisa, y termino de quitar el cinturón, desabotono la prenda y bajo el cierre de cremallera, bajo el pantalón poniéndose en cuclillas al tiempo del descenso de la prenda, el con el pantalón en las rodillas uso sus pies para retirar el calzado, ambos zapatos volaron a un costado, y Elba aun en cuclillas tomo su trusa por el frente, bajo la prenda en su parte delantera y la dura erección boto libre a centímetros de su rostro, ella rio de buena gana y se saboreó sonoramente el duro salchichón que aparecía libre frente a su boca, sin tomarlo con la mano beso la punta del glande que brillaba húmedo por la emisión de líquido seminal  y uso el enhiesto falo como si fuera lápiz labial para que el líquido mojara sus labios que destellaron brillando mientras sacando la lengua y relamiéndose los labios retiraba el sabor del hombre hacia las profundidades de su boca.

Héctor estaba anonadado por la pasión con la que su compañera de varios vuelos era avasallada por la lujuria y la calentura, disfrutaba como Elba se tornaba poco a poco en una amante que al parecer seria insaciable, la mujer termino de bajar la trusa del piloto, quien levantando una pierna a la vez auxilio a la azafata para terminar de retirar el calzón que fue arrojado a la alfombra por la caliente mujer, quien asumió el control del miembro del hombre, y poniéndose de rodillas lo metió casi por completo en su boca hasta sentir la cabeza en contacto con su garganta, Elba iniciaba su felación con un deep throat que le envidiaría cualquier actriz de película pornográfica, el tomo la cabeza de ella y empujo aún más, Elba no hizo el menor intento de impedirle que empujara su cabeza hacia el frente y recibió aún más de la cabeza del pene dentro del canal de su garganta, ni una arcada ni muestra de asco alguno, simplemente emitió un sonido de deleite: mmmmmmm, mientras seguía con la verga enterrada en las profundidades de su boca y garganta, fue el quien reculo un poco y comenzó un movimiento de entrar y salir de la boca de ella, quien entre succión y succión lamia el miembro en toda su extensión, el tallo, el prepucio, el pequeño orificio que seguía arrojando liquido transparente que era como miel para la rubia que lo cataba con gusto.

La tremenda felación siguió un buen rato, la técnica y pericia de Elba era notable, Héctor no pudo evitar pensar en cuantas veces habría echo eso mismo y con cuántos hombres, porque su habilidad era extrema, y el gusto con el que la ejecutaba eran para pensar que, sin duda, había tenido mucho tiempo de practica para alcanzar ese grado de destreza.

Ensimismado en sus pensamientos, y en las sensaciones de la viciosa mamada que estaba recibiendo, Héctor estaba extático y muy cercano a desfogar la leche en la boca ansiosa de Elba, quien se percató de lo que estaba a punto de suceder, y separo los labios de la pija tiesa que disfrutaba tanto en su boca: Creo que quiero esa leche dentro de mí, pero en mi vagina, no en la boca, musito con una sonrisa leve en los labios empapados en líquido seminal y saliva, las finas facciones de la aeromoza con todos esos líquidos reluciendo en sus labios y parte de las mejillas y el mentón,  lucia como una mezcla de arte y al mismo tiempo vulgaridad, se incorporó en un movimiento de estar de hinojos a caminar con sus larguísimas piernas tres o cuatro pasos y ágilmente brincar sobre la cama, donde ella misma removió la delgada tanga que estaba hecha a un lado y totalmente fuera de lugar, levanto ambas piernas y jalo para que finalmente pasara por rodillas y tobillos, se quedó con la prenda en una mano, y la aventó hacia la cómoda que estaba a los pies de la cama, abrió las piernas completamente y expuso su sexo húmedo e hinchado al piloto, bajo una mano y se metió dos dedos al tiempo que con la otra mano acariciaba su clítoris mientras sonreía coquetamente: llego la hora papito, métemela toda, retácamela hasta que me hagas llorar de placer, ¡te voy a comer toda la noche!

El piloto ni tardo ni perezoso camino hacia el buro de lado derecho de la cama, abrió el cajón y ahí había un par de condones que el hotel ponía en las habitaciones,  abrió el paquete, saco un preservativo y procedió a ponerlo hábilmente sobre su pene que estaba duro como una roca y exponiendo sus dieciocho centímetros en todo su esplendor, Elba lo veía en la maniobra y pensaba que tal vez no era el pene más grande que hubiera visto o probado, pero serviría perfectamente a sus propósitos de esa noche.

