El Virus VR (59)
Salida con Mari para aprovisionarse, sexo y muerte, los Zombis, la tentación de Julian.
Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia.
Finales de Junio.
Vuelvo a escribir tras varios días deprimido, el motivo es la muerte de Mari.
Jamás pensé que la muerte de una persona pudiera dolerme tanto, supongo que es porque fue la primera que conocí físicamente tras mi “renacimiento” eso me ha afectado bastante, aparte del hecho de que ahora me siento muy solo en el torreón, excepto claro está por la radio y escuchar la voz de Ceci por el teléfono, pero a veces me parece escuchar el eco de la voz y gemidos de Mari resonando en estos muros, la soledad es atroz pues me deja en intima comunión con mis recuerdos recientes, esos recuerdos… recuerdo que…
Aquel amanecer nos despertamos algo entumecidos, era el fruto de habernos dormido casi desnudos sobre la alfombra después de echar un buen polvo, tras besarnos y juguetear un poco nos levantamos alegres, el humor es una excelente herramienta para aliviar tensiones, no estoy seguro de si Mari sabia el riesgo que íbamos a correr ya que su vocabulario aún era muy limitado, pero yo sí y estaba preocupado por los peligros que podíamos hallar. Desayunamos algo ligero y nos vestimos para la salida al pueblo, las ropas son gruesas para protegernos pese al calor, ambos llevamos un pantalón vaquero y sobre este uno de lona estampado de camuflaje, en la parte de arriba una camiseta gruesa y sobre esta un jersey de lana verde de los difuntos guardias, he de confesar que pese a la ropa se marcaban bastante los pechos de mi compañera, tras un beso y recurrir a mi fuerza de voluntad aparté la mirada, Mari usaba unas deportivas azulonas y yo mis botas tácticas, me puse las trinchas con los cargadores y la pistola además de la cantimplora, el pequeño macuto con un botiquín y mi juego de ganzúas, no juzgue necesario cargar a la mujer con nada más que un macuto con agua y varios sándwiches, además de un par de cuchillos con los que ya sabía defenderse, tomé el HK Mp5 y salimos tras cerrar el torreón.
Hicimos el camino por el bosque hasta el pueblo con mil precauciones, instintivamente había tomado el papel de escolta de la mujer, “piérdele dos pasos” esa frase resonaba en mi cabeza supongo que debido a mi experiencia policial, así que me situé a su derecha y la deje avanzar esa distancia antes de seguirla, mantenía la distancia con el arma preparada y atento en todo momento a sus reacciones, el día era soleado Mari se paraba cada poco y venteaba el aire como un perro, supongo que yo hacía lo mismo sin ser consciente del hecho, nuestro instinto de conservación incluía de nuevo el olfato aguzado, tal como debieron de tenerlo los cazadores prehistóricos, pero todo fue bien no tardando en llegar a la muralla de coches apilados, por cuyo entreabierto portón accedimos al pueblo.
Decidí que lo primero sería dar una vuelta por el lugar e ir cerrando los cuatro portones de la muralla, después nos ocuparíamos de reparar y cargar el todo terreno con más tranquilidad, aquella tarea nos llevó tres horas de cauteloso recorrido, habíamos diseñado los portones basándonos en el modelo de las fortalezas de la edad media, es decir dos puertas de doble hoja gruesas y con cuatro gruesas horquillas metálicas situadas en su parte central, sobre estas se colocaba una larga viga de acero sujeta en un extremo por un balancín de cemento haciendo de contrapeso, esto permitía abrirlas y cerrarlas fácilmente con solo apoyarse en el contrapeso correspondiente, las puertas bien ancladas resistirían bien el peso y la furia de muchas personas, además el plan original era apoyar la trasera de un vehículo contra estas en caso de necesidad, aquello debía convertirlas en prácticamente inexpugnables.
Conseguimos cerrarlas todas, aunque una de las puertas del lado sur nos dio trabajo para su cierre por culpa del óxido acumulado, al pasar frente a los bloques recordé a Julián, a Lucy, Mara, el doctor, Luis el abogado, Ceci y un montón de caras más que desfilaron por mi mente, también descubrí ante los bloques varios esqueletos de infectados andrajosos, estos habían tropezado con las trampas de clavos que dispusimos hacía tiempo, clavándoselos en los pies y cayendo de bruces para clavarse más de estos en el pecho, su muerte debió ser lenta y atroz, los imaginé debatiéndose mientras más de los suyos acudían a comérselos hiriéndose a su vez los pies en su afán por alcanzar la comida, debió ser una escena estremecedora.
