El Virus VR (49)
Accion y tiros, conozcamos al teniente Torres del GOES, reaparecen Iker Ana y Nina, 7021 palabras ademas de alguna sorpresa.
Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia.
Principios de Diciembre.
El zorro sabe mil trucos para cazar
El erizo solo uno para defenderse, pero es muy bueno.
(Arquíloco. Filosofo griego)
Dentro del Helicóptero se estaba bien, llevaban media hora de vuelo y aquella maquina traquetearte se había por fin caldeado, en el ambiente flotaba la típica mezcla de sudor, adrenalina, tabaco y combustible, el típico takatakatakataka sonaba amortiguado sobre nuestras cabezas, pero la vibración atravesaba las almohadillas de los asientos y te movía las caderas como si estuvieras bailando sentado, delante de mis ojos una espectacular rubia de grandes pechos agitaba su bonito trasero, estaba arrodillada mirando hacia atrás con el culo en pompa y en uniforme de enfermera, es curioso lo que la vibración de una maquina puede hacerte ver, si tienes de frente una foto pegada con celo en el botiquín adosado a la pared de este chisme.
Soy el teniente Torres del GOES, al mando de quince boinas verdes en una operación de rescate y evacuación, vamos en dos helicópteros “Blackhawk” cedidos por los americanos al FAMET, el nombre de la operación es “Matalobos” se nos dejara a tres kilómetros del objetivo en un viejo monasterio, defendido por unos treinta y tantos imbéciles, secuestradores, traidores y violadores, enclavado en lo alto de un monte con un acceso en forma de carretera sinuosa, el lugar tiene bosques alrededor y acaba en un profundo barranco, se espera que haya unos cien infectados por la zona, nuestro objetivo es liberar a una doctora y una niña, debemos cargarnos sin contemplaciones a los que no se rindan, en resumen una bicoca, algo con lo que pasar el rato este miércoles en lugar de aburrirnos en la base.
La base… humm recuerdo lo último que hicimos antes de salir, fue ayer cuando le preparamos la fiesta sorpresa a la traidora, El coronel Palacios nos informó del nombre del topo causante de la destrucción del helicóptero de Jiménez, ella se llamaba Emma noseque y curraba en la torre de control como electricista, ¡una mentira! al parecer la tía esa desviaba toda la información a un grupo de industriales corruptos de las empresas farmacéuticas, ella y un cómplice sabotearon a Jiménez poniéndole una bomba en su helicóptero, se lo cargaron junto al resto de su tripulación y dos tíos mas, ¡el bueno de Jiménez! ¿cuántas botellas habíamos vaciado juntos?
El cómplice murió el primero, lo agarramos entre tres (mis dos sargentos y yo) en su propio almacén del aeropuerto y jugamos a las cosquillas con él, ya sabéis un pinchazo con el cuchillo aquí y allá sin malicia y solo con la puntita, después de un par de horitas jugando aceptaba peticiones para salvarse y te cantaba lo que le pidieses, pero después de anotar sus informaciones le dijimos que su supervivencia no estaba en nuestras ordenes, así que se deprimió tanto que “fortuitamente” tropezó, cayendo al suelo donde para colmo de desgracia “accidentalmente” se le vino encima un palé grande y pesado con un repuesto de motor de reactor, solo sus pies asomaban por debajo del estropicio.
Emma lo pasó mejor (al menos eso espero, nosotros si disfrutamos) volvió preocupada a casa después de saber de la muerte “accidental” de su amigo, nosotros es decir mis sargentos y yo, mas algunos pilotos y tripulantes amigos del difunto Jiménez y su tripulación, la esperábamos en plan “fiesta sorpresa” para consolarla de su pérdida con entusiasmo y a fondo (al menos la consolamos un par de veces cada uno) hicimos lo posible por divertirla, pusimos la música alta para que los vecinos supieran que se lo estaba pasando en grande, e incluso la “ayudamos” a beber ella solita un par de litros de cerveza y ginebra, pero debía estar muy apenada por la muerte de su amigo, pues después de divertirnos y sacarla las claves de sus comunicaciones, la ventana de la buena mujer se rompió y ella con semen por todas partes saltó de un sexto piso, sin duda se “suicidó” asqueada de sí misma por ser tan guarra como traidora.
El sargento copiloto Nadal me da un toque en el hombro sacándome de mis recuerdos, me muestra la palma de su mano con los dedos extendidos, entiendo ¡cinco minutos! asiento con la cabeza y repito la indicación a mis hombres, todos comprobamos el equipo y las armas, meto el cargador curvo de 30 balas expansivas en mi MP5 con silenciador integrado, la monto y pongo el seguro dejando colgar el arma de mi cuello por su correa, repaso mis cargadores en sus bolsillos, compruebo el equipo de combate y la funda del cuchillo, saco la pistola HK USP Táctical con su linterna bajo el cañón y compruebo que tiene una bala en la recamara así como el seguro puesto, el resto de mi escuadra hace lo mismo comprobando y cargando, observo al sargento Valdés con su G-36 que mima como si fuera su novia.
