El Virus VR (44)
Limpieza de indicios, recuperación de Ceci y "reestreno" sin goma, despertar de Ana, Mara y "soldado" se mudan.
Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia.
Diario de Toni Lope, Octubre
Recuerdo la vuelta al torreón desde la casa del “Hombre lobo” tras dejar a este encargado del castigo de Ana, estaba enfrascado en mis pensamientos mientras conducía pues había cabos sueltos que debía atar cuidadosamente, ¿qué debía hacer con los ayudantes de la doctora? estos habían sido pillados in fraganti por mis hombres intentando envenenar a Ceci, tras meditarlo decidí remitirlos de vuelta a “Punto seguro 4” y que el coronel Palacios se encargara de ellos con una acusación concreta, en lugar de castigarlos en el acto pues no se vería bien que tres personas ajenas al pueblo, muriesen o desapareciesen en una noche concreta sin despertar sospechas, imaginaba al menos, que los demás cómplices de la conspiración se mosquearían bastante si aquello sucedía, así que cuanto antes me los quitara de encima delegando el castigo en otra persona mejor sería.
En los alrededores del pueblo me encontré con una de las patrullas de búsqueda y les dije que me acompañaran de vuelta al torreón, una vez en el lugar Lucas que estaba al mando de ella me acompañó dentro y le mostré el charco de orina, así como los restos de la probeta rota y las manchas de sangre, le dije que cuando hiciera el parte de la ronda efectuada no olvidara anotar estos datos, así tenía una prueba aunque solo fuera circunstancial que corroboraría mi declaración del accidente y el consiguiente miedo y fuga de la doctora.
A la mañana siguiente Llame a la base, informando al coronel Palacios de la “versión oficial” de lo ocurrido, así como del intento de envenenamiento contra mi chica por parte de los secuaces de la doctora, el coronel me dijo que enviaría en breve un helicóptero con comida y repuestos, esperaba que le enviase de vuelta a los acusados en el mismo aparato, me mostré conforme y le indique que de paso le daría al piloto un paquetito bien cerrado, con un par de cintas de audio y una de video muy interesantes, para que se las entregara personalmente en mano y se pusiera al día con tan particular confesión, ni que decir tiene que el coronel se mostraba contento y dispuesto a ayudar al pueblo en lo que hiciera falta, decidí guardarme ese triunfo para sacarle partido más adelante.
Luego de limpiar y adecentar el salón y la habitación, hice dos copias de las cintas de video y audio para conservar los originales en mi poder, la otra copia se la entregaría a Julián por seguridad en previsión por si acaso algo saliera mal, acabado el trabajo preparé el paquetito a entregar y regresé a los bloques, como se comprenderá mi deseo más ferviente era volver a estar con Cecilia, ella dormía cuando me senté a su lado así que simplemente la contemple cogiéndola de la mano, permanecí durante horas memorizando su cara atento a la respiración y muecas que hacía en sueños, esperaba que todo fuera bien a partir de ahora pues mi chica había expulsado el virus y una nueva etapa de su vida se abría llena de esperanza para los dos, confiaba en ser feliz junto a mi amor.
Entretanto en el bosque cerca del monasterio, la doctora Ana se despertaba totalmente confusa acerca de donde estaba y como había llegado allí, la dolía la cara y recordó confusamente como había disparado a Toni en el pecho, su ultimo recuerdo era el puño de este avanzando velozmente hacia su cara.
Como pudo se levantó, se notaba febril, tenía el pulso bastante alterado y rápido, al apoyar bien las piernas se sintió mareada y descubrió la herida en su rodilla, así como el esparadrapo que la cubría e imaginó que se había herido al caer y Toni la habría curado antes de abandonarla, ¡ABANDONADA! La palabra se abrió paso en su mente, el muy cerdo la había dejado tirada y dormida en el bosque como si fuera una perra vagabunda, a merced de los infectados de la zona que sin duda no tardarían en localizarla y atacarla, debía moverse y salir de allí rápidamente pero ¿hacia dónde? no conocía la zona, su cerebro la indico que “Punto seguro 4” estaba al norte pero distaba más de 100 kilómetros, además estaba herida leve en la rodilla así que no se hacía ilusiones pues sabía que jamás llegaría a su destino, simplemente había demasiados infectados entre ella y la seguridad de la base.
- Malnacido –Exclamo furiosa- puñetero papanatas imbécil, te ofrecí amor y una envidiable posición, y tu vas y me jodes de mala manera dejándome tirada en el bosque, ¡ME LAS PAGARAS HIJO DE PU… !
