El Virus VR (3)
Una semana despues en la vida de Toni
Recomiendo la lectura de los capítulos anteriores para una mejor comprensión de esta historia.
Querido diario, ha pasado una semana desde que salí a la gasolinera, los días pasan sin demasiadas cosas que contar y se han vuelto algo rutinario, como rutinario es que siempre que me pongo a hacer la comida vienen los infectados atraídos sin duda por el olor, mato a dos o tres y bajo a comer o me subo la comida a la azotea y me escojono tirándoles las sobras para ver como pelean por ellas, hace tiempo que dejó de afectarme ver cadáveres y que aquello me impidiese comer, tras perder algunos kilos y enfermar de debilidad me repuse finalmente y ahora podría comer hasta en un cementerio, es curioso como el carácter se te endurece hasta hacerte ser insensible a ciertos factores, tales como la piedad o la ternura por no decir la lástima por los que matas para sobrevivir, también es ya rutinario que media hora después de que baje a lavar el plato y no me vean en dicha azotea, se den la vuelta y de camino al pueblo se coman a los que yo he matado, es muy de agradecer que rebañen bien a los cadáveres, pues en caso contrario los alrededores del torreón apestarían a carne podrida.
El resto de mis actividades es igualmente rutinario, veo pelis y series en el ordenador, pues aparte de las mías uno de los agentes muertos tenía una gran cantidad de estas y de algunas otras mas fuertecillas, en un disco duro extraíble que encontré registrando sus taquillas, también hago algún crucigrama o sopa de letras pero paso de los sudokus que nunca me han gustado.
Ayer pase la tarde limpiando todas las armas largas que hay en el torreón, el primero fue mi fusil Remington desde luego, luego el cetme viejo y después los del 5´56, las dos escopetas del 12 y el resto de las que había en el cuarto de decomisos, he adoptado como mío un rifle casi nuevo del 22 buena imitación de la marca Adler de un Kalasnikov, que tiene buena precisión y apenas hace ruido al disparar, además de tener a mi disposición tres cargadores de 20 tiros y casi 300 proyectiles para él, pienso usarlo para los críos pues me incomoda que el proyectil más pesado y potente del Remington prácticamente los arranque la cabeza al impactar.
Pensaba dedicar la tarde de hoy a limpiar las pistolas y el revólver pero se me a ocurrido otra cosa y he bajado a los calabozos a ver a mi compañera forzosa Ceci, ella me recibe como siempre y saca sus brazos por los barrotes intentando agarrarme, gruñe y arma un escándalo de mil demonios cada vez que me ve pero no me acerco demasiado a ella, no quiero que me escupa a la cara y me infecte con su saliva, lleva toda la semana desnuda pues es más fácil para lavarla con la manguera, por la noche la tiró una manta porque refresca pero se la quito por las mañanas o la ensuciaría con sus heces.
Me deleito un momento mirando su cuerpo desnudo antes de decirla:
- He pensado que a mi nena le vendría bien darse un paseo y que la diera el sol, voy a preparar unas cosillas y ahora te saco y podrás mear fuera.
Voy al cobertizo de la parte Este donde había visto algunas cosillas interesantes, abro la taquilla y recojo un par de guantes de boxeo y la correa del perro con su collar de dos dedos de ancho por un centímetro de grueso, del armario saco una fregona y la quito el cabezal quedándome con el palo de metro y pico de alto, paso un alambre grueso por el agujero del extremo del palo y tras quitarle la correa de cuero al collar y dejarla aparte, procedo a pasarlo varias veces por la anilla del collar sujetándoselo fuertemente, ato bien el alambre y sujeto todo el conjunto con varias vueltas de cinta americana, compruebo que queda bien agarrado todo el conjunto y apenas oscila en la unión del palo con el collar, ahora podre pasear a Ceci sin que se me acerque demasiado, seguidamente con un clavo gordo atravieso una de las pelotas de tenis y tras cortar la correa del perro la paso por los agujeros de dicha pelota, recojo los guantes de boxeo y vuelvo al torreón.
