El vuelo
Relato escrito en un vuelo de vuelta a casa, junto a la mujer que me hubiera gustado que protagonizara la fantasia.
Ese día volvía cansado a casa, después de un largo día de trabajo. Me acababa de sentar en el avión y me disponía a relajarme un rato en el viaje de retorno. Suelo aprovechar esos momentos para escuchar música...cerrar los ojos y echar una cabezadita. Pero ese día algo inesperado pasó. Ella, mi compañera de viaje, la mujer que se sentó junto a mi en aquel vuelo cambió mis planes, y de qué manera.
Una mujer deliciosamente elegante. Alta, delgada pero con ligeras curvas. Ella estaba dibujando en su tablet, supongo que era estudiante de arte.
Cuando empecé a escuchar música, vi que ella también sacaba sus cascos bluetooth y se los colocaba, dispuesta, supongo, a disfrutar,igual que yo, de un rato de relax. Por sus gestos vi que tenía algún problema con sus cascos. Le pregunté. -¿Va todo bien?.
Ella contesto. - Pues, la verdad es que no. No me funcionan los cascos. Que fastidio
No sé por qué senti que tenía que ofrecérselo, así que le dije. -¿Quieres uno de los míos?. La miré, sonríendo. - Disculpa,ni siquiera te pregunté por tus gustos musicales, y creo que mi música sea demasiado retro para tí.
Ella debía estar sobre los 30, y mis cuarenta y muchos, parecían mucha distancia para coincidir en gustos musicales.
Ella dijo -No te creas, soy bastante clásica en mis gustos musicales. A ver, enséñame esa playlist. Me dijo.
Yo le enseñé mi lista preferida, con mis Red Hot Chili Peppers, Pear Jam, Radio Head. Ella me miró, y con una gran sonrisa soltó un- Cabrón, tienes buen gusto. Cogió uno de mis cascos que le ofrecí en la palma de mi mano, y se lo puso en la oreja.
La verdad me encantó que lo hiciera con total naturalidad, como si nos conociéramos de hace mucho. Como si fuéramos buenos amigos.
La playlist empezó a correr. Un tema tras otro. En algunos de los épicos, nos mirábamos con complicidad y algún que otro guiño se me escapó.
La verdad es que era tremendamente atractiva. Sin ser una belleza, tenía unos rasgos deliciosamente femeninos, y sobretodo una sonrisa increíble.
Seguimos escuchando música hasta que los molestos mensajes de la tripulación hicieron que sacáramos los cascos de las orejas, y los guardáramos.
Durante el descenso, ella me contó que venía a hacer un curso de tres meses, y que nunca antes había visitado la ciudad. Le pregunté que donde iba, y me ofrecí a llevarla en mi coche, que estaba en el parking del aeropuerto. Ella me dió las gracias y me dijo que sería estupendo.
Bajamos del avión y caminamos juntos por el aeropuerto. La verdad es que me resultó inevitable fijarme en su cuerpo. Su manera de andar, increíblemente elegante, llamaba la atención. La verdad es que sentía una atracción increíble, física y mental. Esa naturalidad era deliciosamente agradable.
Llegamos al coche. Metí su bolsa en el maletero, e impulsado por mi espíritu caballeroso, le abrí la puerta del coche. Ella me dedico una preciosa sonrisa. - Gracias caballero. Me dijo.
Al entrar en el coche. Ella me sorprendió. - Te parecerá increíble, pero por alguna extraña razón, me encanta hacerlo en un coche, en un parking público...donde cualquiera nos podría ver. Ella se acercó a mí y me plantó un beso increíble en la boca. Tenia unos labios suaves y calientes. Noté como la piel de mis brazos se erizaba inmediatamente.Le devolví el beso, y esta vez nuestras lenguas se probaron. La excitación fue casi instantánea. Yo no me creía lo que estaba pasando, pero a la vez estaba súper entregado al momento.
