El Virgo (5)
Daniela suspira por su amado ¿le entregará su tesoro?
Daniela estaba encadenada en una oscura y fría mazmorra, su vestido de seda estaba mojado por la humedad, pegándose a su cuerpo como si fuera una segunda piel, Daniela se sentía desamparada.
En ese momento apareció un corpulento guerrero con armadura negra, se acercó a Daniela y agarrándola de la barbilla le dijo.
-bien princesita, tu padre pagará el rescate, lo que el no sabe es que yo soy un hombre generoso, no solo voy a devolverte, sino que añadiré un nieto a tu rey decía el guerrero con una sonrisa.
Daniela empezó a temblar y a llorar, sospechaba que significaba eso.
El hombre de la armadura negra empezó a tocar sus senos, mientras miraba los asustados y llorosos ojos de Daniela.
-siii, justo como me han dicho, sois la más bella que hay, dentro de cinco días vuestro padre traerá el oro, mientras tanto, seréis mía, cada noche, durante toda la noche decía el guerrero mientras notaba como su erección se volvía más poderosa que el más solidó de los garrotes.
-¡apartaos! ¡No me toquéis! gritaba Daniela llorando.
Pero el guerrero le arrancó el vestido de seda de Daniela, la cual, incapaz de taparse, no pudo evitar sentirse humillada por la mirada del corpulento guerrero.
-vestida sois bella, desnuda sois mejor, cuanto placer me espera dijo el guerrero quitándose el casco, mostrando una cara llena de cicatrices.
-¡NOOOOOO! gritaba Daniela llena de lagrimas al notar la lengua de su carcelero lamer su cuello y sus manos apretando sus delicados pechos, unas manos que bajaban hasta su sexo.
-no, no puede estar pasando, tengo que despertar decía Daniela llorando, negando lo que le hacían.
El guerrero se quitó la armadura, su cuerpo desnudo lleno de señales de mil batallas iba a profanar el dulce cuerpo de Daniela, sus manos agarraron las piernas de la virgen y las separó con brutalidad, apuntando su garrote a la puerta intima de la princesa.
Ya estaba tocando el himen de Daniela cuando un guardia alertó al guerrero.
-¡¿qué sucede?! Bellaco gritaba el guerrero enfurecido.
-mi señor, un caballero enfundado en armadura de plata ha entrado al castillo, ¡nos esta venciendo! respondió el guardia.
-¿cuántos hombres se trae? preguntó el guerrero enfundándose su armadura.
-¡esta solo! Pero pelea como mil respondió el guardia.
El guerrero negro respondió decapitando al guardia de un mandoble, cuando terminó de enfundarse su armadura se giró a la princesa y le dijo.
-traeré su cabeza aún caliente para que vea como te lleno de mi una y otra y otra vez dijo el guerrero lamiendo su espada ensangrentada.
Se retiró dejando a Daniela llorando.
-Dios mió, por favor, protege a ese bravo caballero de plata de ese demonio decía Daniela entre lagrimas.
Pasado un tiempo, oyó el choque de dos aceros, choques que se acercaban, en ese momento el guerrero negro entró retrocediendo ante los poderosos golpes de acero de un caballero plateado cuya armadura parecía espantar la oscuridad de la celda y cuya capa escarlata ondeaba como el fuego.
El combate decantaba a favor del paladín brillante cuando un poderoso golpe de su acero.
El guerrero negro se arrodilló suplicando piedad, pero el caballero plateado miró a Daniela, indefensa, desnuda, ultrajada, eso le dio la decisión de dar el mandoble que decapitó al guerrero oscuro.
Una vez terminado el combate, el caballero plateado se quitó su capa y cubrió la desnudez de Daniela para acto seguido desatarla.
No dejó que Daniela se mantuviese de pie, los poderosos brazos del caballero llevaron el cuerpo de Daniela en brazos como un padre con su niño lactante, Daniela miraba con dulzura ese caballero que la llevó a su caballo, en el que galoparon al reino del caballero plateado, en donde todo el mundo saludaba a su paladín.
