El Virus VR (58)
Sexo con Mari, exploración al pueblo, restos y recolección de objetos, ordenes y mas sexo.
Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia.
En la oscuridad de la noche el bosque permanecía tranquilo, el grupo de doce infectados se había echado a dormir al ponerse el sol, algunos juntos y otros más alejados del núcleo de la manada pero no demasiado; la cosa reptaba lentamente hacia ellos, el suave roce de su cuerpo sobre los guijarros y ramas pasó desapercibido entre los ronquidos de los durmientes, nunca se sabrá si fue el olor a sudor y suciedad o el calor que emanaba de los cuerpos lo que guio a aquel despojo humano hacia su presa, la realidad es que uno de los durmientes despertó de pronto gritando con aquella cosa mordiéndole en el brazo derecho, la manada despertó de pronto arremetiendo contra aquella masa de carne quemada y podrida que alguna vez meses atrás fue una persona, llovieron golpes contra aquel ser, primero puñetazos y patadas seguidos de porrazos con ramas gruesas, la cosa fue machacada y su cabeza aplastada con una roca, pero el mal ya estaba hecho y se propagaba rápido, el hombre mordido ya estaba infectado con aquel virus zombi, otros más habían recibido salpicaduras de sangre en caras, manos y bocas, durante los siguientes días estos enfermaron y murieron propagando el nuevo mal a varios de los integrantes de aquella manada, solo uno o dos huyeron vivos.
El destino del zorro fue más o menos parecido, la diferencia fue que este lo propago por distintos animales antes de encontrarse con otro grupo de humanos, dichos animales fueron: una vaca, un carnero, un perro, una culebra grande, varias ratas y algún conejo, todos ellos murieron en el ataque siendo devorados, excepto la vaca, el carnero y el perro que murieron a causa de las heridas recibidas, estos tres animales despertaron como zombis al día siguiente de ser mordidos y continuaron extendiendo el nuevo mal por distintas direcciones; respecto al zorro, este atacó a un humano y fue muerto y devorado por el resto de la manada de infectados a la que pertenecía su víctima, todos ellos murieron por comer su carne pero se levantaron como zombis (dependiendo de la cantidad ingerida) en los días siguientes; la nueva plaga se extendía rápidamente y esta vez era mucho más letal que la anterior.
Entretanto en el torreón.
Yo había cambiado de método en lo que se refería a la educación de Mari, tras recordar que lo que más motivaba a los desinfectados era el sexo decidí asumir la realidad con ese nuevo enfoque, la enseñaba a defenderse y a colaborar en las labores domésticas, naturalmente no la permitía tocar más armas que un cuchillo con el que se familiarizo a los pocos días, me interesaba dejar en el torreón a alguien que supiera defenderse antes de salir en busca de las armas y provisiones que habíamos dejado en los demás “Barrios de guardia” precisamente para estos casos de emergencia, tras cada lección recibida y superada mi amiga Mari obtenía su premio en forma de sexo, las pajas eran casi diarias lo cual debe dar una idea del interés que la madura ponía en mis clases.
Mi puntería estaba mejorando, dedicaba cada día tres disparos a distintos blancos (cajas, botellas, palos) que colocaba fuera de la muralla a distintas distancias, en diez días volví a ser un tirador aceptable aunque lento, pues dedicaba más tiempo a la precisión que a la velocidad de disparo a fin de asegurar mis blancos, me haría falta mucha más munición y tiempo para volver a ser el francotirador que una vez fui, además estaba usando uno de los cetmes cortos en posición de tiro a tiro, pues mi fusil de precisión se había quedado en el pueblo, más concretamente según fui recordando, en el todo terreno que debíamos usar los encargados de abrir las puertas justo antes de huir del pueblo, el arma debía estar allí junto con la metralleta Hk Mp5 con silenciador integrado y varios cargadores, como sabéis ninguno vivió lo bastante para volver al coche; por consiguiente mi primer objetivo era salir a recuperar el vehículo, comprobar su estado y contenido, seguidamente debía cargarlo con las reservas de una de las cuatro casas, tras eso volvería al torreón para estar tranquilo durante meses.
El plan de acción tomaba forma en mi cabeza, debía salir del torreón de día a fin de localizar bien las casas y el vehículo abandonado, eso contando con que no hubiera sido recuperado por los supervivientes, o desguazado buscando cosas por los infectados que entraron en tropel al pueblo; mi plan fue tomando forma y lo lleve a cabo dos días después, aquella noche tras preparar ropa gruesa y limpiar mis armas disponibles, me acosté con Mari dándola una buena ración de sexo.