El helicóptero se bambolea más de la cuenta al pasar una bolsa de aire, siento que se encabrita brevemente pero el piloto es bueno y recuperamos el rumbo al instante, nuestras cabezas dejan de moverse inquietas y sigo observando, algo mas allá el cabo Yanguas mete un cargador de plástico transparente de 50 balas en su corto pero letal subfusil P-90, el soldado Ríos comprueba su pistola tras haber acomodado a su lado la MG-3 ya cargada con su tambor de 50 proyectiles, paseo la mirada por todos mis hombres hasta que estos asienten, mis ocho hombres restantes que viajan en el otro pájaro estarán haciendo lo mismo, conecto el transmisor que todos llevamos, el auricular esta bajo mi gorro de lana gris y la estrecha patilla del micrófono acaba cerca de mi boca, pido confirmación y en mi oído suenan las voces de mi gente numerándose, estamos listos y devuelvo el toque al copiloto asintiendo con la cabeza, este apaga la luz y la cabina queda en penumbra.
El sonido de la turbina cambia y el takatakataka aminora un poco, siento en el estomago la sensación de vacío normal cuando el trasto baja, antes de posarnos los artilleros abren los portones laterales, el calor escapa y el frio invade el aparato, nuestros uniformes de camuflaje invernal se agitan, parece que sus manchas grises y negras sobre fondo blanco cobrasen vida, veo por fin el lugar donde nos posaremos alumbrado solo con la mortecina luz de la luna llena, es una carretera flanqueada de bosque, el viento de las hélices dispersa la nieve de las ramas, siento bajo mi cuerpo el leve choque de los patines contra el asfalto y grito:
- ¡Vamos fuera y dispersaros!
Me obedecen, todos saltan diseminándose alrededor y cubriéndose mutuamente, durante un minuto seremos solo nosotros ocho contra lo que salga del bosque, veo bajar en la oscuridad el segundo helicóptero 20 metros más lejos, el viento frio que levanta azota mi cara, este se posa y la escuadra de Loureiro se apea velozmente los ocho se dispersan y esperan ordenes, doy al piloto el OK y me alejo de la carretera, los pájaros se elevan inclinan sus morros y desaparecen de mi vista, mientras mis hombres se reúnen el olor de los pinos invade mi nariz, huele a limpio sin polución ni sudor ni nada malo, me pongo los guantes y subo mi braga de cuello, hay una buena capa de nieve entre 30 y 40 centímetros, eso ralentizara nuestro avance y hará visibles nuestro rastro pero no tenemos opciones, se que dentro de un rato sudaremos como condenados pero hemos de alcanzar el objetivo antes del amanecer, mis sargentos Valdés y Loureiro se acercan, nos orientamos con el plano y la brújula.
- Bien debemos avanzar hacia allá, - Señalo la ruta- movámonos lento pero seguro, recordad todos que estamos rodeados de infectados y en cuanto sudemos nos olerán, poned a Roa en cabeza y vámonos, solo tiros de defensa con silenciador, hasta que lleguemos iremos en columna para dejar menos huellas.
- A tus ordenes teniente. –Respondieron ambos.
Los sargentos se separaron e informaron a su gente, me coloco bien el gorro de lana y veo a Roa dirigirse hacia la ruta indicada, los demás nos pusimos en marcha siguiéndole; se llamaba Agustín Roa, era de origen valenciano (creo) era nuestro “renacido” el mando había comenzado a meter gente de ese tipo en las unidades, pues detectaban a los infectados a más distancia que nosotros los “normales” al menos eso se suponía, Roa había entrenado con nosotros y se defendía bien, era bueno con el cuchillo y pasable con un subfusil, su misión era siempre la misma en cabeza para localizar a los malos, bien cubierto claro está por un par de mis hombres, nos fiábamos de él solo lo justito.
Nos pusimos en marcha hacia el objetivo, todos atentos y guardando la distancia entre un hombre y el siguiente, intentando pisar en las huellas del precedente para ocultar nuestro numero, las armas listas y sin seguro, la mayoría empuñaban la que tenia silenciador bien fuera la principal o secundaria, caminábamos en silencio y con los cinco sentidos puestos en cada paso, el silencio en el bosque era sobrecogedor aunque yo escuchaba por mi auricular las respiraciones y maldiciones de mi gente si tropezaban, el viento soplaba entre la hojarasca y a veces hacia caer puñados de nieve de los arboles, una hora después hicimos una pausa de cinco minutos y aproveché para recordar las instrucciones de la misión, mientras tomaba un zumo en brik por su correspondiente pajita.
En la sala de despliegue el coronel palacios nos había reunido a mí y a los sargentos Valdés y Loureiro, así como a los cabos Yanguas y Pons, el oficial estaba acompañado de su jefe de operaciones capitán Navarrete, en la pared había varios planos uno de ellos ampliado y a su lado una gran foto del mismo lugar sacada desde un UAV. El coronel tomo la palabra:
- Bien teniente Torres, a usted y a su pelotón se les encomienda esta misión, he de felicitarles por la eliminación de dos topos el día de ayer, han de saber que dichas personas serán enterradas hoy, según la policía una murió de accidente y la otra cometió suicidio, el expediente “Topo” está cerrado; volviendo a la misión de hoy verán el objetivo en esta foto ampliada, tienen más detalles en el plano donde hemos marcado tanto las posiciones defensivas, como las alambradas, cercas y trampas, deben saber que la información es fiable y que la persona que nos la facilitó se jugó el cuello escapando vivo del lugar, ahora cedo la palabra al capitán Navarrete que les dará más detalles.
