El viejo verde mirón, parte 3

Los secretos de mis vecinos, dedicado a WW

Un saludo queridos lectores.

Dos precisiones:

1)-Esta serie del viejo verde mirón está dedicada a WW.

2)-Las dos partes anteriores podéis leerlas pinchando mi nick.

En la puerta de enfrente vive un matrimonio con una preciosa hijita de unos seis años. No describiré físicamente al imbécil del marido, no se ni me importa en que trabaja, siempre va vestido con trajes caros y lleva maletín, es una persona estirada que te mira por encima del hombro con aires de superioridad.

Su esposa es todo lo contrario, muy alegre y simpática con la que puede hablarse si te la encuentras en el ascensor, tiene treinta y cuatro años (hace poco la ví entrando en el portal portando dos globos con esos números), era para celebrar su fiesta de cumpleaños.

Es un auténtico bellezón, mide alrededor de metro setenta y cinco, pelo rizado de color cobrizo, ojos marrones, piernas largas y esbeltas, buenas nalgas - muchas veces he mirado su culo bajo los ceñidos leggings que usa para hacer running- y pecho medianos, lleva tatuado en su tobillo derecho una graciosa mariposa, cuando coincidimos en el ascensor el delicioso aroma de su perfume lo invade todo.

Es toda una hot wife, hasta donde sé, es profesora en una guardería de niños,me imagino que muchos padres se habrán hecho buenas pajas fantaseando con la profesora de su hijo.

Yo me la he meneado en bastantes ocasiones espiándola mientras toma el sol en la piscina de nuestra urbanización, recreándome en su cuerpo, aunque las vecinas que tengo son muy puritanas ya que no practican topless.

Aparentemente,son un matrimonio idílico.

A primeros de Julio, mis vecinos me pidieron un favor: se iban dos semanas de vacaciones a la costa, rogándome por favor, que de vez en cuando, pasase a su casa a echar un vistazo, regar las plantas y vaciarles el buzón,dándome unas llaves de su domicilio. Aprovechando la ocasión le pedí a la esposa su número de móvil, nunca está de más tenerlo le comenté.

Esa misma noche puse un watsap a mi vecinita interesándome por si habían llegado a su destino, élla me respondió con un largo mensaje: el viaje había sido largo y pesado por el calor y el tráfico, la niña se había mareado, que si el hotel era fabuloso, desde su habitación se veía el mar.... y demás gilipolleces.

Solo me interesaba una cosa: saber que estaban a más de ochocientos kilómetros de su casa.

Al día siguiente, muy temprano fui al centro comercial, en una cerrajería me sacaron un segundo juego de llaves de la vivienda de la parejita que evidentemente nunca les entregaría. De vuelta abrí su buzón sacando la correspondencia y subí a mi domicilio.

Había propaganda, facturas y una carta de un conocido banco. Sin importarme una mierda la abrí, era el extracto de una cuenta corriente que examiné detenidamente.

Aparte de los gastos, el gilipollas del marido tenía un buen sueldo y el saldo de la cuenta era elevado.

Muy excitado crucé el rellano y entré en su casa, la segunda copia de las llaves abría perfectamente la puerta, dejando la correspondencia sobre la mesa del salón.

Mi polla estaba muy dura, entré en la cocina y abrí la lavadora buscando ropa interior de la esposa que hubiesen dejado a última hora sin lavar. Mi decepción fue enorme, estaba vacía.

Abrí una puerta, era un despacho con enormes estanterías y cantidad de libros, un sofá amplio y una enorme mesa de trabajo con un portátil de última generación.

La siguiente habitación era la de la hijita, directamente la cerré. Otra puerta daba acceso a un cuarto de baño de tamaño mediano.

La última tenía que ser el dormitorio, era una habitación muy amplia y perfectamente ordenada. Según se entraba a la derecha un enorme cuarto de baño con dos lavabos y una amplia bañera con yacuzzi

Habrán follado aquí me pregunte.

Abrí la puerta del armario, estaba prácticamente vacío, alguna colonia, perfume pero nada más.

