El Voceador

Lo más difícil fue dar el primer paso - lo demas llego solo.

Como todas las mañanas me dirigía a mi oficina, la avenida estaba saturada de autos y autobuses, era el mismo cantar de siempre a esa hora. En tramos los autos iban casi a vuelta de rueda. Cuando vas con prisa te parece que las luces de los semáforos duran una eternidad. Al llegar al entronque más conflictivo, las filas eran enormes, pero como todos días, mi distracción en esa parte del camino, era el ver a un jovencito que vendía los periódicos del día, lo había visto crecer, ya que desde niño se dedicaba a dicha actividad.

Quizá lo que más me llamaba la atención de su persona, eran sus ojos, de un color azul cielo de lo más hermoso. Aunque con el transcurso del tiempo y el desarrollo de su cuerpo, eran otras cosas las que hacían volar mi imaginación. Era alto, unos pectorales apetecibles, un rostro de facciones muy finas, cabello castaño muy claro y de tez blanca. Pero tal vez lo que mas me atraía, era la forma redondita de sus nalgas y el bulto que se le formaba en la parte delantera de sus pantalones. A diferencia de los demás voceadores, el se veía muy limpio, con ropas humildes pero muy aseado, solo su corte de cabello no lo favorecía. Ensimismado en mis pensamientos, no me percate de que él estaba en la ventanilla del auto, baje el cristal y me ofreció el periódico, agarre unas monedas del cenicero y se las entregué, me dio las gracias con una linda sonrisa y siguió entre los autos. Por Dios, pensé... algún día ese trasero hermoso tiene que estar al alcance de mis manos y sobre todo de mi lengua.

Juro por Dios, que no recuerdo en que momento de mi vida adulta, empecé a tener pensamientos homosexuales, que ahora con la edad se acrecentaban y el deseo de estar con un hombre de forma íntima, atacaba mis sentidos. Al principio, era solo el deseo de penetrar un ano masculino y besar unos labios de macho, pero ahora se me antoja tener una faena completa en la cual yo también salga cornado, a lo mejor con una cosa no muy grande, porque ignoro si duele cuando te la meten. Y otra cosa que imagino es probar el sabor de un pene en mi boca y el sabor del semen. A veces, cuando me masturbo pienso en tragar mi propio líquido, para conocer su sabor, pero una vez que me corro y se me quita la calentura, desecho la idea porque me provoca asco.

De hecho, el tener estos sentimientos me orillaron a divorciarme de mi esposa, ya que me gusta ser honesto y los remordimientos no me dejaban en paz, aun cuando nunca le fui infiel con nadie, solo el tener deseos pecaminosos me perturbaba y opte por cortar por lo sano, a pesar de los muchos años que compartí con ella. Se que fui muy injusto, pero es peor estar mintiendo toda la vida. Ojalá que ella pueda rehacer su vida, todavía es joven y muy hermosa. Por supuesto que nunca le dije realmente mis razones y trate de no hacerlo más doloroso con verdades hirientes.

El día transcurrió normal, sin ningún contratiempo en la oficina. Al mediodía casi siempre acostumbraba comer en una fonda en el centro de la ciudad, pero esa tarde me apeteció ir a casa a comer. A esa hora, en el crucero conflictivo, esta el jovencito que me atraía, por las tardes se dedicaba a vender bolsas con frutas o verduras de la temporada, o cualquier otra cosa que pudiese vender. Se veía que el chico era muy trabajador. El sol candente hacía que su piel blanca mostrase un bronceado maravilloso. Otros hombres llamaban mi atención, pero ese chico me volvía loco, al grado que en las noches de soledad derramaba lágrimas de frustración, al saber que era un imposible para mi.

Después de muchas semanas de pensarlo, una tarde me decidí a dar el paso, el chico se acercaba a mi auto con bolsas de chile verde en ambas manos, cuando llegó bajé la ventanilla y le pregunté... ¿A cómo vendes el chile?, el me respondió sonriente... a veinte pesos patrón, No ese mijo, yo digo el chile que le cuelga entre las piernas, me echó una mirada enojo y solo me contestó.. Pinche viejo puto y me escupió a la cara, su saliva cayó en la solapa de mi saco y en la corbata. Subí de inmediato el cristal y arranqué el auto, ya que en ese momento la luz había cambiado a verde. Experimenté una mezcla de confusos sentimientos, por un lado un dolor profundo en mi corazón por su reacción, pero por otro, coraje conmigo mismo por no haber sabido la forma de tratar el asunto con más delicadeza.

Eso me saco por andar de puto, me dije a mi mismo, con las lágrimas a punto de salir seguí mi camino a casa. Esa tarde no regresé al trabajo y me dedique a beber para apagar mis sentimientos de culpa. No se a que hora me quedé dormido, pero a la mañana siguiente me sentía fatal, no se si por la resaca o la cruda moral.

Me metí a la ducha y permanecí un rato bajo el chorro del agua helada, para poderme componer un poco. No me apeteció desayunar y solo bebí una taza de café, me vestí y salí rumbo a la oficina, por un momento pensé en tomar otro rumbo, para no toparme al chico en el crucero, pero me dije, no seas cobarde y enfréntate a tus broncas. Así que tomé el mismo camino que acostumbraba cada mañana. A lo lejos lo vi venir y él al descubrirme se fue a otra hilera de autos y evitó mirarme directamente. Eso me tranquilizo por lo menos un poco. Al llegar a la oficina me encontré a Francisco, uno de mis compañeros y lo saludé de mano, el me dice.. Oye cabrón, traes un tufo a alcohol que llega a dos metros, invita güey.. y rió con grandes carcajadas

Pasaron varias semanas en las cuales el chico evitaba a toda costa toparse conmigo, hasta que una tarde, lo vi venir directamente a mi auto, me hizo señas para que bajase la ventanilla, lo obedecí y me dijo... necesito hablar con usted.. sabe que mi jefa se enfermó... y no se que hacer, porque... la luz verde se prendió y los autos de atrás empezaron a sonar el claxon insistentemente, le dije, ven en la noche, como a la nueve y espérame, y me cuentas todo, ok... si, me dijo, aquí estoy a las nueve.

