El Vino [Capítulo Único]
Una mala noche con una mañana de inspiración
Esta es una entrega flash, la acabo de editar y proviene de una mala noche que no deseaba tener pero que inevitablemente llegó a mi y continuó así en la mañana...
Espero mi desahogo sea bien recibido, esta es mi confesión como una persona normal, tan normal que me ahogo dentro de mis propias tinieblas de vez en cuando.
Espero les guste.
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El Vino
23/12/2011
Hoy estoy aquí, sentada, bebiendo una copa de vino. Nunca he sido amante de este licor, pero lo bebo porque a ella le gusta. Lo bebo porque necesito saber qué es lo que ella siente.
Llevo a mis labios la copa y siento el aroma. No sé cómo describirlo pero lo acepto en mi interior, dejo que entre y llene cada rincón de mi alma.
Pero el vino no se hizo para ser olfateado, se hizo para ser degustado, para embriagar los sentidos y llevar al éxtasis. Sí, eres como el vino.
Suspiro y admiro el líquido en la copa. Es tinto, fuerte, pretencioso. Y así como lo veo me sabe. Pero contrario a todo pronóstico, sigo bebiendo. A pesar de todo, hay un dulzor que me invade y acaricia las heridas de mi lengua. Y a medida que entra, el dolor desaparece, la embriaguez se apodera de mi cuerpo y de mi mente, bloquea mis sentidos y me hace sonreír por un vago placer desconocido.
Sonrío cínicamente, me observo en el espejo y sólo veo retazos de mi alma ¿quién soy yo? Gritan mis ojos vacíos. ¿Dónde está tu respeto, tu valía? Hago una mueca desagradable y reconozco que mis valores se perdieron entre mis orgasmos espumosos.
Me aprecio detalladamente…
¿Quién soy yo?...
Tan sólo un ser, un objeto diseñado para ser el experimento malicioso de los demás. Por eso soy fuerte, por eso soy dulce. Por eso siempre he tenido que soportar mis desgracias en soledad.
Bebo una tras otra las botellas de vino y mi alma burbujea. A veces está en la cima y otras en el suelo. ¡Cuándo parará esta montaña rusa del demonio? ¿Cuándo habrá un juego seductor, seguro y emocionante?
¡Pero qué digo! ¿Seguro y emocionante? ¡No existe tal simbiosis! Me río siniestramente de mi y mi infantilismo aún intacto
¿Qué hacer?
No hay nada que hacer.
Acabar la botella y esperar la resaca. O, si era un buen vino, un despertar donde sólo se aprecien los residuos del nirvana.