El Ying y el Yang (el Ying)

Dos historias, un hijo, una madre, mismas personas, mismo tiempo, distintas situaciones. El Ying.

Me llamo Juan, vivo en Madrid, cerca del Parque del Retiro. Soy hijo de Salvador y Carmen, mis padres de 42 y 40 años respectivamente. Mi padre, Salvador, es jefe de departamento de una gran empresa de construcción española y, antes de la crisis, anduvimos muy bien situados (clase media alta), sin embargo a partir del 2008 empezaron los recortes salariales, a mi padre le quitaron unos extras que le pagaban en abril, luego le quitaron el extra de la comida y el seguro médico y finalmente le bajaron el sueldo una barbaridad. Eso hizo que mi madre, que había sido ama de casa toda su vida, tuviera que trabajar, al menos a media jornada. Un día vino muy contenta con su primera paga, que por cierto era en B porque decía que total que serían unos meses....era un señor pastizal, 2.000€.

Puedo decir que soy un hijo modelo: no bebo, no fumo, no salgo con malas compañías (en realidad con casi nadie), saco muy buenas notas y no doy disgustos. A nivel deportes no soy un hacha, pero hago buenos tiempos corriendo. Me gusta mucho correr, voy a mi ritmo, no dependo de nadie, soy totalmente libre...

Físicamente os podéis imaginar que soy tirando a alto y delgado, mis padres dicen que soy guapísimo, pero debe de ser amor de padres porque no me he comido un colín en mis 18 años de existencia. Soy un romanticón y a las tías no les va eso, al menos a las de mi colegio y mi instituto. A todas les gustaba Edu, el guaperas con ojos azules y pelazo largo moreno, capitán del equipo de fútbol del curso y del de baloncesto.

Salvador, mi padre, es jovial, con mucho don de gentes y gran padre. Me quiere mucho y lo demuestra cada vez que estamos juntos. Siempre ha estado y está ahí para mi, no me agobia, no me presiona, sólo me enseña y sirve de red por si fallo para que el golpe no sea duro.

Carmen, mi madre, es muy risueña, muy femenina, muy activa y muy organizada. Es la que lleva toda la casa, tanto la limpieza y la cocina, como el tema financiero o nuestra ropa (mi madre es la que nos compra casi toda la ropa a mi padre y a mí). Incluso cuando vuelve del trabajo le da tiempo a poner la casa a punto. Por lo visto va al gimnasio antes de ir al trabajo. No voy a describirla físicamente, sólo decir que para mí es preciosa.

Celebré mi cumpleaños la semana pasada con unos amigos del insti. Nos fuimos a cenar unas pizzas y luego nos fuimos al cine a ver la de Ocho Apellidos Vascos.

Cuando salimos nos tomamos una fanta y estuvimos discutiendo el tema del sexo:

-YO: bah, eso del sexo en el cine es muy fácil no? Parece como si con una copa ya te tiras a una.

-AMIGO 1: joder Juan, es cine, no es así de rápido siempre, pero sí que es cierto que en más de una ocasión te la puedes triscar en la primera cita.

-YO: Anda ya!

-AMIGO 2: Juan....¿tú eres......?

-YO: ¡Y a ti que te importa! - dije bastante molesto.

-AMIGO 2: No te enfades hombre, tal y como hablabas parecía que no.....vamos que no has mojado el churro. ¿No te gusta nadie del Insti?

-YO: la cuestión no es que no me guste nadie, es al revés....y ya tengo 18 tacos y no me he estrenado aún ni a dar morreos!

-AMIGO 1: Yo pensaba que saliste con Azucena.

-YO: Claro, salí cuando teníamos 10 años, pero lo más que hacíamos era ir de la mano y, a escondidas darnos piquitos....

-AMIGO 1: Bah, tú no te preocupes...ahora en la universidad es otra cosa, ya verás. Las mujeres son mucho más adultas y te encontrarán tu "je ne sais pas quoi"

-AMIGO 2: O....como ya eres mayorcito te puedes ir de putis.

-YO y AMIGO 2: ¡¿Pero qué dices?!

-AMIGO 1: Vale, valeeee. Tampoco es para tanto, yo lo hice y no es ningún crimen...bueno, si no se enteran tus padres claro. Jajajaja.

