El Virus VR (8)
Un buen despertar con la rubia, salida nocturna, nuevos vecinos.
Recomiendo la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia.
Al día siguiente me despierto siendo abrazado por mi rubia, sintiendo la suavidad de su piel y el calor de su cuerpo junto al mío, desde la pierna hasta el cuello toda ella se pega a mi costado, está despierta y rozando su cara contra la mía, se incorpora un poco y su pelo me hace cosquillas en los ojos, al incorporarse el contacto de sus pechos de duros pezones contra mi pecho desnudo me está provocando una erección considerable, que no es solamente fruto de la típica trémpera mañanera, la beso en la cara y en el cuello ella se retuerce jugando, la hago cosquillas y aun con la pelota en la boca, además de las manos enguantadas atadas delante suyo es un cascabel de alegría riéndose sin parar, hasta que se rinde quedándose muy quieta y mirándome con esos ojos de gata, levanta la cara y me golpea con la pelota de su boca en los labios.
No la pudo liberar la boca por mucho que lo desee, su saliva lleva el virus, además vete a saber desde cuando no se limpia los dientes, sin duda debe de llevar dentro todo tipo de bichos de esos cuyos nombres acaban en cocos dentro de ella, pero la quiero y la deseo me digo que aun debo esperar un poco, hasta que esté mejor y enseñarla cosas como por ejemplo a usar un cepillo de dientes ó hacer gárgaras antes me meter nada mío en ella.
Ceci no ha entendido mi pausa y me ha visto pensativo parado y serio, se siente rechazada o algo así, pues veo como sus ojos se enturbian, su cara se pone triste y de sus ojos resbala una lagrima, ella está sobre mi y la lagrima me va a caer encima de la boca, la abrazo y la hago girar hasta tenerla debajo, seguidamente la limpio con la sabana y tomo mi decisión besándola en la parte seca de la cara –pienso- al cuerno con todo, el mundo se acaba y yo tengo una mujer que me quiere y condones, ¿Qué mas quiero? Voy a quererla y que sea lo que dios quiera.
La suelto las manos pero sin quitarla los guantes (no me da tiempo) me abraza con ganas y la devuelvo el abrazo con igual cariño, la beso en la cara y en el cuello a la vez que la desabotono la camisa con dedos febriles, cojo sus pechos sin soltarla el ultimo botón ¡qué más da! Ella se estremece y se agita rozando su cara y cuello contra la mía, la mordisqueo la oreja y gime ahogadamente, su respiración se hace más rápida y mis dedos en sus pezones compiten con aquella al acariciarlos, su pubis se agita buscando el miembro que la roza los muslos, me separo de ella un poco mirándola esta febril parece desesperada, no quiero romper el abrazo pero consigo escabullirme fingiendo que me caigo de la cama, casi se cae conmigo al intentar retenerme pero necesito esta pausa para ponerme una goma, ella me mira atentamente mientras me levanto y rodeo la cama, con mirada interrogante me observa mientras abro la cajita y me pongo un condón en mi erecto mimbro y debe de pensar ¿Qué hace este chalado? Al menos eso parece decirme con sus bonitos ojos.
Todos sabemos lo del sida verdad – la digo sin saber cómo salir de aquella, pues no creo que lo recuerde.
Pues esto es muchísimo peor, así que o goma o nada.
Con el miembro debidamente enfundado vuelvo a abrazarla, reanudo las caricias y ella tras un instante de confusión hace lo mismo, lentamente como temiendo otra pausa se vuelve a poner en marcha, la mordisqueo las orejas y el cuello sigo bajando lentamente hasta sus pechos desabrochando el ultimo botón de la camisa, ella manotea tocándome por todas partes, al llevar los guantes de boxeo parece que me golpea pero la realidad es que no me puede agarrar bien, chupo sus pezones y se pone a gemir mas fuerte paso del uno al otro y muevo mis piernas a la vez hasta situarme entre las suyas, la rozo la vagina con mi prepucio sin dejar de chuparla, Ceci bambolea la cintura arriba y abajo buscando que entre el miembro erecto en su rajita, pero me quedo quieto y la tengo bien sujeta a mi merced, solo un par de centímetros del prepucio rozan su clítoris y los labios vaginales antes de entrar una pizca en su chochete.
