El Virus VR (53)
La muerte no es el final... Toni comienza sus andanzas entre los infectados.
Se recomienda la lectura de los episodios anteriores, para una mejor comprensión de la historia.
La muerte no es el final, sino un nuevo comienzo.
Soy Toni Lope, ex francotirador de los Geos, sigo escribiendo en mi diario los acontecimientos vividos durante mi estancia en Villalta; Recuerdo de manera confusa mi muerte y posterior resurrección tras ser contagiado del virus VR. La enfermedad siguió su curso y tras lo que parecía un ataque cardiaco caí al suelo aparentemente muerto; pocos minutos después tras el formateo de mi cerebro por el virus, abrí los ojos a una nueva vida, mis recuerdos de aquella época son fugaces y confusos, procurare ponerlos en orden mientras escribo, aunque ya di un anticipo de esta parte en el capítulo 11, pero vayamos al grano, recuerdo que…
Veo el cielo gris, nubes grandes y oscuras, noto a la vez frio y mal olor, un olor nauseabundo mezcla de heces podredumbre y sudor, escucho un rumor intenso de pasos cercanos, muevo el cuerpo y la cabeza a la vez que pestañeo divisando sombras cercanas, por fin distingo algo al aclarárseme la vista, ¡pies! distingo varios pies a mi lado caminando a mi alrededor, veo botas y zapatillas de varios tipos e incluso algún zapato de tacones típicamente femenino, todo tipo de calzado así como de pantalones de todo tipo, piernas más o menos cubiertas y algunas faldas, regueros de orines bajan por sus piernas, finalmente alguien tropieza con mi cuerpo y me muevo despacio gateando.
Intento moverme torpemente, me cuesta mucho hacerlo pero tras varios intentos mi cuerpo toma el control dejando la mente en blanco, primero me arrodillo pero las siluetas siguen empujando y tropezando conmigo, al fin tras varios confusos intentos consigo incorporarme, ya de pie miro alrededor atento a los que me rodean; hay de todo, hombres y mujeres de todas las edades posibles, la mayoría no me hacen caso, otros me miran más detenidamente e incluso me olisquean desconfiados, algunos me gruñen amenazantes pero no me atacan, tras algunos empujones parecen olvidarme o despreciarme, yo solo les sigo pues todos van en la misma dirección hacia una plaza cercana.
Algo más adelante veo un grupo de personas arrodilladas en el suelo, están alrededor de una figura calzada con botas militares que aún se mueven espasmódicamente, me empujan y empujo a mi vez a los de alrededor, en mi mente surge una idea “muerde” la sensación de hambre aumenta en mi cerebro, por fin consigo llegar al grupo y empujándolos consigo hacerme sitio entre ellos, veo ante mí una silueta tumbada con restos de un uniforme de camuflaje empapado en sangre, su vientre está abierto y todos comen las vísceras calientes incluso se ven costillas partidas sobresaliendo aquí y allá, recibo más golpes pero los ignoro a la vez que bajando la cabeza muerdo una cadera hundiendo mis dientes en la carne, la sangre resbala por mi boca mientras mastico un buen bocado, siento placer al satisfacer la orden de morder que domina mi mente.
Después de comer un poco fui desplazado a un lado por más gente que llegaba, me moví por el pueblo andando despacio mientras las calles se llenaban de gente, todos deambulábamos por inercia pero sin rumbo fijo hasta que llegó la noche y con ella una nevada copiosa, buscamos refugio en cualquier casa abierta donde nos agrupábamos para darnos calor, recuerdo el mal olor de tanta gente reunida en las habitaciones, pocos de ellos abandonaban el lugar para hacer sus necesidades fisiológicas, consigo hacerme un sitio al lado de un sofá, me siento en el suelo apoyando la espalda en la pared y duermo.
