EL VISITADOR MEDICO (Toda la historia)

En encuentro casual en un centro médico, con un representante de laboratorio farmacéutico, y una breve, pero intensa historia vivida con él.

EL VISITADOR MÉDICO

La sala de consultas del Centro de Salud estaba llena de pacientes; Yo estaba pendiente de mi turno, porque pensaba que sería llamado en cualquier momento. En esto, un joven muy guapo se sentó a mi lado. Supuse que se trataba de un visitador médico, porque llevaba uno de esos maletines que llevan esos comerciales llenos de muestras farmacéuticas.

Había un gran revuelo en la sala y la gente no paraba de alzar la voz. Y esto me sirvió de excusa para comenzar un dialogo con mi guapo compañero de asiento. Yo me había percatado de que este muchacho me había mirado varias veces disimuladamente y, sin saber porqué, comencé a fantasear pensando en él.

Realmente este muchacho era hermosísimo y me recordaba mucho a un guapo y conocido presentador de un programa de cotilleos que emite una cadena privada. Se parecía muchísimo, al menos yo lo creía así. Casi dos metros de estatura, muy bien formado, con la musculatura perfecta y muy bien proporcionado.

Sentado como estaba a mi lado alcancé a adivinar sobre su bragueta cómo un pequeño bulto iba creciendo, a pesar de los esfuerzos que este muchacho hacía por disimularlo. Pero, lo cierto es que me pareció notar un aumento importante en esa parte de su pantalón.

Yo no dejaba de fantasear pensando en él y no sabía cómo romper el hielo. Me imaginaba con él en mi cama, abrazándonos, besándonos, amándonos; le deseaba con todas mis fuerzas y también tenía que hacer un gran esfuerzo para disimular cómo mi polla aumentaba de tamaño, lo cual se estaba haciendo más que evidente.

Finalmente le dije:

-"¡Que poca educación tienen algunas personas!".

Él me miró, un poco extrañado, como no entendiendo lo que yo quería decir. Y, nuevamente le insistí:

-"Si todo el mundo hablase un poco mas bajo, todos nos entenderíamos mucho mejor. ¿No te parece?"

El muchacho asintió y comenzamos a dialogar. Parecía como si lo estuviera deseando. Entonces, al mirarnos frente a frente pude comprobar hasta que punto este chico era de hermoso. Unos ojos verdes, alegres, penetrantes, luminosos… Una incipiente barba, como la que ahora suelen llevar muchos jóvenes, que le hacía aún mas atractivo. Unos brazos fuertes, torneados y varoniles, así como su manera de hablar y de expresarse. Pero sobre todo, yo notaba cómo él, con mucho disimulo se fijaba en mi "paquete". Sus ojos se posaban furtivamente una y otra vez en mi abultada bragueta, cada vez que su cabeza se movía. Pero su mirada, a pesar del enorme esfuerzo que él hacía por disimularlo, acaba siempre clavada en esa parte de mi pantalón, lo cual evidenciaba, cada vez con mayor claridad, que aquel bulto de mi polla no le era indiferente.

Comenzamos a hablar del tema de actualidad; La gripe "A". Le dije mi impresión, (de acuerdo con las noticias que cada día aparecen en Internet), y él convino conmigo que era algo que había despertado una cierta alarma e inquietud entre la sociedad y que –realmente- no estaban justificados esos miedos. De ahí pasamos a hablar de laboratorios clínicos y de la industria farmacéutica. El era un representante de una famosa industria italiana y comenzó a mostrarme parte de su catálogo; antihipertensivos, anticoagulantes, beta-bloqueantes y algunas cosas más de las que yo no soy ningún experto y tengo sólo una ligera idea.

Pero lo que yo quería era conversar; entablar amistad con él y llegar lo más lejos posible, dentro de nuestras limitaciones, pues acabábamos de conocernos. Supe que se llamaba David; que tenía 29 años; que tenía novia desde hacía un año y poco más….

Yo le conté que mi esposa había fallecido hacía casi seis años, que vivía solo y que me gustaba mucho el cine, la música, pasear y viajar.