Bota gime y se retuerce buscando que mi palo entre en ella, muerde con fuerza la pelota y se pone roja consumida de deseo, entonces aun algo reticente la complazco y me dejo caer suavemente, penetrándola a fondo no tan lentamente como hubiera deseado pues ella se precipita con sus movimientos de caderas contra mi verga, resuena un aaaag por la habitación ella sigue moviéndose y yo intento seguir su ritmo o al menos coordinar nuestras embestidas, la miro es lo más bonito que he visto en mi vida, es pura pasión sin egoísmos, engaños, celos o tonterías, los ojos entornados y la boca abierta gimiendo sin parar, cada vez que la clavo contra el colchón ella me eleva de vuelta con su cuerpo, sus pechos grandes y ansiosos pezones son el más agradable sitio en que nunca haya hecho rebotar mi pecho, el interior de su vagina me aprieta y suelta sin parar, la sensación es divina repitiéndose sin pausa una y otra vez en su chorreante canal, varios minutos después de frenéticos y gozosos movimientos nos corremos casi al mismo tiempo pues he conseguido retenerme lo justito para que ella acabase, ha montado una escandalera tremenda de gemidos y grititos, yo para ser sincero también lo he hecho y al acabar me he quedado dentro de Ceci, ninguno ha roto el abrazo durante unos minutos, solo nos mirábamos y yo me perdía en sus ojos de gata.
Al rato nos levantamos me mira cuando me quito el preservativo sin perder detalle como siempre, lo anudo y lo tiro a la papelera recordando que si salgo esta noche he de tirar el saco de basura, me abraza desde atrás y me giro dándola un beso en la cara después nos levantamos y desayunamos, después la llevo al baño.
Allí la enseño para que sirve y como se usa la ducha, estoy reticente pero la libero las manos, realmente nos duchamos entre grititos de alegría y sobos por ambas partes, mi manera de enseñarla a cepillarse los dientes es hacerlo yo y dejar que me mire, después de lavar a fondo el cepillo de alguien que estaba en un vaso (ya no lo va a usar mas) se lo doy y la enseño como ha de hacerlo, gracias a ese instinto que tiene por imitar lo que ve no tarda en conseguirlo, no sin antes tragarse un poco de pasta dental y de gruñir lo que no está escrito, además se traga parte del agua del aclarado en lugar de escupirla, monta tal numerito que paso de enseñarla a hacer gárgaras.
La bola que llevaba mientras estuvimos en la cama, muestra nítidamente la marca de sus dientes de cuando esperaba ansiosa a que se la metiera, dado que se lo que aguantan esas bolas me hago una idea de la potencia de su mordisco, se la cambio por la otra que ya tenía preparada pero antes la digo:
- Ceci nena, pon la boca así.
Estoy frente a ella y pongo morritos de beso, ella me imita sin dejar de mirarme, añado:
- Te voy a dar un beso, no abras la boca ¿vale?
No la abre y no la disgusta, mis labios sobre los suyos la gustan pues me abraza con fuerza y su cuerpo se relaja entre mis brazos sus dedos acarician mi espalda, me separo antes de tentar mas a la suerte y la coloco la bola en la boca atándosela, la coloco sus guantes y sujeto sus manos por delante después la pincho su dosis de antibiótico, gruñe a la jeringuilla pero aguanta el dolor pues la digo que eso la curara, después salimos a pasear el día está mejor y sin duda saldré esta noche, pues apenas hay charcos y el terreno ha absorbido bien el agua.
