El Virus VR (47)

El sueño de Cecilia, una visita en el bosque, la vuelta al pueblo.

Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia.


Diario de la infección, noviembre.

Cecilia estaba sobre la cama de rodillas, su hombre la follaba desde atrás y de vez en cuando la daba un azote en el culo, ella jadeaba estremecida de placer al sentir la verga perforándola, sintió el peso del macho venciéndose hacia delante sobre su espalda y las manos de este sobre sus tetas, los dedos apretaban la suave piel y estimulaban sus pezones sin pausa, los suspiros se volvieron más frecuentes mientras la joven sentía su vagina repleta de carne que no cesaba en su vaivén, el placer aumentaba y sintió un estremecimiento que anunciaba la llegada del orgasmo, la rubia se dejo invadir por la cálida sensación y no se retuvo, gimió anunciando su corrida mientras esta le llegaba, el fogonazo del orgasmo la estremeció de pies a cabeza y sus brazos temblaron haciendo que cayera hacia delante, a la vez que sentía dentro de su cuerpo la sensación de vacío cuando él salió de su interior, la hizo girarse de rodillas ante él y metió la verga entre sus pechos, ella sujetaba y oprimía con la trémula carne de sus grandes tetas el tieso balano que iba y venía entre ellas, no duraría mucho y deseaba ver surgir el esperma de aquel prepucio tenso y casi violáceo ardiente de deseo, en breves instante su deseo se cumplió cuando las chorretadas de blanco semen la alcanzaron en la barbilla y cuello salpicándola toda, Ceci abrió la boca y bajo la cabeza intentando engullir algo del liquido que surgía empapándola los pechos y el cuello, lo consiguió y se deleito con el sabor mientras el hombre jadeaba de gozo sujetándose a sus hombros para no caer de la cama.

El se tumbo a su lado buscando abrazar su cuerpo y buscó la boca para un beso, Ceci se dispuso a complacerle y abrió los ojos viendo a José el jardinero de sus padres, ¡no podía ser, aquello no podía ser real! Cecilia se incorporó de golpe en la cama a la vez que abría los ojos como platos, la sabana resbaló por su cuerpo y miró al hombre que roncaba suavemente a su lado, vio a Toni tranquilo, relajado y dormido, se dio cuenta de que había tenido un sueño.

Volvió a tumbarse y miro la cara de su amor, le quería ¿Por qué soñaba que se tiraba a otro? Y además ¿Por qué precisamente el jardinero de sus padres? ella no lo entendía, recordó que la cara de ese tío junto con muchas más las había visto en casa de Julián, pues Juana la mujer de este, la había enseñado álbumes de fotos donde se la veía a ella y a mucha más gente del pueblo, la cara de aquel hombre la atrajo desde la primera vez que la vio, Juana respondió a sus preguntas identificándolo como el jardinero de sus padres, pero no la dijo que se la tiraba a menudo pues había prometido a su marido Julián no decirla eso, aunque la mujer sospechaba que la joven acabaría enterándose pues era un secreto mal llevado y lo conocía la mitad del pueblo, lo que si la dijo es que estaba muerto, pero Ceci no entendía porque soñaba con ese tío y menos en ese tipo de sueños eróticos.

Buscó los brazos y la boca de Toni, se apretujó contra su cuerpo caliente y le beso en los labios, el apenas abrió los ojos pues estaba muy cansado después de la expedición al pueblo vecino y de haber hecho el amor con ella a la vuelta a casa, Ceci solo le dio un beso y se apretó contra el durmiéndose de nuevo aferrándose a su hombre.


Pasaron un par de días y decidí tras hablarlo con Ceci que debíamos volver al torreón, necesitábamos intimidad y en los bloques no había demasiada tranquilidad, siempre me llamaban para consultar cosas, los “barrios de guardia” ya estaban listos y bien provistos, incluso sorteamos las plazas y dispusimos a las familias en ellos, con lo cual la situación se volvió más estable pero no cesaban de surgir dudas, así como rencillas y problemillas de tipo vecinal, decidí dejar todo eso en manos de Julián pues el al ser el alcalde tenía más experiencia en esos temas, así que le informe de manera oficial que me tomaba unas vacaciones con mi chica, estábamos aprovisionados y listos para pasar el invierno sin dificultades, además estaríamos comunicados y volveríamos al pueblo en la primera señal de peligro.