De vuelta al barrio de guardia que inspeccione en mi anterior visita, paramos junto al todo terreno y saqué la batería agotada, a continuación comprobé más detenidamente la rueda descubriendo que no solo ha perdido presión, tiene un arañazo profundo en la parte exterior de su cubierta por lo que deberé cambiarla, saco la rueda de repuesto que parece estar en buenas condiciones y el gato, procedo a cambiar la rueda mientras Mari se mueve alrededor del vehículo inquieta y venteando en todas direcciones, acabo el trabajo y dejo la rueda estropeada contra una esquina, llevándome la batería entramos por fin en la casona y pongo combustible en el generador, lo enciendo y conecto las pinzas a dicha batería para cargarla, Mari se acomoda en un sofá algo polvoriento mientras bajo al patio buscando una rueda de repuesto para el coche, puesto que dejamos varias preparadas en su momento.
El tiempo ha pasado velozmente me doy cuenta de es casi mediodía, llamo a Mari y apilamos junto a la entrada las cosas que debemos cargar en el coche, comida, combustible, agua, medicinas, herramientas, repuestos varios, al acabar estamos cansados y además se comienza a notar el hambre, pero me digo que debemos continuar pues cuanto antes salgamos del pueblo y volvamos al torreón mejor será para todos, por tanto regresamos al coche y conecto la batería mientras mi compañera vigila, una vez hecho esto el vehículo funciona perfectamente, pero soy consciente de que acabamos de romper la paz del lugar, cualquier infectado o renacido de los alrededores estará escuchando el motor del coche haciendo eco entre las casas; de golpe me siento atento y preocupado por todo hago subir a Mari y lo llevamos hasta la casa, aparco casi contra la puerta para ponernos a cargar entre los dos todo lo que habíamos dejado preparado.
Acabamos la carga tras media hora de trabajo pero estamos cansados y hambrientos, cierro la puerta de la calle y decido comer los sándwich que traíamos para reponer fuerzas, lo hacemos con verdadero apetito sentados en el tresillo del cuarto, quitando la polvorienta sabana nos ponemos cómodos, comemos con apetito entre sonrisas y bromas, el ambiente se va relajando pese a lo cual me levanto a mirar por la ventana, pero todo está tranquilo sin amenazas aparentes, vuelvo al lado de Mari sin poder apartar la vista de sus pechos, mi erección es patente y la veterana debe estar igualmente caliente, nos besamos un momento con deseo creciente y la prudencia da paso al sexo, acaricio sus pechos sobre la ropa y ella me responde bajándome la bragueta, hurga rebuscando la bragueta de los pantalones interiores mientras la subo el jersey, ¡por fin! acaricio sus pechos desnudos casi a la vez que ella saca la verga de su escondite.
Consigue sacarme la verga y se la mete en la boca, chupa suavemente mientras acaricio sus pechos cuyos pezones se yerguen enseguida reclamando mis caricias, el morbo y el peligro dan un aliciente especial a lo que hacemos, soy consciente de ello mientras hundo mi verga en la boca de la morena, tiro de su pelo haciendo que levante la cara y me inclino besándola mientras meto la polla entre sus pechos, ella se mece un poco a la vez que presiona sus tetas contra mi falo devolviéndome el beso, agito las caderas sintiendo el calor de la carne envolviendo mi hasta en un rápido vaivén, pero no deseo correrme así dejándola a medias y caliente.
Hago que se levante y forcejeo con sus pantalones, consigo abrírselos y bajarlos hasta las rodillas para hacerla girar apoyándose en el respaldo del sofá, su culo es aun bonito y parece reclamarme, Mari gime de ansia al sentir el prepucio rozando su chochete, entro suavemente, me esperaba caliente y untuosa, su interior es un lago de fluidos en el que me hundo una y otra vez, gime de nuevo y rota el culo para sentirme bien dentro, esta tía es la hostia pues no pierde el tiempo, grita y forma un escándalo de gemidos agudos salpicados de suspiros profundos, me hundo en ella sin pausa una y otra vez estremeciéndome de gusto cada vez que siento su tope interior, me da la impresión de que su vagina me devora, no tardamos ambos en corrernos ella rota ansiosa las caderas hasta quedarse rígida de repente, soy consciente de que se corre porque yergue la cabeza soltando un largo gemido, yo estoy a punto pero consigo sacar la verga justo a tiempo para regarla con mi corrida, desde los riñones al culo todo es un charco blanco, espesos goterones bajan por entre sus cachas hasta el vientre.