Una vez en el castillo, el caballero llevó a Daniela a su dormitorio, la colocó sobre la cama y le dijo.
-princesa, estáis a salvo, ahora iré al reino de vuestro padre para comunicarle vuestro rescate, pronto estaréis en casa.
Pero Daniela impidió que el caballero se marchara agarrando su brazo, llena de curiosidad le preguntó.
-por favor mi paladín, dejadme ver el rostro de mi salvador.
El caballero se quitó el yelmo de su armadura, mostrando el rostro de Daniel, en ese momento Daniela se lanzó a sus labios, besándolo con fuerza.
Daniel recibió esos labios con temor, era la chispa que podía desatar las llamas de la pasión, pero no se resistió, al contrario, recibió ese beso como su mayor deseo.
Cuando los labios de los amantes se separaron, Daniela se despojó de la capa escarlata mientras le pedía algo que sin duda era fruto del amor.
-por favor mi señor, despojaos de vuestra armadura, quiero compartir esta noche con vos.
Lentamente Daniel se quitó la armadura pieza por pieza, mostrando su cuerpo a Daniela, que miraba admirada a su paladín.
Al entrar en el lecho de Daniela, la abrazó con fuerza, besándola notando el calor de su cuerpo, Daniela, debido al ultraje del guerrero negro, se mantenía a la defensiva cubriendo sus pechos con sus brazos, unos brazos que se retiraron para abrazar el cuerpo de su amado a medida que avanzaba el beso, en cuanto se separaron, Daniel iba a besar los pechos de su amada, pero Daniela se lo impidió tumbándolo boca arriba y colocándose encima de el mientras le decía.
-no mi bravo guerrero, dejadme ser yo quien os agradezca vuestra hazaña.
Los labios de seda de Daniela besaron dulcemente los labios de Daniel, lentamente bajaron al poderoso cuello de su paladín, apreciando su calor, su olor, para después bajar al musculoso pecho del caballero.
En ese momento besó los pezones de Daniel, el respondió soltando un jadeo mientras hacia un movimiento reflejo.
Los ojos de Daniela observaron los ya tímidos ojos de Daniel.
Daniela sonrió y con su lengua lamía los pezones de su paladín, el cual reaccionaba con placer a esos lametones.
Las manos de Daniel, acariciaban los largos cabellos de Daniela que seguía atacando los pezones de su paladín con su lengua, notándolos erectos como la erección de su caballero que empezaba a acariciar la piel de Daniela.
Al notar la cosa de Daniel tocándole, Daniela tuvo un pensamiento perverso, tenia miedo de lo que pensase su amado, pero decidió hacerlo.
Recogió sus cabellos y los puso sobre la cara de Daniel, la punta de la lengua de Daniela recorría el cuerpo de su paladín bajando lentamente hasta su objetivo, a medida que bajaba, los cabellos de Daniela acariciaban al caballero como si miles de sensuales manos estuviesen sobre su cuerpo.
La barbilla de Daniela ya tocaba la erección de Daniel, acarició ese instrumento extraño para ella con sus manos, sentía miedo de no saberlo manejar, de modo que empezó besándole la punta mientras sus manos acariciaban el tallo.
Daniel reaccionó con placer.
Animada por eso, su lengua lamía al glande de su amado mientras sus manos acariciaban el escroto.
Después paró miró a los ojos de Daniel, unos ojos llenos de deseo, luego miró su erección, era grande, palpitante, tenia miedo de no hacerlo bien, de que se atragantase, pero tragó sus miedos y abrió la boca con ganas.
Engullió la erección de Daniel todo lo que pudo, hasta tocar el vello pubico con sus labios, sentía ganas de vomitar debido a que era demasiado grande y larga, pero se mantuvo disciplinada e hizo presión con sus labios.
Lentamente movía la cabeza, masajeando el órgano que tenia en la boca con sus labios.