Por la tarde hice tiempo en la oficina para llegar a las nueve en punto de la noche, bebí muchas tazas de café y pensé muchas cosas que pudiese querer el chico, con el tiempo necesario enfile hacia el lugar de la cita. Cuando me aproxime al cruce, lo vi a lo lejos sentado en la banqueta, la luz estaba en verde y me pasé a la siguiente cuadra, al pasar frente a él, soné el claxon y se levantó y me siguió hasta el lugar donde me había estacionado. Baje la ventanilla y el asomó la cabeza, se le veía nervioso y le pregunte... ¿Qué problema tienes?... el me dice... sabe que mi jefa enfermó y las medicinas que le dio el doctor del dispensario del barrio están muy caras y yo, pues con lo que gano, no me alcanza para eso.. y pensé en lo que me dijo un día... y solo con que me acomplete las medicinas me conformo, pero dígame primero que quiere, porque no estoy dispuesto hacer cosas que luego me hagan sentir mal. Mira muchacho, le respondí, yo tampoco he hecho esto nunca y solo quiero que me dejes mamarte el pene. Bueno, dijo. Sube al auto, le pedí, el lo rodeo y subió. Vamos a mi casa, le sugerí, pero no quiso y me indicó un camino que nos llevó a un callejón obscuro.

Me estacioné, sin decir nada... el se bajo el cierre del pantalón y se sacó el pene... le dije.. mejor bájate el pantalón... para poder mamarlo bien, el se desabrochó el cinturón y se lo bajó junto con los calzones, recliné su asiento, para poder accionar mejor... al mirarle el rostro, vi que dos lágrimas corrían por sus mejillas, las cuales resplandecían por la luz de la luna, esto me conmovió y estuve a punto de darle el dinero que necesitase y decirle que se fuera... Pero lo pensé mejor y, me dije a mi mismo, que se joda el cabrón, como tantas veces me he tenido que joder yo ante situaciones duras en la vida. Así que, me aflojé el nudo de la corbata y me incliné a su cosita.

No lo tenía erecto, le besé la punta y le corrí el prepucio, aunque mi experiencia en este tipo de situaciones era nula, muchas veces había visto videos pornográficos, donde aprendes a hacerlo. Introduje el glande en mi boca y poco a poco empezó a ponerse dura y a crecer, más allá de los límites que me había imaginado en mis sueños húmedos con él, ¡¡¡Dios!!!!, lo que había ansiado por tanto tiempo, se estaba haciendo realidad. La saque de mi boca y procedí a lamerle el tronco, a besar su pubis y sus testículos, hasta donde me permitía la incomoda posición que tenía, había pensado que el sabor de una mamada iba a ser no tan agradable, pero al contrario, su cuerpo olía a limpio y su sabor era riquísimo, hasta un poco dulzón. Le corrí el prepucio hacia arriba y con la boca se lo volví a bajar, era una sensación agradable, trate de meterme en la boca lo más que pude, el permaneció casi sin moverse, solo de vez en cuando gemía un poco. Después de un rato de tener aquel manjar en la boca, le pedí que se la jalará, para que se corriera en mi garganta, lo hizo y un fuerte chorro de semen llegó a mí. Creí que tendría el valor de tragar todo aquello, pero no pude y solo lo escupí en un pañuelo desechable. Con otro pañuelo le limpie su cosita, él de inmediato se subió los pantalones y dijo... vámonos.

Le traté de dar un beso en la mejilla, pero el se retiró y me dijo... solo era una mamada y ya la tuviste, cumplí mi palabra, ahora cumple la tuya. Me arreglé un poco la ropa y encendí el motor, metí reversa y salimos de aquel sitio. Le pregunté, ¿Quieres que te lleve a casa? Y dijo, no, solo déjame en la avenida que esta a dos cuadras, por allí pasa el autobús que me lleva a mi colonia. Paré en la esquina que me indicó, y le pregunté, ¿Cuánto dinero necesitas?.. respondió que seiscientos pesos, me aclaró que solo había accedido a hacer eso, por la desesperación de ver a su madre enferma y por la falta de dinero, el cual trató de conseguirlo de varias formas y no había logrado juntarlo. Le dije, no te preocupes, yo lo entiendo. Saqué mi billetera y le entregué la cantidad solicitada. Además una tarjeta personal, le dije que mis datos estaban en la misma y que cualquier cosa que necesitara, no dudara en llamarme por teléfono. Preguntas por Paco, si hablas a la oficina, si llamas a mi casa yo mismo te contesto. Por cierto, me puedes decir como te llamas, el abrió la puerta del auto, se bajó y de afuera me dijo, me llamo Miguel.. Bueno Miguel, te deseo suerte y que tu madre sane lo mas pronto posible. Gracias, contesto al tiempo que se retiraba.

En los días posteriores la situación no cambió, siguió evitándome. El haber chupado su pene, lejos de calmar mi calentura, la había incrementado y seguía soñando con el día en que pudiese tocar su hermoso trasero y recorrerlo con mi lengua en todos los sentidos. Y ahora sus labios se me antojaban tremendamente. Soñaba en poder cerrar sus párpados, que guardaban sus hermosos ojos, con un beso tierno.