Acabado el paseo dejo a Ceci en su celda, pues pienso que no debo acostumbrarla demasiado a estar arriba conmigo, si lo hiciera no podría salir a la buscar cosas fuera sin que quisiera venirse conmigo, tampoco me atrevo a dejarla suelta por allí cuando salgo aunque la duerma, pues hay demasiadas cosas que podría romper en un ataque de rabia o cabreo si se despertase sola; subo y recojo la ropa seca preparándola sobre la cama para la salida de esta noche.
Llevare la misma ropa y equipo de la otra vez, en la mochila llevare un surtido de productos varios pues no se que necesitaran mis “vecinos” aislados ni cuántos son, analizando la situación solo recuerdo la luz de aquella linterna y su ubicación, estoy seguro de que no era el reflejo de una ventana ni nada parecido aunque había luna llena y podría estar equivocado, debo asegurarme y en caso de que si haya más gente mantener una comunicación con ellos. Meto en la mochila dos walkis de la Guardia civil y cuatro baterías ya cargadas así como dos cargadores para estas con enchufe, confío en que esas personas tengan generadores y por tanto corriente de luz, añado dos brik de leche y dos botellas de agua de litro y medio, unos 20 sobres de sopas liofilizadas que solo necesitan agua, algunas latas variadas y un botiquín de urgencias bien surtido, cierro la mochila y la dejo junto a mi cetme con silenciador que limpie ayer.
A mediodía me pongo cocinar un estofado, yo le añado un poquito de chocolate (de comer) que le da al final un regustillo estupendo en mi modesta opinión, subo a la azotea a esperar a mis invitados con uno de los rifles de caza que había en el almacén de decomisos, es de una marca extraña para mi y al requisarlo solo le quitaron dos docenas de balas de un calibre distinto y poco habitual, así que las he de ir gastando para reducir el número de calibres distintos que tengo.
Al rato y después de bajar dos veces a remover el estofado finalmente aparecen algunos, desde que le hundí la nariz de un tiro a “Doña Rogelia” me he acostumbrado a ponerles motes, reconozco a varios de los que vienen habitualmente “Echopolvo” sigue arrastrando su pierna, “la Mamma” una matrona gruesa, tiene mal aspecto con un bocado reciente en su generosísimo pecho a la altura de la cintura, a la izquierda esta “Olegario” el típico tío rustico de puro paleto de debía ser un buenazo en su otra vida, ahora lleva su camisa totalmente hecha una costra de sangre seca, pero es lento y le dejo en paz, “Zanahorio” un pelirrojo melenudo, tiene lo que parece una buena perdigonada de escopeta en una pierna que parece gangrenada y casi se arrastra, después aparece otro más rápido le apodo el “Tronao” tiene pinta de pastillero y aun no ha aprendido a no venir corriendo, le he dejado en paz varias veces pero el chico no aprende, le pego un tiro en la mandíbula y parte de su cabeza se declara independiente del resto de su cuerpo cayendo a casi tres metros detrás de él entre una nubecilla de sangre huesos y restos de su escaso cerebro, sigo allí un rato pero nada, hoy no hay nadie interesante a quien cargarse y eso que han venido como treinta.
Bajo y como mientras los controlo por la cámara, hasta que se retiran a comerse al “Tronao” entonces bajo su comida a mi rubia y damos un paseo, mas tarde con ella ya en su celda y sin ataduras seguimos con sus prácticas de hablar sin que mejore, se la ve más feliz que el día anterior busca frecuentemente mis caricias y cada vez me encuentro mas agusto a su lado.
Subo y entro en el despacho del sargento, después de encerrarla de nuevo en su celda, parándome ante el mapa del pueblo ubico el lugar desde donde me hicieron señales, parece una pequeña corrala es decir cuatro edificios con un patio interior grande, mi memoria recuerda su fachada pero muy de pasada, no consigo ubicar exactamente sus puertas y el plano no ayuda mucho, te todas maneras me hago una idea de cómo llegar y por donde, sin exponerme demasiado a los moradores de los numerosos portales abiertos y a oscuras, que casi me cogieron a la vuelta de mi anterior salida.