Al día siguiente el frio amanecer hace que todos en la casa se despierten, rugen gimen y se golpean entre si intentando salir a la calle, veo a uno atacar a un gran poster pegado en la pared pues es de un cantante con su guitarra, el viento ha debido agitarlo un poco y eso ha provocado dicha reacción; estoy hambriento al igual que los demás infectados, una vez en la calle nevada distingo a mas grupos que abandonan las casas, no estoy cómodo pues me he hecho de vientre encima y siento la plasta moverse mientras ando, veo a todos concentrarse atendiendo a los rugidos de varios jefes de manada que gruñen indicando una dirección, los grupos se mueven y voy con ellos de forma automática.
Somos muchos, muchísimos se nos han unido durante la noche, la gran multitud deambula por el pueblo hacia las salidas dirigiéndose hacia el origen del fogonazo; algo después se escucha ruido en el aire y la multitud mira hacia arriba, vemos un punto que va aumentando su silueta, vemos que suelta una nube gris al descender, dicha nube se expande y nos alcanza haciendo que caigamos dormidos al suelo, toda la multitud se desploma con pocos segundos de diferencia.
Algo mas lejos en la base de Llo…
Dentro del Puesto operativo de combate; el Coronel Palacios habla con el Comandante González por teléfono:
- ¿Está usted seguro de haber pillado al grupo grande?
- Si mi Coronel, los tenemos grabados y según los cálculos son unas 6000 personas, como sabe los demás han bordeado el pueblo o lo han evitado por llevar rumbos distintos, pero se dirigen hacia el lugar donde estaba el monasterio.
- De acuerdo, como dice el dicho: burro grande ande o no ande, ¿los ha dormido?
- Si señor están todos dormidos y seguirán así durante seis horas.
- Entonces adelante con la fase dos, fumígueles con el retrovirus en polvo.
- Tengo dudas –Dijo González- el frio es intenso en la zona, ya les hemos dormido varias veces en estos días y temo muertes por congelación.
- Sé que eso fue un argumento que ya mostraron las asociaciones de los familiares de los infectados, como bien sabe nuestro “gran líder presidencial” lo desestimó.
- Espero que esta línea sea segura, no creo que ese comentario le haga mucha gracia.
- Es segura, este usted tranquilo, bien vayamos al asunto, la orden es poner en marcha la fase dos, es decir soltar el retrovirus, ¿algún problema al respecto?
- Si señor es más bien un dilema moral, el retrovirus no ha sido debidamente testado es experimental, el “consejo de sabios” de nuestro presidente no se pone de acuerdo con respecto a su efectividad, sobre todo por el asunto ese de las distintas cepas.
- Yo también tengo dudas, pero también órdenes y estas son tajantes, suéltelo González y que dios nos ayude.
- Si me permite la pregunta ¿Quién la firma señor? no pretendo faltarle al respeto pero necesito saberlo.
- El mismo tipo que cuando todo empezó, puso trabas a la cuarentena alegando que iba en contra de las libertades del individuo, el mismo tipo que vio como la población infectada superaba y masacraba a los sanos, el mismo que dentro de un refugio veía a su pueblo sufrir y padecer sin ayudar, el mismo que nos dio órdenes de abandonar Villalta sin defenderla, ese tipo… nuestro amado presidente de la nación, tengo ante mí un fax con las ordenes debidamente firmado y sellado, solo podemos cuadrarnos y decir ¡si señor! a sus órdenes.
- Entiendo mi coronel… mensaje recibido, procedemos a fase dos según órdenes.
Las órdenes siguieron su debido curso y una hora después un C-130 sobrevolaba Villalta, soltando sobre la masa dormida el contenido de sus depósitos presurizados, una nube azul descendió suavemente sobre el lugar en forma de pequeñísimas gotas.