Exactamente a la semana de haber sucedido este acontecimiento, me encontraba en casa mirando el televisor, sonó el teléfono y al contestar me sorprendí, era el chico... Miguel, le dije, que gusto que me llames, ¿Cómo has estado?... bien, contestó, solo que mi jefa se terminó los medicamentos, y... me preguntaba, si podemos hacer lo mismo del otro día... para poder comprarlas, me da vergüenza hablarte para esto, pero ya sabes que no tengo otra forma de conseguir dinero, no te preocupes, le dije... ya sabes que estoy dispuesto a ayudarte.. ¿Y cuando quieres que lo hagamos?... si puedes hoy, me contestó. te espero en el mismo crucero. Me parece bien, pero espérame un rato mientras llego hasta allá, ok... si, allí te espero. En cuanto colgué el auricular, me dirigí al guardarropa y busque ropa deportiva, holgada, me vestí y solo lleve mi billetera y las llaves del auto. Estaba emocionadísimo y muy ilusionado por poder meterme en la boca otra vez su pene.

Como a esa hora no había tanto tráfico, llegué mas o menos rápido, le vi a lo lejos y mi corazón empezó a latir con fuerza, paré el auto y él subió, le pregunté... ¿Quieres que vayamos a mi casa?, y el dijo que mejor fuésemos al lugar de la primera vez, arranqué y en unos pocos minutos estábamos estacionados en aquel callejón oscuro, sin decirle nada el bajo sus pantalones hasta los tobillos, yo me abalance desesperado a su pene, no podía creerlo, allí lo tenia completamente a mi disposición de nuevo, sin mas preámbulos lo metí en mi boca y lo empecé a disfrutar, ahora me parecía mas grande su glande y lo saboree por un buen rato, hasta que volvió a depositar su semen en mi lengua, tampoco esta vez tuve el valor de tragarme su lechita. Salimos del callejón y lo dejé en la parada del autobús, le entregué dos billetes de quinientos, el los vio y me dijo, solo necesito seiscientos, pero yo le insistí en que tomara los billetes, con lo que te quede, le dije, ve a una buena peluquería y que te hagan un corte de pelo adecuado, ¿Quién te lo corta?... pregunté y él respondió... mi jefa... bueno Miguel nos vemos y no dudes en llamarme si necesitas cualquier cosa... adiós.

Enfilé el auto rumbo a casa, aun tenia en la boca el sabor de su semen, me relamí los labios y suspiré. Deseaba de todo corazón que en un corto tiempo, el chico volviese a llamarme y pudiese completar mis sueños con su cuerpo joven y esbelto. Llegue a casa y me meti en la ducha, me hice una puñeta como pocas veces, creo que nunca habia tenido una venida tan copiosa y caliente.

Durante toda la semana solo pensé en Miguel, inclusive en mis sueños aparecía de la forma que mas me gustaba, completamente desnudito. Como todo plazo se cumple, el siguiente sábado por la noche, el teléfono sonó y era precisamente mi querido Miguel, nos pusimos de acuerdo y me dirigí a toda prisa al crucero donde lo había conocido. Al llegar, con sorpresa vi que se había cortado el cabello de una forma que le favorecía maravillosamente a su carita tan bonita. Me estacioné y él subió de inmediato. A donde vamos, le pregunté.. a donde mismo, me respondió.. no Miguel, por favor vamos a mi casa... no puedo Paco... pero porque no, comprende que yo necesito algo mas, de lo que me has dado hasta ahora, si no quieres ir a mi casa, pues vamos a un motel de los de la carretera. No Paco, a un motel no me gustaría ir. Bueno, entonces vamos a mi casa, ahí nadie podrá molestarnos. Después de un rato pude convencerlo y llevarlo a casa, durante casi todo el trayecto mi pene se mantuvo erecto, le puse a Miguel la mano en el muslo y le sobé un poco, subí mis dedos hasta su bulto y me percate de que él también lo tenía duro.

Al entrar en la casa, lo llevé directamente a la recamara, él se mostraba muy nervioso y cohibido, le ofrecí un trago, para que entrase en calor, pero no lo quiso. Me le acerque y empecé a desabotonarle la camisa, el chico empezó a temblar y traté de calmarlo. Le saque la camisa y su pecho era hermoso, lampiño, sus pezones eran rositas, solo en las axilas tenia unos pelitos, sus hombros eran anchos y su cuello como de toro, por lo fuerte.

Mis manos bajaron hasta su cintura, lentamente le desabroche el cinturón y los botones de su pantalón, se los baje hasta las rodillas, sus calzoncitos mostraban ya un bulto bastante atractivo, besé su paquete amorosamente, con mis manos alcance sus glúteos, eran redonditos y duritos, metí la mano por dentro de la tela de los calzones y pude comprobar que eran tersos, como tantas veces lo había soñado, ahora tenia a mi disposición toda esa juventud y hermosura.

Me agaché para desatar las agujetas de sus zapatos, para poder sacar los pantalones y tener el espectáculo completo. Le quité el pantalón y solo quedo en trusa, la cual procedí a bajar para que quedase su pene justo al alcance de mi boca. Lo tome de la mano y lo jale al borde de mi cama, me senté en la orilla y empecé a mamar su pene con desesperación, por primera vez tenía libertad total para poder chupar su cosita y a la vez poder acariciar sus pechos, sus glúteos, sus piernas. Asimismo por primera vez, Miguel parecía responder a mis caricias, y hacía movimientos con sus caderas para facilitarme la mamada, las dos veces anteriores se había quedado inmóvil. Después de un rato, levante la vista y miré a sus ojos, le dije... Miguel... quiero que me la metas en el culo... si... por favor, esta bien, me contestó.

