El Visionario (2: Marisa y yo)

-He cambiado, te quiero a ti y me han contado que tienes la polla mas gorda de la ciudad y que la manejas de ensueño – me suelta Marisa a carcajadas.

El visionario 2 (Marisa y yo)

Ya conté en "El visionario", publicado en la sección "Confidencias" como un hombre llamado Carlos, de una forma un tanto sorpresiva, hizo que Marisa conociera su cuerpo y empezara a disfrutar de él, convirtiéndola en toda una mujer.

Esto sucedió una primavera hace tres años, como comente, ya no tiene importancia la confidencialidad, pues su vida ha cambiado hace poco al divorciarse del esposo que tan mal la atendió y tanto la defraudo, pero pasaron otros dos años casados tan mal.

Muchas veces me ha hecho confidencias de su vida en este periodo. Siguió viéndose unos meses con Carlos haciendo "cursillos". También se comunicaban frecuentemente y aun, me consta, que algunas veces se juntan para disfrutar. En el mes de Noviembre de ese año Carlos marcho fuera de España por trabajo y dejaron de verse una larga temporada. Ella estaba desconsolada, pero él la animaba por teléfono y por la red. Le pidió que buscara otro hombre. Le dio consejos de cómo hacerlo. Un hombre honesto, no muy interesado en lo material, valiente y cosas así, le decía. Lo tenia difícil, nuestra ciudad es muy permeable y casi todo el mundo se conoce.

Yo trataba al marido desde antes de su boda, a la que fui invitado e hice mi regalo, pero no me había fijado en Marisa con detalle, a él le conocía del trabajo, con su padre y su suegro tienen una empresa de construcción, la mas importante de la zona, con sus contactos políticos y todo eso, yo soy delineante proyectista y muchas veces mi despacho ha trabajado para ellos. Personas muy interesadas que solo piensan en acumular dinero a costa de lo que sea. Algún enfrentamiento hemos tenido porque me gustan las cosas bien hechas y no quiero engañar a nadie y menos con mi trabajo.

Pasó Navidad y llego el 31 de Diciembre, entonces estaba solo, porque se había roto mi última relación de convivencia, que no llevo muy bien por mi carácter independiente, y alguna de las amigas que tengo tampoco estaban disponibles. Así que cene en el Club de Campo, sitio donde en esta fecha se juntan todas las personas que son algo en la ciudad, acompañado por un matrimonio con su hija Lupita, que entonces tendría como 14 años (si, esa Lupita de El rellano), amigos y vecinos. Tomamos las uvas, unos brindis y ellos se marcharon pronto porque la niña tenía sueño. Entonces empecé a recorrer la sala, saludando y felicitando el nuevo año a amigos y clientes. Ese día era de media etiqueta, chaqueta y corbata, que me quite casi enseguida, me había puesto un pantalón vaquero de diseño que me gusta mucho y una camisa de seda crema con algún bordado, estaba hecho un pincel.

Me acerque a la mesa de Marisa que estaba con su marido y sus padres, además de un par de parejas que conocía.

Hola, feliz año nuevo – dije con desenfado dirigiéndome a todos.

Santi, igualmente. ¿Este año estas solo? – me contestó el marido.

Hice la ronda dando la mano a todos y algo que me sorprendió, cuando llegue a Marisa, se levanto y me planto dos besos en las mejillas como lo más normal. No le di mayor importancia. Me invitaron a sentarme y tomar una copa con ellos, mas brindis, luego la charla siguió, temas de negocios, es que no paraban nunca.

Me fije entonces en Marisa, estaba muy guapa, con un traje de cóctel verde claro que le marcaba todo el cuerpo. Se la veía distinta a otros años, aun no sabia porque, me miraba también sin prestar atención a la charla de la mesa y me sonrió un par de veces. Me pregunte el porque no me habría fijado antes en este bombón. Así pasaron unos minutos, también mirábamos al personal bailando y divirtiéndose en la pista. La música empezó un nuevo tema:

A bailar, a bailar, a bailar

alegres sevillanas,

ven conmigo a bailar

Pensé, una sevillana, Cantores de Hispalis. Marisa se puso de pie y le dijo a su marido que quería bailar, puso mala cara, le había interrumpido, seguramente algún negocio, y sin más le soltó:

Ahora no tengo ganas.

