El Virus VR (41)

Mara despierta, Ceci expulsando el virus, llegada de Ana, bronca ordenes y polvo.

Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia.


Mara se despertó cuando los rayos del sol entrando por la ventana le dieron en la cara, abrió los ojos pero estaba deslumbrada por la claridad así que solo vio la silueta de un hombre sentado a los pies de la cama, poco a poco sus ojos le revelaban detalles de la habitación, esta era fría desconocida y sucia, ella intento moverse pero todo el cuerpo la dolía y emitió un gemido de dolor, aquello atrajo la atención de aquel hombre.

Este como ya sabemos era “soldado”, la había librado del ataque de los perros y tras dejarla inconsciente de un golpe, la había llevado en brazos bajo la lluvia hasta aquel refugio rural, allí tras dejarla en la cama la desnudó casi por completo y revisó sus heridas, después la tapó con una manta más o menos limpia y se acostó a su lado para darla calor; desde ese momento hasta el presente no había pasado una noche sino tres, durante aquellos días Mara había yacido inconsciente entre temblores, su cuerpo era devorado por la fiebre.

El “soldado” recordaba cosas en su cabeza acerca de heridas y como curarlas, si bien las ideas le venían como en oleadas repentinas, no era un fluido constante de pensamientos acerca un mismo tema, a veces se quedaba quieto sin pensar en nada y solo miraba a la bella mujer, acariciándola la cara con los dedos se podía pasar así horas hasta que le volvían las ideas de que hacer y en esos momentos volvía a la actividad.

La parte fácil (para él) había sido volver a colocar las articulaciones en su sitio, después palpó su cuerpo hasta encontrar los cardenales y las costillas golpeadas, la hizo un fuerte aunque torpe vendaje en aquellas zonas, después atendió la larga herida del muslo que si bien no era muy profunda, si podía resultar de importancia y con riesgo de infecciones, limpio bien la herida con agua y usó para vendarla una camisa casi limpia que alguien había olvidado en uno de los cajones del armario, las heridas en frente y cara las limpio igualmente pero las dejó al aire para que se curaran más rápido, la cama pequeña tenia las sabanas más limpias así que tras la cura trasladó allí a su paciente, respecto a sus propias heridas estas se curaban algo más lentamente que antes, recordaba fugazmente que unos días antes de sentirse mal se recuperaba de cualquier herida más rápidamente que ahora, el no sabía que aquello era debido al virus que corría por su sangre y ahora había expulsado.

La daba a beber agua abundantemente, también encontró frutos secos en un cajón de la cocina, tanto estos como la fruta que encontraba en sus desplazamientos al rio a rellenar la cantimplora los mordisqueaba hasta hacer una papilla, posteriormente introducía esta en la boca de la enferma y ayudándose del agua se la hacía tragar, sabiendo que aquel exiguo alimento la daría fuerzas para aguantar la fiebre y reponerse de sus heridas.

Pero volviendo al presente, Mara vio como el hombre se arrimaba a su cara y le pudo ver bien, era atractivo aun con su abundante flequillo revuelto, su barba poblada y su nariz de boxeador le daban un toque salvaje, tenía una mandíbula cuadrada y fuerte con una cicatriz casi en el medio, sus ojos castaños delataban preocupación y afecto, ella no se sintió atemorizada con el gesto, pues pensó acertadamente que aquel hombre había tenido tiempo de sobra para atacarla y morderla si hubiera querido, se fijo en la tirilla que llevaba cosida en la sucia guerrera de camuflaje  allí se veían tres estrellas seguidas de su nombre, *** J. Lillo además del emblema de la bayoneta laureada, era un capitán de las fuerzas especiales.

Mara sabía que estaba viva de milagro y gracias a su intervención, supo además que si quería seguir viva debía mostrarse sumisa al menos hasta recuperarse, la dolía todo el cuerpo y aun recordaba el puñetazo que la había enviado al país de los sueños mientras ella le apuntaba con la pistola a la cara, se dio cuenta solo entonces de su casi completa desnudez bajo la manta, se preguntó si aquel bestia la había usado mientras dormía pero su subconsciente la respondió que no, pues no sentía dolor en sus zonas intimas sino en las que recordaba heridas cuando estaba tirada en la orilla del rio, a pesar de todo el silencio se volvía pesado y ella, tras pasarse la lengua por los labios resecos dijo con voz débil:

-         Hola, yo me llamo Mara, gracias por cuidarme.