Todos entendieron la situación y no se opusieron a que nos fuéramos de allí, volvimos a nuestro torreón y tras poner el grupo electrógeno en marcha y encender la chimenea descargamos las provisiones del todo terreno, ¿sabéis lo primero que me pidió Ceci? efectivamente ¡un paseo! Se despeloto en menos de lo que se tarda en decirlo y yo no me hice de rogar imitándola, salimos y pese al frio dimos un par de vueltas por el patio solo con el calzado puesto, la cara de mi chica mostraba felicidad.

Nuestra improvisada luna de miel no podía ir mejor, hablábamos mucho y la empecé a enseñar a hacer comidas simples, paseábamos todos los días aunque con mas ropa por culpa del frio y la lluvia, después volvíamos a casa y hacíamos el amor frecuentemente y sin cortarnos, a veces me preguntaba si atraeríamos a los infectados con tantos gritos y jadeos, en resumen todo iba bien y sin problemas, yo bajaba un rato cada dos días a los bloques permaneciendo allí unas horas informándome de novedades y llamando a base, pero en resumen fue buena época.

Ese mismo fin de semana comenzó a nevar, yo volví al torreón y vi abrazado a mi rubia la caída de la nieve desde la azotea, ella extendía sus brazos cogiendo copos en sus manos como si fuera la primera vez que los veía, entendí que seguía sin recordar cosas de su vida anterior, ella parecía una niña sonriendo mientras a nuestro alrededor el campo se volvía blanco.


Efectivamente el campo y los bosques se volvieron blancos, pero el frio aumento de intensidad Mara lo acusó en sus huesos y heridas ya cicatrizadas, su compañero Jonás se mostraba inquieto ante la nieve,  pues “soldado” se mostraba desconcertado ante aquel manto blanco que todo lo cubría, la morena disfrutaba viendo la cara de asombro del hombretón, comprendía que para los ojos de “renacido” del hombre esta era la primera vez que contemplaba dicho fenómeno atmosférico, los números cantaban así que dedujo que nueve meses atrás su hombre era un capitán normal en un clima normal y sin nieves, sabia moverse por el bosque hasta que todo cambió con un mordisco en su barbilla, a partir de ahí todo había sido nuevo para él, Mara se sintió tierna como una madre.

En la caldeada habitación ella seguía tumbada en la cama con su camisón arrugado, miraba el rostro relajado de Jonás Lillo alias “soldado” que dormía feliz a su lado, pensaba en él demasiado últimamente sin poder evitarlo, el tío la gustaba físicamente y la hacía sentir una mujer nueva, Mara también pensaba en muchas cosas más y personas diversas, pensaba en cuantos tíos había visto dormir a su lado, gente buena y mala, buenazos y cabrones borrachos pues de todo había tenido, intentó volver a la realidad pensó en Jonás y se preguntó cuando se habría liberado del virus. *

También meditó en lo que acarrearía la nieve, dificultad para cazar y frio que pasar, si claro que tenían la chimenea pero aquello atraería tarde o temprano a mas infectado hacia ellos, ¿y las pisadas en la nieve? Los cogerían sin duda, bastaba con que un enfermo siguiera las huellas de “soldado” cuando saliera a cazar, en breve los localizaría y avisaría al resto de su manada, no se podrían defender de muchos con una pistola y veinte balas además de un cuchillo, Mara supo que deberían volver al pueblo donde seguramente los separarían pero al menos sobrevivirían, eso si los dejaban llegar a las inmediaciones, supuso que en cuanto apareciesen por el claro que circundaba el pueblo, los centinelas de la milicia dispararían primero y preguntarían después.