Sea como fuere, el caso es que nos desocupamos casi al mismo tiempo. Ignoro si él estuvo retrasando su tiempo para hacerlo coincidir conmigo hasta que hubiese pasado mi consulta, o fue realmente algo casual. Pero el caso es que cuando yo salí de mi consulta, él aún estaba allí, y nos dispusimos a abandonar el Centro de Salud casi al mismo tiempo.

Una vez en la calle le propuse tomar unas cervezas, a lo que el accedió, y nos dirigimos a un bar próximo al ambulatorio. Allí me comentó que le gustaba mucho tocar la guitarra y que durante algún tiempo había pertenecido a un grupo musical, pero tuvo que dejarlo para dedicarse más plenamente a su trabajo.

Yo también le conté que me gustaba mucho escribir y que tenía publicados unos cuantos relatos eróticos a través de una página de Internet; que me había jubilado anticipadamente hacía algunos años y que tenia mucho tiempo libre… Sin darnos apenas cuenta, había pasado más de una hora y, finalmente intercambiamos nuestros números de teléfono. Yo estaba encantado, pues tenía la impresión de que él quería seguir en contacto conmigo (en el más amplio sentido de la palabra), y yo no dejaba de fantasear, imaginándome una maravillosa noche con él.

Pero, con todo el dolor de mi corazón, él se tuvo que marchar, no sin antes darme un fortísimo apretón de manos que casi me destroza la mía. Mis expectativas iban en aumento y confiaba en que al día siguiente o al otro, estaríamos nuevamente en contacto. Pero yo no quise agobiarlo y no lo llamé. Esperé a que él lo hiciera y poco antes de las nueve de la noche sonó mi móvil. El corazón me dio un vuelco; ¿sería él?. ¡Era él; era él…!

Pero, ¿querría realmente "algo" conmigo, o solo quería amistad?. Era todo tan extraño, tan repentino, tan imprevisto… Por otro lado, yo no quería hacerme ilusiones, porque en más de una ocasión mis presentimientos habían ido por un camino y la triste realidad por el otro. Y eso, para mí había supuesto una enorme frustración. Pero él estaba allí, al otro lado del teléfono y yo estaba nervioso, excitado, intranquilo…

David me dijo:

-"¿Te molesta que te llame?"

-"En absoluto, chico", le dije.

Entonces él me dijo que su novia había ido con sus padres a una cena familiar, casi de compromiso, y que él había preferido quedarse en casa leyendo o viendo alguna película. Pero al parecer lo que estaba viendo no le resultaba interesante y decidió llamarme para hablar un rato.

Yo le pregunté:

-"¿Has cenado ya?"

Y él contestó que no, porque había tomado unas cervezas con unos compañeros y aún no tenía apetito. Pero entonces yo le hice una inocente proposición:

-"¿Por qué no vienes a mi casa y preparo alguna cosa sencilla?"

El respondió:

-"¡No, por Dios!; No quiero que te molestes…"

-"Será un placer", respondí, y agregué:

-"Anda, coge el coche y vente para casa" Le dije la dirección y en menos de media hora estaba llamando desde el portero automático.

Yo había preparado unos sándwiches, unos aperitivos y unas cervezas bien frías y, tras los saludos de rigor, nos sentamos a la mesa. Se le notaba un poco nervioso, pero yo también lo estaba a pesar del enorme esfuerzo que ponía en disimularlo. Quería apartar de mi mente cualquier deseo sexual con él; aquello me parecía demasiado fácil, demasiado bonito. Quería imaginar que, pese a todos los indicios, este muchacho sólo buscaba amistad y trataba de buscar cierta lógica a lo que estaba ocurriendo; un muchacho que, sin duda alguna, habría hecho las delicias de cualquiera de los "mister" de la belleza de los que estamos acostumbrados a ver en televisión y, sin buscarlo, sin haberlo pretendido, estaba allí cenando y bebiendo conmigo y… ¿quién sabe qué vendría después de esto…?.

Después de la frugal cena, nos servimos unos brandys y sugerí escuchar algo de música, mientras seguíamos conversando animadamente. Parecía como si nos conociésemos de toda la vida. Y comenzamos a hacernos mutuas confidencias. Yo le dije que hacía algunos años había enviudado y que mis hijos se habían independizado. Él me dijo que también se había hecho independiente y que, de momento, no se pensaba casar. Habían hablado del tema él y su novia y habían acordado que, pasado un tiempo, se irían a vivir juntos. Aunque no descartaban contraer matrimonio después de unos años de convivencia y si las circunstancias así lo aconsejaban.