Me tumbo y duermo un par de horas, para estar despejado y bien atento cuando salga esta noche, paseo a Ceci entre juegos y risas como siempre, cuando acaba de hacer sus necesidades y la estoy limpiando capto en sus ojos la pregunta de que si va a haber juerga, estoy indeciso pues pasaría gustosamente del resto del mundo por estar con ella, pero he de salir a recibir noticias y recibir información de quien queda y donde están, mi cuerpo me pide que me meta en la cama con ella pero sé que si lo hago, no reuniré el valor para salir de allí esta noche.
La hago el gesto que uso habitualmente, sacado de un gran cómico de televisión a la vez que digo:
- Mañana.
Mi rubia lo entiende y sonríe, no sé si lo recuerda de antes y me da igual el caso es que si lo comprende, subimos y cenamos pero como es natural su cena lleva una dosis de tranquilizantes machacados con la que he sazonado su plato, al rato esta frita y la cojo en brazos bajándola a su celda donde tras ponerla la camisa la arropo con la manta, me demoro unos segundos contemplándola y tras darla un beso salgo cerrando la puerta.
Subo me pongo la ropa y me cuelgo la mochila con los “regalos” para los aborígenes del lugar, mientras me tizno la cara observo más detenidamente las cámaras por si hay “infectados” en los alrededores, parece despejado así que compruebo mis armas y salgo como la otra vez por una cuerda en la parte sur de las murallas, solo que esta vez no olvido llevarme el saco de la basura que ya comenzaba a oler bastante, tras cerrar bien con llave las puertas del torreón.
Medio rodeo mi casa pues voy en dirección Este, cruzo sigilosamente el prado y me detengo a 50 metros de la arboleda que rodea casi completamente mis dominios, suelto el saco de plástico negro y me agacho escrutando las sombras, pues aunque ya no hay luna llena como la otra noche aun se distingue bastante, me incorporo caminando despacio cruzando aquellos cien metros poblados de arboles sombras y hojas movidas por el escaso viento, no llego a salir de la arboleda me quedo detrás del último árbol protegiéndome con su tronco y saco la linterna, lanzo varios destellos contra la ventana desde donde me hicieron señales anteayer, tres cortos, tres largos, tres cortos tres largos, cualquier idiota reconocería la señal Morse de S O S.
Funciona pero me lleva casi tres minutos de señales, finalmente el idiota o quien fuera que estaba allí se ha dado cuenta de que voy de visita, hace con su luz encendida un giro hacia su izquierda, espero que sea la dirección para llegar a su portal así que guardo la linterna cojo de nuevo el saco y me pongo en marcha, si están mirando verán salir de los arboles mi oscura figura cetme en mano.
Por aquí hay una pronunciada cuesta que acaba en un riachuelo de dos palmos de agua, ahora entiendo porque los infectados no aparecen nunca por este lado, dejo aquí arriba el saco de basura con la esperanza de que algún infectado se descuerne al intentar cogerlo atraído por su olor, seguidamente inicio el descenso poniendo especial atención al llegar al final pues alguno puede estar herido y arrastrándose por el fondo, pero hay suerte y solo algunos huesos dispersos por la zona, espero que este riachuelo no sea del que saco el agua para beber y me recuerdo que al volver debo dar un vistazo al pozo, aunque la lógica me dice que al ser subterráneo la arena y piedras filtran el agua antes de que la bomba de agua la saque.