Durante aquellas dos semanas, su cuerpo mejoró bastante debido al ejercicio y al aire limpio, estaba repuesta totalmente de sus heridas, además la forzada abstinencia la había liberado por fin del vicio del tabaco, ella no recordaba con exactitud el número de polvos y mamadas que había hecho el invierno pasado a cambio de comida y tabaco, era el precio que había tenido que pagar a Julián por dejarla a ella y a Lucy sobrevivir en los bloques, todos aportaban algo con su trabajo y ella y su amiga al ser un par de “empleadas” del puticlub local pagaban así su alojamiento.

Mara no sentía rencor hacia Julián, de hecho eran buenos amigos y el antiguo alcalde había conseguido que sobreviviesen unidos, gracias a él los habitantes de los bloques habían pasado el anterior invierno sin muchas dificultades, a pesar de estar rodeados de cientos de infectados furiosos y hambrientos, ¿Por qué pensaba eso precisamente hoy? supuso que la nevada del día anterior había abierto la puerta de sus recuerdos.

Fijó su mirada en el rostro de Jonás, en su nariz de boxeador y en la cicatriz de su barbilla ahora más visible al haberle recortado el pelo y la barba, noto la respiración en su cara y se acerco a besarle suavemente los labios, el calor de su piel la ponía bastante y sintió aquel cálido tacto a través del camisón, le dijo bajito:

-         Háblame Jonás, háblame capi, necesito oírte o me volveré loca, di mi nombre di… Ma-ra solo una vez amor, de verdad necesito oírte.

Nada de nada, el solo una vez lo consiguió pero ella estaba dormida, ignoraba que después del sexo y cuando dormía el se levantaba a veces alertado por algún ruido, siempre al volver a la cama la miraba y besaba suavemente, intentando decir su nombre.

-         ¿sabes capi, tal vez esto te ayude a decir mi nombre? si a Toni le funcionó a mi también.

Mara acaricio con su mano diestra el miembro de “soldado” este solía dormir desnudo así que no tuvo obstáculos, aprecio la dureza creciente bajo sus agiles dedos mirándole a la cara, el hombre dormido hacía gestos de placer y sonreía, nuestra protagonista se sentó en la cama y destapó el cuerpo del hombre, sus ojos resbalaron por el fuerte pecho que tanto la excitaba y por sus caderas, la mano seguía acariciando aquella verga dura y larga no muy gruesa pero siempre dispuesta, ella movió los dedos bajando la piel y demorándose jugando por la corona debajo del cabezón, alternaba presión con movimientos suaves subiendo y bajando sus dedos separados por la columna de carne, el hombre suspiraba entre sueños y aquel ohhm aaagh que salía de sus labios excitaba aun mas a la morena.

Ella se inclinó hacia su cara sobándole el pecho con la zurda sin dejar de masturbarlo con la diestra, Jonás abrió los ojos desconcertado pero sumido en un torbellino de caricias, ella le dijo:

-         Di ma… ra según suspiras, ma al coger aire y ra al dejarlo salir, vamos capi tu puedes hazlo.

Los dedos de la mujer no paraban, la voz ligeramente ronca e impregnada de deseo de esta resulto un acicate para el hombre, este siguió las instrucciones recibidas mientras disfrutaba de aquella paja, Mara solo sabía que deseaba escuchar su nombre así que se dejo vencer hacia la cara del hombre y le lamio la oreja a la vez que suspiraba su nombre contra su cabeza sin aminorar la velocidad de sus dedos sobre el miembro.

-         Mara di ma… ra, cariño dilo coge y suelta el aire concéntrate en mi y dilo ma… ra.

Los suspiros en su oreja dándole instrucciones estaban pudiendo con Jonás, eso a la vez que la paja aumentaba su cadencia y el placer le motivaron lo bastante para que pudiera conseguir por fin decirlo.

-         Maaa… raaa, sii maa… raa, - decía entre jadeos.

-         Si cariño, lo haces muy bien… llámame di mi nombre sigue ma, ra.

-         Maaa… raaa… aaagg… maa… raa… sii.