Antes de que él llegase a casa, yo me había puesto un pantalón corto deportivo y una camisa que procuraba mantener entreabierta, dejando bien visible mi torso desnudo. Y como el suelo era de parquet, iba descalzo por la casa. El miraba disimuladamente mi pecho intentando que yo no advirtiese esas miradas furtivas. Pero yo quería estar seguro de lo que estaba pasando antes de dar ningún paso en falso. No quería ser el primero en descubrir el "juego" por miedo a equivocarme, pero las evidencias eran tan claras que casi me estaba pidiendo a gritos que diese un paso al frente, (hablando en términos militares).

Nos sentamos uno junto al otro en el amplio sofá y nuestro nerviosismo nos hacía hablar y hablar cada vez más. A veces, durante la conversación, yo dejé caer mi mano, de manera descuidada sobre su pierna. Y el, en ningún momento dio muestras de desagrado. Es más; en su mirada, casi había un signo de complicidad, llegando, en un momento determinado a abrir sus piernas, como pidiéndome entrar en "acción".

Mi polla se estaba poniendo cada vez mas dura y yo no podía controlarla, hasta el punto de que se me notaba un gran bulto bajo el minúsculo short. Pero mis ojos tampoco apartaban la mirada del enorme paquete que se advertía bajo su pantalón y que, por momentos, iba aumentando extraordinariamente. Pero yo seguía pensando: ¿Me estaré equivocando?. Sin embargo era evidente que este muchacho estaba deseando, casi suplicando, mantener sexo conmigo…

Finalmente le dije:

-¿No tienes calor?"

Él contestó:

-"Iba a decirte si no te importaría que me quedase un poco más cómodo…"

¡Por fin, Dios mío!, ¡Por fin!. Me pareció que aquel comentario era la evidencia definitiva que dejaba bien claras nuestras intenciones.

David se quitó la camisa y los zapatos, quedándose únicamente con los pantalones puestos. ¡Menudo cuerpazo, Dios!. Mi polla iba a reventar de gusto, y yo notaba como lubricaba por momentos. Entonces le dije:

-"¿Porqué no te quitas también los pantalones?"

David, sin pensárselo ni un momento, se despojó del pantalón, dejando ver un bonito boxer que realzaba aún más su cuidada figura y dejando ver un bulto extraordinario que me dejó boquiabierto. Estaba excitadísimo, lo mismo que yo. El no dejaba de mirar hacia mi entrepierna, pero ahora sin el menor reparo, descaradamente. Hasta que se acercó más a mi, abrazándome y buscando mi lengua con su lengua dentro de mi boca. Nos mantuvimos abrazados y besándonos durante un buen rato, mientras nuestras manos, buscaban nuestras vergas respectivas que estaban a punto de estallar.

Rápidamente, nos quitamos mutuamente el resto de la ropa, (el a mi y yo a él), y nos quedamos completamente desnudos. Yo le propuse ir a la cama y él contestó que lo estaba deseando desde el principio. Así que nos dirigimos a mi dormitorio y antes de meternos en la cama le sugerí tomar una ducha juntos, cosa que hicimos.

Los juegos sexuales en la ducha fueron excitantes y maravillosos, El agarraba mi polla y la succionaba con ansia, hasta el punto de que casi llegué a correrme en aquel momento. Entonces le propuse secarnos e irnos a la cama.

Una vez allí, él se echó sobre mí, besándome, abrazándome, acariciándome… Parecía ávido de sexo, pero yo no lo estaba menos. Colocó su enorme polla entre mis piernas, junto a mis huevos, y yo hice lo mismo con la mía junto a los suyos, de manera que nuestras pollas estaban cruzadas entre nuestros muslos. La sensación de placer era inmensa, mientras nos manteníamos abrazados.

El me preguntó:

-"¿Eres activo o pasivo?".