Aquí se forma una estrecha vaguada, subo por su ladera y estoy en las últimas casas del lugar, me agacho apuntando a las casas mientras mentalmente me oriento donde ir durante unos segundos, sigo mi camino a la derecha es decir hacia la izquierda del que hizo la señal, es una suerte que aquella ventana diera al terraplén, subo y me encuentro con una bocacalle algo más adelante, en la esquina doy un buen vistazo a mi alrededor y especialmente a la calle por la que debo entrar, tiene unos 10 metros de ancha por casi 100 de larga y no hay coches en ella, en la pared de mi lado hay ventanas enrejadas y un portal a media calle, en la acera contraria un restaurante y una tienda, ambos con las puertas abiertas oscuras y desafiantes, sus paredes tienen multitud de agujeros de bala, casi al final de ese lado de la calle me parece ver un callejón igualmente tenebroso, lo que más grima da son los 14 o15 esqueletos que hay a lo largo de la calzada aparentemente desierta.
Con un suspiro de resignación me incorporo un poco y camino precavido hasta el portal, me apoyo en la puerta esperando que se abra pero no es así, en su lugar una voz de muchacho suena a mi espalda en voz baja diciendo:
- Aquí, hee oiga.
Se libra por el canto de un duro de un tiro en los hocicos cuando me giro asustado hacia la voz, me habla desde un pequeño hueco entre los cristales rajados y medio rotos de la puerta enrejada en la que me estaba apoyando, no lo había visto antes.
- Sigua y gire en la esquina – dice el muchacho- nada más dar la vuelta le abren la puerta chica.
Asiento con la cabeza y sigo mi camino con infinitas precauciones, la boca calle parece dar a un callejón donde no se mueve nada sigo hasta la esquina donde me paro y repito la operación anterior de reconocimiento del entorno, el silencio es total y estremecería al más pintado, esta calle da a una placita con una fuente en medio, la recuerdo de mis paseos de hace años y de haberla visto en el plano, tampoco aquí hay coches aparcados y la distancia a las casas de enfrente es como mucho de 40 a 50 metros, mas paredes agujereadas y muchas puertas abiertas oscuras parecen mirarme, se ven varios esqueletos, montones de carne y harapos entre dichas puertas y este edificio, en esta pared distingo otro portal a media calle, pero a unos 10 metros veo una pequeña puerta metálica que supongo es donde me ha enviado el chaval.
Me incorporo un poco y avanzo con precaución hacia ella sabiéndome observado desde la acera contraria, mi silueta oscura se debe recortar nítidamente contra la fachada de color crema de este puñetero edificio, llego a la puerta dándola la espalda y apuntando frente a mí a los portales, de dos taconazos llamo contra el metal de esta, noto como me abren y me giro entrando velozmente en el edificio un tío se aparta dejándome entrar y cierra de nuevo la puerta asegurándola con una tranca de madera transversalmente.
- Ha tardado mucho en llegar. –dice.
Lo miro echándome la gorra hacia atrás y respondo:
- ¡Joder! No sabía que había una carrera.
El tío cambia su cara seria por una de desconcierto y finalmente suelta una carcajada que coreo con ganas, me doy cuenta de que hay más gente detrás de mí y todos ríen mas o menos pero con contagiosa alegría, le tiendo la mano diciendo:
Buenas noches, me llamo Antonio Lope y soy policía del grupo GEO… pero por favor llámenme Toni.
Encantado Toni, - me estrecha fuerte y amistosamente la mano- soy Julián Cardoso y estos de ahí son mi familia amigos y vecinos, oiga el apellido Lope.
Sí señor, si ha leído el quijote ya conoce a alguien aunque muy, muy lejano, de mi familia.
Por suerte creo que igualmente valiente, -afirma Julián.
El insiste en presentarme a todo el mundo, pero son demasiados me ofrece subir a su casa a tomar una copita mientras me informa de la situación, es un hombre de más de 50 años con frondoso bigote a lo pancho villa, regordete y alto, de fuerte carácter y calculo que debió ser un personaje de joven, sigue presentándome a todo aquel con que nos cruzamos, al entrar en su domicilio me presenta a su mujer Juana y nos sentamos ante una copa de coñac, me ofrece un puro que acepto encantado y charlamos, su mujer trastea en la cocina pero sé que nos escucha atentamente.
