El viejo Manuel

Así empezó ese día, con mi culito dilatado y lleno de la leche de viejo Don Manuel.

Esos años del instituto fueron increíbles en cuanto a mi despertar sexual, fue una etapa en la que descubrí muchas cosas, que digo muchas, todo era nuevo, es como salir del cascarón de la niñez, con nuevos intereses y gustos, con ganas de probar y ver cosas nuevas, en definitiva, de comerme el mundo. Aunque mi entorno era el mismo lo veía con otros ojos e intereses, no todo era descubrir cosas buenas, algunas no lo eran tanto, pero igualmente eran experiencias de las que también se aprende y de eso precisamente se trata esto, de contaros experiencias que de otro modo no podría contar y aunque es cierto que, como seguro comprenderéis, cambio nombres y fechas, como en mi anterior relato, lo que os cuento son mis experiencias tal y como las recuerdo.

Esta que paso a relatar sucedió poco tiempo después de mi encuentro con Jack, del que como sabréis los que hayáis leído mi anterior historia, salí bastante dolorido, de hecho tuve que prestar cuidados a mi recién desvirgado ano, nada importante, salvo algo de crema en el culito, lavativas y edemas de agua tibia para el escozor, por cierto que la crema nívea me fue muy bien, para la zona exterior, la recomiendo y sigo usando. Pero basta dé explicaciones.

Como iba diciendo unos meses después de esa historia con Jack, estando ya en mi ciudad y recién empezado el curso en el instituto, de vuelta a la rutina de clases y que haceres diarios, entre los que estaban las reuniones de amigos, solíamos pasar la tarde en una plaza del barrio, es una plaza con zona ajardinada  y varios bancos a su alrededor, una amplia zona despejada en el centro, donde presumíamos haciendo cabriolas con las bicicletas o dando patadas a un balón, estaba rodeada por cuatro calles, en las que hay distintos comercios, un par de tiendas de ropa, una farmacia, un pequeño supermercado y un diminuto y lúgubre estanco de tabacos, este estaba regentado por un minero jubilado, si jubilado, en la mina se jubilan muy jóvenes, pero pueden dedicarse a otros oficios aunque no lo necesiten ya que según tengo entendido tienen buenas pensiones , pero el caso es que este mantenía abierto el estanco que antes regentaba su difunta esposa, había fallecido años atrás y no tenían hijos, por lo que el viejo señor don Manuel viéndose sólo decidió mantener el negocio abierto por tener algo que hacer, creo yo, ya que ahora si estaba mayor y cansado de una vida dura, rondaría ahora los setenta, se veía un hombre de complexión fuerte y carácter agrio, hablaba poco y en gallego muy cerrado, aveces casi incomprensible, a mi no me caía muy bien ya que aparte de su mal carácter siempre me hacía, lo que a él le parecían bromas, que para mi dejaban de serlo, recuerdo una frase que me decía mucho cuando me veía solo.

  • Ay rapaz, por que se como te llamas, que sino pensaría que eres una nenita, con ese pelo largo y esas maneras ! Ay,ay.

Esta me la repitió muchas veces el viejo Manuel, pero muchas otras veces me decía cosas peores, que por aquel entonces me disgustaban ya que rallaban en la discriminación para mi gusto. Por eso decía al principio que algunas cosas que fui descubriendo en la pubertad, no fueron agradables y la discriminación por sexo, formas de ser, gustos o simplemente por la apariencia me resultaban repugnantes. Por esto no me gustaba mucho el viejo Manuel.

Una tarde de viernes estábamos unos cuantos amigos en la plaza, unos jugando con una pelona de fútbol, yo de pie frente a un banco en el que estaban otros dos amigos sentados y charlábamos, y dos más haciendo el burro con las bicis por allí, era viernes y todos estábamos más contentos, haciendo planes para la noche del sábado ya que unos cuantos habíamos sido invitados al cumpleaños de una compañera del insti, cuando vino rodando hasta mis pies la pelona de fútbol con la que jugaban algunos de mis amigos, sin dudar un segundo le di una fuerte y sonora patada, la pelona se elevó y la trayectoria se veía mal desde que empezó a volar, cruza el parque, la calle y va a parar a uno de los cuatro vidrios que tiene la puerta del maldito estanco del viejo Manuel, pocos segundos tardo en aparecer la figura encolerizada del viejo, haciendo aspavientos y maldiciendo, nos hecho una fría mirada y empezó a caminar en nuestra dirección a paso ligero.

