Él, yo y ...alguien más

Nuestra vida de casados ha dado un giro, una nueva integrante se ha unido y nada será igual

Mi cabeza aún es un cúmulo de pensamientos y ya no sé si es la costumbre, aceptación o morbo. Hace aproximadamente 3 meses, decidí salir temprano del trabajo y mientras yo pensaba regalarme una tarde de ralajación, el destino me tenía preparada un sorpresa. Eran pasadas las 3pm cuando llegué a casa, se me hizo raro ver la camioneta de mi marido aparcada en el garage, se escuchaba música al interior y por atrás se veía al conductor sentado, me desilusionó un poco que estuviera ahí, mis planes solo incluían tv y una película que vería a solas, en fin, tendría que incluirlo a él. Me acerqué por detrás del lado del copiloto sin ningun cuidado y cuando estaba a punto de abrir la puerta...

Lo vi todo, Ruben echado hacia atrás del asiento y su mano (esa mano elegante y suave que tantas veces me había acariciado)  sostenía la cabeza de una chica sin blusa ni sostén agachada sobre él, el movimiento era rítmico de abajo hacia arriba como guiándola, era imposible no imaginar lo que estaba sucediendo ... Rubén abrió los ojos como intuyendo que yo le veía, apartó a la chica, escuché que me gritaba mientras yo corría hacia la casa, la mezcla de sorpresa y coraje no me dejaron hablar no podía respirar, a la mente se me venían 1000 historias, ¡en mi propia casa con quién sabe quién! me sentía engañada, humillada. Al entrar a la casa lo primero que hice fue sentarme en el sillón de sala y echarme a llorar pero para mi mala suerte me senté encima de la blusa de la zorra que le había estado comiendo el pene a mi marido en mi propia casa desde quién sabe a qué horas o desde quién sabe cuándo... Tomé la blusa y pensé romperla, quemarla pero ¡yo conocía esa blusa! y el sostén que estaba tirado al lado, reconocí su aroma, el color, el tamaño... ¡no podía ser, no podía ser! me repetía a mi misma. Rubén entró casi enseguida, dijo mil cosas que yo no oía, me pidió perdón, me dijo que era la primera vez, que habían bebido, que María se sentía sola, que jamás volvería a pasar...

Mi mente entonces solo enfocó una palabra "María", ¿María? ¿MI María? Y entonces la vi entrar, no me había dado cuenta cuánto había crecido tanto, una joven hecha y derecha, con una figura increíble, sus pezones estaban rojos, parados y noté un par de chupetones en los senos, por lo que deduje que Rubén los habría estado chupando un buen rato. Despeinada y avergonzada buscaba la blusa que yo traía en la mano, sin embargo cuando me vio con ella, cambió radicalmente su actitud, alzó la vista, se notaba orgullosa, guapa, deshinibida, me pidió su blusa y levantó su sontén del sillón, sus pechos redondos, firmes y sudorosos pasaron frente a mi cara, se acercó a darme un beso en la mejilla "buenas tardes, mami" y giró hacia donde nos veía su padre sorprendido ¿vienes?, le dijo y él a su vez me dijo "buenas tardes, amor" y desaparecieron trás la puerta de su habitación. Esa noche no dormí nada bien, en parte por el dolor del engaño, en parte por los gemidos ahogados de María provenientes de su habitación, habían estado cogiendo toda la noche. Me fui a trabajar para evadir el problema, pero todo el día me venían imágenes y sentimientos sin procesar, de repente todo cobró sentido, los viajes padre-hija a los que yo no era invitada porque tenía mucho trabajo, las sonrisas, los abrazos fuera de lugar, los toqueteos... Esa mañana no dije nada, ni a la otra, ni después, como consecuencia, nuestras vidas se fueron transformando. Los primeros días aún se avergonzaban frente a mi, pero duró muy poco su vergüenza, empezaron los besos tímidos en la boca aún cuando yo estaba presente, una caricia, un coqueteo; luego M comenzó a desayunar en bata con los senos al aire  y R en boxers regularmente con la verga parada; al día de hoy es habitual los besos prolongados, verla a ella con la verga de R metida en la boca o a él chupandole los pezones mientras vemos la tv, incluso he tenido que pasar a la farmacia por los parches anticonceptivos porque a la nena de la casa le gusta mucho que la llenen de leche la vagina pero no se quieren embarazar. Algunas veces Rubén pasa por mi para ir a comer, discutimos el presupuesto mensual, nos ponemos de acuerdo en las labores del hogar, hablamos de nosotros, tenemos sexo. Otras veces pasa por ella a la Universidad salen a lugares apartados donde no los reconozca la gente. A veces desayunamos en familia, platicándonos nuestro día, mientras en varias ocasiones los he encuentrado tirados en el sillón, él metiéndole los dedos en la vagina, ella buscando desesperadamente el pene y simplemente  se levantan... "buenas noches mami, buenas noches amor" y desaparecen trás la puerta, donde los gemidos, jadeos y risas al principio tenues, han subido de volumen al paso del tiempo y me descubro frotando mi vagina frenéticamente mientras los escucho y los espío.

Hoy es sábado, a Rubén le tocaba el desayuno pero no ha puesto ni siquiera el café y yo amacecí sola, lo cual solo significa una cosa, me acerqué y abrí un poco la puerta de la habitación de María y la escena me hizo recordar la primera vez que los vi, (con sus diferencias, claro) el estaba parado y ella hincada sin blusa, mamaba el pene de mi esposo como si no hubiera mañana y él sostenía su cabeza y la apretaba contra su miembro, el movimiento cada vez más frenético de los pechos de María me decían que estaba a punto de terminar, así fue, él soltó un grito gutural, mientras apretaba para si la boca de mi hija que se atragantaba con el semen de su papá,  a su vez Mari soltaba chorros de meados en el piso, también se estaba viniendo; se tragó lo más que pudo de semen y luego se dejó caer, cansada y sudorosa en sus propios meados. "Buenos días mami, ¿nos preparas desayuno antes de que nos vayamos?". Claro, ahora lo recordaba, Rubén me "avisó" que era su aniversario  ya llevan un año "saliendo" lo que sea que eso signifique y se van a la casa de Celaya a celebrarlo solos. Le dije que no preparé el desayuno y los despedí en la puerta.Hasta el moneto no sé bien qué estoy haciendo.