El Zapatero Tunecino. Cuernos consentidos
Como mi esposa se follo al dependiente de la Zapateria, mientras yo la esperaba fuera.
04.08.2020 El Zapatero Tunecino
Durante el mes de diciembre del pasado año, fuimos a una zapatería de la calle del Carmen, a comprar unos zapatos para mi mujer, aquellos de color vino en charol. Nos atendió un chico alto, bien parecido, que semejaba ser mulato. Resultó ser originario de Túnez.
También vendía bolsos, buscamos uno de charol del mismo color que los zapatos, para comprárselo. No lo hacía, pero nos dijo que en una semana lo tendría, ya que recibiría nuevos modelos.
A ella le pareció majo y simpático. Fantaseamos con la idea de morbosear con él. Estuvimos en varias ocasiones imaginando queríamos de nuevo hacerle, y a hacer que el probará los zapatos a mi mujer, y que diera las bragas de ella, o mejor no llevar las puestas.
En el día de la fecha, nos encontramos en casa viendo la tele, acariciándonos el uno al otro. Ella me dijo que se estaba poniendo cachonda, y tenía ganas de follar. La contesté que se vistiera y que fuéramos a la zapatería del tunecino a ponerle cachondo
La gustó la idea y echamos mano a la obra. Se puso un vestido mini faldero, las medias con liguero, y los zapatos nuevos de color vino y charol. No poniéndose bragas. Encima se colocó un abrigo negro, afectado por un cinto. De esa manera marchamos hacia la zapatería con la idea de calentar a zapatero.
Ya en la puerta la dejé sola para que entrara, y no cohibir al dependiente que se encontraba solo en la tienda.
Me contó mi mujer, los hechos como siguen:
Entré en la tienda, y tras saludarle le dije, sí se acordaba de mi, él me respondió que sí, ya que yo era una mujer estupenda. Fui a sentarme en el taburete de probarlo zapatos, al lado del pequeño mostrador, tras coger unos zapatos para probármelos, mientras el chico se colocó enfrente de mí, y me decía que aún no tenía el bolso. Mientras me miraba las piernas, yo le miré a los ojos, mientras abría mis muslos, para que el viera mi coño sin bragas. Cosa que hizo ya que no apartó los ojos de ahí.
Evidentemente se puso nervioso, ya que no se hacía cargo de la situación. No acababa de creer que tuviera o una mujer delante, mostrando su sexo sin vergüenza.
Le dije que me pusiera él, los zapatos, más me respondió, que no podía.
Porque?. Le pregunté. Él me respondió que se pondría muy nervioso. Le pedí otro modelo de zapatos, que volvió a traérmelos, y me los dio, pero para nada se puso de rodillas delante de mí. Eso sí. No aparto sus ojos de mi chocho.
Me hizo una oferta del bolso que me ofrecía y los zapatos por cincuentena euros, cosa que acepte. Cuando fui a pagarle, me pregunto si quería salir con él, y me dio una tarjeta con su nombre y número de teléfono. Diciéndome que le llamara antes de las nueve, si quería salir con él. Le contesté que de acuerdo pero que mi marido vendría. Me pregunto entonces si era casada, a lo que le respondí afirmativamente. Volvió a decirme que quería salir conmigo a solas, insistí en que mi marido vendría. De nuevo obtuvo otra negación. Sólo quiero salir contigo. La dijo.
La preguntó si debía y sin fumaba mariguana, o hachís, ya que él según la dijo, se ponía hasta los huevos de ello. Pues le gustaba ponerse a tono. Ella le contestó que no fumaba ninguna clase de porros, pero que el hiciese lo que quisiese, ya que ella había tenido durante nueve años un marido porrero, sin ningún problema.
Se despidió de él, efusivamente, pues el chico la abrazó y la besó suavemente en los labios. Olía muy bien el hombre, a ella le gustó, por lo que se despidieron prometiéndose llamarse hoy o mañana para salir.
Sola estaba esperando fuera, y cuando vino me dijo:
. – ¡ Aún ligó ¡. Como se ha quedado el tío, quiere que salga con él. Mi ha dicho que estoy muy buena, que le gustó mucho, y que quiere salir conmigo. Pero eso sí: A solas. No quiere salir los tres, sólo quiere salir él y yo.-Me contó.
.- Seguro que le has puesto cachondo.-La dije.