  • No hacéis cosa de provecho !, quien fue el mal nacido que tiró la pelota ?. Nadie respondía y yo agachaba la cabeza, mientras el viejo seguía diciendo:

  • No lo vuelvo a repetir, que salga ya él o los que me rompieron el cristal.

  • He sido yo Don Manuel, no fue con intención, pero la patada al balón se la di yo. Dije tembloroso.

  • Cojonudo !. Ironizó el viejo. Ven conmigo y recoges los cristales y barres los restos del suelo, mientras yo llamo a tus padres para que se hagan cargo de los desperfectos.

Yo, un tanto atemorizado por lo que se me venía encima, le seguí hasta la puerta, pidiéndole perdón y suplicándole que no llamase a mis padres que yo haría lo que hiciese falta para subsanar los desperfectos, que por otro lado bien poco le suponían al viejo avaro los 20 o 30 euros que costaría aquel pequeño cristal. El siguió caminando sin decir nada, entro al estanco y se escabulló a la parte trasera por una puerta que tiene detrás del mostrador mientras me decía:

  • Tu espera ahí.

Salió enseguida con una escoba y un recogedor en las manos.

  • Toma. Dijo dándome los utensilios. Recoge todo mientras busco una tabla o algo con lo que tapar el agujero hasta que vengan los cristaleros a colocar un nuevo cristal y luego ya veré, si llamo o no a tu padre. Se dio media vuelta y volvió a desaparecer tras la puerta que comunicaba con la trastienda.

Yo me quedé allí recogiendo el destrozo y esperando la resolución de aquel mal humorado juez, mientras el dueño del balón vino a recogerlo al tiempo que me miraba y silbaba bajito agitando su mano de arriba a abajo en señal de “menudo follón te has buscado”.

Al rato llego el viejo con un cartón y cinta adhesiva, diciendo:

  • Con esto bastará para que no entre el frío, que luego de noche con la verja echada no hay problema. Y tu..., creía que las nenas erais más tranquilas que los machos. Ya estamos !, pensé yo para mi.

  • Mañana es sábado y no tienes clase, así que te me presentas aquí a las nueve, que tengo que organizar el pedido que llego ayer y vas a encargarte tu, pero ojito !, que si no quedo conforme con el trabajo vas a tener que pagar el vidrio. Entendido ?. Decía esto mientras me miraba de arriba abajo.

-Si señor. Me apresuré a contestarle yo, viendo que había salvado la fiesta del cumpleaños del sábado por la noche. No se preocupe que aquí estaré y le ordeno yo eso en un periquete y perdone usted por lo ocurrido.

Volví a la plaza donde estaban mis amigos, que se apresuraron a recibirme con preguntas sobre lo ocurrido con el viejo, les aclaré la situación restándole importancia y continuamos disfrutando de la tarde.

Al día siguiente, cumpliendo lo prometido, para que el viejo no tomase represalias, me presente 5 minutos antes de las nueve y él ya estaba levantando la reja, se giró me miró y sonriendo al tiempo que continuaba abriendo el estanco me dijo:

  • Así me gusta “nenita”, que seas puntual !. Pasa y tomaremos un café, hasta las diez no suelo abrir y debería darnos tiempo de sobra para organizar las cajas de tabaco que llegaron el jueves.

A mi ya me estaba tocando las narices el maldito apodo “nenita”, que usaba a menudo conmigo, y aunque yo si tenía cierto aspecto afeminado y me gustaba que los hombres se sintiesen atraídos por mi, incluso me excitaba, él lo hacía con ese tono despectivo que me molestaba mucho, pero en esta ocasión tenía que tragar si quería salir indemne del lio, así que sólo le comenté amistosamente al tiempo que entraba detrás de él.

  • Vera don Manuel, no se por que tiene que usar ese mote conmigo y tratarme de esa forma, yo no le he hecho nada, para merecer su desprecio. ¿ o si ?.