Nos limpiamos con la sabana del sofá, permanecemos unos minutos sentados relajándonos y recuperando el resuello, ¿hemos hecho bien? sinceramente no lo sé, me levanto a mirar por la ventana donde observo los alrededores, no veo nada de movimiento ni huelo a infectados en las cercanías, ella se levanta y me da un beso en el cuello, no puedo volver a enzarzarme en carantoñas ni nada sexual en este momento, la retiro suavemente y digo:
- Debemos irnos esto es peligroso, estaremos mejor en el torreón, vámonos.
Ella asiente y nos vestimos, debemos irnos rápido por si acaso hubiera alguien que nos hubiera escuchado, bajo y con el arma empuñada compruebo la calle así como las fachadas de los edificios cercanos, vuelvo a la casa y hago salir a Mari tras eso cerramos el edificio y montamos en el todo terreno, debemos salir del pueblo por el lado norte para coger el camino más corto al torreón, llegamos al portón y salimos rápido del vehículo observándolo todo, subo a la almena improvisada sobre la muralla de coches apilados, los alrededores están tranquilos tanto dentro como fuera de esta, veo a unos cien metros de la muralla una vaca quieta de pie en el prado, al verla tan tranquila supongo que no hay infectados allá fuera o el animal habría huido.
Me reúno con Mari y abrimos ambas hojas del portón, monto en el coche y paso sus puertas dejándolo a pocos metros de estas, ahora debo entrar y cerrar de nuevo sus puertas para seguidamente subir a la muralla y saltar por su parte exterior, de esta manera el pueblo quedara cerrado por completo, si hay algún infectado dentro moriría de hambre al no poder salir, por mi parte si tuviese que volver a por algo, solo debería aparcar pegado a lo muralla y trepar a la almena desde el techo del vehículo, como digo el plan es sencillo pero no contaba con lo que pasó a continuación.
Mari ha permanecido junto a las puertas para ayudarme a cerrarlas, ella tira desde fuera mientras yo empujo desde dentro, conseguimos acabar la operación sin mucho esfuerzo y la grito:
- ¡Vale subo y salto la muralla, vete al coche y ciérralo.
- Vale.
Mientras subo me cuelgo el Mp5 de la espalda para que no me estorbe al saltar, estoy en la cima cuando la oigo gritar y veo como la vaca trotando se la echa encima, Mari grita de pavor y dolor al ser alcanzada contra su puerta del coche, salto la muralla torciéndome un tobillo al caer de mala manera, pero me pongo en pie descolgándome el subfusil que monto en un gesto brusco, el todo terreno se balancea frenéticamente, no veo bien lo que pasa pues el chasis del coche se interpone en mi visión, cojeando lo bordeo y veo al animal arremetiendo aun contra la mujer, la ha ensartado en los pitones balanceándola como si fuera un muñeco, encaro el arma y disparó contra la vaca, acribillo a la bestia con todo el cargador mi “coctel de frutas” hace estragos en su carne, las balas perforantes destrozan sus huesos, las de plomo normal se le quedan dentro y las explosivas arrancan grandes trozos de carne al salir.
El animal cae al suelo, Mari se desploma aun clavada en su cornamenta, me acerco rápido observando que la vaca muerde una pierna de la mujer, todo está rojo empapado de sangre, el animal me mira al verme cerca, sus ojos son dos bolas negras aun brillantes, saco la pistola y le meto dos tiros en su enorme cabeza, solo así puedo asegurarme de que está muerta; ahora dedico mi atención a la morena, está muy mal pues tiene varias cornadas profundas, la vaca la cogió cuando montaba en el coche y el impacto hizo que el marco de la puerta la alcanzase en la cabeza y medio cuerpo, pese a todo consiguió herir al animal con el cuchillo, pero las capas de ropa no evitaron que la empitonase furiosamente, Mari tiene un corte en la cara que apenas sangra y tres cornadas, una en el esternón, otra en el vientre y la tercera en la cara interior del muslo, supongo que esta afecta a la femoral y va a morir desangrada en breve, el cuerpo roto se empapa en su propia sangre procedente de todas las heridas que tiene, además la vaca la ha mordido en la pierna izquierda, desgarrando su piel levemente pues los dientes del animal rasgaron los pantalones.