Cree que somos más y yo soy la avanzadilla, le digo la verdad a mi manera, es decir que me vi separado de mi unidad y que cuando todo se fue al cuerno me atrinchere como él ha hecho, y que aguantamos como pudimos hasta que varios meses después todo se fastidio y me vine, le informo que estoy en el torreón y los guardias civiles que allí había han muerto, las noticias no son buenas y le impresionan bastante, al rato pregunta:
- ¿Cómo se fastidio lo de su casa?
Se lo cuento, el ya sabía que los afectados escupían también perdió gente así, aquí tienen un sistema que funciona bastante bien, a las 21,00 horas “cada mochuelo a su olivo” y la puerta cerrada con llave, si la abres y sales por la mañana a las 07,00 bien, si tardas más de un día y no respondes a las llamadas te la tapian y santas pascuas.
Pienso que es el típico modo cerril y de pueblo de hacer las cosas, pero sin duda es efectivo pues son más y aguantan más tiempo y mejor que los de mi bloque en la ciudad, el resultado canta.
Cuando me pregunta que opino de las noticias solo puedo contestar:
¿Qué noticias, llevo meses sin saber nada ni de nadie? Hasta hoy.
Pero en el cuartel tienen emisora de radio ¿no la pones?
Si claro los domingos a las 24,00 pero nada se oye.
Pues mira dentro de unas horas nos sentamos y la oirás, emiten de medianoche a la una, dan noticias del mundo y de lo que pasa, incluso dicen que han recuperado a algún enfermo recientemente mordido, pero que son más tontos que una lechuga.
Un momento ¿Julián, hoy es domingo?
Si claro, y son las diez y diez dice mirando su reloj.
Miro el mío este marca las nueve y cinco, se lo comento y se ríe a carcajadas, al pararse me dice:
- Si que estas despitao zagal, se t´alvidao cambiar la hora y de día me paice que tanbien vas despistaillo, cuando la pones ya han acabao.
Me rio con él y reconozco mi despiste mientras corrijo mi hora, el entiende que han pasado demasiadas cosas y todos hemos pasado lo nuestro.
Mira aquí mismo –dice- somos 48 personas pero empezamos siendo casi cien, muchos han caído en estos meses pero aquí estamos y hay de todo, gente del pueblo, familiares que vinieron de la capital, teníamos un turista y todo, pero se murió de un infarto el mes pasado, hombres mujeres y hasta críos por ahí corriendo que no paran, tenemos hasta un par de bolleras y un panchito…
Que respetan mucho y tratan como al resto a que sí. - le corto antes de diga una tontería.
Esa gente…
Esa gente tiene sus derechos Julián, se los reconoce una constitución que jure y aun no se ha cambiado, al menos que yo sepa, por lo que a mí respecta son como cualquier otro y me da igual todo lo demás.
Me había puesto en pie mientras lo decía, la silla se volcó y Julián se excusaba:
A mi también Toni no me mal interprete, a mi el color ni fu ni fa, ¡por mí como los paren a topos verdes! y por lo de esas tías como si se pintan a cuadros o se tiran una mula, que me da igual hombre.
Mientras no reciba quejas de ellos, todo irá bien y admito sus excusas Julián, no necesitamos más enemigos que los de ahí fuera y hay bastantes, aunque de un tiempo a esta parte habrán tenido algunas visitas menos.
Si la verdad es que hemos oído los tiros y se nota, ¿Cuántos lleva cazados?
88 seguros y dos probables desde que llegue.
¿está de guasa? No pueden ser tantos.
Si quiere puede venir conmigo y contar los esqueletos.
Julián guarda silencio, se siente amenazado pues nunca ha estado tan cerca de un asesino como yo, en mi caso es distinto ya hace tiempo cuando había una sociedad, había gente a la que no le podías decir tu trabajo especifico, decías que eras policía y punto, porque si decías que eras francotirador mas de uno y una te rehuían, sin darte tiempo a decir si te habías cargado a alguien o no.