-oh Dios, ¿esto es el paraíso? decía Daniel con gozo.
Animada por esas palabras, aceleraba lentamente su masaje mientras sus manos acariciaban con la punta de sus uñas el pecho de Daniel.
A medida que los jadeos de su amado aumentaban, también aumentaba el ritmo de su felación, pero en un momento Daniel dijo.
-a-aparta, que vi-viene.
Daniela no hizo caso y movió su cabeza más y más deprisa, su cuello le empezaba a doler cuando de repente algo caliente y espeso empezó a llenar la boca, Daniela mantuvo el órgano en su boca hasta que se vació dentro de su boca.
Con los labios ejerciendo presión, se retiraba del órgano, sin dejar escapar una boca de la esencia de Daniel, el cual se disculpó por eyacular dentro de su boca.
Daniela reaccionó de una forma morbosa.
Alzó si cara para mirar el techo, para que Daniel mirase su hermoso cuello.
En ese momento, tragó la esencia de Daniel, el cual, vio como los músculos del cuello de Daniela, le indicaban que se estaba tragando sus semillas.
Cuando terminó de tragar la esencia de Daniel, Daniela miró avergonzada a los ojos de su amado, el le sonrió, entonces, la virgen agarró el instrumento de placer del paladín y apuntó hacia su concha,
No hubo dudas, solo deseo.
El peso de Daniela cayó sobre el miembro de Daniel, atravesándola totalmente.
Daniela sintió como una punzada, pero no le importaba.
La sangre virginal de Daniela recorría el tallo del miembro de Daniel.
Entonces, la ya hecha mujer, movió sus piernas y sus caderas para iniciar un vaivén lleno de pasión.
Durante ese vaivén Daniela lloraba, no era miedo ni dolor, era felicidad por que su amado fuese su primer hombre.
Daniel respondió ese placer acariciando los pechos de Daniela, usó sus caderas para bombear a su amada con más fuerza.
Ambos sentían que sus cuerpos se calentaban hasta casi llegar a la combustión.
Fue entonces cuando ambos llegaron al orgasmo en el cual ambos amantes se abrazaron.
En ese momento un molesto sonido resonó por toda la habitación.
-¡Nooooo! decía Daniela con tristeza mientras llevaba su mano al despertador.
Pero al retirar sus sabanas, vio que su flor prohibida había segregado gran cantidad de néctar, manchando su pantalón y su cama.
Avergonzada, limpió todo lo que pudo y después de prepararlo todo se marchó a trabajar.
Durante el camino, todos la miraban con odio, pero nadie decía nada, tenían miedo de la cólera de Daniel.
El trabajo le fue bien, pero una cosa le atormentaba.
La subasta.
¿Cómo podía decir a Daniel que había puesto en venta su virginidad? ¿El lo sabia? ¿Y si no lo sabia?
-¡Daniela! ¡Las patatas! gritaba Maria avisándola.
Daniela volvió en si y vio que las patatas habían estado demasiado tiempo en el aceite, inmediatamente se disculpó al cliente.
Al terminar el turno, Maria se llevó a Daniela al vestuario, ella sabia que le pasaba, pero quería oírlo de los labios de Daniela.
-¿te encuentras bien? preguntó Maria.
-s-si, solo se me ha ido el santo al cielo decía Daniela.
Maria puso su frente en la de Daniela, en ese acto, los pechos de Maria tocaban los pechos de Daniela.
Daniela los notaba, eran grandes, un poco más grandes que los suyos, la puja de aquella americana le hizo sentir curiosidad por el mundo homosexual.
Estuvieron unidas por sus frentes largo tiempo, Maria tenía los ojos cerrados, ¿qué quería? ¿Seducirla?, ciertamente sus labios eran tentadores y era muy bonita, pero ¿esta bien que dos mujeres se usen para sentir placer?
-no tienes fiebre, tienes que cuidarte no sea que te pongas enferma decía Maria.