Aquel grito furioso resonó en el bosque, varios pájaros asustados remontaron el vuelo alejándose de la doctora, ella no podía saberlo pero cuatrocientos metros mas allá estaba siendo observada, el todo terreno estaba oculto tras unos frondosos arbustos, por el hueco de la ventanilla abierta “el hombre lobo” aferraba con ambas manos sus prismáticos, deleitándose en la contemplación de la silueta delgada de la atractiva doctora, el hombretón se mojo los labios de manera obscena conteniendo a duras penas su ya visible deseo por aquella hembra, la vio moverse y comenzar a andar por el camino acercándose sin saberlo al viejo monasterio, mientras se acomodaba con su manaza la erección pensó que dejaría que caminase un buen rato y se cansase antes de “rescatarla” para acogerla en su comunidad, ella al principio se sentiría afortunada pero no tardaría en maldecir su destino, ya que en breve se convertiría en un mero juguete sexual para él, después para sus hijos y finalmente para el resto de sus secuaces.
Permanecí con Cecilia hasta que despertó a mediodía, la sonrisa que me dedicó fue espectacular sus ojos chispeaban de alegría, no nos contuvimos ni nos planteamos las consecuencias de nuestros actos simplemente nos besamos con pasión, nuestros labios y lenguas se agitaban en aquel beso transmitiéndonos sensaciones deseos y amor.
Al separar nuestros rostros la dije:
- Ceci cariño, hemos tenido suerte y creo que ya te has puesto bien del todo, siento de verdad todo lo que has sufrido pero se acabo lo malo, según el médico aunque permaneces en observación es casi seguro que ya estas buena y no volverás a sufrir.
- Yo ¿ya estoy buena Toni? no mas… dolor.
- No princesa ¡no más dolor! Ya has echado el virus y es cuestión de tiempo que vuelvas a ser la Ceci de antes de todo esto, te quiero.
- Y yo a ti Toni… ¡mucho!
Ella sonreía y me miraba ilusionada, yo tuve un momento de flaqueza pensando en que la chica no había tenido opciones conmigo, dentro de mi cabeza llevaba horas bullendo una idea rara, tal vez fuera la conciencia o el remordimiento por haberla engañado con Ana ó con Lucy y Mara, la cuestión era que ella no me había escogido como pareja, sino que yo un día aparecí frente a su celda y desde entonces había hecho lo que me había dado la gana con ella, ¿debería cortar la relación ahora que la rubia podía elegir? sería más justo para la joven buscar a alguien que se adaptara más a su edad y mejor a sus necesidades, ¿en otras circunstancias ella se hubiera enamorado de mi? sinceramente no lo sabía, solo estaba seguro de que la amaba y necesitaba estar con ella.
- Toni tu… serio ¿Por qué? –dijo Cecilia.
- Por nada que tú hayas hecho nena, es solo… que Ana ha desaparecido, se ha debido de perder en el bosque.
- ¡Ana mala con Ceci! –aquel grito la salió del alma, añadió- hace daño, no quiero verla… muy mala.
- Ya pasó cariño, se ha ido y no te hará mas daño te lo prometo.
Estuvimos juntos durante horas, el doctor venia de cuando en cuando y tomaba su temperatura, además de charlar con nosotros y tomar anotaciones en su libreta, solo me separe de ella fugazmente cuando fui a cenar con Julián, después regresé a su lado y acabé durmiéndome sentado en la cama junto a mi chica, mis sueños fueron bastante agitados.
Al día siguiente nos despertó el doctor Mata, me hizo salir a buscar el desayuno de mi chica mientras el tomaba muestras de su sangre y orina, posteriormente desayuné con ella y charlamos animadamente pues se mostraba alegre y confiada. Más tarde a media mañana el medico volvió con los resultados de las pruebas en una serie de papeles y mostrándomelos nos dio la buena noticia diciendo:
- Bien amigos míos ya es oficial, según estos datos esta señorita está sana y no presenta restos del virus en su organismo, está totalmente curada.
- Eso es estupendo, ¿has oído Ceci? estas curada.
Ella nos miraba entre desconcertada y sorprendida, parecía resistirse a asimilar la noticia pero poco a poco su cara se fue relajando dejando ver una sonrisa cada vez más intensa, tras unos instantes en que permanecimos los tres en silencio ella dijo:
- Yo me siento… casi… igual que antes de dolor, no entiendo… bien.
- Es normal, -Terció el médico- ha pasado poco tiempo y entre el dolor y los sedantes estas confusa, pero a partir de ahora todo será más rápido y fluido en tu cabeza Ceci, aprenderás mas y mejor, al menos eso es lo que dicen los informes de Ana, por cierto Toni que me gustaría poder hacerme cargo de las cosas de la doctora, así podre revisarlas buscando mas información antes de que las devuelvas a la base.
