El viejo verde mirón, parte 5

La parejita del coche, dedicado a WW

Agradezco a WW los correos remitidos contándome sus experiencias vouyeristas, los relatos anteriores podéis leerlos pinchando en mi nick. Espero te guste.

Aquella madrugada del sábado al domingo estaba especialmente caliente, había visto en una página vídeos de upskirt, probadores y escotes, vídeos de descuidos cometidos por mujeres que permiten a los viejos verdes pervertidos como yo deleitarnos con hembras que no son actrices pornos, sino mujeres normales y corrientes de la vida diaria.

Vivo en un segundo piso, en una zona alejada del centro de la ciudad, sobre las tres de la mañana salí a la terraza con la intención de fumar un cigarro y con muchísima suerte sorprender alguna pareja de la urbanización. Por desgracia, las persianas de los edificios de enfrente estaban totalmente echadas.

Encendí el cigarro, la noche era cálida y la luna llena daba cierta luminosidad. Acabé de fumar y cuando estaba a punto de irme a dormir el movimiento de unas manos me alertaron.

En el lado izquierdo de la calle y dentro de un monovolumen bastante grande dos personas hablaban, crucé la terraza de mi casa y con precaución me asomé. La tenue luz led de una farola próxima me permitía una perfecta visión del interior del vehículo.

No pude ver sus rostros desde mi posición, las dos personas discutían o al menos hablaban con vehemencia ya que movían repetidamente las manos.

Sentado en el asiento del copiloto, con las piernas cruzadas, estaba una mujer vestida con una falda larga de esas que llegan casi hasta los tobillos. Maldije en mi interior, una minifalda me hubiese permitido deleitarme con una perfecta visión de sus muslos.

La pareja se besó y la mujer abrió la puerta del coche, escuché unas risas apagadas, mientras la mano de la otra persona, un hombre, su pareja, volvió a cerrarla.

Los dos se abrazaron tiernamente, mi polla empezó a ponerse dura ante lo que parecían ser los juegos prelimiares al sexo.

La mano del hombre se posó sobre las rodillas de élla, - estúpido pensé, si llevase minifalda podrías meterle mano sin ningún impedimento-, las manos agarraron la falda del vestido intentando subirlo. La hembra forcejeó intentando evitar que le subiesen la falda, observé como el hombre se inclinaba sobre élla creo que intentando besarla.

Mi corazón palpitaba con mucha fuerza y mi verga manchaba con precum el slip. Miré a mi alrededor, ningún estúpido vecino podía molestarme y centré toda mi atención en el coche nuevamente.

La mano del hombre seguía intentando subir la falda de la hembra mientras élla se oponía, tras varios minutos de inútil resistencia la mujer, en señal de rendición a su macho, alzó las caderas y con sus manos levantó el vestido hasta la altura de las caderas.

Ante semejante espectáculo metí mi mano por debajo del pantalón del pijama acariciando mi empalmada y pringosa verga.

Violando la intimidad de los enamorados, sin que lo supiesen, un viejo verde pajillero como yo se masturbaba viendo como la mano del hombre subía y bajaba magreando los muslos de la mujer.

Accionando la palanca, élla reclinó el asiento hacia atrás mientras las dos manos de su pareja tirando de las rodillas la obligaba a abrir sus piernas para mí propio placer.

En esa indecorosa postura pude ver perfectamente su bragita de color blanco, la mano derecha de su pareja muy lentamente subió por la parte interna del muslo de la mujer, sobándola a su antojo.

La mano se posó sobre la braguita de élla acariciando su sexo por encima de su ropa íntima, la hembra abrió aún más escandalosamente sus piernas, posando su pierna izquierda sobre la pierna derecha del hombre.

Mi verga estaba durísima y notaba mis huevos llenos de lefa caliente.

La mujer levantó la cadera y con las manos bajó su braguita sacándola por sus tobillos para tirarlas al asiento trasero.

La hembra nuevamente abrió sus piernas ofreciendo su coño al macho. El hombre desabrochó su pantalón y cogiendo la mano de la mujer la introdujo dentro de su bóxer.

Por mi parte, tuve que dejar de pajearme ya que no quería correrme antes de que acabasen ellos. La parejita intensamente se masturbaba sin sospechar que este viejo verde disfrutaba violando su intimidad.

Ante mí sorpresa, el asiento de la mujer se reclinó aún más y unas enormes manazas surgieron desde el asiento atrás agarrando las tetas de la mujer mientras la pareja se masturbaba. La cabeza de otra persona apareció e inclinándose sobre la mujer la besó con mucha fuerza.

Las manazas desabrocharon los botones del vestido, ni siquiera pude ver el sujetador ya que la otra persona le sacó directamente las tetas.

Volví a acariciar mi rabo, la parejita se masturbaba mientras una tercera persona besaba y magreaba las tetazas de la mujer. Ese hombre tras comerle las tetazas a la mujer se dedicaba a tirar de los dos peones mientras la hembra se deslizaba del asiento reclinado aún más su cabeza.

La mujer, finalmente, apoyó la espalda sobre la puerta del coche y abriendo totalmente sus piernas nuevamente se ofreció a los dos machos, su pareja se inclinó sobre su coño con la intención de comérselo mientras la persona del asiento trasero sobaba impunemente el muslo izquierdo mientras comía las tetas a la entregada hembra.

Tras varios minutos, la mujer asiendo las cabezas de sus amantes llegó a un largo e intenso orgasmo, tuvo varios espasmos muy intensos durante algunos segundos y luego otros menos intensos y más breves.

En ese momento eyaculé como un verdadero cerdo, más de cinco lefazos mancharon mi blanco y pringodo slip.

Pasados varios minutos los tres ocupantes del vehículo arreglaron sus ropas y descendieron del vehículo.

Mi sorpresa fue mayúscula, ERAN MIS VECINOS DE LA PUERTA DEL LADO, el imbécil del marido y su dulce esposa, la tímida profesora de guardería y madre de familia. Tras ellos un negro de más de metro noventa se llevaba a la nariz la prenda íntima de la madre de familia oliendo el aroma del tanga de la hot wife.

Los tres se dirigieron al portal, observé por la mirilla de la puerta, se abrió el ascensor. El idiota del marido abría la puerta mientras una mano del negrazo sobaba el tremendo culo de su inocente esposa, tras propinarla una fuerte y sonora nalgada los tres entraron rápidamente en la vivienda.

Directamente fui a la habitación de mi casa que limita con la suya, por desgracia no pude escuchar nada ya que el tabique da a la habitación de su hijita.

FINAL