El Virus VR (60)

Reconquista del pueblo y vuelta a casa

Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia.

Este capítulo enlaza con el primero de la historia, pasamos página y seguimos leyendo…

Principios de Agosto.

Estoy cada vez peor de ánimos, me ha marcado el objetivo de escribir todo lo que ha pasado desde que llegué al torreón, supongo que por eso no he perdido la cabeza, además esto me sirve para recordar como era antes de ser mordido, he gastado varios cuadernos en estos recuerdos pero lo más importante es que me ha hecho pensar, intentar colocar todo en orden cronológico ha sido complicado, pues mis recuerdos más frescos eran los más recientes, el pasado era una neblina cuando comencé pero poco a poco he conseguido recordarlo mas nítidamente.

El calor es tremendo en la azotea recalentada por el sol, me queda poca comida y municiones pero no tengo ganas ni valor para volver solo al pueblo, delante del torreón yacen 62 cuerpos humanos muertos, pero también un perro, un oso y dos lobos, lo sé, los he contado según les disparaba día a día y lo sigo haciendo cada vez que me tumbo en la azotea empuñando el fusil, desde finales de Junio hasta ahora mes y pico después han ido llegando estos zombis, generalmente de uno en uno, pocas veces más tres juntos, vienen acudiendo al ruido o al olor a comida, sigo la táctica que emplee con los infectados, pero a estos no les doy oportunidades de huir, mi puntería ha mejorado con la práctica, les dejo acercarse mientras les apunto y antes de que caigan al foso ¡Bang! bicho muerto.

Lo peor es el olor, tantos kilos de carne pudriéndose ante las murallas no hacen que el ambiente huela a rosas precisamente, al principio salía e intentaba retirar los cuerpos, aquello era horrible pues cuanto más los movías más apestaban, a veces al tirar de las extremidades la carne se desprendía de los huesos, rocié algunos con gasolina pero era un despilfarro y no quedaban bien quemados, por si fuera poco el resplandor del fuego atraía a mas zombis al torreón, luego llegaron las moscas, esas carroñeras grandes y verdes se posaban en los cadáveres, después venían a visitarme, casi me volví loco apartándolas pues traían todo tipo de bacterias, ignoro si estos sucios bichos también pueden transformarse en zombis, pero me cargue a varios cientos con todo tipo de utensilios y espráis que encontré en él almacén, aún siguen llegando pero me dijeron por radio que no me preocupara, al parecer tienen pruebas de que las moscas no resultad infectadas, y aunque lo fueran no coordinarían lo suficiente sus alas como para volar, también me llama la atención que desde que enterré a Mari no he vuelto a ver hormigas por el torreón, supongo que estarán muy ocupadas ahí fuera.

Estar solo es tremendamente deprimente, llamo a “Base Tranquilidad” a las 10 y a las 22 horas, doy novedades en cada llamada y a veces charlo con el comandante González, por la noche hablo con Cecilia que está mucho más suave desde que me llamo la tarde siguiente a la muerte de Mari, hicimos las paces sin perder tiempo y aquella noche tuvimos una caliente sesión de sexo telefónico. Charlamos casi cada día, me cuenta que el niño da patadas y también que le siente moverse dentro de su barriga, dice que le habla mucho de mí y de cómo me quede atrapado mientras salvaba sus vidas, siento ganas de verla y de abrazarla, deseo conocer de nuevo a la mujer que amo y recuerdo con melancolía, pero a la que solo he visto por la pantalla del móvil, ella me recuerda mejor y dice que seremos felices juntos, por lo visto lo que viene es un niño y el embarazo se desarrolla normalmente, también me da recuerdos de Julián y de su mujer Juana, además ahora tendrá compañía en casa pues han dado por finalizada la educación de su hermana Nina, ahora ambas convivirán juntas y la ayudara en las labores domésticas, mi chica está feliz de vivir con su hermanita pero insiste en que me echa de menos.

Pasan diez días y no vuelven los zombis, estoy más aburrido que de costumbre y más moreno que una morcilla, pese a mis precauciones y ponerme cremas me ha dado demasiado el sol, me duele la cabeza así que decido pasar de estar en la azotea vigilando el bosque circundante, en lugar de eso prescindo de unos litros de mi escasa reserva de carburante, pongo en marcha el generador y activo las cámaras de vigilancia, sé que no puedo aguantar mucho más sin volver al pueblo a por mas provisiones, por la noche llamo a base y me dan la gran noticia, ¡Vuelven!

Es el comandante González quien me informa por la radio:

-      Bien Toni, mañana día 20 le necesito despierto y a punto a las 09:00 horas, deberá controlar su perímetro exhaustivamente hasta nueva orden, volvemos a Villalta.