Pues me voy a bailar sola – contesta ella.

Baila con Santi que esta solo y lo hace muy bien – le dice el.

¿Quieres? – me pregunta ella.

Encantado – respondí caballeroso.

Y me encuentro bailando una sevillana con Marisa. Este es un baile típico de estas tierras y es raro el hombre o mujer que no lo ejecute aceptablemente. En las vueltas y revuelos me fije en ella ya directamente, la gracia con que mueve su cuerpo ciñéndose a la música, como me mira a los ojos. Zas!, en el primer desplante su culo se pega a mi, casi me desequilibro de lo inesperado, noto toda su espalda pegada a mi y con la cara vuelta me mira y sonríe. Las palmas, ya de frente y a la segunda y otro desplante igual, en la tercera el desplante final que hace es el colmo del roce, no la planto un beso en la boca de milagro, seria un escándalo, pero se ha quedado su boca a menos de un centímetro de la mía.

Cambia la música, ahora es la orquesta de Wilfrido Vargas:

Que hiciste?

Que hiciste?

Abusadora, abusadora….

El personal por toda la pista empieza a dar saltos con este ritmo frenético, yo quedo unos instantes parado frente a ella, hasta que ella empieza a moverse al ritmo, esto se me da bien, me lanzo y la doy vueltas por toda la pista, en un momento dado ya no puedo mas y la atraigo hacia mi y apretándola con la mano derecha por la cintura, empiezo a "sacar brillo a la hebilla", no se queda quieta sigue el ritmo con el cuerpo rozándose por todos lados, se me ha puesto la polla dura como una piedra, lo tiene que notar. Me paro y la separo un poco.

Marisa, vamos a sentarnos, que a este paso salimos en los periódicos de ayer – le digo, menos mal que llevo la chaqueta puesta y algo me tapa, intento caminar hacia la mesa.

Bueno, pero vamos al chiringuito del jardín, esa gente es muy aburrida – me corta el camino.

Nos sentamos en una mesa, pedimos y una media de manzanilla y arrima su silla como para hablar sin que nos oigan, esta todo lleno.

Se te da muy bien este tipo de baile, Santi. Ya se, el verano pasado estuviste en Margarita, porque no me cuentas – me sorprende con su conocimiento de mi.

Si, lo pase muy bien – intento rehuir.

Ligarías un montón, ¿es así como se baila el merengue allí, tan apretaditos? – me esta tirando de la lengua.

Así se baila con tu negra – le contesto.

¿Ligaste con una negra? – se asombra.

No, negra se refiere a la pareja, no tiene que ver con el color.

Cuéntame – me insiste.

Estoy muy cómodo, no pasa nada por distraer a esta muchacha un poco, la noto próxima ya no tengo tanto agobio en los pantalones. Le empiezo contando como me aloje en Isla Margarita en un hotel muy bonito el Bellavista y como en la parte de atrás había una discoteca el Mosquito, donde prácticamente pase todas las noches, amaneciendo muchos días en la playa.

Cuéntame de mujeres – me insiste.

Conocí una chica que trabajaba en la discoteca, Susana, una tequilera – esto se me ha escapado.

¿Qué es una tequilera? – me acosa.

Me ha pillado. Intento no contestar simulando prestar atención a la música que suena en la pista. Le había dado al pinchadiscos un CD con la música en la que me encuentro mejor diciéndole que cuando me viera bailar con una chica lo pusiera. Y allí esta cantando Miriam Cruz:

Cuando me aprietan bailando

yo me siento sofocada,

..

ayyy, ay Pepe

y no es que Pepe no apriete

sino que sabe apretar.

Las Chicassss del Can.

Me quede un rato colgado de la canción, pero Marisa no soltaba el bocado.

Bueno, me dices que es una tequilera – insiste poniendo morrito.

Perdona, estaba con la música, pero ya que te empeñas te lo diré – dije vencido.