Rumor de pasos a mi alrededor, abro los ojos y me levanto sintiendo humedad en el pelo y ropas, el tío de delante parece pintado levemente de azul lo mismo que varios a mi alrededor, la cabeza me duele horriblemente y veo los mismos síntomas en varias personas más, aquí y allá algunos se caen y vomitan, otros sufren convulsiones y la mayoría estornudan convulsivamente, otros se convulsionan en la nieve, algunos gruñen, otros gatean al no poder levantarse para alejarse de los más agresivos, el espectáculo es atroz pero finalmente la masa se va calmando, seguimos andando pero vamos dejando atrás un reguero de figuras caídas, algunos no se levantan ni se mueven.
Nuestro avance dura poco, gruñidos, olor a sangre, ruido de mordiscos, la marea humana hace un movimiento de reflujo, tardo en comprender lo que ocurre hasta que me empujan pero no caigo, sigo al grupo y veo como dan cuenta de los muertos recientes comiendo su carne, me uno a los demás mordiendo, golpeando por hacerme un hueco y arañando a quien se interponga entre la comida y yo, mastico con ansia pues es la orden latente de mi mente la que domina mi conducta.
Llegamos al día siguiente al cráter donde estaba el monasterio, todo está arrasado o desaparecido excepto algunas piedras aquí y allá, recuerdo las ruinas de una gran construcción donde todo está fundido, rocas, hierros, del edificio apenas queda un gran bulto informe de un metro de alto, para llegar hemos pasado una gran planicie con grandes trozos de carbón que antes eran arboles enormes, desde la cima del acantilado veo una gran extensión de terreno despejado y cubierto por la nieve, en mi cerebro surge un recuerdo que dice que toda aquella extensión era un bosque.
Los días pasan, la gran masa de gente se divide en grupos más pequeños, me quedo en uno de ellos y aprendo cosas, comer es sobrevivir, procuro pegarme a los demás por la noche para conservar el calor, sigo al líder procurando imitarle pues eso reporta beneficios en forma de comida, el tiempo transcurre y voy aprendiendo, mi cabeza funciona algo mejor y de vez en cuando me asaltan ideas y recuerdos confusos, distingo por ejemplo un dato que me confunde, la mayoría de los que me rodean son adultos de ambos sexos, pero casi no hay ancianos ni niños pequeños, los enfermos duran poco en el grupo y son rápidamente consumidos, supongo que la naturaleza se ha encargado de los más débiles.
Aprendo cosas andando cerca del líder de la manada, lo más básico es bajarse los pantalones para defecar pues me molesta la entrepierna al caminar, una hembra me limpia con nieve tras romper el slip sucio y tirarlo lejos, los demás machos de la manada me tratan como si fuera un crio, tanto por mi torpeza como por mi corta barba que comienza a salir, ellos la llevan larga lo cual parece ser símbolo de estatus o de veteranía en el clan, mi primer gesto de rebeldía con uno de ellos fue castigado por el grupo con una gran paliza que me propinaron, salí de esta con cortes y contusiones diversas pero no llego a mas por la intervención del líder, el cual debió de cogerme afecto al verme siempre cerca suyo, tras rugir durante un rato consiguió que los demás dejaran en paz mi vapuleado cuerpo.
Supongo que el esquema tribal que llevábamos seria comparable al de los hombres de las cavernas, de día caminábamos y cazábamos lo que podíamos, las mujeres recolectaban frutos o hierbas comestibles, al caer la tarde comíamos las sobras que podíamos tras ver al líder comer hasta saciarse, a veces peleábamos por huesos con apenas algo de carne, después dormíamos en casas abandonadas o cuevas, incluso en alguna hondonada del bosque donde nos apiñábamos todos para conservar algo de calor, el invierno avanzaba y casi todos los días desayunábamos a quien no hubiera superado la noche.
Claro está que teníamos sexo, los integrantes de la manada formaban parejas instintivamente y las necesidades básicas hacían el resto, el líder tenía dos hembras que los demás no tocábamos, pero el resto debían luchar por sus hembras o compartirlas, seriamos algo más de un centenar de los que algo menos de la mitad eran hembras, así que las peleas nocturnas por sexo y comida eran frecuentes, ya relaté en el capítulo 11 la primera vez que tuve sexo, pero recuerdo más ocasiones como aquella vez en el bosque, en que me uní a un grupito de tres parejas y varios mirones pajilleros.