-      Si señor entiendo, ¿Qué pasara, cuantos vendrán?

-      ¡Calma hombre! tenga usted calma que su espera se acaba, le explicare su misión si me deja.

-      Si claro adelante señor, escucho.

-      Lo primero es lo primero, nadie ha revocado su graduación y por lo visto no está muerto, por lo tanto y por lo que concierne a este mando, sigue usted siendo el teniente Antonio Lope de la milicia de Villalta; Por tanto le informo de que mañana iniciaremos la operación “Reconquista” en todo el país, en este día serán ocupados cerca de cien pueblos como el suyo, la misión de esas tropas es ocupar y mantener las localidades asignadas.

-      Magnifico, eso tiene buena pinta.

-      El mando ha dado el paso de intentar recuperar el territorio, los pueblos y las tierras más fértiles son el objetivo principal, no podemos seguir hacinando a miles de personas en los “Puntos seguros” los estamos llenando de renacidos curados y ya educados, es cuestión de tiempo que una hambruna o epidemia eche por tierra todo lo bueno que hemos conseguido, ya se empieza a notar la escasez de reservas.

-      Entiendo su situación, tanta gente hacinada no tardara en causar problemas por falta de espacio vital.

-      Correcto Toni, pero centrémonos en su labor de mañana, media hora después de que usted esté vigilando desde su azotea, es decir a las 09:30, llegara en helicópteros una escuadra de paracaidistas, estos bajaran en la plaza próxima al ayuntamiento, su misión es de reconocimiento, por tanto se desplegarán y peinaran el pueblo en busca de hostiles, si todo va bien lo notificaran y les enviaremos un pelotón completo de milicianos oriundos de su zona, con todo lo necesario para establecer una posición defensiva permanente en el lugar, usted estará en el torreón controlando el acceso del Este, ante posibles visitas de zombis o infectados, si estos aparecen cárgueselos sin contemplaciones, no deje que lleguen al pueblo, y respecto a nuestras tropas le debo avisar ¡no salga a su encuentro! solo cúbralos, recuerde que su cuarentena acaba en diez días muchacho, no quiero accidentes ni malas interpretaciones, algún tarugo podría tomarle por un zombi y pegarle un tiro.

-      Pero vendrán ¿verdad que sí? -respondió Toni- ando escaso de todo.

-      Claro que sí, apunte el indicativo de los helicópteros, ellos serán “Sierra 17” y llamaran a “Tiroloco” antes de llegar a fin de estar en contacto, ¿lo tiene?

-      Lo tengo –respondí- no olviden mis provisiones.

-      Uno de los helicópteros le dejara en la azotea un pallet con comida, municiones y combustible, tanto si la operación sale bien o mal, esa orden ya está cursada, pero no la fastidie amigo mío, en diez días le vera un sanitario para hacerle pruebas, si como espero todo va bien se reunirá con su mujer, se lo prometo y usted sabe que cumplo mi palabra.

-      No lo dudo señor, cuente usted conmigo.

-      Ya lo hago teniente, mañana va a ser un gran día, ¡corto!

Llamo a Cecilia y la doy la buena noticia, todo marcha estupendo así que nos veremos en pocos días, mi mujercita ríe contenta al otro lado del teléfono, ambos deseamos vernos para recobrar lo antes posible el tiempo perdido, incluso estaré presente el día que mi hijo nazca, challamos un buen rato haciendo planes pero debo descansar y colgamos.

La impaciencia y los nervios apenas me dejaron dormir aquella noche, había demasiadas cosas que podían salir mal en el plan, di vueltas en la cama durmiendo a ratos y cuando sonó el despertador a las 07:30 había dormido tres horas, aseo, ducha fría y desayuno, compruebo puertas y subo a la azotea con el fusil, pongo una sábana doblada bajo mi cuerpo y me tumbo bocabajo controlando los alrededores por el visor, no se advierten movimientos, cuento los cuerpos caídos alrededor todo sigue sin novedad, espero comprobando la hora.

Un momento después a las 09:25 escucho débilmente el sonido de las hélices de los helicópteros, me llaman por radio:

-“Sierra 17” para “Tiroloco” ¿me recibe?

-      Adelante “sierra 17” le recibe “Tiroloco” alto y claro.

-      Llegamos a su zona, ¿todo bien?

-      Tranquilo y en orden, adelante con su misión.

-      Gracias procederemos a orbitar el pueblo, daremos un par de vueltas de reconocimiento para alborotar el gallinero, luego desplegaremos las tropas en la plaza, corto.

-      Entendido corto.