Pasé al dormitorio, un tremendo armario, una televisión colgada de la pared, dos mesitas de noche con cajoneras, sobre las mesitas fotos del matrimonio y su hijita siendo bebé y una foto de boda. Examiné esta última, la pareja muy enamorada se cogían de las manos mirándose a los ojos, el blanco vestido de la novia resaltaba sus tetazas.

La cama de matrimonio era grande, de metro ochenta, me senté en élla, muy cómoda, así que aquí es donde follan los tortolitos pensé.

El edredón era colorido con dos almohadas, una con funda azul y otra rosa. Deduje que en ese lado es donde dormía mi vecinita mientras llevaba a mi nariz la almohada con la funda rosa. Aún olía a su esencia.

Levantándome abrí el armario, trajes, camisas y corbatas del gilipollas. En unos cajones más pequeños guardaba calcetines y boxers.

Con rapidez me desnudé y cogiendo un boxer del marido de color rojo me lo puse. Mi precum lo manchó al momento marcándose mi hunedad

Abrí la parte del armario de la hotwife, vestidos y más vestidos, muy excitado abrí los cajones pequeños, bastantes pantis y medias a medio muslo de color carne y negro transparente, las acaricié eran suaves, muy suaves, sedosas, mi rabo se endureció más.

Escogí unas y me las puse, se rasgaron un poco por la parte de los muslos y el elástico de la cintura me apretaba.

Me contemplé en el espejo: estaba ridículo, mi barriga se veía aún más enorme, el negro de los pantis contrastaba con el rojo del bóxer del imbécil del esposo. Introduje mi mano y durante unos minutos me la meneé, el morbo era tremendo, mi precum manchó el bóxer del marido y los pantis de su esposa.

No quería correrme, abrí el segundo cajón, la ropa íntima de la madre, sexy muy sexy, de una zorra, de una auténtica puta, muchos conjuntos de sujetador y tanga, lilas, azules, rosas, negros, blancos y rojos, con encaje y transparencias. Saqué todos oliéndolos, buscando la esencia del coño y culo de la mujer, para mi desgracia estaban limpios.

Dejé sobre la cama un conjunto de color lila. Mi boca estaba muy reseca y sudaba copiosamente, el morbo de estar violando la intimidad de un matrimonio me poseía.

Seguí rebuscando, cajas de zapatos, las saqué y una cosa llamó mi atención. Al fondo del armario había una pequeña caja fuerte, estilo a la de las habitaciones de los hoteles- que raro pensé-, tiré de la manilla y sorprendentemente se abrió.

Saqué una bolsita alargada anudada con una cuerda, desaté el nudo y extraje un objeto, un enorme consolador de color negro, en la base un botóncito con números del uno al tres. Lo llevé a mi nariz, un fuerte olor a coño y a orín me embriagó, acaricié mi rabo por encima de los pantis manchándolos aún más. Lo accioné al mínimo y un discreto zumbido se escuchó, el objeto se meneaba de forma circular lentamente, lo puse al tres y la velocidad del movimiento era llamativa.

Varias preguntas rodaron mi cabeza: sería mi vecinita una esposa insatisfecha? sería el esposo un pichafloja incapaz de satisfacer a su hotwife? lo usará sola la amantísima madre o también participará el gilipollas? .

No quería correrme todavía, dejé el juguete sobre la cama y me centré nuevamente en la caja. Palpando con cuidado, extraje tres DVD, las carátulas me sorprendieron, mujeres completamente desnudas con grandes tetas arrodilladas ante hombres negros con unas vergas tremendas,los títulos estaban en un idioma desconocido.

No salía de mi asombro: un matrimonio idílico de cara al exterior, un matrimonio aparentemente perfecto cara a su familia, al trabajo, a sus amistades ¿fantaseaba con que negros con enormes pollones se follasen a esa mami, a esa profesora de guardería? ¿O realmente algún negro había tenido la ocasión de empalmar a la dulce esposa?.