  • Ay,ay. Pasa anda, ahí en la trastienda hay una cafetera, ve encendiéndola mientras yo cierro aquí, no sea que se nos cuele algún caco mientras estamos con las cajas. Y así charlamos más tranquilos mientras tomamos un café caliente que hace fresco. Me respondió, sin hacer mucho caso de lo que yo le decía.

Entré en la trastienda, nunca la había visto antes, era una estancia grande en comparación con el estanco, tenía una zona de almacenamiento muy grande al fondo y en la entrada un sofá y una pequeña televisión con una mesa de café en una de las paredes unos armarios con mostrador en el que había una cafetera eléctrica, que encendí, como el viejo me pidió y saqué de uno de los armarios un par de tazas, en dos o tres minutos ya estaba listo el café y serví dos tazas, justo en ese momento entro él y señalando el sofá me pidió que me sentase.

  • Vamos muchacho siéntate. Y diciendo esto cerró la puerta tras de sí.

  • Veras nenita, tu y yo sabemos lo que te gusta, hace tiempo que te observo cuando vienes por la tienda y te veo agacharte a coger el periódico del montón, esas formas, esas maneras de zorrita que tienes, me tienen loco, aveces cuando estás buscando el periódico me cojo el rabo detrás del mostrador viéndote esas nalgonas que tienes y hoy, hoy... .

Se echó la mano al pantalón y sacó el nabo fuera, caminó hacia donde estaba yo sentado acercándomelo a la cara. Yo con la boca abierta estaba totalmente descolocado, aturdido, sin saber muy bien como reaccionar, por un lado veía la encerrona de mal gusto, pero por otro veía a un hombre, un hombre de verdad que se sentía excitado por mi, veía la oportunidad de la fantasía cumplida y como no, veía un pollón delante de mi que podía degustar, no era demasiado grande quizá como la mía de largo, pero mucho más gruesa, la cabeza de aquella polla era enorme y parecía mirarme directamente, así, sin decir nada la agarre y fui acercándomela a la boca mientras miraba al viejo a la cara, este se relamía viendo venir, por fin, lo que hasta entonces sólo imaginaba mientras se tocaba el muy asqueroso, al acercármela note su olor fuerte, ácido, el capullo le brillaba y tenía un pellejo abundante al rededor de su tronco, con las venas muy marcadas, todavía estaba morcillona pero era muy gruesa, la metí en la boca hasta la garganta, el viejo soltó un alarido y hecho las dos manos a mi cabeza empujándome con fuerza hacia el, mi barbilla mojada por mis babas golpeó aquellos enormes huevos que le colgaban y empezó a moverme la cabeza de adelante hacia atrás, suavemente, sin prisas, al tiempo que decía:

  • Ya sabía yo que no me equivocaba contigo, siiiii, sabía lo que te gustaba a ti una buena tranca y hoy te vas a hartar, siiii, ya lo verás.

Me tubo así, comiendo durante dos o tres minutos, atragantándome con su capullo cada vez que me golpeaba en la campanilla y de repente me la sacó de la boca y cogiéndome por los brazos me puso de pie y me giro, tiro de mi camiseta y me la quito, me rodeo con sus brazos apretando con cada mano uno de mis pechos, muy fuerte, haciéndome suspirar y acercando su boca a mi cuello me dio un mordisco y me dijo que me descalzase, así lo hice, con cada pie pise el talón del contrario sacándome las deportivas que llevaba y él soltó mis tetas y metiendo la mano por dentro de mis pantalones los fue bajando hasta debajo de mis glúteos, dejando al aire mi polla que ya estaba dura como una roca y goteando líquido pre seminal, deslizó su mano con suavidad, acariciándome, hasta mis testículos y polla, los acarició de abajo hacia arriba continuó luego por mi vientre y volvió a bajar hasta mis huevos otra vez, ahora agarrándolos con firmeza, haciendo que me retorciese un poco por la presión que ejercía y apretándome contra él, mis nalgas impactaron con su polla, esta húmeda por mis babas fue resbalando a lo largo de la raja de mis glúteos, pasando por debajo de ellos y alojándose entre mis piernas, su capullo llegaba hasta mi escroto, la notaba muy caliente y la sentía palpitar entre mis piernas, empezó a masturbarme muy suavemente al tiempo que me decía:

  • Así me gustas, suavecito, no tienes ni un pelo en el cuerpo, es tal y como te imaginaba, suave como una putilla, cuantas veces me la he pelado pensando en ti y ahora vas a ser mi zorrita, súbete de rodillas al sofá y abre bien esas nalgas que voy a darte tu premio.