-YO y AMIGO 2: ¿Pero cuándo? ¡Qué callado lo tenías!

  • AMIGO 1: Hace dos años. No os lo conté porque estaba saliendo con Ana. El caso es que en una de las noches que quedamos fuimos a su casa, todo empezó bien, sus padres no estaban, fuimos a su habitación, nos pusimos muy calientes y, sin saber qué dije, nos pusimos a discutir y me echó de su casa. Entre el cabreo y el calentón decidí vengarme, me puse a ver internet y me dirigí a un puti. Al principio fui muy cabreado y con ganas de venganza, pero a medida que pasaban los minutos me iba arrepintiendo. Cuando estaba delante de la puerta y llamé al timbre estuve a punto de darme la vuelta y volverme a casa, pero me abrió una tía que quitaba el hipo, con zapatos de tacón, lencería roja con transparencias y unas pedazo de tetas....

-YO: jajajaja, no te cautivo su sonrisa ya veo!

-AMIGO 1: jajaja, pues no. Entré como hipnotizado sin parar de mirarle las tetas. No sé que le dije pero poco después estaba en la ducha con ella, me estaba limpiando ella a mi y yo no hacía más que sobarla. Cuando nos fuimos a la habitación después de secarnos me tumbó sé tumbó encima mío para hace un 69. Yo supongo que fingía, pero oye, diría que se lo estaba pasando tan bien como yo. No pude aguantar mucho y cuando me fui a correr la avisé, pero no se apartó y se tragó toda la mascá. Mi novia no me lo hizo nunca, siempre tengo que correrme en una servilleta o en un clinex.

-AMIGO 2: Joder, como una actriz porno, ¿no?

-AMIGO 1: Pues sí, pero toda la experiencia era casi de peli porno. Porque después de correrme yo me pidió que no parara de hacérselo, así que seguí con mi parte del 69 y, si fingía lo hacía genial, tuvo un orgasmo en mi cara.

-YO: ¡Jooooder!

-AMIGO 1: Eso vino después, jajajaja. El caso es que fuimos a limpiarnos un poco y me preguntó que qué me gustaba, no sé porqué le dije que por detrás y poco después estábamos dale que te pego en la cama de nuevo, me la estaba triscando a cuatro patas por el culo y ella me pedía más y más mientras que se auto consolaba con las manos el otro agujero.

-AMIGO 2:¡Menudo polvazo! Bueno, entonces al final ¿os casateis? Jajajajajaj

-AMIGO 1: Jajajaja, eso es lo que diría una tía sí. Al final ducha, 150€ y para casa "contento" y saciado con mi especie de venganza. Eso sí, cuando chingamos lo hicimos con goma eh. Es decir Juan....que si quieres estrenarte con una puti no te preocupes, no es que sea de lo más normal del mundo pero tampoco es un pecado horrible.

Estuvimos hablando del mismo tema un rato largo, luego el cansancio y la hora tardía nos hizo dejarlo y finalmente cada uno se fue a su casa.

Desde ese día no paré de pensar en si estrenarme con una lumi o no. Le di vueltas y vueltas a la cabeza hasta que un día me puse a mirar sitios en internet donde poder saciar mi apetito sexual. Vi un sitio en el que se podían escoger varias mujeres (las fotografías eran muy llamativas y atractivas), y aunque pillaba algo retirado, prefería que así fuera para no cruzarme con nadie conocido. Mis padres estaban trabajando y no se iban a enterar.

Bajé del metro y seguí las indicaciones de la App del móvil para llegar al chalet. Era bonito por fuera, mezclas de colores blancos y grises. Me abrió una señora, cuidada pero muy entrada en años. Iba elegantemente vestida, enseñando ligeramente las piernas y algo el escote, pero no provocativamente (debía y esperaba que fuera la Madame).

Me atendió con mucha ternura, me pareció como si fuera más la madre de un amigo que me recibe en su casa que una señora que me va a ofrecer los cuerpos de otras damas. Me ofreció agua y se interesó por mi como si realmente le importará mi bienestar.

  • Nos vas a disculpar -me dijo con verdadero sonido de disculpa- pero como has venido sin avisar casi todas mis compañeras están trabajando. Sin embargo dentro de diez minutos vienen Paqui y Lucía.