Le explique que son unas camareras ambulantes dentro de la disco, que van ligeras de ropa, con unos arneses donde llevan botellas de tequila, vasos, sal y limones, hacen una especie de espectáculo cuando sirven un chupito, por ejemplo se ponen la sal en un pecho y el cliente la chupa allí y cuando se lo toma pone el limón en su boca para que el afortunado lo coja.

Te pondrías tonto de tequila – me comenta.

Pues si, y de tequilera – le contesto.

Nos quedamos callados un rato mirándonos, ella sonríe, no se que pensar, me parece que estoy metido en un principio de lío.

Santi, ¿yo te gusto? – me pregunta de sopetón.

Soy amigo de tu marido – le contesto azorado.

No pareces un talonario de cheques, es tu cliente y nada más. Además todo el mundo esta enterado de vuestra ultima pelea en la obra y como le dejaste plantado el trabajo – me argumenta con toda la razón.

Parece que te conoces mi vida a fondo – me defiendo.

Y se muchas mas cosas. Pero ¿te gusto? – ahí esta otra vez.

Si, me gustas, te comería enterita – le digo esto y es verdad.

¿Tan difícil era decirlo? – dice satisfecha.

Pues si. Marisa hasta esta noche no te conocía casi, para mi eras una niña de papa, casada con un ricachón, siempre vestida a la moda y consiguiendo todos los caprichos, mas bien estrecha, nunca he oído un rumor sobre ti, y bastante tontorrona. Y hoy me das dos besos nada mas llegar, cuando siempre has dado la mano que uno parece que ha cogido una pescadilla, luego bailando me pones como un toro y ahora me vienes con esta preguntita. ¿Qué quieres de mi? Y otra ¿que es eso que sabes? – le suelto la retahíla algo amoscado.

He cambiado, te quiero a ti y me han contado que tienes la polla mas gorda de la ciudad y que la manejas de ensueño – me suelta a carcajadas.

Marisa! – exclamo, ya asustado de esta muchacha.

Nos quedamos callados, ella se sigue riendo, pero tiene cara risueña y me mira directamente a los ojos, creo ver un brillo de lujuria en ellos. Su mano se posa en mi muslo, muy cerca de la entrepierna, yo instintivamente bajo la mía y se la cojo acariciándola, pero al mismo tiempo retirándola de allí, se deja pero no me suelta. Se inclina hacia mi oído.

Vamonos a otro sitio – me dice muy bajito.

Ya me gustaría, pero esta tu familia y tu marido – estoy que exploto, pero no quiero dar el espectáculo de salir, sin mas, de allí con ella.

Eso esta arreglado, he quedado con la mujer de F. en ir a una disco que tiene su primo en C. (un pueblo como a 20 Km.) y luego quedarnos a dormir allí, en casa de su madre y no quieren venir, por eso me he traído el coche – me contesta, lo tiene todo pensado.

No tengo argumentos, además el bulto del pantalón me lo esta pidiendo, acepto. Me pide que la devuelva a la mesa, me despida y quede por ahí atento, que en diez minutos ella y su amiga se levantaran para irse y entonces que yo salga, monte en mi coche y les espere en una explanada que hay a la salida del club. Así lo hacemos, efectivamente al poco rato veo como las dos se levantan y empiezan a dar besos despidiéndose y tomando el bolso. Salgo, monto en el coche y me voy donde me ha dicho.

Mientras espero, por mi cabeza pasan mil pensamientos, muchos de duda, estoy excitadísimo, pero no tanto como para no darme cuenta del riesgo que estoy corriendo, en ese pueblo que vamos también me conoce mucha gente. Ya veo venir el coche de ella, me da luces y se para cerca del mío, veo que no es ella la que conduce, sino su amiga y hay un hombre a su lado. Marisa se baja de atrás con una bolsa en la mano y se dirige al mío mientras el otro se pone en marcha yéndose, entra y se sienta a mi lado mirándome.

¿Qué pasa? – le pregunto.

Nada es un amigo que la estaba esperando – me contesta.