A lo que yo le contesté:

-"Digamos que no soy pasivo"

Debo aclarar al lector que la penetración no es excesivamente importante para mí. He mantenido muchas relaciones en las que no ha habido penetración y ambos hemos disfrutado maravillosamente del sexo con unas relaciones placenteras. Solo en contadas ocasiones he penetrado a un hombre. Y sólo si él me lo ha pedido y esa persona me gustaba mucho. Quiero decir con esto que lo realmente importante para mi ha sido siempre el "calor humano"; el contacto con una piel deseada; unos abrazos, unas caricias, unos besos… Por eso, en ningún momento hubo penetración; Primero, porque él no me lo pidió, pero, aunque me gustaba muchísimo este muchacho, no quise en ningún momento forzar aquella situación, y por eso tampoco lo propuse yo.

Pero ambos disfrutábamos mucho de este encuentro maravilloso; En un momento determinado, él se dio la vuelta y comenzó a chuparme la verga, al tiempo que yo hacía lo mismo con él en un riquísimo "69". Eran unos momentos que yo deseaba prolongar, pues sentía un enorme placer al sentir su boca sobre mi capullo, pero también era un gran placer para mi, sentir aquella polla joven y hermosa dentro de mi boca.

Nos la chupábamos el uno al otro como fieras, como si nos fuera la vida en ello, y como si el resto del universo no existiera para nosotros. Aquello era increíble; Tenía un auténtico "Adonis" a mi merced y me parecía estar soñando. ¡Qué chico más guapo, Dios!

Hubo un momento en el que sugerí tomarnos unas copas y darnos una tregua en nuestros juegos sexuales y él aceptó encantado. Después, abrazados, continuamos con nuestras confidencias y, debo ser sincero, le conté minuciosamente toda mi vida y cómo desde siempre me habían atraído los hombres a pesar de haberme casado y de haber tenido hijos.

Debo añadir que yo no me casé por "guardar las apariencias", como ha sido el caso de otras personas conocidas, sino porque estaba realmente enamorado de mi esposa y en muy pocas ocasiones le había sido infiel.

David me contó que nunca había tenido relaciones plenas con un hombre. Aquella era su primera vez. Al menos eso me dijo y no tengo porque ponerlo en duda. Solo había tenido inocentes experiencias con amigos de la infancia, pero aquellas nunca pasaron de pequeños tocamientos; juegos erótico-sexuales sin importancia. Pero me confesó que, en determinadas ocasiones, se había sentido muy atraído por hombres maduros como yo y que, cuando me vio en aquel Centro de Salud, yo desperté en él un morbo y unos deseos sexuales que nunca antes había podido realizar.

Luego, tras aquella pausa, volvimos a reanudar nuestra actividad sexual y placentera, continuando con nuestros juegos. Pero, sobre todo, lo que a él le gustaba era besarme, y hacerlo en la boca, lo cual a mi también me gustaba sobremanera. Nos masturbamos mutuamente y nos corrimos simultáneamente quedando exhaustos de placer. Finalmente, abrazados nos dormimos.

A la mañana siguiente, David se tuvo que marchar muy temprano y me prometió que seguiríamos en contacto. De esto hace más de una semana y no he vuelto a saber nada más de él. El me había pedido que no le llamase y que él se pondría en contacto conmigo. Yo quiero respetar al pie de la letra sus deseos y esperaré, como decía Armando Manzanero, que sea él quien me llame.

Entre tanto, seguiré soñando con ese ser maravilloso que durante toda una noche inolvidable tuve entre mis brazos.

Tres meses después…

Han pasado mas de tres meses y, hasta anoche, no había vuelto a tener noticias de él. Serían aproximadamente las 9 de la noche y, como hago habitualmente, me disponía a cenar mientras veo por la televisión las noticias más importantes del día.

En todo este tiempo no he dejado de pensar en él; He recreado en mi memoria los momentos tan maravillosos que pasamos juntos. Y aunque fueron solo momentos, este muchacho me dejó tan marcado que todos los días he estado imaginando que me llamaría. A veces he estado tentado de llamarle yo, pero le prometí que no lo haría y tenía que cumplir mi promesa. Pero anoche, ¡por fin, anoche!, el teléfono sonó y era él. ¡Dios mío, que alegría!.

Como siempre dije: ¡Si!, (es mi manera de responder cuando me llaman). Al otro lado del móvil, su voz varonil y grave me dijo:

-"Hola, soy David, ¿te acuerdas de mi?"

