El Virus VR (33)

Ceci espiando, limpieza de "desinfectados" preparación de comida "polvo de guardia" paseo a los nuevos y llegada de refuerzos.

Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia, especialmente el 1º el 4º y el 9º pues explican el origen, la transmisión del virus y más datos importantes.


Desperté solo aquella mañana de principios de Junio, me sorprendió no hallar a Ceci a mi lado como siempre y pestañee asombrado, mis ojos se dirigieron a la puerta entreabierta por donde se colaban susurros jadeantes de mujeres, tras estirarme perezosamente me levante de la cama dirigiéndome sigilosamente a la puerta, abriéndola despacio contemple a mi rubia.

Cecilia estaba de pie desnuda y preciosa, apoyada en el marco de la puerta del dormitorio de las chicas, sujetaba la puerta abierta unos tres dedos con su mano zurda mientras dedicaba la diestra a acariciarse los pechos, no se dio cuenta de que la miraba porque su atención estaba centrada en lo que ocurría dentro de la habitación, de allí surgían los gemiditos y jadeos suaves que escuchaba, supuse que Mara y Lucy estaban dándose los buenos días como dios manda, ignorantes de que Ceci las observaba sin perder detalle al mismo tiempo que se daba una alegría a sí misma.

Me acerque por detrás de la rubia sin hacer ruido, pegándome a su espalda y abrazándola al mismo tiempo que la chistaba al oído para que no hiciese ruido, ella respingó sorprendida y se quedo muy quieta mientras la besaba en el cuello, aproveche para mirar por la rendija viendo a las dos mujeres en la cama, en ese momento Lucy se metía el vibrador blanco rítmicamente en su vagina, mientras agitaba dos dedos dentro del chochete de Mara y esta se estremecía de gusto, mi rubia se había dejado de tocar sin saber qué hacer y yo la susurre al oído:

-         Sigue mirando cielo, ¿te gusta lo que ves?

-         Sii… mucho.

-         Entonces disfrútalo, sigue acariciándote cariño me gusta verte así.

Me pegue a su cuerpo haciendo que sintiera mi erección en el surco de sus nalgas, ella reanudó las caricias de su mano diestra sobre su pecho y yo acaricie el otro con mi mano izquierda, procurando igualar sus movimientos y presiones sobre el pezón, a la vez mi mano derecha acariciaba la entrada de su mojada vagina, sin dejar de besarla en el cuello, Ceci temblaba de pasión sin apartar los ojos del cuadro que se desarrollaba a poca distancia de sus ojos, yo veía en su perfil como ella agitaba la nariz olfateando por la rendija de la puerta el olor a sexo de aquellas dos hembras calientes.

En la cama Mara estaba a punto de correrse y se lo dijo a Lucy, esta acelero sus propias arremetidas en el chochete metiéndose profundamente el vibrador, a la vez que vencida por el placer se dejo caer hacia delante chupando con ganas el clítoris de la morena y prácticamente devorándolo ansiosamente, Mara sorprendida por aquella repentina pasión casi gritaba de placer corriéndose casi instantáneamente en la boca de su amiga pelirroja, su cuerpo se arqueaba de gusto mientras lo hacía, la pelirroja se dejo ir corriéndose a su vez mientras rebozaba su jadeante cara contra el chorreante coño de la morena que no dejaba de estremecerse en un momentáneo éxtasis de placer.

Tras un momento en que las dos mujeres solo jadeaban, la pelirroja separo repentinamente la cara empapada y tomo aire ruidosamente dejándose caer agotada y respirando agitadamente sobre el plano vientre de su amiga morena,  mi chica desde la puerta se corrió en breves instantes sin dejar de mirarlas, lo cual no me sorprendió pues su chochito era un manantial de flujo, me habían bastado unas pocas caricias algo más intensas sobre su botoncito para que se estremeciera en mis brazos, gimiendo audiblemente al correrse.

Las dos mujeres miraron hacia la puerta sorprendidas por los suspiros de Ceci, viéndonos allí de pie y con mi rubia aun temblando de placer, ambas se levantaron y se acercaron a nosotros en plan juguetón, Mara decía:

-         Mira Lucy, hemos pillado a un par de mirones ¿Qué hacemos con ellos?

-         Deberíamos castigarles por guarrillos ¡no sabéis, que no se debe espiar a la gente en sus camas!