El hombre escuchó el sonido de su voz suave, su cara se tranquilizó un tanto y sin dejar de mirarla intentó decir algo:

-         Mmmm... y…o

Su cara enrojecía con el esfuerzo de intentar hablar, ella le miraba y comprendía que no recordaba cómo hacerlo, la imagen de Cecilia balbuceando la vino a la mente, recordó a Toni y supo que él había pasado por esa fase con su rubia, debía tener paciencia y no enfadar al hombre, así que moviéndose levemente sacó la mano izquierda y le tocó en la cara a la vez que decía:

-         Tranquilo, no pasa nada… ya hablaras mejor capitán Lillo, no te esfuerces.

El se dejo acariciar el rostro, no intento hablar de nuevo pero agradeció la caricia, ella le miraba y pensaba en como volver con los suyos herida como estaba y si debía llevarse o no a este hombre al pueblo.


Entretanto en el pueblo, yo seguía preocupado la evolución de Cecilia, había novedades como la llegada de la doctora Ana López, pero vayamos por partes.

Llamamos a “Punto seguro 4” informando de la situación de Cecilia, de eso hacía tres días, se nos indicó que enviarían a la doctora en cuanto hubiera un helicóptero disponible, también se nos ordenó no sedarla a fin de observar mejor el proceso de expulsión del virus, entretanto el Doctor Mata y sus ayudantes hacían lo posible por mi rubia, yo me sentía bastante impotente viéndola sufrir de dolores por todo el cuerpo, había tomado la decisión correcta al bajarla a los bloques pues no podría haber hecho nada para ayudarla en el torreón, ella se debatía como una posesa y tuvimos que atarla a la cama y ponerla una de las bolas de goma en la boca para evitar mordiscos accidentales, finalmente tras varias horas de sufrimiento, decidimos desobedecer las órdenes de Ana y sedarla, pusimos una cámara para grabarla y procedimos a monitorizar sus constantes vitales.

Al día siguiente llegó un helicóptero, en el venia Ana con dos ayudantes más de la base, seguía tan delgada como la recordaba pero su pelo moreno había crecido en estos meses, dejándose una media melenita que la llegaba hasta el cuello, rápida y fríamente nos saludó y se dirigió a ver a Cecilia, pilló un mosqueo tremendo al ver que la habíamos dormido para evitar que sufriera y exigió que la despertáramos, discutimos y nos amenazó con una corte marcial por desobedecer sus ordenes, yo la contesté que aquello era una tortura totalmente infundada, pues en la base ya debían haber visto antes como se comportaban los infectados al expulsar el virus, con lo cual lo que ella hacía con Ceci era a mi entender una crueldad totalmente innecesaria y fuera de toda lógica.

Ella diciendo que era mi superiora jerárquica  me ordenó salir, fui amenazado y expulsado de la enfermería por los dos ayudantes de Ana, mientras ella mandaba un mensaje al puesto de mando quejándose antes de encerrarse en dicha sala, Julián y los demás se pusieron de mi lado y estuvimos a punto de montar una gorda, hasta que nos llegó el aviso de que el coronel palacios quería hablar conmigo por radio, dejé a los demás ante la enfermería y fui a la sala de radio, donde tras decirle al operador que fuese a dar una vuelta me quede a solas para charlar con el coronel.

Una vez a solas le expliqué lo que pasaba con Ana y su tortura hacia mi rubia, el contestó:

-         Es cierto que tenemos videos y datos acerca de la expulsión del virus, coincido con usted en que ese sufrimiento es no solo estéril, sino directamente cruel hacia su pareja.

-         Entonces ordénela que pare o no respondo de lo que suceda.

-         Lamentablemente no puedo hacer apenas nada aunque lo intentare, en lo tocante a sanidad el tema escapa a mis atribuciones, pero le daré una orden concreta.

-         ¡Dígame mi coronel! Intentare cumplirla.

-         ¿Recuerda la conversación que tuvimos acerca del accidente de “Doc” Wilson?

-         Sí señor, la recuerdo perfectamente, había que investigar la relación de Ana con aquella caída fortuita del médico por unas escaleras, además de la relación de esta con ciertos médicos y directivos de cierta multinacional farmacéutica.