-"¿Cómo no me voy a acordar, muchacho?", (le dije), "Si he estado esperando esta llamada durante más de tres meses…" (agregué).

-"¿Cómo estás?. ¿Estás sólo?. ¿Me invitas a una cerveza?", (fueron sus palabras)

-"Y a todas las que tú quieras, amigo", (contesté, mientras sentía cómo mi verga aumentaba de tamaño al imaginar que al cabo de un rato lo tendría de nuevo entre mis brazos…)

-"Pues en 20 minutos estoy contigo", (añadió).

Esos 20 minutos me parecieron una eternidad. Yo no quería excitarme demasiado, y reservar toda mi energía para ofrecérsela a él. Estaba totalmente desaliñado, sin afeitar, aún no me había duchado, pero tampoco quería hacerlo porque, con aquella excitación tan grande, podría tener la tentación de masturbarme en la ducha y temía no estar a tu altura cuando le tuviese en mi cama. Así que opté por seguir viendo las noticias y pensar en otra cosa.

Al cabo de un rato, David estaba llamando a la puerta y en sólo dos minutos aparecía en el rellano de la escalera saliendo del ascensor…

El entró en la casa y, cuando cerré la puerta se abalanzó sobre mí, besándome con una ansiedad y una pasión inusitada, que yo correspondí con no menos entusiasmo.

Propuse a David darnos una buena ducha y él accedió, a pesar de que, -me dijo-, se había duchado antes de venir. Comenzamos a desnudarnos pero, antes de que me diese cuenta, David estaba tocándome el enorme bulto que se podía ver claramente bajo el pantalón de mi pijama. Yo, a mi vez, palpé con avidez su bragueta, pudiendo percatarme de que su excitación no era menor que la mía. Muy al contrario, bajo sus ajustados vaqueros, se encontraba aprisionada y deseando salir su rica y grandota verga. Esa verga que ya había saboreado y que tantos deseos tenía de tener de nuevo dentro de mi boca,

Ya en la ducha comenzamos con unos juegos preliminares que casi nos cuesta corrernos de placer. Nos abrazábamos desnudos bajo el chorro de la ducha, sintiendo cómo nuestras pollas se cruzaban entre nuestras piernas enjabonadas y junto a nuestros testículos hinchados, deseosos de expulsar su rico contenido. Pero nos contuvimos una vez más, acabamos de ducharnos y, luego de secarnos nos metimos en la cama completamente desnudos

Como hacía algo de frío, nos tapamos y comenzamos a abrazarnos y a besarnos bajo las mantas. Lo hacíamos con avidez; nos devorábamos, literalmente, mientras nuestros miembros se cruzaban nuevamente entre nuestras piernas, sintiendo mutuamente el roce de nuestros penes junto a nuestros huevos totalmente hinchados.

Después de un buen rato, David me indicó que permaneciese acostado, boca arriba, y comenzó a pasar su lengua por mis párpados, por mis orejas, por mi boca… Fue bajando por mi cuello, deslizando aquella lengua sensual a lo largo de toda mi anatomía. Al llegar a mis pezones, los succionó con verdadera maestría, proporcionándome una sensación desconocida para mí; luego pasó su lengua por mi ombligo y, finalmente bajó hasta mis atributos masculinos, metiéndose mi pene en su boca y chupando cada milímetro de mi polla con una habilidad totalmente nueva para mí. Creo que nadie ha hecho jamás eso conmigo con tanta destreza. Y la sensación de placer que yo sentía en aquel momento, era completamente desconocida.

Tenía que hacer grandes esfuerzos para contener mi excitación y no eyacular en su boca. A David no le importaba en absoluto que eso ocurriera; al contrario, me animaba continuamente a descargar en su boca todo el semen contenido. Pero yo quería prolongar al máximo aquellos momentos de placer y, al mismo tiempo, quería darle el máximo placer a él en una justa reciprocidad.