- Está bien doctor, pasare a buscarlas y se las llevaré en un rato, ¿entonces Ceci y yo podemos… estar juntos sin… precauciones?
- De eso estoy totalmente seguro, según los datos es una mujer normal y corriente, - el médico me guiñó un ojo mientras añadía- de hecho me parece que la daré de alta esta tarde y podréis ir donde queráis a celebrarlo, pero antes hare algo que siempre he querido hacer.
El médico se acercó al rostro de mi chica y la dio sendos besos en sus mejillas, ella le miraba asombrada pues desde que recordaba, es decir tras “resetearse” solo Toni y las chicas la habían besado y casi siempre en momentos de sexo, interpreté enseguida la cara de confusión que puso mi rubia y la dije al oído:
- Eso es una muestra de afecto, recibirás mas besos de gente que te aprecia pero no te preocupes que no es nada sexual.
- Ahh vale, entiendo… creí que… -ella tras un momento de confusión se sonrojó.
Nos reímos los tres, la situación se relajó y charlamos animadamente un buen rato, entendí el mensaje subyacente de que ahora debía enseñar a Ceci unas cuantas cosas acerca de la vida social, antes de dejarla interactuar con los habitantes de los bloques para evitar futuros malentendidos, en mi cabeza la idea de que mi chica tuviera una oportunidad sincera de elegir a alguien más acorde a su carácter se agudizo, la quería y sabia que ella a mi también, pero la joven no había podido elegir y eso me parecía egoísta e injusto.
Una hora después estaba en la habitación de Ana registrando sus cosas, naturalmente pasé de todo lo evidente como ropa y maquillajes, buscaba algo oculto que me diera datos acerca de la implicación de la doctora, Hallé papeles, libretas con apuntes y cosas así, pero finalmente encontré lo que buscaba en un pliegue de su maletín, allí oculto por un trozo de la misma tela del fondo había un pequeño hueco, tire de una lengüeta que lo sujetaba con una fina tira de velcro y vi dos pequeñas tarjetas de memoria como las usadas en teléfonos y cámaras modernas, tenían varios Gigas de capacidad pero no tenía tiempo de revisarlas en ese momento, así que me las guarde en la cartera para hacerlo con tranquilidad más tarde, también metí en una bolsa los cuadernos y apuntes que ya mencioné, estos se los lleve al doctor Mata confiando en que les sacaría provecho.
Aquella noche cenamos en casa de Julián, antes Cecilia había recibido besos y abrazos en cantidad por parte de todos los habitantes de los bloques, incluso Carlos el viudo la había dado un afectuoso abrazo con los ojos inundados en lágrimas, mi chica se sentía querida y rebosaba felicidad. A la cena acudieron Lucy y su “novio” el cabo Ruiz, esta nos comunicó que oficialmente había dejado su puesto de zorrita tras la muerte de Mara, dejándolo en manos de una tal Carmen una de las rescatadas en las batidas por las granjas, esta era una rubia algo mas rellenita y de unos 25 años a la que el nuevo lugar en la comunidad la venia como anillo al dedo, pues según se comentaba ya era algo guarrilla antes de la llegada del virus, gracias a aquel inesperado relevo Lucy y Ruiz estaban asentando su relación pretendiendo iniciar una nueva etapa de sus vidas, se les veía bastante alegres y hacían buena pareja.
El seminarista Robles también acudió a cenar, me dio la vara un par de veces hablándome de celebrar otra boda como la de Dani pero con Ceci y yo como protagonistas, le di largas excusas hablándole de preocupaciones y preparativos para el invierno, vinieron mas protagonistas conocidos del relato pero no me detendré en ellos, solo diré que la cena fue bien y se nos hizo tarde para volver al torreón, así que aquella noche fuimos a dormir al apartamento que me habían cedido hacia meses y que normalmente usaba como despacho, recordaba que la única vez que follé en él fue la primera en que lo hice con Ana mientras la consolaba, pero me pareció adecuado llevar allí a Cecilia para borrar el recuerdo anterior, naturalmente mi chica no sabía nada de todo aquello.
Mi nueva conciencia me estaba dando la vara, me sentía indeciso aunque deseoso de estar con Ceci y dentro de ella, deseaba hacerla feliz pero algo me retenía, ella se dio cuenta de mi momento de indecisión y me abrazó con fuerza, nuestras caras estaban a centímetros y sus ojos me dijeron más cosas que sus labios, nos besamos con pasión y nuestras manos tomaron el control.