-eh um, gracias decía Daniela sonrojada.
-¿estas enamorada? preguntó Maria.
-¿c-como? preguntó Daniela sorprendida.
-estas deslumbrante, con los ojos más brillantes y la piel más suave, cuando yo me enamoré me volví mas bonita ¿acaso dejaras la subasta? preguntó Maria.
Daniela desvió la mirada, ella sentía algo por Daniel, pero no podía traicionar a los suyos, no, no abandonaria su objetivo.
Maria soltó un suspiro de decepción, estaba claro que seguiria ofreciendose como un trozo de carne.
-perdona que te lo diga Daniela, pero la gente, hablando mal, son un rebaño de obejas que siguen la voz del pastor que es la tele, la television ejerce mucho poder, no quiero que una turba te haga daño decia Maria.
Daniela agarró a Maria de los hombros mientras le decia en voz alta.
-¡tu tienes padres que te mantienen porque ellos pueden! ¡no tienes que preocuparte si podras comer mañana! ¡no tienes que preocuparte por tu futuro porque estudias! ¡yo tengo que sacar adelante a mi familia! ¡esta es una oportunidad unica para mi! ¡puedo darles comida, medicinas! ¡futuro! ¡no tienes derecho a juzgarme!.
Daniela rompió a llorar y apoyó su cara en los pechos de Maria mientras le decia llorando.
-¡no tienes derecho!
Maria acarició los cabellos de Daniela, pensaba que tenia razón, ella no tenia necesidades desatendidas, trabajaba en el mcdonals para tener experiencia laboral en el curriculum mientras estudiaba, se sentia culpable por haberle dicho eso.
-¿cuánto va la puja? preguntó Maria.
-venga mofate decia Daniela llorando.
-en serio ¿cuánto? volvió a preguntar Maria.
-35000 soles respondio Daniela.
Eso impresionó a Maria, entendia porque no podia dejarlo, era mucho dinero, incluso se ofreceria en subasta si fuese virgen.
-lastima que este fuera de mis posibilidades, tengo 9000 soles ahorrados, ojalá pudiera tener más para participar y así evitar que te hagan nada decia Maria.
Daniela la miró con los ojos llenos de lagrimas, le emocionó ese gesto, pero tenia su orgullo.
-no necesito caridad, trabajaste duro para ganar ese dinero como para regalarlo asi como asi y si ganaras la subasta, tendria que cumplir mi parte decia Daniela.
-somos amigas, no tengo derecho a comprarte decia Maria.
-se que somos amigas, por eso te devolveria hasta el ultimo sol que me dieses, aunque tuviese que usar mi cuerpo decia Daniela.
Maria abrazó a Daniela y le preguntó al oido.
-¿tienes miedo?.
-un poco, pero también curiosidad, visito la web para saber quien seria el que me poseeria y la primera persona que apareció era una mujer respondio Daniela.
Maria se separó de Daniela mirandola con curiosidad ¿mujeres interesadas? Le pareció sorprendente.
-¿acaso es malo una relacion mujer con mujer? preguntaba Daniela ante la reaccion de Maria.
-bu-bueno, no es malo, e-es ,más, guardame el secreto ¿eh?, yo tambien sentia curiosidad de saber como era esa clase de amor decia Maria roja como un tomate.
Daniela miraba los ojos de Maria, la encontraba atractiva, Maria también sentia algo, parecia deseo.
Los labios de ambas jovenes se acercaron lentamente de forma insconciente, estaban a punto de tocarse cuando de repente, el jefe tocaba la puerta mientras les decia.
-vosotras dos, basta ya de chachara y al trabajo, que hay mucha gente en cola.
Ambas despertaron del trance se miraron avergonzadas y se disculparon nuevamente, fueron a atender a la clientela para olvidar ese vergonzoso momento.
Al terminar el trabajo, Daniela se fue silvando alegremente a ver a su "paladin" en la playa, el estaba nadando en las olas, se habia dejado el kimono en una bolsa.