Según me hizo el comentario me enseñó dos fotografías, de las que debían ser Paqui y Lucía, que mostraban el cuerpo de cuello para abajo.

  • No se les ve la cara- se anticipó a aclararme- porque hemos tenido algún problema con unos clientes anteriores, se llevaban las fotos o hacían fotos con el móvil y luego lo subían a internet, pero te aseguro que las dos son hermosísimas.

Hablaba de ellas con un orgullo, de nuevo, como de madre que explica lo guapas que son sus hijas, se le veía en los ojos que realmente las apreciaba.

  • Si quieres, puedes esperar aquí mientras llegan, aunque te aconsejaría que eligieras y fueras duchándote para estar fresco y no aburrirte esperando.

Su sonrisa y su tono deliciosamente cariñoso hizo que su sugerencia no la tomara como un apremio sino como un buen consejo, así que me puse a analizar las fotos. Una, la que se decía llamar Lucía, tenía la piel demasiado clara para mi gusto y su pose, aunque muy sexi, parecía forzada. Paqui, sin embargo, posaba con mucha sensualidad, naturalidad y tenía las curvas en su justa medida, además que la piel tenía un brillo más que especial, sí, definitivamente elegí a Paqui.

  • Muy bien guapo. ¿Es la primera vez que vienes a una casa como la nuestra verdad? - asentí con la cabeza algo colorado - No te preocupes guapo. Te explico, para que no quede feo me pagas a mi y luego, si hicierais algo más de lo que hablamos me pagas a la salida, aunque no creo que sea el caso te lo tengo que decir. Ahora te acompaño a la habitación, en el cuarto de baño hay toallas nuevas, gel y champú y unas zapatillas de usar y tirar, para que estés cómodo. Mientras esperas puedes ver la TV pero no subas mucho el volumen por respeto a los demás. Tienes películas porno en el canal 12, 13 y 14, aunque mejor no las pongas hasta que llegue Paqui, no vaya a ser que te calientes antes de que tengas compañía, jijiji.

Esa risa pillina me hizo librarme un poco de mis nervios y respondí con una leve sonrisa.

  • Tranquiiiilo guapo - me dijo al ver lo avergonzado y lo nervioso que me encontraba - seguro que Paqui te cuidará, no lo habrás notado porque tiene un cuerpo de pecado, pero tiene sus añitos y sabe cómo tratar a los jovencitos como tú. ¿Eres virgen?

Me quedé paralizado....¿dónde llevaba puesto el cartel para que todo el mundo lo viera y yo no me diera cuenta de que era tan evidente?

  • Oh, no quería molestarte con la pregunta, disculpa -me dijo con ternura- se lo comentaré a Paqui para que sea extremadamente delicada y cariñosa contigo, no te preocupes, verás qué maravilla guapo.

Sin parar de acariciarme la mano y la espalda a la vez que me sonreía me acompañó a la habitación.

Tenía una cama grande, una silla, un armario empotrado con una de las puertas abiertas en las que se veían toallas y sábanas en las baldas, una televisión grande frente a la cama, unas mesillas a los laterales de la cama, con cajas pañuelos de papel, ceniceros y condones encima de ambas.

Había una puerta dentro de la habitación que conducía a un baño que tenía de todo en unos 10 metros cuadrados.

Me desnudé en la habitación, dejé mi ropa en la silla y me duché. El gel olía a rosas y el champú también olía a flores. Todo en esa casa era dulzura y delicadeza. Me empezaba realmente a relajar. Las toallas eran extremadamente suaves y cálidas y, también, tenían matices aromáticos a jazmín. Con una toalla en la cintura como único atuendo y las zapatillas de usar y tirar, por cierto, muy cómodas regresé a la habitación.

Mucho más tranquilo, fresco y relajado me tumbé en la cama, con el mando de la TV. Al encenderla, el canal que había preprogramado me recordó a lo que había ido. Era el canal 14, y estaban dos mujeres haciéndose un cunilingus mutuo. No le quité ojo y mi virilidad empujó la toalla que llevaba hacia arriba. Vaya, demasiado pronto. Cambié los canales buscando otra cosa nada sexy, Disney Chanel, La Sirenita, pero estaba la mala de la película, transformada como la sirenita, enseñando un poco de escote mientras se contoneaba cantando en la pantalla....¿se había aliado la TV contra mí? Me senté en la cama de cara a la TV, buscando canales, en todos había mujeres en poses provocativas, enseñando pechuga, o incluso besándose.