-         Correcto muchacho, pues bien la investigación ya está hecha, “Doc” se recupera bien en estados unidos y ha vuelto al trabajo, además la participación de la doctora en actividades “turbias” está confirmada y con testigos, mi orden para usted es la siguiente y se la envió por fax para que la tenga por escrito.

Del fax que había en la sala surgió un sonido de impresión y un folio, yo me apresuré a leerlo y mi cara cambió a puro asombro, la voz del coronel me saco de mis pensamientos:

-         Si le ha llegado léalo en voz alta, no quiero malas interpretaciones teniente.

-         Si señor ha llegado, dice a fecha tal de octubre ordeno al teniente Antonio Lope, comandante de la guarnición de Villalta, investigue datos acerca de la posible traición de la doctora Ana López a su nación y la ciudadanía, en caso de confirmación de los hechos, debe tomar las medidas adecuadas para la erradicación total de ese peligro, dejándose en manos del citado oficial, la evaluación de la amenaza y su castigo. Esta firmado por usted y sellado.

-         Lo ha leído correctamente teniente, se lo resumiré para despejar dudas, ¡no esperamos que la doctora Ana Lopez, vuelva! Por lo que a este mando concierne ¡es toda suya! saqué la información que pueda a esa zorra y elimine la amenaza, ¿comprendido? Tiene carta blanca en este asunto.

-         Entendido señor, no se preocupe que no volverá a verla, ¿respecto a la tortura?

-         Le envío otro fax ordenando a la doctora que cese de torturar a su chica, entrégueselo y si se niega a obedecer expúlsela del botiquín a la fuerza y duerma a la enferma.

-         A la orden señor, ¡gracias! Cumpliré sus órdenes de inmediato.

La comunicación se cortó y a los pocos minutos surgió otra hoja de papel por el fax, había guardado la primera orden en el bolsillo de mi guerrera, tome en mis manos la segunda y tras leerla me dirigí al botiquín rápidamente.

Cuando llegue a la puerta no se oían los gritos de Ceci, Julián me informó que de mi chica debía haberse desmayado, llame a la puerta y entregue el fax a uno de los ayudantes de la doctora, al cabo de unos minutos ella salió con el folio en la mano y la cara hecha una furia, llevaba sus gafas de concha muy bajas casi en la punta de la nariz y me miraba furiosa por encima del marco de estas.

-         ¡Pase teniente! Hablaremos en privado de esta orden y vera a “su” enferma.-Dijo con voz temblorosa por la rabia.

Entre y vi a mi rubia desmadejada sobre una camilla, los ayudantes y el doctor se movían a su alrededor tomando temperaturas y pinchándola, cables con electrodos unían su cuerpo a unas maquinas grises que emitían pitidos intermitentes, bajo la camilla había un gran charco de lo que parecía orina reciente, todo apestaba como un urinario y el olor mezclado con el típico de las medicinas me revolvía las tripas; tras un rato de observar el cuadro y sin que me dejaran acercarme demasiado, la doctora me indicó que la siguiera al cuarto del médico, una vez dentro y mientras yo cerraba la puerta se sentó quitándose las gafas y tras dejarlas en la mesa encendió un cigarrillo, luego me miró mientras yo tras coger otro pitillo de su paquete hacia lo mismo, me observó mientras tomaba asiento al otro lado de la mesa, finalmente tras una larga mirada maliciosa dijo:

-         ¡Cabrón, cabronazo malnacido! Ahora te chivas a tus jefes, yo no me quejé cuando me follaste como el puerco que eres.

-         Tu sabias que quería a Ceci, te ofrecí la posibilidad de repetir como amigos.

-         ¡Yo no soy plato de segunda mesa para nadie! No quería follar contigo después de que se la metieras a esa infectada, lo que paso fue una sola vez y casi me violaste.

-         ¡Deja de decir gilipolleces Ana, te gustó y no fue violación, lo sabes muy bien, me agarrabas con tanta fuerza mientras te clavaba contra la cama, que me salieron cardenales por culpa de tus dedos, hasta te masturbaste recordándolo la mañana siguiente mientras estaba en la ducha, recuérdalo. *

-         ¿Qué más da? Bueno ahí la tienes, ya ha expulsado casi todo el virus, está pendiente de echar el resto pero mañana ya lo habrá hecho, a partir de entonces será una “renacida” pero eso si con ventajas, tendré que estudiarla a fondo y me veras más de lo que te gustaría.