La mujer estaba emocionada y excitada a la vez, los suspiros y jadeos de ambos resonaban por las paredes, Mara supo que estaba encharcada sin haberse tocado, a la vez que sus dedos adquirían un ritmo rápido sobre el miembro de Jonás, la velocidad de los suspiros de este aumento tanto que su nombre ya salía sin pausas, un minuto después la palabra Mara resonó en la habitación cuando el hombre eyaculó, chorros potentes saltaron al aire, ella no podía parar de mover la mano y del prepucio salió una ducha cremosa que empapo vientre y pecho de soldado así como la mano de Mara.


El día después de la nevada bajamos a cenar a casa de Julián, recuerdo que rodeados por todos los mandos escuchamos las noticias de la radio “dando el parte” semanal, aquello era ya casi una costumbre familiar y procurábamos no perdérnosla, en esta ocasión tras los acostumbrados chistes dijeron que la situación mejoraba en casi todo el mundo, los ejércitos se reorganizaban con el refuerzo de miles de “renacidos” y los “infectados” eran derrotados con bastante frecuencia.

Pero los familiares de aquellas personas enfermas estaban haciendo presión en los gobiernos,  habiendo visto a dichos “renacidos” de nuevo integrados en la sociedad, se movilizaban para que la actitud de los militares fuera menos agresiva, dichas organizaciones estaban desarrollando ideas acerca de cómo se podía recuperar a sus seres queridos, proponían formulas como dormirlos y encerrarles en lugares seguros, se estaban estudiando varias alternativas pero ninguna parecía definitiva, los campos de concentración no impedirían que se peleasen o mordiesen entre ellos, la otra opción era tener a cada uno en una celda, pero eso hubiera significado tener cárceles con celdas de aislamiento individuales, el problema de dichas cárceles es que deberían ser del tamaño de ciudades pequeñas, en este momento ningún gobierno tenía medios humanos de sobra ni comida para abastecer a dichas ciudades-prisión.

La otra noticia nos vino de la comandancia de “punto seguro 4” en ella, nos comunicaban que tras nuestra incursión al pueblo donde cogimos el camión de butano, se apreciaban bastantes infectados dirigiéndose a la carretera, su número rozaba el centenar de momento pero se esperaban más convergiendo desde los bosques, la distancia me hacía sentir indiferencia hacia ese grupo pues mi atención estaba centrada en los más cercanos, el grupo fijo que teníamos más cerca rondaba los 50 individuos, pero no nos molestaban y solían pulular por la otra orilla del rio y sus bosques, es decir más al sureste de nosotros, confiaba en mis defensas y minas además de la milicia y los “barrios de guardia” así que pensé que estábamos seguros.


Pasaron un par de días después de la primera nevada, pero aquello solo fue el principio ya que tras una noche tranquila volvió a nevar con fuerza, Mara y Jonás no pudieron salir apenas de casa pero estaban en buen estado y con algunas reservas de comida, aparte de la cama en que se llevaban muy bien, Mara dedicaba su tiempo a mejorar el habla de “soldado” consiguiendo lentos progresos.

Era casi de noche cuando Jonás se levantó del sofá de forma brusca, toda su atención se dirigió a la puerta de la vivienda, Mara iba a preguntar que ocurría cuando sonaron unos golpes contra la madera, el hombre tenía una expresión feroz en el rostro, no dejaba de mirar hacia la puerta a la vez que sacaba su cuchillo de la funda que llevaba en el cinturón, el sonido de un puño golpeando la puerta se repitió a la vez que se escuchaba una voz diciendo:

-         ¡Por favor abran, me persiguen es urgente!

Mara tomó el arma, tiró del cierre hacia atrás y lo soltó metiendo un proyectil en la recamara, con un movimiento del pulgar quitó el seguro y se levanto del asiento, aparto a “soldado” indicándole que se pusiera tras la puerta, con gestos le dijo que no atacara pero estuviera atento, respiró profundamente un par de veces con la pistola firmemente empuñada en la diestra, tomo el pomo de la puerta con la zurda y abrió.