Daniela se colocó al lado de la bolsa, observandolo con dulzura, cuanto le hubiera gustado que su primer hombre fuese el, pero, tenia que decirle que su virgo estaba subastado, tenia tanto miedo de que la rechazara, cuando su mano acarició la bolsa tuvo un pensamiento impuro.
-n-no debo ¿qué pensaria el? pensaba Daniela.
Pero de forma insconciente abrió la bolsa, metió la mano y acariciaba la ropa de Daniel.
Su sudor, su olor, estaban en ese kimono, no pudo evitar sacarlo y abrazarse a el.
Era tan calido, tan agradable su olor, aspiró muy fuerte oliendo las feromonas residuales que quedaban en la prenda.
-oye, ya que estas ¿me alcanzas la toalla? decia Daniel.
Daniela le dio un vuelco en el corazón ¿pensaba que le estaba robando?, cuando vió a Daniel el tenia miraba a otro lado en un gesto timido y vergonzoso, Daniela le extraño ese gesto, hasta que miró la prenda.
¡era el pantalon y lo olia por la zona de la entrepierna!.
Ante eso dejó rapidamente en su sitio el pantalón, pero vió también que insconcentemente tenia las piernas abiertas y para colmo, su pantalon tenia un agujero en la entrepierna por donde se veian las bragas, se maldeció a si misma de olvidarse coser ese agujero.
¿qué pensará Daniel? ¿qué es una pervertida? ¿qué le esta diciendo con sus gestos "soy una gatita caliente con ganas de algo largo y duro ¡tomame!"? queria que la tragase la tierra.
-me alegro de que estes bien ¿cómo va todo? decia Daniel para romper el hielo.
La joven virgen no se atrevia a mirarle, si encima le pasaba lo de esta mañana ni se atreveria a salir de casa.
-¿te apetece darte un baño? El agua esta muy bien, asi nos relajamos decia Daniel.
¿nos? Un baño en el mar entre los dos, bajo el agua no se veria nada, un roce inocente, unas aguadillas juguetonas, pero habia un problema, un problema que no dudó en contarle a Daniel.
-Lo siento, pero no se nadar decia Daniela con tristeza.
-yo te enseño respondio Daniel.
Daniela sentia que su alma se elevaba a los cielos, pero no podia.
-no traigo traje de baño - decia Daniela con tristeza.
Daniel dudó un momento, miró ambos lados, no habia nadie, se acercó al oido del la virgen y le dijo.
-¿tienes ropa interior?.
Daniela lo miró sorprendida, pero Daniel le aclaró que era para enseñarla a nadar, timidamente dijo si con la cabeza.
La virgen se levantó y se desabrochó lentamente la camisa, su hermoso cuerpo unicamente tapado con un sujetador estaba siendo observado por Daniel que se sorprendio de lo bonita que era ella, la camisa cayó y le tocó el turno a los pantalones.
Daniela temblaba de vergüenza, un hombre la miraba, sabe que no habra nada, pero no podia evitar avergonzarse, se desabrochó los pantalones, los cuales, resbalaron por sus piernas de seda, bajaban lentamente, como si esa prenda no quisiera abandonar esa suave piel que acariciaba, en cuanto abandonó totalmente a la virgen, Daniel recogió las prendas de Daniela y las puso en la bolsa, después cogió las manos de la joven y caminaron hacia el agua, ella se movia insegura por el liquido elemento, sentia que se hundia.
-mueve las piernas como si pateases el agua decia Daniel.
Ella obedeció, parecia tener cierta frotabilidad, además, Daniel la cogia de las manos, confiaba en el.
-lo haces bien, aprendes deprisa decia Daniel.
Daniela se sentia feliz, ojalá esa noche nunca acabase.
-perdona si te toco en algun sitio "sujetente" pero tienes que manejar los brazos decia Daniel.