Comencé comiéndola el chochete, aquella veterana se lo pasaba de vicio cada vez que mi lengua recorría sus labios vaginales entreabiertos, el flujo que podía llegar a producir aquella mujer me asombraba, además como pareja era muy buena pues debía haber olvidado sus inhibiciones y jadeaba y gemía sin cortarse, sus gritos de placer resonaban por las paredes enardeciéndome de deseo, lamí una y otra vez insistiendo en su clítoris a la vez que metía dos dedos en su coño, agitándolos sin pausa hasta que se corrió estremeciéndose contra mi boca; seguidamente y aun retumbando los gritos de placer en mis oídos, trepe sobre su cuerpo dirigiendo el miembro al hueco recién desocupado por mis dedos, dejándome caer la penetre salvajemente, sintiendo el calor de la ajustada y muy lubricada vagina abriéndose a mi paso, Mari me abrazaba con brazos y piernas jadeando sin cesar, apuntalé firmemente mi posición sobre ella con codos y rodillas, comenzando a mover solo la pelvis impulsando la verga dentro de su cuerpo, cada meneo era seguido por un suspiro de placer y un sonido de chapoteo.
Nuestros labios se buscaron lascivamente a la vez que aumentábamos la velocidad, sentí en un momento un tope en el prepucio que debía ser su útero, pero aquello cedió levemente y la sensación fue aún mejor por lo que ambos aceleramos los movimientos, no tardando mucho en obtener el tan ansiado orgasmo entre gritos que coreábamos ansiosos y movimientos compulsivos, he de reconocer que fui el primero en llegar, pero la fuerza de mis lleretazos en su interior más el calor del esperma, desencadenaron un vaivén frenético en la vagina de Mari que se corrió a su vez instantes después gritando de placer, nuestros cuerpos tensos vibraban a golpes de espasmos placenteros, permanecimos tumbados sin romper el abrazo un par de minutos, mientras nuestros cuerpos aun temblorosos se relajaban recuperando la respiración normal.
Tras aquel polvo nos dormimos en el tresillo como empezaba a ser costumbre, el reloj me despertó a las seis de la madrugada, me levanté tapando el cuerpo de Mari con la manta y procedí a vestirme con la ropa que había preparado, pantalones gruesos de faena, camiseta gruesa y un jersey de cuello alto, sobre estos mi chaquetón de camuflaje y un gorro de lana negro, sin olvidar mis botas tácticas de suela de goma, seguidamente me coloque el cinturón con la pistola Beretta 92 de 9Mm y dos cargadores de 15 balas de recambio, al lado izquierdo tenía dos cargadores de treinta proyectiles para el cetme de 5,56, por detrás estaba la cantimplora y mi juego de ganzúas junto al pequeño botiquín, gracias a dios aquellas cosas se habían quedado en el torreón el día que tuvimos que salir apresuradamente, en los últimos días había practicado con las ganzúas y confiaba en mi habilidad para usarlas, antes de irme puse una pastilla para dormir en la encimera de la cocina y la triture, mezclando aquel polvo en un vaso de agua se lo hice beber a Mari, así estaba seguro de que no se despertaría ni saldría a buscarme durante varias horas.
Seguidamente baje la escalera y tome el cetme de la entrada asegurándome de que estaba cargado, Salí cerrando la puerta del torreón y tras atravesar el patio salí por el portón cerrándolo tras de mí, tras pasar el foso haciendo equilibrios sobre un largo tablón dejado allí a propósito, me halle fuera de mis dominios por primera vez en mucho tiempo, no estaba seguro de mis reacciones tras todo lo vivido, pero superé el miedo, quité el seguro del fusil, puse el selector en tiro a tiro y atravesando despacio la explanada me dirigí al bosque.
Caminé por entre los árboles en dirección al pueblo siguiendo el camino de tierra, alrededor mío solo silencio hasta que comencé a oír a los pájaros, en una rama había un cuervo negro mirándome fijamente, su mirada desafiante parecía decir: humano tonto, vete a hacer ruido a otro sitio, aquí ya no pintáis nada ni tu ni los tuyos, hoy morirás y yo me comeré tus ojos. Una voz retumba en mi mente: Tener cuidado debes, el miedo, el temor y la ira, aliados del lado oscuro son; ¿joer era Yoda, el de la guerra de las galaxias?