¿Les sigo, a que disco vamos? – le digo.

No tengo ganas de más ruido, déjales – me contesta.

Pues, no se, son las tres de la madrugada y no hay muchos sitios abiertos – especulo dudando - ¿Dónde vamos? – le pregunto.

A tu casa – me contesta acariciándome la pierna.

¿Estas segura?

Segurísima, ¿no querías comerte algo?, pues yo también quiero comerte – me tira de la mano y su boca choca con la mía se abre y nuestras lenguas se encuentran por primera vez, es muy agradable, su mano ha subido hasta mi entrepierna y la mía ya le acaricia un pecho.

No pierdo el tiempo, arranco el coche y lo dirijo hacia mi casa, esta recostada sobre mi pecho, me cuenta que hasta mañana a la una que le viene a buscar su amiga tenemos tiempo y que en la bolsa lleva ropa y aseo para ir a comer con sus maridos sin volver a sus casas, pues se supone que dormirían en la casa de la madre de su amiga. Sus manos me acarician el pecho y hurgan en mis pantalones.

Meto el coche en el garaje y lo paro, nos miramos a los ojos en la penumbra, aquí si estamos a salvo de miradas. Una mano suya arrastra la mía y la lleva a sus pechos, casi se tumba sobre mí y nuestras bocas se juntan de nuevo en un largísimo beso mientras nos exploramos mutuamente. Tengo los pantalones a punto de romperse. Abro la puerta y la ayudo a bajar y llevándole la bolsa con ella muy pegadita a mi subimos en el ascensor y entramos en mi casa, sin encender la luz la apoyo en la pared y nos besamos de nuevo frenéticamente, casi haciéndonos algo de daño, me quita la chaqueta y yo su abrigo, mis manos ya amasan sus pechos por debajo del vestido y las suyas en la nuca me impiden que me separe, al mismo tiempo que su pelvis se restriega sobre mi dureza.

Entramos y la dirijo hacia la habitación, me da un beso y se separa un poco.

Me dejas un momento?, que quiero asearme un poco – me dice.

No importa – la digo intentando atraerla de nuevo, estoy como un toro.

Quiero hacerlo, es necesario – insiste rechazándome.

Cedo, le indico el baño y le acerco su bolsa. Entra y escucho como se desnuda y el ruido de la ducha, ha dejado la puerta abierta y mientras me habla, me dice que se siente sucia que su marido antes de salir a la fiesta la ha poseído sin miramientos y no la ha dejado ni lavarse y no quiere mezclar las cosas. Esto me tranquiliza, estaba pensando que seguía siendo la niña pija melindres obsesionada con la limpieza.

Mientras escucho sus chapoteos, de la nevera saco una botella de champán, lleno un cubo con hielos y la llevo a la habitación. Pongo un poco de música, escojo un CD que quiero mucho, "Solo" de Ricardo Arjona, que inunda el apartamento con su canción:

Te conozco desde el pelo

hasta la punta de los pies,

.

Se que dices que tienes 20

cuando tienes 23.

Te conozco cuando ríes

y tus gestos al amar.

Sale del baño, lleva puesto mi albornoz que le arrastra un poco, tiene la cara lavada y el pelo húmedo que se seca con una toalla, mientras yo entro en el baño, comenta que es muy bonita la música mientras mira la caja del CD. Veo que ha lavado sus bragas y las ha puesto en el radiador de la calefacción, su ropa doblada en la banqueta y unos potingues de maquillaje y aseo por el lavabo. Termino de asearme y salgo.

Esta sentada a los pies de la cama, yo solo llevo el bóxer, me pongo de rodillas en la cama detrás de ella, le paso las manos por delante y mientras le acaricio los pechos una mano baja hasta su húmeda conchita acariciándola por primera vez, le beso por la nuca y con la lengua juego en su oreja vuelve un poco la cara y nuestros labios se rozan, una mano se ha metido entre nosotros y me roza el pene por encima de la tela y la otra me aprieta el culo contra ella.