A la carrera me desvestí, busque en el buró los condones y el lubricante.. le coloque el condón, me puse bastante gel en el hoyo y me puse en cuatro patas en la mitad de la cama, el se colocó detrás de mi, con mi mano se lo agarré y me lo puse en la entrada, empezó a empujar, al principio me dolió como nunca lo pude imaginar, pero como buen machito me aguante, sin embargo las lagrimas acudieron a mis ojos. Después de que hubo entrado totalmente, el dolor cedió un poco, y comencé a disfrutar ese pene joven entrando y saliendo de mi culo, sus manos apretaban mis caderas para tomar impulso y arremeter con fuerza en mis entrañas de forma cadenciosa, proporcionándome una gratificante sensación que no había conocido antes. Me percataba de que entraba toda porque sentía el golpeteo de su cuerpo en mis nalgas, yo estaba en éxtasis y disfrutaba cada arremetida que cada vez eran más salvajes, de repente aceleraba el ritmo, luego la sacaba y me la metía lentamente haciéndome ver estrellas. Durante un buen rato continuo con aquel bombeo, creo que nunca en mi vida sexual hetero mis actos amatorios habían sido de tan larga duración como el chico me estaba demostrando. Con una embestida brutal, el chico resoplaba y arremetía con firmeza, con una última estocada hasta el fondo se corrió dentro de mi, me hubiese gustado tener la sensación de su semen caliente derramarse en mi, pero la precaución puede más que la calentura y el condón es indispensable en esta época de tantas enfermedades.

Me la sacó y se bajó de la cama, Miguel... no te vayas... quédate un momento conmigo, solo un momento, pero él se dirigió al baño y me dijo.. voy a limpiarme porque te saque la mierda... a mi me dio tremenda pena el que hubiese sucedido eso, era bochornoso.

Le seguí al baño, el chico ya estaba en la ducha, con papel sanitario limpié mi culo porque lo sentía raro. Luego fui al armario y saque toallas limpias para el chico. Me regresé a la cama y lo espere un rato a que terminase de ducharse. El chico salió con una toalla anudada en la cintura y trató de alcanzar sus ropas, pero le pedí que se recostara tan siquiera unos minutos conmigo en la cama, el aceptó y se acostó a mi lado. Miguel... me dejarías que bese tu trasero?, es algo que he soñado desde hace mucho tiempo... por favor... se colocó boca abajo y dejó sus nalguitas a disposición de mi lengua, empecé a besarlas con ternura, pero luego mi lengua se dedico a recorrerlas en todos los sentidos, el permanecía con las piernas cerradas, lo que impedía acceder a su culito, la lengua se metía en su rayita, pero solo hasta allí. Miguel... déjame lamer tu culo, te juro que no pediré otra cosa. No Paco, me contestó, no soy puto como tu para que me gusten esas cosas... si te dejo hacer eso, al rato vas a querer cogerme... mejor ahí lo dejamos. Trató de levantarse, pero lo detuve.. por lo menos déjame verlo... No paco... es mejor que me vaya... se levantó de la cama y buscó sus ropas para vestirse, lo seguí y antes de que se pusiera los calzones frote mi cara en su zona púbica, le apliqué un beso en su pene y lo dejé que se terminara de vestir. Me vestí yo también y me dispuse a llevarlo a su casa. No quiso que lo llevara hasta su casa y solo lo acerque a un taxi, antes de que se bajase del auto metí en la bolsa de su camisa unos billetes, el me dijo gracias y se fue.

Al verlo alejarse, suspiré profundamente y pensé... bueno Paco... ya te quitaron lo quintito... y ahora que?... bueno, ya estoy en esto, solo dejaré que la vida siga su curso y me abandonaré a las corrientes, que me lleven a donde dios lo disponga.

El lunes siguiente, lo busque en el crucero que acostumbraba vender sus periódicos, pero no logré verlo, lo mismo sucedió en días posteriores, llegó el sábado y esperé en mi casa ansiosamente a que llamara por teléfono, pero no llamó. Me sentí triste e intranquilo por el pobre chico, me molestaba no saber de él y me culpaba por si lo sucedido entre nosotros le hubiese obligado a tomar la decisión de dejar su trabajo. Me decía a mi mismo que había sido un pendejo, por no haber seguido al taxi que lo llevó a su casa, así por lo menos sabría donde localizarlo. En los días siguientes, salía mas temprano de casa y buscaba en otros cruceros, para ver si solamente había cambiado de lugar, pero no logre localizarlo. Pregunté a los demás voceadores del crucero, si lo habían visto, pero ninguno supo nada, nadie sabía nada de él, era como si se lo hubiese tragado la tierra.

Pasaron tres semanas y yo seguía con la tristeza adherida a mi alma, me imagino que lo que sentía se reflejaba en mi rostro, porque el viernes al salir de la oficina me topé con Francisco, me pregunta, ¿qué te pasa tocayo? Te he visto muy apachurrado los últimos días, ¿tienes alguna bronca?.. no tocayo... le respondí, no me pasa nada. Mira tocayo cabrón, te conozco desde hace muchos años y pocas veces te he visto así, dime si en algo te puedo ayudar y haré lo que sea por ti. Mira... te invito una copa y platicamos, vamos guey... acuérdate que dos cabezas piensan mas que una, entre los dos podemos encontrar una solución a cualquier cosa que traigas atorada. Por un momento pensé, que jodidos... ya es hora de que saque de mi corazón, todo lo que traigo que me atormenta, y que mejor que sea con mi tocayo que había sido la persona que mas estimaba en la oficina y que habíamos compartido tantas broncas laborales juntos, bueno le contesté, esta bien... vamos.