- Buenos días teniente, caballeros; es como ven una posición fortificada en plan chapucero, sus defensas no tienen profundidad, en cuanto que tomen un puesto podrán entrar y flanquear a la guarnición por su espalda, tendrán así el paso casi libre (salvo imponderables) para avanzar hasta el monasterio, en su mesa tienen varios croquis acerca de la distribución interna del edificio, su misión es eliminar al líder de la banda Iker Aguirre alias “el hombre lobo” así como a su segundo, un cabo de la guardia civil traidor al cuerpo y a su país llamado Pablo Vidal, además están los cuatro hijos del tal Iker que también deben ser eliminados; junto a los croquis encontraran fotos de estos individuos, remitidas por el comandante González de “Base tranquilidad” tengan en cuenta que no son actuales y ahora son un par de años mayores, tómense su tiempo para estudiarlas más tarde. Ahora veamos las entradas y sus posibilidades, Plan “A” subida por la carretera sinuosa, expuesto pero rápido, Plan “B” cuestas y barranco pequeño, desenfilado e ideal para ataque de flanqueo, plan “C” barranco alto del lado sur, solo accesible mediante lanzadores de cuerdas peligroso y expuesto, Plan “D” contornear el monte y acceder por bosque circundante, significaría meterse en la zona que dominan los “infectados” pero por allí solo hay una de las casas bunker, analicemos estos planes a fondo…
Siguieron dándonos instrucciones durante una hora, al parecer los infectados que rodeaban el monte habían disminuido, al menos no daban tanta imagen térmica como antes, pasaba lo mismo con los defensores, según los informes deberían ser 50 pero las imágenes no daban más de 30, se suponía que el frio y los ataques habían disminuido el número de ambos bandos, pero no había nada seguro; desde que llego la información hasta nuestro ataque había pasado casi una quincena, problemas burocráticos y baja preferencia del blanco habían estado a punto de anular la operación, por fin se nos había dado luz verde para la operación “Matalobos” y allí estábamos.
Las instrucciones solo habían hecho hincapié en nuestra labor, lo principal era entrar y eliminar a los cabecillas, rescatar a las prisioneras si las encontrábamos con vida y pirarnos a escape, lo secundario era aceptar la rendición de cualquier “sano” que quisiera venirse con nosotros, el tercer objetivo era localizar al grueso de infectados y avisar al avión fumigador, en pocos minutos el UAV de apodo “Dormilón” equipado con un deposito especial, rociaría con gas anestésico a dichos infectados desde poca altitud, eso nos permitiría huir hacia la carretera sin ser molestados, dos kilómetros mas allá nos reuniríamos con los milicianos locales al mando del teniente Lope, este con su gente y varios camiones nos estarían esperando para llevarnos a salvo a su pueblo fortificado, fin de la misión y posterior vuelta a casa por helicóptero al día siguiente.
Reanudamos la marcha en silencio, salvo por el crujir de la nieve al ser aplastada por nuestras botas, nos acercábamos al objetivo y no se apreciaban amenazas, algo más adelante Roa se detuvo y señalo al suelo, me acerque viendo lo que quedaba de un cadáver, había sido un infectado pues vestía restos de ropa ligera y por sus restos indicaba que había sido atacado por los suyos, pero el ataque había debido ser violentísimo, la mayoría de la carne del pecho y cabeza había sido devorada, los brazos y piernas habían sido arrancados y comidos aparte, o bien se lo habían comido entre varios o era cierto el rumor de que había osos en la zona, imposible saber cuánto llevaba muerto debido al frio reinante, era como dejar un trozo de carne en el congelador de una nevera.
Continuamos caminando hasta hallar la carretera sinuosa, estábamos al pie de la colina pero dentro del límite del bosque, mis hombres se dispersaron por escuadras revisando atentamente la zona, observamos la posición con nuestros prismáticos y sensores térmicos, los tíos a los que veníamos a atacar estaban despiertos y alerta, observándolos bien me di cuenta a la débil luz del amanecer de que aquella gente estaban de los nervios, en serio se les veía que no habían dormido y que estaban demasiado alerta, más bien temerosos de algo como si proveyesen nuestro ataque, ¡bueno el nuestro o… el de los otros! me di cuenta de que podíamos estar en tierra de nadie y rodeados de infectados, es decir entre el fuego y la sartén.
Habíamos asumido eso en el momento de aceptar la misión, pero ahora lo vivíamos en directo, usando el micro informé al todo el pelotón que extremasen la vigilancia, me llegaron los OK de todos y me sentí mejor, los sargentos y nuestros francotiradores corroboraron mi observación, a los defensores se les veía crispados y tensos, sus caras delataban cansancio, nervios, preocupación, en fin… miedo.