Después de meses de contenernos aquel beso me supo a gloria, dedicamos un buen rato a explorar las posibilidades de labios lenguas y mordisquitos diversos, nuestras manos claro está no permanecieron ociosas y nos fuimos desnudando, primero despacio pero finalmente casi a tirones hasta que no quedo tela entre nuestros cuerpos, el deseo aumentaba rápidamente, nuestros cuerpos cálidos se rozaban en la media luz de la habitación, ella me necesitaba dentro y yo tenía una erección enorme, me deje llevar por el deseo hundiéndome en su húmedo sexo que me acogió cálido y estremecido, aquella penetración confiada y deseada por ambos sin una goma de por medio, era lo que tanto habíamos deseado durante meses.
Cecilia jadeaba contra mi oreja, tumbada bocarriba en la cama, recibía mi verga en su chochete disfrutando de su grosor y longitud, mis arremetidas suaves al principio se aceleraban poco a poco según el placer aumentaba, su chochete cálido y empapado masajeaba la verga apretándola y soltándola, sus contracciones me hacían disfrutar tanto como a mi rubia, ella no tardo en buscar mi boca besándome mientras se corría en silencio mordiéndome los labios, mi ritmo aumentó al notarla disfrutar, ella jadeaba recuperando su respiración tras el orgasmo, pero no la di tregua y continúe barrenándola, recuerdo que pensé que estar allí dentro era maravilloso con las tetas de la rubia contra mi pecho.
- Aahh sigue Toni aaah –ella me animaba entre suspiros.
- Si mi vida, disfruta todo lo que quieras, no te contengas.
- Siii sigue… mi toni.
Caramba hay veces que las palabras sobran, esta era una de esas ocasiones en que su cuerpo tembloroso por el deseo, además de las sensaciones que sentía mientras hacíamos el amor, me dejaron literalmente mudo, solo podía pensar en entrar en la mujer y follarla sin pausa mientras pudiera, mis caderazos arreciaron, ella debajo de mi se movía ondulando levemente el cuerpo, mi verga se sentía absorbida por aquel empapado coño ansioso, la joven gozaba de nuevo mientras yo me movía entrando en ella de forma frenética.
- Ayyy siiii… me vieneee otra vez Toni…
- Si nena, me voy a correr contigoo ya… ya.
Saque mi polla de su chochete y salió el primer chorretón que mojo de esperma su vientre, ella dijo entre gemidos:
- Dentro, dámelo… dentro Toni dámelo… dentro.
Como pude volví a meter mi verga dentro de ella, un segundo chorretón empapo los labios y el clítoris, me hundí en su cuerpo y acabe de vaciarme en su interior, mientras ella agitaba las caderas compartiendo el orgasmo.
El momento de paz no duró más que unos minutos, apenas perdí dureza pues mi rubia no paraba quieta, sus pechos contra mi cuerpo y sus besos apasionados, por no mencionar las contracciones de la vagina donde permanecía hundido conseguían que mantuviera una buena erección, recuerdo que apenas dijimos unas palabras y enseguida cambiamos de postura, ella sentándose a horcajadas sobre mi se metió la verga dentro, veía su cuerpo mecerse delante y atrás, sus bonitos y grandes pechos de erectos pezones bañados por la luz de la luna meciéndose al ritmo de la pasión, recuerdo la amplia mancha húmeda de esperma en su vientre agitándose resbalando al ritmo de su cuerpo, nuestros vientres chasqueaban húmedos al chocar pues Cecilia me cabalgaba con todas sus ganas, procuraba corresponder a sus ansias con mis propios caderazos bien dados impulsando mi verga en su interior, ella no tardó en caer contra mi pecho gimiendo y jadeando, apresé sus pechos con mis dedos bese su boca entre suspiros de goce, unos momentos después me corrí dentro mientras ella se estremecía en pleno éxtasis.
Aquella misma semana una tarde, Mara gemía mientras el barbudo capitán Lillo alias “soldado” la limpiaba la herida del muslo, ella ya no le tenía miedo como la primera vez que le vio, de hecho se había acostumbrado a su presencia y sus cuidados, también la actitud nada hostil del hombre ayudaba a esa extraña relación, por su parte Mara había tratado con bastantes hombres en su vida para saber captar las miradas de deseo que el ponía, ella reconoció tras las primeras dudas que las miradas de “soldado” no la desagradaban, de hecho no ponía objeciones a las manos de aquel fuerte hombretón cuando se demoraban algo más de la cuenta en sus piernas, llego a desear en algún momento un contacto algo más intimo, pero era la primera en reconocer que estando aun convaleciente no sería prudente dejarse llevar por el deseo, las costillas aun le dolían bastante y el trajín sexual no las mejoraría.