Comenzamos a sudar y fuimos apartando la ropa que ante nuestros impulsos empezaba a estorbarnos. Quedamos sobre la cama, tal como habíamos venido al mundo y la contemplación de nuestros cuerpos desnudos aún nos excitaba mucho más. Entonces le dije a David que se tumbase él en la misma posición que yo había mantenido, cosa que él hizo, quedando sobre la cama boca arriba. Era mi turno y comencé a chupar aquella rica tranca que apenas cabía en mi boca. David gemía de placer, respondiendo a los movimientos de mi boca sobre su pene, aunque a duras penas podía contenerse. A veces me decía que parase para no venirse tan pronto, aunque a mi tampoco me hubiese importado. Pero luego le agradecí aquel esfuerzo de contención, porque, en un momento determinado le pedí que se voltease, colocándose boca abajo y dejando sus nalgas a mi entera merced.

Comencé a lamer aquel culito inmaculado, que yo sabía perfectamente que ningún otro hombre había penetrado hasta el momento. Metía, una y otra vez, mi lengua en su hoyito mientras el gemía suavemente y, en un momento determinado, lubriqué adecuadamente mi dedo corazón y lo introduje con sumo cuidado dentro de aquel codiciado agujerito.

Al principio David dejó escapar un leve gemido, casi de dolor, pero me dijo que no me preocupara y que siguiera, que aquello empezaba a gustarle. Luego de trabajar con un sólo dedo, lubriqué mi dedo índice y, juntamente con el anterior, introduje ambos con sumo cuidado en el ano de David. Aquello empezaba a ceder y yo notaba cómo éste nuevo juego no le desagradaba a mi compañero. Así que después lubriqué mi dedo anular y nuevamente lo introduje dentro de aquel delicioso agujerito, mientras masajeaba, una y otra vez, intentando preparar el camino para introducir, llegado el caso, mi pene erecto que esperaba ansioso aquel momento.

Finalmente fue David quien me pidió sin rodeos: "¡Fóllame!", me dijo; y repitió: "por favor, ¡fóllame!". Rápidamente, deslicé sobre mi polla a punto de estallar, un preservativo que había dejado sobre mi mesilla, como al descuido, y con el máximo cuidado para no lastimarlo, fui poco a poco introduciendo mi rabo erecto, dentro del culito de David.

A pesar de la excitación que me embargaba, conseguí contenerme y logre llenar aquel huequecito tan apetecible, mientras que él gemía entre el dolor y el placer. A punto estuve de abandonar, pues no quería causarle ningún dolor; al menos el menor dolor posible, pero él insistía en que continuase y me decía que era un placer indescriptible; una mezcla de goce y dolor, que le proporcionaba una sensación que deseaba prolongar el mayor tiempo posible.

Después de varias embestidas en esta posición, le pedí, sin sacar mi pene de su habitáculo, que se sentase sobre mi y que fuese él quien marcase los tiempos y el ritmo. Así lo hicimos y, unas veces de espaldas y otras de frente, siguió cabalgando sobre mi, mientras mantenía dentro de él mi pene erecto, aprovechando para besarme en aquella posición, ofreciéndome su boca y su lengua sabrosísimas.

Mientras eso ocurría, no me quedaban fuerzas para continuar y mi polla estaba a punto de estallar, con toda la leche contenida por todas las sensaciones que tanto había estado esperando. David me rogó que me corriese dentro de él y así lo hice mientras lo masturbaba, y un chorro de su rica leche, inundó todo mi pecho, como si de una blanca e inmaculada fuente se tratase.

Entonces se recostó sobre mi pecho y sobre su propio semen, manteniendo mi verga dentro en aquella posición y permanecimos así durante un buen rato. Finalmente nos duchamos y, una vez secos, regresamos a la cama y nos quedamos dormidos, mientras él me abrazaba por la espalda.

Esta mañana bien temprano, David se ha marchado, no sin antes hacerme nuevamente una buena mamada, aunque no ha permitido nada más. Me he quedado con las ganas de sentir nuevamente el suave calor de su leche sobre mi pecho. Pero él me ha asegurado que hoy iba a reunirse con su novia para ultimar los preparativos de su próxima boda y, posiblemente tendría sexo con ella, por lo que deseaba estar al máximo nivel y no quería arriesgarse a dar un "gatillazo".

Nuevamente me ha rogado que no le llame bajo ningún pretexto, cosa que voy a respetar. Pero, estoy seguro de que dentro de muy poco, David volverá a visitarme y, nuevamente gozaremos del placer en toda la extensión de la palabra.