-         ¿Te vas a quedar aquí?

-         ¡Claro que si nene! Me quedare a estudiarla y clavarla agujas por donde quiera, ¡veras tenientillo atontado! Gracias a ti y a tus “lecciones” tu nena sabe hablar bastante, eso la hace diferente a los demás infectados que no saben decir nada, es nuestra oportunidad de saber que sienten en su “reinicio mental” como seres humanos normales, si cariño me quedare y estudiare lo que pasa por la cabecita de tu chica, me quedan semanas por delante para grabarla y monitorear sus reacciones, por no mencionar algunas formulas experimentales que la pondremos, es decir más pinchazos y algún dolorcillo que otro, ella contara lo que la pasa, bueno más bien aullara y gritara contando lo que siente y esta vez tu coronel no podrá decir ni pio, pues tengo permiso de gente mucho más poderosa.

-         ¡No serás capaz, Ana te lo ruego! No la hagas más daño ella ya ha sufrido bastante, tu odio es hacia mí.

-         Yo realmente no te odio Toni, yo te… dejémoslo así, me gustabas y podría haber sido distinto si no fueras un gilipollas, elegiste a la enferma y punto.

-         Ana enterremos el hacha de guerra, charlemos un poco de todo este tema con más tranquilidad, te lo pido por favor, todo se puede arreglar pues a fin de cuentas no nos hemos hecha nada demasiado grave, solucionémoslo por favor.

-         Resultas patético mendigando para que tu chica no sufra, -Dijo Ana levantándose y apagando el cigarrillo, añadiendo- si quieres charlar invítame a cenar cuando esto acabe, es decir dentro de unos años.

-         De eso nada monina, dije levantándome.

Rodee velozmente la mesa y la estreché en mis brazos a la vez que buscaba sus labios, ella se resistió al beso como una leona pero su resistencia solo duró breves instantes, después se dejó vencer por el deseo acumulado, nuestras bocas se unían a la vez que las lenguas iniciaban un sinuoso duelo, un minuto después separe la cara y miré a la morena a los ojos, ella jadeaba levemente mientras me devolvía la mirada, en sus ojos se veía el fuego de la pasión, sus mejillas estaban arreboladas, todo en ella pedía sexo y parecía molesta porque me habían detenido, me abrazo nuevamente besándome con rabia casi mordiéndome la boca.

Mis manos abrieron la bata de la doctora, bajo esta solo llevaba la camisa y el pantalón del uniforme, pues la mujer no solía usar sujetador sobre sus pequeños pechos, sentí bajo la tela los pezones totalmente erectos y los amasé con mis manos, ella lejos de romper el abrazo parecía querer fundir nuestros cuerpos, jadeó levemente mientras recuperaba la respiración alzando la cabeza y yo la bese en su cuello y subí lamiendo hacia su oreja, volvimos a besarnos y baje una de las manos hasta su sexo, aprecie la humedad bajo la tela del pantalón de uniforme y presione sobre su raja fuertemente con mis dedos, Ana se mecía apretando el pubis contra la mano, la seguí besando con ganas mientras mi otra mano pellizcaba sus pezones sobre su camisa sin parar.

Ana separó por fin su boca de la mía pero no dejaba de mover el pubis contra mi mano, sus ojos bizqueaban de lujuria y su respiración era muy rápida, entre jadeos dijo:

-         Fóllame cabronazo… te deseo, solo así tratare bien a tu chica.

-         No la metas en esto Ana olvídala.

Mientras decía esto solté con ambas manos la correa de la mujer y el pantalón cayó al suelo, Ana quedo de pie contra mí con unas bragas delgadas de color negro, con la camisa y la bata aun en su sitio resultando su semidesnudéz aun más excitante, se la doblaban las rodillas cuando metí una de mis manos por el lateral de su braga y comencé a hurgarla en su raja mojada con mis dedos, ella consiguió abrirme la camisa y chupo la piel de mi pecho mientras mis dedos la hacían disfrutar, poco a poco fuimos resbalando por la pared hasta casi caernos, Ana quedo sentada en el suelo con la espalda contra el  muro mientras yo quede de rodillas ante su sexo.