¡Céntrate Toni! pienso mientras me detengo bajo un árbol, sé que es el miedo jugándome una mala pasada, el pánico debe estar jugando al ping pong con los recuerdos dentro de mi cabeza pues esta comienza a dolerme, imagino como actuaria el Toni de antes, tan seguro, tan valeroso y audaz, en cambio miradme ahora, estoy empapado en sudor frio y temblando ante la mirada de un cuervo, ¡debo reponerme y seguir adelante!
Aferro con ambas manos el fusil y sigo andando bajando la cuesta, el pueblo no está muy lejos pues veo detrás de los arboles la valla de coches apilados y los tejados de las casas, mis reflexiones cesan de repente tras unos pasos, supongo que el cuerpo ante la sensación de peligro a producido su correspondiente dosis de adrenalina, esta debe estar corriendo a raudales por mis venas y es la causante de mi repentina paz interior, avanzo hasta la puerta abierta en el muro de coches, cautelosamente miro a izquierda y derecha entrando sin ver nada sospechoso, veo las casas, ahora se trata de recorrer el pueblo hasta encontrar una de las que me interesan y si es posible el todo terreno que se quedó abandonado.
Encontrar el “Barrio de guardia” y entrar en él no es difícil, me lleva solo diez minutos tras localizar la piedra bajo la que se encuentran las llaves maestras, entro en la casa descubriendo armas, comida, herramientas, repuestos y gasolina para una buena temporada, pero son muchas cosas para llevar solo, así que una de dos o encuentro un vehículo, o bajo con Mari para llevárnoslo todo en varios viajes, poco animado por la idea de exponer a la mujer a los peligros de dicha excursión, decido cerrar la casa y buscar el coche.
Encuentro el todoterreno pintado artesanalmente de camuflaje en la plaza, sus puertas están entreabiertas y el interior saqueado en busca de comida, el espectáculo es desolador, aquí y allá quedan latas abiertas y restos de cajas rotas, algunas municiones tiradas por todas partes mezcladas con los restos, hallo macutos y bolsas destrozados por manos afanosas en busca de comida, recuerdo confusamente la escena de cuando desperté rodeado de infectados hambrientos, mi mente retoma el control y tras unos segundos embobado me recupero, la nieve y el consiguiente deshielo ha diseminado o estropeado muchas cosas, encuentro un macuto ileso aunque vacío así que recojo la munición y demás objetos desperdigados por el interior del coche, consigo encontrar mis armas, el fusil Remington tiene una ligera capa de óxido y su visor telescópico está roto, lo cambiare por otro de menor calidad de los que hay en el torreón, también encuentro la metralleta Mp5 pero su cargador curvo esta abollado, afortunadamente hallo la cartuchera con los dos cargadores de reserva para el arma, eso mejorara mi situación, respecto a la comida apenas queda nada en el coche, un par de cajas de puré de patatas y tres bolsas de fideos chinos, una lata pequeña de atún y otra de piña.
Sin perder de vista las casas me dedico a inspeccionar el estado del coche, tiene una rueda deshinchada y la batería descargada, el resto salvo la ventanilla delantera derecha que encuentro destrozada parece estar en buen estado, podría cambiar la rueda y sustituir la batería por una de las que hay en el “Barrio de guardia” pero no puedo exponerme a hacerlo solo, pues algún infectado podría sorprenderme mientras trabajo, regresaré con algunas cosas al torreón y mañana traeré Mari, ella vigilara mientras trabajo y luego cargaremos lo encontrado, así volveremos a casa con el vehículo bien cargado.
Regreso a casa con mis armas y el macuto, además de una garrafa de combustible de cinco litros para el generador, procedí a repostarlo poniéndolo en marcha, tras comprobar que Mari seguía dormida tomé una muy necesaria ducha caliente, pues últimamente a fin de ahorrar mis escasas reservas no eran muy frecuentes, una vez seco y vestido procedí a desarmar y limpiar las armas de óxido y suciedad, sustituí el visor del Remington por otro de un rifle de calibre raro cuya munición agoté hacía tiempo (ver primeros capítulos) este visor era de inferior calidad pero serviría, pensé con cierta dosis de humor negro, que ahora tanto el rifle como el tirador éramos de menor calidad que antes.
Mari se despertó mientras montaba la metralleta tras limpiarla, se me acerca con una sonrisa en la cara mirando la multitud de balas de distintos calibres que tengo sobre la mesa, tras un beso fugaz la dejo que trastee con ellas mientras acabo mi tarea, luego relleno los cargadores pidiéndoselas según calibres, primero las pequeñas (9Mm) cargo los de la Mp5 con lo que llamo “coctel de frutas” es decir una bala blindada, después una normal y luego una de punta hueca, así hasta las treinta de cada cargador, después las medianas (5`56) para el cetme corto y finalmente las largas para el rifle, ella se divierte participando entregándome cada bala como en un juego, la mujer es mayor pues tiene cuarenta y muchos años, pero tras su reseteo y la posterior eliminación del virus, tiene la mente de una jovencita inquieta y se divierte como tal.