Nos dirigimos a un bar que estaba a pocas cuadras de la oficina, pedimos dos tragos. Levantó su vaso y dice, salud tocayo... salud... dije yo y casi me termino el vaso del primer trago. El bar estaba muy concurrido y el ruido de la música era muy alto, no se prestaba el ambiente para hacer confesiones tan íntimas, por lo que le propuse ir a otro sitio, el aceptó y salimos. ¿y a donde vamos? Me dijo... si quieres vamos a mi casa, le contesté. Bueno, pues vamos a tu casa. Nos encaminamos al estacionamiento y sacamos los autos, acordamos encontrarnos allá. Si tardo un poco me esperas, voy a pasar a la licorería a comprar una botella y refrescos, ¿se te antoja algo en especial? Pregunté... no, lo que tu elijas esta bien.

Llegué a una licorería que tenía autoservicio y compré una botella de tequila, una de vodka, refrescos, hielo, cigarros y botanas, me enfile rumbo a la casa, ya estaba el tocayo allí.

Entramos y nos encaminamos a la cocina, disculpa por lo desordenado que esta todo, pero como he andado los últimos días, pocas ganas he tenido de hacer limpieza, no he conseguido una señora que me ayude, desde que se fue Ramona, aquella indita que me recomendó tu esposa, sentí mucho que se fuera porque era muy trabajadora y limpia. Pero en fin... saque unos vasos y serví los primeros tragos. Ahora si cabrón, dime que traes, que te hace sentir triste... Mira tocayo, le contesté. Me da una pena tremenda contarte esto, pero ya me tiene hasta la chingada y necesito hablarlo con alguien de confianza, como tu.

Sabes tocayo, me acosté con un hombre, es decir, tuve sexo con él. ¡¡¡¡Sopas cabrón!!!! Exclamó.. A poco ¿ya te volviste puto tocayo?, si siempre te he conocido de machín. Si has tenido mas viejas que yo. ¿Y con quien fue?, ¿a poco con alguien de la oficina?, porque dicen que el chaparrito que le ayuda a Salinas le encanta el chile. Dime guey ¿A quien te cogiste?.. a un chavalito, respondí, se le descompuso la cara y me dice enojado, - méndigo, no me digas que hasta pederasta te volviste, - No tocayo, el chaval tiene casi los veinte años, y no me lo cogí, el fue el que me la metió, ¡¡¡Sopas guey!!!, no acabas de asombrarme, ¿Y cuando sucedió eso?, hace como tres semanas, pero ya antes lo había visto en dos ocasiones y le había mamado el pene. Tocayo, no termino de sorprenderme, no te imagino chupándole la verga a un cabrón, no me lo imagino. Se sentó en una silla y se rascó la cabeza, - dame un tequila doble por favor, necesito ordenar mis pensamientos... estoy estupefacto... no se que decirte, le serví el tequila y lo bebió de un solo trago. Y dime una cosa Paco, pero se honesto, ¿En verdad te gustó tener una verga en el culo? ¿Te dolió cuando te penetró?, ¿Usaste condón? ¿Cuántas veces te lo hizo?... - tocayo, son muchas preguntas, déjame te las contesto una por una, antes de que aumente la lista, mira, de que si me gustó, no solo eso sino que me encantó, es una sensación tan... como te diría... deliciosa, creo que es la palabra, que lo haría de nuevo. Que si me dolió... me dolió un chingo, pero solo al principio, el chico la tiene muy grande y muy cabezona, nunca imagine que me pudiera entrar todita en el ano. Si le puse condón y solo me lo hizo una vez.

Y te digo una cosa tocayo, las mujeres me siguen gustando, pero el haber tenido sexo con un hombre me resultó una experiencia diferente a todo lo que había probado en mi vida. ¿Quieres otro tequila? - Si, sírveme otro, y contesta otra inquietud que tengo, ¿porque si la experiencia fue de tu agrado, te sientes tan triste?, - es que... no he localizado al chico, se llama Miguel, lo he buscado todos estos días, no se donde vive. Creo que me enamore del muchachito y quisiera encontrarlo para que me lo haga otra vez. - Pinche tocayo, me dice, se me hace que andas confundido de sentimientos, ¿Cómo es posible, que te hayas enamorado con una vez que te culeó?, - no tocayo, el chico me gustaba desde hace mucho tiempo. - Te juro Paco, que no dejas de asombrarme, ¿pues desde cuando sientes esto?,... - no lo se tocayo... o a lo mejor lo sentía desde antes, pero mi mente se bloqueaba y no quería aceptarlo, ha sido tremendamente difícil asimilarlo. A lo mejor por todos los complejos y frustraciones que venimos arrastrando históricamente, y mas entre los latinos, será por las enseñanzas religiosas que nos inculcan desde pequeños, donde todo lo sexual es pecado y merece castigo infernal. Nos llenan la cabeza y el corazón de miedos, que luego es casi imposible deshacerte de ellos.