Yo sin pensar muy bien lo que podía implicar ese paso, lo hice, ya estaba yo muy excitado como para parar ahora y quitándome al tiempo los pantalones y calcetines, adopté una postura sumisa en el sofá que tenía delante, agachando mi cabeza, poniendo así mi culito en pompa y cogiendo un cachete con cada mano, para abrírselos y dejar mi culito a disposición del viejo, entonces vi por entre mis piernas como él dejaba caer sus pantalones al suelo, veía su grueso y venoso pene cimbrear con los movimientos y el viejo se iba agachando hasta poner su cara a la altura de mi tierno culito, cogió mi pene por el tronco y apretándolo con mucha fuerza, lo apretó como si quisiera exprimirlo y empezó un movimiento de ordeño al tiempo que comenzó a lamer mi joven ano como nunca me lo habían hecho, lamía y chupaba mi culo incluso intentaba morderlo, yo lo sentía delicioso, se me erizaba el pelo con cada chupeteo y los mordisquitos hacían que se me nublase la vista y seguía subiendo y bajando su mano sobre mi pene, mientras decía:

  • Que sabroso estas, que rico culo tienes, puta, te lo voy a reventar, zorrita, uhm! Que rico está, como me estas poniendo. Decía mientras notaba yo como entraba su lengua dentro de mi culo, y lamía con empeño, yo estallaba de placer,  paso la mano que le quedaba libre hasta uno de mis pezones y lo apretó con la punta de dos dedos clavándome las uñas, justo en ese momento comencé a eyacular con frenesí soltando un pequeño alarido y convulsionando todo mi cuerpo con cada chorro de semen que salía de mi verga, que podía ver desde mi posición, como aquel capullo rojo e inflamado por el castigo que el viejo seguía infligiéndole, soltaba los chorretones de esperma bajo su mano sobre aquel sofá de piel, ya no soltaba más y el viejo seguía lamiendo mi culo y ordeñando mi pene de forma salvaje, apretándolo más fuerte todavía, yo suspiraba, saco su cara de mi culo y cogió con su mano parte del semen derramado en su mano y el sofá, llevándolo hasta mi ano y empezando a introducirlo con sus dedos al tiempo que decía:

  • Ahora me toca a mi recibir mi premio, vamos a lubricarte bien ese culito, así, así. Decía mientras introducía sus gruesos dedos en mi recto. Así, así. Seguía diciendo, sus dedos como chorizos, entraban y salían de mi apretado culo.

  • Túmbate boca arriba. Me ordeno. Mientras yo adoptaba la nueva posición me fue diciendo:

  • Como veo que tienes el culito muy apretado, seguro que no te lo an desflorado aun, voy a  echarme sobre ti dejando mis pezones al alcance de tu boca, eeeh ?, zorrita, tu los vas a chupar con cariño, pero si te hago daño, tu los morderás y según la fuerza con la que los muerdas yo sabré el daño que te hago y aflojare o te la sacare del culo, por que no queremos lastimarte, eeeh?, zorrita, ¿ que te parece la idea ?.