Los aparatos llegaron, eran dos BO 109 de transporte, en sus portones abiertos se distinguían a los artilleros armados con ametralladoras pesadas, el ruido aumento según orbitaban el pueblo, entendí que su objetivo era atraer a todo bicho viviente de la zona, si quedan infectados o zombis por los alrededores acudirían de inmediato. Pero no ocurrió nada, primero bajo un helicóptero mientras el otro controlaba la plaza, luego invirtieron la situación para dejar al resto de la escuadra, seguidamente se elevaron desapareciendo por donde habían venido, la radio volvió a sonar:

-      Atención “Sierra 17 tierra” desplegados en plaza, ¿Me recibe “Tiroloco”?

-      Adelante, les recibo.

-      Desplazándonos en abanico hacia los bloques, situación en calma, ¿ve algún movimiento afuera?

-      Negativo “Sierra 17 tierra” todo tranquilo ándese con cuidado.

-      Gracias así lo haremos, corto.

Los diez hombres se desplazaron despacio vigilando cada esquina, no tardando mucho en llegar a los bloques los cuales inspeccionaron con calma, resonaron varios disparos pero no pregunté para no romper su concentración, por los alrededores del torreón no se movió nada hasta casi dos horas después, era un grupo de figuras que marchaban por el bosque en dirección al pueblo, dispare tres veces a las sombras no estando seguro de acertar a nadie, pero mi objetivo era atraerlos hacia mi posición.

-      “Tiroloco” esos disparos son suyos?

-      Afirmativo “Sierra 17 Tierra” el comité de recepción se dirigía al pueblo por la puerta del Este, me ocupare de ellos.

-      Recibido corto.

Antes de tomar de nuevo el fusil vi la vuvucela en un rincón, la tome y di varios fuertes soplidos, el ruido atronó la zona atrayendo a los zombis con más efectividad que unos disparos, surgieron cuatro del boque frente a mí y tres más a le derecha, me tumbe en el suelo y los apunté pacientemente con el Remington, primero cayeron los cuatro más cercanos con las cabezas perforadas, apunte al segundo grupo y distinguí al cartero que había estado en mi grupo de infectados, en un minuto me había cargado a sus compañeros pero a este le deje el ultimo, recordé sus golpes a traición cuando me arrebató el mando del grupo, le dispare a una pierna y sonreí al verle caer violentamente de lado, su rodilla solo era un jirón de carne y hueso astillado, se incorporó un poco apoyado en los brazos intentando gatear hacia mí, le apunte a la cara y dispare viéndole dar media voltereta por la fuerza del impacto recibido.

Llegaron seis más a lo largo de la mañana, los abatí a todos, pero no era el único en disparar pues los paracaidistas se habían apostado en los portones de la muralla, ellos se cargaban a los que fueron llegando de otras direcciones, finalmente el sargento al mando de los paracaidistas llamó a base, dando luz verde a la llegada de refuerzos para la ocupación definitiva de Villalta.

Hacia las cuatro de la tarde llegaron tres helicópteros Chinook de transporte, transportando un pelotón de Milicianos y todo lo necesario para ocupar y mantener el pueblo a salvo, su jefe me llamo por radio media hora después de tomar tierra:

-      Villalta llamando a “Tiroloco” me recibes, cambio.

-      Adelante Villalta le recibo, cambio.

-      No sé si reconoces mi voz Toni, soy Guzmán tu sargento y ahora teniente al mando de este lugar, ¿cómo te va jefe? Espero que bien.

-      Todo bien pero escaso de todo, claro que te recuerdo… confusamente pero sí.

-      Es normal no te preocupes, tengo a mi lado al brigada Lillo y al sargento Dani, todos te mandamos saludos y te comunico que va en camino un helicóptero con un palé cargado de cosas para ti, el medico te vera en diez días, pero llámanos cuando quieras y charlamos un rato, me alegro de volver y hallarte vivo.

-      Me alegro de oírte y gracias a todos por venir, nos veremos.

Nos vimos claro está, pero antes pase unos días melancólico, no es lo mismo estar solo que saber que a poca distancia tenia a mis amigos y tener por narices que permanecer aislado. Días después llegaron un médico y un asistente, ambos desconocidos pero muy profesionales, durante horas me hicieron pruebas y análisis, estos fueron enviados a su base.

Dos días después llego el veredicto, estaba sano y podía salir. Guzmán vino a recogerme en un coche y tras un efusivo saludo me llevó al pueblo, vi caras conocidas como la de Roberto y Luis el abogado, otras eran nuevas para mí, pues según me informaron el 50% de las tropas eran renacidos, una vez desinfectados y debidamente adiestrados estos hombres y mujeres estaban resultando unos soldados muy efectivos, dejando libres a los normales con más iniciativa para cargos y trabajos más útiles.