Me imaginé al marido sentado en un sillón completamente desnudo, meneándolela, mientras unos negros BBC follaban todos los agujeros de su linda y puta mujercita.

Me percaté que había algo más en la caja: una revista porno, - ¿quién guarda revistas porno hoy en día?- me pregunté.

Sentado en la cama la abrí, era una revista inglesa muy antigua de quince años atrás, con fotos de mujeres desnudas en diferentes posturas muy sugerentes, no eran fotos pornográficas, más bien, eróticas.

Pasé páginas, las del centro estaban pegadas, - algún pajillero se ha echado una buena lefada- murmuré. Con cuidado de no romper la revista despegué las páginas.

No pude salir de mi asombro, mis ojos se salían de las órbitas, sin duda era élla, mi vecinita, mucho más joven, posando con su dulce carita de no haber roto un plato en su vida, tres páginas con muchas fotos: sentada de rodillas en una cama con una tanguita blanca transparente y sus pechos cubiertos con un osito de peluche, otra también de frente mostrando ya sus tetazas con unas areolas medianas y pezones grandes, duros y sonrosados, una tercera foto de espaldas apoyando las manos y las rodillas sobre la cama enseñando sus nalgas desnudas y una última foto sentada en la cama con las piernas abiertas, mostrando a todos los pajilleros, su depilado coño y sus tetazas, una de sus manos abriendo los labios vaginales y chupándose un dedo de la otra mano con cara de inocencia.

No aguanté más, tiré del edredón y las sábanas tumbándome en la cama matrimonial, con la revista al lado, deleitándome impunemente con la esposa y madre desnuda y como otros cientos de hombres habrán hecho, acaricié mi dura y sucia verga.

Tirando del elástico de los pantis y del bóxer saqué mi polla envolviéndola con la tanga de color lila de la madre, me masturbé como un cerdo, esa fiel esposa, esa mami, la respetable profesora había posado desnuda mostrando a todo el mundo su cuerpo,sus tetas, sus nalgas, su coño eran posesión de todos y el gilipollas del marido lo sabía, el imbécil también había lefado la revista como otros pajilleros.

Olí de nuevo el consolador y viendo en la foto el coño de la mamí, sentí como mis cojones eran incapaces de retener la leche caliente, mi semilla subió por el duro tronco de mi polla, me cubrí con los pantis dejando el tanga dentro del bóxer del pichafloja y me corrí como un verdadero animal.

La corrida fue tremenda, brutal, incontables trallazos de mi lefa mancharon copiosamente el tanga de la hotwife, el bóxer del marido y los pantis, quedé extenuado sobre la cama del matrimonio.

Tras recuperarme de la tremenda paja recogí y ordené todo con cuidado, en una bolsa de basura guardé los pantis, el conjuntito de ropa íntima de mi vecinita y el bóxer del cabrón, todo ello, bien lefado. También saqué fotos con el móvil del enorme consolador y me llevé a mi casa la revista para escanear las páginas de la revista donde aparecía mi dulce vecinita.

Algunos días más pasé a pajearme a casa de mis vecinos, recuerdo dos corridas brutales: una en su cama matrimonial manchando las sábanas donde duerme la parejita para dejarles bien marcados, y otra muy copiosa sobre su preciosa foto de boda lefando al matrimonio con grandes chorretones de semen, cuando veo el video de esa corrida me invade el morbo.

La parejita volvió de sus merecidas vacaciones, al entregarles sus llaves, efusivamente, me dieron las gracias por cuidarle la casa y las plantas, incluso me regalaron una taza de desayuno y unos dulces del lugar.

El esposo sigue siendo un imbécil que desconoce que me pajeo viendo a su hermosa mujercita desnuda, cuando la veo a élla llevando a su hijita de la mano me excitó pensando que bajo esa apariencia de esposa y madre se esconde una auténtica zorra.

Lo que darían en su trabajo, los padres del cole o el viejo director por tener sus fotos, y por conocer los secretos y la intimidad de ese matrimonio que este viejo verde pajillero les ha violado y robado.

FINAL