Me pongo el cinturón con mi pistola en su cartuchera, compruebo si tengo una bala en la recamara y bajo a los calabozos con todo lo que he traído, mas un par de esposas y la porra eléctrica en la mano, me acerco a los barrotes y le doy una descarga a la chica, ella cae al suelo y yo aprovecho para entrar en la celda, la doy otra descarga para dormirla y me deleito mirándola un instante, me fijo en su pubis apenas poblado de pelos y comprendo que entes debía ir con el chochete afeitado, ahora y sin que su dueña lo atienda empieza a parecer una barba de una semana, la pongo boca abajo por precaución, la coloco los guantes de boxeo en sus manos atándoselos a continuación y sujetándola ambos brazos a la espalda mediante las esposas, le pongo la pelota de tenis en la boca y la ato con los extremos de la correa a su nuca fuertemente, seguidamente la pongo el collar dejándola un dedo de holgura para que no se ahogue, salgo de la celda.
Doy un paso atrás y contemplo mi obra, Ceci esta desnuda y bien sujeta, la pelota la impedirá morderme y los guantes de boxeo la harán imposible arañarme o sujetarme, además los brazos están sujetos a su espalda y el palo la mantendrá en todo momento a un metro de mí, me sujeto la porra eléctrica al cinturón por si hiciera falta durante el paseo, antes de salir me meto unos pañuelos de papel en los bolsillos para limpiarla si hiciera sus necesidades y espero a que se despierte.
Pocos minutos después vuelve en sí, la ayudo a levantarse sin soltar el palo con una mano y aquel contacto parece volverla loca, se agita y me empuja, intenta gritar pero no puede y tampoco puede usar sus manos, veo terror en sus antes furiosos ojos e intento calmarla hablándola despacio:
- Calma Ceci, cálmate vamos a dar un paseo.
Es inútil, está que rabia y tengo problemas para sujetarla hasta que la doy un bofetón que la cruza la cara, sin pensármelo mas la hago caminar a base de tirar del palo, la saco de la celda y después me coloco a su espalda empujándola con el palo por la nuca y dirigiendo su marcha hasta el patio, una vez allí aflojo la tensión y simplemente la sigo por donde quiera ir, teniendo cuidado y estando atento a sus giros y torpes movimientos, veo que sus facciones se relajan un tanto al notar el sol y el aire limpio sobre su cuerpo.
Olfatea el ambiente, husmea como un perro por todas direcciones y de cuando en cuando se gira, mirándome entre agradecida y rabiosa, debo de estar chalado paseándome con esta tía desnuda e infectada de rabia mortal por el patio del torreón, con la fachada de este por un lado y cinco metros mas allá la muralla que lo circunda, de tres metros y medio de alto con su pasillito de ronda almenado por encima; voy tras ella sujetando el palo con mis manos, mis ojos no se consiguen despegarse del todo de su atractiva silueta especialmente de ese culete tan estupendo que posee, incomodo intento mirar en otra dirección pero es inútil, mis ojos vuelven siempre al mismo lugar, sus nalgas.
Un momento después se detiene y se abre de piernas, veo que está orinando de pie con las rodillas ligeramente flexionadas, la hago agacharse más tirando hacia abajo con el palo y el collar que rodea su cuello, ella se resiste pero modifica su postura lentamente hasta quedarse en cuclillas, mantiene su postura y compruebo que no solo orina sino que también evacua los intestinos, cuando ha acabado e intenta levantarse la fuerzo con el palo a seguir en la misma postura, saco con una mano varios pañuelos del bolsillo y la intento limpiar el culo, se debate rabiosamente al notar mi mano y el papel entre sus nalgas, se convierte en una bestia feroz que gruñe se resiste y contonea el cuerpo empujando en todas direcciones, casi me hace caer sobre su mierda e intenta arañarme las manos con sus uñas en un gesto de defensa, afortunadamente no puede conseguirlo gracias a los guantes de boxeo, suelto el papel y la doy varios fuertes azotes en sus nalgas gritándola:
- ¡Quita Ceci, solo te estoy limpiando!