Aquello complicaba el plan original, este no era otro que entrar al amanecer con el sol a la espalda para que no nos vieran, rajar un par de cuellos en silencio y colarnos pillando al resto amodorrados y por la espalda, algo fácil y sencillo, ahora debíamos entrar con toda la guarnición atenta y armada esperando liarse a tiros con los infectados, lo teníamos chungo pues si nos liábamos a disparar a los defensores estos responderían, lógicamente en minutos vendrían los infectados alarmados por el escándalo y nos pillarían, debíamos entrar rápido o estaríamos bien jodidos entre la espada y la pared.
Rápidamente decidí tomar el plan B. este no era otro que dividirnos, mientras el Sargento Valdés con el cabo Yanguas, nos cubrían, “mimosín” y “cantazo” nos abrirían camino con sus fusiles de francotirador con silenciadores, además Ríos y “peta” con sus MG-3 nos darían fuego de cobertura por si había que salir de naja, el resto iríamos a un punto de la colina donde podríamos flanquear a los defensores, este punto estaba en las primeras elevaciones de la misma y en un lateral, con lo cual quedábamos ocultos, ahí solo debíamos subir un par de cuestas y un cortado vertical de 30 metros, ese punto estaba desguarnecido pues era infranqueable sin cuerdas o medios de escalada, informé a todos de que pasábamos al plan B informe a todos de sus nuevos puestos y rápidamente nos separamos, seis hombres quedaron atrás y los diez restantes flanqueamos el bosque hasta nuestro objetivo.
No tardamos en llegar a nuestro destino sin ser vistos, el cabo Pons usó su lanzagranadas para lanzar con una carga propulsora especial, un arpón con su correspondiente cuerda hasta lo alto del barranco de 30 metros, tras confirmar que estaba bien agarrada comenzamos la escalada de uno en uno, yo fue el segundo en subir ante mi tenia al soldado Vidal alias “piños” naturalmente este debía abrir paso al resto de la escuadra, apenas llegar a la cima se tumbo en el suelo y todos escuchamos sus palabras:
- Movimiento, tres tíos al sur.
- Recibido –dijo “cantazo” añadiendo- los vemos, son dos en una posición de sacos y otro que va y viene, danos un minuto y podréis pasar.
Dos disparos silenciados salieron de la arboleda, en la posición de sacos uno de los hombres recibió un impacto en el pecho y cayo doblándose hacia delante, el otro apenas se enteró de nada pues recibió un tiro en la oreja que le salió por la sien contraria, ambos hombres estaban muertos antes de caer al suelo y sin soltar ni un gemido, el caminante entretanto se acercó a “piños” pero no lo vio y paso a su lado, apenas darle la espalda el soldado se levanto y de tres rápidas puñaladas en lumbares espalda y cuello lo elimino, un ultimo empujón en la cabeza se la hundió en la nieve donde sus estertores quedaron ahogados.
Subí al lado de “piños” e hice señal a los demás para seguirnos, en breves minutos estábamos todos en la cima y a un flanco del enemigo, miramos a los muertos y reconocí al que tenía la cabeza en la nieve, era Damián uno de los hijos de Iker, distribuí por parejas a los hombres de forma que cada binomio atacara una de las casas-bunker y los dos últimos el monasterio, además di instrucciones por walkie al grupo de cobertura, los francotiradores limpiarían las posiciones de sacos y alambradas, respecto a las MG-3 solo tenían dos casas bien a la vista, así que estos debían abrir fuego contra dichas casas durante un minuto de fuego intenso para atraer la atención de los defensores, de esta manera podríamos atacarles por detrás lanzando granadas y luego entrar acribillándolos, calculé que los de las casas no atacadas correrían en ayuda de sus compañeros y podríamos cazarlos en campo abierto.
Nos distribuimos por binomios acercándonos a nuestros blancos, tardamos varios minutos en estar todos en posición pero finalmente di orden de fuego a los francotiradores, las MG se unirían a la fiesta un minuto después, una vez acabado su fuego abandonarían todos su posición en el bosque, viniendo en nuestra ayuda por la carretera y subiendo por el puesto ya despejado donde se unirían al grupo.
Entre la primera y segunda vivienda había una trinchera de poca altura, rematada con un murete de piedras y arbustos con nieve, tres hombres nerviosos se hallaban de guardia y un cuarto había ido a la casa en busca de café caliente, de repente un trozo de unos tres centímetros de la nieve del murete salto en un surtidor y el hombre que estaba más cerca se desplomó hacia atrás, sus compañeros le vieron caer y uno comenzó a agacharse para ver que le había pasado, el que seguía en pie miraba la parte en que la nieve había saltado, el tiro de “mimosín” le dio entre los ojos y literalmente le sacó los sesos por la nuca, el cuerpo cayó sobre el hombre agachado que saltó asombrado a un lado, vio los cadáveres de sus compañeros y salió de la trinchera intentando correr hacia la casa de su izquierda, dos tiros casi simultáneos le alcanzaron en el pecho y cuello haciéndole caer de bruces en la nieve.