Mari boquea como un pez, intenta hablar pero debido al dolor apenas susurra monosílabos, debe de tener además algunas costillas rotas, la abrazo e intento contener su sangre pero es inútil, la mujer tarda menos de cinco minutos en morir en mis brazos dando un estertor, beso sus labios sanguinolentos sin importarme mancharme y cierro sus ojos, cargo su cuerpo en el coche y monto en el alejándome unos cincuenta metros, entonces me doy cuenta de un detalle que no había percibido, ¡el intenso olor a podrido! detengo el coche y tomo una granada de la guantera, vuelvo andando al cadáver de la vaca para darle otro vistazo.
No puedo voltearla como haría con un ser humano pues pesa demasiado, pero el costado, las patas y la cabeza me dicen bastante, este animal ya había sido atacado antes, la carne de sus patas traseras estaba pudriéndose, los ojos no eran los normales en estos animales y tampoco es frecuente que un herbívoro muerda y mastique carne, por no mencionar el fuerte olor a putrefacción que tiene, de los boquetes de los balazos se desprende una tremenda fetidez y un líquido verdoso como si llevara muerta varios días, sin embargo acabo de ver a esta vaca atacar a la carrera a mi compañera, ¿qué pasa aquí? supongo que obtendré respuesta cuando informe a la base por radio, ahora lo importante es volver al torreón pero antes arranco la anilla de la granada, digo:
- ¡Esto es de parte de Mari!
Suelto la palanca y veo brotar humo, pongo la granada bajo la garganta de la vaca y corro, cinco segundos después la explosión decapita el cadáver de la vaca esparciendo restos alrededor, llego al vehículo y vuelvo al torreón, lo primero es enterrar a Mari, saco una pala y cavo una tumba fuera de la muralla, estoy agotado y desecho en lágrimas al acabar pero no me detengo, saco su cadáver del coche y entierro a esta mujer a la que esta misma tarde hice gozar.
En el torreón me ducho y recargo mis armas, luego llamo a “Base tranquilidad” pero tardan en contestar, tras varios intentos me responde un operador, le informo del cierre de los portones y la muerte de Mari, me contesta que el comandante González no puede ponerse por estar atendiendo otros asuntos pero que me llamara en breve, al cortar la comunicación vuelve el silencio, ahora estoy solo no se escucha ruido alguno, me abruma la sensación de soledad.
Una hora después me llaman por la radio, es González y me pide un informe detallado de la muerte de mi compañera, le cuento como ha sido y lo que he observado en el cadáver de la vaca, el responde:
- Son zombis Toni, aquí también tenemos algún problemilla con ellos.
- No entiendo bien eso de los zombis, ¿Qué son?
- ¡Hostia es verdad! usted no recuerda nada de eso tras su reseteo, vera Toni es… ¿a ver cómo se lo explico…? Son unas personas más letales que los infectados, tienen los ojos como dos bolas negras y apestan a podrido ya que aunque están muertos, pero aún se mueven y atacan, ¡comprende!
- No.
- ¡Da igual! mátelos si los ve, ¡es una puta orden!
- Pero si no se lo que son… no los identificare, puedo estar matando renacidos o infectados.
- Céntrese en los ojos, si tienen dos bolas negras en lugar de ojos mátelos sin miramientos, tiro en la cabeza y nada más, sobre todo si los ve no los deje irse o extenderán la nueva infección, y esa no tiene remedio, ¿comprendido?
- Sí señor, a sus órdenes.
- Bien amigo, siento mucho lo de su compañera pero debo dejarle pues aquí tenemos jarana, debemos llevar unos cincuenta eliminados, pero siguen llegando e incluso también algún perro y otros animales grandes, le deseo suerte… ¡corto!