Fuimos a la cantina y tomamos algo mientras llegaban los demás, Lillo me dio un abrazo que podría haber partido a un oso, lo más cerca de oficial que podría llegar era su actual cargo de Brigada, estaba contentísimo pues se había casado con Mara y ella estaba embarazada de dos meses, Dani seguía soltero pero seguía con Paula, ella trabajaba de capataz en una fábrica de envasado, muchos de los hombres del pueblo como Roberto solo querían volver a su terruño y ocuparse de sus granjas, la producción de comida se pagaba muy bien pues ya escaseaba en muchos sitios.

Al día siguiente trajeron más personal y repuestos, apenas pude saludar a la gente pues tenía orden de embarque para volver a “Punto seguro 4” en ese mismo helicóptero. El coronel Palacios vino a recibirme, pero de camino había pasado a recoger a mi gente, apenas saltar del aparato los vi, Julián y Juana al lado de Palacios junto con Nina y sobre todo por mi rubia, Ceci temblaba de impaciencia y sonreía de oreja a oreja, no pude evitar correr a su encuentro, la abrace y nos dimos un beso profundo y muy apasionado sin importarnos nada más que aquel reencuentro con la persona amada.

-      ¿Aún me quieres? –Preguntó mi chica.

-      Más que nunca rubia, deseaba volver a tu lado.

-      Pero… estoy demasiado gorda, y a punto de…

-      ¡Estas maravillosa cariño! Espero que el niño no te de muchos problemas con sus pataditas.

-      Es un salvaje pateándome, espero que ahora se calme teniéndote cerca.

-      Tú lo has dicho Cecilia, esto se acaba y es hora de calmarnos todos juntos, ¡Te amo cielo! A partir de ahora estaremos siempre juntos.

Los días pasaron felices, el 5 de septiembre Ceci dio a luz un niño de casi cuatro kilos es rubio con ojos azules y se llama Antonio, dicen que se me parece aunque para mí que es clavadito a su madre. La vida sigue y las cosas mejoran, la familia se ha completado y me llevo de maravilla con Nina, ambos hemos decidido olvidar el mordisco que me condenó a vagar durante meses separado de Ceci.

La vida de pareja con mi rubia es mejor que antes, supongo que al ser dos desinfectados es normal que nos vaya muchísimo el tema del sexo, pero generalmente nos contenemos en unos márgenes, para no escandalizar demasiado a los vecinos ni despertar al pequeño, pero puedo decir con orgullo que no hay un solo día en que no hagamos algo demostrándonos nuestro mutuo cariño.

El virus parece estar ya erradicado, no se dan nuevos casos y los tratamientos funcionan, ocasionalmente aparece aun algún infectado aislado que es tratado con éxito. La situación mundial es terrible pues hay países e islas totalmente deshabitados, la nacional  es en comparación buena, pues literalmente se han desinfectado más de cuatro millones de personas en todo el país, unamos esto a los tres millones y pico que sobrevivieron por su cuenta, es decir solo hemos quedado vivos una de cada cinco personas.

Las ciudades no pueden mantenernos a todos así que debemos volver a repoblar, criar ganado, pescar y cultivar, el nivel de población ha retrocedido más de cien años pero con conocimientos del siglo veintiuno, supongo que la palabra más adecuada es… ¿Anacrónico? No lo sé, lo cierto es que desde los distintos “Puntos seguros” nos vamos expandiendo a medida que al ejercito limpia el terreno, nuestras ciudades se van desalojando poco a poco, los habitantes son trasladados a los nuevos pueblos reconquistados, naturalmente se procura enviar a cada uno lo más cerca posible de su localidad de origen, Ceci, Nina, el pequeño Toni y yo lo tenemos claro, volveremos a Villalta para ser felices, cuando todo acabe limpiaremos los alrededores y habitaremos el torreón, allí comenzó nuestra historia de amor y allí continuara durante mucho tiempo.

FIN


Bien amigos el relato en si podemos decir que ha terminado, pero aún me queda hacer un epilogo, en el expondré algunas cosas de cómo se desarrolla el hipotético futuro.

Agradezco los unánimes comentarios recibidos acerca del final feliz de nuestra pareja, aunque ya tenía previsto un plan B por si acaso, pero me gusta más el actual.

Espero no dejarme nada en el tintero, pero hemos tenido acción, romances y sexo en casi todas sus variantes, además de muchos tiros, batallas, artillería, helicópteros y un ataque aéreo con pepinazo incluido, perros rabiosos e infectados y zombis a manta, gente buena y tip@s malos.

Gracias por vuestra participación comentando, amigos míos… ¡sed muy felices!