Comemos y pasamos la tarde en el patio practicando con el cuchillo, sé que dependeré de ella mientras reparo el todo terreno, pero no me atrevo a darla un arma de fuego pues no está preparada aun para usarla, la explico que mañana iremos al pueblo y cuál será su cometido, es decir vigilar de cerca para dar la alarma, sé que los renacidos detectan mejor por el olor a los infectados que la gente normal, si escucha, huele o ve a alguien deberá gritar y pegarse a mí, yo la protegeré y me ocupare de la amenaza; por la noche llamo a “Base tranquilidad” informando al comandante González de mi excursión al pueblo y lo hallado en él, así como mi intención de volver al día siguiente para recuperar el vehículo y traer lo que pueda, el comandante González dice:
- Buen trabajo Toni, pero ¿está seguro de llevar a esa tal Mari como ayuda?
- Si señor la he enseñado a defenderse con el cuchillo, además es todo lo que tengo a mano y no podre vigilar bien mientras trabajo, la necesito cerca y atenta.
- Entonces de acuerdo amigo mío, entre y llévese lo que pueda aunque pienso que sería mejor para usted trasladarse a vivir al pueblo, tras cerrar las puertas de la muralla estaría más tranquilo.
- Si pero más inseguro, como ya sabe aquí domino una gran zona alrededor de la muralla, -repuso Toni- las cámaras me ayudan a controlar bien los alrededores, en el pueblo las distancias se reducen bastante, menos visibilidad y distancia entre edificios aumenta el riesgo de ser sorprendido, recuerde que muchas de las puertas quedaron abiertas.
- Respecto a eso quería comentarle algo –dijo el comandante- creo que sería conveniente cerrar las puertas de la muralla, de ese modo el pueblo quedaría cerrado y en caso de tener que volver a ocuparlo sería más sencillo para todos, bastaría enviar un helicóptero con una escuadra para revisarlo antes de mandar a un pelotón de milicianos para ocuparlo, así mas tarde podríamos llevar de vuelta al resto de los civiles, ¿se ve capaz de hacerlo en estas circunstancias?
- No se lo garantizo, entiéndame, estaré ocupado un buen rato trabajando y cargando, veré que se puede hacer antes de volver al torreón, supongo que es consciente de que puede quedar algún infectado en el pueblo, si cierro la muralla puede morir de hambre allí dentro.
- Se ha tenido en cuenta, mire Toni, una vez disperso el gran grupo que se formó tras aquella explosión en la guarida del “Hombre lobo” el alto mando ha vuelto a su plan original, debemos reconquistar el terreno perdido y eso incluye ocupar pueblos como Villalta, lo dotaremos de una guarnición e iremos repescando a cuantos desinfectados encontremos por la zona.
- Está bien comandante, cerrare esas puertas pero dejo a mi elección hacerlo mañana o en un posterior viaje.
- Con su palabra me vale Toni, le deseo suerte con el coche.
- Gracias cierro comunicación, corto.
Corté la comunicación, esos militares son la leche –recuerdo que pensé- a la mas mínima ocasión te dan un encarguito nuevo o te lían en sus planes; decidido a calmarme llame a Ceci por el móvil y charlamos un buen rato, pero ella se mostraba algo distante, achaqué el motivo a la tensión de saber que yo convivía con Mari, supongo que mi rubia sospechaba que entre la veterana y yo había algo de cama, a fin de cuentas los tres éramos renacidos (o desinfectados como queráis decirlo) y sabíamos que el sexo nos gustaba demasiado, precisamente días atrás tuvimos una ligera discusión por ese tema, en fin que para no discutir más acabamos colgando el móvil ligeramente enfadados.