Pienso que podemos hacer con nuestro cuerpo lo que nos de la chingada gana, que mientras no le hagas daño a nadie, y que la persona que esté contigo sexualmente este de acuerdo, no habría problema alguno con tener sexo con un hombre o una mujer, hay que probar de todo, la vida es tan corta, y sobre todo la vida sexual activa en los hombres, claro que hay excepciones, pero en general los machos rendimos menos, se nos cansa el caballo mas pronto que a las mujeres. Sin ir mas lejos, ¿cuántos cabrones puede recibir una mujer en una noche? Y ¿cuántas viejas se puede coger un hombre de nuestra edad en el mismo tiempo? Piensas en la respuesta y te da risa, no, si te digo que estamos en desventaja respecto del sexo débil. Asimismo, me parece que ellas tienen mas facilidades de manejar su sexualidad, ellas se pueden contar las intimidades que tienen con sus maridos, pedirse consejos entre si, si uno como hombre platica algo de eso entre los amigos, resulta que somos unos bastardos poco caballerosos, y que un caballero no puede sacar a relucir lo que hizo en la recamara con su mujer, sin que sea tachado de descortés y hasta de enfermo de la cabeza. Ellas pueden besarse en público, sin que sea mal visto. Ellas pueden comparar sus cuerpos, sin que se piense mal respecto de su sexualidad. Si tu como hombre, le pides a un amigo, a tu compadre o a tu tocayo, que te enseñe la verga o los huevos para hacer una sana comparación con tus partes, inmediatamente te mandan mucho a la chingada, y te tachan de puto, y corren a divulgar el hecho a tus conocidos, para que tengan cuidado contigo.

Ya te debo haber mareado con tanta palabrería tocayo, ¿quieres otro trago?, le pregunté... - Si Paco, sírveme otro bien cargado, me tienes perplejo con todas esas ideas, nunca lo había visto de esa manera. - Le serví el trago y seguí con mi perorata.

¿Y sabes que tocayo?, casi me podría aventurar a asegurar, que todos, absolutamente todos los hombres, hemos tenido, en algún momento de nuestra vida de adultos, un pensamiento homosexual, solo que nos aterra confesarlo, creo que ni a dios nos atreveríamos a contárselo. Ahora, que pasó lo del chico, me he dedicado a leer al respecto, y tratar de entenderme mejor. Encontré una encuesta de una institución de los Estados Unidos, que es reconocida a nivel mundial, que señala que uno de cada tres hombres casados en aquel país, ha tenido relaciones homosexuales en algún momento de su vida, y la proporción entre los hombres solteros es una de cada dos, ¿te imaginas?, si la encuesta se hubiese hecho entre los clérigos de la iglesia, la proporción sería de uno a uno, esto último provocó una estruendosa carcajada a mi tocayo, y ambos reímos de buena gana.

Tomé los dos vasos y serví el resto de la botella de tequila, sin pensar, ya le habíamos dado mate. Es todo lo que quedaba tocayo, le dije... pero traje otra botella de vodka. - No Paco, el vodka no me gusta, es como si estuviese bebiendo la loción para después de afeitar, ¿no tienes otra cosa?, - Pues tengo algunas latas de cerveza, y brandy o ron... lo que gustes. - Bueno, la siguiente mejor que sea cerveza, ok.

Y como ya estaba encarrilado, continué con mi disertación. Creo tocayo, que todos los humanos tenemos esa curiosidad natural respecto de lo sexual, aunque nos negamos a aceptarlo, a cualquier persona, hasta la mas santa, mojigata y religiosa, le gustaría ver como hacen el amor dos individuos, pero en vivo y a todo color, estar allí presentes y percibir los sonidos, los olores, los humores, los gestos. Tocar la piel sudorosa de los amantes, probar los sabores de los líquidos que emanan de los genitales excitados, llámense vulvas o penes. Y mas el presenciar un acto amatorio prohibido, como lo es el coito entre dos machos, a cualquier hombre, le gustaría ver como la verga de un macho penetra el ano de otro macho. Y el que diga que no le gustaría ver eso, estaría mintiendo, te digo que son cosas que ni a dios nos atrevemos a confiarle.

Bebí hasta el fondo lo que quedaba en mi vaso y saqué del refrigerador dos latas de cerveza, destapé una y la otra se la di al tocayo. ¿Y tu que piensas de todo esto? Le pregunté. - Mira paco, esta cabrón lo que me has dicho, siento que tienes mucha razón en muchas cosas y como lo dijiste, para un hombre es difícil hablar al respecto de la homosexualidad o bisexualidad, sin que acudan a su mente las trabas morales que nos han sido impuestas a través de los siglos, pero como tu me has hablado a calzón quitado, trataré de hacer lo mismo para corresponder, y voy a ser lo mas honesto que pueda, total que ya estoy medio pedo y por lo tanto moralmente relajado. Pero primero voy a ir a tirar el agua, se levantó de la silla y se dirigió al baño, en verdad ya estaba ebrio, porque se ladeó en varias ocasiones al caminar. Cuando regresó me dice, no me lo vas a creer Paco, pero tengo mojado el calzón con líquido preseminal, creo que me calentó lo que me platicaste.