El hombre parecía pequeño y estaba encogido de frio, vestía un abrigo oscuro con nieve acumulada en sus hombros, su manga izquierda colgaba a partir del codo mecida por el viento, la mano derecha estaba levantada y abierta en señal de rendición, en la cabeza tenía una gorra y de su cuerpo colgaba un zurrón en bandolera, sus botas lucían bastante viejas y en mal estado, miró a la mujer que le apuntaba a la cara con una pistola y dijo:

-         ¡No por favor no me dispare! soy Ernesto el zapatero de la aldea cercana al monasterio.

-         ¡Ernesto! – Respondió Mara – ¿te conozco de antes? me suena tu cara, tu venias al club hace tiempo.

-         Al club de pu…  de Villalta, ¡sí! antes de toda esta mierda, ¿tú eres María?

-         ¡Mara atontado! aunque tú siempre me llamabas María, -Dijo ella bajando el arma – anda ven pasa y no te asustes.

Ella hizo un gesto a “soldado” para que se relajara e hizo pasar a Ernesto, le hizo sentar ante la chimenea para que se calentara y le dieron algo de comer, ya mas repuesto el hombre dijo que los había encontrado por el humo de la chimenea, además eso le indicó que eran gente normal y no infectados, pues ni estos ni los “renacidos”  encendían fuego, de hecho les dijo que deberían apagarlo y salir de allí, pues le estaban siguiendo para matarle los secuaces del “hombre lobo” y no andarían lejos.

Les contó cómo había vivido en el monasterio, reducido como todos los demás aldeanos a simples esclavos y guardias de Iker y su familia, también les contó como el hombretón le había mutilado con un machete, por el delito de hacer señales a unos helicópteros pidiendo auxilio, les relato el infierno que había sido su vida desde entonces y como vivió solo para vengarse, les mostró los documentos que traía en el morral y les conto la historia de la doctora Ana, por fin les dijo como había saboteado las defensas del monasterio y había huido, ahora le estaban siguiendo y solo la nevada retrasaba a sus perseguidores, el contaba con que los infectados entrasen y matasen a los del monasterio, de hecho había escuchado bastantes tiros, pero durante el día que acababa había escuchado el ruido de coches cerca, e imaginó que le estarían buscando al no hallar su cadáver en la alambrada.

Aquello precipitaba las cosas, Mara sabia que ni “el hombre lobo” ni sus secuaces se detendrían ni dialogarían, si los encontraban simplemente los matarían sin piedad, al menos a los hombres, su destino podía ser mucho peor al ser mujer, debían llegar al pueblo lo más rápidamente posible pues en Villalta Toni los protegería, el problema era llegar allí sin ir por la carretera pues podían encontrarse a los perseguidores de Ernesto, por no mencionar a los infectados que pudiera haber por el camino.

Ella tenía dudas acerca de cómo recibirían a “soldado” y la preocupaba bastante, estaba más tranquila respecto a las minas y obstáculos o alambradas, ya que al haber trabajado en su instalación sabría esquivarlas: tomó su decisión y dijo que debían dormir todos un poco, al amanecer del día siguiente saldrían en dirección al pueblo.

La noche era fría y todos estaban inquietos pero aunque se hizo larga por fin pasó, apenas habían descansado pero nadie se hizo el remolón y al amanecer tras vestirse con las ropas de abrigo que encontraron se pusieron en camino, anduvieron campo  a través atravesando el bosque durante varias horas, finalmente alcanzaron su objetivo llegando a la explanada plagada de minas y alambradas, el pueblo se encontraba 200 metros más allá, vieron el muro formado por coches y furgonetas apilados, más atrás estaban los edificios y en la azotea de uno de estos vieron varias figuras mirando en su dirección.

Mara se dirigió a sus dos acompañantes diciendo:

-         Iré yo, llevare un palo con un pañuelo atado y los llamare a voces, así verán que no estoy infectada.

-         Creo que deberías quedarte y no arriesgarte –Dijo Ernesto – eso lo puedo hacer yo.