Si la estoy limpiando, ¿pero realmente hago solo eso…? Mis manos se demoran más de la cuenta sobre la suave piel cálida de las nalgas de Ceci, además me doy cuenta de que tengo una erección digna de un caballo, mi cuerpo después de mucho tiempo sin tocar a una mujer está reaccionando por su cuenta, hago un esfuerzo y me levanto tirando del palo para que ella se ponga en pie, seguimos andando y completamos nuestra segunda vuelta al patio del torreón no aflojo apenas la tensión del conjunto palo-collar en su cuello, mi (otro) palo sigue bien levantado pues no dejo de fijarme en las curvas de la rubia, cuando se gira o se inclina veo sus altos y generosos pechos, rematados en dos pezones chiquitos sobre unas aureolas rosa fuerte del tamaño de una moneda de 2 euros, el resto del tiempo solo veo sus nalgas que me atraen como un imán.
Me estoy poniendo de los nervios y loco de deseo por la Ceci y su ondulante cuerpo, decido que se acabó el paseo y cuando pasamos ante la puerta del torreón la obligo a entrar, empujándola con el palo la hago bajar las escaleras y entrar en su celda, saco la porra eléctrica y la doy una sacudida directamente en la nuca, ella se desploma en el suelo totalmente dormida, suelto el palo y subo a coger agua en una palangana así como una esponja y un tubo de perfume en espray que debió pertenecer a la fallecida guardia Macías, vuelvo a la celda y procedo a lavarla con la esponja la zona pélvica especialmente su vulva y su ano, tras aclarar la esponja sigo limpiándola los muslos y las rodillas que han tocado algo de mierda al caer al suelo, inspecciono la herida de su pantorrilla y se la limpio poniéndola otro apósito limpio y una nueva inyección de antibiótico, cura bien.
Empieza a volver en sí, rápidamente la desato la pelota de la boca y la quito los grilletes, el collar y los guantes de boxeo, salgo rápidamente y antes de cerrar la puerta la suelto unas pocas rociadas de perfume, aseguro la puerta y echo la llave, me quedo mirándola viendo como se despeja y estira como una gata enorme, ella me devuelve la mirada con aquellos ojazos verdes y olfatea el perfume sobre su cuerpo, no me gruñe apenas pero sus ojos delatan su rabia interior, la hablo despacio:
- ¿A qué te sientes mejor? Te he curado la herida, has hecho tus necesidades y dentro de un rato te bajare tu comida, tranquila Ceci te voy a cuidar y te pondrás mejor ya verás.
Me levanto y recojo las cosas para salir, entonces es cuando me ataca, da un salto hacia la puerta y se golpea la cara contra los barrotes, pero a sacado los brazos extendidos entre ellos y me ha cogido de un hombro con su mano izquierda, suelto lo que llevo en los brazos por el susto pero enseguida el instinto de supervivencia toma el control, agarro su muñeca y se la retuerzo con una llave de aikido, me sería extremadamente fácil rompérsela pero me controlo a tiempo, la empujo al fondo de la celda mientras la grito:
- ¡Hija de puta! Te vas a acordar de esta, ya verás.
Conecto la manguera al grifo, y le doy presión ¡TODA! La que puedo, la enfoco con el chorro a la cara y especialmente a la boca, se hace una rosquilla en el fondo de la celda pero no para de gruñir, el chorro la hace daño en la cara y en el cuello manotea intentando pararlo inútilmente, cada vez que abre la boca para respirar el chorro de agua entra en ella con fuerza, aquello solo dura un minuto de furia y decido parar antes de ahogarla, me acerco a los barrotes y la grito:
- ¡JAMAS, VUELVAS A TOCARME, PERRA!
Recojo las cosas y salgo de los calabozos, en el comedor me quito la camisa y me reviso el hombro buscando heridas o arañazos, ¡nada! salvo una pequeña contusión, así que me vuelvo a vestir y me tomo por si acaso un par de pastillas de antibióticos ligeros, pero estoy furioso contra ella en especial y el resto de los infectados en general, así que cojo el rifle con mira del 22 y un cetme moderno de 5,56 al que le he colocado un silenciador de los que estaban entre los decomisados, este no tiene mira telescópica y lo quería usar para salir de noche a cazar infectados sin que el ruido del disparo me delatase, meto dos cargadores en las fundas que cuelgan de mi cinturón y subo a la azotea, son las 5 y pico de la tarde, aun me quedan varias horas de luz para hacer lo que me propongo.
