El viejo verde mirón, parte 2

Morbo en el parque infantil

Un saludo lectores.

Aparte del parking donde voy a espiar parejitas (os sugiero la lectura de la primera parte pinchando en mi nick), hay otro lugar donde me excita espiar, los parques infantiles.

Me excitan y causan muchísimo morbo las mamis jóvenes, entre 30 y 35 o 40 años, la cuales,  su instinto protector de madres con sus hijitos les lleva a adoptar poses y posturas indecorosas mostrándonos, sin darse cuenta, a todos y especialmente a los viejos verdes como yo sus deseables cuerpos.

Era una tarde soleada, paseaba cerca de un colegio, al acercarme a un parque con columpios me llamó la atención tres atractivas madres. Ante la perspectiva de cazar algún descuido me senté en un banco a unos cinco metros de éllas. Las mujeres sentadas conversaban mientras de vez en cuando echaban un ojo a sus criaturas.

La primera madre llevaba un leggin negro muy ceñido con una camiseta deportiva de las que regalan en los gimnasios al hacerte socio, morena con el pelo recogido en una coleta.

La segunda, sentada en medio, rubia de pelo largo, gafas y cara de no haber roto un plato en su vida, llevaba un vestido verde de falda larga con un generoso escote.

La tercera, sentada a mi izquierda, también morena vestía una minifalda de color negro con medias del mismo color, y una blusa marrón debajo de una cazadora vaquera de esas torera, es decir, cortas,notaba como esta mami peleaba con la minifalda, su cortedad hacía que estuviese en una permanente lucha, tirando de la prenda hacia abajo, intentando ocultar sus largas piernas y su prenda más íntima.

Una linda niña de unos cuatro añitos se acercó a mí mirando con curiosidad saludándone con mucha gracia, la madre de los legging vino rápidamente donde nosotros.

-Cariño no molestes a este señor dijo con dulzura.

La mami se inclinó para coger a su niña en brazos, al hacerlo su camiseta se ahuecó de forma exagerada durante interminables segundos, mostrándome un sostén lila de encaje que no cubriá parte de unas enormes areolas de color marrón muy oscuro, en la copa izquierda del sujetador se marcaba un duro pezón.

Mi polla se puso al instante dura como una piedra, se giró - su culazo era tremendo- dirigiéndose donde sus compañeras. La niña pataleó y la madre se inclinó para dejarla en el suelo. Al hacerlo, su legging se escurrió dejando a la vista el nacimiento de sus nalgas y el fino hilo de un tanga azul metiéndose en su culo.

Al momento, se escucharon unos lloros, la madre del vestido verde presta corrió donde su hijo atendiéndolo en cuclillas frente a mí. Al hacerlo la falda quedó a la altura de sus rodillas y la parte trasera de la prenda rozando el suelo. En esa posición la visión de sus formidables muslos era perfecta, sus piernas cerradas resaltaba la redondez de la parte interna de los mismos.

Notaba mi precum humedeciendo el slip, la mami apoyó su mano izquierda en el suelo para no caerse. Al hacerlo sus piernas se entreabieron mostrando, breves segundos, un tanga negro que ocultaba un abultado coño.

Tres hombres se acercaron saludándolas con familiaridad, deduje que eran los estúpidos de sus maridos, montaron a sus criaturas en los carros y se fueron marchando.

Primero pasaron delante mío los afortunados esposos y luego las mamis con los carritos. Dos de éllas siguieron andando y la tercera de espaldas a mí se inclinó sobre su hijita.

Al hacerlo la minifalda se levantó de forma escandalosa, con impunidad y perversión este viejo verde se deleitó contemplando el culo de la mujer, de esa hermosa madre amantísima de su criatura de esa hembra.

Durante casi medio minuto, en esa indecorosa postura, la joven mami me mostró la parte superior de sus pantis, mucho más negra que el color de las medias, el color negro de los pantis contrastaba con un tanga blanco, sus glúteos firmes en forma de corazón, el diminuto hilo del tanga quedaba atrapado y escondido entre las nalgas, el tanga blanco de encaje con transparencia mostraba su entrepierna y la parte baja de los labios vaginales.

No fui el único pervertido que se recreaba con esa madre, otro señor mayor con bastón pasó a mi lado acercándose a la mujer muy lentamente, observando sin pudor esas nalgas, acomodó su bulto y cuando llegó a su altura le oí saludar.

-Buenas tarde Noemí, disfrutando con los niños

-Buenas tardes señor director.

Durante breves minutos conversaron, estoy seguro que al anciano director del colegio como a mí nos invadía el morbo.

Fui a un bar cercano, pedí un café, y en los servicios me masturbé recreándome con los espectaculares cuerpos de esas jóvenes mamis, maldiciendo a sus afortunados e imbéciles maridos. Fueron bastantes las lefadas que este viejo verde pervertidos dedicó a esas madres manchando el inodoro.

Jóvenes mamis, por favor, seguir siendo tan descuidadas y mostrar vuestros generosos atributos a los viejos pervertidos como yo.