En cada casa había una media de cuatro personas armadas, a esa hora se preparaban a desayunar y estaban en el comedor, las armas apoyadas en la mesa y sobre esta la leche caliente u otros alimentos y bebidas, el fuego de las MG-3 se centro en puertas y ventanas, primero las bajas y luego las altas por si había centinelas allí, ambas armas abrieron fuego simultáneamente y sus efectos fueron parecidos en las dos viviendas atacadas; a un superviviente le pareció que alguien llamaba a la puerta y a las ventanas velozmente con un mazo, se abrieron agujeros del tamaño de nueces en la madera de estas, se veían los veloces surcos de las balas trazadoras entrar en la umbría sala, enterrándose en la gente o haciendo saltar vasos y platos, chorretones de leche vino y sangre salpicaban las paredes, una sartén con gachas caliente recibió un impacto y saltó de repente hasta el techo, cayendo a continuación tras esparcir su contenido, fragmentos de madera, yeso, polvo, pan y más cosas caían lentamente a contraluz mientras nuevos proyectiles seguían entrando acribillándolo todo, solo los más rápidos en tirarse al suelo sobrevivieron.
Al minuto justo y tan repentinamente como había empezado, el fuego de la ametralladoras pesadas cesó, los Goes con camuflaje invernal que estaban tumbados en la parte posterior de las casas, se levantaron y arrojaron granadas en las viviendas a través de sus destrozadas ventanas, tras las explosiones de estas entraban fusil en mano acribillando las habitaciones y a cualquier figura armada que se encontrasen, fue una acción veloz y sangrienta, solo un hombre y un chaval sobrevivieron, en aquellas dos casas se contabilizaron siete muertos, Santiago otro de los hijos de Iker entre ellos, en las posiciones y barricadas intermedias habíamos matado a cinco y tomado otro prisionero.
Los supervivientes gritaban y estaban histéricos, la ropa de sus captores no les revelaba nada, no había manera de calmarlos sus gritos se repetían:
- ¡Vámonos por dios, vienen los zombis!
Me dirigí a ellos intentando hacerles razonar, ellos debían llamar zombis a lo que nosotros denominábamos “infectados” pero no hubo manera, al menos les conseguí sacar la información que necesitaba a base de decirles que nos los llevaríamos con nosotros, esta no era otra más que la ubicación del “hombre lobo” este al parecer estaba en una celda del monasterio con su querida niña, Nina la marquesita.
La parte difícil estaba hecha, si las cuentas no fallaban quedaban de nueve a quince de la banda, pues según la imagen térmica se calculaba que serian una treintena larga, yo tenía dos binomios cubriendo las casas intactas y otro el monasterio, ahora se nos unirían los seis rezagados del bosque y dispondría de nuevo de toda mi fuerza pues no habíamos sufrido bajas, mandaría a dichos rezagados a reforzar los binomios ante las casas y el resto registraríamos el monasterio.
Nos estábamos moviendo cuando llamó el cabo Pons, informando que salía gente de las dos casas más lejanas, eran pocos al parecer solo siete al mando del cabo de la benemérita y de Raúl, ordene a “piños” y Roa que se quedaran a cargo de los prisioneros e indique al sargento que los dejara acercarse a su posición mientras le reforzábamos; tres minutos después Juárez y yo nos uníamos al improvisado grupo de defensores, dado que mis rezagados estaban aún lejos, decidí acabar con los atacantes sin demora.
Éramos tres binomios es decir seis tíos contra siete atacantes, no tuvieron ninguna oportunidad, apenas nos levantamos del suelo y comenzamos a disparar, Pons le largó dos ráfagas a Raúl con su G-36 alcanzándole en el pecho y haciéndole caer, los demás hacen lo mismo es decir un par de ráfagas cortas por persona, yo disparo al guardia civil con mi MP-5 y le doy en pecho y cabeza, todos los atacantes caen al suelo en segundos, solo uno se queda parado asombrado por la velocidad de la matanza y el fusil se le cae de las manos cuando Roa le acierta en el pecho, ni uno solo de estos ha devuelto el fuego y mi grupo sigue intacto, nos acercamos a las siluetas caídas y compruebo la identidad de los muertos, envió a mis hombres a las casas restantes, vuelven momentos después con dos supervivientes que se han rendido, una mujer de unos cuarenta años y una joven de no más de dieciocho, también están aterradas y hablan de zombis, envío al cabo Pons con ellas junto a los demás prisioneros, el resto vamos hacia el monasterio.
Los rezagados se nos unen y decido entrar en el edificio con solo cuatro hombres, el cabo Yanguas, Roa y “piños” me acompañaran, el resto mantendrán la defensa del perímetro pues se empieza a notar movimiento de infectados por los alrededores, estos alertados por todo el ruido que hemos hecho comienzan a surgir del bosque circundante, aun están lejos pero pongo a mis francotiradores a trabajar, un par de mis hombres recogerán entretanto las armas y municiones de los muertos.