El capitán subió al lecho y se posó en medio de las piernas de la auxiliar de vuelo, se inclinó y la beso fuertemente en el cuello, el pecho y la boca, mientras frotaba su erección contra los labios y la vulva de la mujer que se retorcía de placer, con una de sus manos copaba un seno y lamia el pezón erguido, ella gemía y ronroneaba, el bajo la cadera y empujo parte del glande entre la labia de la fémina que emitió un gritito juguetón, aplico más presión y la cavidad de la mujer se puso más receptiva, metió parte de la cabeza en el coño húmedo, y ella cerro los ojos sintiendo esos dos o tres centímetros iniciales  penetrándola, relajo las piernas y abriéndolas aún más, se dispuso a ser usada por su capitán.

Héctor empujo su verga dentro de las profundidades de Elba, quien recibió gozosa la enhiesta herramienta del piloto en una posición misionera totalmente tradicional y , se fue a fondo, las bolas de él campanearon contra el ano de la mujer y se inició un golpeteo frenético entre las carnes de los amantes, el con manos y boca amasaba, chupaba, besaba mientras que ella envolvió con sus largas piernas, las piernas y el trasero de él formando un candado con los tobillos y empujando al hombre a no sacar ni medio centímetro de su órgano en la embestida, mientras que sus manos y dedos apretaban, y acariciaban la  amplia espalda y el duro culo del hombre que entraba y salía con frenesí del órgano de la mujer.

Mmmmmmmmmmm, que rico, métemela así, que rico me haces gozar, cógeme fuerte, toda, toda, si, así, métemela hasta adentro, mmmmmmmmmmmmm, haaaaaaaaaa, Rosa Elba (su nombre completo) había pasado de los gemidos leves y ronroneantes a los gritos y el sexo sonoro y escandaloso, sentía aquel trozo de carne hurgando en su apretada vulva al tiempo que el pubis de el al llegar a fondo le provocaba sensaciones deliciosas en el clítoris, sin sacar nada de su órgano, Héctor volteo a Elba, para seguir fornicándola ahora de lado, cara a cara, embistiéndola fuertemente, y continuo el giro hasta tenerla encima de él, ahora Elba controlaba la penetración y él se dejó llevar, la mujer se desprendió del abrazo y así, sentada en el comenzó a bambolearse rítmicamente, meneando las caderas y sintiendo la daga de carne más dentro que nunca, no paraba de gritar, el, acariciaba los pechos, y pellizcaba delicadamente los pezones mientras ella ponía los ojos en blanco ante las sensaciones avasalladoras que la inundaban, ella, ceso en el movimiento circular de la cadera y comenzó a brincar sobre su miembro, que entraba y salía de la vagina encharcada de la aeromoza, sus tetas brincaban de arriba abajo con espectaculares rebotes que ella controlo posando sus largos dedos encima de sus tetas y acariciándose a sí misma ofreciéndole a Héctor una vista maravillosa de la mujer gozando de la verga y dándose placer tocándose las tetas de forma sensual y exquisita.

En esa postura los amantes pasaron otros diez minutos de meter y saca, varias veces el sujeto a Elba de la cintura y la hizo cesar en sus movimientos porque lo tuvo al borde del orgasmo y no quería que la sesión sexual terminara de forma tan abrupta, le pidió a Elba que pusiera sus pies a los lados de su cabeza y que siguiera sentada en su falo, ella obediente lo hizo, tenía toda la extensión de el dentro de su vagina, y ahora estaba sentada con las piernas extendidas a los lados de la cabeza del varón que aprovecho para besar y lamer los dedos de la mujer que seguía meneando la cadera gozando de sentirse llena por él, en esa posición el también acariciaba las pantorrillas y los muslos de ella, mientras que levantando un poco la cabeza podía verla con cara de vicio, el procedió a sentarse en la cama, sin sacarle la polla, quedaron frente a frente, ella sentada en posición de flor de loto y el abajo, totalmente empalmado, y con su verga dentro de la mujer, así, a él le era difícil moverse, así que con ambas manos sujeto a su compañera sexual y la hizo que botara hacia arriba y abajo, entrando y saliendo se su apretada, y también empapada cavidad, Elba sentía como el pene de el taladraba su interior, y en aquella posición tocaba partes dentro de ella que la hacían volverse loca de pasión.