En ese momento entró Paqui en la habitación diciendo:

  • Hola guapo, ya me dijo Mme. Teresa que....

Me volví de inmediato al reconocer esa voz. Los dos nos llevamos las manos a la boca, con los ojos abiertos del susto.

  • ¿tú, qué haces aquí?

Acertamos a espetarnos al liberar nuestras bocas. Pero según lo dijimos, volvimos a taparlas. No me había fijado en cómo iba vestida, ni cómo se había arreglado, sólo supe que era ella y ese susto, no por lo que ella hacía, sino porque ella supiera que yo estaba ahí, hizo que finalmente mi hombría cayó casi de repente.

Cuando pensaba en apresurarme para coger mi ropa y dar un sinfín de explicaciones y pedir disculpas, ella se sentó en la cama, se llevó las manos a la cabeza y se derrumbó.

  • Lo siento hijo, siento que te hayas enterado.

  • Mamá, tranquila....no pasa nada.

Yo no había analizado la situación, estaba totalmente descolocado. Sólo quería consolar a mi madre, no quería verla llorar ni pasarlo mal.

  • Tu padre no se tiene que enterar de esto, por favor no le digas nada, por favor....

  • Tranquila mamá, no le diré nada...pero, ¿por qué no lo dejas, no lo necesitamos, no?

Tomé varios pañuelos de una de las mesillas para que se enjuagara las lágrimas. Me estuvo contando que estuvieron a punto de despedir a mi padre, que le habían rebajado tanto el sueldo que casi no daba para pagar la hipoteca, estuvimos tres meses de hecho sin pagarla y que una amiga le comentó finalmente lo fácil que era si tenía algo de estómago. Que al principio le costó un poco, pero luego tenía algún que otro cliente continuo y se portaban muy bien con ella, además Mme. Teresa, o Fernanda que es como se llama en realidad, la habían ayudado mucho a empezar y se lo habían puesto más fácil, o mejor dicho, menos difícil.

  • ¿Y no puedes encontrar otra cosa?

  • Tesoro...sólo sé limpiar, planchar, ir de compras y queremos mucho, ¿qué crees que puedo hacer?

  • ¡Pues limpiar casas!

  • Hijo, ¿sabes lo que gana una mujer limpiando casas? - gesticulé confirmando que no lo sabía - pues unos 8€ la hora. ¿Sabes cuánto gano aquí? 100€ la hora, más de diez veces más. Claro que quiero dejar esto, pero a tu padre le han rebajado demasiado el sueldo, los préstamos que tenemos hay que pagarlos de alguna forma y así lo haré más rápido.

Parecía que se había calmado, y yo también. En ese momento comencé a percibir que, exceptuando porque se le había corrido el maquillaje, mi padre estaba de revista. Llevaba unas sandalias transparentes de tacón altísimo, no sé cómo podría andar con eso, no llevaba medias mostrando sus piernas, torneadas por ese gimnasio al que sí se la nota asistir. Tenía una pulsera plateada en el tobillo izquierdo, de una cadena fina. Llevaba un tanga negro con algunos dibujos y transparencias en el triángulo que le tapaba su sexo. Sexo, por cierto, que parecía estar bien depilado. El sujetador iba a juego con el tanga, algunos encajes negros y transparencias que permitían ver los pezones. Las aureolas eran redondas, bien definidas. No lo sabía, pero mi madre llevaba un piercing plateado en el ombligo, con una piedrecita azul, divino. Mi "pequeño yo" cobraba tímidamente vida de nuevo y creo que mi madre se dio cuenta porque me preguntó casi de sopetón:

  • Bueno, ¿y tú, qué haces aquí? Deberías de estar en el instituto. Además esto está muy retirado de casa y por esta zona no viven amigos tuyos.

Le expliqué la conversación de mi cumpleaños y cómo tomé la decisión, buscando justamente eso, un sitio entre desconocidos. Entré, pagué los 150€ a "Mme. Teresa" y, tachán, sorpresón.