.- ¡ Claro, sí le he estado enseñando el coño todo el rato ¡. No podía apartar sus ojos de entre mis piernas. Si vieras el bulto que tenía entre las piernas, seguro que la tenía parada (dura) a tope.-
Marchamos al Decatlon a comprar, allí se colocó los zapatos nuevos, para que yo los hubiera y dimos una vuelta. Al ir a pagar en la caja, los zapatos la apretaban mucho, por lo que se los quitó y se colocó los que traía.
.-Voy a ir a devolvérselos, porque no los puedo llevar. Sé los de volveré, y que me regresé mis 30 euros.-
De acuerdo, decidimos ir de nuevo a la tienda ya que estaba cerca y aun no había cerrado. Por el camino la dije que le pusiera cachondo y que si quería, le hiciera una paja en la trastienda, y que se corriera en su coño, así me lo traería lleno. Ella estuvo de acuerdo, y de nuevo estábamos en la tienda del árabe.
Igual que la otra vez en todo sola, mientras yo la esperaba en el semáforo de la Ramblas, frente a la iglesia.
Mi mujer volvió a contarme después:
Entre de nuevo en la tienda, y tras saludarle le dije que no me venían bien los zapatos. El, me ofreció otros. Yo, me saqué el abrigo, y volví a sentarme en el taburete. Sin el abrigo, aún podía haberme mejor El chocho, pues no había nada que el ocultara.
Con los zapatos en la mano y sin perder de vista ni entrepierna, regresó con otro modelo de zapatos, y de nuevo le comenté que me los probará él personalmente, otra vez, él se negó. Así me trajo hasta tres modelos, permaneciendo siempre a metro y medio de mí, pero sin querer agacharse.
En un tira, y afloja, y sin perder detalle de lo que yo le estaba enseñando, el tunecino estaba con más confianza que la otra vez, y tras decirme que estaba muy buena, y que le gustaría salir conmigo, se acercó ante mí, con su bragueta tremendamente hinchada.
.- ¡ Cómo me estás poniendo ¡¡Yo quiero salir contigo esta noche¡, ¡Me tienes desquiciado, con lo buena que estas ¡. ¡Vamos a salir esta noche, o si quieres mañana domingo por la tarde, a partir de las 6. Me tienes a reventar.-Insistió el chico.
Con evidentes signos de tener, una excitación increíble, y con la bragueta a la altura de mi cara, me hablaba lascivamente, empujando su pelvis para que viera cómo estaba.
Le eche mano a la polla, que efectivamente la tenía dura como un Hierro. Será apreté y también los huevos.
.- ¿Quieres que echemos un polvo?.-Le dije.-Podemos hacerlo en la trastienda.
Como loco, el árabe corrió hacia la puerta para cerrarla, y tras echar el cierre regreso hacia mí. Yo me había levantado y estaba en la delante de la cortina de la trastienda.
Impetuosamente, me abrazó y nos ocultamos tras la cortina, mientras me movía los labios, y metía su lengua entre mis dientes. Su mano derecha bajaba, hasta mi chocho acariciando mi clítoris, que tenía empapado. Nos estuvimos besando. Yo le apretaba también, sus corazones duros una y otra vez, me senté en una silla que había, delante de un gran Espejo. Le abrí la cremallera, y sacándole la polla me puse a chupársela. La tenía tremendamente dura. Era larga y no muy gorda, pero evidentemente más grande que la tuya.
Después de chupársela un rato, él me dijo que me quería follar. Le pregunté si tenía condones, a lo que me respondió que sí. Se bajó los pantalones y cogiendo uno de no sé dónde, se lo colocó.
Me hizo levantar y se sentó él, tras manosear me todo el cuerpo, me acarició las tetas, el culo, y todo el cuerpo, diciéndome que tenía un tipo estupendo, y que estaba muy buena. No paró en todo momento, de alabar mi cuerpo, y de decirme cosas estupendas.
Me puso de espaldas a él, mirando al Espejo, y atrayéndome hacía su cuerpo, me obligó a sentarme sobre su polla, que entró en mi encharcado coño, hasta hacer tope con sus pequeños huevos. Un grito de placer deje escapar, al notar un miembro taladrar mi vagina, sedienta de una buena polla, desde hacía un tiempo, pues llevabas más de una semana sin follarme, sólo que hacías pajas, como las que te vas a hacer cuando te lo cuente.