Y ambos nos reímos a carcajadas. Luego se puso serio y me miró, te voy a platicar las veces que recuerdo haber estado en situaciones como las que has comentado. Hace como tres años, cuando me mandaron a revisar la sucursal noroeste, ¿te acuerdas?, - si recuerdo, le respondí... - él continuó, el primer día que llegué, trabajamos muy duro para terminar en el menor tiempo posible, así que esa noche me retire bastante tarde a dormir, el pinche hotel al que me mandaron estaba de lo mas jodido, apenas si entré al cuarto, me lave los dientes, me quite la ropa y me eché en la cama. Ya estaba conciliando el sueño, cuando oigo unos gemidos del cuarto contiguo, había una puerta que comunicaba a las dos habitaciones, al voltear a ver la puerta, me percato de que en la parte media de esta, se notaba una lucesita. Intrigado me levanté y fui a la puerta. La luz era un agujero que me permitía mirar para el otro cuarto. No aguante la curiosidad y me asomé, lo primero que alcanzo a ver son unas nalgas de un hombre que se estaba cogiendo a una vieja, por los costados del cuate sobresalían las piernas de la mujer, ella gemía: Así, así, papacito, dame mas.. de inmediato se me paró la verga, y mas curiosidad me dio, seguí mirando. Podía ver perfectamente las nalgas de cuate y como tenía las piernas abiertas, podía verle los huevos peludos que se arrugaban con el impacto en la vagina de la mujer, pero lo que mas llamó mi atención era la zona oscura de su ano y el movimiento de sus trasero en cada embate producido, se abrían y cerraban sus nalgas acompasadamente.

Instintivamente mi mano se agarró de la verga y me empecé a masturbar, fantaseando que yo me estaba detrás del cuate y mi verga era tragada por su culo peludo y absorbida por ese movimiento. Luego de un rato de jalármela me corrí, eché un último vistazo y me fui a dormir. Recuerdo que cuando volví a casa después de ese viaje, estaba de lo mas caliente y quise coger con mi vieja, pero me dijo que andaba en sus días y que no podía. Por la noche le pedí que me diera una mamada y ella accedió, tomó la verga en sus manos y empezó a lamerme desde la base de los huevos y luego el tronco, hasta que llegó a la cabeza del pito, mientras la mamaba una de sus manos acariciaba los huevos, la mano se fue corriendo hacia atrás y me toco el ano, me dio unas leves sobadas en el hoyo, como mi calentura era extrema, le pedí que me metiera un dedo, ella sacó la verga de su boca, ensalivo el dedo y me lo dejo ir, no sabes que sensación tan chingona, sentir el dedo en mi culo y la chupada en la verga. Nomás de acordarme se me enchina el cuero.

Dame otra cerveza tocayo, me pidió... saqué otro par de latas y me puse a esperar que el tocayo siguiese su charla. Otra cosa que corrobora lo que decías antes tocayo, me pasó después de escuchar los rumores de que el ayudante de Salinas se la comía todita, nunca antes me había fijado en el chaparrito, para mi era como todos los otros chavos de la oficina, pero a raíz de que supe aquello, me fijaba mas en su persona, le miraba el trasero e imaginaba como era cuando se lo enchufaban, otra cosa que veía eran sus labios gruesos y me preguntaba como sería una mamada de su boca, la ha de chupar bien rico el guey, ¿no cree tocayo?, - pues yo creo que si, le conteste... ha de dar unas mamadas de antología. Me paré y saque otras dos cervezas, le entregue una y le digo... Tocayo... ahora soy yo el que va a mear, me encaminé al baño y oi al tocayo que venía detrás de mi, me la saqué y me coloque en el sanitario para orinar, el tocayo llega por atrás y me dice... - Paco vamos a mear juntos. Me hice a un lado para que el pudiera orinar, casi al mismo tiempo soltamos el chorro. El terminó primero pero no se la guardo en el pantalón, sino que siguió parado junto conmigo.

Cuando acabé, me la sacudí y ya me la iba a meter al pantalón, cuando el me dice... Paco... conmigo no hay pedo... si quieres comparar tu pito con el mío... hazlo guey y si quieres comparar el tamaño de los huevos, pos me bajo los calzones... total ya estamos en esto. Le mire fijamente a los ojos y le contesté... - mire tocayo... ahora esta ebrio... y a lo mejor cuando este en su sano juicio, se va a arrepentir si comete alguna pendejada y mas conmigo, que me tiene en la oficina todos días de la semana. - No Paco... te aseguro que estoy pedo, pero soy conciente de lo que te estoy diciendo. - Bueno, le dije, pero antes de comparar, nos tomamos la cerveza, porque si no se calienta y sabe a rayos cuando eso sucede. Me guarde el pene y me fui a la cocina, agarré la lata y le di un buen trago, el llegó después, aun traía el pene saliendo de la bragueta y lo tenía semierecto , le di su cerveza y se la puso en el pene, según el que para refrescarlo, - le dije... como será guey tocayo... se le va a resfriar el asunto... y nos atacamos de la risa.

Ya guarde esa cosa en el pantalón tocayo... no ande de exhibicionista, le dije. - Pero se me acerca y me contesta... - a poco de veras no quieres comparar los pitos Paco?, Bueno, pensé si mi tocayo quiere acción, y a mi no me disgusta la idea, pues entonces que chingados, ya dios me puso por el sendero, así que a la jodida todos los prejucios. Saqué del refrigerador las dos últimas latas de cerveza y le dije... vamos pues tocayo... allá en la recamara nos comparamos los pitos y los huevos y todo lo que usted quiera comparar. Lo tomé del brazo, porque la borrachera ya le dificultaba caminar. Lo senté en la orilla de la cama, mientras yo me desvestía, una vez desnudo, lo ayude a que se quitara la ropa. ¿Cómo quiere que nos comparemos tocayo?, parados? O en la cama?, - parados... me contestó, le ayude a ponerse en pie y nos colocamos frente a frente, para este momento el ya la tenia en completa erección, así que fue fácil, juntarlas y ver medidas, los dos somos morenos, así que el color era casi el mismo, él estaba circuncidado y yo no, la mía era un poco mas larga y cabezona, pero la de él era extremadamente gruesa, creo que el tronco era mas grueso que su glande, sus huevos eran mas grandes que los míos, a él le colgaba mas el escroto que a mi. Los suyos estaban cubiertos por pelos. Su vello bajaba desde el ombligo en una línea recta hasta su pubis y allí se convertía en una selva negra de pelos rizados.