Yo asentí con la cabeza, pero él ya estaba con su rodilla izquierda apoyada en el sofá, la pierna derecha haciendo firme en el suelo y con sus antebrazos levantaba mis piernas al tiempo que con la mano derecha agarraba su trabuco deslizándolo entre mis nalgas abiertas buscando mi dulce culito, apoyo en mi ano aquel enorme capullo, era grueso, muy grueso, no sé si por causa de la edad o si ya era de nacimiento, pero hasta parecía deforme aquel cabezón que se adentraba lenta y suavemente en mi culito, sólo metió la punta de aquel capullo y fue reclinándose sobre mi, liberando mis piernas de sus brazos y dejándolas sobre sus piernas y bajo hacia mi, iba notando el peso de su barriga sobre mi estómago y seguía acercándose, metió uno de los cojines del sofá bajo mi cabeza, quedando mi boca frente a su pezon derecho, que metí en mi boca apresuradamente, chupándolo y saboreándolo, entonces el viejo dio un golpe de cadera, clavando su mástil en mis entrañas, solté el pezon y di un pequeño quejido, el viejo sin retroceder volvió a empujar sus caderas contra mi, terminando de enterrar su pene en mi interior, pero no sentí tanta molestia, ya que lo grueso, que era la cabeza ya estaba dentro de mi y el tronco de su pene no forzaba mi estrecho culo, si notaba como aquella enorme cabeza de polla golpeaba las paredes de mi culo, entonces el cabrón del viejo con otro movimiento de cadera la sacó por completo de mi culo, se la agarró y volvió a apoyarla en la entrada de mi culo, yo viendo lo que se proponía otra vez, agarre su pezón con los dientes y apreté un poco, él dio una fuerte, muy fuerte estocada y esta vez la clavó entera, pero yo no solté aquel duro pezón, grite entre dientes pero lo apreté más, el viejo suspiro y empezó a follarme con saña, yo mordía más fuerte aquel pezón, pero más mordía yo más duro me follaba el, ese no era él acuerdo, pensaba yo, entonces comprendí, que eso era lo que el viejo quería desde un principio, así que mordí y mordí aquel pezón y él me follaba con más y más ritmo, incluso se le salió la polla de mi culo en un par de ocasiones, pero ella sola volvía a encontrar la entrada sin problemas debido a lo abierto que me estaba dejando el culo, notaba su glande golpeando mis adentros, frotándose con mi próstata, me estaba dando un placer maravilloso aquel enorme prepucio, disfrutaba viéndome follado por aquel anciano, que me daba con todo lo que tenía, el jadeaba agotado y yo disfrutaba como nunca lo había echo, allí sodomizado por el viejo Manuel, me sentía enloquecer de placer, su barriga frotaba mi pene y huevos que yacía flácido por la tremenda y satisfactoria descarga que había tenido momentos antes, aquel cabezón que entraba y salía de mi culo tampoco facilitaba una nueva erección, pero dándole placer al viejo me ofrecía un placer a mi que nunca antes había  podido experimentar. Con mi mano cogí su pezon izquierdo y lo apreté con mis uñas al tiempo que se lo retorcía, entonces el viejo dio dos envestidas secas en mi culo y empecé a notar como su polla, palpitando, soltaba dentro de mi chorros cálidos y potentes de semen, mientras él soltaba quejidos de placer, cayendo todo su cuerpo sobre mi, yo solté sus pezones, el viejo se incorporó sacando su miembro de mi culo con un sonoro “choff” y yo me lo toqué con la mano instintivamente, mi tierno culito estaba dilatado a más no poder, parecía un coño de hembra, por el sé deslizaban los jugos del viejo, que iban resbalando por la raja de mi culo y cayendo al suelo, el viejo se puso de rodillas a mi lado, poniéndome la polla en la boca, me dijo:

  • Límpiamela bien, que aun me queda una poquita para que la pruebes, bonita. Y diciendo esto me metió aquel glande enorme en la boca.

Yo lo chupe y lamí con devoción, saboreandola, él exprimió con su mano unas cuantas gotas en mi boca, el dulce sabor del semen camuflaba el amargor de mis jugos anales, de los que venía  lleno aquel prepucio del que yo bebía mientras lo limpiaba concienzudamente, la saco de mi boca y se puso en de pie, yo me relaje unos segundos hasta que oí al viejo, al tiempo que me daba unos cachetes.

  • Ala nenita, al fondo del almacén hay un baño, aséate y vístete qué van a dar las diez y hay que abrir, yo voy preparando unos cafés que nos recompongan y el próximo sábado continuaremos ordenando el almacén si te parece. Dijo guiñándome un ojo.

Así empezó ese día, con mi culito dilatado y lleno de la leche de viejo Don Manuel.