Con movimientos frenéticos tironee de sus pantalones y bragas hasta casi sacárselas pero no pude por culpa de las botas, aquello no me importó ni me detuvo, arrodillado como estaba la hice doblar las rodillas  a la vez que la hacía doblar las piernas, abriéndola y haciendo que me mostrara su vagina obscenamente expuesta, metí la cabeza y los hombros bajo sus pies y mi cuerpo quedo entre sus rodillas, hundí la cabeza contra su chochete y la comí ansioso la vagina metiendo la lengua todo lo que pude en ella, mi nariz chocaba contra el clítoris y con la boca frotaba sus labios internos, continúe durante unos minutos en la misma postura hundiéndola la lengua en su interior y follándola oralmente, mientras sentía sus uñas clavarse en mis hombros y su vientre me golpeaba en la cara, los gemidos de gozo aumentaban de tono mientras la morena anunciaba que se corría, su flujo era abundante y su corrida aumentó mi deseo, note las contracciones y el distinto sabor en mi boca, pero durante unos segundos fui incapaz de detenerme y seguí chupándola el chochete mientras Ana alucinaba de gusto.

Frenéticamente separe la nariz de su empapado coño, al mismo tiempo me abría la bragueta sacando mi erecto miembro y trepe por su cuerpo, durante el corto trayecto levanté su camisa y chupe ávidamente sus tetas, estas eran tan pequeñas que me cabían casi enteras en la boca cosa que hice y ella agradeció con grititos de placer, a estas alturas yo tenía el cuerpo sobre ella y me sentía abrazado a la altura del culo por sus rodillas, con el pantalón grotescamente enrollado sujetándola ambos tobillos, la cabeza de mi polla rozaba su abierto coño que no tardé en penetrar por el simple movimiento de dejarme caer sobre él, Ana gimió en voz alta al sentirse penetrada de golpe.

Empecé a darla verga dentro y fuera de su chochete a velocidad media, mientras la chupaba el cuello y amasaba sus tetas con ambas manos, ella gemía y se meneaba como podía con la parte alta de la espalda contra la pared y el resto de su cuerpo en el suelo, la bata blanca arrugada formaba una improvisada almohada a la altura de su nuca y resaltaba el color de su cuerpo contrastando con la ropa del uniforme, el placer aumentó por ambas partes, su chochete se relajaba y oprimía alternativamente mi polla según esta entraba o salía de su dueña, la morena me pedía mas caña casi a gritos, yo recordaba como Ana solía escandalizar cuando follaba, así que decidí taparla la boca con lo único que tenía a mano y comencé a besarla con furia en la boca, a la vez que aumentaba la cadencia de mis caderas, la barrené a conciencia entrando y saliendo de su vagina tan rápido como podía, la doctora se corrió una vez y se relajo durante unos instantes pero yo estaba lanzado y no podía detenerme, su chochete me apretaba y estaba untuosamente suave, mis penetraciones me acercaban al orgasmo y Ana se unió de nuevo a la fiesta agitando las caderas mientras me besaba con deseo.

-         Follame caaaabron, fooollame fuerte, besameee.

-         Siiii anitaaa, toma verga cerdaaa mía, te voyyy a clavar al suuelooo.

-         Uuuuffffff, siiiii damelaaa, maaas.

-         Golfaaa te voyyy a matar de gustooo.

-         Asiii Juaaan siii me voy a correeeer.

La mire sin poder despegarme de ella, la última frase la había dicho con los ojos cerrados, parecía en trance, su cara era una expresión de lujuria, estaba bellísima mientras se corría con mi polla dentro de su cuerpo, yo me deje ir dentro de ella, la sensación de placer y los temblores de la morena me hicieron acabar con una corrida larga y tumultuosa que lleno su vagina de caliente semen, aunque me quede quieto clavándola contra el suelo mientras nuestras respiraciones se normalizaban, sabía que algo de mi esperma debía haber rebosado y caía por su grieta en dirección a su ano, la corrida había sido demasiado intensa.

Momentos después rompimos el abrazo y me deslice por entre sus piernas aun enredadas a la altura de los tobillos por el pantalón, nos reímos al ver como había quedado todo, ella parecía menos mala y con más ganas de juerga, así que intenté ser algo más suave y seductor con ella, así que dije:

-         ¿Sabes Ana, estas preciosa cuando te corres? Me encanta la carita de vicio que pones.