Yo también soy peludo, pero en ese aspecto el me llevaba la delantera. Yo soy muy delgado y de vientre plano, su vientre mostraba una ligera pancita y llanitas incipientes en sus costados. Le solté el pito y con una mano le agarré las nalgas, eran muy peludas, pero un tanto planas, las mías tenían mas volumen. Sus pezones eran mas grandes que los míos y sus pectorales un poco mas abultados. Una vez que consideré que la comparación estaba completa, le dije... ya tocayo... ya terminé de examinar... - ¿y cual de los dos esta mas bueno Paco?, - los dos tocayo, los dos estamos bien buenotes... y nos soltamos riendo. Nos sentamos en la orilla de la cama y bebimos nuestras cervezas. Hasta ese momento, él no me había tocado, así que tome su mano y la puse en mi pene. El no se rehusó y me la empezó a menear. Era la primera mano masculina que me agarraba la verga, Miguelito, ni siquiera la rozó. ¿Quiere que se la chupe tocayo? Le pregunté y el aceptó... lo empuje para recostarlo en la cama y me coloque entre sus piernas, se la empecé a lamer, empezando desde sus huevos, su grueso tronco y su glande, le dedique unas buenas chupadas en su frenillo, para finalmente y con dificultad meterme su cosota en la boca, tuve que abrir al máximo mis labios para lograrlo. Él solo gemía de placer y me agarraba la cabeza para sentir el movimiento con sus manos. Paco... por favor... meteme el dedo en el culo, como lo hizo mi mujer aquella vez, tomé del buró el tubo de lubricante y le pedí que se acomodara de forma de tener acceso a su hoyo, el se arrastró sobre su espalda hacía atrás.

De tal forma que pudo levantar una de sus piernas y dejar su culo a mi alcance, le unté gel en su ojete y le introduje el dedo cordial, al tiempo que empezaba a chupar el pene de nuevo. Esto lo volvió loco de gusto y gimió con mas ganas, con su mano empujaba mi cabeza, para que su verga entrara lo mas posible en mi boca, pero ésta tenía un limite y mas no podía. Ya me dolía la boca por el esfuerzo hecho. Mi pene estaba durísimo, y aventurándome a un rechazo, me coloqué un condón, le lubrique aun mas el culo, le levante las dos piernas y le apunte la verga a su hoyo, el no protestó. Empecé a empujar, su esfínter cedió y se la deslice poco a poco, hasta que se le fue toda. Ya me lo chingaste tocayo cabrón... me dijo... dale duro guey... para sentir el rigor, antes de que se me baje la peda.

Lo tenía apretadito y mi verga era acariciada por las paredes de sus ano. Le bombee por un rato, hasta que no aguante mas y me corrí. Se la dejé un rato en el hoyo, hasta que empezó a ponerse flácida, se la saqué con cuidado de que no se fuese a caer el condón. - Pinche Paco... ya me quitaste lo señorito... ya me volví puto como tu... pero no hay pedo... me gusto un chingo... ¿y ahora que?, ¿te vas a dejar que yo te la meta? - Claro tocayo, no me perdería tu verga por nada del mundo, tire el condón y busque otro, con dificultades se lo coloqué en su pene, ya que él requería uno especial para vergones. Me puse bastante gel en el hoyo y en cuclillas me senté sobre aquel monstruo, hijo de puta, el dolor era inmenso, pero no podía rajarme, hice presión con el peso de mi cuerpo y mi culo se fue dilatando y aceptando aquella tremenda estaca. No lo hubiera creído, pero finalmente entró a tope, sentí en las nalgas los pelos de sus huevos. - Es la primera vez que mi verga se mete en un culo tocayo... y su culo esta tan rico... nunca me la habían apretado tanto. Me desensarte, le quite el condón y se la empecé a mamar, le ayude con la mano para que terminara mas rápido, se vino en mi boca, su corrida fue copiosa, su semen tenía un sabor diferente al de Miguelito, era mas amargo y su olor mas fuerte, escupí la lechita en su pubis y con la mano se lo esparcí por todo el abdomen.

Fui al baño a limpiarme el culo, el papel sanitario quedo manchado de sangre, mi tocayo me lo había roto. Me metí en la ducha y en unos momentos mi tocayo se me unió. Le hice espacio en el chorro del agua y lo empecé a enjabonar, primero el cuello, la espalda, sus nalguitas peludas y su culo no menos peludo. Él se dio media vuelta y le enjaboné el pene y sus huevos. Solté el jabón y con las manos acaricie su cara, acerque mis labios a los de él y no puso objeción a que lo besara, respondió mordisqueando mi boca y moviendo su lengua dentro de mi. Era mi primer beso aplicado a un macho y me sentí en el cielo.

Después de bañarnos, nos vestimos y nos sentamos en la cocina. Tocayo, le dije... espero que no te vayas a arrepentir de lo que hicimos esta noche. - No Paco, no me arrepiento de nada, en verdad la experiencia me ha resultado muy emocionante y me llenó plenamente. Ojalá y en alguna posterior ocasión, podamos repetirla.

Lo que sucedió en los días siguientes con mi tocayo del alma, tal vez la próxima vez que me siente a escribir, se los relate.

Si tu has tenido una vivencia de este tipo, cuéntamela , mi correo electrónico es silentesad@hotmail.com