Según mis cálculos en el monasterio estaría Iker Aguirre, su hijo Ricardo y tal vez un par de secuaces de confianza, no espero resistencia organizada sino varios tíos defendiéndose como buenamente puedan, entramos por el portón y nos desplegamos silenciosamente, las ordenes son susurradas vía walkie o con gestos de la mano, formo binomio con Roa y registramos el comedor, la capilla central y las cocinas sin resultados, finalmente llegamos a una escalera con un tramo que sube a las habitaciones y otro que baja a las celdas del sótano, ordeno a la otra pareja que mire en las habitaciones de arriba, Yanguas y “piños” desaparecen subiendo la escalera, yo precedo a Roa bajando por el hueco oscuro y apenas iluminado, aun no lo sé pero me voy a enfrentar a un horror inimaginable.
El horror, el horror; recuerdo esa frase repetida varias veces, la dice el personaje del coronel Kurtz, interpretado por Marlon Brando en “Apocalipsis now” después de lo que vi… ahora soy yo quien la digo de vez en cuando.
El sótano no es más que un largo pasillo flanqueado de celdas (diez) con una sala grande al final, en el plano se ve perfectamente, pero en el mundo real la cosa cambia pues aquí huele como a podrido en el ambiente flotan aromas repugnantes, se escuchan apagados sonidos de gruñidos y gemidos mezclados con arrastre de pies,. del techo se filtra agua que forma charcos pequeños en el piso, hay lámparas en el techo del pasillo pero de estas solo hay tres que funcionen, sus bombillas de baja potencia dan más sombras que luz a la escena, las paredes no son lisas pues se ciñen a columnas curvas, en muchas zonas se adivina el moho verdoso, en los huecos entre columnas están las puertas de recia madera de las celdas que ha absorbido la humedad ambiental, estas puertas tienen una portilla a la altura de la cara de unos diez centímetros por la que se puede ver el interior, otra portilla cerca del suelo sirve para meter un plato de comida, junto a cada puerta veo un interruptor para iluminar individualmente el interior de cada celda.
Un presentimiento me invade, siento desazón pues mi cuerpo quiere salir de este sótano a escape, pero la misión es lo más importante y no me dejo dominar por la sensación de escalofrío que recorre ni espalda, hago una señal a Roa para que avance por el lado izquierdo y le imito por el lado derecho del pasillo, avanzamos despacio sin ruidos con las armas encaradas al frente, atentos a lo que nos salga al paso pero las puertas están cerradas aunque se escuchan sonidos detrás de ellas, vamos por las segundas cuando se abre la puerta del fondo violentamente, surge una mano empuñando un revolver y dispara tres veces al pasillo, una bala pasa entre nosotros sin tocarnos pero las otras dos se nos acercan más, en la columna junto a mi algo estalla derramando yeso y fragmentos de piedra.
Roa gime y se agacha tocándose la cara, la otra bala a impactado junto a su rostro y el surtidor de yeso le ha entrado en los ojos, el hombre se agacha soltando el subfusil y sacando su cantimplora para dejar caer un poco de agua en sus ojos, yo le cubro soltando varias ráfagas a la puerta del fondo donde los proyectiles expansivos se estrellan contra la recia puerta, el daño parece ser mínimo y esta aguanta el castigo, pero me doy cuenta de que poco pudo hacer ayudado por un hombre cegado, así que le digo que retroceda hasta la escalera, mientras le cubro de nuevo disparando el resto de mi cargador, Roa retrocede agachado hasta la curva de dicha escalera.
- ¡iker Aguirre! –Grito – soy oficial del GOES, está rodeado y vencido así que salga de inmediato con los brazos en alto.
Mientras hablo cambio mi cargador vacio por el que lleva munición perforante, estas balas blindadas penetraran la recia puerta como si estuviera hecha de cartón, no me voy a andar con tonterías con este tarado, pues me he dado cuenta del tamaño de los agujeros que ha causado con su revólver, ha usado balas explosivas o dum-dum, de haber dado en un brazo a Roa se lo hubiera arrancado de cuajo, si me da en el chaleco me romperá varias costillas o algo peor.
- ¡No voy a salir! –Grita el “hombre lobo”- tengo una niña conmigo es mi rehén, no me cojeras sin cargártela.
- No cuela Iker, ya sabemos que es una infectada.
Yo había leído el informe y sabía lo mal que reaccionaba este individuo ante los insultos contra la niña, así que jugué esa baza gritándole mientras me agachaba cubriéndome bien tras la columna, con el pulgar cambie el selector de mi MP-5 de “Ráfaga” a “Automático”:
- ¡De hecho sabemos que es tu putilla a la que te zumbas cuando te sale de las pelotas! no venimos a por esa zorrita y de hecho está previsto que muera en el asalto…
- ¡Nooo… Hijo de perra no la vas a matar!
La puerta se abrió una cuarta y asomo de nuevo el revólver por ella a media altura, atronando el pasillo mientras disparaba seis veces, los tiros me pasaron cerca y reventaron en varias columnas alrededor mío, escuche la puerta cerrarse e imagine al tipo con la espalda apoyada contra la madera, rápidamente me levante y dispare contra la puerta cerca del marco de esta y a más de un metro de altura, pues imagine que la niña estaría más a cubierto o al menos agachada, en cuatro segundos aparecieron veinte agujeros en la madera y se escucho un fuerte grito al otro lado acompañado por un gemido infantil seguido del ruido de un cuerpo que caía.