Han pasado cinco años…

Esta vez me había equivocado, ha pasado el tiempo y no he vuelto a saber nada de David. Ni una llamada…, ni un whatsapp…, ni un mensaje… ¡Nada…! Parecía como que se lo había tragado la tierra…

A pesar de que nuestra ciudad es pequeña, y a veces te encuentras muchas veces con las mismas personas, nunca hemos vuelto a coincidir; ni en el ambulatorio, ni en un restaurante, ni en una cafetería… ¿Qué habrá sido de él…?

Es muy raro que en todos estos años no nos hayamos encontrado; al menos en el Centro Médico, ya que yo me sigo encontrando con los distintos visitadores, que siempre son atendidos antes de empezar las consultas. Pero a este muchacho no le he vuelto a ver por allí. Tal vez ha dejado ese trabajo y ahora se dedica a otra cosa. Recuerdo que él me había dicho que tenía el grado superior de Informática, y posiblemente habría sido contratado por alguna empresa importante como técnico informático. En fin, a veces se pasan siglos sin ver a una persona, y de pronto te la encuentras cada día…

Y lo que son las casualidades de la vida… Hace poco comenté con un amigo que quería comprar un nuevo ordenador, ya que el que yo tengo se ha quedado muy desfasado después de 15 años y ciertos programas y aplicaciones no funcionan bien…

Mi amigo me recomendó una nueva tienda de informática y me habló muy bien del muchacho que la lleva y de los precios que tienen. Me dijo que estaba muy contento con ellos, (el y su mujer), que son muy formales y puntuales, y que siempre le solucionan cualquier problema que se le presenta. Me indicó el nombre y la dirección de la tienda y yo lo anoté en la agenda de mi teléfono con la intención de visitarlos.

A los pocos días se me volvió a bloquear mi P.C. y no lo pensé ni un momento más. Llamé por teléfono a esta tienda y me atendió una chica súper simpática. Ella me indicó que el tema de precios lo lleva exclusivamente su marido, pero que podía pasar al dia siguiente a primera hora, y le encontraría allí.

Así lo hice, y a las 9,30 me presenté allí… Tras el mostrador había una muchacha de unos 30 años que me dijo que esperase unos minutos, porque su marido estaba aparcando. A los pocos minutos entró en la tienda un hombre que me dejó helado… ¡Era David…! ¡Por Dios…, por Dios…, por Dios…! Tanto como había deseado verlo y ahora estaba allí, ante mi…

Nada más verme, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, al tiempo que me tendía la mano.

-Hola Manuel, ¡Cuánto tiempo…!

¡Qué alegría volver a tocar aquellas manos…!.  Obviamente las cosas habían cambiado mucho, pero mi corazón dio un vuelco al verlo de nuevo…

-Es cierto; (dije). Me alegro mucho de verte… ¿Este negocio es tuyo? ¿Dejaste el laboratorio para el que trabajabas…?

-Si…, y me va muy bien. Deja que te presente a mi mujer… Ella es Diana; Diana, este es un antiguo amigo…

Hechas las presentaciones David me preguntó:

-¿Qué te trae por aquí?

Yo le expliqué las referencias que me habían dado, y que quería hacerme con un equipo (P.C.) nuevo y acorde con los avances tecnológicos, por lo que David se puso manos a la obra y me dejé aconsejar por él. Me citó para recoger el nuevo equipo al jueves siguiente, y llegado el momento fui a retirarlo y a liquidar la cuenta.

Nuevamente nos habíamos encontrado, y ahora teníamos un vínculo más, un motivo para poder estar en contacto. Pero al re-encontrarme con él yo sabía que las cosas habían cambiado y que nada volvería a ser como antes. David estaba muy centrado en su negocio y en su familia, y yo era consciente de que el pasado jamás volvería. Nunca más se habló del tema entre nosotros, y las relaciones que hemos tenido después siempre han girado en torno a asuntos profesionales.

De vez en cuando tengo que recurrir a sus servicios, pues la informática es muy cabrona y los equipos suelen hacer ciertas putadas que requieren la asistencia de personas especializadas, como David, el que fuera en su día “El visitador médico”.

Debo decir que el nombre es inventado y jamás se sabrá por mi que, mi joven y guapo amigo ha estado muchas veces en mi cama y en mis brazos.