Mi atención estaba puesta en una rubia de pelo larguísimo aunque enmarañado, esta se había quitado su pantalón aunque conservaba puesto un jersey de cuello alto donde resaltaba el generoso volumen de los pechos, ella cabalgaba a su pareja un tío que llevaba los restos de un uniforme de correos y era moreno, este se había abierto la bragueta y metido su verga en el sexo femenino, ambos se movían y jadeaban sin pudor pues solo pensaban en satisfacerse sexualmente, las otras parejas no me llamaron la atención pero la chica me recordaba a alguien querido.
Los tíos que estábamos sin pareja mirábamos exaltados de deseo a las hembras, sacamos nuestras vergas pajeándonos contemplando a las parejas, estos follaban sin que pareciera importarles nuestra presencia, mientras el tipo moreno impulsaba su verga con ganas dentro de la rubia, esta no dejaba de lanzarme fugaces miradas ardientes, se apreciaban claramente sus gruesos pezones contra el jersey, mi vista pasaba de sus pechos a su húmeda vagina que estaba siendo penetrada con ganas, la humedad y los chasquidos que ambos producían me atraían como un imán, yo movía la mano cada vez más rápido masturbándome al compás de sus movimientos y jadeos intentando seguir su ritmo, recuerdo que ellos acabaron antes pues un estremecimiento recorrió el cuerpo de la rubia, a la vez que un pequeño borbotón de semen salía de su chochete al ser rellenado por la verga que alojaba dentro, ver su cara contraída de placer fue demasiado para mi pues estaba a punto de correrme, torpemente avancé unos pasos acercándome a la pareja y puse mi verga cerca de la cara de la mujer sin dejar de masturbarme, el placer llego enseguida y eyaculé contra su cara mojándosela con varios lleretazos de espeso semen, ella no se molestó por aquello sino que se rozó contra mi verga con sus mofletes, barbilla y boca.
Verla así empapada y restregándose contra mí fue demasiado para su pareja, este la golpeo desmontándola y levantándose de un salto me atacó, ambos enemigos estábamos cansados, recién corridos y con las vergas fuera de los pantalones, la lucha fue corta pero sangrienta ya que peleábamos por una hembra, el comenzó atizándome en el pecho y yo me defendí dándole un golpe en la cara, nos enzarzamos en un cuerpo a cuerpo de puñetazos y patadas, finalmente lo deje inconsciente al agacharse para coger un tronco con que golpearme, yo recordé algo instintivamente y le alcance con un golpe seco del canto de mi mano en su nuca, el tipo cayó al suelo con un gemido.
Así acabo aquel suceso, la rubia se quedó conmigo pero me gane un enemigo despechado, el tipo de correos se vengaría más tarde de mí, pero entretanto la rubia y yo nos apareábamos frecuentemente; en lo relativo a mi integración en el grupo fue favorable el hecho de tener una hembra, seguí integrándome y aprendiendo a cazar y dirigir a la manada pues apenas me separaba del líder el cual me trataba como un aprendiz destacado, comencé a comprender mejor los gruñidos y rugidos que componían el idioma de los infectados, aquello me sería útil más adelante según mi cerebro se fue aclarando y produciendo sus propias ideas, yo no lo sabía pero acabaría recordando mi vida anterior y a mi amada Ceci.
Continuara…
Bien amigos, la fase oscura de Toni continuara al menos un episodio más, la llamare “caminando entre infectados” pero no será una segunda parte de la serie, pues no sabéis lo que cuesta ponerse a imaginar ese modo de vida, me he visto varios documentales de animalitos e incluso alguno de lobos del nunca olvidado Félix Rodríguez de la Fuente.
En espera del próximo capítulo no olvidéis disfrutar de la vida y sed felices.