De un empujón entré en la sala tras mover el corpachón de Iker a un lado, aquí había más luz y apenas verme la niña corrió hacia mi intentando morderme, de un culatazo la tire al suelo y con las bridas que llevaba colgadas en el cinturón la ate las manos y piernas, seque de uno de mis bolsillos un trozo de esparadrapo y la tapé la boca dejándola tirada inofensivamente a un lado, entonces me percaté de que solo llevaba puesto un pijama y una camisa del viejo, volviéndome a ver a Iker confirme mi primera impresión, el tipo se moría con los pulmones perforados por cuatro balazos más un par de propina en sus tripas y otro en su hombro derecho, de su boca salía espuma sanguinolenta cuando dijo:
- No la mates… no mates a mi Nina… por favor.
- No se preocupe Iker, no la matare era solo un truco para que usted asomara, venimos a por ella y a por la doctora, por cierto ¿Dónde está?
- ¡vete, iros rápido… cof… - una pequeña bocanada de sangre oscura con burbujas de aire salió de su boca- iros de una vez… la otra ¡maldita sea su estampa!... esta muerta, muy muerta… de hecho cada día la mato otra vez…
- Vamos hombre no sea tonto, solo se puede matar una vez a alguien, esta medio muerto así que confiese donde está y acabemos, se lo pondré fácil y en vez de hacerle sufrir le volare la cabeza y punto final.
Por el pasillo se escuchaba llegar a Roa acompañado de “piños” y el cabo Yanguas, me giro y les digo que vistan con ropa de abrigo a la niña y la saquen, después ya miraremos con precaución en las celdas, Iker me sujeta de la ropa y dice:
- No lo hagas, dejalo… mátame y vuela este lugar… estamos condenados… los zombis no deben salir, ella fue la culpable… se murió y huyo… mordió a varios de fuera… y también a Ricardo cuando fuimos a buscarla… se propaga rápido en un par de días… y ya no mueren ¡ni viven!
- Esta delirando Iker, eso no es posible solo están infectados y se les puede curar, lo sabe la infección se acaba a los pocos meses además…
- ¡Mierda, ve a la cuarta celda! Cof, cof… ella está ahí…lo comprenderás.
El hombre estaba congestionado, se ahogaba en su propia sangre al no poder respirar, el neumotórax provocado por los balazos lo mataba rápidamente, decidí dar un vistazo a la cuarta celda.
Llegue a la puerta y abrí la trampilla superior, una silueta se movía dentro en la oscuridad, di al interruptor y la bombilla del techo se encendió; era la doctora Ana o más bien lo que quedaba de ella, estaba ahorcada de un gancho situado en el techo de la celda y tenía sus pies a un palmo del suelo, al notar ruido en la puerta se activó de golpe, sus ojos eran dos bolas totalmente negras y me miraban, agitaba la piernas como si caminase y tendía sus brazos hacia la puerta como intentando cogerme, me fije en más detalles según se acostumbraban mis ojos a la poca luz del interior, ella estaba desnuda y vi su cuello amoratado y despellejado por la fricción de la apretada cuerda, lo que me había parecido un camisón marrón oscuro no era otra cosa que su propia sangre coagulada, realmente Iker debía haberla matado a diario, parte de su vientre solo era un agujero por el que se veía la pared de enfrente, supuse que la habría metido un par de dum-dum a bocajarro, una barra de hierro afilada la atravesaba de lado a lado entrando por su hígado y saliendo por su espalda, además todo su pecho mostraba huellas de haber sido apuñalado bastantes veces, de hecho tenia cortes en muñecas brazos y piernas, solo su cara parecía intacta pero salvo para gruñir no despegaba los labios, al oscilar de la cuerda me pareció apreciar que su espalda estaba igual de maltratada que el resto.
Encontré en otra celda a Ricardo, también era un zombi lo mismo que los demás ocupantes de estas, mi horror y temores aumentaban entre bocanadas de fetidez y vistas de cuerpos más o menos mordidos y purulentos, en las ultimas estaban varias mujeres que supuse que serian las “amigas especiales” relatadas en el informe, en resumen me lleve unos cuantos sustos y una impresión tremenda que me acompañaría durante mucho tiempo, nada se podía hacer por ninguno de los encerrados así que decidí “enterrar” el asunto.
Use el comunicador para llamar a “petardo” el experto en voladuras del grupo, para que preparase varias cargas a fin de cegar la escalera de acceso a las celdas, así como a “tiritas” el médico para que recogiese muestras de sangre y fluidos de la doctora, de fuera me informaron que estaban matando infectados a buen ritmo, no eran numerosos pero no paraban de salir del bosque, pedí al sargento Loureiro una situación aproximada del grueso de ellos y solicite la presencia del UAV “Dormilón” para ponerlos a dormir, también ordené al sargento Valdés que preparase los vehículos que encontrase para salir a escape del lugar con nuestros prisioneros y las armas recuperadas, el plan de huida seguía adelante.