Probablemente lo que más alarmó en aquellos primeros días a Mara, fue el hecho de descubrir cómo había sido alimentada, recordemos que “soldado” masticaba la comida y después se la pasaba a la boca de la enferma, haciéndola tragar cada bocado con abundante agua, aquello sin duda la había salvado la vida pues estaba tan débil y en un estado de semiinconsciencia tal, que la debilidad por la perdida de sangre y posiblemente la fiebre hubieran acabado con su vida, Mara lo había asumido (a fin de cuentas ya había tragado otras cosas antes) y se convenció de que estaba con un “renacido” pues en caso contrario se habría infectado del virus por la saliva, en ese caso ahora solo sería una sombra balbuceante y hambrienta de carne humana.
El se había recuperado bien de sus propias heridas y se mostraba tranquilo, Mara en compensación procuraba hablarle a menudo, el atendía bastante pues le gustaba el tono de su voz e intentaba responderla pero no conseguía decir más que algunas silabas sueltas, aquello no importó a la mujer que sintiéndose agusto con su salvador le contaba cosas de su vida, se pasaba horas hablando al principio de banalidades y tonterías, pero acabó haciéndolo como una terapia inconsciente, más bien un examen de conciencia y fue cuando le confesó cómo paso de niña maltratada y estrenada por su padre viudo, a puta de pueblo por un amor frustrado con un novio guapo chulo y borracho que la pegaba, Mara conseguía sosiego desahogándose con aquel desconocido silencioso y el hombre la miraba extasiado escuchándola, intentando asimilar en su recuperada mente todo lo que la mujer decía.
Pasarían varios días hasta que ella se levantase de la cama, para dar sus primeros y vacilantes pasos apoyada en el, cuando por fin lo consiguió “soldado” se arriesgo a dejarla sola durante horas mientras cazaba algún animal pequeño como conejos ó ardillas, el aporte de la carne a la ligera dieta ayudaba a fortalecerse a la mujer, “soldado” la devolvió la pistola que la había quitado en el rio de forma violenta, Mara aprovechó el tiempo libre sentada en la cama para desarmar y limpiar el arma así como las municiones que la quedaban, tenía dos cargadores de 15 balas y recordaba haber usado tres o cuatro contra los perros, pero algunas se habían dañado en la caída y posterior inmersión en el rio, así que solo la quedaban 20 balas útiles que repartió entre ambos cargadores.
Entretanto el tiempo se había vuelto más frio y dado que ella se encontraba algo mejor, el hombre decidió cambiar de “domicilio” emigrando a otra casa algo más lejana, esa decisión de “soldado” se debió a que no quería acercarse al pueblo pues intuía que no serian bien recibidos, incluso en caso de ser aceptados algo le decía que los separarían, así que un día se pusieron a andar, Mara no sabía bien orientarse en el bosque dejándose guiar por su salvador, la debilidad la hacía abrazarse frecuentemente al hombre, el contacto con sus fuertes músculos la hacía sentirse segura y se sorprendió a si misma mirándole con una nueva sensación, en la que se mezclaban la ternura el agradecimiento y el afecto.
La casa que este eligió fue una de las que había saqueado semanas atrás con su manada, era un caserio más grande que el refugio anterior y con una chimenea, llegaron mientras anochecía, apenas entrar Mara reunió papeles y ramitas en el hogar y encendió fuego con su mechero, mientras el hombre inspeccionaba la vivienda y cerraba las ventanas, tras asegurarse de que estaban solos volvió al comedor contemplando la escena, Mara se recortaba contra la luz de la chimenea y los contrastes danzantes del fuego, provocaban luces y sombras que parecían bailar sobre su figura, los dos tomaron asiento y al poco el calor inundaba la estancia reconfortándolos, ambos se sintieron mejor, se relajaron e inconscientemente se abrazaron en el sofá frente al fuego.
Continuara…
Bueno amigos, este relato es algo más corto de lo que algunos desearíais, ya lo sé, pero lleva parado más de 10 días por no tener tiempo de escribir, he decidido enviarlo en lugar de haceros esperar más tiempo.
He intentado reflejar el reestreno de Cecilia, como algo bonito y más de “hacer el amor” en lugar de simplemente “echar un polvo” algunos tenemos en cuenta ciertos matices y creo que estos dos se lo merecían después de tanta goma.
Supongo que ya imaginareis como empezara el siguiente capítulo, ¡pues si! no andáis descaminados ya veremos cómo se desarrolla el tema entre estos dos personajes.
Espero que la siguiente entrega no se demore mucho, entretanto y como siempre ¡sed felices!