Nuestra excitación es superior, la tumbo y la atraigo hacia mi, le beso los pechos, chupo sus aureolas y bajo hacia su vientre. Decididamente, me pongo entre sus piernas tengo su coñito a la altura de mis ojos, lo miro y le acaricio suavemente, ella me mira, le meto un poco el índice, esta muy mojada, suspira, lo saco y me lo pongo en la boca, lo ha visto, da un gritito y pone cara de sorpresa, entonces acerco mi lengua y la paso por toda la rajita intentando meterla dentro mientras que con dos dedos le doy cuerda al relojito de su clítoris, sigo un poco así, suspira, gime, da gritos, se retuerce. Tira de mi brazo para que suba a besarla, lo hago y ella chupa de mi boca sus jugos.

Se incorpora y se arrodilla a mi costado, acaricia mi pecho y muerde los pezones, una mano intenta bajar mi calzoncillo, la ayudo y queda a los pies de la cama, me acaricia la polla y la mira con una exclamación de asombro.

Es gordísima! – exclama mientras tira de la piel hacia abajo - ¿puedo?.

Es toda tuya, con cuidadito – le medio contesto a punto de desmayarme de gusto.

Descubre toda la cabeza mientras con la otra mano, que casi no la abarca del todo, la sujeta por el tronco, sus labios se acercan, chupa todo el glande y intenta metérsela pero solo le entra el capullo, que lame con la legua, iniciando un enloquecedor sube y baja.

En un momento me pasa una pierna sobre el cuerpo, mientras sigue chupando, me pone su coño casi en la cara, no lo dudo, lo abro con los dedos y le doy unos lametones largos mientras que con un dedo mojado en sus jugos le acaricio la entrada de su ano. Un magnifico 69. Acelero el ritmo, le meto un dedo, dos, dentro de la raja, ya no me esta chupando, sus dos manos aprietan mi duro miembro y su cabeza sobre la sabana, es una orquesta de gritos y suspiros, noto las contracciones de su vagina, da un sonoro grito y se derrama toda en mi boca, ha tenido su primer orgasmo conmigo.

Ahora me toca a mí – le digo mientras la tumbo boca arriba.

No me hagas daño, es muy gruesa – me pide.

Tu me dices – le digo mientras cogiéndola de los tobillos le abro las piernas a tope y muy lentamente se la empiezo a meter.

Me estas abriendo toda – susurra pero empujando.

Te duele?

No, me llena – suspira con los ojos en blanco.

Se la meto entera hasta que ya no hay mas, me quedo un rato quieto para que se acostumbre a mi dureza, poco a poco empiezo un lento y corto mete y saca que a los pocos minutos va acelerándose entre gritos de ella – no pares, dame mas, rompemé, follamé, soy tu puta – me enloquece y le empiezo a dar con todo, se convulsiona, me araña la espalda, se arquea y noto como su vagina empieza a contraerse como si me quisiera morder la polla, se ha vuelto a correr y ahí voy yo que exploto, dos, cuatro, cinco chorros salen con todas mis fuerzas llenándola de semen, mi primera corrida con Marisa. Caigo desmadejado a su lado casi sin aliento, hemos estado casi una hora follando.

He venido a parar

con la mujer que no soñé jamás.

Pero también, jamás,

fui tan feliz.

Esta cantando Ricardo en la sala. Mientras sudorosos nos abrazamos.

Ha sido magnifico, sabia que no me equivocaba – me dice besándome.

Si, ha sido extraordinario.

La noche continuo y lo magnifico lo convertimos en maravilloso, hasta la siete que rendidos nos dormimos abrazados. Ya de mañana a las once note sus caricias y de nuevo nos sumergimos en el placer de dar y recibir.

Luego mientras se arreglaba y maquillaba para irse fue cuando me contó la historia de el visionario, no podía guardarla para ella sola, me dijo que en realidad yo era el segundo hombre, su marido no contaba, que la tenia enterita y que seria mi puta siempre, aunque yo la corregí con amante. Llego la hora y se fue. Luego hemos estado juntos muchas veces y mucho placer, con amor y sin exigencias ni compromisos. Como dije, no paro de darle las gracias a Carlos.

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