Cuando volví junto a Iker este aun vivía pero estaba inconsciente, “tiritas” llegó enseguida y me recomendó que no lo moviera pero yo tenía otros planes, así que con su ayuda lo lleve a la cuarta celda y le dejamos en el catre esquivando como pudimos el zombi colgante de la doctora, mi sanitario no tardo en tomar muestras de sangre y fluidos de ella y salimos cerrando de nuevo la puerta, le dije que fuera a los coches y mantuviera las muestras a salvo, seguidamente abrí la trampilla de la puerta y metí mi pistola por el hueco, de un tiro al gancho rompí la cuerda que ahorcaba a la doctora, su cuerpo cayó al suelo, el sonido despertó a Iker que grito aterrorizado al ver como la mujer se levantaba del suelo y se le venía encima, cerré la portilla y apague la luz pues siempre he sido un romántico así que me pareció prudente dejar a la pareja en paz, ahora tendrían tiempo de sobra para conocerse bien.
Salí al patio y me encontré con “petardo” este ya había dispuesto unas cargas en la escalera, nos alejamos y volamos el acceso, nadie entraría o saldría jamás de aquel sótano ni de sus celdas, seguidamente fui a las casas y me encontré a Valdés, el me informo que tenía cuatro vehículos listos entre ellos el todo terreno de la guardia civil, Loureiro por su parte me informó de la concentración de “infectados” indicándome que según los francotiradores algunas víctimas de sus disparos se levantaban de nuevo al caer y solo morían de un tiro en la cabeza, recordé las palabras de Iker cuando me contó que Ana había salido del complejo, debió morder a varios infectados antes de volver a ser capturada mordiendo en el proceso a Ricardo.
Transmití las nuevas coordenadas para “Dormilon” el aparato llego en breves minutos y soltó su carga de gas con precisión en la zona de avance de los infectados y en la linde del bosque, casi todos montamos en los coches excepto los francotiradores que se entretuvieron unos minutos de mas abatiendo a cuatro figuras, los zombis no respiraban pues ya estaban muertos, con lo cual el gas no les hacia ningún efecto y por tanto fueron los únicos en permanecer en pie, cuatro tiros en sendas cabezas solucionaron el problema, por lo que a mí respecta se acabaron los zombis de Ana.
Recogimos a los francotiradores y salimos con los vehículos, era una pena dejar comida en las casas pero nos faltaba espacio, al menos liberamos a las vacas y demás animales de granja, dándoles una oportunidad de sobrevivir; nuestros coches avanzaron por la carretera sinuosa en dirección a Villalta, un par de kilómetros mas allá encontramos a los milicianos del teniente Lope que nos recibieron con alegría, charle con el jefe Toni es un tipo amable y curtido, parece alguien en quien puedes confiar y me cayó muy bien, regresamos todos juntos a su pueblo y el viaje transcurre sin novedad.
--------------------------------** Fin del informe del Teniente Torres del GOES.----------------------------------------------
Cerca del monasterio y sus casas abandonadas, corretean unas gallinas sueltas, algo más lejos una vaca rumia paciente, el escándalo y los ruidos cesaron hacía horas, en el suelo hay caídos bastantes cuerpos de ambos sexos que parecen muertos, de algunos salen ronquidos más o menos fuertes, del bosque salen algunas figuras mas que avanzan hasta tropiezan con los caídos despertándolos, estos rugen o gimen y aquel ruido despierta a los demás, el efecto del narcótico a desaparecido, el nuevo sentimiento en la mente de aquellos infectados es “hambre” por lo cual hacen lo que siempre han hecho en esas circunstancias, se comen a los muertos recientes en grupos de tres o cuatro por cada cadáver, unos cincuenta infectados se alimentan sin ser molestados y algunos encuentran un nuevo sabor en “ciertos” caídos, la reacción de sus cuerpos al nuevo menú no tardara en hacerse notar.
Continuara…
Bien amigos, en este episodio casi no aparece Toni ni nadie de los habituales protagonistas, algunos estarán decepcionados pero espero que me perdonéis por este sorprendente nuevo giro de la historia, pero era necesario para situar a Nina en Villalta y Toni había prometido no molestar al “Hombre lobo” en todo el invierno.
Naturalmente habrá quien piense “menuda excusa” u “este episodio no tiene sexo” o “tendrá poco que contar del pueblo” tal vez alguno piense que estoy tratando de presentar a un personaje como el Teniente Torres para la segunda parte de la serie, ¿Qué os parece? Si el tío os a parecido bien solo tenéis que decirlo y será como siempre tenido en consideración, espero que el relato os guste salvo ciertos sangrientos detalles que no obstante dan fuerza a la historia, espero también que el final de Iker y Ana os parezca bien.
Sé que habré cometido faltas de ortografía, acentos mal colocados y algunos laísmos, ruego vuestra indulgencia si los hayáis, pero es fácil cometer algún error en un texto de 7021 palabras.
Como siempre no os cortéis a la hora de dejar comentarios y sugerencias, de antemano os doy las gracias por ellos, tampoco olvidéis…
¡Ser felices!