El Vino [ReMake]
De como la desesperación nos lleva por caminos inusuales...
El Vino [ReMake]
04/01/2012 - 27/02/2012
Hoy estoy aquí, sentada, bebiendo una copa de vino. Nunca he sido amante de este licor, pero lo bebo porque a ella le gusta. Lo bebo porque necesito saber qué es lo que ella siente.
Echo un vistazo en derredor y sólo consigo observar la bruma que me rodea. A estas horas de la noche es común que su frío húmedo cale mis huesos, mis sueños, mi alma. Suspiro y observo la botella que está acompañándome, una copa a su lado me invita a degustarlo, me invita a sumergirme en sus vapores etílicos, me seduce diciendo que en él conseguiré lo que deseo, la simpleza de la vida está a sólo unos tragos de su interior.
Regreso mi mirada al frente y recuerdo los sucesos, la felicidad, la frustración, el dolor. Ese dolor que produce el no querer compartir. Frunzo mis labios conteniéndolo una vez más y me decido a ingerir ese líquido sugerente que me acompaña en silencio.
Tomo la botella y suavemente vierto el vino en la copa. Se va llenando con lentitud medida hasta alcanzar poco menos de la mitad. La llevo a mis labios y siento el aroma. No sé cómo describirlo, no estoy educada en estos menesteres, aún así lo acepto en mi interior, dejo que entre y colme cada rincón de mi alma. Que me embriague sólo con su presencia, de la misma forma que ella lo hace sólo con sus palabras.
Sé que llevo un momento apreciando esa embriaguez mental, pero el vino no se hizo para ser olfateado, se hizo para ser degustado, para embriagar verdaderamente los sentidos y llevar al éxtasis. Sí, definitivamente eres como el vino.
Suspiro una vez más, resignándome ante los hechos. Sonrío tristemente mientras remuevo la copa en pequeños círculos concéntricos, haciendo que el líquido se mezcle y me deje admirarlo. Es tinto, fuerte, pretencioso. Lo llevo a mis labios y así como lo veo me sabe.
¿Quién me viera ahora? Siempre diciendo lo recta que era, siempre caminando por la senda del “bien”. Y ahora estaba rendida ante una mujer que nunca sería para mí. Sí, contrario a todo pronóstico, sigo estando a su merced y sigo bebiendo de esta copa que no es mi favorita. Sigo pegada a esta hiel y a este dolor porque, a pesar de todo, hay un dulzor que me invade y acaricia las heridas de mi lengua, hay un bálsamo que calma el llanto y la soledad que habita libremente en mi interior.
He iniciado una danza imparable que sé, tendrá su fin, más aún no se acerca, lo sé. La embriaguez me da la certeza de que aún la puedo disfrutar. A medida que el licor se adentra en mí, el dolor desaparece, mi mente se silencia, bloqueando mis sentidos, dibujando una sonrisa vaga, presa de un tenue placer desconocido. Yo sólo respondo ante el licor que relaja mi cuerpo y ante tu suavidad adormeciendo mi moral, mi fuerza de voluntad.
Sonrío cínicamente, siento que soy aquello que no quise ser. Me levanto, camino a la sala, he decidido dejar atrás la bruma que comienza a confundirme. Me observo en el espejo. Detallo cada parte de mi nuevo ser y sólo veo retazos de mi alma.
- ¿Quién soy yo? -Gritan mis ojos vacíos- ¿Dónde está tu respeto, tu valía?
Hago una mueca desagradable y reconozco que mis valores se perdieron entre mis orgasmos espumosos.
Me aprecio detalladamente… ¿Quién soy yo ahora…? ¿Quién he sido siempre?
Niego frente al espejo y noto como mis ojos se llenan de lágrimas.
- Soy tan sólo un ser, un objeto diseñado para ser el experimento malicioso de los demás. Por eso soy fuerte, por eso soy dulce. Por eso siempre he tenido que soportar mis desgracias en soledad.
Mis lágrimas caen y me alejo de allí. Regreso a la bruma nocturna y bebo una tras otra las botellas de vino que ahora me acompañan. Mi alma burbujea, a veces está en la cima recordando los momentos hermosos, y otras veces está en el suelo, deseando dejar de ser tan sólo una más entre tus conquistas. Elevando mil plegarias que me permitan ser aquella por la que sonríes sinceramente.
- ¡¿Cuándo parará esta montaña rusa del demonio?! ¿Cuándo habrá un juego seductor, seguro y emocionante? – grito a la bruma que me ahoga y me entumece.
Aprieto mis manos y los nudillos se blanquean por la fuerza ejercida. Ese grito a liberado un poco mi alma del nudo que la ahoga. Las lágrimas caen libremente por mi rostro, lavando un poco el dolor que ahora siento en mis carnes, dejando tan sólo una sonrisa triste en mi semblante.
Pero qué digo… ¿Seguro y emocionante? Debo estar loca ¡No existe tal simbiosis! -Me río siniestramente de mí y mi infantilismo aún intacto, las hadas madrinas ya no pueden hacer nada por remediar el carruaje convertido en calabaza.
¿Qué hacer?... – pienso.
Ya no hay nada que hacer – me respondo.
Sólo queda acabar la botella y esperar la resaca. O, si era un buen vino, un despertar donde sólo se aprecien los residuos del nirvana.
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Hace poco tiempo atrás me sentí profundamente agobiada por el amor. Creí de nuevo que no estaba destinada a vivirlo. Creí sinceramente que sólo sería un capítulo en la vida de las personas que me llenan. Este texto es la aceptación de esa realidad momentánea, de ese momento de debilidad que, a pesar de todo, me impulsó a seguir luchando y a regresar a mi optimismo usual. Circustancias de estres y ansiedad no me dejaron desarrollarlo por completo, por eso este remake.
Anteriormente yo publiqué esto en el apartado de confesiones, pero ya no cuenta, ya me confesé, por eso he decidido colocarlo ahora en lésbicos, fue un episodio vivido intensamente gracias a la presencia de una hermosa mujer en mi vida... así que ahora estará aquí por estar dedicado a ella. Además, esto es el ReMake de la misma publicación que hice el año pasado. Lo tomé, lo transformé, lo dejé reposar, y ahora creo que está en mejor estado. Espero este sea disfrutado mucho más.
Finalmente, esto es para ti. Porque a pesar de todo, hemos superado las barreras, hemos creído y nos hemos entregado mucho más que palabras hermosas. Te Amo Princesa, amo que hayamos superado los problemas.