Intento asimilar en silencio las noticias ¿zombis, muertos que te atacan, perros? mi cerebro procesa la información pero no recuerdo haber visto nada igual, aunque comienzo a recordar algo acerca de zombis y una bomba, pero todo es demasiado confuso para mí. Un rato después intento hacer mi rutina diaria pero el olor de Mari aún se percibe en el salón, recojo sus ropas metiéndolas en una caja, abro las ventanas y subo a la azotea observando los alrededores, mis ojos siempre se detienen en el montón de tierra fresca donde yace mi compañera, me invade la tristeza.
Aquella noche llamo a Ceci por el móvil pero no me responde, desde que tuvimos aquella discusión no he vuelto a oír su voz, ella se mosqueo bastante al suponer correctamente que yo tenía sexo con Mari, ¿qué la diría, como excusarme por lo ya sucedido entre la mujer y yo? habíamos sido dos “renacidos” sucumbiendo a nuestros instintos carnales, todo el mundo sabe a estas alturas que a las personas reseteadas nos va más el sexo que a un tonto una tiza, ella debía de saberlo mejor que nadie pues ha pasado por esto, ¿cómo excusarme por algo que a mi entender no es una infidelidad?
Recuerdo muchísimo a Cecilia, ¡claro que la recuerdo! En mi cabeza y mis recuerdos siempre ha estado presente, Ceci siguió en mi cabeza incluso estando infectado dando vueltas por los bosques, todos los días creía ver su imagen por lo que puedo recordar, gracias a ella me recupere y entré en el torreón, el recuerdo tomó forma al escuchar su voz, pero encontré una mujer… otra mujer, y fue su carne la primera que acaricie en esta nueva etapa de mi vida, incluso estando con una no cesaba de pensar en la otra, ahora Mari está muerta y yo estoy agobiado sin saber bien que hacer, debo dormir y meditar como volver con mi rubia a la que quiero de verdad, además ella lleva dentro un hijo que es la prueba de nuestro cariño.
Entretanto en Punto Seguro 4, Julián y Cecilia estaba charlando en el apartamento de esta.
Después del asunto de “Vic” el fotógrafo pervertido, Cecilia había intentado proseguir con su vida, el apoyo y guía de Julián habían resultado decisivos para seguir adelante, ahora trabajaba en una planta envasadora de vegetales durante el día, al caer la tarde volvía a casa y llamaba a Toni charlando con él un buen rato antes de irse a dormir, su embarazo se desarrollaba normalmente y la barriguita de seis meses era de lo más evidente.
Aquella rutina se fastidio por los celos, Ceci suponía que su chico se tiraba a la mujer que había recogido en el torreón, nuestra protagonista solo tenía sospechas de lo ocurrido pero se sentía traicionada, la discusión con Toni fue inevitable y estaba decidida a castigarle, llevaba dos días sin responder a sus llamadas y eso era solo el principio, aquella noche Julián había subido a charlar y tomar un refresco cuando sonó el teléfono, ella le dejo sonar una y otra vez sin hacerle caso, al acabar se giró hacia Julián y dijo:
- Es Toni, ese que me engaña con otra, ¡puede esperar!
- Ceci no deberías hacer suposiciones, él te quiere.
- ¡Pero se folla a otra! solamente porque la tiene al lado.
- No sabes seguro si lo hace o no, estas celosa y nada más, ¡hazme caso! los celos son malos consejeros.
- ¡lo sé! ya lo sé, pero no puedo evitarlos ¿Cómo puede quererme desde tan lejos y con esa tía cerca? además mírame, un cerdo me violó durante días, ahora me duelen las piernas todo el día y… ¡estoy muy gorda!
- ¿Tu gorda? –respondió Julián- No cielo, tú estás embarazada y eso de la tripa es algo tan inevitable como el dolor de piernas, lo mismo que los cabreos, los celos y estos cambios de humor que tienes.
- No te creo, estas defendiendo a Toni.
- Mira rubia, mi Juana pasaba por esa fase en cada embarazo y tuvimos dos hijos, créeme que sé de qué hablo, ¡la cantidad de veces que dormí en un sofá por sus celos tontos!
- Pero me siento mal, dolorida gorda y poco deseable, seguro que no atraigo a Toni.
- ¡Pero qué dices chiquilla! estás pero que muy bien y además más guapa que antes.