Tiró a la virgen hacia el y la sostuvo con sus brazos, Daniela sintió como una mano le tocaba sus pechos y la otra el abdomen, no sabia que sentir, el hombre de sus sueños la estaba tocando, sentia su varonil mano acariciar sus pechos.
Daniela se movia siguiendo las indicaciones de Daniel que la animaba a nadar.
De repente, Daniel soltó a la muchacha que se asustó porque no tocaba fondo.
-puedes hacerlo Daniela le animaba Daniel.
La virgen nadaba torpemente, pero nadaba, se esforzaba, se acercaba.
Daniela sintió una gran alegria al llegar a Daniel que la abrazó felicitandola, pero Daniela notaba algo duro clavandose en el bajo vientre, a pesar de que Daniel decia que era un llavero, Daniela sentia curiosidad, era demasiado grande para ser un llavero, tal vez.
La virgen miró los vergonzosos ojos de Daniel, la mano de la muchacha estaba tocando esa dureza con curiosidad.
-oye ¿qu-Quieres que nos s-sequemos? preguntaba Daniel jadeando.
Daniela seguia acariciando, debajo del agua no se veia nada, pero se sentia que eso que tocaba crecia más y más, cuanto mas crecia, más deseo sentia de tocar, los ojos de Daniel se llenaban de placer, Daniela animada por esa mirada movia más deprisa su mano hasta que Daniel casi perdia el equilibrio y se abrazo a la virgen como si le faltase fuerza, Daniela sintió como algo salia de esa dureza, como liquido, supuso que habia conseguido dar placer a Daniel.
El la miró a los ojos como agradecido, ella lo miraba con deseo, ambos se besaron y se tumbaron sobre la toalla.
El vigoroso muchacho abandonó la boca de Daniela para besarle el cuello, un cuello suave, juvenil, delicioso.
Varios sensuales escalofrios recorrian el cuerpo de Daniela cuyos brazos acariciaban la cabeza del joven que disfrutaba más que un vampiro, pero fue más allá, la mano de Daniel quitó habilmente el cierre del sujetador, liberando los pequeños senos de Daniela, listos para ser acariciados.
Las calidas manos de Daniel posaron sobre los pechos de Daniela, que las recibió con un suspiro, la mano masajeaba los pechos con suavidad, los dedos tocaban el pezón derecho de Daniela, rodeandolo, tocandolo con suma ternura y suavidad, Daniela estaba disfrutando de esa mano.
Daniel abandonó el cuello y se dirigió a los pechos de Daniela, besandolos con ternura.
Daniela notaba como esos besos la derretian, era muy sensible en sus pechos, unos labios habiles que succionaban los pezones con la pasión de un lactante, Daniela notaba como su sensibilidad aumentaba y empujó la cabeza de Daniel hacia sus pechos para disfrutar al máximo de esos lametones.
La erección de Daniel era palpable, el deseo de Daniela era maximo, ella queria estar junto a su amado, queria unirse a el, ser uno, con el, ya no le importaba nada.
Pero Daniel sentia que no debia hacerlo, ella se sacrificaba por su familia, sin duda necesitarian el dinero, si el se lo niega, quizas ella no se perdonaria el dejarse vencer por la tentación, pero el no se perdonaria jamás, ya que después de disfrutar con ella, volveria con Maria y Daniela no tendria su dinero y estaria sola, lo perderia todo.
No tenia derecho a eso.
Alejó su verga de la aún virginal concha de Daniela.
-¿q-que ocurre? preguntó Daniela
Daniel se arrodilló diciendo.
-perdonanos, pero al ver que los politicos empezaban a tomar parte sobre el acoso que sufrias, yo y Maria, decidimos intentar retirarte de la subasta, no por los ignorantes motivos de la gente, sino por miedo a que sufrieras daño alguno ¿recuerdas la turba? A ese tipo de de cosas teniamos miedo de que sufrieras.
Daniela sintió como si una enorme bola de acero le golpeara el alma, miró a Daniel, se sentia usada, traicionada, con lagrimas en los ojos empezó a golpearle.