Mari al verme ceñudo se me acerca en plan retozona, viste con un pantalón corto azul claro y una amplia camiseta gris, bajo cuya tela suelta se mecen sus grandes pechos no dejando mucho a la imaginación, siento el calor de su cuerpo rozándome mientras me abraza, sus pezones no tardan en erguirse duros contra la tela ejerciendo una atracción incontrolable, comenzamos a besarnos, meto las manos bajo la camiseta acariciando sus senos hasta alcanzar los pezones, tengo las manos llenas de la carne palpitante y cálida de sus pechos, ella gime y se mueve montándome a horcajadas sintiendo el bulto de la erección contra el pubis, el roce aumenta la excitación por ambas partes, subo la camiseta dejando sus tetas al descubierto y sustituyo una de mis manos por la boca, chupo alternativamente uno y otro pecho en un relevo pausado pero gozoso para mi compañera, ella alterna besos con gemidos mientras me abraza, su vientre aumenta el vaivén haciéndome tener una erección que se me antoja enorme por su carga de deseo, huelo el flujo que debe empapar la tela de su pantalón.
Su cuerpo oscila entre mis brazos, siento su lengua recorriendo mi boca apasionadamente, nuestras manos intentan abrir los pantalones a ciegas, ella gime al separarnos así puedo ver como echa la cabeza hacia atrás, está bonita con su pelo moreno corto y la boca entreabierta suspirando, hago que se apoye en el respaldo del sofá y caigo de rodillas entre sus piernas, bajando a la vez su pantalón y bragas ambos húmedos, meto la cara entre sus piernas lamiendo su vientre, Mari se contonea deshaciéndose de una patada de la ropa, abre las piernas doblando un poco las rodillas y se deja lamer.
Tiene un sabor fuerte, estaba tan mojada que me embadurna de flujo las mejillas y el puente de la nariz, abro con los dedos su coñito y paso vorazmente la lengua por toda la zona expuesta, ella tiembla gemebunda mientras lamo una y otra vez, meto la lengua cuanto puedo y simulo follarla con ella, las rodillas se la doblan cuando paso a chupar el hinchado clítoris, siento sus manos en mi cabeza apretándome contra su vientre, vuelvo a lamer los labios vaginales y aprieto la nariz contra el clítoris, ella se contonea, gime con ganas y se deja caer contra mi cara, en pocos instantes se corre entre gritos –Ahhh toni… siii tomaaaalo, siigueee aaahh… - sigue sacudiendo las caderas contra mi cara, aquello dura un momento hasta que cede la tensión antes de derrumbarse feliz.
Cae sentada contra el respaldo, esta veterana se pone muy guapa cuando se corre, su respiración esta aún agitada y yo muy excitado, la hago girar un poco a la izquierda poniendo su pierna entre las mías, la pierna derecha en alto y contra mi pecho a la vez que dirijo el miembro a su empapado chochete, entro sin problemas en aquella gruta caliente tan receptiva, siento como me oprime la verga en cada vaivén hasta hacer tope con el útero, voy lento al principio disfrutando de aquella sensación, pero es tan placentera que voy aumentando el ritmo rápidamente, tengo las manos en sus muslos impulsándome cuando miro su cara mientras la follo con ganas, Mari está jadeando con la boca entreabierta y los ojos cerrados, la camiseta ha quedado arremangada ella se acaricia los pechos y tironea de sus pezones, ver aquello me enardece aún más por lo que aumento el ritmo de la follada, ella se contonea gritando, su pierna derecha se dobla por la rodilla sobre mi clavícula, haciendo que note el talón golpeándome la espalda en cada arremetida, el placer llega veloz para ambos como indican los espasmos gozosos de la mujer, siento una repentina oleada untuosa en la verga comprendiendo que se está corriendo de nuevo, mi propio orgasmo llega de inmediato y me hundo todo lo dentro que puedo, mientras eyaculo lo que parecen litros de leche directamente en el útero de la morena, ambos formamos un pandemónium de gritos y jadeos.
Caigo sobre su cuerpo pero no deshacemos el abrazo durante unos minutos, estamos agotados pero felices y no tardamos en dormirnos, sé que mañana saldremos al pueblo y hay cierto riesgo, pero esta noche estamos relajados y es algo estupendo dormir entre los brazos de Mari, mañana será otro día y Dios dirá.
Continuara…
Bien amigos esta entrega se ha hecho esperar un poco, esto es en parte por la sempiterna duda de meter más sexo que historia o viceversa, a fin de cuentas esta página es mas de sexo que de lo otro, como atestiguan los casi 200 relatos que entran cada semana; espero que sepáis disculpar la tardanza pero por este lado del teclado me han ocurrido cosas, algunas buenas y otras malas, la buena noticia es que las malas mejoran, sin duda gracias a vuestras buenas vibraciones y comentarios amigos míos.
De todo corazón… ¡GRACIAS!
Bueno pues venga, he de terminar el Virus Vr, serán dos capítulos más y tal vez un epilogo así que vamos al tajo, mientras escribo no olvidéis ¡ser muy felices!