El viejo verde mirón
Dedicado a WW
Un saludo, he cruzado varios correos con un lector llamado WW que me cuenta su experiencia. A él dedico este relato.
Este lector me cuenta que ya está jubilado, no es físicamente agraciado, bajo, gordo y calvo, nunca se casó, su fetiche es el voyeurismo ser un mirón, lee relatos eroticos y consume porno sobre todo videos bajo faldas, downblose o escotes, probadores y duchas espiando a mujeres normales y corrientes.
Espero que el relato sea de tu agrado.
Por mi experiencia tengo comprobado que las mejores horas para espiar parejitas son las tempranas, la gente echa un polvo rápido y se va a trabajar.
En mi ciudad hay dos lugares donde espiar a la gente, uno es un gran parking.
Aquel día aparqué mi coche, no había nadie salvo una autocaravana como a unos cien metros, bajé y muy lentamente me acerqué.
Una parte de la luna delantera estaba cubierta con una cortinilla pero en la otra mitad la cortinilla estaba bajada a media altura.
Miré a los lados y no viendo a nadie me asomé discretamente. Tuve muchísima suerte, la luz del amanecer y el hecho de que en el interior de la autocaravana estuviese encendida una lamparita con una tenue luz permitía una perfecta visión del interior.
En el lado izquierdo una cuna de bebé, en el derecho un estrecho pasillo, y en el izquierdo una cama. Pegando a la pared dormía un hombre completamente desnudo, su polla era de un tamaño normal aunque sus testiculos eran enormes.
A su lado y en posición fetal descansaba una mujer, llevaba una camiseta holgada blanca de tirantes estilo baloncesto no llevaba pantalón de pijama, en esa postura me recreé viendo sus piernas y la parte alta de sus muslos hasta la cadera. Tenía puesto una braguita o un tanga de color negro ya que le veía el elástico de su ropa interior.
Me recreé con la visión de aquel espléndido cuerpo, miré a los lados, no había nadie y me acaricié la polla por encima del pantalón sintiendo como el precum mancha a mi slip.
Transcurrieron varios minutos, de repente como impulsada por un resorte la mujer se levantó, me retiré asustado varios metros del vehículo, temí que me hubiese visto y que pudiese bajar el hombre a encararse conmigo.
Pasaron interminables segundos pero nada ocurrió, con mucho cuidado me asomé de nuevo.
Mi polla se puso dura como una piedra, la mujer ejercía de madre, inclinada de espaldas sobre la cuna de su bebé trataba de tranquilizarlo. Su culo desnudo era perfecto en forma de corazón, el hilo del tanga se escondía entre sus nalgas.
Me acaricié por debajo del chándal, el morbo era terrible, estaba violando la intimidad de un matrimonio, mientras el marido dormía plácidamente, un viejo verde pajillero se masturba viendo el tremendo culo de su esposa.
Durante varios minutos me la meneé deleitándome con las nalgas de la mujer. La madre se inclinó aún más sobre la cuna como si acariciase a su bebé, sus nalgas eran perfectas y al tener un poco abiertas las piernas se intuía su coño cubierto por el tanga.
Miré a los lados y no habiendo nadie bajé mi pantalón del chándal y el slip, me la meneé un par de veces y me corrí como un animal disfrutando de ese culazo, varios trallazos de lefa caliente mancharon la rejilla del motor de la autocaravana.
Me limpié y subí el pantalón en el momento en que la mujer se tumbó en la cama dando la espalda a su esposo.
El hombre se incorporó y apartando la coleta besó a su esposa en la nuca. Ella se lo intentó quitar de encima con un leve manotazo supongo que enfadada por no haber atendido al bebé. El marido la besó de nuevo mientras una de sus manos sobaba su muslo izquierdo. Nuevamente intentó zafarse de él pero está vez con menos convicción.
El esposo la besaba en la nuca y en la oreja, mientras su mano izquierda acariciaba el coño de la mujer por encima del tanga. Ella se revolvió débilmente señalando la cuna pero el marido insistía con sus caricias.
Miré a los lados, ningún estúpido paseante podía privarme de violar la intimidad de ese matrimonio, de sus juegos preliminares. Sorprendentemente, mi polla estaba de nuevo dura y tiesa como una piedra.
La madre finalmente fue receptiva, abrazó a su marido y pasando su pierna derecha por encima de la cadera del esposo se besaron con mucha pasión. De nuevo me acaricié la polla.
Las manos del esposo acariciaban las nalgas de su mujer mientras continuaban con sus besos. Ella se incorporó sacándose la camiseta, directamente me enseñó las tetas, eran muy grandes quizás porque diese el pecho a su criatura, las areolas pequeñas con unos pezones duros y sonrosados. La madre se giró y agarrándose las tetas se las mostró a su esposo mientras se reía.
El marido, con mucho cariño, la tumbó sobre la cama, se besaron y su boca fue descendiendo hasta las tetas de su esposa, las acarició y sobó mordiendo los pezones, recreándose en éllos. La mujer mordió una toalla supongo que para no despertar al bebé con sus gemidos.
Mientras que una de las manos del esposo magreaba las enormes tetazas, la otra fue descendiendo desde el estómago hasta llegar al tanga, la mano se introdujo dentro de la ropa íntima de la mujer buscando su coño. La esposa puso su mano sobre la del marido apretando con fuerza su sexo. Pasados unos segundos el esposo se inclinó quitándole el tanga a su pareja, lo olió echándole a un lado.