- Tengo las tetas más grandes y el vientre… ¡todo se me hincha!
- Pues a mí me parecen perfectas así de creciditas, y eso que solo veo cómo te rellenan la camisa.
- ¡Pues están más grandes que antes, ¿quieres verlas?
- No puedo Ceci, si te las veo dejaremos de ser solo amigos pues querré tocarlas.
- Ya, bueno, a lo mejor te dejo hacerlo. –Ceci sonreía pícaramente soltando un botón de su escote.
Las imágenes pasaron por la mente de Julián velozmente, el inclinándose y chupando sus pechos, ellos enzarzados en abrazos y besos, caerían al suelo y la penetraría con pasión, luego ella le montaría y le cabalgaría entre suspiros hasta que ambos se corrieran empapados de sudor, la boca se le secó y puso una mano sobre las de la joven interrumpiendo sus manejos con el botón, sentía bajo la palma el calor del cuerpo y dudó un instante antes de decir con voz temblorosa:
- Estas… ¡estábamos a punto de cometer un error! pero eso no va a suceder.
- ¿Me rechazas? –Dijo Cecilia sonrojándose.
- ¡Te respeto! que no es lo mismo, estas pasando un bache en tu relación y yo no voy a aprovecharme de ti, cálmate y vete a la cama, si estas caliente hazte una paja, si necesitas hablar llámame y vendré pero ¡solo para charlar! pero si necesitas amor... llama a Toni, sabes que es tu pareja y tu mejor amigo.
- Me engaña y quiero vengarme de él.
- No seas niña, ponerle los cuernos no te ayudara nada, solo romperá la pareja que formáis, ¿y tu hijo? además se puede decir que ya le pusiste los cuernos con el fotógrafo.
- Yo no era consciente, me durmió.
- Eso dices tú ¡demuéstramelo!
- No puedo –Ceci titubeaba.
- Tampoco puedes demostrar que él te los ponga, ¡estáis igualados!
Ambos permanecieron silenciosos unos minutos, finalmente Julián se levantó y fue a la puerta, desde allí dijo:
- Mañana le llamaras y haréis las paces.
- ¿y si no lo hago qué pasaría?
- Le llamare yo, y le contare lo del fotógrafo y lo que ha pasado hoy aquí.
- No serás capaz.
- Si lo soy, ¿sabes que Toni puede hacer dos cosas? la primera es deprimirse y pegarse un tiro, la segunda es mandarte a la mierda y olvidarse de ti y del niño, en ambos casos le pierdes definitivamente, así que tú decides si le llamas y hacéis las paces o le llamo yo, ¡hasta mañana!
- ¡Espera!
Resonó un portazo y Ceci quedo sola, ¿por qué se había ofrecido a Julián? venganza, o celos, no lo sabía a ciencia cierta, aquella noche la paso inquieta y apenas durmió, pues sabía que Julián era muy buen amigo de Toni y no dudaría en contárselo, había cometido un error, su futuro dependía de lo que hiciera la tarde siguiente.
Desperté tarde pues me costó dormir, el sol estaba alto y sentí algo extraño en el torreón, supuse que la causa era el silencio, tan inusual tras aquel mes y medio en que Mari trasteaba por todas partes, me aseo y después de vestirme tomo un simple café cargado como desayuno, subo a la terraza a otear los alrededores, nada a la vista por la linde del bosque circundante, estoy a punto de bajar cuando escucho un roce en la puerta de la muralla, de camino al origen del sonido mis ojos tropiezan con un agujero en el campo, allá estaba la tumba de Mari, ahora solo es un cráter con la tierra removida ¡hacia afuera!
Bajo corriendo las escaleras, ¡no estaba muerta! mis esperanzas vuelven, ¡no estaré solo otra vez! debo de ser tonto al cometer ese error y enterrarla, seguramente solo estaría desvanecida y la tomé por muerta, salgo de la torre y subo la muralla buscándola hasta encontrarla, ella camina rodeando el muro entre este y el foso de agua, está sucia de arena húmeda de los pies a la cabeza, su pelo enmarañado oculta el rostro, me situó sobre ella y la llamo.
- Mari.