  • Vaya hijo, ¡pero si tú eres guapísimo! Ya verás como....

  • Sí, que encontraré una tía súper genial, que me querrá por lo que soy y todo ese rollo- la corté. No me gustaba que me dijeran ese cuento de la tía que se daría cuenta de que soy alguien especial....¿dónde se encontraba ahora y por qué no la había conocido antes?

  • Juan cielo, de verdad que eres especial. - me agarró la cabeza al decirme esto y me llevó entre sus pechos. Olían tan bien, eran tan suaves, su piel entera era como la seda y algún resorte hizo que mi entrepierna ya no se mantuviera y la hizo salir entre los pliegues de la toalla.

Al asomarse hizo que mi madre se separara de mi lanzando un gritito y tapándose la boca. Yo me asusté y me la tapé como pude con la toalla.

  • No te preocupes Juan.....es normal....a ver, enséñamela- dijo sin apartar sus ojos de mi entrepierna. Era curioso que fuera ella la que no apartaba su vista de mi mientras que yo sí pude, por vergüenza quitar los ojoso de sus preciosos pechos.

Muy confuso y acalorado retiré la toalla....parecía que mi madre hubiera visto un tesoro. Yo sabía que el tamaño era bueno, no soy tan mojigato, veo películas porno de vez en cuando, pero no pensaba que el tamaño la fuera a maravillar como parecía, de aquella manera.

  • ¿Puedo taparme ya mamá, me siento raro?

  • ¿Eh? Ehhh, sí, hijo sí. Madre mía, ¿tú sabes lo que tienes ahí?

  • Pues un pene -dije inocentemente.

  • Jajaja, sí hijo sí, pero está muy bien. Quiero decir, es grande, es ancho, es recto, es muy bonito. Es casi perfecto. Desde luego que con eso no vas a tener ningún problema con las mujeres.

  • No sé si darte las gracias mamá, pero no puedo ir por ahí con la.....-me recaté, que a fin de cuentas estaba hablando con mi madre- con el pene suelto empinado esperando que alguna chica se me acerqué y se me cuelgue encima.

Yo lo dije muy serio, pero mi madre soltó una carcajada tremenda.

  • Jajajaja, claro que no hijo. Pero el sexo no lo es todo. Te tienen que conocer y querer por lo que tú eres, no por lo que tienes ni por tu apariencia física.

  • Sí mamá, todo eso es muy bonito, pero mientras tanto Edu se pone las notas en el insti, todos mis amigos han mojado y yo no me he dado ni un simple morreo.

  • ¿No te ha besado ninguna chica?

  • Piquitos me di con Azucena, pero de ahí no pasamos. Y luego no he estado con ninguna chica.

  • Bueno, ya que has pagado y vamos a guardarnos los secretos....

Al decir esto me agarró de la cabeza, me llevó hacia su boca y me empezó a besar. De vez en cuando se separaba y me daba instrucciones, más suave, menos lengua, más despacio...mientras la estaba besando instintivamente dirigí mis manos hacia su pecho

  • Espera.... - me decía mientras se separaba ligeramente de mi para volver a besarme y volver a apartarse poco después - espera que me quite el sujetador.

Sin para de besarme, hábilmente, se quitó el sujetador con las manos. Tomó entonces las mías y las volvió a dirigir a aquellas mamas, no tan turgentes como las de una quinceañera supongo, pero de tacto suave y tamaño deseable.

Sus pezones se habían endurecido y mientras nos besábamos su respiración se aceleró con mis palpaciones.

  • Suave- me dirigía -disfruta de su tacto despacio.

De nuevo con sus manos me quitó la toalla liberando mi poya que agarró con firmeza.

  • Túmbate boca arriba hijo.

Obedecí sin dejar de mirar. Ella, sin desviar la mirada de mis ojos, se metió parte de mi verga en su dulce boca. En ese momento yo tuve que cerrar los ojos. Fue una sensación nunca vivida, el calor de la boca de mi madre, la fricción de sus suaves y delicados labios alrededor mi glande y mi tronco, mientras que con las manos jugaba con mis testículos.....era increíble.