Se habían acercado abriendo la puerta del todo, cada una tomo un pecho de mi nena acariciándolo suavemente mientras esta sorprendida y aun con la respiración agitada, se erguía apoyándose lánguidamente contra mi cuerpo, yo a su espalda la abrace por la cintura mientras mi verga recorría el bonito surco de sus nalgas, la rubia se me pegó haciéndome notar su calor e inclinando la cabeza a un lado, bese su cuello descubierto y mi erección llego a tope, pero mi cabeza se impuso ante mis deseos, no podíamos desperdiciar la mañana pues había mucho que hacer, así que decidí posponer un poco la orgia que se avecinaba, en mi mente sabia que sería mejor tener a aquellas tres lobas deseosas de macho un poquito más, pues no sabía si Ceci aceptaría de buen grado la inclusión en nuestros “juegos” de la morena Mara, decidí calentarla durante toda la mañana lenta pero insistentemente.

-         Calma chicas no habrá castigo de momento.

-         ¿Porque? –Respondió Mara.

-         Porque hay que hacer cosas, lo primero es pasar por el baño y ducharnos todos, Ceci y yo iremos primero y mientras que vosotras os ducháis la hare sus pruebas y la pondré el antibiótico, luego desayunaremos todos.

-         Daremos comida a los de abajo, supongo. –Afirmó Lucy.

-         En efecto señorita, pero antes los sacaremos al patio de uno en uno y los daremos un buen baño, seguido de un paseo y de vuelta a sus celdas, recordad que tendremos visita hacia la hora de comer, así que habrá que preparar algo bueno para el coronel Palacios y la gente que traiga.

-         ¿Cuántos podrán ser?

-         No lo sé seguro Lucy, los dos pilotos y si vienen médicos y algún soldado de escolta más el coronel claro, entre ocho y diez, más nosotros cuatro y los tres de abajo, pon que seamos quince en total.

-         Vale haremos paellas y ensaladas, -Contestó Mara- el que este conforme que coma y el que no a su casa.

Nos pusimos a hacer todo lo planeado, la mañana se nos fue bastante rápido pues no parábamos, tras desayunar y ponernos ropa cómoda procedimos a sacar a la mujerona a bañarse, el mero hecho de sacarla de la celda ya fue tremendo pues se resistía bastante, no nos quedo más remedio sacarla a empujones y dormirla cuando ya estaba en el patio, cortamos sus ropas y las dejamos a un lado apiladas para quemarlas después junto a las de los otros, ella estaba bastante sucia y tenia roña en varios puntos así que tuvimos que frotar bastante con cepillos, pero el resultado final nos dejo impresionados, su pelo no era negro como me pareció al verla salir de la cueva sino castaño, se lo cortamos bastante dejándola una corta melena bastante limpia, con respecto a su cuerpo estaba pasable, los pechos algo caídos y de tipo ligeramente regordeta, el culo bien puesto después de haberse estado paseando durante meses, curamos como pudimos sus destrozados pies, yo le di un 7 en mi escala de mujerío, la cortamos las uñas y la vestimos con una simple camisa civil del difunto sargento Bravo.

El joven de 20 años parecía acobardado pero se resistió un poco, tenia marcas de golpes y  moratones por el cuerpo,  uno de ellos cerca de un ojo, supuse que el tío muerto a la entrada de la cueva seria su anterior líder, en algún momento se habrían pegado por comida o sexo, resumiendo el joven estaba bastante bien formado de cuerpo, aunque las chicas dijeron que era de tamaño medio en “otras cosas” sinceramente no puedo opinar pues no me interesan ciertas medidas, tras dormirlo lo lavamos a fondo y afeitamos la barba devolviéndole a su celda tras ponerle una camisola. El chaval de 15 resultó el menos problemático, estaba alucinado con tanta hembra cerca, se debatía entre la timidez y la llamada del deseo, tras dormirlo y bañar su joven y firme cuerpo, las chicas le auguraron un “gran” futuro con las chicas de los bloques, le colocamos otra camisola y lo devolvimos a la celda.

Luego todos de pie contemplamos nuestra obra, con el pelo y las uñas recortados, bien bañados y oliendo a limpio los tres prisioneros tumbados sobre unas toallas dentro de las celdas, parecían más personas que el día anterior, al menos darían buena imagen, les pase los bastoncillos por la boca antes de que se despertasen, las muestras de saliva corroboraron mis impresiones ya que se asemejaban a las una persona sin virus.