Levanta su cara, contrasta su palidez con la suciedad de la sangre reseca mezclada con arena, se detiene mirándome con sus ojos negros, estos son dos bolas brillantes que acaban de detectar la comida, su cara se torna una máscara cruel y aquel cuerpo de mujer se torna furioso, gruñe fuerte e intenta trepar por los ladrillos rompiéndose las uñas, estoy asombrado pues aquella mujer es la misma que el día anterior se estremecía de placer en mis brazos, recuerdo sus gemidos, recuerdo su cuerpo sangrante, veo sus dientes, agita las manos y uñas intentando cogerme.
¡No estoy armado! en mis prisas por bajar no he cogido ningún arma, bajo de la muralla entrando en el torreón y cierro la puerta, recuerdo las órdenes y sé que debo matarla pero no puedo hacerle eso a Mari, grito:
- ¡Vete de aquí, vete por dios o tendré que matarte!
Subo a la azotea, veo salir dos figuras del bosque atraídas por los ruidos de la mujer, tomo el rifle y veo la escena por la mira telescópica, son dos hombres infectados de mediana edad y se dirigen hacia la muralla, la presencia de Mari no les asusta pues la creen una presa fácil, ella se gira viéndolos e intenta correr a su encuentro cayendo al foso, se hunde y patalea enganchándose en el alambre espinoso del fondo, bota y arremete contra la pared del foso, agita sus brazos buscando sujetarse a algo, sus intentos de huida son frenéticos pero inútiles al tener las piernas enganchadas, los dos infectados llegan al foso y olisquean a la mujer, uno de ellos corre de nuevo al bosque como alma que lleva el diablo, el otro debe tener más hambre que prudencia y se acerca demasiado, Mari le agarra de un tobillo y le mete en el foso, ambos cuerpos pelean en el gran charco chapoteando lodo y sangre en todas direcciones, un minuto después las aguas se calman y veo la cabeza de mari asomar, está masticando un brazo.
Apunto con la mira hasta centrar su morena cabeza en la cruceta y localizo la coronilla, tenso el dedo y sale el disparo, la cara a la que tantos besos he dado sale proyectada hacia delante con sus sesos detrás, el cuerpo se desliza hundiéndose en aquel agua turbia, busco la cabeza del infectado recién muerto y se la destrozo de otro tiro, el día a comenzado mal para todos.
El resto del día lo empleo en limpiar la casa y hacer ejercicio, por la tarde hago una hoguera en el patio con todas las cosas de la difunta Mari y las veo arder recordándola, se pone el sol, aseguro las puertas de la muralla y doy una ronda, entro y ceno sin apetito pues a esta hora el sentimiento de soledad se agudiza, llamo por radio a “Base tranquilidad” dándoles las novedades del día, después me voy al sofá e intento dormir pero media hora después suena el teléfono.
Continuara…
Bueno amigos esto se acabara en breve, falta un capitulo y un epilogo.
Ya dije en su momento que el personaje de Mari no figuraba en mi idea original, no he pretendido ofender a nadie con su rescate, educación y disfrute o trágica muerte literaria, pero he intentado sacarle todo el jugo posible y confió en que lo hayáis disfrutado, repito que la idea de dejar languidecer al protagonista solo durante meses no me parecía muy atractiva.
¡Una vaca, va y se me carga a la tía con una vaca! Supongo que más de uno habrá hecho este comentario, pues si chicos y chicas y ha sido por tres motivos, el primero es homenajear a nuestro país y su piel de toro, el segundo es meter a los animales como zombis asesinos en la trama del relato, ¡cualquier animal y no el perro zombi de siempre! y el tercero es una pequeña venganza para todos los que hemos sido alguna vez revolcados por una vaquilla, mientras las madres, novias o amigas, desde las gradas y una vez pasado el susto, se reían de nuestra infinita torpeza, ¡Va por nosotros, los revolcados!
Hasta la próxima entrega no sabréis si la llamada es de Julián o de Cecilia, un pelín de intriga os vendrá bien. ¿Qué preferís, un final feliz con besos o un final distinto con los protagonistas separados? aunque yo lo tengo ya pensado, pero se podría cambiar por decisión popular, si queréis dejadme vuestra opinión en un comentario.
Informo también que a partir de la publicación de este relato, tendré mi email visible para tod@s así que si queréis decirme algo no os cortéis.
¡SED FELICES!