De pie en la terraza golpeo una cazuela metálica con un destornillador repetidamente, el sonido como de Gong debería atraerlos pero no aparecen, saco la pistola y hago un disparo en dirección al pueblo, me guardo el arma y sigo golpeando la cazuela al mismo tiempo que grito con todas mis fuerzas:
- ¡VAMOS TARADOS DE MIERDA, ACABEMOS CON ESTO, HORA DE CENAR, VENID CABRONES!
Finalmente aparecen, si supieran lo que les iba a pasar no vendrían, casi cinco minutos después dos de ellos salen corriendo de entre los arboles del lado Norte a 300 metros de mi, corren que se las pelan y al principio creo que son supervivientes sanos buscando refugio, miro con los prismáticos y veo que son dos hombres de 30 y 40 años aproximadamente, el más joven va delante y luce un tremendo desgarrón en su hombro izquierdo, su sangre aun está fresca y debe de llevar poco tiempo infectado, un escalofrío me pone los pelos de punta pues recuerdo el reciente ataque de Ceci y pienso que de haber tenido ella más éxito, aquel tío rabioso podía haber sido yo.
Dejo los primaticos y cojo el cetme, le pongo el cargador de 30 balas y lo monto introduciendo la primera bala en la recamara, apunto al pecho del mas joven que ya está a 100 metros de mi y le pego un tiro que le hace caer como si se hubiera dado contra una pared, el “chupete” apenas hace ruido y frena un poco la velocidad del proyectil, pero no alerta a los demás infectados que poco a poco van saliendo de los arboles, cuento una docena de ellos y son de todo tipo desde niños a viejos y de ambos sexos, disparo al otro corredor y le doy en la cabeza a mas o menos a la misma distancia que a su compañero, mientras busco otro blanco pienso que es una suerte que no sean zombis como los de las películas que solo mueren si les das en el coco, estos tardan algo mas en morir si les das en el pecho pero al menos no se levantan de nuevo.
El resto no corren pero se acercan a buen ritmo son una docena y siguen saliendo mas de los arboles, este cetme no tiene visor telescópico pues no lo consideré necesario para su utilidad nocturna así que lo cambio por el 22 que si lo lleva y lo monto, selecciono mis blancos y apunto a un chico de unos 12 años ¡pum! El tiro le da en un ojo y se desploma, cae sin demasiada sangre, al menos he conseguido mi objetivo y este calibre no los destroza la cabeza como el Remington, sigo disparando a los chicos que veo y caen dos más, cojo de nuevo el cetme y me dedico a los que están cerca de la muralla, una abuelita del tipo “doña rogelia” cae redonda cuando su larga nariz se topa con una de mis balas, un tío maduro y canoso en las sienes recibe un tiro en el cuello, sigo y sigo durante media hora, nadie llega a mas de 50 metros de la muralla, no vienen mas sin duda por el escaso ruido que he hecho en la matanza, cuento finalmente 29 cuerpos.
Vuelvo al comedor y limpio las armas usadas, repongo la munición y paso totalmente de la ceci decidiendo que hoy no solo se queda sin cena, sino que se quedara sin manta y durmiendo a oscuras sobre un charco como castigo por atacarme, me veo un par de pelis mientras ceno y después bajo y cierro con llave la puerta de la entrada, con su mesa apoyada en la madera y las latas vacías encima, escucho gemir a Ceci abajo en los calabozos pero no la hago ni puto caso, cierro también la de acceso al primer piso y tras tomar una ducha me acuesto, en sueños veo como siempre las caras de todos los que me he cargado durante el día, como siempre mi sueño es inquieto.
¿Continuará…?
Bueno amigos, he decidido ir contando la vida de Toni a saltos de una semana más o menos, para que no sea muy tediosa.
Como veis el tipo ya ha empezado con los acercamientos y toqueteos, eso le ha hecho bajar la guardia y casi lo paga caro, la explosión de furia subsiguiente y la masacre que ha causado a continuación, serian difíciles de explicar ó excusar en una sociedad normal y reglamentada… ¿ó, no?… ¿vosotros que opináis?
¿La actitud hacia Ceci será distinta en el próximo capítulo? Y si es así ¿se la tirara al fin? Sigo aceptando ideas.
¡Sed felices!