-         ¡No! dudo que te recuerden, - Respondió Mara - tampoco puede ir Jonás con su uniforme, seguramente le dispararían al no hablar, solo saldrá bien si me ven y oyen pues en el pueblo todos me conocen.

Momentos después Dani tras retirarse los prismáticos de la cara, llamaba por el Walkie a Julián diciendo:

-         Líder barrio 2 a bloques, ¿me recibes capo?

-         Capo a líder barrio 2, adelante.

-         Informo de visitas en perímetro, parece Mara con dos tíos mas, ella camina, da saltos, grita y ondea una bandera blanca, los tíos esperan en la linde del bosque, solicito instrucciones.

-         Capo a líder barrio 2 ¿me estas vacilando chaval? si es así no tiene gracia.

-         Julián te juro por mis muertos que estoy viendo a mara caminando y gritando, está viva y viene acompañada.

-         Vale te creo pero no la dejes pasar, Toni y yo estamos de camino hacia tu posición.

Diez minutos después estaban todos en la terraza de aquel edificio, comprobaron que efectivamente era Mara la que se movía y gritaba en su dirección, la alegría por saber que estaba viva lleno de alegría a todos, pocos minutos después un grupo de tres milicianos mandado por Dani salió y se hizo cargo de los tres fugitivos.

Naturalmente lo primero fue pasar por los bloques y que el médico les diera un buen repaso, allí rodeados de gente contaron su historia, mas tarde comieron con los demás pero manteniendo a “soldado” estrechamente vigilado, este no se apartaba de mara más de tres pasos aunque se le trataba con cortesía, se decidió entre el sargento Guzmán, el alcalde Julián y Toni que los tres recién llegados pasaran su primeros días en el torreón, pues era el mejor lugar para mantenerlos seguros y vigilados, con ese fin se destacaron cuatro personas para escoltarlos y hacer de centinelas, además durante esos días se tomaría declaración a Mara y a Ernesto, manteniendo de paso controlado a “soldado” por si acaso.

Cecilia reacciono de forma distinta ante los recién llegados, cuando vio a mara se abalanzó hacia ella y se fundieron en un abrazo, las lagrimas brotaron de los ojos de ambas amigas, momentos después Mara la presento a Jonás y los dos se quedaron mirándose y olisqueándose un instante, pero ninguna reacción negativa se produjo y parecieron simpatizar bien, el siguiente en serle presentado fue Ernesto y este se dirigió a ella con respeto, le dijo que la había conocido así como a su hermana Nina desde siempre, le apenaba que la pequeña siguiera cautiva del “hombre lobo” y confiaba en que no tardasen en liberarla, el manco metió mano en su zurrón y saco una foto de Nina mostrándosela a todos, Cecilia se puso muy triste al verla pues solo recordaba a su hermana por las fotos que había visto en casa de Juana y Julián, me abrazó llorando, interrogue con la mirada a Ernesto y tuve el presentimiento de que la declaración de este hombre, junto con los papeles que traía me complicarían la vida.

  • Recordad amigos que “soldado” es decir, el capitán Jonás Lillo de los boinas verdes, expulsó el virus en el capítulo 38 y por tanto es un “renacido” como Cecilia.

Continuara…


Bien amigos, la historia se vuelve más dura, si este capítulo os parece suave por los sentimientos de sus protagonistas, os advierto que en el siguiente daremos un vuelco, el manco contara como le fue la cosa a Ana en compañía del “hombre lobo” advierto desde ya, que no será lectura agradable para almas demasiado sensibles, de momento ese relato tiene 5000 palabras (media hora de lectura) me falta acabarlo, pulirlo y corregirlo pero en breve lo leeréis, si queréis dar sugerencias e ideas aun estáis a tiempo, así que no os cortéis.

Con respecto al final de la historia, me falta ajustar fechas y situaciones, pero la idea básica es firme así que tendremos más acción en posteriores episodios.

Mas adelante puede haber una segunda parte de la serie, pero no adelanto acontecimientos hasta no acabar la presente y ver vuestra opinión como lectores y amigos.

¡Sed felices!