Por mi parte, seguía cascándomela, el morbo me invadía, sin que nadie me lo impidiese, ni siquiera el esposo podría evitar que me corriese viendo como se follaba a una hembra, a una esposa, a una madre de familia.
La mujer abrió completamente sus piernas mientras su marido la masturbaba, ella extendió su mano y agarrando el duro rabo de su esposo lo comenzó a masturbar.
El padre de familia se tumbó en la cama, élla pasó su pierna izquierda por encima del muslo derecho de él, el matrimonio completamente abierto de piernas se masturbaba para mí, sin saber que un viejo verde disfrutaba de ellos.
Miré a mi alrededor, afortunadamente no había nadie, me centré de nuevo en la parejita. El esposo sabiamente acariciaba el clítoris de élla, mientras la madre pajeaba frenéticamente a su marido. Él agarró la mano que le pajeaba imponiendo un ritmo más lento.
Durante un buen rato se estuvieron masturbando mutuamente hasta que la esposa se arqueó, tuvo una serie de espasmos y cerrando las piernas con mucha fuerza aprisionando las manos del hombre se corrió, fue un orgasmo largo e intenso mordiendo la toalla para no despertar a su criatura.
Pasaron unos segundos, se besaron tiernamente, él llevó a su boca los dedos con los que había masturbando a su mujer. Élla le dió un leve manotazo y se río, supongo que le diría algo así como que: eres un tonto.
El marido continuó pajeándose para mantener la erección, élla inclinándose abrió un cajón sacando un preservativo de una cajita. Se inclinó sobre su esposo besándolo, su cara descendió por el torso de su esposo, jugando con sus tetilla y continuó bajando hasta la verga de su marido.
Acarició los testículos del hombre, mientras él abría sus piernas. Su lengua subió por el tronco hasta llegar al prepucio besándolo con mucha dulzura. El marido se agitaba y arqueaba con el placer recibido. La madre finalmente se tragó la verga de su esposo comenzando una larga y profunda mamada.
Sentí el ruido del motor de un coche, maldito hijo de puta pensé, afortunadamente pasó de largo sin percatarse de mi presencia.
Incrementando el ritmo de mi paja nuevamente me asomé, la mujer con sus dientes rompió el envoltorio del preservativo poniéndoselo al hombre.
Esa esposa, (la abnegada y probablemente modosita ante su familia, sus compañeros de trabajo y mamis del colegio), madre de familia se puso a espaldas de mí, y a horcajadas asió con sus dos manos la dura verga de su marido, dejándose caer sobre élla se empaló el coño.
Pude ver su tremendo culo moverse haciendo círculos cabalgando a su esposo mientras el padre de familia con fuertes golpes de cintura la follaba dura y profundamente.
Me la meneaba como un loco viendo la transformación de élla, ya no era una esposa o amantísima madre de su bebé, sino una hembra en celo, una zorra, una puta, una perra complaciendo los deseos de su macho.
Estuvieron en esa postura varios minutos hasta que élla lo desmontó y girándose de cara hacia mí otra vez a horcajadas su marido se la clavó hasta el fondo de su útero de un fuerte pollazo.
Su espalda reposaba sobre el torso del esposo, mientras él bombeaba sin piedad el dilatado coño de su mujer,sus manos pasaron por debajo de las axilas de élla magreando las enormes tetas, tirando con fuerza varias veces de los duros y sonrosados pezones.
Estuvieron en esa postura varios minutos, el marido era buen follador, tenía un aguante increíble. La abnegada madre acariciaba su clítoris mientras era empalada por su macho, sus enormes tetas se bamboleaban consecuencia de los duros y profundos vergazos. Tras varios minutos él le dió un tremendo pollazo seguido de otros más cortos y menos intensos, el esposo se estaba corriendo. Élla se acarició el clítoris con muchísima rapidez y mientras su esposo le agarraba las tetas alcanzó un tremendo orgasmo, mordiéndose la mano para que sus gemidos y jadeos de placer no despertarse a su criatura.
Al llegar la madre al orgasmo sentí como mi leche subía por el tronco de mi rabo, seis o siete lechazos mancharon por segunda vez la rejilla del motor de la autocaravana.
Me limpie con un pañuelo de papel y eché un último vistazo al interior. El matrimonio acurrucado y abrazados hablaban, se besaban tiernamente con dulzura como una pareja de recién enamorados sin sospechar que un viejo verde pajillero como yo les había robado y violando su intimidad.
Satisfecho volví a mi coche, para que el morbo fuese total debía hacer una cosa. Esperé más de una hora hasta que la puerta de la autocaravana se abrió descendiendo el marido.
Se entretuvo un buen rato poniendo la mesa y las sillas para desayunar, al rato bajó la madre de su mano iba una niña preciosa de tres o cuatro añitos.
La recatada esposa cara al exterior pero una tremenda hembra en la intimidad, vestía con un short vaquero muy corto estando sus enormes tetazas ocultas bajo un bikini de color amarillo que resaltaba su bronceada piel.
Tremendamente excitado me acerqué a la familia simulando dar un paseo, el esposo limpiaba la rejilla del motor justo en el sitio donde me había corrido dos veces abundantemente, le saludé cordialmente y le comenté que en esa zona había muchos pájaros que ensuciaban todo,mientras me reía internamente.
Él comentó sobre lo difícil que es quitar los escrementos, su esposa y la niña se acercaron presentándose, les indiqué amablemente donde había varios supermercados para hacer la compra, un cajero y las zonas más bonitas de mi ciudad e incluso un gran centro comercial con una zona de juegos para su hijita.
En señal de agradecimiento tomé un café con ellos disfrutando con esa idílica familia.
FIN