Para calmar los ánimos abro la mochila que había dejado sobre la mesa, le muestro lo que he traído y todo les viene bien, tienen luz y generadores como ya había observado al entrar, pero empiezan a ir cortos de combustible y les vendría bien algún bidón lleno, le pregunto qué me ofrecen a cambio y me quedo asombrado cuando dice:
Muchas cosas, huevos frescos, lechuga, tomates, zanahorias, kiwis, cerdo, salchichas, hasta algo de munición si quiere y además bebidas y si le apetece una chica… también la hay.
¿También comercia con mujeres?
No hombre, yo no soy un chulo míreme no tengo ni la pinta de serlo, pero aquí cada uno ayuda y aporta lo que puede al grupo y dos de las putas del club se salvaron, cuando no “trabajan” ayudan en los invernaderos.
¿Tienen algún médico?
No esos fueron de los primeros en caer, las enfermeras y ATS lo mismo, no llegaron a salir de la clínica.
¿los demás que eran granjeros, fontaneros, albañiles?
Julián asentía o negaba mientras yo decía profesiones, miró mi fusil y dijo:
Esta el armero del pueblo que cargo su furgoneta con todo lo que pudo y no paró hasta meterla en el parking del bloque, también está el farmacéutico y su señora que hicieron lo mismo, son lo más parecido a un medico que tenemos.
Pero yo ayer fui a la farmacia y no…
Esa no, la del otro lado del pueblo, a los de esa los mordieron camino de casa el segundo día y ya no salieron de allí, pero ven que te enseño esto antes de las 23,00 hoy como has venido todo el mundo quiere verte.
Salimos al pasillo y me sigue presentando a todos, recuerdo algunos nombres la mayoría no, me indica que se reunieron los inquilinos de los cuatro bloques y decidieron cerrarlos a cal y canto encerrándose dentro, tapiaron zonas abiertas y todas las ventanas bajas, bloquearon todas las puertas menos una, la pequeña por la que he entrado y la del parking de una planta que recorre todo el cuadrado que estos forman, pero esa la bloquean con los coches además de que la han reforzado con placas de metal, la mitad del patio es una granja de cerdos y la otra mitad está repleta de invernaderos de dónde sacan las hortalizas y algunas frutas para la comida, el resto lo trajeron ellos en furgonetas directamente al parking, luego lo almacenaron en la segunda y tercera planta de uno de los edificios, todos son iguales y de tres pisos con terraza de pizarra negra, en algunos tienen placas solares que ayudan bastante en el tema de energía domestica, el agua lo sacan del arroyo con una bomba y la filtran antes de enviarla a unos depósitos que han construido, trajeron varios generadores pero ahora lo que empieza a faltar es carburante, ahí entro yo.
Volvemos a su casa cuando faltan diez minutos para que empiece la emisión de radio, hablamos de cómo se las han apañado hasta ahora, me cuenta que son 18 tíos útiles y otras 12 mujeres pegando tiros cada vez que vienen los infectados, el resto recargan armas o en el caso de los críos se esconden juntos en una casa, han gastado bastante munición pero se han cargado a bastantes de los otros también, echo cuentas rápidamente tocan a casi dos mujeres por hombre, se lo deben de pasar de vicio.
Antes de ir más lejos en mis elucubraciones el sonido de la radio me indica que son las doce y resuena la voz de un conocido locutor de radio:
- Buenas noches supervivientes.
Continuara…
Bueno amigos, ya nos enteraremos de que dice la radio, también sabremos si le interesa a Toni cambiar combustible por huevos y lechugas, o si acepta otro tipo de pago.
Que hará, se quedara con Julián y compañía o volverá con Ceci sabiendo… lo que digan en la radio.
Ya veremos, entretanto ¡Sed felices!