Alguien se acercó al coche de al lado, y noté como ella se excitaba con esa presencia. Puso su mano sobre mi pantalón, y seguro que notó como algo se movía nerviosamente bajo la tela. Ella dejó de besarme, y vi como seguía con la mirada a la persona que permanecía de pie junto al coche de al lado. Parecía buscar sus llaves en el bolsillo, pero tal vez solo estaba disimulando, esperando a ver qué pasaba dentro de nuestro coche.
Yo, animado por su excitación, también puse mi mano en su entrepierna, acariciando suavemente sobre la piel de sus vaqueros. Noté como su respiración se aceleraba. Volvió a mirar, para comprobar que el todavía estaba ahí, de pié, junto a nuestro coche.
Entonces ella desabrochó mi cinturón, el botón y bajó la cremallera. Noté como su mano de deslizaba directamente dentro de mi boxer. Noté como su piel rozaba mi piel, y como mi miembro se endurecía brutalmente entre sus dedos.
Yo no pude más que aceptar la apuesta. Desabroché su pantalón y deslice mi mano bajo lo que parecía un tanga muy calado. Mi mano sintió los labios de su sexo húmedos y calientes. Se deslizó por ellos, acariciando los suavemente. Su tacto era delicioso. Mi mano se había hecho adicta a esa sensación en apenas unos segundos.
Estaba convencido de que el de fuera estaba disfrutando con la escena, y nuestras excitaciones se retroalimentaban. Los jadeos ya eran descarados, y nuestras lenguas disfrutaban de la boca del otro sin ningún miramiento.
Noté como ella abría sus piernas, colocando una de sus rodillas sobre el espacio entre los asientos, ofreciéndome su sexo deliciosamente húmedo y caliente, al que mis dedos no dejaban de mimar. A la vez bajo mi boxer para sacar mi miembro, que permanecía como un palo entre sus dedos. Ella miraba de vez en cuando a nuestro voyeur, que tenía su mano en el bolsillo, pero no para buscar sus llaves. El bulto en su pantalón le delataba.
Seguimos acariciándonos, cada vez con más entusiasmo, a la vez que intercambiamos unos besos muy húmedos, cargados de deseo y pasión. Los jadeos habían aumentado enormemente. Ella me volvió a sorprender. - Vas a hacer que me corra cabrón- Y cogiendo mi mano la apartó momentáneamente de su sexo para llevársela a su boca, y chupar los dedos, dejándolos empapados. Devolvió mi mano a su sexo. Mi ritmo aumentó. Acariciando su clítoris con más insistencia. Notando como se endurecía con el movimiento de mis dedos.
Decidí seguir su iniciativa. También llevé su mano a mi boca, y jugué con la lengua entre sus dedos, dejándola completamente empapada. La llevé de nuevo sobre mi miembro. Ella repartió la saliva cuidadosamente sobre mi miembro, y empezó a masajearlo más intensamente.
A estas alturas se nos debía oir fuerte fuera del coche. Nuestros gemidos se entrelazaban con palabras sueltas.- Sigue, mm.-Asi mm- Me encanta.
Ella dijo-Me voy a correr-. Mi mano aceleró el ritmo. Mis dedos estaban inmersos en un mar de fluidos, y se deslizaban con gran velocidad, resbalando por su sexo. De repente noté como sus caderas empujaban contra mi mano, buscado el máximo contacto. Al momento escuché sus gemidos de placer, y noté como su pelvis se contraía una y otra vez. Mis dedos se empaparon de un fluido caliente. Mis sentidos estaban a tope. Olor, tacto, vista y oído, perfectamente coordinados. Me concentré por un momento en su mano, que sobre mi miembro, buscaba descaradamente ensuciar mi coche. Decidí no aguantarme más, y un potente chorro acabó sobre el volante y el salpicadero.
Después de un minuto de suaves caricias. Oímos un - Ha sido increíble- Venía de fuera del coche. Parece que nuestro voyeur nos agradecía el espectáculo.
Ella estalló en risas, y yo me contagie. -Ha sido increíble. Ella repitió, y reímos durante un buen rato.