Tras varios minutos en la complicada posición, el la hizo recostarse, y el pene salió de su coño, él se paró y se puso al borde de la cama, volvió a tomar las piernas de ella y volvió a penetrarla, al tiempo que su órgano entraba y salía de ella, él le abría las piernas ampliamente tomándola de los tobillos, ella quedaba totalmente expuesta, con el hilo delgado de vello púbico en forma de I arriba del inicio de su labia que se abría para recibir su ariete de carne, Héctor continuo con el mete y saca por otros diez minutos y ella toco el cielo en un par de ocasiones más viniéndose fuerte entre gemidos y gritos de placer, e inclusive con la expulsión de líquido por parte de ella teniendo una eyaculación femenina que muy pocas veces anteriores se había presentado a lo largo de la amplia experiencia amatoria de la asistente de vuelo que poseía bastante experiencia en el arte de abrirle las piernas a muchos hombres distintos a lo largo de su vida.

Héctor tomo a Elba por la cintura dejando los tobillos a un lado, y siguió fornicándola poderosamente con las extremidades de ellas hechas ovillo a un costado de los cuerpos que chocaban, después, la hizo levantarse y ponerse a gatas, así, en cuatro puntos, ella lucia sensacional, su respingado culo y la largueza de sus muslos eran una visión exquisita, sin pensarlo dos veces reacomodo el condón sobre el miembro y le dijo excitado: te la voy a meter por el culo amiguita, ese hoyito se ve delicioso- Elba no protesto, aun recordaba como su prima Carmen era quien la había instruido en el arte de dar el culo, afirmando que no sabría lo que era ser mujer mientras no la follaran por el culo y sintiera un orgasmo provocado por una penetración anal, Elba estaba dispuesta, y el, usando la lubricación natural proveniente de su vagina procedió a engrasar el recto de la mujer, le metió un dedo, después dos, mientras usaba la otra mano para frotarle el clítoris totalmente expuesto y fuera de su capuchón, era increíble cuanto liquido manaba de su sexo, un rio de fluidos mojaba la cara interna de sus muslos, y los espasmos de placer recorrían el fino cuerpo de la mujer al tiempo que su esfínter se hacía cada vez más receptivo a los dígitos que exploraban y abrían su ano, totalmente a merced del hombre que puso su pene en la entrada de su ano, y empujando la cabeza inicio la penetración anal de la azafata.

Despacito Héctor, por favor, pidió Elba con voz queda pero llena de sensualidad, ¿la quieres por tu culito hermosa? Le pregunto el cuando en realidad ya había insertado cuando menos tres centímetros de su pija dentro del recto de la rubia, ella solo gimió en respuesta, y el asumiendo que dichos gemidos eran un signo de aprobación se la metió toda, lo más que pudo hasta que sus muslos y los de ella chocaron en el empujón final para penetrarla completamente, Elba grito, no esperaba todo el miembro de un solo golpe dentro de su ano, pero contrario a lo que ella misma hubiera pensado, el dolor fue solo un micro segundo, su cuerpo estaba totalmente preparado y dispuesto, y el dolor instantáneo se tornó en una sensación de gozo y plenitud inexplicable, la tenía toda adentro y no le dolía, por el contrario, le encantaba la sensación y empujo sus blancas nalgas con vigor para mantener la mayor cantidad posible de la carne del varón dentro de su recto.

El siguió sus movimientos entrando y saliendo del ano de la sobrecargo, sujetando su breve cintura, apretando sus nalgas, bajando las manos hasta su cadera y metiéndosela lo más que podía, mientras que Elba volteaba para ver su cara mientras respingaba sus nalgas para permitirle ingresar en su humanidad con mayor facilidad, ronroneando y gimiendo en cada embate, sus ojos azul acerado clavados en la mirada perdida de él, y con sus propios ojos entrecerrados, con la boca entreabierta, relamiéndose los labios, mordiendo el labio inferior, y hasta babeando cuando el placer era mayor.

El acelero en los movimientos de su cadera, su verga entraba y salía del ano de Elba, mientras que ella usaba una de sus manos para alternar violentas fricciones en su clítoris y copar el escroto del capitán que se sentía al borde de expeler su venida dentro del acceso trasero de la elegante sobrecargo que ahora estaba en posición de perrito siendo usada por el culo con cara de gozo y total sumisión ante su capitán que la poseía por la parte más íntima sin disminuir el ritmo de sus embates, y ensanchando notablemente el tamaño natural del ano de la mujer que había olvidado sus buenos modales, y conforme el la penetraba más violentamente pujaba, gemía, y gritaba frases que él nunca pensó podría escuchar: cógeme cabron, métemela más por el culo, si , así soy tu puta, soy una puta a la que le gusta por el culo, si métela por el culo cabroncito, cógete a tu puta, dame la leche cabron, ¡dámela toda!