Eran tan grande el placer que no pude aguantar ni un minuto. En cuanto noté que mi poya iba a estallar la avisé pensando que iba a apartarla de su boca, sin embargo, aceleró el ritmo manteniendo apresado en sus labios mi glande para recibir mi leche, que tragó mientras yo me convulsionaba con el mejor orgasmo que había tenido en mi vida.

Ella chupaba y tragaba, chupaba y tragaba mientras yo seguía temblando aún del clímax.

Cuando terminó, dio un beso en el glande, se puso de pie, se quitó el tanga y me fue diciendo.

  • Ahora tienes que aprender tú a dar placer con la boca. Primero bésame.

Se tumbó a mi lado, nos besamos como antes, mis manos acariciaban todo su cuerpo, su cuerpo de seda cálida. Ella guiaba mis manos a su espalda, a su culo, a su cadera, a su costado y de nuevo al pecho.

  • Bésame despacio desde el cuello hasta mi pecho, yo te guiaré desde ahí.

Mis labios fueron besando su mentón, me deleité en todo su cuello, no dejando centímetro de piel sin besar, lo que parecía agradarla respondiendo con gemidos y suaves "así hijo, sigue". Después llegué a los hombros, las clavículas, el esternón, todo cubierto suavemente por mis labios.

Centímetro a centímetro mi madre me correspondía con gemidos de placer, señales de que, aunque era mi primera vez, lo estaba haciendo bien.

Cuando llegué a sus pechos, sus preciosos, grandes y redondos pechos, no pude contener un deseo de succionar esos pezones. Empecé besándolos suavemente, pero un instinto me lanzó a lamerlos, a succionarlos. Parece que el instinto, en esta ocasión, me había servido de ayuda. Mi madre arqueó su cuerpo, agarró con sus manos las sábanas y jadeó con más ímpetu.

Seguí saboreando de esas dulces tetas, hasta que mi madre me empujó la cabeza gimiendo: "no puedo más, cómemelo, cómemelo ya!"

Sus manos me "obligaron" a enterrarme en su entrepierna. Su sexo, totalmente depilado, era rosado, suave como el resto de su piel, precioso. Sin embargo su olor no era lo que yo esperaba, no me quitó les deseo de seguir, sólo que desterró de mi eso que muchas veces había leído acerca del olor embriagador (no entendí por qué algunos chicos olían las bragas, no tenía sentido).

Al acercarme para dar mi primer lametón, me madre me apretó la cabeza con frenesí. Me puse a lamer como supuse que debía hacer, como había visto en las películas.

  • más suave, más suave...

Parecía que las películas no mostraban cómo le gustaba realmente a las mujeres. Relajé los movimientos de mi lengua y los acompasé con un suave movimiento de mi dedo índice derecho sobre la entrada al sexo de mi madre.

Ella me lo agradeció acariciándome y apretando mi cabeza hacia ella al tiempo que gemía:

  • así, sí hijo, así....qué bien lo haces, así hijo.

Durante poco tiempo estuve realizando ese cunilingus, hasta que mi madre me ordenó:

-así, sí, más deprisa, más deprisa hijo.

Aceleré mis lengüetazos y mi dedo entrando y saliendo más deprisa aún. Lo tenía totalmente empapado con sus jugos.

Poco después mi madre se arqueaba y comenzaba a temblar mientras me mantenía férreamente en esa posición en su entrepierna. Su orgasmo se repitió y repitió, yo no paraba, entre otras cosas porque parecía no permitírmelo, de lamerla y dedearla, y juraría que tuvo varios seguidos. Después de yo diría, dos minutos de orgasmo/s, se rindió y me dijo jadeante:

  • Para, para hijo.....para. - Jadeaba como si hubiera subido corriendo un edificio de 15 plantas, no era capaz de decir 3 palabras sin tener que respirar. - uf....hijo, si no hubiera sido porque te conozco y que al principio te he visto un poco novato pensaría que me estabas mintiendo. ¡Me ha gustado muchísimo, lo haces muy bien!

  • ¿De verdad, no lo dices para halagar?

  • ¿Pero no te has dado cuenta? ¡Mira la cama!

Donde antes estaba mi cabeza y la entrepierna de mi madre había un zona que se notaba estaba empapada era como si hubiéramos derramado un vaso de agua.