-         Pues la podías haber visto muchas veces, pero te la has perdido por imbécil elegiste a la tonta.

-         ¡No empecemos de nuevo con eso! mira doctora me tendrás cuando quieras, lo sabes solo te pido que no hagas sufrir a Ceci.

-         ¡Ceci esto, Ceci aquello, te repites mucho tío! Si estás conmigo tendrás que olvidarla y yo me ocupare de que lo hagas, por las buenas o por las malas.

Una sombra tenebrosa transfiguró las facciones de Toni, afortunadamente estaba ajustándose la ropa de espaldas a Ana y esta no lo vio, la mujer seguía erre que erre despotricando contra Cecilia, Toni decidió que ya estaba bien y que cumpliría sus ordenes sin vacilar, la había dado una última oportunidad y la doctora no la aprovechaba, aquella sería la última noche de la vengativa y peligrosa Ana.

Me gire sonriéndola y tome con una de sus manos la barbilla de la morena, esta se quedo sorprendida y silenciosa mirándole a los ojos, acerque la cara a la suya dándola un suave beso en los labios, luego dije:

-         ¡Sabes! Esto podría funcionar, las dos veces que nos hemos acostado ha sido fabuloso Ana, lo malo ha sido que apenas hemos hablado y realmente no nos conocemos en serio, creo que deberíamos empezar lo antes posible a remediar eso.

-         ¡Y cómo, oh lumbrera ambulante! has decidido hacerlo, no me tomes el pelo cabrón, la vida de tu chica pende de un hilo.

-         Te demostrare que puedo pasar de ella, esta noche mientras ella sufre tú y yo iremos a cenar al torreón, charlaremos y follaremos sin testigos ni cotillas que te oigan gozar de placer.

-         ¡No lo dices en serio! No te puedo creer, pero si estas encoñado con esa cría enferma.

-         Ven y te lo demostrare, Ana no pierdes nada con venir, además tienes que recoger las muestras y análisis de ella que guardo allí, piénsalo Ana los puedes usar o hacer desaparecer, no me opondré a lo que decidas pero te advertiré una cosa.

-         ¿Qué cosa? No estás en situación de exigirme nada.

-         Solo te advierto que si paso de ella para estar contigo, debes dejar de insultarme y tratarme con cariño, ten en cuenta que renunciaría a alguien que me quiere para estar contigo, te daré amor y respeto pero exijo lo mismo, ¡Sin excusas!

Los ojos de la doctora chispeaban de alegría, pero su subconsciente la avisaba de una trampa, todo estaba resultando demasiado fácil, se dejo besar nuevamente un beso fuerte y fogoso con lengua que la alteró por completo y la hizo mojar de nuevo, aun sentía mi esperma en su interior y se sintió excitada sin proponérselo, acabado el beso solo atinó a responder:

-         Está bien Toni, cenaremos y charlaremos esta noche, harás bien en estar conmigo pues tengo planes para el futuro, te va a gustar pasarlo a mi lado, ya sabes que a quien a buen árbol se arrima… buena sombra le cobija.

Continuara…


  • Ver capítulos 22 y 23.

Bien amigos disculpad el retraso en publicar, como veis no me olvido de vosotros y la historia sigue en marcha, en los comentarios del anterior relato se me preguntaba la edad de Toni, pues bien este tiene 36 años y cumplirá uno más en enero, lo pongo aquí por que supongo que más de uno se habrá hecho la misma pregunta.

Con respecto a la historia, ¿Qué pasara con Mara y “soldado” es decir con el capitán J.Lillo? no lo tengo claro, además he de confesar que desde hace tiempo el apellido Lillo me venía dando vueltas en la mente cada vez que pensaba en bautizar a “soldado” el cómo y el porqué lo ignoro, debe ser el destino del personaje o una broma de las musas.

En la próxima entrega Ana será sodomizada (lo prometido es deuda) con respecto a su destino final y dado que Toni tiene carta blanca, acaricio dos ideas pero os dejare decidir, pues en cualquiera de ambos casos ella no saldrá bien librada, elegid: Susto o Muerte.

Sed felices…