Con las exclamaciones de ella, y su cadera moviéndose de atrás hacia adelante, y la mirada de ella clavada en su rostro, Héctor sintió que no duraría más, sus piernas estaban tensas, el sudor perlaba su frente y resbalaba por los costados de su rostro, tenía a Elba como muchas veces soñó tenerla, y ya no podía contenerse, ¡me voy a venir! Ella le contesto si papito lléname el culo de leche que rico, si quiero sentirla calientita dentro de mí, mmmm, si, así, métemela rico y lléname de tu leche.

El no pudo más, escucharla hablando como una puta fue lo que necesitaba y se dejó ir, chorros de líquido blanco, pegajoso  y espeso rebosaron el ano de la azafata, quien al sentir la explosión de él, acelero igualmente el movimiento de la mano con la que se masturbaba, apretando su clítoris con más fuerza y detonando un orgasmo poderoso que en combinación con aquel órgano masculino adentro de su recto, y la sensación del líquido de el llenándola era algo indescriptible, tras varios espasmos el no aguanto la posición ni un segundo más, y se retiró de las nalgas de ella, al romper contacto, varios chorros de esperma resbalaron por el agujero de Elba, del ano a su empapada vagina, y otros más cayendo sobre el borde la cama, la mujer tomo algo de los residuos de la venida que estaban entre sus dos oquedades y tomo parte de la mezcla de líquidos, de él y de ella, empapando sus dedos, mismos que llevo a su boca en una visión cachonda y sucia, y así, con varios de sus dedos entre sus finos labios se dejó caer sobre el lecho, sintiéndose plena y satisfecha por como el macho se había desempeñado en su interludio sexual.

En la habitación contigua, separada solo por una puerta de hoja doble, Fernanda yacía desnuda, abierta de piernas sobre el lechos, con dos dedos dentro de su vagina, y la otra mano masturbando su clítoris al tiempo de que, al igual que su compañera de vuelo bajaba de un poderoso orgasmo detonado por el vocabulario sucio y caliente de Elba, ¡qué clase de puta mustia es esta cabrona! Pensó, mientras se acurrucaba para conciliar el sueño una vez concluido el espectáculo sexual al otro lado de la pared.

Los amantes tomaron unos minutos charlando, él sirvió dos copas de vino, ella le enseño su vulva y ano diciéndole que la había hecho gozar mucho y que su esperma seguía fluyendo incontrolablemente de su interior, así, en esa postura con las piernas separadas y abriéndose la vagina para él, su órgano sexual comenzó a levantarse una vez más, y retomo su excitación, ella lo vio, sonrió y procedió a mamarlo con avidez limpiándolo de la combinación de lubricante del condón, esperma, y los jugos de ella, ¡la segunda ronda apenas comenzaba!

Elba y Héctor fornicaron dos veces más a todo tren esa  noche, amanecieron juntos, abrazados, desayunaron juntos, volvieron a coger, y se bañaron juntos para después, reunirse con sus compañeros en el lobby del hotel antes de dirigirse a Barajas para volar de regreso a México, Fernanda se acercó discretamente a Elba y le dijo al oído, que zorra eres amiga, toda una puta, no me dejaron dormir, Ataviada con el elegante uniforme de vuelo, sus ojos azules en todo su esplendor, y su larga figura, Elba sonrió a su compañera y le dijo: Fernanda, cuando algo se te antoje, ¡nunca te quedes con las ganas! Y camino rumbo a la camioneta de transporte que ya los esperaba para trasladarlos al puerto aéreo de la ciudad del oso y el madroño donde ella tendría un caliente y húmedo recuerdo para sonreír en un futuro.

Tras la experiencia, Héctor se enamoró de ella y un año más tarde le propuso matrimonio, Elba acepto, y ambos tuvieron una hija, el matrimonio no progreso, y se divorciaron,  y aun cuando el llego a compartirla sexualmente con otro hombre buscando reavivar la flama, Elba nunca volvió a encontrar en Héctor al amante excelente que la uso durante toda una noche en aquella aventura de sexo en Madrid.