Puse a lavar las mantas y sabanas de las celdas, después quemé las ropas de nuestros invitados en previsión de pulgas u otros animalitos que contuvieran, entretanto las chicas se ocupaban de preparar la comida y Ceci de hacer sus ejercicios de dibujo y escritura, en un momento dado me apoyé en el rastrillo mirando al torreón, sabía que estaba haciendo lo correcto ayudando en lo que podía, escuchando los ruidos que de el salían, mezcla de voces femeninas y vajilla me sentí más o menos feliz, aquel ya no era el torreón silencioso de semanas atrás.

Media hora más tarde bajé los desayunos a los prisioneros, unas simples tortitas y galletas con agua para beber en vasos de plástico, pensé que hasta que no los reconociesen en serio no debería darles algo más consistente, estaban despiertos en las celdas y les pase el desayuno, empujando las bandejas de plástico con la escoba por el hueco de debajo de las puertas de barrotes, tras verles comer ansiosamente con las manos reforcé la idea de que lo más duro con ellos sería su reeducación.

Al acabar de hacer sus “deberes” Cecilia fue reclamada en la cocina, cuando intenté entrar con ella Mara me lanzo una mirada intrigante diciendo:

-         Aquí no se te ha perdido nada machote, esta es zona de chicas así que vete a hacer lo que debas mientras enseñamos a Ceci un par de cosas.

Mis intentos de protesta se acabaron en un sonoro portazo, dejándome fuera mientras oía risas femeninas entre ruidos de cacharros, subí a la terraza con mi fusil Remington y munición pues no sabía si habría infectados cerca, en ese caso el olor de lo que cocinaban los atraería y no deseaba ese tipo de sorpresas, al rato de estar vigilando me atrajo un movimiento en la parte de la cuesta que daba a los bloques, comprobé con los prismáticos que era un conejo, rápidamente baje a por el rifle del calibre 22 y volví a la azotea, le dispare y cayó muerto así que salí rápidamente a recoger la caza del día, por el camino reflexionaba acerca de la poca carne que habría quedado del animal y le hubiera dado con el Remington más potente, el animal era grande pues nadie le había molestado durante meses al ser más rápido que los infectados, de vuelta al torreón le quite la piel y llame a la puerta de la cocina, entregándoselo a las mujeres como complemento para la comida.

Llame a la base y me confirmaron que el coronel Palacios y su grupo llegarían a mi posición hacia las 14:00, volví a la terraza y me mantuve atento mientras el aroma de la comida me embargaba los sentidos, al rato apareció Mara por la puerta saliendo y sentándose a mi lado en una silla, durante unos minutos apenas nos miramos luego ella dijo:

-         Vale ya Toni, siento mi comportamiento de estos días pero… estaba muy preocupada por Lucy.

Me volví mirándola, vestía sus botas desabrochadas, un pantalón corto azulón y una camiseta blanca de tirantes donde se notaban sus pechos de grandes pezones, observe asimismo su agradable cara donde se apreciaba un mohín de preocupación, la respondí:

-         No te preocupes Mara, como cabo y amiga de Lucy es normal que te preocuparas de ella, espero que no se repita la actitud que has tomado contra mí, ya has visto que ha sido bien acogida por Ceci y bien cuidada.

-         Lo sé y por eso me siento como una tonta, me he pasado…

-         Anda déjalo y calla un poco, ¿no ves que no te lo he tenido en cuenta? somos amigos antes que soldados y de vez en cuando un amigo aguanta los gritos de otro, solo te pido que la próxima vez antes de enfurruñarte lo hablemos ¿vale?

-         Vale Toni… ¡A tus ordenes mi teniente! Lo hablaremos.

-         Oye Mara ¿te ha explicado Lucy lo que… hicimos con Ceci?

-         Con pelos y señales, ¿Cuándo me toca? Estoy deseando comerme el coñito de tu rubia con plástico transparente envolviéndolo, en todos mis años de puterío nunca he hecho algo así y pensaba que ya no tenía nada que aprender de sexo.

-         Esta noche si quieres podrás comerte a Ceci, pero depende de ella así que ya puedes empezar a ligártela, pues cree que no te cae muy bien.

-         ¡vale! En cuanto baje empezare a camelármela, pero ahora estoy aquí… déjame que me disculpe de otra manera contigo.