Estuve subiendo y bajando sobre su ariete, mientras mis gritos salían de mi garganta. Él me dijo que no gritara tanto, ya que no se iban a oír desde fuera. Con el vestido porque mis hombros, había sacado mis tetas de los sostenes, y me las apretaba contra él, empujando mi cuerpo, para que me caravana aún más su pene dentro de mí. Cuando estaba a punto de correrme, me hizo levantar.
Continuando a mis espaldas, ambos nos pusimos de pie. Con las manos en el Espejo y mirando nuestras figuras, el de nuevo, se colocó entre mis piernas, y no sé cómo pero su polla de nuevo entró en mi coño.
Di un grito tremendo de gusto, al sentir de nuevo en mi vagina su pene, ya que se había quedado con unas tremendas ganas de recibir su leche. El chico que me dijo que se llamaba Gabi, me tapó la boca, para que no se oyeran mis fuertes gritos de placer.
Me bombeo con furia. El sonido de nuestros sexos se podía escuchar en el ambiente, ya que los jugos de mi chocho fluían al exterior, resbalando por mis muslos, e impregnando sus huevos apetitosa mente.
No tardó ni dos minutos en correrse dentro de mí, yo también. Los dos llegamos a la vez. Algo estupendo. Me pegue una corrida sólo. Larga y muy placentera. Tenía muchas ganas de ello. Y este tío me iba a tope.
Salió de mí, con su condón lleno de leche. Sofocada y con la respiración entrecortada, por el esfuerzo, me senté en la silla de nuevo. El de pie delante de mí, se volvió hacia mí. Le saqué el condón con su leche, la cual rebozo fuera, y me cayó sobre los muslos. Un como abundante de semen, ensució la media izquierda, a la altura de mis muslos.
Volví a chupar su polla, impregnada de leche. Se la limpie con mi boca y lengua, tragándome los restos de socorrida.
Guarde el condón, para traértelo, y metértelo en la boca, así verías los cuernos tan buenos que te había puesto. Y aquí lo tienes.
Me bajé el vestido, y me levanté, saliendo fuera de la trastienda. El se subió los pantalones y se hace centro. Salimos fuera.
Abrió la tienda, regresando al mostrador donde yo le esperaba.
.- ¡ Qué tarde más buena, he tenido¡, ¡ y qué buen polvo hemos echado ¡. Esto tenemos que repetirlo.-Me dijo entusiasmado.- Si quieres salimos mañana por la tarde.-
.- Ya veremos.-Le contesté.
.- ¡ Me ha encantado follarte, y quiero hacerlo de nuevo ¡. ¡ Eres una tía estupenda, muy difícil de encontrar ¡.-Siguió el.
De acuerdo, pero la próxima vez será, con mi marido.
.- Por cierto. Me llamó Paula.
Esta vez no dijo nada. De nuevo me abrazó y me comió la lengua.
Salí de la tienda escuchándole, decirme varias veces que le llamara sin falta el domingo.
.-Ya veremos.-De nuevo le contesté ya en la puerta.
Fui al encuentro tuyo.
Como un cabrón, yo estaba esperando la en el semáforo de las Ramblas. Ella llegaba, chorreando la leche por su media, en busca del cornudo, que era yo.
Un cornudo que llevaba a su mujer, a que la follara otros, mientras que el esperaba en la puerta.
El verla llegar, con su coño recién follado, me produjo una excitación tremenda.
Cuando me vio, me beso en la boca. Su boca sabía a sexo y semen.
Saco un condón, del bolso. Estaba usado, pues tenía gran cantidad de leche en su interior.
.- Abre la boca cornudo.- Me dijo, poniendo el chorreante preservativo en mis labios.
La abrí. Con los dedos me lo introdujo.
.- Mastícalo y trágatelo cariño. Así sabrás lo bueno que lo pasé.
Lo mastique, y me trague hasta la goma. Mi polla chorreaba de excitación.
Regresamos a casa y quise grabar una película en la cual, ella me contara lo sucedido.
Se negó. Los cuernos han de estar en tu mente. No
Me enfadé, por su falta de confianza, pero no hubo manera de hacerlo.
A los dos días, estando en la cama. Volvió a contármelo, mientras yo me hacía una paja con su relato, pero no la quise follar, por no filmar la película.
Eso sí. Quedamos en ir otro día, los dos juntos a la tienda. Yo me quedaría sentado en el taburete, mientras ellos follarían en la trastienda. Así podría oírlos gritar, y me pajearía.