  • No sé cuántos orgasmos he tenido, hacía tiempo que no me pasaba...ha sido estupendo hijo.

  • Gracias mamá, me alegro de que te haya gustado.

  • ¿Y a ti, te ha gustado hacérmelo?

  • Mucho. - dije entusiasmado y realmente contento, como si hubiera sacado otro de mis dieces.

  • Ya veo que sí - me dijo pícara mientras con su índice y sus ojos apuntaba a mi poya, que volvía a encontrarse erguida.

  • Jajaja - reímos los dos. A lo que ella añadió- Me viene fenomenal, porque te iba a decir que te falta lo más importante - me la quedé mirando extrañado- ¡el coito, hacerlo, follar!- terminó diciendo como con reparos.

Me tumbó boca arriba, dejando mi sexo apuntando al techo, se situó a horcajadas sobre mi y se lo fue introduciendo poco a poco. A cada centímetro parecía tener descargas eléctricas, mientras yo disfrutaba de cómo entraba en mi madre, ella entornaba los ojos y disfrutaba de mi carne.

Una vez entré del todo mi madre se agarró los senos y empezó a cabalgarme, me estaba follando a mi madre, que no sólo era mi madre, que ya era más que lo que cualquier chico termina deseando, sino que era una mujer de lo más sensual y atractiva que nadie ha visto.

La agarré por la cintura y disfruté de la vista y la cabalgada, mi madre me quitó las manos de su cintura para llevarlas a sus tetas.

  • Acaríciamelas hijo, son tuyas.

Y mientras subía y bajaba sobre mi, sus propias manos se dirigieron a su sexo, que la proporcionaba más placer. Yo jugaba con sus pechos, entraba y salía involuntariamente de ella mientras que ella acariciaba su clítoris con pasión.

Poco después paró y me instruyó en cómo cambiar de posición, sin sacarla, mientras ella se tumbó boca arriba, con las piernas abiertas situándolas detrás de sus hombros, aún con las sandalias de tacón.

  • ¡Empálame con tu poya hijo!

No sé qué resorte tocó mi madre, pero se había vuelto una hembra en celo y me había convertido en su macho. La respondí comenzando un mete saca lento pero profundo, subiendo la intensidad hasta que con cada embestida mi pelvis golpeaba la suya, no dejaba ni un milímetro de poya sin meter.

A cada embestida ella gemía, jadeaba, pedía más y más. Yo parecía el mecanismo de una locomotora, no sabía que podía hacer eso mismo, un mete saca tan rápido y bien coordinado.

Yo estaba disfrutando como nunca, mi madre de repente empezó a contorsionarse de nuevo, se le pusieron los ojos en blanco, me agarró los brazos con tanta fuerza que me hizo algo de daño con sus uñas.

  • NO PARES HIJO, NO PARES!!!

Definitivamente estaba teniendo otro orgasmo. Yo ya no pude contenerme y dije que me iba a correr, a lo que ella me dijo.

  • Dentro, córrete dentro de mi, lléname con tu leche, no saques esa maravilla de poya que me está haciendo tan feliz.

Las últimas embestidas, descordinadas a causa de mi clímax, me vaciaron dentro de mi madre, quién aprovechó para masturbarse mientras yo seguía llenándola. Poco después de que yo hubiera terminado mi orgasmo tuve ella otro con su mano en su sexo. Sus palpitaciones estrangulaban mi pene, que seguía escondido en ella.

Al terminar caí rendido encima de mi madre, a la que no paré de besar. Ella me respondió con varios besos más.

  • ¿Te ha gustado hijo? Ya no eres virgen

  • Si gracias mamá, ha sido genial....ha sido mejor de lo que creía.

  • Pero no podemos decir nada de esto a nadie, ni lo de dónde trabajo, ni lo que ha pasado hoy, está claro?

  • Sí mamá, claro.....oye mamá?

-¿Dime cielo?

-Mientras no tenga novia, ¿podríamos...?

  • ¡Eres un listillo! Jajaja. Bueno, pero no vengas aquí, que sino Fernanda se puede hacer de oro a costa de tus hormonas...Ya vemos en casa cómo nos arreglaremos.