Rápidamente Mara se arrodilló en el suelo ante mí, quede sorprendido sentado en mi silla viendo como la mujer me desabrochaba la bragueta, extrajo mi verga y la chupo lenta y perezosamente mirándome a la cara mientras me chupeteaba el prepucio, la erección llego a tope en segundos después del calentón de la mañana, chupo el tronco durante un minuto embadurnándolo de saliva, seguidamente se incorporó un poco y se quito la camiseta metiendo mi miembro entre sus pechos, el calorcito de sus tetas envolviéndome me tenía a 100 y aumentando, ella me pajeaba haciéndome una cubana sensacional chupando de vez en cuando mi tenso prepucio, yo suspiraba de placer dejando caer mi cabeza hacia atrás mientras ella notaba el sabor de mi liquido preseminal en su boca.

La morena se levantó de golpe, abriéndose de piernas y apartando a un lado su pantalón corto y el tanga que llevaba debajo, montándose sobre mí a horcajadas y dejándose penetrar por mi verga, su chochete estaba bastante mojado y la penetración fue rápida y gozosa, Mara saltaba sobre mi miembro haciéndome notar sus tetas contra mi pecho, la bese en la boca con ganas y lujuria sintiéndome abrazado por sus manos, agarre los mofletes del culo que me cabalgaba sin descanso, intentando controlar sus movimientos pero era inútil, aquella hembra desbocada se me estaba follando a su gusto en la terraza del torreón, a la vista de quien viniera y mecidos por el viento.

Su vagina apretaba y soltaba mi rabo dentro de sí, ambos gemíamos de placer sin dejar de movernos frenéticamente, la silla crujió pero no aflojamos el ritmo lo más mínimo, un momento después note perfectamente la corrida de Mara y como se tensaba abriendo la boca en un jadeo de placer, que me apresure a acallar besándola con pasión sintiéndola temblar entre mis brazos mientras acababa en un orgasmo fenomenal.

Me costó pero me contuve de correrme dentro de ella.

-         Vamos Toni… dámelo… échamelo dentro, córrete.

-         No Mara, luego esta noche, hasta quedarme seco ¡lo prometo!

-         Solo se lo darás a ella ¿verdad?

-         No Mara, será para todas de verdad… pero he de estar despejado cuando llegue el coronel, cuando se vaya esta noche nos encerraremos, necesitare estar a tope de ganas y fuerzas para satisfaceros a las tres.

-         Está bien pero que sepas que no te vas a escapar, tendré tu leche esta noche.

Mara me descabalgó y se vistió, me costó bastante dejar de mirarla y volver a meter a “mi” fiera en su cubil cerrando la bragueta, la morena me dio un beso antes de bajar de nuevo a la cocina diciendo:

-         Si te hubiera conocido antes, no te me escapabas.

La escuché alejarse pensando que era la segunda mujer que me decía esa frase, primero fue Lucy y ahora la decía ella, me daba igual pues yo seguía totalmente enamorado de Cecilia, pero empecé a plantearme seriamente el tema de la fidelidad en cuanto mi chica soltase el puñetero virus.

Un rato después vi desde la azotea como paseaban Lucy y Ceci, las chicas se habían desnudado para que las diese el sol y me pusieron cardiaco perdido, sus jóvenes y bonitos cuerpos se exhibían ante mí y de vez en cuando me hacían señales y tiraban besos, finalmente antes de eyacular en los pantalones decidí abandonar mi guardia y baje al dormitorio de tropa, hurgue entre las cosas de la agente Macías hasta encontrar la caja de madera, tome el consolador grandote de 23 cm y se lo entregue a Mara en la cocina diciéndola:

-         Toma Mara supongo que esto os vendrá bien esta noche, solo has de lavarlo antes de usarlo pues su anterior dueña no lo echara de menos.

-         ¿Qué te pasa Toni estas coloradote y excitado?

-         Si porque no me había bajado del todo, cuando han salido estas dos a pasear me he… tenido que retirar, oye dile a Lucy que a quien tenéis que calentar es a Cecilia para que te acepte, ¡no a mí!

-         Vale se lo diré, anda vete que voy a fregar a este “amiguito” a lo mejor hasta lo probamos antes de la noche.

Me retiré volviendo a mi azotea, las chicas se habían aliviado y habían recogido, las vi cuando se estaban vistiendo de nuevo, supuse que sería buena idea sacar a pasear a los “desinfectados” antes de que llegara el coronel Palacios, así que baje de nuevo y con ayuda de Lucy los sacamos de paseo.