-¡yo te amaba! ¡yo confiaba en ti! ¡IBA A DEJARLO TODO POR TI! decia Daniela triste y enfurecida.
Daniel resistió los golpes con pasividad, pero con enorme sentimiento de culpa.
Daniela queria irse de allí, volver a su casa para llorar, pero Daniel la detuvo, sabia que Daniela queria estar lejos de el, pero el muchacho tenia miedo de que mañana Maria sufriese las iras de Daniela.
Estuvo largo rato sujetandola hasta que se calmó.
-¿quieres gozarme, adelante me abriré de piernas para ti, que digo, que me gocen todos que se pongan en fila y me penetren uno a uno decia Daniela fuera de sí.
Pero en cuantó iba a gritar para llamar a la mayor cantidad de gente posible, Daniel le tapó la boca mientras le decia a su oido.
-perdoname, se que lo que hice fue imperdonable, se que no tengo derecho, pero quiero que hagas esto, calmate, paseemos un rato por la playa para hablar, si al terminar el paseo me sigues odiandome, cualquier castigo que quieras infilgirme lo aceptaré.
Daniela no queria escuchar, pero cuando no le quedaban más lagrimas que derramar aceptó, queria irse, pero sabia que Daniel nunca la dejaria, al menos hasta después de aclararlo todo.
Ambos jovenes caminaron por la playa, hablaron de las cosas que sucedian.
Daniel se explicaba lo mejor que podia.
Daniela empezaba a comprender que lo que hizo Maria era por preocupación, lentamente empezó a entender el porqué de esa conspiración, pero sentia una gran envidia por Maria, que hombre tenia, solo seria para ella, Daniela no podria ni soñar con el, queria tenerlo, aunque solo fuese esta noche.
-¿qué tal estas? Espero que nos perdones decia Daniel.
Daniela intentaba evitar verle los ojos, estaba dolida, se sentia traicionada a pesar de saber el motivo.
-¿cómo podemos compensarte? preguntó Daniel.
Daniela empezó a hablar despacio y con inseguridad.
-hoy, no puedo perdonaros, siento demasiado odio como para querer hablar con vosotros, solo quiero, pensar.
Daniel respondió afirmativamente, pero sintió tristeza al ver los lagrimosos ojos de Daniela que le decia.
-o-ojala snif, fuesemos una pareja snif, me gustas mucho, gracias por estos momentos tan hermosos.
En ese momento Daniela corrió hacia su ropa, se vistió y se fue corriendo a su casa, llorando, con el corazon destrozado.
Al llegar a casa, se intentó calmar, no queria que se preocupasen por ella, entró en la casa con una sonrisa y preparó la cena.
A la hora de dormir, antes de dar el beso de buenas noches a su madre, ella le dijo.
-¿te dejó? ¿no?
Daniela se sorprendió pero su madre continuó diciendo.
-soy tu madre, pero también soy una mujer, entiendo el dolor de tu corazón, se que ese chico no es como mi marido, seguramente sufrió aún más que tu, descansa, has tenido demasiadas emociones.
Daniela no pudo contener sus lagrimas y abrazó a su madre llorando, ella la consolaba todo lo que podia.
Daniela, calmada, se fue a la cama, empezaba a llover, las gotas de agua resbalaban por la ventana como las mismas lagrimas que resbalaban en el rostro de Daniela
En el hospital, un hombre de cincuenta años con aire arrogante y traje caro, esperaba sentado en el hospital, el medico se acercó a el temblando.
-¡como esta mi hijo! ¡habla! decia el hombre.
-l-lamento comunicarle que las heridas de su hijo eran demasiado graves, le dieron una paliza tremenda, no pudimos hacer nada por el.
El hombre trajeado cayó de rodillas lanzando maldiciones, mientras, una joven de pelo negro, sonreia discretamente mientras se acariciaba su mano derecha, cubierta por un guante negro.