Con estos solo usamos las esposas a la espalda y el palo-collar en el cuello, la mujer fue la primera en ser paseada y gruño de lo lindo, (realmente todos nos gruñeron bastante) pero a la hora de limpiarla después de evacuar la deje hacerlo a Lucy mientras yo la vigilaba porra en mano, la mujerona se dejo hacer y la devolvimos a la celda sacando al veinteañero en su lugar, tardó mas en hacer sus necesidades pero al final lo consiguió, tocándome a mi limpiarle, el joven no me gruño pero sentí sus ojos mirándome de una manera “especial” acabado su aseo le devolvimos a la celda sacando al más joven, este parecía una cabra loca intentando correr en todas direcciones a la vez, finalmente tras ponernos duros con él y tras darle un tirón de los pelos de la nuca se calmo bastante, al fin descubrimos que le gustaba pasear detrás de una mujer así que mientras yo sujetaba el palo Lucy se puso a caminar y el chico dócilmente la siguió.

El chico tardó en parar a aliviarse, cuando acabó y me disponía a limpiarle Lucy me pidió que la dejara hacerlo a ella, no tardo más de un minuto y el chaval casi se me desploma al suelo, Lucy sonreía en forma picara al levantarse mostrándome en el pañuelo una corrida escandalosamente blanca y espesa, diciendo:

-         Mira jefe, ha sido tocarle y…

-         Ya lo veo, espero que este mico pajillero no lo tome como una costumbre.

-         Si quieres ya acabo yo sola de pasearlo.

-         De eso nada monada, hasta que no lo vean los especialistas nada de paseos en solitario con chicas.

Una vez devuelto el chaval a la celda volvimos a subir al salón, pregunte a Lucy que la había contado a Mara de Ceci, ella me contestó que todo y además como debía hablarla y en caso de contacto físico, debía llevar siempre los guantes puestos además de evitar el contacto con sangre y fluidos, en fin las medidas normales y si había besos debían ser en la cara y no en la boca, llegamos a la cocina y mi rubia se me abrazo feliz, enseñándome la comida que habían preparado para nuestros invitados, estaba tan alegre que parecía haberla hecho ella sola.

Pusimos dos mesas en el comedor y empezamos a colocar vasos platos y cubiertos, después nos pusimos nuestros uniformes y Ceci un corto vestido negro con zapatos planos a juego, al poco nos llamaron por radio desde el Helicóptero informándonos de su llegada inminente, Salí a la terraza viendo aproximarse un Chinook grande y verde, este fue bajando hasta que se poso en la parte de atrás de las murallas, hice una señal a las chicas para que abriesen las puertas, de la rampa trasera del helicóptero salieron varios hombres uniformados, que se apresuraron hacia el portón mientras el piloto apagaba los motores.

Una vez dentro el coronel Palacios hizo formar a sus hombres presentándolos, Carlos Mata, Teniente medico que se quedaría a cargo del “hospital” le acompañaban dos ATS Romero y Robles ambos jóvenes pero con experiencia, además el segundo de ellos era sacerdote en prácticas.

-         Con esto cubrimos sus necesidades de alivio, -Dijo Palacios- en cuerpo y alma a la vez.

A los dos siguientes ya los conocía, eran el cabo Guzmán y el soldado Díaz, ahora ascendidos a sargento y cabo respectivamente, serian los encargados de adiestrar más a fondo a los milicianos y a los nuevos que fueran consiguiendo, además de formar una tercera escuadra más fuerte como refuerzo.

El último era el cabo Gómez, sería el encargado de informática y telecomunicaciones, tenía dos misiones la primera enseñar a varios de mis milicianos, el manejo de las nuevas radios mas potentes que traían, su segunda misión era manejar un pequeño helicóptero de un metro de largo a control remoto, este sería usado en misiones de reconocimiento pues disponía de varias cámaras normales e infrarrojas para ello.

Finalmente entraron los dos pilotos y el artillero de cola del helicóptero, cerraron el portón y subieron todos al torreón donde disfrutarían de una buena comida y una amena charla.

Continuara…


Bien amigos, sexo y novedades como habéis visto, en el próximo capítulo nos enteraremos mejor de las misiones de cada uno y de lo que nos cuente el coronel.

¿Atacaran al hombre lobo? O tal vez se espera mas acción y por eso mandan refuerzos, ya veremos entretanto y como siempre…

¡Sed felices!